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    Journal de Comunicación Social

    versión impresa ISSN 2412-5733

    J. Com. Soc. v.7 n.7 La Paz dic. 2018

     

    ARTÍCULO ORIGINAL

     

    Del matrimonio aymara tradicional al aymara-urbano en dos familias carabuqueñas: la transformación de ritos y tradiciones

     

    From the traditional aymara marriage to the urban-aymara marriage in two families from carabuco: the transformation of rites and traditions

     

     

    Lic. Gabriela Delia Choque Chura1

    choquegabriela405@gmail.com
    Universidad Católica Boliviana "San Pablo" (La Paz, Bolivia)

    Fecha de recepción: 2 de septiembre de 2018
    Fecha de aprobación: 12 de noviembre de 2018

     

     


    Resumen

    En pleno siglo XXI los ciudadanos alteños continúan practicando ritos, costumbres y tradiciones de acuerdo con su cultura de procedencia. El matrimonio aymara-urbano es un fenómeno en el que se refleja esta prevalencia de las tradiciones culturales y su adaptación o resignificación en contextos urbanos. Así, los migrantes aymaras que viven en El Alto no dejan de lado su identidad y su sentido originario-comunitario. Lo que este artículo pretende es describir y entender la influencia del proceso de urbanización en la transformación de ritos y tradiciones del matrimonio aymara-urbano. Para ello, este artículo se centra en relatos de vida y observación participante del matrimonio aymara carabuqueño antiguo de Pedro Machicado y Mercedes Miranda, y en el matrimonio aymara-urbano moderno de Grover Foronda y Victoria Rondo, residentes carabuqueños que viven en aquella ciudad. Ambos matrimonios dan cuenta que el festejo matrimonial tiene una incidencia social fuerte en su comunidad y en la zona donde residen.

    Palabras clave: matrimonio aymara-urbano, El Alto, urbanización, modernidad y sentimiento cultural.


    Abstract

    In the 21st century the inhabitants of El Alto are still practicing their rites, customs and traditions according to their own culture. The "urban-aymara" marriage is an example of this prevalence of cultural traditions and their adaptation or resignification in urban context. Thus, the aymara migrants who live in El Alto do not leave their identity and their native-community sense. This article aims to describe and understand the influence of the process of urbanization in the transformation of rites and traditions of the urban-aymara marriage. This article is focusing in life stories and participant observation of the old aymara-carabuqueño marriage of Pedro Machicado and Mercedes Miranda, and in urban-aymara marriage of Grover Foronda and Victoria Rondo, who were born in Carabuco and live in El Alto. Both show that the celebration of the marriage has a strong social incidence in their community and in the city where they live.

    Keywords: Tradition, rituality, urban-aymara's marriage, El Alto, urbanization, modernity and culture feeling.


     

     

    I. Introducción

    El matrimonio es un rito o ceremonia que marca una etapa en la vida del ser humano y que varía de acuerdo al contexto, al país, a la cultura, a la posición económica, etc. Mientras para determinados grupos puede ser algo muy íntimo o personal, porque es la unión de dos personas, en la cultura aymara implica algo más, ya que toda la comunidad (o vecindario) está implicada y tiene que estar reunida para recomendar a la pareja en el nuevo camino que está a punto de emprender; también para que todos los comunarios o vecinos sean testigos de este gran paso para la pareja. En la fiesta del matrimonio salen a relucir todas las costumbres o ritos que cada pueblo posee y la forma en que influyen en sus habitantes.

    Este artículo describe la forma en la que se fusionan los usos y costumbres del matrimonio aymara con los elementos, las lógicas y discursos propios de la modernidad, y cómo ciertos ritos y tradiciones de la cultura carabuqueña se han ido transformando.

    La transformación del matrimonio aymara-urbano se da por la influencia de la modernidad y la urbanización, factores que determinan un estilo distinto para la realización de este evento; en contraposición, está lo cultural y lo tradicional. Estos elementos ponen al migrante aymara en una situación de confusión entre su cultura y su contexto moderno. Entonces, lo que hace el aymara-urbano es fusionar lo tradicional-cultural -lo suyo- con lo moderno-urbanizado -lo ajeno-, lo que tiene como resultado un matrimonio aymara-urbano como el de la familia Foronda Rondo, proveniente del pueblo de Carabuco.

    Para Giddens y Habermas (como se citó en Escobar, 2003, p. 55), la modernidad es el primer momento en la historia en que el conocimiento teórico se retroalimenta de la sociedad para transformarla. Giddens (1999, p. 30) caracteriza a las sociedades modernas como un conjunto híbrido, local y mutante. Del mismo modo, el autor señala que la modernidad comienza con el individualismo, y este rasgo se intensifica con la emergencia de la lógica capitalista, protagonista de los cambios de identidades e ideologías. Una de las características de dichas sociedades que plantea Zygmunt Bauman (2004) en su libro Modernidad líquida es el individualismo, el cual marca las relaciones humanas y las torna precarias, transitorias y volátiles (p. 30).

    Para Castells (1986, p. 99), la consecuencia más inmediata de la modernidad es la urbanización de las ciudades: es un proceso organizado que se da a partir del modelo de interacción entre el hombre y el medio. En este proceso, una porción significativamente importante de una población humana se agrupa en un espacio, formando aglomeraciones en las que están funcional y socialmente interrelacionados desde el punto de vista interno.

    En el presente estudio, en un plano simbólico y en el contexto alteño, se puede evidenciar que los sectores indígenas urbanos forman conglomerados (como comunidades o sentidos de comunidad) a partir de trayectorias sociales y migratorias. Guaygua y Castillo (2008, pp. 114-115) señalan que estos espacios dan lugar a esquemas de representación social y de distinción colectiva en los que se entrelazan potencialidades de recreación sociocultural y transformación de identidades sociales que muestran la complejidad de la constitución y reconstrucción de los tejidos sociales. Estos van desde los propios espacios primarios de sociabilización de los sujetos sociales (familia, barrio, escuela, procedencia étnica, grupos de amigos, etc.) hasta converger con la estructura macro de la sociedad, como interpeladores, gestionadores y sus potenciales transformadores.

    Con respecto a la urbanización, se podría decir que causa una gran diversidad cultural y hace que los ritos, tradiciones y costumbres de cada región de donde provengan los migrantes se compartan y se sigan practicando en ciudades modernas como El Alto. Esta urbe es un lugar lleno de variedad cultural y de encuentro de tradiciones.

    Pero la construcción social urbana no solo se da por la modernidad y la urbanización, sino que también se entreteje con las raíces maternas y el sentimiento cultural que cada sujeto social posee y practica en su diario vivir, en especial en sus eventos importantes como es el caso del matrimonio. Bravo (2005, p. 25) señala también que las formas culturales están en cambio constante.

     

    II. Metodología

    Para entender la transformación de los ritos y tradiciones del matrimonio aymara se recurrió al relato de vida de dos matrimonios: el antiguo, de Mercedes Miranda y Pedro Machicado, quienes contrajeron nupcias hace 43 años en el pueblo de Carabuco, y el otro, urbano-moderno, de Grover Foronda y Victoria Rondo, quienes se casaron en 2016, en la zona Santiago II de El Alto. También se desarrollaron entrevistasen profundidad a los familiares de los novios, padrinos y, además, expertos en el tema como Félix Layme, profesor de aymara y doctor Honoris Causa, y Xavier Albó, investigador y antropólogo, con especialidad en el estudio de pueblos indígenas y poblaciones rurales de Bolivia.

    Por otro lado, se realizó una observación participante del matrimonio aymara-urbano de Grover Foronda y Victoria Rondo (residentes2 carabuqueños en Santiago II de El Alto). Para obtener información sobre el matrimonio aymara-tradicional, se reconstruyó el relato de vida de Mercedes Miranda y Pedro Machicado (quienes celebraron su casamiento hace cuatro décadas en Carabuco). Esos datos se respaldaron con el libro de Vicenta Mamani (2002) que relata el matrimonio antiguo de la provincia Camacho, en cuya jurisdicción está Carabuco. Ambas son familias de raíces y sentimiento cultural carabuqueño.

     

    III. Particularidades del matrimonio aymara-tradicional y aymara-urbano

    III.1. Jaqichasiwi: matrimonio aymara

    Para Vicenta Mamani (2002, p. 21), la palabra jaqichasiña significa casarse, hacerse gente o personas, porque una vez casados entran como miembros completos en la comunidad de los mayores y asumen responsabilidades dentro de ella. Esta definición permite comprender que para los aymaras el matrimonio es como volver a nacer y que durante la fiesta se constituyen como personas responsables y pertenecientes a la comunidad. Domingo Llanque (1990) describe este proceso de la siguiente manera:

    El matrimonio para los aymaras constituye el cuarto nacimiento en el proceso de la vida: jaqichasiña quiere decir hacerse persona adulta y responsable. Se nace a la sociedad de adultos como sujetos que podrán compartir la existencia total de la comunidad como ser social viviente. Se nace para asumir la herencia cultural y la memoria histórica del grupo social del que se es integrante. "Se exige responsabilidad adulta porque solo una persona adulta puede compartir las responsabilidades de una sociedad de adultos. Por esta razón, tradicionalmente no confían cargos de responsabilidad a los jóvenes y solteros" (p. 28).

    Domingo Llanque (1990, p. 28) menciona que en el mundo aymara hay cargos que las personas asumen solo cuando están casadas: a los cónyuges se los toma en cuenta para pasar fiestas, para ser nombrados como padrinos de bautizo o de matrimonio y para desempeñar el cargo de autoridades de la comunidad.

