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    Estudios Bolivianos

    versión impresa ISSN 2078-0362

    Estudios Bolivianos  n.27 La Paz dic. 2017

     

    AVANCES DE INVESTIGACION

     

    Quinua, comunidad y relaciones capitalistas
    en el altiplano sur boliviano

    Quinoa, community and capitalist relations
    in the Bolivian southern highlands

     

    Juan Pablo Neri Pereyra
    Universidad Autónoma de Puebla, México
    Email: jp.neril57@gmail.com


     

    Resumen

    El presente artículo expone los resultados parciales de mi investigación "Quinua y Campesinado: articulación capitalista en un contexto rural boliviano", a partir de un trabajo de campo realizado en el municipio de Salinas de Garci Mendoza y la comunidad de Rodeo, ubicados en el departamento de Oruro, Bolivia, entre los meses de agosto y noviembre de 2016. Esta investigación analiza, desde la economía política, la articulación del campesinado del Altiplano sur boliviano en el capitalismo global, a partir de un enfoque centrado en la mercancía quinua. En la misma demuestro cómo las poblaciones rurales del Altiplano sur se articulan al sistema económico mayor, en distintos momentos o coyunturas, dando lugar a transformaciones y contradicciones económicas, políticas y sociales. En este artículo presento y analizo de manera sintetizada estas transformaciones y el proceso de mercantilización a la luz de la antropología económica marxista de Wi-lliamRoseberry (1976; 1989), Eric Wolf (1955; 1971) y Sidney Mintz (1996) entre otros.

    Palabras Clave: Quinua - antropología económica - marxismo -
    mercantilización - campesinado - relaciones capitalistas.

    Abstract

    This article exposes the results ofmy research "Quinoa and Peasantry: Capitalist arti-culation in a Bolivian rural context", from afielé work carried out in the municipality of Salinas de Garci Mendoza and the community of Rodeo, located in the Province of Oruro, Bolivia, between the months ofAugust and November 2016. This research analyzes, from the perspective ofpolitical economy, the articulation ofthe peasantry ofthe Boli-vian southern highlands in global capitalism, based on a commodity approach on. In it, I show how the rural populations of the southern highlands articúlate themselves to the larger economic system, at different times or junctures, giving rise to economic, political and social transformations as well as contradictions. In this article, I present and analyze these transformations and the process of commodification in the light ofthe Marxist economic anthropology ofWilliam Roseberry (1976; 1989), Eric Wolf (1955; 1971) andSidneyMintz (1996) among others.

    Keywords: Quinoa - economic anthropology - Marxism -
    commodification - peasantry - capitalist relations

     

    Fecha de recepción: 3 de octubre
    Fecha de aceptación: 4 de noviembre

    Juan Pablo Nery Pereyra es Politólogo, candidato a una Maestría en Antropología Socio-cultural por el Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades "Alfonso Vélez-Pliego" de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, México. Autor de Oscurantismo Subversivo (Ed. Autodeterminación), Coautor de Senderos del Conflicto. Aproximaciones a la noción de conflicto como construcción cultural, junto a Ramiro Molina Barrios y Wilbert Tejerina. Correo electrónico: jp.neril57@gmail.com, Puebla, México.


     

