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    Journal de Comunicación Social

    versión impresa ISSN 2412-5733

    J. Com. Soc. v.1 n.1 La Paz dic. 2013

     

     

     

    ¿Por qué, cómo y para qué investigar el Sentido?
    Propuesta para comprender sujetos sociales y procesos socioculturales desde la comunicación

     

     

    Mgr. Guadalupe Peres Cajías1

     

     


    Resumen

    El artículo presenta de manera transversal la necesidad de investigar el Sentido. A partir de ello, se plantea una ruta para investigar esta categoría teórica, compleja por su componente subjetivo y fundamental en los estudios de comunicación, por considerarse -desde las múltiples perspectivas que trabajan la línea de Comunicación y Procesos Socio Culturales- su principal objeto de estudio. La propuesta tiene una base hermenéutica, cualitativa y abductiva y combina, como estrategias investigativas, el Análisis Socio Cultural (con herencia de la etnografía) de Rosana Reguillo (1998) y las Narrativas (sugeridas desde la filosofía hermenéutica) de Paul Ricoeur (1987). Para facilitar la aplicación de las mismas, se proponen las pautas de Edmon Marc y Donique Picará (1989), quienes trabajan la interacción social, así como del sociólogo Franco Ferrarotti (2006), exponente del método del Relato de Vida. Finalmente, para la interpretación, se sugiere la codificación y categorización de Amanda Coffey y Paul Atkinson (2003).

    Palabras clave: Sentido, hermenéutica, cualitativo, abductivo, análisis sociocultural, narrativas, análisis interpretativo, comunicación y procesos socioculturales.


     

     

    I. ¿Por qué estudiar el Sentido?

    Esta retadora interrogante ha rondado mi mente en el transcurso de los últimos cuatro años. He realizado permanentes búsquedas bibliográficas y he atravesado una investigación muy particular (centrada en el Sentido de la fiesta en cuatro escenarios contemporáneos), para obtener las respuestas más pertinentes y enriquecedoras. No creo que sean las mejores o las más completas, pero al menos representan un intento por desarrollar el primer paso que cualquier investigador con ansias de focalizar su trabajo en el Sentido debería atravesar: entender su importancia.

    En los estudios de comunicación latinoamericanos, el Sentido se postula como una importante categoría desde que Jesús Martín Barbero publica en 1987 el texto "De los medios a las mediaciones", el cual generaría un giro en las perspectivas investigativas desarrolladas hasta entonces en la región (polarizadas entre los estudios mediáticos "dominantes" y las propuestas de comunicación "alternativas" para el desarrollo de las poblaciones).

    En ese texto, Martín Barbero propone desde su sugerente título - y con una clara inspiración en la filosofía hermenéutica y en la semiología- modificar el lugar desde el cual se investiga comunicación. Descentralizar la mirada, puesta tradicionalmente en el aparato, el medio, para posarla en el sujeto, en el proceso.

    Desde entonces, muchos perfilan a la comunicación como el escenario de producción, apropiación y reinterpretación del Sentido, con el fin de que los sujetos construyan su visión (dimensión cultural) para poder ser-en-sociedad (dimensión social). Al respecto, el semiólogo francés Eric Landowski establece que el Sentido es "la dimensión experimentada de nuestro ser en el mundo" (Landowski, 1999, p. 43). Por lo mismo, "toda producción de Sentido es necesariamente social (...) y todo fenómeno social es, en una de sus dimensiones constitutivas, un proceso de construcción de Sentido" (Verón, 1996, p. 125).

    Profundizando en la construcción social del Sentido y en el Sentido como constructor social, Berger y Luckmann afirman que "la realidad de la vida cotidiana se me presenta como un mundo intersubjetivo, que comparto con otros (...) sé que hay una correspondencia entre mis significados y sus significados en este mundo, que compartimos un Sentido común de la realidad que existe" (Berger y Luckmann, 2003, p. 38). Y sostienen que el lenguaje -la comunicación- es lo que permite construir, expresar y hacer real la subjetividad.

    Por lo mismo, retomando a Landowski (1999), se asume que estudiar el Sentido implica comprender aquello que hace que comprendamos las cosas como las comprendemos y no de otra manera (valga la redundancia). Es decir, comprender cómo construimos nuestra visión del mundo —siempre dinámica y alterable por situaciones del contexto o por experiencias individuales— en tensión con otras formas de ver el mundo.

    En síntesis, el Sentido, entendido como las significaciones socioculturales en permanente reconstrucción y tensión, subyace nuestras formas de interpretar y actuar en el mundo. Sin el Sentido no sería posible una dimensión práctica del ser social y viceversa.

    Para Jorge González, autor mexicano que postula el enfoque teórico de los Frentes Culturales centrado en el Sentido, la justificación de estos estudios radica en que:

    "Las crisis remueven estructuras y dentro de la esfera cultural, la construcción del consenso y las identidades que coexisten en una sociedad con una base poblacional tan diversificada constituye un problema de primer orden (...) es urgente saber cómo se ha logrado construir y equilibrar aun precariamente el consentimiento social, dentro de una sociedad bastante desnivelada, pero no sólo desde la escala de las macro estructuras, sino también desde el área de fenómenos, hechos y relaciones más ligadas a la vida diaria y común del grueso de la población (...) El análisis de las culturas contemporáneas debería, entonces, darnos algunas pistas y aportaciones al conocimiento de diversos procesos sociales de construcción de sentido" (González, 1994, p. 62-63).

    Éste es el primer punto, y probablemente el más importante, por el cual se debe estudiar el Sentido, pues el mismo permite ver a través de la construcción de significaciones, los procesos socioculturales que develan las temporalidades actuales en las cuales se desarrollan las cotidianidades y avatares de los sujetos. Como afirma Verón (1996), investigar el Sentido particular de un fenómeno (comunicacional), denominado por el autor "producto", permite dar cuenta del "proceso", de lo que social y culturalmente hace al sentido. En síntesis, el Sentido nos permite evidenciar ¿quiénes somos? y ¿qué procesos subyacen esa nuestra "cuestión de identidad"2? ¿qué hace que interpretemos el mundo de la manera en que lo hacemos?3 Y cuando hablo en primera persona plural lo hago de forma intencional, pues la investigación sobre el Sentido interpela al mismo investigador y su propia forma de ver el mundo. Ésa es otra razón por la cual se debe investigar esta categoría.

    Como lo plantea la filosofía hermenéutica, para determinar las condiciones donde nace, crece, se manifiesta y libera el Sentido, es necesario comprender que el terreno de la hermenéutica es un espacio de mediación -entre las partes y el todo, entre el lector y la obra, entre los textos y contextos-, Y en esa circularidad de la hermenéutica, el intérprete está en el medio (Pérez de Tudela y Velasco, 1997). Esta postura, curiosamente o no, la comparte el semiólogo cultural Eric Landowski, para quien el Sentido se construye en tensión entre el texto y la experiencia, entre el objeto4 y el sujeto, entre lo que se investiga y quien investiga. Por ello, "el Sentido no está (...) 'para ser cogido' (como lo estaría un tesoro al remover un poco la superficie), ello se debe a que siempre tiene que construirse: 'comprender' no es coger, es hacer, es operar, es construir" (Landowski, 1999, p.42).

    De esta manera, se postula un rol mucho más activo del investigador en el momento de emprender un estudio sobre el Sentido, pues la construcción de la respuesta a cualquier pregunta de investigación centrada en esta categoría deberá ser construida también con la mirada, la visión y la interpelación de quien investiga.