    Alrededor de 1970, cuando se celebró en Carabuco el matrimonio Machicado-Miranda,el noviazgo no era público. Las parejas empezaban a manifestar su amor en el pastoreo de los animales, en el trabajo agrícola, en ferias, viajes, fiestas de carnaval, matrimonios y otros acontecimientos. Los varones expresaban su amor a una joven arrojándole piedritas, quitándole su sombrero, su awayu3 o su rueca, o encandilándola con el reflejo de un espejo al sol ("haciendo brillar" con su espejo). Si a la muchacha no le gustaba ser molestada, se enojaba, insultaba o trataba de eludir al joven; pero si le gustaba, se reía y daba paso inmediatamente a una conversación con él (Mamani, 2002, p. 23).

    Los jóvenes no andaban de enamorados por pasar el tiempo; simplemente ya habían escogido a "esa chica" como su futura esposa. Tampoco podían tener relaciones sexuales antes de casarse porque eso significaba deshonra y vergüenza para la familia (Mamani, 2002).

    Actualmente, el noviazgo es más permisivo y moderno: la muchacha que se elige para el cortejo no tiene que ser necesariamente la futura esposa, y el noviazgo es para conocerse y establecer un ambiente de confianza en la pareja. La modernidad y la tecnología ayudaron a que el enamoramiento y la primera cita no fueran tan complicados como antes. En este tiempo los jóvenes no necesitan casarse para ser considerados adultos y asumir ciertas responsabilidades, ya que son adultos ante el Estado cuando cumplen la mayoría de edad (18 años). Por eso no hay apuro en buscar a la pareja ideal para casarse.

    Yo trabajaba de chofer y Viky, en un snack de salchipapas. Todos los días a las siete de la noche, yo iba a comer algo a su snack para poder hablar con ella, pero ella al principio no me hablaba y era indiferente. Después de un tiempo que yo sin falta iba a verla, ella me terminó hablando y salimos a pasear a La Ceja. Desde ese momento empezamos a enamorar por un tiempo y luego formalizamos la relación. (G. Foronda, comunicación personal, 11 de enero de 2017).

    III.2. La pedida de mano, la irpaqa y la sart'a

    Antiguamente, luego del noviazgo, se desarrollaba la irpaqa, considerada el paso fundamental para la celebración del matrimonio. Para Félix Layme (comunicación personal, 25 de abril de 2017) y Vicenta Mamani (2002), la irpaqa es el inicio de la celebración del matrimonio, ya que es el momento en el que se toman decisiones: la elección del padrino mayor y menor, también se acordaba la fecha para la fiesta del matrimonio y los compromisos que cada familia asumiría en esta celebración. Antes, a la irpaqa también se le decía en aymara palawrat warmi apsuña, que quiere decir "hacerse de mujer mediante la palabra" (Mamani, 2002, p. 25).

    Layme (comunicación personal, 25 de abril de 2017) menciona que la sart'a y la irpaqa son dos acciones que pueden realizarse en un solo evento o por separado. En la sart'a se definen las condiciones del matrimonio -cuándo será, cómo será y quiénes serán los padrinos, etc.-, mientras que la irpaqa es como la formalización de la pareja; se podría decir que la sart'a es la discusión de fondo y la irpaqa no es más que la ceremonia para recoger a la novia.

    Según Vicenta Mamani (2002, p. 24), cuando la joven se presentaba ante la familia de su novio, lo que comúnmente se conocía como "hacerse de nuera", tenía que entrar a la casa del joven con el pie derecho, saludando a los padres del joven y diciendo: "Papá, mamá, llego como una de tus hijas más". La versión en aymara es: "Machaq awkch'in utaparux kupi kayumpiw chillqintaña, arumtañawa tataya mamaya imil wawamaw purintha sasa".

    La nueva nuera debe entrar con el pie derecho, porque es símbolo de firmeza, seguridad y confianza en que ella y su futuro esposo vivirán bien como familia. Los padres, en algunos casos, preparan una comida especial para recibir a la nueva nuera, si es que saben que se va a juntar con su hijo. Pero cuando los padres no tienen conocimiento de la nueva nuera y ella llega de imprevisto, estos inmediatamente acuden donde una persona de respeto para preguntar sobre la pareja; desde cuándo, cómo y a través de quién han llegado a unirse, y si se comprometen a vivir bien. Hacen estas preguntas con el objetivo de que la pareja no traiga problemas a la familia y exista un testigo para este compromiso (Mamani, 2002, p. 26).

    Mercedes Miranda y Pedro Machicado contrajeron nupcias hace 43 años en el pueblo de Carabuco. A continuación, Miranda relata su experiencia personal sobre su matrimonio desde el momento de la irpaqa:

    Una vez que la familia de mi esposo aceptó la relación, se procedió con el rito del k'inthu4 jaqkataña uywiri kunturmaniru, antes de salir de la casa, que quiere decir "arrojar coca al espíritu protector del hogar". Para este ritual se colocaron dos vasos de licor o cerveceros al lado dos taris5 de coca, alcohol y azúcar. Se acercaron por parejas todos los presentes y sacaron ocho hojitas de coca cada uno y colocaron cuatro en cada vaso. Cada una, después, lo ch'allaban6 con azúcar y alcohol. Cuando todos finalizaron con el ritual, el yatiri7 o alguien que sabe de estos ritos alcanzó a los papás de mi esposo los dos vasos de coca; ellos echaron al techo por el lado donde sale el sol; cayeron algunas hojas de coca en el piso del lado verde obscuro. Es buen augurio, pero si no caía a ese lado habría que preocuparse. (M. Miranda, comunicación personal, 9 de enero de 2017).

    Por la cosmovisión andina los aymaras consideran que siempre deben tener una estrecha comunicación con los espíritus ancestrales para que siempre los protejan y guíen en lo que están emprendiendo. Por eso el ritual con la coca y el augurio son importantes.

    El día de la irpaqa la familia del novio demuestra sus costumbres realizando el k'inthu (pedir permiso a los espíritus de la casa para poder salir). Pedro Machicado cuenta al respecto:

    Antes de salir de la casa, debíamos hacer la señal de la cruz en la pared, después se debía sacar un poco de tierra para besarla y después recién podíamos salir todos. Al llegar a la casa de mis suegros, saludamos a todos y después pusimos un altar. Para eso extendimos una cama, dos aguayos, y encima colocamos un par de botellas de alcohol, cerveza Taquiña y un par de taris con coca y su llujt'a8. Luego mis padres comenzaron a hablar mientras pijcheaban9 la coca. (P. Machicado, comunicación personal, 9 de enero de 2017).

    Algunos ancianos (entrevistados en la comunidad de Carabuco) mencionaron que colocar los taris de coca antes de cualquier conversación es símbolo de compartir y de amistad, por que refuerza los lazos de confraternidad y confianza entre las personas del grupo o de otras comunidades andinas; son elementos esenciales para mantener la unión entre ellas.

    En el caso del matrimonio Machicado-Miranda, se realizó el ritual del k'inthu con el fin de que los padres y familiares de la joven los reciban sin ningún problema. Mercedes Miranda continúa el relato de los rituales para su matrimonio:

    Después del k'inthu, todos juntos salimos rumbo a mi casa. Al llegar, los familiares de mi esposo invitaron un puñado de coca a mis padres, como símbolo de compartimento y seriedad en la conversación. Mis padres muy afligidos dijeron: "¿Qué pecado hemos cometido para alcanzarnos la coca?". Luego mis suegros responden: "(...) sírvanse esta coquita, no hemos venido de simple visita, sino tal vez a causarles dolor de cabeza. Los hijos han caído en pecado y hemos venido a comunicarles. Les pedimos que no nos niegue, porque la vida es así: hasta los pajaritos viven en pareja". (M. Miranda, comunicación personal, 9 de enero de 2017).

    Carter y Mamani (1989, p. 196) dicen que los padres de las mujeres, en muchas ocasiones, se oponían a esta petición, porque las hijas para los aymaras eran y son indispensables en las familias, ya que desde que son muy pequeñas ayudan a sus madres con las labores del hogar y en el cuidado de sus hermanos menores, de las siembras y de los animales. Por esta razón, puede ser muy difícil para una familia entregar a su hija a un desconocido.

    Es por eso que, en algunos casos, los padres expulsan a la familia del pretendiente y hasta se enojan, aunque saben que al final terminarán aceptando la relación. Una vez que admiten la relación de los jóvenes, los adultos fijan la fecha de la irpaqa, que normalmente se realiza en la noche.

    Retornando a la explicación del ritual, mientras los presentes pijcheaban coca, antes de pedir la mano, el padre o algún familiar de la novia generalmente le preguntaba a ella: "¿Cómo te has juntado con este hombre?". Algunos papás incluso solían chicotear a sus hijas regañándolas (Mamani, 2002, p. 27). Mercedes Miranda narra su experiencia:

    Bien fregados eran los papás en ese tiempo, porque mi papá me ha chicoteado y recomendándome. Después mi esposo y yo nos hemos puesto de rodillas, para pedirles perdón a nuestros padres y a nuestros familiares si es que en algún momento les hemos fallado. Ese rato nosotros hemos dicho: "Papá, mamá, perdónanos, vamos a vivir como gente, no les vamos a causar dolor de cabeza, por favor, acéptenos". Después nosotros les alcanzamos a mis papás refrescos, cervezas, alcohol, comida especial para que se sirvan. Mis papás nos aceptaron y todos comenzamos a compartir. Mis suegros ofrecen tres vasitos de alcohol a mis padres como símbolo de unión y alegría. (M. Miranda comunicación personal, 9 de enero de 2017).

    Cuando los padres aceptaban la solicitud las personas presentes comenzaban a compartir mutuamente la coca y contaban cómo fue la irpaqa de cada uno de ellos. Todos celebraban la aceptación, menos la novia y el novio, porque son tratados como niños hasta el último día de la boda (M. Miranda, comunicación personal, 9 de enero de 2017).

    Vicenta Mamani (2002, p. 27) hace referencia a que, antes de comer, el padrino de irpaqa o el testigo bendecían a sus ahijados levantando su plato y haciendo la señal de la cruz tres veces sobre ellos. Durante la reunión, los acompañantes de ambas familias ponían ejemplos de sus propias vidas, recomendándole a la nueva pareja que lleven una vida ejemplar en la comunidad, que hagan honor a sus parientes. En estas recomendaciones generalmente suelen participar las parejas más antiguas y respetadas de las familias, para que la nueva pareja las vean como ejemplo familiar.