    Introducción

    El propósito del presente artículo es exponer algunos resultados de mi investigación "Quinua y Campesinado: articulación capitalista en un contexto rural boliviano". En ésta intento llevar a cabo una relectura crítica del ciclo de auge de la quinua, que tuvo lugar entre los años 2008 y 2013, y del actual ciclo de declive. Mi objetivo fue, a través de una investigación cualitativa, mostrar que la articulación de la región del Altiplano sur de Bolivia al sistema capitalista, a través de la mercantilización de la quinua no fue un fenómeno impuesto, pero tampoco estuvo determinado por la voluntad de los productores locales, en todo caso consistió en la tensión entre ambos. Esta tensión caracteriza la formación de los sujetos antropológicos a lo largo y ancho del globo en el capitalismo contemporáneo. Además, se caracteriza por una complejidad: ninguna transformación tiene lugar de manera homogénea, ni incide indistintamente sobre los sujetos, los colectivos y los espacios. En este artículo me interesa presentar y discutir esta complejidad. Para discutir esta complejidad propongo un análisis desde la antropología económica, a partir de una reflexión orientada en la quinua como mercancía. O, lo que William Roseberry denomina commodity orientation (1989: 120). Enfocarme en la mercancía y en sus ciclos, me permitió realizar un análisis tanto de la coyuntura actual, como de procesos pasados, así como cambiar mi enfoque espacial a la hora de analizar, por ejemplo, los discursos construidos sobre todo por organismos internacionales, en torno a esta mercancía. Por otra parte, me refiero a los trabajos desde la economía política de Eric Wolf (1955; 1971) sobre el campesinado y su articulación al sistema económico mayor. Me interesa especialmente el análisis que realiza sobre comunidades campesinas corporativas o cerradas, y comunidades abiertas y las contradicciones que caracterizan el paso de una forma a otra. Para complementar mi análisis, me refiero a la extensa bibliografía producida entre 2005 y 2016 sobre la quinua, su emergencia como cultivo comercial y sus impactos económicos, sociales y ambientales (Andressen, Monasterio y Terceros, 2007; Antonio 2011; Bhargava y Srivastava, 2013; Bazile 2015; Kerssen, 2015; Laguna, 2011; Vassas, 2016). Finalmente, me basó en la información acopiada durante mi trabajo de campo, entre los meses de agosto y noviembre de 2016, en el municipio de Salinas de Garci Mendoza y la comunidad de Rodeo, donde realicé observación directa y participante, pude entrevistar y entablar conversaciones con productores, autoridades y emprendedores locales de la quinua (23 intercambios) y además asistir a reuniones comunales a nivel del Ayllu, la Marka y el Municipio.

    El texto se divide en cinco secciones. Primero, reviso algunos aspectos de la mercantilización de la quinua desmontando los componentes que hacen de ésta un cultivo comercial. Segundo, reviso brevemente las transformaciones productivas que tuvieron lugar a raíz de los procesos de articulación al sistema económico mayor anteriores a la mercantilización de la quinua, y las que resultan de este proceso. Tercero, discuto sobre la noción de comunidad campesina a modo de comprender los aspectos estructurales de la misma y el desarrollo de las relaciones capitalistas al interior de ésta. Cuarto, escruto un poco más sobre cómo se lleva a cabo la explotación capitalista en el contexto rural del Altiplano sur en la coyuntura actual. Finalmente, en el quinto punto elaboro algunas consideraciones conclusivas con respecto a la complejidad del proceso analizado.

     

    Mercantilización de la quinua

    La importancia que tiene la quinua en el presente, como cultivo comercial, inicia en primera instancia entre los policy makers y los consumidores en los países industrializados y, de manera posterior, en los mercados internos de los países en donde es nativo el cultivo. En Bolivia, inicialmente, la quinua era considerada un alimento "de indios" -entendido esto como algo peyorativo a diferencia de lo que sucede en el presente- y se le prestaba muy poca atención (FAO-CIRAD, 2015). Mucho antes, durante la Colonia y el siglo XIX, la quinua tuvo un lugar secundario y marginal en la alimentación de las poblaciones en los nuevos centros urbanos y en los centros de trabajo. En este contexto llamó menos la atención que la papa, por ejemplo, y sólo se mantuvo su producción para el consumo local en regiones donde no se pudo introducir la gran producción de otros cultivos, debido principalmente a las contingencias climáticas1.

    El interés por la quinua en países industrializados inicia de manera temprana, a mediados del siglo XX, pero se hace mucho más evidente a partir de los años 70 (Bhargavay Srivastava, 2013; Bazile 2015; Laguna, 2011). De manera simultánea al desarrollo de la Revolución Verde, en Estados Unidos crece el interés por incorporar nuevos cultivos en su producción agrícola, entre éstos la quinua (Bazile, 2015: 46). Las numerosas investigaciones que tuvieron lugar consecuentemente fueron fundamentales para que la quinua fuera transformándose en un súper alimento (superfood). Lo primero que llama la atención son las características nutricionales de este grano: alto en contenido proteínico, mineral y vitamínico (Cauda, Micheletti, Minerdo, Scaffidi y Signorini, 2013; Fuentes y Paredes-González, 2015; Dreibus, 2015). Estos aspectos han sido exaltados en múltiples publicaciones, organismos internacionales (ONU y FAO) hasta llegar a canales mucho más populares de difusión: "Mehmet Oz, la autoridad en salud de la televisión conocido como Dr. Oz, avaló la quinua" (Dreibus 2015: 3). Si bien la introducción de la quinua como cultivo en otras latitudes inicia de manera temprana, la construcción y difusión de este grano como superfood es un fenómeno relativamente reciente.