    Aclaro que la mayor vinculación con lo estudiado no significa que no exista una interpretación crítica de quien estudia. Más al contrario, la comprensión del Sentido implica aquello. Es preciso que el investigador se contradiga y se cuestione permanentemente sobre los hallazgos obtenidos no sólo en relación con el objeto de su investigación, sino con sus propias perspectivas, las cuales probablemente estarán en tensión, complementariedad y contradicción con cada huella o pista de Sentido.

    Así, la aproximación y la crítica, que permite este tipo de estudio, no sólo nos enfrenta al escenario investigado, sino a uno mismo. No por nada, quien investiga el Sentido acaba dando cuenta de su propia visión de mundo, de cómo ha llegado a la misma y cómo acaba experimentado la realidad, de acuerdo a aquélla.

    Por las pautas presentadas, considero que trabajar la categoría "Sentido" en la investigación en comunicación es importante al permitir una comprensión -social, cultural, histórica, política y hasta sentimental- de los otros y de nosotros mismos. Sí, digo sentimental porque el Sentido permite abordar sensibilidades, a través de experiencias y relatos, de sujetos y objetos.

    Y es en torno a esos elementos, y siguiendo la línea hermenéutica y semiológica, que se justificará la siguiente ruta metodológica como una posibilidad para comprender el Sentido.

     

    II. Las tensiones que constituyen al Sentido

    Como advertí anteriormente, una de las características centrales del Sentido es que se construye e interpreta en un escenario móvil, en un proceso permanente de tensión entre elementos usualmente entendidos como opuestos -y, en consecuencia estudiados de esa manera, limitando la comprensión de los fenómenos-. Para entender estas relaciones tensas y complejas, se tiene el siguiente gráfico:

    El gráfico presentado interpela al investigador -que está en el medio como intérprete- para desarrollar una estrategia que permita abordar todos esos elementos, de tal forma que estudiados puedan evidenciar la tensión de la cual cada uno es parte (p.e. sujeto-objeto) y cómo se complementa con las "otras" tensiones (p.e. sujeto-objeto en relación al texto-experiencia), así dejar que emerja el Sentido. Como afirma Jorge González (1994, p.58), "entender esas luchas e inestabilidades (tensiones) en la definición plural de significados, es introducirse por completo en el terreno del análisis de la cultura".

    Para algunos, esto sería demasiado complejo e incluso se creería innecesario. Sin embargo, lo que hace diferente a esta categoría frente a otras que toman en cuenta la subjetividad es precisamente eso: la tensión que permite su construcción. No por nada, tanto Ricoeur como Landowski comentan sobre aquello al describir las características del Sentido. Ambos coinciden en que las construcciones de visiones de mundo, que constituyen ontológicamente a un sujeto, deben estar reflejadas en un objeto (comunicacional) así como el objeto deberá tener su propia evidencia en el sujeto. Por otro lado, también afirman que la experiencia, que se constituye en la práctica social y cultural, está presente en los relatos (textos) que se construyen sobre esas experiencias, así como esos textos constituyen parte del accionar de los sujetos. Así, las partes reflejan al todo y el todo refleja a las partes.

    Finalmente, la tensión entre el lector y la obra se entiende por la descripción realizada respecto al rol del intérprete-investigador y la investigación. El Sentido no puede construirse sin que el intérprete sea parte de la tensión que permite evidenciarlo. Aquello que se investiga interpela al investigador y este último participa e incide -no "experimentalmente" como dirían las posturas clásicas, sino subjetivamente- en lo investigado, pues es también un sujeto social, cultural y sensible (aunque se reitera nuevamente que eso no debe limitar su capacidad crítica frente a lo que estudia).

    Dicho todo esto se podrá comprender mejor la propuesta metodológica para estudiar el Sentido, descrita con detalle a continuación.

     

    III. Un núcleo hermenéutico, cualitativo y abductivo

    Como afirman los especialistas en metodología y en estrategias investigativas, no es posible concretar la búsqueda y comprensión de una categoría teórica en la realidad si no se entiende primero a la misma y se escogen los pasos coherentes y pertinentes para desarrollar la pesquisa. El primer elemento fue desarrollado puntualmente en los anteriores incisos. Ahora, es preciso reflexionar sobre las decisiones más acertadas para comprender el Sentido de forma estratégica, pues la investigación finalmente es eso: la toma consciente y pertinente de una serie de decisiones con la finalidad de responder a una pregunta inspirada en la realidad que habitamos.

    En esta propuesta lo primero que se considera necesario es describir el corazón, el núcleo de donde emergerá la ruta investigativa. El mismo está caracterizado por una naturaleza hermenéutica, cualitativa y por un razonamiento abductivo.

    ¿Por qué el paradigma hermenéutico?

    La decisión por el paradigma hermenéutico, como "paraguas" que guíe a una investigación sobre el Sentido, surge por quienes profundizaron la reflexión sobre esta categoría: los representantes de la filosofía hermenéutica, particularmente Paul Ricoeur. Según Manuel Maceiras, encargado de presentar una edición del libro "Tiempo y Narración", el autor francés trabaja "la filosofía sobre el sentido del sentido" (1987, p. 14). Por ende, la decisión de asumir como paradigma investigativo a la hermenéutica podría ser asumida como obvia. Sin embargo, para no caer en ese término -utilizado constantemente por estudiantes universitarios al realizar sus trabajos de grado- describiré a continuación, de la manera más clara y precisa, la pertinencia de utilizar esta mirada investigativa en la construcción del Sentido.

    La hermenéutica básicamente implica interpretación, una interpretación que emerja de los lenguajes y también del accionar de los sujetos. Por ello, se afirma que la misma permite comprender las realidades construidas a partir del ser y el decir (relacionados permanentemente). Ahí se centra la propuesta de la hermenéutica "moderna", llamada así por Ricoeur en "El Conflicto de las Interpretaciones. Ensayos de Hermenéutica" (2003). Caracteriza a la misma como el mecanismo que permite, a diferencia de otras propuestas, crear para comprender y comprender para crear.

    Por eso, va a resaltar la "interpretación creativa", la cual no se queda en un plano contemplativo, ni siquiera en uno reflexivo, sino que pretende ir más allá, pretende una construcción.

    Esta propuesta es producto de un recorrido sobre la historia de la comprensión del ser y del ser en el mundo (a través de Aristóteles, San Agustín, Husser y Heidegger, entre los más importantes), a partir del cual Ricoeur concluye 1) La necesidad de la objetivización en la fenomenología husseriana. 2) La necesidad de profundizar, a través de la metáfora, el análisis lingüístico estructuralista. 3) El amplio valor de la interpretación de los mundos simbólicos, donde actúan los sujetos. 4) La importancia de la narración para la comprensión de los sentidos, constructores esenciales del ser-en-el-mundo.

    En síntesis, la hermenéutica es escogida como paradigma por la posibilidad de comprender y construir el Sentido en su complejidad, dadas las tensiones descritas anteriormente. Incluida la del lector, donde la interpretación creativa tiene una importancia considerable.

    A partir de ello, el enfoque de un trabajo sobre el Sentido no tendría coherencia con una mirada cuantitativa, pues no busca determinar cifras ni tendencias, sino evidenciar y construir pistas y comprensiones sobre los procesos que hacen al Sentido.

    a. La necesidad de una mirada cualitativa

    El debate sobre lo cualitativo y lo cuantitativo ha sido característico en la historia de las ciencias sociales. Sin embargo, de un tiempo a esta parte, esa pugna parece haber encontrado su resolución en el muchas veces cómodo enfoque mixto. Resalto lo cómodo de esta postura, pues algunos optan por asumir la misma para evitar defender una decisión central al encarar investigaciones sociales: el enfoque.

