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    Revista Varianza

    versión impresa ISSN 9876-6789

    Revista Varianza  n.10 La Paz nov. 2013

     

    Homenaje y Reconocimiento

     

    Tamiji Hanamura, el ermitaño amigo japonés de El Choro

     

     

    El 20 de septiembre de 2013 dejó de existir nuestro amigo japonés Tamiji Hanamura, el ermitaño de Sandillani que vivía cerca a la localidad de El Chairo en el camino precolombino del Choro. Lo recordaremos con nostalgia cuando reconozcamos su hospitalidad, su confianza y amistad con todos aquellos peregrinos bolivianos y extranjeros que transitaban por ese tramo. Los docentes y estudiantes de la Carrera de Estadística que lo hemos conocido extrañaremos su presencia y cada vez que volvamos por este camino no olvidaremos su entusiasmo y responsabilidad como guardia de este parque nacional y encargado del registro en los libros de turismo de todo aquel que pasaba por su casa.

    "Hana" o "el chino", como lo llamaban con cariño los del lugar, manifestaron que ya a sus 81 años se encontraba muy delicado de salud, no podía cortar leña, como lo hacía habitualmente, para cocinar sus alimentos, se encontraba en un estado crítico de anemia. Presintiendo quizás su muerte, Hana envió dos semanas antes de su fallecimiento, una carta a la Embajada de Japón con un dirigente de la Subcentral de El Chairo. Días después un grupo de personas de rescate de la embajada japonesa, llegaron hasta su casa, desde donde lo transportaron en una camilla durante cinco horas hasta El Chairo y de allí en una ambulancia a la ciudad de La Paz hacia la Clínica del Sur.

    Tamiji Hanamura junto a Jaime Pinto, Flavio Maceda, Femando Rivoro
    y Juana Villalobos, en una de las caminatas (1987)

    Un severo cuadro de desnutrición dio fin con su vida dos semanas después de su internación. Los restos del japonés fueron cremados y luego llevados a Sandillani. Tamiji fue enterrado en el patio de su casa tal y como lo pidió: quiero que me entierren al lado del pino de mi casa.

    Según información de medios de prensa, afirman que Hana llegó a la zona yungueña en 1958, después de un largo viaje desde su tierra natal Tazawa, al norte del archipiélago japonés. Hana recordaba otros lugares: Kobe, Okinawa, Hong Kong, Singapur, Madagascar, África, Sao Paulo y la colonia japonesa de Yapacaní en Santa Cruz, lugares que visitó antes de afincarse en Sandillani. Vivía solo en compañía de sus dos perros fieles a él. Tamiji había manifestado a los comunarios en alguna oportunidad, que tenía familiares en La Paz, algo que nunca se pudo confirmar.

    Mi nombre es Tamiji Hanamura, que significa Pueblo de Flores. Pensando en eso he limpiado Sandillani, "he levantado un jardín japonés que se destruyó con las lluvias, pero todo el que quiera dormir aquí puede hacerlo", dijo Hana (1996).

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    Relato de Félix Pereira, coroiqueño, ex guardabosque de Cotapata y amigo de Hana:

    Hana, entre las tantas historias que me contó, fue acerca de su llegada a aquel lugar. Dijo que vinieron entre tres japoneses, eran soldados que combatieron en la segunda guerra mundial tras haber sido testigos de la destrucción con bombas atómicas de las ciudades de Hiroshima y Nagasaki. Decía que abandonaron su país, después de la guerra. Entraron a Santa Cruz por el Brasil, después de hacer un recorrido por varios países hasta llegar a La Paz. Fueron en ferrocarril hasta Chuspipata, avanzaron por el camino de Silluntincara hasta Sandillani.

    Sus dos amigos murieron en Sandillani y de esa manera él quedo solo. Con mucho orgullo decía que en el aniversario de su país, algunos soldados del ejército del Japón junto a miembros de la embajada entraban hasta Sandillani y junto a Hana cantaban su himno.

    Todo lo que tenía en su casa era rústico, fue hecho por sus propias manos, una parte de su casa era de madera y otra parte de charo revocado con barro. Acostumbraba comer lo que había en el lugar, sobre todo animales de diferente especie e incluso ranas. Los turistas que pasaban le dejaban o compartían sus enlatados. Su fruta favorita era la guayaba. Habitualmente en el patio o dentro de su choza hacia su retiro espiritual para practicar yoga o kungfii, más o menos entre las siete y ocho de la noche. En ese momento todo debía estar en silencio y no permitía que lo interrumpan.

    Las riquezas que atesoraba eran los libros forrados de cuero que hacía firmar desde 1985 a quien pasaba por aquel lugar, así también coleccionaba con gran aprecio las postales y cartas que le dejaban y le enviaban sus amigos de distintas partes del mundo.

    Fue nombrado "Guarda Parque " ad honorem. Le encantaba armar sitios de camping para recibir a los que pasaban.

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    Convivir con la naturaleza y estar apartado de la civilización o progreso, no es aislamiento, sino una decisión en el camino de rencuentro con la vida y con uno mismo. El espíritu noble de Tamiji Hanamura, un hombre de corazón humilde, hoy trasciende el tiempo y el espacio para esculpir su leyenda de vida, en las alturas de Sandillani, los Yungas bolivianos.

    El solitario japonés, que vivía en uno de los tramos de la vía prehispánica conocida como "El Choro ", dejó esta vida y las cenizas de Hana retornan a la fertilidad de la tierra para alimentar recuerdos, historias y momentos inolvidables dentro y alrededor de su choza.

    Carlos Mariaca A.

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    Tantos momentos que quedan en la memoria de muchas personas que conocieron a Hana y otros momentos que Hana se lleva para llenar su "Espíritu Noble" de Luz y Amor en su paso por el camino del Choro. Seguiremos transitando aquella ruta y descansaremos donde esperaba con sus libros, para que nos registremos, que también estuvimos en aquel lugar junto a Tamiji Hanamura. Luz, amor y adiós espíritu noble.

     

    "La claridad consiste en una acertada distribución de luz y sombra"
    Johann Wolfgang von Goethe