    En ese ambiente de festejo y confraternización se ponían de acuerdo para la fecha del matrimonio y decidían quiénes serían los padrinos. La costumbre aymara dicta que el "padrino grande" o de religión sale de la familia del novio y el "padrino pequeño" o de civil es de la familia de la mujer.

    Mercedes Miranda y Pedro Machicado (comunicación personal, 9 de enero de 2017) señalan que alrededor de las cuatro de la madrugada, un grupo autóctono, kantus10, interpretaba la música apropiada para la irpaqa. Los suegros de la novia suelen pedir permiso para retirarse. Inmediatamente, la madre de la novia pedía también permiso para ir a vestir de blanco a la novia. Luego de unos minutos regresaban y los novios se ponían de rodillas con vista a la salida del sol; el padre de la novia colocaba una moneda en la boca del yerno y la madre hacía lo mismo con su hija. Posteriormente, la familia del novio se llevaba a la novia cantando el Irpastay (Mamani, 2002, p. 28). Pedro Machicado y Mercedes Miranda confirman que en su caso el ritual fue según la descripción previa (comunicación personal, 9 de enero de 2017). A continuación se presentan los versos del canto Irpastay:

    Irpastay irpastay
    Paris palomaw irpasta
    Irparpastay irpastay
    Janq'u palomaw irpasta
    Uywaway Uywaway
    Lluch'u apillampi uywaway
    Uywaway Uywaway
    Kaya liq'itampi uywaway.

    Cuya traducción al castellano es la siguiente (Mamani, 2002, p. 28):

    Me estoy llevando, me estoy llevando
    Un par de palomas me estoy llevando
    Me estoy llevando, me estoy llevando
    Una paloma blanca me estoy llevando
    Criaré, criaré
    Con coca amarga criaré
    Criaré, criaré
    Con lawa de kaya criaré

    En ese momento, la pareja y los padrinos se tomaban del brazo y salían bailando al son de la música; antes daban tres vueltas al patio y continuaban con su camino. Mientras, los familiares estaban pendientes de las risas de los pajaritos y los ladridos de los perros, porque se creía que cuando ladraban los perros significaba que la pareja iba vivir como perro y gato peleando. Pero cuando no pasa nada de estas cosas, se creía que la pareja iba a vivir bien (M. Miranda & P. Machicado, comunicación personal, 17 de enero de 2017).

    Mercedes Miranda y Pedro Machicado recuerdan que descansaban en los lugares sagrados para ch'allara la Pachamama. Al llegara la casa de Machicado, hicieron el rito de solicitud de permiso y saludo al Uywiri-Kunturmani, el cual consistía en una ceremonia exactamente igual a la que hicieron antes de partir de la casa del novio. Después de la irpaqa, el hombre y la mujer comprometen con el trabajo cotidiano de la familia, la sociedad y, además, están esperando el día del matrimonio (Mamani, 2002).

    Los Uywiri y los Kunturmani son los espíritus protectores del hogar. Uywiri es el espíritu protector femenino, mientras que Kunturmani es considerado varón. Esta dupla se debe a que para el aymara todo es par, incluso los espíritus protectores (F. Layme, comunicación personal, 25 de abril de 2017).

    Hoy en día la irpaqa no siempre es el inicio del matrimonio, porque la pareja decide juntarse o concubinar previamente. Este evento especial y solemne se deja esperar, porque la pareja primero decide conocerse, establecerse económicamente y ahorrar para el matrimonio aymara-urbano; este tiempo de establecimiento que los novios se dan puede extenderse muchos años.

    Tal es el caso de Victoria y Grover que convivieron o concubinaron por 10 años. Después de ese tiempo organizaron su fiesta del matrimonio que comenzó con el rogado de padrino y concluyó con el sacado de cadena. En El Alto es común que el concubinato o convivencia haga referencia a una pareja que vive como una familia sin estar necesariamente casada, ya que generalmente los concubinos tienen hijos y hasta logran establecerse adquiriendo propiedades o bienes; es decir, son una familia que no está legalmente reconocida, pero que tiene hijos y propiedades en común.

    III.3. Rogado del padrino

    Para la tradición aymara los padrinos son como unos segundos padres que están encargados de guiar y cuidar a la pareja como si fueran sus propios hijos; en sí son sus hijos espirituales. Por eso la pareja y sus familias deben seleccionar a alguien de la comunidad, puede ser un familiar o un conocido que sea un buen testimonio de vida matrimonial. Los comunarios antiguamente creían que el padrino debía ser alguien muy respetado económicamente y en su vida matrimonial (M. Miranda y P. Machicado, comunicación personal, enero de 2017).

    La importancia de los padrinos en el matrimonio no ha variado para los aymaras: en el matrimonio antiguo y en el actual, el padrino mayor o de religión es de parte de la familia del novio y el de civil o de aro es de parte de la familia de la novia. La diferencia es que antes estos padrinos debían ser personas de prestigio, familiares, autoridades o necesariamente profesionales; pero ahora eso ya no es tan necesario, porque puede asumir esta tarea una pareja amiga cercana o lejana, siempre y cuando sea una pareja que tenga un buen testimonio de vida matrimonial.

    Félix Layme (comunicación personal, abril de 2017) y Vicenta Mamani (2002) señalan que para los aymaras, los hijos no podían tomar decisiones importantes como escoger al padrino de su matrimonio; eso lo hacían sus padres y los hermanos mayores. Con el pasar del tiempo, eso fue cambiando y ahora se toma en cuenta la opinión de los jóvenes antes y después de la unión. Por ese motivo, cuando ellos eligen a sus padrinos, lo hacen teniendo en cuenta que son ellos quienes convivirán con los padres espirituales elegidos.

    En el rogado de padrino antiguo, los candidatos a ahijados rogaban con palabras cariñosas o incluso de rodillas que los padrinos aceptaran ser sus padres espirituales o sus guías. En contraposición, en el rogado de padrino moderno, los novios junto con los papás dicen el propósito de la visita de pie, sin necesidad de arrodillarse; antes de la visita, actualmente los novios hablan con los padrinos de manera informal para fijar la fecha de la visita oficial, la acostumbrada (Mamani, 2002, p. 30).

    El sentido del compadrazgo entre las familias aymaras o aymaras-urbanas, según Xavier Albo (comunicación personal, 19 de mayo de 2017), es formar una gran familia entre todos para tener lazos no solo familiares:

    Para empezar, la palabra "compadre" es de origen castellano, pero es apropiado, tiene sentido en los aymaras y ahora para los aymara-urbanos. Esta acción de compadrazgo es más para ampliar la familia, es decir, en vez de hacer lazos solamente con la familia física (la familia natural), que también se hagan lazos entre otras familias para poder desarrollar de mejor forma todas las cosas que tienen que hacer, sintiendo más familiaridad con más gente y tener más lazos de reciprocidad entre esa su familia de ritual. Como se sabe, hay muchos tipos de padrinos, como ser el padrino de bautizo o el padrino de torta u otros que son infinidad; pero yo pienso que los que tienen más importancia son los padrinos de bautizo y los de matrimonio, porque son como sus modelos de cómo se debe convivir y enfrentar la vida. (X. Albó, comunicación personal, 19 de mayo de 2017).

    En esa visita solemne, de tradición y ritos, se puede decir que tanto en los casamientos antiguos como en los actuales se desarrolla el k'inthu, para que los padrinos sepan guiar al matrimonio con la ayuda de las fuerzas espirituales. Grover Foronda narra el ritual según lo aprendido en su pueblo:

    Para el K'inthu todos los presentes deben ir en parejas, a ch'allárselo para la nueva familia que se está formando. Siempre inicia la pareja que se casará, entonces nosotros empezamos con el ritual. En ambos vasos hemos colocado cuatro hojitas de coca, cada uno coloca cuatro hojas de coca en cada vaso, en total entre los dos pusimos 16 hojas de coca a los dos vasos. Estas cuatro hojitas son: un parpara la Pachamama, que es la Madre Tierra, y el otro par es para el kunturmamani, que es el abuelo protector del hogar. Luego echamos unas pizcas de azúcar, todo eso se ch'alló con alcohol. Luego invitamos a los padrinos, papás, hermanos y familiares de mi esposa para que continúen con el k'inthu; cuando finalizaron nuestras familias, mi mamá pide también a la familia del padrino que acompañen con este ritual. Luego, los padrinos nos alcanzaron los dos vasos, la madrina me dio a mí y el padrino, a mi esposa; con eso nosotros salimos afuera, hicimos una señal de la cruz en la tierra y lo besamos, para ch'allar lanzamos hacia la salida del sol, encima del techo de la casa, siempre debe ser hacia arriba, y, cuando cae la coca al piso, eso también tiene significado. En mi pueblo decimos que, cuando las hojas de coca caen al piso y salen del lado verdecitos obscuro, significa que te va a ir bien. En mi caso cayó del lado verde obscuro y mis papás dijeron que nos iba ir bien en todo, "van a estar caminando bien nomás", eso lo ve generalmente el padrino o los papás. Luego retornan donde todos están reunidos, al llegar nos dieron alcohol puro un poquito simulando que nosotros estábamos llegando bien cansados y el pago es alcohol puro, claro que es un poquito nomás. (G. Foronda comunicación personal, 26 de diciembre de 2017).

    Hasta el ritual nadie de los presentes podía pijchar o acullicar, pero después del ritual ya todos podían compartir la coca. Después del ritual, los novios antiguos y modernos aprovechan ese momento para ofrecer los obsequios a los padrinos. En el caso de Foronda, les dieron dos canastas de frutas, whiskies y seis cajas de cerveza; los padrinos aceptaron los presentes de los novios y la familia de la novia sirvió la comida a todos (G. Foronda, comunicación personal, enero de 2017).