    Ciertamente, comparto con aquellos que afirman que la realidad no está constituida sólo de números o tendencias, ni tampoco de palabras y descripciones. Finalmente, la realidad es compleja y tampoco está compuesta sólo de lo social, sino dónde quedarían los planos de lo físico o lo biológico. No obstante, insisto en que las investigaciones deben tomar en cuenta el componente que pretenden comprender en la realidad para tomar decisiones al respecto.

    No niego que lo cuantitativo o lo mixto, apropiadamente utilizados y justificados, sean considerablemente útiles para encarar investigaciones sociales. Pero en los estudios comunicacionales que estén focalizados en lo subjetivo como parte de la construcción de los sujetos sociales, considero que la decisión por una mirada exclusivamente cualitativa es la más pertinente. Más aún en el caso de las investigaciones sobre el Sentido, pues como se mencionó anteriormente, el mismo no está para ser determinado, ni siquiera encontrado, sino para ser comprendido y construido.

    Asimismo, lo cualitativo da el espacio necesario para ese tránsito permanente, ese ir y venir, esa movilidad que requiere el lector de la obra, al cual hemos hecho referencia en varias ocasiones en este artículo, para ir recorriendo aquellas tensiones que forman parte del Sentido. Por último, porque la investigación del Sentido no sólo pretende dar pautas de un elemento construido, sino de una serie de procesos que permiten su construcción, lo cual también se logra a través de una mirada cualitativa.

    A continuación, se precisará otra característica de esta propuesta, que también es parte de un debate histórico.

    b. ¿Deductivo o inductivo... será esa la cuestión?

    Otro debate histórico en las ciencias sociales está focalizado en el razonamiento que guía a una investigación. Para muchos, la deducción es la mejor forma de resolver interrogantes en la realidad, al partir de la hipótesis construida de una teoría para ser refutada o comprobada en una investigación empírica. Pero para otros tantos, la inducción, que parte de un caso específico investigado para generar una serie de conceptos generalizables, es la mejor opción. Sin embargo, pocos consideran otras opciones que no estén polarizadas entre esas dos, pocos consideran por ejemplo a la inferencia abductiva.

    Para Norman Blaikie (2010), el método abductivo permite generar explicaciones sociales científicas desde explicaciones cotidianas. Pero sobre todo, se caracteriza porque esas explicaciones (en el caso que nos compete en este artículo comprensiones) emergen en la investigación como posibles respuestas a las preguntas que se van evidenciando en el proceso. Esto permite un razonamiento en permanente construcción que parte de las huellas que se van encontrando en el trayecto. Por eso, la inferencia abductiva se considera pertinente para investigar al Sentido.

    Además, porque la sorpresa es parte del "detonador abductivo" (Soler, 2012, p.7). Esa sorpresa se generaría en el proceso investigativo comunicacional, dando lugar a una serie de dudas e interrogantes que finalmente permitan la construcción de comprensiones sobre el fenómeno particular investigado. Esto estaría en directa relación con el proceso reflexivo y la "interpretación creativa" de la cual habla Ricoeur.

    Por otro lado, es importante destacar que la lógica abductiva tiene un doble carácter "intuitivo y racional" (Ibídem). Aunque esto es parte de un debate, principalmente entre los lectores de Pierce (uno de los impulsores de este tipo de inferencia), se considera importante reconocer sobre todo el carácter intuitivo, pues aquello también estaría en relación directa con la investigación del Sentido, donde hay movilidad, donde el lector se ve interpelado y actúa no sólo como observador, sino como creador (retomando las pautas de Landowski y Ricoeur sobre el intérprete del Sentido).

    En consecuencia, se sugiere trabajar y profundizar en la comprensión del razonamiento abductivo para las investigaciones comunicacionales sobre el Sentido. Pues en las mismas no se buscan "comprobaciones" como lo hace el proceso deductivo, pero tampoco se parte únicamente de una evidencia particular para generar un conocimiento más general. En la comprensión y construcción del Sentido hay movilidad porque la misma categoría hace referencia a aquello y el proceso abductivo permite desarrollar ese necesario y permanente desplazamiento.

    De esta manera, he caracterizado el centro, el núcleo o bien, tomando en cuenta el concepto de "ruta metodológica", el puerto de salida de una investigación focalizada en el Sentido. A continuación, describiré la ruta en sí misma y los elementos que la caracterizan para finalmente llegar a un destino, ese lugar donde una vez investigado el Sentido se lo plantea como elemento comprensivo de los procesos que atravesamos como sujetos.

     

    IV. Inicia el trayecto para comprender el Sentido

    Ante la complejidad de la categoría del Sentido, y tomando en cuenta su origen hermenéutico y las pautas presentadas anteriormente, se sugiere dividir la investigación en tres partes. La primera, dividida en dos momentos, se focalizará en comprender al objeto, la experiencia y el todo; la segunda, también dividida en dos, contemplará al sujeto, al texto y a las partes; finalmente, se desarrollará un proceso de construcción de resultados investigativos que permitan abordar al lector (investigador o, mejor aún, intérprete) y su relación con la obra.

    a. Observando y experimentando el objeto

    Como bien explicaba Ricoeur, el Sentido no se logra comprender sin contemplar la "objetivación del mismo", es decir, sin la "puesta en escena" de las subjetividades y significaciones que guían nuestra experiencia en el mundo. Por ello, se propone aplicar el análisis sociocultural, planteado por Rosana Reguillo (Reguillo, 1998, p. 22) con los siguientes pasos:

    a) Análisis social, que permite entender y ubicar las formas, cómo se van gestando los procesos de significación y acción.

    b) El análisis simbólico (comunicacional), que posibilita entender las prácticas culturales como construcciones simbólicas específicas dentro de un sistema determinado.

    c) La interpretación, que es el lugar donde se encuentran los dos análisis anteriores, que de manera rigurosa, pero imaginativa, pueda dar cuenta de la franja simbólica, analizada de manera global.

    Esta propuesta tiene una herencia evidente de Clifford Geertz (2003), quien propuso la interpretación de las culturas a través de un análisis de significaciones, desde una descripción densa, producto de un proceso de observación, encuentro y experiencia del investigador en el escenario sociocultural de su interés.

    Por lo mismo, el método propuesto para la comprensión del objeto del Sentido es la "etnografía"5, desarrollada en dos momentos, uno de aproximación y primeras descripciones y otro que permita la comprensión de aquello que se observa y experimenta en un escenario, a través de las descripciones realizadas.

    En esta primera etapa del trayecto propuesto, será importante identificar, a través de las entrevistas y las observaciones, a un actor que sea representativo de la trama investigada para luego acompañarlo en su devenir social en la misma para, posteriormente, entrevistarlo como sujeto-relator en la segunda etapa de la ruta investigativa (inciso b). De esta manera, habrá un protagonista clave que nos permita cruzar las tensiones presentadas anteriormente.