    ¿Cómo entender la idea de súper alimento aplicada a la quinua? En primera instancia, concuerdo con Tony Dreibus, quien señala que esta categoría debe "su éxito a una mezcla de consumidores curiosos, expertos en nutrición, gurús de la cocina y empresas de alimentos ansiosas por explotar las nuevas tendencias" (2015: 2). En este sentido, los súper alimentos engloban una serie de características que los hacen atractivos y que conforman un corpus discursivo que contribuye a su éxito comercial, sobre todo para los consumidores de clase media y alta. Algunas de las características más importantes son:

    1.    Valor nutritivo. En el caso de la quinua, tanto los organismos internacionales que promueven su cultivo y comercialización, como otra literatura relacionada, destacan sus altos contenidos proteínicos, la ausencia de gluten, su bajo contenido en grasas y carbohidratos, sus cualidades antioxidantes, entre otras características que hacen que sea considerada una alternativa al arroz y al trigo (Fuentes y Paredes-González, 2015; Cauda et al., 2013). Cabe aclarar que la noción de superfood tiene un uso específicamente comercial. El concepto no significa nada en sí mismo, sin embargo ha logrado establecer representaciones sociales que favorecen la comercialización, así como la producción de quinua en otros países, conllevando a procesos desiguales de acumulación de capital.

    2.    Valor económico. Esta segunda característica de los superfoods tiene que ver con su potencial productivo y comercial, y comprende dos aristas. La primera, la factibilidad de incorporar el cultivo en países donde el mismo no es nativo; y la segunda, la posibilidad de mejorar las economías locales de los países productores. Ambas forman parte de la misma construcción discursiva, aunque en la práctica son características opuestas. En la última década, en respuesta a los efectos negativos de la denominada Revolución Verde, organismos como The Convention on Biological Diversity (CBD) o la propia FAO, desarrollaron una nueva terminología para repensar la agricultura a escala global y las posibles soluciones al problema del hambre. En este marco, surge la noción de Neglected and Underutilized Crops o Species (ÑUS) que tiene por objetivo promover la producción y comercialización de cultivos campesinos/indígenas que antes se hallaban "fuera del radar" de la agricultura y el mercado global (Bhargava y Srivastava, 2013; Giuliani, Hintermann, Rojas y Padulosi (eds.), 2012; Padulosi, Amaya, Jáger, Gotor, Rojas y Valdivia, 2014).

    3. Valor sociocultural. Este tercer aspecto está directamente vinculado al desarrollo del multiculturalismo neoliberal. La quinua es un superfood, no sólo por su valor nutricional y su potencial productivo, sino también porque se trata de un alimento ancestral, milenario y cuya producción respondería, hasta el presente, al saber invariado de los pueblos indígenas. Entonces, se establece una relación discursiva directa entre la protección de la agro-bio-diversidad y de las culturas indígenas, y la promoción de cultivos de los ÑUS, sin contemplarse las contradicciones intrínsecas de estas propuestas (Padulosi et al., 2014: 1285). De esta manera, se genera otra representación social: que la promoción de este cultivo contribuiría a la preservación de economías indígenas, locales y saberes tradicionales, o ancestrales, que a su vez contribuirían a acabar con el hambre en el mundo2.

    El desarrollo de todas estas nociones conlleva a un proceso claro defetichi-zación de la mercancía. Karl Marx (2010) desarrolla la noción de fetichización, para explicar el emplazamiento de un orden velado a partir de que las relaciones sociales en el capitalismo se fundan en el intercambio de mercancías. Con la noción de la fetichización Marx señala cómo, en el capitalismo, la mercancía adquiere un carácter mítico, a partir de que refleja ante las personas el carácter social de su propio trabajo al tiempo que invisibiliza su trabajo concreto, imponiendo un relacionamiento entre objetos, al margen de los productores. Esto es, se invisibilizan las contradicciones que caracterizan a los procesos productivos en el capitalismo, o como señala el autor, la mercancía deviene en una suerte de "jeroglífico social" (Marx, 2010: 92). La aplicación de la noción de fetichiza-ción al caso de la quinua, supone el desciframiento de un jeroglífico social más complejo, porque comprende una mayor cantidad de relaciones sociales y contradicciones veladas, además de narrativas. Esta aplicación abarca la reflexión tanto sobre relaciones geopolíticas de dependencia, como sobre articulaciones históricas locales, relaciones de desigualdad y explotación a nivel local y una construcción discursiva más compleja.