    Cuando terminaron la comida, en los matrimonios de Foronda y de Machicado, los novios y sus papás se pusieron de pie y agradecieron por la comida. A continuación, las familias de los novios repartieron refrescos y luego cervezas a todos, siempre por el lado derecho. A medida que iban compartiendo todos, los padrinos también sacaron dos cajas de cerveza como retornando lo invitado, como símbolo de alegría y fiesta por la nueva familia espiritual conformada.

    En el caso del matrimonio Foronda-Rondo, a la una de la madrugada, los novios y sus familias decidieron retornar a la ciudad (estaban en la casa de sus padrinos, en Achacachi). Se pusieron de pie y frente a todos pidieron permiso para retirarse, diciendo: "Padrino, madrina, nos vamos a retirar, por favor, no se ofendan ni se sientan mal, solo que nosotros lejos tenemos que ir; por favor, madrina y padrino". Los padrinos se ponen de pie, les dan el permiso de retirarse y les encargan que vayan con cuidado.

    Antes de partir, los novios les dejaron cuatro cajas de cerveza a sus padrinos para que continúen compartiendo con su familia. Así concluye el rogado del padrino mayor. En la visita al padrino menor, se siguió el mismo protocolo sin ninguna diferencia en los obsequios o en las costumbres mostradas.

    III.4. Un día antes del matrimonio

    Mercedes Miranda y Pedro Machicado (comunicación personal, enero de 2017) relatan que antiguamente, en el pueblo de Carabuco, todos se enteraban de las actividades que realizaban los comunarios por la distribución de sus hogares y la gran fraternidad que había entre todos. Por lo anterior, en la organización del matrimonio, los familiares, compadres y ahijados, de forma voluntaria o a solicitud acudían a la casa del novio para ayudar con los preparativos.

    En el contexto urbano la preparación de la fiesta del matrimonio está a cargo de los familiares de la novia, que acuden de forma obligatoria al local y ejecutan todas las tareas necesarias, mientras que la familia del novio acude, pero no con tanta presión. Asimismo, los aynis11 de los novios deben estar presentes de forma obligatoria, porque es como una deuda que deben pagar en ese momento.

    Con respecto a las actividades que se desarrollan en el preparativo de la fiesta, antes las tareas estaban divididas de la siguiente forma: las labores de la cocina las realizaban las mujeres y los varones ayudaban a preparar la leña, a degollar el cordero y a limpiar el lugar donde se techaría la ramada. En la actualidad, todos ayudan en lo que pueden para preparar la fiesta y para que todo sea un éxito; no se hacen diferencias entre mujeres y varones.

    Antiguamente, además de preparar la fiesta, también se ofrecía una mesa a los espíritus sobrenaturales y protectores del hogar. Actualmente, los aymaras-urbanos continúan ofrendando estas mesas a los achachilas, a pesar de situarse en una sociedad moderna y con desarrollo tecnológico. A continuación, se presentan las similitudes y variaciones en el desarrollo de los rituales en los matrimonios antiguos y los actuales.

    Antes se brindaba la ofrenda al marani achachila, que es el cerro o montaña sagrada que existe en cada comunidad. Se lo conocía también como el espíritu protector masculino. En la actualidad, se ofrece una mesa a la Pachamama o Madre Tierra, porque es la proveedora de vida, alimento y protección (F. Layme, comunicación personal, 2017; Mamani, 2002). Antes y ahora se desarrolla este ritual para que, durante la fiesta, no surja ningún problema, ni haya peleas ni falte nada. Para desarrollar el ritual en el matrimonio antiguo, era necesario que se reúnan los novios, los padres y los padrinos, para que entre ellos se llame a la reflexión y se den recomendaciones para que se superen con paciencia algunos problemas que se presenten durante la fiesta (M. Miranda & P. Machicado, comunicación personal, 17 de enero de 2017). En cambio, ahora se reúnen únicamente las familias completas del novio y la novia, y se hace la ch'alla en las esquinas del local con arroz, azúcar y canela molida12. Además, se hace sahumar en todo el local con la mesa ofrendada, para que no existan peleas y no falte nada en los dos días de fiesta (G. Foronda, comunicación personal, diciembre de 2016).

    III.5. La celebración del matrimonio

    III.5.1. El matrimonio civil

    El artículo 63.I y II de la Constitución Política del Estado establece que el matrimonio civil entre una mujer y un hombre se constituye por vínculos jurídicos y se basa en la igualdad de derechos y deberes de los cónyuges. En ese sentido, antes y ahora, las parejas deben casarse por esta instancia para poder ser reconocidas como familia ante las leyes bolivianas.

    En el matrimonio antiguo, el matrimonio civil no podía celebrarse en otro día más que sábado; en cambio, ahora puede ser cualquier día de la semana. Este cambio se dio porque en los pueblos funcionaba solo un registro civil que atendía solo una vez a la semana. Ahora los registros civiles están a unos pasos de donde se habita y atienden de lunes a domingo (M. Miranda, comunicación personal, enero de 2017).

    El matrimonio antiguo de Mercedes Miranda y Pedro Machicado se desarrolló en tres días. Empezó el sábado, entre las cuatro y cinco de la mañana, pues los padrinos debían recoger a sus ahijados para subir al pueblo en el trascurso del amanecer; se creía que a la nueva pareja nadie debía mirarla con ojos pecaminosos. Mientras que en el matrimonio de Victoria Rondo y Grover Foronda solo los novios se dirigieron al registro civil para casarse, sin necesidad de ir con el padrino de civil. Actualmente, tampoco es necesario dirigirse al lugar con los primeros rayos solares (P. Machicado, comunicación personal, enero de 2017).

    En el matrimonio antiguo, los padrinos de religioso y de civil debían ir juntos a las dos celebraciones, la civil y la religiosa. Esto se daba por el reducido tiempo de todos los involucrados y las lejanas distancias que había entre una vivienda y la otra. En cambio, ahora no es tan importante que los dos estén, aunque los padrinos grandes deben llegar a la mitad de la celebración que se ofrece tras el matrimonio civil, para llevar a la novia a mudarla de ropa para el matrimonio religioso (G. Foronda, comunicación personal, diciembre de 2016).

    Hoy en día, después del matrimonio civil, el padrino de este rito prepara un festejo pequeño que dura aproximadamente dos horas. A este solo acuden la familia del padrino y las dos familias de los novios. Antes, inmediatamente después del matrimonio civil, se iban al matrimonio religioso, porque los domicilios de los padrinos eran generalmente muy distantes de los de sus ahijados y se retrasaría mucho tiempo la llegada a la casa del novio. Actualmente, este festejo consiste en que el padrino prepare un plato a base de chancho, aliste un champán para brindar, unas dos cajas de cerveza y algunos otros licores.

    III.5.2. El matrimonio religioso

    En el matrimonio antiguo, la novia se casaba con pollera y manta de bayeta blanca; para los varones, todo el traje era elaborado con bayeta de color blanco.

    Cuando la pareja ya tenía hijos, usaba ropa de color marfil u otro color resaltante; eso significaba que esta pareja de novios ya había convivido un tiempo largo antes del matrimonio. En la actualidad, las novias utilizan vestido blanco de novia occidental, aunque su ropa diaria sea pollera y ya hayan convivido tiempo antes. Este vestido es comprado o alquilado por la madrina mayor. Los varones usan un terno oscuro o claro, adquirido por ellos mismos (G. Foronda, comunicación personal, diciembre de 2016; M. Miranda, comunicación personal, enero de 2017).

    Según Félix Layme (comunicación personal, 25 de abril de 2017), la transformación de la vestimenta de los novios se debe a la influencia moderna, porque los padrinos, siguiendo el parámetro actual, regalan o fletan el vestido de novia para sus ahijadas y esta moda es adoptada de la cultura occidental. La novia acepta este regalo, pero no por completo, porque su cultura materna se lo impide. Es decir, acepta el vestido hasta cierto momento del proceso, porque después para la fiesta o en el matrimonio civil se cambia a su ropa originaria o de cholita de gala, para demostrar quién es y de dónde proviene.

    La vestimenta más antigua era de colores llamativos, hecha con sus propias manos. Los padrinos colocaban hasta tres ponchos de color anaranjado, rosado y verde al novio; un llu'chu multicolor; una chuspa de color con sus respectivas hojas de coca; un sombrero de oveja y una chalina de color, tejida con figuras o chalina de vicuña. Las mujeres usaban rebozos de color azul, amarillo, anaranjado, una inkuña tejida a mano con figuras para ponérselas como mandil, polleras multicolores, taris de color, awayos tejidos y manta de vicuña (Mamani, 2002, p. 34).

    Tanto en el matrimonio antiguo como en el actual, la madrina de religión es quien cambia a la novia encima de algo; antiguamente era sobre cueros y aguayo, pero en la actualidad se la cambia sobre una frazada y aguayos ch'allados (G. Foronda, comunicación personal, diciembre de 2016; M. Miranda, comunicación personal, enero de 2017).

    En la celebración del matrimonio religioso de antes y ahora, los sacerdotes extienden la cadena a los novios y, para finalizar, solo se la colocan a la novia, para que ella la lleve hasta el sacado de cadena. La mujer carga la cadena, porque, para los aymaras, la mujer siempre fue símbolo de fertilidad y es quien administrará la riqueza de su hogar (G. Foronda, comunicación personal, diciembre de 2016; M. Miranda, comunicación personal, enero de 2017).

    En el matrimonio antiguo de Mercedes Miranda y Pedro Machicado la posición era la siguiente: la novia iba al lado derecho y el novio al lado izquierdo; a la mano derecha de la novia se paraban las dos madrinas y al lado izquierdo del novio, los padrinos (M. Miranda, comunicación personal, enero de 2017). En la observación que se realizó al matrimonio aymara urbano de Victoria Rondo y Grover Foronda se vio que la posición era la siguiente: la novia estuvo al lado izquierdo y el novio al lado derecho; al lado derecho del novio estuvieron el o los padrinos y del lado izquierdo de la novia, las madrinas o la madrina.