    Esa es la estrategia general para la primera parte de la investigación. Ahora, surge la pregunta clave en cualquier investigador: ¿Cómo hacer real esta propuesta?, ¿qué observar, qué preguntar (se), cómo organizar las observaciones y entrevistas, cuántas veces hacerlas? En el caso de la investigación sobre el Sentido, se ha visto de gran utilidad servirse de los aportes de Edmond Marc y Dominique Picard, quienes basados principalmente en Erving Goffman, construyeron una interesante propuesta para abordar la Interacción Social. La misma propone una actitud metodológica que tenga las siguientes características esenciales (Marcy Picard, 1989, p.13):

    a) Confiere primacía a una vía de observación y de descripción que se apoya en diferentes formas de registro.

    b) Privilegia una observación "naturalista", un trabajo de campo que se esfuerza en aprender y analizar las situaciones de la vida cotidiana, las interacciones "reales" y "auténticas".

    c) Se integra en el proceso de comunicación considerado como un fenómeno global que integra muchos modos de comportamiento.

    d) Implica en la construcción del objeto el abandono del sujeto monádico en provecho de la interacción.

    Esa podría ser una primera pauta para cómo hacer real la estrategia planteada. En el caso de la interrogante por el qué se observará, Marc y Picard consideran importante la descripción y comprensión de tres elementos que hacen la situación de la interacción: el Marco, la Escena, los Rituales y el Contexto.

    El estudio del Marco implica observar el espacio físico y temporal en el cual se construyen las interacciones (Ibídem, p.77), que a su vez hacen al mundo de la acción, a la objetivación del Sentido. Ahí estarían los primeros elementos a considerarse en la observación: el lugar y el tiempo. Es importante que esta descripción tome en cuenta los elementos sociales y culturales que hacen que ese lugar y ese tiempo sean como son. Es decir, que no se consideren estos elementos de forma vacía, sólo para llenar la libreta del investigador, sino en relación con los propósitos de la investigación.

    La Escena alude directamente a los actores, a la relación que los une, las formas en las cuales se encuentran en un determinado escenario, los motivos y expectativas que los impulsan a asistir al mismo. Además, es clave considerar en esta descripción al performance de los actores, de qué hablan y cómo se comunican, verbalmente o no, intencionalmente o no.

    Esto está estrechamente vinculado con el tercer punto planteado por los autores, los Rituales, pues los mismos son las prácticas ejecutadas por los actores que evidencian un sistema de reglas y normas culturales que rigen las relaciones sociales. En este caso, el investigador deberá observar detenidamente qué acciones son reiterativas en los actores y aparentan estar sujetas a una convención social, para luego interrogar a los protagonistas del escenario al respecto.

    Finalmente, se plantea el estudio del Contexto6 institucional, es decir la descripción sobre las condiciones sociales que hacen a los escenarios construirse como lo hacen. En esta parte es fundamental preguntarse por el grupo social al cual representan los actores del escenario, que puede ser más que un grupo por supuesto. Y ese dato de unicidad o multiplicidad de grupos sociales que habiten un escenario podría dar pautas precisas del Sentido que se construye en el mismo.

    En este punto, se debe tener particular cuidado con las preguntas que se planteen a los protagonistas, pues la auto identificación de grupo social no siempre es un proceso sencillo o incluso sincero por las susceptibilidades que se producen al ser evidenciado como parte un grupo o de otro. Por ello, propongo que para dar con este punto, se hagan preguntas más abiertas que ayuden a construir el grupo social de los actores sin la necesidad de hacer la incómoda y, probablemente poco fructífera pregunta: "¿A qué grupo social perteneces?". Asimismo, la observación de los lenguajes y el escenario, en fin, de todos los puntos mencionados anteriormente también podrán servir para comprender el contexto institucional. Por lo mismo, lo pongo como último índice en la propuesta de Marc y Picard.

    En síntesis, respondiendo a la interrogante planteada: ¿Qué observar y qué preguntar (se) para hacer real el análisis sociocultural?, los principales elementos serían: el lugar y el tiempo (vinculado al contexto sociocultural) en el cual se sitúa el escenario, objeto estudiado; los actores que participan en el mismo (sus formas de ser, de relacionarse, sus motivaciones y expectativas para asistir a ese espacio social); las prácticas reiterativas que se conciben como rituales por su carga simbólica y normativa que guía los comportamientos de los protagonistas; el grupo social al cual pertenecen los actores que contribuirá a la comprensión de cómo aquéllos y ese escenario llega a construirse como se construye.

    Respecto a la pregunta de cómo organizar el proceso "etnográfico" que hace al análisis sociocultural, como método para analizar el objeto del Sentido, sugiero releer lo planteado en páginas anteriores por Marc y Picard con relación a la "actitud metodológica". La importancia de observar de forma natural permite que se comprenda con mayor amplitud y profundidad aquél "todo" que constituye al Sentido. Por lo mismo, el investigador no sólo debe ser testigo de las acciones, sino parte de ellas y eso le permitirá abordar otro de los elementos que constituyen al Sentido: la experiencia.

    En consecuencia, antes de planificar las observaciones sugiero que las mismas sean organizadas en dos dimensiones: el escenario, donde se describan todos aquellos elementos planteados, y la experiencia, donde se narre cómo se ha sentido el investigador, qué ha experimentado en su participación de la acción. Este último punto será de vital importancia para la construcción del Sentido, pues no se debe olvidar que la relación del intérprete con la obra es una de las tensiones que constituyen a esta categoría.

    Asimismo, las entrevistas deben ser realizadas con naturalidad y dinamismo para no interrumpir a la acción de los protagonistas del escenario. Por ello, las preguntas deben ser fáciles de responder, abiertas y al mismo tiempo concretas (¿por qué te gusta venir aquí? ¿qué esperas al venir aquí? etc.). El actor entrevistado debe sentirse más en una conversación casual, que podría tener con cualquier otro que habite el escenario, que en una entrevista demasiado formal donde se sienta cohibido y poco relajado.

    El cronograma de visita al escenario observado deberá ser organizado con relación al espacio investigado, a las posibilidades del investigador, al nivel de profundidad del trabajo y, sobre todo, a las evidencias que se vayan construyendo en el trayecto. Es decir, no hay una planificación per se que pueda ser uniforme para toda investigación focalizada en el Sentido, dependerá en cada caso. Sin embargo, considero que las siguientes recomendaciones pueden ser útiles en este punto.

    A diferencia de los clásicos etnógrafos, no creo que haya una mínima cantidad de visitas o de tiempo de observación, pero tampoco creo que una observación de quince minutos sea suficiente para llegar a comprender las dinámicas comunicacionales y socioculturales que constituyen al Sentido. Éste es móvil y dinámico, para comprenderlo hay que protagonizar el cambio, la permanencia y/o la contradicción entre un día y otro, entre una hora y otra, entre unos actores y otros. No sólo por los cambios del escenario, de la obra, sino también de quien investiga, del intérprete. Finalmente, lo que más debe importar no es cuántas sino cómo se hacen las aproximaciones al escenario estudiado. Esto implica el nivel de profundidad y de agudeza con el cual se hagan las observaciones, las entrevistas, así como el análisis e interpretaciones de las mismas y, por último, los silencios que se produzcan entre una visita y otra. Por ello, precisé que el análisis sociocultural se dividiera en dos momentos, para que pueda existir ese ir y venir que exige el Sentido para poder ser comprendido y que responde al razonamiento abductivo propuesto.

    Todo lo planteado se complementa con la sugerencia de Ricoueur, quien sugiere comprender el campo práctico, de donde surgen las narraciones y donde van a producirse, desde las estructuras inteligibles, los recursos simbólicos y el carácter temporal de los actores. Es decir, comprender la construcción de la trama en la cual el sujeto actúa.

