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    Revista Aportes de la comunicación y la cultura

    versión impresa ISSN 2306-8671

    Rev. aportes de la comunicación  n.18 Santa Cruz de la Sierra jul. 2015

     

    POSTÍTULO EN ESCRITURA CREATIVA PROSA

     

    Adiós

     

     

    Por Carol Gainsborg
    Licenciada en Filosofía de la Universidad Católica Boliviana San Pablo

     

     


     

     

    Te he llevado en el bolsillo ya tres días, desde el momento en que te entregaron como símbolo de compromiso. Cuánto me conoce tu dueña, que de todos los sentidos elige el olfato para marcar destino. Te doy vueltas entre los dedos, pequeñita y transparente, mientras juegan imágenes de Isabel y los niños. Quiero abrirte, pero resisto, quiero arrojarte contra el suelo con mucha fuerza, pero no lo hago, y te atesoro con recelo, esperando pasar el control de aduana desapercibidos. Tu mentida pasividad tiene en mí el mismo efecto que tu dueña; diáfana y seductora pese al contenido.

    Te dejo en paz unos instantes.

    Deposito todo el metal en la bandeja y cruzo el detector sin alarma de tu presencia en el pantalón. Es alucinante la manera en que ni tu tapa de goma es un detalle al azar, querido mío. Sabe de mí. Francisca sabe que te llevaría conmigo, a pesar de cualquier cosa.

    Llevamos como dos horas de espera y no anuncian aún el horario estimado de partida. Con el borde de la uña del pulgar acaricio tu boquilla, abriendo una rendija mínima, luego sello la tapa con la yema del mismo dedo y repito la operación, abriendo y cerrando recuerdos de las tardes con los niños: ayudando en las tareas, cocinando con los cuatro, comprando chucherías, enseñando a Samuel a sombrear con lápiz y a Eduardo a cómo resolver el pasado compuesto. Nicolás fue siempre más recatado y autónomo, pero diseñar el Partenón para Sociales, fue un pacto tácito de complicidad que guardo con especial cariño. Mi pequeña Isabel... una mirada de esos ojitos azules desaparecían tiempo y espacio, compromisos, trabajo y hasta a Francisca de a ratos.

    Llaman a abordar el avión.

    Acomodo las cosas y en lo que me pongo de pie comprendo que entre las llaves de la maleta, en algún momento, enganché la tapa y vertí tu contenido. No me di cuenta por la humedad en la pierna, sino por el olor que trasmina todo, tan hondo que me marea y obliga a detener el paso por un momento. Te apreto tan fuerte como me permiten las manos, mientras su piel, sus dedos, sus labios me remueven por dentro.

    Sin reparo, te dejo en el primer basurero del pasillo. Ya no te llevo conmigo, por mucho que hubiera planeado Francisca, tarde o temprano tu olor se habría desvanecido.