    Antes la novia se ubicaba en el lado derecho del altar porque los aymaras consideran que la mujer es símbolo de fertilidad. Ahora se sitúan a la izquierda. No solo eso ha cambiado. Según Félix Layme (comunicación personal, 25 de abril de 2017), antes la mujer gozaba de una posición preminente en la sociedad, mientras que ahora el pensamiento occidental ha fomentado el machismo.

    Xavier Albó, al analizar la figura de la mujer como símbolo de fertilidad en el mundo aymara, señala que si bien ella es la que da vida a los hijos, el matrimonio es el encargado de criarlos, porque la mujer y el varón unidos forman una complementariedad, la cual debe ser enteramente reflejada en la crianza de los hijos (comunicación personal, 19 de mayo de 2017).

    A partir de la observación participante y de los relatos de vida del matrimonio aymara-antiguo se pudo percibir que el único cambio en la posición descrita anteriormente es la incorporación de los padres en el lado del hombre y la mujer para poder recibir las felicitaciones de los invitados y acompañantes. Los que se dirigían a felicitar a la nueva pareja lo hacían echándoles flores blancas. En la actualidad ya no se felicita necesariamente con pétalos de flores blancas, sino con mistura blanca, que es un elemento incluido por influencia moderna.

    Antes, a la salida de la iglesia, la banda empezaba a tocar y todos se iban bailando rumbo a la casa del novio para continuar con el festejo. En el matrimonio actual, no es necesario que se contrate una banda que toque a la salida de la iglesia; aunque hay matrimonios actuales en los que se contratan mariachis para bailar el vals a la salida del templo (observación participante del matrimonio de Grover Foronda y Victoria Rondo, 17 diciembre de 2016).

    En el matrimonio actual, el padrino mayor, de la misma manera que el padrino menor, prepara una reunión para la confraternización o "compartimiento", como dicen los aymaras, y un festejo en su casa con sus ahijados, con los otros padrinos, las familias de los novios y de los padrinos. Antes, los novios y padrinos se dirigían directamente a la casa del novio, por el reducido tiempo que tenían y la lejanía de los domicilios (G. Foronda, comunicación personal, diciembre de 2016; M. Miranda, comunicación personal, enero de 2017).

    Antes, los novios, padrinos y familiares se iban caminando hacia la fiesta realizada por los novios; en el camino, se hacía la ch'alla en los lugares sagrados ya conocidos por la comunidad. Actualmente, el padrino transporta a los invitados a su casa en automóviles para la reunión de confraternización y celebración preparada, y después del festejo se dirigen al paseo por los puentes (Miranda y Machicado, comunicación personal, enero de 2017).

    Antes se ch'allaban los lugares sagrados, porque las divinidades debían ser respetadas, porque "ellas o ellos nos están viendo" desde la otra dimensión. Actualmente, el paseo por los puentes simboliza el paso que se da soltero a casado (F. Layme, comunicación personal, 25 de abril de 2017).

    III.5.3. Festejando el matrimonio

    En la actualidad, la fiesta se desarrolla durante dos días, en un local contratado por los novios, y las dos familias ayudan en el preparado de la fiesta. Antes, se desarrollaba en tres días que se dividían de la siguiente manera: el primer día era del novio, en su casa, su familia hacía los gastos y la gente que conocía y apreciaba a esta familia asistía a la fiesta y a colaborar en el preparado; el segundo día era de la novia, en su casa, también se hacía la fiesta con la gente allegada a esta familia; el tercer día era el conteo de regalos, en ambos lugares se construía la ramada (observación participante del matrimonio de Grover Foronda y Victoria Rondo, 17 diciembre de 2016).

    La ramada que se construía para el matrimonio antiguo seguía el siguiente protocolo: antes de construir la ramada, los padres del novio debían entregar a uno de sus compadres un par de botellas con licor y un par de taris con coca. Estas personas, antes de iniciar con la construcción, debían cumplir con el rito del k'inthu jaqkataña, para que la ramada se teche bien, los espíritus malos se aparten de ese lugar y no hubiera ningún problema durante la fiesta (Miranda y Machicado, comunicación personal, enero de 2017).

    Después del k'inthu, recién empezaban con la construcción de la ramada, que consistía en plantar cuatro palos gruesos y grandes, de unos cinco metros de alto. Por encima se tendían objetos hechos de totora denominados sixi, para que protejan del sol a los participantes. Los palos eran envueltos con hojas de eucalipto, kiswaras13 y sewenka14. Se utilizaba pino porque dura mucho tiempo como debía durar el matrimonio. Se añadían adornos de flores de kantuta o de flores artificiales. La parte superior de los palos se envolvía con aguayos, de modo que caigan en forma de banderines. Encima de los palos se colocaban las dos wiphalas15 blancas flameando. Dentro se ubicaba una mesa grande. Al frente de la entrada, se colocaban dos floreros con flores blancas y algunas flores que representaban a la pareja, como la kiswaras. "Las bancas se colocaban a los costados, porque todos se tenían que ver frente a frente y nosotros con mis padrinos debíamos estar como al medio para ver a todos nuestros invitados (Miranda, comunicación personal, 9 de enero de 2017).

    Antes, la fiesta se hacía en el patio de la casa de los novios, dentro de la ramada que armaban las familias; en el interior se colocaba una mesa principal con mantel blanco y flores blancas. En este lugar se ubicaban los novios, los padrinos y algunas de las principales autoridades del pueblo. Se armaba la mesa para que los novios se sentaran y pudieran compartir con todos los invitados y los familiares. La posición de la mesa daba la posibilidad de que los invitados miraran de frente a los de la mesa principal. Ahora, como en el matrimonio de Grover Foronda y Victoria Rondo, la fiesta se realiza dentro de un local16 que está adornado de la siguiente manera: las mesas con sillas están alrededor del punto medio del local, todas tienen un mantel blanco con una tela combinada, tienen un adorno floral, dos botellas de ron, dos refrescos, cuatro botellas de cerveza, una jarra de bebida artesanal con alcohol y algunos vasos de plástico. Frente a la puerta principal, se colocan dos mesas: una está con la torta y sus adornos, la otra tiene un mantel blanco, dos floreros y dos fruteros con plátanos, manzanas y uvas, aunque cuando la pareja tiene hijos no son tan necesarios los plátanos ni las uvas (se pueden colocar fresas u otras frutas que sean símbolo de un matrimonio ya disfrutado). A espaldas de los novios (en la pared) está colgado un adorno de plastoformo en forma de corazón donde figuran las iniciales de ambos (observación participante del matrimonio de Grover Foronda y Victoria Rondo, 17 diciembre de 2016).

    Para Layme (comunicación personal, 25 de abril de 2017), las frutas en la mesa principal simbolizan la reproducción de la pareja: el plátano es el pene, las manzanas la vagina y las uvas el resultado de esta unión. Se colocan estas frutas en la mesa principal por innovación moderna, creada por los propios aymaras para representar la vida sexual de la pareja que se está formando ese día del matrimonio.

    Otra de las innovaciones occidentales modernas en el matrimonio -como en el de Victoria y Grover- es la torta. Esta se origina en la antigua Roma. En esa civilización se colocaba un pan sobre la cabeza de la novia y se lo rompía como símbolo de fertilidad. Los invitados debían recoger las migas, pues eran consideradas de buena suerte. Alrededor del siglo XII, esta tradición pasó a Inglaterra. Allí los invitados llevaban pequeños pasteles que se iban amontonando en una torre hasta hacerla lo más alta posible, con el fin de que más tarde se le añada una capa de azúcar glaseada. Los novios se besaban sobre el pastel y finalmente repartían porciones a los invitados.

    Con la llegada al local de Grover y Victoria, el matrimonio actual, se reventaron cohetillos. En el matrimonio antiguo se reventaba dinamita, para que toda la gente escuchara y fuera al festejo. Ambos simbolizan la anunciación de algún evento importante y se usan para llamar a todos a la fiesta. Los aymaras creían que el ruido despide a los muertos que desde el Día de Difuntos están en el Manka Pacha (Mamani, 2002, p. 34).

    Antes de entrar a la ramada, el padrino hacía dar vueltas a la derecha o a la salida del sol a los novios, agradeciendo a la Pachamama por el nacimiento de esta nueva criatura (la pareja) y para estar en paz con las divinidades protectoras del lugar (Miranda & Machicado, comunicación personal, enero de 2017). Mientras que ahora solo ingresan caminando y toda la gente los recibe de pie (observación participante del matrimonio de Grover Foronda y Victoria Rondo, 17 diciembre de 2016).

    En los matrimonios de antes y ahora, los novios, los padrinos y los papás ingresan caminando por el lado derecho con una música suave como símbolo de saludo a los invitados. La diferencia es que antes esta música era interpretada por una banda y ahora proviene de una amplificación. En la actualidad el DJ (disc jockey) invita a bailar el vals a los novios, a los padrinos de religión, de civil y de torta, al igual que a los papás de los novios. En el matrimonio antiguo, no había un DJ que los invite a bailar; ellos solos salían a bailar con sus padrinos de religión y civil, también con sus papás (observación participante del matrimonio de Grover Foronda y Victoria Rondo, diciembre de 2016). Antes se bailaba con la música de un tocadiscos o de la banda, mientras que ahora se utiliza amplificación u orquesta; depende de la situación económica de los novios (Miranda & Machicado, comunicación personal, enero de 2017).