    Se considera que la misma se podría alcanzar a través de descripciones, que posteriormente generen pistas de sentido. Para ello se va a plantear una semántica de la acción, que perciba agentes, circunstancias e interacciones. Las preguntas van a ser el ¿Qué? ¿Quién? ¿Cómo? ¿Con o contra quién? de la acción.

    Además, el campo práctico de la narración se va a manifestar a través de las mediaciones simbólicas, vinculadas a los signos, reglas y normas. Elementos que construyen los rituales y a su vez, aquéllos, un culto, el cual implicará una red simbólica de la cultura. Así, se propone que para la comprensión de una estructura cultural se vean las acciones que practica un sujeto. "Un sistema simbólico proporciona así un contexto de descripción para acciones particulares. Podemos interpretar tal gesto "con arreglo a" tal convención simbólica, según el contexto (...). Antes de someterse a la interpretación, los símbolos son "interpretantes" internos de la acción" (Ricoeur, 1987, p.125).

    En consecuencia, Ricoeur llama a no confundir la textura de la acción, donde "los símbolos proporcionan las reglas de significación" (Ibídem, p. 125-126), con el texto etnográfico, que escribe el etnólogo, "escrito en categorías, con conceptos y sobre la base de principios nomológicos" (Ibídem, p. 125-126). Por lo mismo, se sugirió que las observaciones de los fenómenos comunicacionales que piensan ser estudiados sean organizadas en dos dimensiones para su posterior análisis (el escenario y la experiencia) y en dos momentos.

    En conclusión, el análisis sociocultural es una opción pertinente y enriquecedora para dar cuenta de la puesta en escena del Sentido. En esta primera parada es importante recordar la actitud metodológica sugerida por Marc y Picard (1989), así como las tensiones que conforman esta parte del recorrido (objeto, la experiencia, el todo) para no perder de vista en qué se tiene que focalizar uno como investigador. También, es importante recordar que en esta etapa se deberá escoger -bajo criterios investigativos, pero de forma subjetiva- un sujeto que pueda contribuir como un puente entre el terreno de la acción y el de la construcción del relato7, por fuera del escenario.

    Asimismo, cabe resaltar la importancia de dividir esta etapa en dos momentos. El primero de aproximación, donde se generen las primeras descripciones, comprensiones y también incertidumbres e interrogantes para posteriormente reflexionar al respecto en un intervalo. Durante el mismo se deberán analizar los hallazgos, interpretarlos y con algunos elementos clave identificados y unas pocas comprensiones construidas, retornar a aplicar el segundo momento, que permitirá constatar o, mucho mejor, contradecir aquello que habíamos imaginado luego del primer momento. Digo mucho mejor, porque la realidad es necesariamente contradictoria y móvil. El reto será entonces dar cuenta de esa movilidad. Por lo mismo, el trayecto planteado no concluye aquí.

    b. Profundizando en la comprensión del sujeto

    En páginas anteriores, advertí que la construcción del Sentido, desde la filosofía hermenéutica, se evidencia en el decir de los sujetos sobre su accionar en el mundo en el cual habitan, así como en el ser de aquello que se relata. Por lo mismo, desarrollé todo el anterior punto focalizado en la objetivización del Sentido, en lo que Paul Ricoeur nombró como Mémesis I en "Tiempo y Narración", donde se actúa y se habla de aquel fenómeno que se está investigando, mientras se está en el campo de la acción. Ahora, en este punto describiré cómo el investigador del Sentido podría dar cuenta del mismo a través del relato de los sujetos, fuera del terreno de la acción, de la trama, sólo con sus memorias y su forma de interpretar su mundo a través de una construcción narrativa.

    Para ello, es clave la recomendación planteada anteriormente: durante la aplicación del análisis sociocultural, de la investigación del objeto, se deberá elegir a un sujeto protagonista del mismo, constitutivo de ese todo, al cual se acompañe en su accionar, en su experiencia, para luego contrastar aquello con su subjetividad, su singularidad, evidenciados en su propio texto. Así, dar cuenta de las tensiones que aún faltan construir: el sujeto (frente al objeto), constituido como una parte (frente al todo) y expresada en un texto (con relación a la experiencia). El método propuesto para esta segunda parte es el relato de vida, vinculado directamente al objeto y también distanciado del mismo.

    "Es el relato, la trama narrativa el medio privilegiado para esclarecer la experiencia temporal inherente a la ontología del ser-en-el-mundo" (Maceiras en la Introducción de "Tiempo y Narración" 1987, p. 28). Es decir que la narración construida se constituye en un elemento central en el proceso por comprender el Sentido.

    El investigador colombiano Germán Muñoz coincide con este planteamiento al afirmar que "hablar es producir sentido" (Muñoz, 1995, p.240) e indica que para responder a las interrogantes sobre quiénes somos, qué queremos, "qué somos los unos para los otros (...) toda sociedad debe definir su 'identidad', su articulación en el mundo, sus relaciones, necesidades y deseos (...) respuestas satisfactorias a estas preguntas se ubican en la dimensión de las significaciones profundas, en el nivel de lo simbólico)...) el espacio en donde metafóricamente se entiende mejor esta función simbólica es en el relato" (Muñoz, 1995, p.240).

    Además, agrega que en el relato se construyen redes de personajes y actos, así como sistemas de significaciones, desde donde el sujeto narrador va a reconocer el sentido de su experiencia cotidiana y así, articularla a lo simbólico. Pero para que ello ocurra, nuevamente coincidiendo con Ricoeur, va a plantear la importancia del relato a través del tiempo. De esta manera, se advierten dos características del relato que contribuye al ejercicio por construir el sentido, el tiempo (lo histórico), y lo metafórico (lo "poético"). Mientras que la primera dimensión va a tener una pretensión de indicar lo que es "real", la segunda va a ser una expresión de la abstracción. A esto, Ricoeur llamará la "referencia cruzada".

    El relato histórico se refiere a aquella construcción (entiéndase como parte de un proceso interpretativo), que hace el sujeto sobre los capítulos centrales que han atravesado su devenir en el mundo. La historia contada se convierte así en el conjunto de narraciones en las cuales el sujeto se ve incluido en el universo del cual forma parte. Y en este punto central es donde emerge el Sentido, pues el narrador no hará referencias a aquello que no considere importante o a lo que no le atribuya cierto Sentido. Las significaciones que constituyan la visión del sujeto emergerán a medida que se produzca un relato visto a través del tiempo. Un tiempo que deberá ser construido entre el pasado-presente y futuro, pero no necesariamente en ese orden secuencial. La manera en la cual el sujeto presente su futuro, pasado y presente (tratando de evidenciar que es posible no seguir la clásica cronología), también dará pautas del Sentido que atraviesa a ese sujeto.

    Es importante aclarar que este relato tiene comillas intencionales en lo "real" del mismo, pues puede darse el caso de que no todo lo que se cuente haya ocurrido exactamente como se lo presenta. Sin embargo, eso no debe ser relevante para el intérprete de esta interpretación histórica narrada, debido a que la comprobación no es uno de los propósitos de la investigación sobre el Sentido. Lo que aquí interesa es evidenciar a qué hace referencia el narrador, a quiénes, a qué escenarios particulares, a qué momentos, etc. Asimismo, es clave para la comprensión del Sentido, dar cuenta de cómo narra todo aquello, cómo hace la construcción del relato, qué elementos utiliza para hacer comprender al locutor aquello que quiere contar. En este punto, surge la necesidad de contemplar la segunda característica del relato: la metáfora. Un maestro colombiano de filosofía decía alguna vez: "Mi modo de estar en el mundo es la forma en la cual narro el mundo". Esta frase es clave para llegar a construir el Sentido que atraviesa al sujeto; advierte la importancia no sólo del qué, sino del cómo del relato. A partir de ello, se hace más clara la propuesta de tomar en cuenta la metáfora, planteada por Ricoeur y Muñoz.

