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Revista de bibliotecologia y ciencias de la información (La Paz)
versión impresa ISSN 2078-533X
Rev. bibliotecol. cienc. inf. (La Paz) v.10 n.15 La Paz dic. 2006
CRONICA
Reseña del libro: Como organizar la hemeroteca
José Roberto Arze
ARTEAGA FERNANDEZ, Fernando.
Cómo organizar la hemeroteca. La Paz: Agactra, 2006.— 217 p., il.
Prólogo de Eliana Martínez de Asbún.
Incl. bibliografía.
ISBN 99954-0-054-5.
Este libro incrementa con innegable valía la literatura bibliotecológica boliviana que, de una década (poco más o menos) a nuestros días ha venido creciendo. La obra se inscribe dentro de la llamada "literatura técnica" consistente en proporcionar al bibliotecario o documentalista, instrumentos para su desenvolvimiento profesional. El ámbito al que se refiere es un ámbito especializado dentro de lo que es, ya por sí, la especialidad bibliotecológica: el tratamiento de las publicaciones seriadas y afines que constituyen, dentro de una biblioteca o centro de documentación, el fondo o sección llamado "hemeroteca". En lo que tengo conocimiento, es la primera obra que en nuestro país atiende esta faceta. Y si hiciéramos una concesión –que no la comparto– a la dicotomía "bibliotecología" vs. "documentación", podríamos decir que este manual sirve eficientemente a ambas, por lo que le auguro buen éxito en su difusión.
Antes de reseñar o glosar el contenido de la obra, puede ser interesante un par de reflexiones sobre el entorno científico y comercial en que sale a luz.
Se dice de la sociedad actual (a la que algunos dan el nombre de "postmoderna") que tiene como uno de sus rasgos más visibles la "explosión" de la información cuya dinámica y volumen han traspasado límites que no ha mucho tiempo se consideraban "insospechados"; se ha dicho también que en esta sociedad, el insumo principal del desarrollo económico-social es la información. La aserción de un político europeo de hace más de cien años (lanzada al parecer corno un justificativo del espionaje militar y político) en sentido de que "la información es poder", ha sido adosada a nuestra nueva realidad signada precisamente por la avidez de información que existe en algunos sectores políticos y empresariales (en casi todas partes del mundo, menos 133 en Bolivia). De donde se ha difundido también la idea de que las sociedades agrícolas, comerciales e industriales pasaron a la historia y ahora vivimos en la "sociedad de la información". No es este el lugar para debatir este problema; pero sí para desprender de él unas tres paradojas.
La primera paradoja es que, reconociendo de palabra, esta avidez informativa, se ha perdido buena parte de la "transparencia" de la información que era costumbre en épocas pretéritas, por lo menos en nuestro país, especialmente en relación con actos gubernamentales. Hasta la década de 1940, más o menos, todo Ministerio y oficina pública editaba su Memoria anual y su rendición de cuentas y la distribuía gratuitamente en bibliotecas y centros informativos; hasta la década del '60 no había "decretos reservados"; la Gaceta oficial (que sigue siendo semanal, cuando en casi en todas partes es diaria) se distribuía y adquiría con fluidez; los tratados y convenios internacionales y los contratos con el estado y las corporaciones públicas eran de conocimiento general y no secretos de estado o documentos confidenciales de las empresas; la Cuenta general de la Nación salía regularmente; etc. Hoy, a pesar de las condiciones favorables del internet, se publica mucha bazofia y poca información sustantiva importante. No pocas publicaciones oficiales son más de decoro y vanidad y aun así nuestras principales bibliotecas locales casi no las reciben.
La segunda paradoja es que vivimos en la sociedad de la información, pero que la información se ha encarecido de manera insospechada, especialmente en Europa, Estados Unidos y otros mercados, y que los precios de libros y revistas (reales o virtuales, impresas o electrónicas) que importamos de esos países no tienen proporción con la aguda miseria de los nuestros. Este fenómeno de encarecimiento de la información tiene su lado malo: su práctica inaccesibilidad para la mayor masa de la población y está asociado al dominio tecnológico que ejercen los países imperialistas sobre los países subdesarrollados, pero también a los intereses crematísticos ("derechos de autor", lucha contra la piratería y otras cosas) de los monopolios y las "transnacionales" editoriales.