     

    Transformación productiva

    La mercantilización de la quinua, su posicionamiento como cultivo comercial y las transformaciones sociales que esto produjo, son procesos que inician a partir de la segunda mitad del siglo XX. Antes de que estos procesos iniciaran la actividad económica principal en la región del intersalar era la crianza de ganado auquénido, combinada con la producción de determinados cultivos de manera estacional (papa, quinua y haba notablemente). Esto se debía a las limitaciones que imponían las características climáticas de la región. La aridez y una mayor cantidad de días de helada al año fueron factores determinantes para que en esta región no hubiera cambios tan decisivos en la producción agrícola y, en todo caso, las transformaciones tuvieran lugar en sectores específicos y localizados, como la minería. En este sentido, si bien en las demás regiones productivas del altiplano "[l]a agricultura y la cadena nutricional fueron alteradas por la introducción de nuevos animales, cultivos, insectos y tecnologías que podían ser fuentes alternativas de riqueza y de bienestar" (Platt et al., 2011: 534), esto no sucedió con la misma intensidad en el Altiplano sur. En este caso la introducción de nuevos animales comprendió principalmente ganado equino y ovino, pero no se logró la introducción de ganado bovino; este no es un dato menor pues, si bien en el resto del altiplano y los valles "[e]l arado europeo tirado por bueyes ya estaba en uso por los encomenderos en la década de 1540 y pronto iría reemplazando los antiguos picos de madera (llawk 'ana) en muchas chacras campesinas" (Platt et al., 2011: 534), en la región del Altiplano sur se mantuvo la producción manual de pequeña escala.

    En efecto, la introducción del arado tirado por bueyes significó una primera revolución en la producción agropecuaria sin precedentes en los Andes durante el periodo colonial (Platt et al., 2011: 534-535). Sin embargo, la imposibilidad del cultivo extenso de forraje en la región del Altiplano, conllevó a que la misma estuviera parcialmente excluida de esta significativa transformación productiva (Laguna, 2011: 114). Aunque sí hubo una considerable introducción de ganado mular durante el siglo XIX, y se desarrolló la producción para forraje (alfalfa y cebada) en zonas altas como Salinas para proveer a las recuas de arrieros, éstas eran actividades complementarias y no principales. La producción agrícola se llevaba a cabo en las serranías, con métodos manuales, para proteger los cultivos de las heladas. No existía un solo cultivo, sino que durante el año se rotaba la producción de otros productos: distintas variedades de papa, haba y hortalizas. En lo que respecta la técnica de producción agrícola, se mantuvo la utilización de la laucana (llawk'ana) o liucana. Entonces, la producción era mediante un sistema de rotación para optimizar el potencial productivo del suelo, dejando reposar determinadas parcelas por un año, durante el cual el ganado abonaba las parcelas. Hasta mediados de los años 80, como me comentó don Wilson, presidente de la empresa Quinbolsur, la producción agrícola en Salinas era llevada a cabo de manera familiar o individual para el autoconsumo.

    La apertura de caminos y la progresiva adquisición, por determinados pobladores, de camiones y otros medios de transporte significó un cambio fundamental para las poblaciones del Altiplano a finales del siglo XX (Kelley y Klein, 1981). Los viajes que realizaban los Harneros para realizar el intercambio monetizado y no-monetizado con otros pisos ecológicos fueron reemplazados por el camión, y surge un nuevo actor económico: el transportista intermediario y fletero3. Esto permitió acumulaciones de capital diferenciadas entre vecinos de las comunidades. Ello explica que los primeros tractores que ingresaron en la región de las Salinas y las comunidades aledañas fueran de comunarios que lograron hacerse de uno. Como me señaló don Juvenal, uno de mis informantes clave en Challapata: "[...] debe ser por la década de finales del 50, el 60, ya se han bajado a las pampas y han empezado a sembrar, también a mano en principio, y alguno que otro con cierta maquinaria, algunitos como la familia Ignacio ¡con tractor! Uuuta nosotros sabíamos mirar" (Entrevista, 6 de octubre de 2016). También hubo iniciativas corporativas para coadyuvar a la tecnificación del agro. Juvenal me contó que la CSUTCB también impulsó el empleo de nuevas tecnologías para mejorar la productividad del agro, a través de las Corporaciones Agropecuarias Campesinas (CORACA) creadas en los años 80.