    La metáfora permite contar de forma indirecta aspectos, características, atributos y sensaciones de nuestra experiencia en el mundo, y del mundo en el cual habitamos que no podrían ser dichas de otra forma.

    Esta "referencia metafórica" propone que la comprensión de los relatos sepa transportarse a un ámbito más abstracto que el histórico, pero igualmente de importante para evidenciar el Sentido que subyace a las visiones de mundo que construye el sujeto narrador. Esa importancia radica en que, al contar el cómo del ser o el cómo del ver de este sujeto, se pueda encontrar una ruta directa a sus maneras de interpretar el mundo. Finalmente, el relato es eso: una interpretación, una construcción realizada para evidenciar quiénes somos o quiénes pretendemos ser. El reto está en saber proponer las condiciones de ese relato y, sobre todo, en saber identificar los elementos que hagan referencia a la memoria y a la poética del sujeto narrador. En sí, en cómo construir la situación para que exista el relato. Aquello será descrito en las siguientes líneas.

    La pregunta por quién será el sujeto narrador de nuestro trabajo fue resuelta en términos generales anteriormente. En todo caso, valen algunas recomendaciones al respecto. Este sujeto debe estar de acuerdo con que el investigador pueda acompañarlo en su accionar dentro de la trama investigada. Por lo mismo, el lector de la obra deberá generar un proceso de acercamiento paulatino y pertinente con ese sujeto para llegar a cierto punto de familiaridad con el mismo. Luego de haber sido testigo de la experiencia de este sujeto como parte del todo que hace al objeto8 y de haber entablado conversaciones, narraciones, dentro del terreno de la acción como parte de un primer acercamiento al relato de este sujeto, será más viable establecer un escenario apropiado para desarrollar el "relato de vida".

    Esta forma de llamar a esta narración no es una construcción fortuita, la plantearon algunos investigadores sociales como un método que permitiera dar cuenta de procesos socioculturales a través de narraciones autobiográficas. Es "una entrevista que busca conocer lo social a través de lo individual. Por eso se sustenta en la experiencia del individuo, no teniendo que ser este último una persona en particular ni especial, ya que sólo basta con ser parte de la comunidad a la cual se estudia (...) se busca más bien a alguien común, a alguien anónimo" (Díaz, 1999, s.p.).

    La autora citada sostiene sus afirmaciones en la propuesta del sociólogo italiano, Franco Ferraroti, para quien "es posible leer una sociedad a través de una biografía" (Ferrarotti en entrevista con Iniesta y Feixa, 2006, p.ll). Este autor propone que los relatos de vida no son únicamente una técnica o instrumento, sino una concepción epistemológica de lo que es hacer investigación. Considera que el estudio de las ciencias sociales debe dejar de ser entendido como una relación investigador-objeto para entenderse como una de sujeto-investigador a sujeto-narrador. Para tal fin, propone la construcción de autobiografías, donde los sentires, problemas y realidades emerjan desde las narraciones de los propios sujetos que los viven, para posteriormente ser interpretadas por el investigador, sin necesidad de ser validadas por otros datos empíricos.

    "Había sólo una vía para recuperar críticamente ciertos instrumentos de análisis y era precisamente la de las historias de vida. Las historias de vida respetan el momento imprevisible del comportamiento: se acepta a la persona como tal, no se la mediatiza para hacerla entrar en las casillas del cuestionario. Después, una vez se ha expresado, viene el momento interpretativo, propiamente hermenéutico, en el que puedo hacer intervenir parámetros de catalogación relativos. De esta manera consigo ligar teoría e investigación, hacer convivir el elemento empírico y el teórico. Pero, naturalmente, dejando siempre abierto un gran espacio para lo imprevisible, para el momento problemático, para aquello no exactamente definible a priori" (Ferraroti, 2006, p.6).

    En cuanto al método a seguir para la construcción de los relatos de vida, Ferrarotti admite la dificultad de establecer unas reglas precisas para tal fin. Añade que es importante que cada investigador plantee su metodología, dependiendo el tema y los sujetos a investigar. Sin embargo, en líneas generales, considera que además de obtener la autobiografía de los sujetos narradores, se debe tener en cuenta una observación participante, así como una convivialidad previa y posterior a la grabación de la historia. Y señala que para el análisis deberán ser tomadas en cuenta las contextualizaciones espacio temporales que rodeen al tema y al sujeto a ser analizado.

    A partir de ello, se evidencia las razones de la elección de Ferrarotti, entre otros tantos exponentes del método del relato de vida. La propuesta del sociólogo italiano es coherente con el trayecto descrito en este documento porque plantea al sujeto (véase lo singular) como reflejo de la construcción sociocultural (véase como el todo-objeto)-sin que tenga que ser representativo (en los términos clásicos estadísticos)-; al texto como reflejo de la experiencia y a la necesidad de vincularlos y al respeto que se debe tener al sujeto cuando construye su relato.

    Para ello, el locutor del relato deberá permanecer exactamente así, como un locutor, cuyas intervenciones sólo sean para plantear las pocas interrogantes que caracterizan al relato de vida. Las mismas probablemente sean: ¿Quién eres, cómo te describes, cómo eras en el colegio, a qué te dedicas ahora, etc.? Preguntas muy casuales que pueden ser formuladas relacionadas, directamente o no, al interés del investigador (es decir al objeto, escenario comunicacional estudiado). ¿En tu niñez, qué fiestas hacían? (por ejemplo, si la fiesta sería el objeto). La reunión probablemente dure varias horas y el locutor debe estar dispuesto a escuchar el relato, en sus contradicciones, en sus ¡res y venires en el tiempo y en sus referencias metafóricas, descritas anteriormente. El relato debe fluir, eso es lo importante.

    Como un complemento a ese relato "presenciado", se sugiere que el sujeto narrador construya un texto sobre su cotidianidad, separado del locutor, donde precise su accionar cotidiano; una especie de diario que narre su experiencia de ser en el mundo en el día a día, sin ninguna pregunta de por medio ni una grabadora. Sólo el sujeto y su texto. Esto se sugiere pues permite evidenciar aún en mayor profundidad quién es el narrador, pero sobre todo cómo se narra. Así, dar cuenta del Sentido que lo atraviesa. Esos textos posteriormente serán entregados al investigador para su posterior interpretación.

    Para concluir, otro elemento que vincula a Ferrarotti con esta propuesta es que también considera que finalizado el trabajo de observación, de obtención de relatos, llega el momento interpretativo, el hermenéutico, aquel que Ricoeur planteaba que estaba en el centro de la construcción del Sentido. Ésa es nuestra siguiente parada.