Pero tiene también un lado bueno: la necesidad de reaccionar contra ese dominio, como científicos de la información de países pobres, no a través de la piratería, que es un recurso muy fácil, a todas luces ilegal y éticamente discutible, sino generando nuestra propia literatura técnica y científica.
Es una vergüenza que muchos de nuestros profesores y estudiantes vayan formando sus instrumentos didácticos sólo en base a fotocopias, cuando cada profesor tendría que publicar un texto o manual de su materia, sin perjuicio de lecturas más nutridas por parte de docentes y estudiantes. Ya este solo hecho nos permite apreciar la significación que tienen libros como este que acaba de publicar Fernando Arteaga.
Y la tercera paradoja, es que, "reconociendo de palabra" la importancia vital y cotidiana de la información, los presupuestos de nuestras unidades de información se han reducido en forma criminal, sin permitir la actualización de nuestros repositorios.
Señaladas estas tres paradojas, entro a glosar brevemente la obra del profesor Arteaga.
Es necesario destacar, en primer lugar, que el manejo de la hemeroteca no se reduce exclusivamente a un asunto de "análisis documental" o "procesamiento técnico". Es, por así decir, un capítulo "transversal" a las diferentes disciplinas bibliotecológicas y, dejándonos guiar por el libro, podría advertirse que tiene varios aspectos: el aspecto teórico y taxanómico (que empieza con la conceptuación misma de hemeroteca, publicación seriada, publicación periódica y otros conceptos derivados); el enfoque histórico sobre la evolución social y bibliográfica de las publicaciones que constituyen el fondo hemerográfico, tanto a escala mundial como nacional; los problemas especiales de la selección, adquisición y descarte (incluyendo los controles administrativos de inventario y/o registro); la normativa propiamente técnica (que es muy rica); los aspectos de conservación y restauración; las particularidades en cuanto a la organización del servicio (consulta, lectura, reprografía, etc.); la formación de redes y sistemas para optimizar el servicio; y, por último, las consideraciones sociológicas y económicas sobre la importancia creciente de la hemeroteca en los repositorios bibliográficos, que del lugar auxiliar, complementario y secundario que tenía en las bibliotecas generales ha pasado a un sitial de primera importancia en las bibliotecas especializadas o centros de documentación e información; etc.
Todos o casi todos estos aspectos están tratados en el libro Cómo organizar la hemeroteca, de Fernando Arteaga. Obviamente, el aspecto del procesamiento técnico (o análisis documental) es el más frondoso y detallado. En el libro encontramos, sobre este particular, los dos aspectos centrales de este análisis: el de las colecciones tomadas en sí mismas, corno unidades bibliográficas totales o "completas" y el análisis de cada uno de sus componentes (artículos), que constituye lo que tradicionalmente se ha denominado la catalogación analítica.
Éste no es el primer libro de esta naturaleza que escribe y publica su autor. Ya hace un lustro editó su Manual de procesos técnicos para bibliotecas (La Paz: Agaetra, 2000), y aun antes difundió alguno que otro opúsculo sobre temas particulares de nuestra disciplina, como Lectura técnica de un libro (La Paz: 1999 [i2000]). Sabemos que tiene otras inquietudes investigativas y bibliofílicas: que trabaja en un repertorio de siglas y otro de términos bibliotecológicos y que colecciona números primiciales de revistas y periódicos, inquietudes que en algún momento se tornarán en sendos productos para consulta de nuestro gremio y de la intelectualidad en general.
Mientras tanto, le hacemos llegar al autor nuestro entusiasta saludo y felicitación.
JOSÉ ROBERTO ARZE.