    Antes, los familiares del novio y de la novia contrataban una banda o al sikuri, pero ahora los novios contratan una amplificación, una orquesta o una banda autóctona de sikuri. Antiguamente, contar con una banda en un matrimonio era símbolo de prestigio económico y social entre a los comunarios (Miranda & Machicado, comunicación personal, enero de 2017). Ahora, lo más prestigioso es la orquesta o cierto tipo de amplificación, porque los urbanizados modernos desean disfrutar de las propuestas musicales actuales, lo que la banda quizá no ofrece con amplitud; aunque contratar a este grupo sea más costoso que una amplificación. Ahora bien, es cierto que hay residentes carabuqueños que aprecian su cultura y por eso traen como regalo un grupo autóctono del lugar de donde provienen, para poder disfrutar aunque sea un poco de esta música. Esto sucedió en el matrimonio de Grover y Victoria, y en los matrimonios de otros residentes carabuqueños (observación participante del matrimonio de Grover Foronda y Victoria Rondo, 17 diciembre de 2016).

    Antes, en el día del novio o el día de la novia, sus familiares atendían a los novios, a los invitados, a la banda y sobre todo a la familia de la mujer o del hombre, según corresponda (Miranda & Machicado, comunicación personal, enero de 2017). Mientras que en la actualidad, las dos familias de los novios contratan meseros, cocineras, y la familia no atiende en la fiesta, pero sí ayuda en sus preparativos. En caso de que la familia no contrate meseros, los invitados los ven como desorganizados o que no cuentan con los suficientes recursos económicos para solventar la fiesta (Foronda, comunicación personal, enero de 2017).

    Antes, el padre de los novios agradecía a los invitados por su asistencia; ahora, solo se hace un brindis dirigido por el padrino mayor. Antes y ahora, durante el brindis, los padrinos mayores dan recomendaciones a sus ahijados ante la concurrencia y agradecen a todos los invitados por la asistencia. Después empieza la recepción (observación participante del matrimonio de Grover Foronda y Victoria Rondo, 17 diciembre de 2016).

    En los matrimonios antiguos y en los actuales, los padrinos y los padres acompañan a los novios a recibir a los invitados y los obsequios; en el pensamiento aymara moderno y en el antiguo, se cree que el día del matrimonio está naciendo una nueva criatura y ellos no debían dejarla sola en ningún momento, porque son los padres de esa unión o criatura.

    En el matrimonio moderno, los familiares o amigos tratan de ingresar primero para que los obsequios inaugurales sean cajas de cerveza, porque se cree que cuando el primer regalo es cerveza, lo más valioso en estos tiempos y símbolo de prosperidad, nada faltará durante la fiesta ni en su vida matrimonial (observación participante del matrimonio de Grover Foronda y Victoria Rondo, 17 diciembre de 2016).

    Antes, cuando ingresaban los invitados en arku montaña (entrar con regalos), se formaban dos medias lunas entre los invitados y los novios, los padrinos y los familiares. Después los invitados colocaban sus obsequios grandes en esas dos medias lunas formadas frente a la ramada; los anfitriones de la fiesta, para agradecer y saludar a sus invitados, bajaban sus sombreros y hacían una venia (M. Miranda y P. Machicado, comunicación personal, enero de 2017). Mientras que ahora, los anfitriones de la fiesta y los invitados hacen las mismas medias lunas, pero en el local, y colocan los obsequios grandes en el piso y los pequeños los entregan personalmente a los novios en la puerta del local; sin embargo, estos no se bajan los sombreros, solo hacen una reverencia de saludo con la mano derecha (observación participante del matrimonio de Grover Foronda y Victoria Rondo, 17 diciembre de 2016). El sombrero antiguamente era parte de la vestimenta de los indígenas, mientras que ahora no y por eso el símbolo de saludo y agradecimiento es la venia o la reverencia.

    Antiguamente, cada uno de los novios conseguían que algún familiar o amigo sea su mesero (no se contrataban como ahora) y uno de los meseros del novio o de la novia traía una jarra de jugo de tumbo con alcohol (la bebida más prestigiosa del lugar) para invitar. Ahora los novios invitan tres distintas bebidas alcohólicas con jerarquía a los invitados como símbolo de agradecimiento por su asistencia. También conocido como "trencito" o "ferrocarril" -nombre colocado por los urbanizados-, consiste en tomar las tres bebidas consecutivamente: se empieza con el vaso más pequeño y se termina con el más grande, el vaso de cerveza (Foronda, comunicación personal, enero de 2017; observación participante del matrimonio de Grover Foronda y Victoria Rondo, 17 diciembre de 2016).

    Antes, los invitados del novio le entregaban a este sus obsequios el día de su fiesta y a la novia, el día de la suya. Como actualmente no hay días separados de fiesta, en el mismo momento los amigos del novio le dan sus regalos a él y si son de la novia, a ella. Pero los urbanos-aymaras señalan que ahora no es importante ese aspecto y da lo mismo a quien se los den, porque el obsequio es de ambos y ambos retornarán el ayni. Sin embargo, cabe señalar que antes el ayni era retornado por los padres de los novios (Foronda y Rondo, comunicación personal, enero de 2017).

    Cuando todos han terminado de tomar las bebidas, los papás y padrinos van por el lado derecho a agradecer a los invitados, dándoles un abrazo y echándoles mistura blanca; después el mesero sigue los parámetros que se explican a continuación para agradecerles el regalo a los invitados (observación participante del matrimonio de Grover Foronda y Victoria Rondo, 17 diciembre de 2016).

    Antes, cuando se regalaba algo a los novios no se retornaba nada, pero en la actualidad se siguen estos parámetros: cuando se recibe cerveza, se retorna la mitad a los obsequiantes, para que compartan en la fiesta, es decir, "si me dieron diez cajas de cerveza, nosotros le damos ese rato cuatro o seis cajas para que compartan durante la fiesta", y cuando reciben otro tipo de regalo, se agradece con una caja para que compartan en la fiesta (F. Layme, comunicación personal, 25 de abril de 2017).

    En la actualidad, los regalos más preciados son las cajas de cerveza o los muebles; mientras que antes lo más valioso era ganado y terrenos, aunque también se obsequiaban cargas de papa o chuño para que los novios iniciaran su vida conyugal (G. Foronda & V. Rondo, comunicación personal, enero de 2017). En la cultura aymara-urbana, se da mucha importancia a los obsequios de cerveza; es decir, cuando una persona entra con cajas de cerveza es bien vista en la fiesta, porque demuestra prestigio social y económico. Cuando los novios retornan el ayni, principalmente lo hacen a los que les dieron cerveza y los regalos grandes como muebles (observación participante del matrimonio de Grover Foronda y Victoria Rondo, 17 diciembre de 2016).

    En el matrimonio antiguo, pasado el mediodía, los familiares del novio ingresaban con sus obsequios. Los padres del novio regalaban animales o terrenos para que puedan empezar a vivir como una familia. Generalmente, la familia del novio regalaba un pedazo de terreno al lado de su casa, para que los recién casados vivan ahí e inicien su vida conyugal. Incluso se creía que la yerna mayor era la segunda madre de los hermanos menores del esposo, por eso se les daba los terrenos tan cerca de la familia del novio (M. Miranda & P. Machicado, comunicación personal, enero de 2017).

    Antes y ahora los novios nombran a alguien para que anote la lista de los obsequios y los nombres de las personas que hacen los presentes para que los novios luego devuelvan los aynis a estas personas. En la actualidad el cuaderno donde se toma nota está dividido en dos columnas: una para "nuevos", que son los invitados que están viniendo a entregar un regalo porque se los invitó y otra de "ayni", cuando el invitado está viniendo a devolver un regalo (observación participante del matrimonio de Grover Foronda y Victoria Rondo, 17 diciembre de 2016). Antes, los papás de los novios retornaban los aynis en las fiestas; mientras que ahora los novios son quienes retornan los obsequios o aynis en las fiestas o eventos especiales. Antes, los hijos e hijas mayores heredaban los aynis de sus papás (G. Foronda & V. Rondo, comunicación personal, enero de 2017; M. Miranda & P. Machicado, comunicación personal, enero de 2017).

    En la actualidad, los padres de los novios invitan bebidas a sus amistades o a los familiares sin distinciones de género (G. Foronda & V. Rondo, comunicación personal, enero de 2017). Contrariamente, en el matrimonio antiguo, el padre del novio colocaba coca en la mesa de los novios e invitaba solo a los hombres para que cada uno se sirva (les decía "acullt'asipjjamay", que significa "sírvanse coca, pues") y también servía vasitos de alcohol puro o con refresco a cada uno de los invitados varones, como símbolo de unión familiar; mientras que la madre del novio hacía lo propio con las mujeres (M. Miranda & P. Machicado, comunicación personal, enero de 2017).

    Antes, todos los invitados se sentaban en el patio de la casa alrededor de la ramada, los hombres a un lado y las mujeres al otro (M. Miranda & P. Machicado, comunicación personal, enero de 2017). En la actualidad, todos se sientan juntos, mujeres y varones, para compartir y disfrutar de la fiesta. Es cierto que la posición en la que se encuentran las mesas impide la confraternización entre todos, porque los invitados suelen sentarse en las mismas mesas que sus conocidos, para así disfrutar de su compañía y de la fiesta (G. Foronda & V. Rondo, comunicación personal, enero de 2017).

    Antes y ahora, casi al final de la fiesta, el padrino mayor entrega a sus ahijados al padrino menor; con la diferencia de que antes esa entrega se hacía para que la novia desarrolle su fiesta al día siguiente con el cuidado del padrino menor. Mientras que ahora se entrega la pareja al padrino menor para encomendarle que también cuide a sus hijos espirituales, porque se creía, y se cree, que el matrimonio (el jaqi) es una criatura que recién está empezando a vivir y necesita del cuidado de los padrinos; por eso también durante la fiesta no los dejan solos (Mamani, 2002, p. 88). Desde el día que comienza la celebración del matrimonio hasta que termina, los padrinos están al cuidado de la pareja y la acompañan, pues son considerados padres y madres de esta, ya que el recién nacido no puede crecer sin el cuidado y apoyo de los padres. Además, se piensa que en esos días se están desarrollando físicamente los hijos y por eso deben ir a saludar a sus padres espirituales.