     

    V. Ser-Decir-Interpretar

    Hasta aquí he planteado dos paradas que permitan al investigador en comunicación comprender el Sentido, aquella que está vinculada con el mundo de la acción, con la objetivización del Sentido y la que permite focalizarse en el sujeto, de forma más profunda, a través de la obtención de su relato de vida, construido frente al investigador locutor y únicamente por el sujeto en textos que se constituyen una especie de diario de la cotidianidad. Ahora, con las transcripciones realizadas y el material "en bruto" pulido, toca desarrollar el paso que permitirá alcanzar la propuesta hermenéutica, donde se interprete y se construya el Sentido de aquel fenómeno investigado. Esta parada es probablemente la más retadora de todas. Como bien se indica en un texto de metodología cualitativa:

    "Para los dentistas sociales, las experiencias particulares de las personas, recogidas a través de las historias de vida representan la posibilidad de recuperar los Sentidos, vinculados con las experiencias vividas (...) Pero a la vez que permiten vislumbrar un mundo de significaciones, en ocasiones en torno a la intimidad, plantean también el desafío de volver a insertar los sentidos individuales atribuidos a la experiencia en el contexto social en el que ellos surgen, única vía de trascender lo particular y construir un saber más denso sobre lo social" (Kornblit, 2007, p. 15).

    ¿Cómo insertar entonces esos relatos particulares en las descripciones realizadas a través del análisis sociocultural? ¿Cómo ir comprendiendo el vínculo entre las tensiones vistas en el momento "etnográfico" y las vistas en las "autobiografías"? ¿Cómo develar el Sentido y cómo interpretarlo para construirlo y evidenciarlo en un documento investigativo? Estas inquietudes parecen muy complejas para ser resueltas; sin embargo, es preciso recordar que uno de los retos de quien investiga el Sentido es ese, la complejidad.

    Antes que nada, el lector de este artículo deberá saber que esta parada no está del todo, "al final del viaje", aunque esté mencionada como penúltimo punto. Esto parece contradictorio; sin embargo, aquél que haya seguido con atención todo este recorrido podrá evidenciar que el trabajo interpretativo inicia desde el primer acercamiento, la primera observación, la primera entrevista, pues eso hace el trabajo del lector de la obra, del intérprete. Por lo mismo, durante todo el trayecto que implica la construcción del Sentido, el investigador deberá ir anotando y reflexionando sobre pistas que le permitan reconocer aquello que se vincula al proceso de construcción de significaciones socioculturales que constituye la visión de los sujetos y, por ende, su forma de ser-en-sociedad, es decir al proceso de construcción del Sentido.

    No obstante, queda claro que hay ciertos momentos donde el proceso analítico interpretativo es aún mayor y más complejo. Describí uno de ellos en el acápite del análisis sociocultural. En esas líneas, especificaba que entre un momento "etnográfico" y la aplicación del siguiente, se debe tener una pausa, un "silencio" que permita construir ciertas comprensiones y varias incertidumbres sobre lo observado y, no hay que olvidar, sobre lo experimentado. Este ejercicio abductivo permite al investigador retornar a la investigación con preguntas más precisas y con elementos sujetos a ser nuevamente evidenciados o contradichos por la móvil realidad social. Luego, al concluir la segunda etapa propuesta para comprender el mundo de la obra y al sujeto situado en el mismo, se deberá proceder a una tarea similar para posteriormente encarar los relatos de vida. Es decir, se deberá tener una pausa interpretativa. Lo propio sugiero que se realice una vez se concluya la revisión de los relatos de vida -presenciados por el investigador y las que se construyen sin su presencia-.

    Estos intervalos son de considerable importancia para el ejercicio hermenéutico y se sugiere que se realicen entre la aplicación de un método y otro, y entre los momentos que se dividan para esas aplicaciones -en este caso he sugerido cuatro: los dos primeros vinculados al análisis sociocultural (uno de acercamiento y primeras comprensiones del mundo de la obra y otro de profundización en las comprensiones del mismo) y los dos siguientes focalizados en los relatos de vida de sujetos sobre el terreno de la acción, pero fuera del mismo (uno presenciado por el investigador como locutor y otro, construido solo por el sujeto narrador en textos)-. Esta sugerencia se justifica porque eso permite el trabajo constructivo-creador que debe realizar el investigador sobre el Sentido. Como bien afirmaba Landowski (citado en páginas anteriores), esta categoría no está para ser hallada, sino para ser construida.

    El mecanismo para iniciar ese proceso es el que plantea Amanda Coffey y Paul Atkinson en su texto "Encontrando el sentido a los datos cualitativos". Ellos proponen una forma de organizar y analizar los datos cualitativos a partir de la codificación y categorización. Este proceso es usualmente conocido como la forma de "condensar el grueso de nuestros datos en unidades analizables, creando categorías con ellos o a partir de ellos" (Coffey y Atkinson, 2003, p.31), a partir de los comunes denominadores que se evidencien en los datos obtenidos en la investigación. Sin embargo, los autores proponen que no se asuma esta tarea desde un punto de vista mecánico, sino que implique una reflexión profunda y hasta creativa sobre los mismos.

    "La codificación no debe verse simplemente como la reducción de los datos a una serie de denominadores comunes más generales sino que se debe usar para expandir, transformar y reconceptualizar los datos abriendo más posibilidades analíticas (...) En este caso, la codificación busca ir más allá de los datos, que se piense de manera creativa con ellos, se les formulen preguntas y se generen teorías y marcos conceptuales (...) Es especialmente importante evitar su uso sólo para aplicar etiquetas determinísticas y simplistas a los datos (...) La codificación cualitativa se debe concebir como una tarea esencialmente heurística" (Coffey y Atkinson, 2003, p.35-36)9.

    Para ello, considero importante rescatar los aportes de Wolcott (1994), uno de los autores citados y utilizados en Coffey y Atkinson (2003), pues establece tres pasos claves y bien ilustrados para desarrollar este proceso: 1. La descripción, donde los datos hablan por sí mismos y el investigador responde ¿qué está sucediendo en los textos? 2. El análisis, un proceso a través del cual el investigador expande y extiende los datos más allá de la narración descriptiva. Aquí se identifican los factores claves y las relaciones principales. Implica una búsqueda de temas y patrones a partir de un proceso sistemático para identificar características y conexiones esenciales. 3. La interpretación, que busca la comprensión y explicación más allá del análisis, la interpretación es la rueda libre, casual, ilimitada, idealista, generativa, apasionada. Trasciende los datos tácticos y se busca qué hacer con los datos.

    Para trascender ese temor a lo "mecánico" y "determinístico" de la codificación, sugiero que en el caso de la investigación sobre el Sentido, no se hable de códigos propiamente, sino de marcas, de pistas, las cuales vayan reiterándose o contradiciéndose en la revisión de los textos adquiridos a través de las observaciones, de las entrevistas hechas in situ y de las experiencias del lector de la obra y, por otro lado, de los relatos de vida presenciados y de los construidos a manera de diarios de la cotidianidad. En este punto será también importante recurrir a bibliografía que permita esclarecer aquellas pistas de sentido, ya sea desde un punto netamente teórico o de uno contextual.

    Finalmente, al relacionar los elementos que constituyen al objeto, la obra, la experiencia y el todo y las características del sujeto, de forma particular, y narrada en un texto e interpretar esos vínculos como lector investigador, tomando en cuenta referencias necesarias de otros autores, emergerá entonces el Sentido.

    De esta manera, propongo responder a las inquietudes planteadas en este acápite. Son las huellas, recogidas a través del trayecto y evidenciadas en el ejercicio de codificación propuesto por Coffey y Atkinson -pertinente por sus implicaciones constructivas-, que nos permitirán construir la categoría central de este artículo. Pero también dependerá de uno, investigador del Sentido, lector de la obra, intérprete y por ende, constructor, que este proceso pueda lograrse. Las pistas podrían estar ahí, pero quien las recoge de cierta manera, las resalta en su block de notas como una posible "marca", las pone en contraste con otros conceptos o planteamientos y las vincula entre cada tensión que constituye teóricamente al Sentido, es el intérprete. Él, como lector, es parte de una tensión que hace al sentido, precisamente porque quien investiga el Sentido está en el centro del círculo hermenéutico y también en el trayecto que lo constituye, tiene esta doble naturaleza de constructor e intérprete.

