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    Revista Expresiones de Sociales

    versão impressa ISSN 2304-8878

    Expresiones de Sociales  n.2 La Paz  2012

     

    ARTICULO

     

    Por las sendas de la interculturalidad:
    REFLEXIONES DESDE LA PRAXIS COTIDIANA

     

     

    Claudia Vincenty Zoto,
    Directora del IIAA

     

     


     

    Interculturalidad: palabra, concepto, idea, sueño y algunas veces pesadilla que últimamente nos persigue sistemáticamente a donde quiera que volteemos la mirada o posemos nuestros intereses más o menos académicos. En estos tiempos de plurina-cionalidad, una incógnita que conjura una gran variedad de sentidos, sobre todo cuando de significar el contenido de ella se trata (no únicamente el semántico).

    Pues bien, algunas definiciones de interculturalidad nos expresan que se trata de un escenario en el que transcurran los diálogos, el intercambio de saberes y haceres, la concertación y la acción, logrando una articulación de todos/as los/as actores/ as en una función sinérgica, generando a su vez, nuevos espacios, que se irán recreando de manera permanente.

    "...La interculturalidad está basada en el diálogo, donde ambas partes se escuchan, donde ambas partes se dicen y cada una toma lo que puede ser tornado de la otra, o sencillamente respeta sus particularidades e individualidades. No se trata de imponer, de avasallar, sino de reconoce?', respetar, concertar"1.

    La interculturalidad debe verse como una conversación en la cual cada uno/a de los/as participantes tiene las mismas oportunidades de aportar sus experiencias y su forma de entender la realidad.

    Sin embargo, hablar de interculturalidad implica hablar de contacto, articulación, respeto, reconocimiento, pero también se está hablando de conflicto, resistencia y tensión entre dos o más grupos humanos intervinientes en un proceso de acercamiento e interacción.

    Para Carbonelli (1995), la interculturalidad se puede considerar como un método de intervención "por el cual la interacción entre las diferentes culturas [es] fuente de enriquecimiento mutuo". Por ello, algunas de las características de la pedagogía intercultural pueden ser: que parte del reconocimiento de la cultura del otro; que genera valores y conflictos interculturales que hay que asumirlos y resolverlos (Mengoa et.al, 1998).

    A partir de todas estas disquisiciones teóricas, y tantas otras que se pueden hallar en diferentes textos, manuales, diccionarios, y documentos de consulta, nos encontramos frente al gran reto de poner en práctica y echar a andar la gran empresa de ser seres INTERCULTURALES...O no???

    La verdad es, como ocurre en tantos otros aspectos de la vida, que si bien no reflexionamos a diario sobre nuestro accionar en los procesos de interacción social que nos toca vivir, la posibilidad de que nuestras relaciones sean sexuales2, interétnicas e interculturales es de prácticamente el 100%.

    Lo que quiero poner de manifiesto es que, en los fundamentos de la vida social que tenemos todos/as los/as humanos/as, y dentro de nuestra sociabilidad como personas, estamos en permanente contacto con otros/as que de hecho son diferentes a nosotras/os en más de un sentido. Por ello, me atrevo a decir que si bien no conceptualizamos los procesos de interculturalidad, la vivimos y la ejercemos de manera inconsciente, debido a que no existen espacios homogéneos o culturalmente idénticos en ninguna parte del orbe, ni siquiera en el seno mismo de nuestros ámbitos familiares.

    Para considerar esta aseveración hay que tomar en cuenta que quien escribe no cree en los esencia-lismos de purezas étnicas o raciales, sino más bien me adscribo a la riqueza que el proceso de mestizaje le da a todas las culturas y que se expresa permanentemente en el dinamismo cultural tan mentado desde la ciencia antropológica.

    En segundo lugar, creo firmemente que hablar de interculturalidad no significa la panacea a los problemas que surgen de la interacción humana. No se trata de creer que la interculturalidad es la palabra mágica que corregirá per se las actitudes de las personas. No olvidemos que todos y todas tenemos una dosis mayor o menor de etnocentrismo que, además comporta una escala de valores respecto del otro/a.

    Tampoco, la interculturalidad es el reemplazo de una cultura hegemónica por otra (antes subalterna). La interculturalidad se mueve más bien en la construcción de escenarios altamente complejos que implican también relaciones de poder (las cuales indefectiblemente estarán presentes) entre seres humanos y entre culturas.

    Otro tema, bastante diferente, es el de analizar si estas relaciones interculturales son en mayor o menor grado exitosas o no, tensas o no, conflictivas o no, armoniosas o no. Lo que nos resulta difícil es identificar cómo llevar adelante estas experiencias y cómo aprendemos a replicar las más dialógicas y horizontales, y por ende las más positivas y saludables.

    El ejercicio permanente de autoevaluación crítica de las conductas y actitudes cotidianas podrá, con el tiempo, darnos insumos que permitan construir relaciones con mayor horizontalidad y mayor aceptación entre diferentes, más allá del plano meramente discursivo que, en muchos casos, sólo crea espejismos distorsionadores de otras identidades.

     

    NOTAS

    1 Organización Panamericana de la Salud

    2 Entendidas éstas como aquellas que se producen en el relaciona-miento entre uno o más biohombre(s) y una o más biomujer(es)