    III.5.4. Conteo de regalos

    A la mañana siguiente del festejo, tanto en el matrimonio antiguo como en el actual, las dos familias, sus amigos cercanos y el kantus o el sicuri se reúnen en la ramada o en el local, respectivamente, para recoger a los padrinos. Antes, el recojo se hacía el lunes y con banda o sikuri17; en cambio, ahora lo hacen el domingo y con kantus. El recojo de los padrinos para el conteo de regalos es un símbolo de gratitud y respeto hacia sus padres espirituales (F. Layme, comunicación personal, 17 de abril de 2017).

    En el matrimonio actual, se sigue el siguiente protocolo. Se llega donde el padrino menor haciendo reventar cohetillos, el k'antus empieza entonando una diana y el padrino sale para bailar con sus ahijados y el grupo autóctono en su patio o en la calle. Luego, los recién casados le dan seis cajas de cerveza para que compartan con sus familiares, porque ese día los padrinos son los festejados. Pero, en el caso de Grover y Victoria, sus padrinos compartieron su regalo con todos los que fueron a recogerlos y con sus familiares. Seguidamente, sacaron a los padrinos de civil a bailar unas dos calles y después se dirigieron a recoger al padrino mayor. En el matrimonio antiguo, esto se desarrolla casi de la misma manera, con la variación de que actualmente se les invita cervezas y antes se les daba bebidas artesanales elaboradas por los mismos novios o familiares (observación participante del matrimonio de Grover Foronda y Victoria Rondo, 17 diciembre de 2016).

    La visita al padrino mayor en el matrimonio actual tiene algunas variaciones, porque muchas veces los padrinos no son de la misma comunidad y no comparten algunas costumbres. A continuación se explican algunas de las variaciones posibles según el caso analizado. Cuando se llegó donde el padrino, se pudo apreciar que él ya había empezado la fiesta con sus invitados, porque la costumbre en la comunidad de Achacachi (de donde proviene el padrino de Grover y Victoria) es que ese día es del padrino, así que él debe organizar como una pequeña fiesta entre sus familiares y conocidos, sus invitados deben llevar de regalo cajas de cerveza no para los novios, sino para los padrinos y de esa forma demostrar su cariño a ellos.

    Cuando llegaron sus ahijados, se acoplaron al festejo y les dieron las cajas de cerveza que trajeron; los novios y sus acompañantes comparten un poco y luego sacan a los padrinos a bailar unas dos calles. Después los padrinos mayores se quedan en su festejo y los novios junto con sus padrinos de civil se dirigen al local (observación participante del matrimonio de Grover Foronda y Victoria Rondo, 17 diciembre de 2016).

    Antes y ahora, cuando los novios y los padrinos llegan al lugar del festejo, saludan a todos los presentes personalmente dándoles la mano; cuando finalizan con el saludo, continúan bailando el ritmo autóctono. Luego se reparte comida especial a los novios primero y a todos los presentes después por el lado derecho (M. Miranda & P. Machicado, comunicación personal, 17 de enero de 2017; observación participante del matrimonio de Grover Foronda y Victoria Rondo, 17 diciembre de 2016).

    Antes y ahora se nombran padrinos de parte de las dos familias para el conteo de regalos; pero, en el matrimonio antiguo, cuando no aceptaba la pareja escogida, esa tarea era asumida por el padrino de religión. Este nombramiento se hace dando dos cajas de cerveza a cada pareja de padrinos, es decir, a los padrinos de conteo de regalos y a los de dinero. Los nombrados deben ser casados por la dualidad que debe existir en el mundo aymara (M. Miranda & P. Machicado, comunicación personal, 17 de enero de 2017; observación participante del matrimonio de Grover Foronda y Victoria Rondo, 17 diciembre de 2016).

    En el matrimonio antiguo, las familias y los novios ayudaban a reunir los regalos en el centro del patio de la casa del novio; pero ahora se hace como un juego tradicional para transportar los regalos. Este consiste en que los novios compiten por reunir los obsequios encima de una frazada y unos aguayos; la dificultad está en que las dos familias les impiden el paso a los novios, es decir, la familia del novio impide el paso a la novia y la familia de la novia, al novio (observación participante del matrimonio de Grover Foronda y Victoria Rondo, 17 diciembre de 2016).

    Antes y a hora, previo al conteo, se hace un ritual especial para ch'allar los regalos, para eso se prepara en un plato con pétalos de flores, con azúcar y canela molida. Las madrinas hacen un recorrido alrededor de los regalos y cha'llan todo con ese preparado, mientras tanto los padrinos ch'allan con alcohol y cerveza tras ellas. Después, los padrinos del conteo de regalos cuentan los regalos y aumentan Bs. 100 o más en el caso de salir impar; en el caso que sea par, no se incrementa nada. Estos padrinos buscan entre los regalos bacines o ladrillos, los cha'llan y luego les hacen tomar cerveza ahí a los novios (M. Miranda y P. Machicado, comunicación personal, 17 de enero de 2017) y (observación participante del matrimonio de Grover Foronda y Victoria Rondo, 17 diciembre de 2016).

    Antes y ahora los padrinos del dinero también cha’llan con alcohol, cerveza, coca, azúcar, canela y flores antes de contar el dinero; en el caso de Grover y Victoria, el dinero obsequiado era un total de Bs. 1.200 y sus padrinos incrementaron 100 dólares por cariño (observación participante del matrimonio de Grover Foronda y Victoria Rondo, 17 diciembre de 2016). La elevación de la cantidad del incremento se debe a la posición económica y a la presión social que existe en la urbanización (G. Foronda y V. Rondo, comunicación personal, enero de 2017), porque antiguamente los padrinos no aumentaban el conteo con altas sumas de dinero o regalos lujosos. La modernidad trajo consigo la competencia individual y, en cierta manera, convirtió al sujeto en alguien muy competitivo en todo lo que realiza y que siempre trata de demostrar lo que es y lo que tiene ante todos como símbolo de superioridad. La costumbre de aumentar cuando el regalo era impar no implicaba para los padrinos ser tan generosos con sus aportes, porque los aymaras solo vivían del día y no contaban con fuertes sumas, pero eso se transformó por la manera de pensar del aymara-urbano (Mamani, 2002, p. 100).

    Antes y ahora se desarrolla el "ritual de la prosperidad", para empezar con el pie derecho la vida matrimonial. El ritual actual consiste en que se preparan dos aguayos, uno para el novio y otro para la novia; en estos se colocan dos piedras, papas y chuños; a la novia se le incluye el tari de plata. Ambos aguayos se cha’llan con coca, azúcar y canela, y después la pareja debe bailar alrededor del local. Antes era de la siguiente manera: se preparaba dos aguayos con papas, canela, azúcar y piedras; se dividía para los dos esposos el dinero contado, se les cargaban los aguayos a ambos y daban vueltas por los alrededores del terreno del papá del novio (M. Miranda & P. Machicado, comunicación personal, 17 de enero de 2017).

    En los matrimonios de antes y ahora, cuando los esposos retornan de dar las vueltas, recién empieza el festejo y la confraternización que dura hasta la noche o el amanecer; depende del contexto y los acompañantes.

    III.5.5. Sacado de cadena

    En la actualidad, se debe celebrar una misa y después comienza el "sacado de cadena"; mientras que antes no era tan necesaria la misa. En los matrimonios actuales y antiguos, el sacado de cadena es la culminación de la fiesta del matrimonio, cuando los novios deben reunir a las familias y a los padrinos por última vez (G. Foronda & V. Rondo, comunicación personal, enero de 2017). En esta reunión, los novios preparan comida para compartir con toda la familia. Este evento antiguamente se realizaba en la casa del padrino menor, pero ahora no necesariamente: en el caso analizado para la presente investigación, se realizó en la casa de los novios.

    El protocolo que se sigue en el sacado de cadena de los matrimonios actuales y antiguos es el siguientes: comienza con el ritual del k'inthu y se continúa con las recomendaciones; anteriormente solo las parejas antiguas podían dar consejos a la nueva pareja, pero ahora todos los casados y los que están presentes los dan. Luego, el padrino menor o de civil saca la cadena que lleva la esposa y la entrega en un tari, junto con las arras, a la novia para que guarde todo como un tesoro de su matrimonio; finalmente, se colocan los taris de coca con alcohol para iniciar el compartimento (G. Foronda & V. Rondo, comunicación personal, enero de 2017; M. Miranda & P. Machicado, comunicación personal, enero de 2017).

    Antes, como la gente era más estricta, se hacía arrodillar a los novios para hacerles reflexionar; pero en la actualidad esto no es necesario, aunque sí deben agachar la cabeza para oír las recomendaciones. Esto no significa que los novios estén siendo reprendidos por algo malo que hubieran hecho (M. Miranda & P. Machicado, comunicación personal, enero de 2017).

    Generalmente en las recomendaciones a los novios se enfatiza que a partir del matrimonio ya no hay "mi mamá" o "mi papá", cada quien por separado, porque ambos son uno solo y ambos tienen las mismas familias; no deben hacer diferencia y deben tratar de tener una vida más independiente como pareja (F. Layme, comunicación personal, 25 de abril de 2017).

    Luego del sacado de cadena, los ahijados de los matrimonios antiguos visitaban a los padrinos en Año Nuevo o en carnaval, llevándoles cuadros de recuerdo, cargas de papa, cordero, chuño u otros productos de acuerdo a su posibilidad económica, hasta que se cumplan mínimamente tres años desde el casamiento, a fin de que los padrinos y los ahijados se mantengan cercanos y siempre estén en constante acompañamiento entre ellos (M. Miranda & P. Machicado, comunicación personal, enero de 2017). En la actualidad, estas visitas ya no son tan indispensables como antes; es más, hay ahijados y padrinos que después del sacado de cadena ya no se encuentran más; eso depende mucho de las tradiciones de ambas partes.