    Sin embargo, este proceso no concluye aquí, pues de nada serviría haber logrado que el Sentido emerja sino se lo sabe reinterpretar para traducirlo como hallazgos investigativos. Y ahí también está ese rol de creador del intérprete; él debe construir un texto que refleje todo este trayecto y las conclusiones que se generaron a partir del mismo. Así, llegar a responder ¿cuál es el Sentido de este fenómeno o, en el caso que amerite, cuáles son los sentidos que trascienden el devenir de estos sujetos? Para finalmente precisar ¿qué nos dice el sentido construido sobre tal proceso sociocultural o tal otro? Pues cabe recordar que esta es la finalidad de este tipo de investigaciones, la cual será descrita a continuación a manera de conclusión de este texto.

     

    VI. El Sentido, expresión de procesos

    Una vez concluido el recorrido, entre saberes, decires, interpretaciones y construcciones, aún hay una reflexión más por hacer. Al inicio de este artículo, cuestionaba ¿por qué estudiar el Sentido? Presenté dos motivaciones para aplicar esta categoría teórica en los estudios de comunicación, una vinculada con el lector de la obra, el investigador, y otra, con la posibilidad de comprender la construcción sociocultural de un grupo social, a partir del estudio del Sentido de un fenómeno en particular. Profundizaré estos puntos en las siguientes líneas, a manera de conclusión y en el intento de precisar no sólo el por qué, sino el para qué de estudiar el sentido.

    "¿Quién eres tú? preguntó la oruga. Alicia replicó algo intimidada: Pues verá usted señor... yo... yo no estoy muy segura de quién soy, ahora, en este momento; pero al menos sí sé quién era cuando me levanté esta mañana; lo que pasa es que me parece que he sufrido varios cambios desde entonces".

    Parecerá inquietante para el lector encontrar un extracto de la famosa obra de Lewis Carroll, "Alicia en el país de las maravillas", en este documento focalizado en estrategias investigativas. Sin embargo, recurro a esta cita pues me parece que ilustra a cabalidad una de las inquietudes del ser humano, como individuo y como sujeto social, desde los inicios de su existencia: ¿quién soy?... ¿quiénes somos? La dinamicidad y movilidad de la realidad, personal y social, hacen que muchas veces perdamos la posibilidad de dar respuestas a estas profundas inquietudes. No obstante, la investigación social, en general, y la del Sentido, en particular, pueden contribuir en ese intento. Y ahí está el para qué de aplicar el Sentido en los estudios comunicacionales.

    Una vez construidas las significaciones que constituyen la forma de ver y estar en el mundo de los sujetos estudiados, llega otro momento interpretativo importante: ¿y qué dicen esas significaciones socioculturales en tensión sobre quiénes somos o quiénes pretendemos ser? (en este punto cabe recordar las características de las narrativas aplicadas, donde el sujeto narrador no dice necesariamente quién es, sino quien quisiera ser y eso también puede ocurrir en la misma trama de la acción, pues Analmente es una puesta en escena). Y en esa tarea, es preciso ir trazando la relación entre el Sentido que emerge y los procesos socioculturales que refleja.

    Para este punto, se pueden acudir a esas revisiones bibliográficas históricas o contextúales, en general, de las que hablaba en el proceso de codificación. Con ayuda de las mismas y de las evidencias investigativas ir dibujando las posibles rutas, caracterizadas por momentos políticos, económicos, sociales y/o culturales que hayan incidido y permitido la construcción del Sentido.

    De esa manera, se podrá llegar a comprender no sólo la comprensión del mundo como tal, que subyace el accionar de los sujetos en su devenir social, sino cómo se ha llegado a construir esa comprensión. El Sentido debe ser comprendido en su integridad, como parte constitutiva de un complejo proceso que permite su producción, circulación, apropiación, legitimación y reinterpretación. El Sentido debe estar integrado en la dimensión cultural y la dimensión social de las cuales forma parte. Ahí radica su importancia fundamental para los estudios de comunicación y procesos socioculturales, al permitir que lo comunicacional evidencie las tramas históricas, políticas, sociales, culturales y económicas que caracterizan a los mundos subjetivos y sociales de los cuales formamos parte.

    En síntesis, el estudio del Sentido nos aproxima más a la comprensión de nosotros mismos, como sujetos investigadores y como sujetos sociales, así como a la comprensión de nuestras complejas y móviles realidades socioculturales, en términos más generales y complejos, vistas desde la investigación en comunicación. Por todo ello, espero que los interesados en leer este artículo sientan, al igual que yo, no sólo el deseo, sino la necesidad de aplicar -adecuada y conscientemente- esta categoría en sus propuestas investigativas en comunicación, de tal manera que se pueda ir mejorando y nutriendo el trayecto aquí propuesto.

     

    VII. Bibliografía

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    Notas

    1 Guadalupe Peres Cajías (La Paz, 1986) es Magíster en Comunicación de la Pontificia Universidad Javeriana (Bogotá-Colombia) y Licenciada en Comunicación Social de la Universidad Católica Boliviana "San Pablo" (La Paz-Bolivia), donde se graduó por excelencia académica.

    Trabajó como periodista, consultora, investigadora y docente. Fue invitada a cursos de la Pontificia Universidad Javeriana y de la Universidad Cooperativa, ambas de Bogotá, para exponer sobre la Investigación en Comunicación y sobre Movimientos Sociales y Reforma Agraria en Bolivia.

    Actualmente, es la Jefa de Gestión Académica del área de Investigación de la Carrera de Comunicación Social de la Universidad Católica Boliviana "San Pablo", en La Paz. Además, participa en encuentros nacionales e internacionales sobre investigación en comunicación. En 2013 fue invitada por la Asociación Boliviana de Investigadores en Comunicación (ABOIC) para co-coordinar el Grupo de Trabajo 8 (Teorías y Metodologías de la Investigación), en el Encuentro que esa organización realizó junto a la Asociación Latinoamericana de Investigadores en Comunicación (ALAIC).

    2    Se hace alusión al texto "Cuestiones de identidad cultural" (1996) de Stuart Hall y Paul du Gay.

    3    Este punto será profundizado al final del texto.

    4 En este trabajo, se asume al objeto desde una perspectiva amplia, vista como el escenario, el fenómeno, el hecho comunicacional a ser estudiado.

    5 Pongo "etnografía" entre comillas pues si bien el ejercicio que se propone tiene bases en este método investigativo, también tiene ciertas diferencias con el mismo y no quisiera que colegas que creen en la clásica etnografía se vieran contradecidos por lo que aquí se plantea.

    6 En el texto original de Marc y Picard, el contexto está antes que la presentación de los rituales. Sin embargo, he considerado más pertinente este orden. En el texto se presentan las razones.

    7 Este punto será profundizado en el siguiente acápite.

    8 Lease atentamente los términos que hacen referencia a las tensiones del Sentido.

    9 Véase en esta cita la pertinencia con el resto del planteamiento, al proponer el "ir más allá", superar lo "determinístico" y lo "creativo" del proceso analítico interpretativo.