     

    IV. Conclusiones

    Desde el momento en que el hombre aymara carabuqueño viene al mundo, adopta su cultura originaria y se la apropia para poder desarrollarse en el contexto que lo rodea. Esta apropiación implica practicar sus usos y costumbres en todo momento de su diario vivir; pero, además, debe cumplir con la cosmovisión aymara que le indica que todo lo que rodea al hombre tiene vida y alma, y por eso cada elemento debe ser respetado.

    Asimismo, el aymara interpreta todo lo que lo rodea dividiéndolo en hembra y macho o chacha y warmi; es decir, concibe a su realidad como la integración de dos contrarios que se armonizan entre ambos. Esta unión de contrarios se da también en la unión dual del hombre y la mujer en el matrimonio.

    El matrimonio para los aymaras significa hacerse una persona adulta y responsable, es como nacer a la sociedad de adultos en la que los casados podrán cumplir con la exigencia total de la comunidad. Este nacimiento les permitirá asumir su herencia cultural y así poder replicarla entre sus hijos y las personas que los rodean.

    Esta celebración matrimonial trae consigo algunos ritos y tradiciones que expresan respeto y armonía con las divinidades de la comunidad. Cuando Mercedes Miranda y Pedro Machicado, muchos años atrás, desarrollaron el festejo de su matrimonio en Carabuco, siguieron ciertas tradiciones desde el rogado de padrinos hasta el sacado de cadena. Los novios no tenían tanto protagonismo en su fiesta, porque se los consideraba inmaduros y sin experiencia al respecto; por eso los adultos tomaban las decisiones para la elección de los padrinos y el desarrollo de la fiesta.

    Esta ideología aymara se transmitió de generación en generación para que perdurara en los nuevos indígenas; pero esto se fue transformando por la influencia de la modernidad y la mezcla cultural que vivieron los mismos. Otro de los factores importantes y relevantes en esta transformación es la migración campo-ciudad que tuvieron que atravesar los originarios de Carabuco. Desde el momento en que Grover llegó a la ciudad, experimentó un enfrentamiento entre lo moderno-urbano y su cultura. Pero como él llegó con su cultura plenamente apropiada, decidió fusionarla con lo moderno y su nuevo contexto social.

    Por ello, el festejo matrimonial de Grover y Victoria es tradicional-cultural y urbano-moderno al mismo tiempo; se podría decir que tiene el mismo despliegue que el matrimonio antiguo, con algunas excepciones que se resumirán a continuación.

    Los principales organizadores de este festejo son ellos, porque sus padres viven en el pueblo de Carabuco, alejados de sus hijos y sin muchos recursos económicos. Por esa razón, los novios son los que deben disponer de dinero para desarrollar su fiesta en el lugar donde habitan; pero, además, deben cuidar que sus costumbres resalten sin opacar la cultura urbana y moderna adquirida en el lugar donde ellos habitan.

    Ahora, es cierto que la cultura urbanizada de El Alto es el resultado de la construcción de diversas culturas que se manifiestan en esta urbe, y sus representantes tratan de reflejar sus orígenes culturales, los fusionan y los adecúan a su contexto. En este caso, el matrimonio no puede ser totalmente aymara, porque se transforma con ese influjo moderno, por el que se trata de adecuar lo tradicional al contexto urbano- moderno, sin perder la esencia tradicional-aymara que nació con ellos y se ha transmitido o heredado de generación en generación.

    Al respecto, cabe citar algunos ejemplos de esta transformación y fusión entre lo tradicional cultural y lo moderno que se presentan en el matrimonio aymara-urbano. En este matrimonio, se da mucha importancia al prestigio social y económico que se quiere mostrar a la sociedad, tanto de parte de los novios, como de los padrinos y los invitados. Por esta razón, los padrinos después del matrimonio civil o religioso tratan de desarrollar un festejo prestigioso para sus ahijados y sus familias. Esto es reflejado en la cantidad de cervezas, las bebidas y la comida que se invita. Es también muestra de prestigio que el padrino ocupe un buen cargo profesionalmente o que simplemente tenga recursos económicos; eso se refleja en el obsequio que da a los novios y la ayuda futura que proporcionará a esta nueva familia. Hay casos en los que el padrino no tiene prestigio económico; eso no le quita la autoridad que tiene frente a sus hijos espirituales.

    El prestigio de los novios se refleja en la realización del matrimonio y en cuánto dinero se está disponiendo para esta celebración. Los novios realizan su matrimonio con muchos lujos e invirtiendo altas sumas de dinero en el contrato de algún grupo de renombre que haga música del género "chicha"; este tipo de música es del agrado de los alteños y en general son grupos que vienen desde Perú. En caso de que no se cuente con muchos recursos económicos, solo se contrata una amplificación o una orquesta. Pero como el aymara tiene presente su cultura materna, contrata para el festejo a un grupo autóctono de su lugar de origen; de esa forma puede lograr un equilibrio entre lo tradicional y lo moderno.

    Los invitados exhiben su prestigio económico en la cantidad de cajas de cerveza que obsequian a los novios o con los costosos regalos que les dan. Esto es fruto de la vida social que la pareja realiza con sus vecinos, es decir, si la pareja nunca asistió a los eventos sociales llevando cerveza como ayni, en su fiesta se reflejará eso. Es como "hoy por ti, mañana por mí".

    En el matrimonio antiguo, el prestigio social y económico no desempeñaba una figura importante, porque los comunarios tenían una similar posición económica. Eso quizás se reflejaba en la cantidad de terrenos del novio o la novia, porque cuando alguien tenía muchas hectáreas de terreno era considerado "millonario", y eso automáticamente pasaba a ser parte de la nueva familia que se estaba formando, aunque en división con los demás hijos.

     

    Notas

    1 Licenciada en Comunicación Social de la Universidad Católica Boliviana "San Pablo", regional La Paz. Consultora en Helvetas Swiss Intercooperation.

    2 "Los aymaras inmigrados a la ciudad forman un grupo social claramente identificado como tal y que recibe dentro de todo el mundo aymara el nombre específico de los 'residentes' (Albó, 2014, párr. 6).

    3 Es una pieza de tela usualmente rectangular, tejida a mano, que se caracteriza por llevar franjas de distintos colores contrastantes y tener distintos grosores; aunque también el tejido puede representar figuras. Las mujeres lo usan para cargar objetos o a los bebés. En el awayo o aguayo se ven dibujados sus sueños, sus animales, los símbolos de su cultura y de su comunidad (Mamani, 2002, p. 204).

    4 Ofrenda ritual que se hace con la hoja de coca (Mamani, 2002, p. 2004).

    5 Prenda pequeña parecida al awayu que usan las mujeres aymaras para poner la hoja de coca.

    6 Es el rito religioso aymara que consiste en derramar al suelo un poco del alcohol que se va a beber, con el fin de pedir a los dioses el buen término de alguna actividad y también para rendir homenaje a la Pachamama o a los achachilas.

    7 Es el líder religioso y espiritual de los andinos. Muchas veces es llamado tata (padre), curador, sabio, paqo (el que sabe curar las enfermedades por intervenciones mágicas). Yatiri significa literalmente "el que sabe" (Tschopik, 1968, p. 199).

    8 Lo que se conoce actualmente como lejía.

    9 Masticar la coca; también se conoce como acullicar.

    10 Tipo de música originaria de Bolivia (Charazani, La Paz) e interpretada por una banda de sicuris (intérpretes de una forma de zampoña). Se cree que su uso original fue ceremonial (k'antus, s. f.).

    11 Sistema de prestación de ayuda recíproca. La lógica detrás de esta práctica es "si me ayudas hoy, mañana te ayudaré en otra cosa". En el contexto del matrimonio aymara-urbano, se refiere a los obsequios traídos por los invitados (Timmer, 2011, p. 362).

    12 El azúcar, el arroz y la canela son empleadas en la ch'alla del "local" o salón de eventos que se alquila en los matrimonios urbanos actuales, ya que son elementos que llevan armonía y buena suerte al hogar que se está formando (Mamani, 2002).

    13 Hojas de eucalipto y kiswaras, de hojas blancas y verdes, dos en uno, que simbolizan a la pareja que no puede ser separada (F. Layme, comunicación personal, 25 de abril de 2017).

    14 Representa al joven que se tuvo que cortar, sacar del lado de los impares para llevarlo al lado de los pares (F. Layme, comunicación personal, 25 de abril de 2017).

    15 Banderas.

    16 El "local", en el ámbito de las bodas aymaras realizadas en El Alto, es un lugar que tiene capacidad para 200 personas o más y es alquilado por los novios para desarrollar su fiesta tras la ceremonia religiosa. El alquiler implica hacer uso del ambiente, la pista de baile y el lugar donde la amplificación y orquesta se acomodan. Asimismo, debe incluir una cocina donde se preparan los alimentos para la fiesta, la despensa, el lugar donde se guardan los regalos, el bar, el lugar donde se prepara las bebidas ofrecidas por los novios y los baños. Usualmente el alquiler del lugar incluye la disponibilidad de mesas, sillas, cocinas y la vajilla completa.

    17 El sikuri es el grupo autóctono de Carabuco. El instrumento musical del sikuri es el siku. Este consta de dos hileras de tubos de caña (u otro material) de diferentes tamaños. Una de estas hileras se denomina (ira, el macho, y la otra el arca, la hembra). Cada siku tiene una mitad de la escala musical; por ello se toca por lo menos entre dos. Ambos se necesitan y se complementan para conseguir melodías gracias a la técnica del diálogo musical. El siku, por lo tanto, se toca en pareja, y la tropa (grupo de sikuris) viene a ser la junta de varias parejas con iras y arkas complementarias, que se fusionan para existir. A esta dualidad unitaria, tanto del instrumento como de los instrumentistas y que viene a representar la concepción esencial para la vida, se la conoce como jjaktasiña irampi-arcampi, entendido como ponerse de acuerdo, recibir-devolver, producir algo nuevo (Tschopik, 1968, p. 199).

     

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