    Las políticas de incentivo impulsadas por la CSUTCB no sólo tuvieron que ver con la introducción de nuevas tecnologías, sino también con lograr un desarrollo agrario "justo" para los productores de quinua. Durante los primeros años en que se comienza a vender la quinua en mercados internacionales, ni la producción ni la comercialización estaban organizadas. Entonces, quienes llevaban a cabo esta actividad eran los intermediarios rescatistas, aquellos que poseían camiones. Por lo tanto, el precio no estaba bien definido, y los productores recibían un pago arbitrario por parte de los rescatistas. En este contexto, la CORACA de Oruro impulsa la creación de la Asociación Nacional de Productores de Quinua ANAPQUI el año 1984, como forma de proteger a los productores:

    ¿Cuál es el objetivo de esto? Destetar del compadre, del ahijado, del camionero, del potentado que recogía las quinuas. Entonces, en todas las comunidades se ha conformado el comité de defensa de la quinua. Y en Salinas, les hemos fregado a los barones de la quinua que en ese momento eran don Adolfo Ignacio, un rescatista de la quinua de Salinas bien conocido; después, el señor Esperidión Pérez, otro rescatista de la quinua y potentado de la región; después, un tal Quispe, no sé qué Quispe será éste. [...] Ellos sabían donde vender seguramente, y eran los ricachoncitos en Salinas. (Entrevista a Juvenal, 4 de noviembre de 2016)

    Efectivamente, antes de que tuviera lugar la conformación de asociaciones y la tecnificación de la producción, quienes tenían posibilidad de acumular mayor capital también ejercían un poder sobre los demás productores. Esto mismo me señaló don Mario, autoridad de la Marka Salinas: "Había pues intermediarios, unos conocidos, por lo menos de aquí de la capital unos cuatro intermediarios [...]. Ellos entregaban (dinero) adelantadamente para la cosecha y cuando llegaba a su estado de madurez, ya llegaban con su carro a recoger nomas la quinua" (Entrevista, 19 de septiembre de 2016). La introducción de nueva tecnología para la producción, en este caso el tractor, supuso un cambio fundamental en la producción de quinua y la comercialización (Laguna, 2011, Pak, 2012). La revolución productiva que no tuvo lugar antes por la imposibilidad de introducir ganado mayor finalmente ocurrió a finales de los años 70 y durante los 80. Lógicamente, la organización espacial de la producción cambió radicalmente: se amplió la frontera agrícola a las pampas y se sustituyó la producción ganadera.

    La acumulación de capital diferenciada también afectó directamente a las lógicas previas de distribución de la tierra, lo que generó distorsiones que continúan hasta el presente: la producción de quinua pasa a llevarse a cabo en las otrora áreas de pastoreo que eran de uso colectivo, por lo tanto la tierra comienza a ser distribuida de manera individual y no siempre organizada. Siguiendo a Sarah Metáis: "el factor principal para determinar los derechos de uso de la tierra llegó a ser la disponibilidad de capital en las familias. A mayor capital, las familias podían equiparse mejor (comprar un tractor) y así aumentar su capacidad de acaparamiento de tierras" (Metáis, 2011: 143). Salinas de Garci Mendoza fue uno de los escenarios de este acaparamiento arbitrario y desigual. En suma, el creciente interés por la quinua no contribuyó al fortalecimiento de economías campesinas morales, ni al resguardo de conocimientos indígenas. Al contrario, conllevó a una gran transformación económica; al rediseño de las relaciones sociales y de producción, a partir del ingreso en escena de nuevos actores; así como cambios en las relaciones sociales.

    Si bien a partir de los años 80 inicia la expansión de áreas de producción de quinua en el departamento de Oruro, es recién a partir inicios del siglo XXI que esta expansión del cultivo se dispara en las regiones altiplánicas. Por lo tanto, el auge o boom de la quinua corresponde propiamente al periodo comprendido entre 2008 y 2013-14. Entre estos años los precios del producto se disparan, tanto en el mercado convencional como el orgánico; las áreas de cultivo se expanden en algunos casos de manera irracional; y se producen cambios substanciales en las relaciones sociales y de producción al interior de las comunidades. A nivel nacional, la superficie pasa de 50.356 ha en 2008 a 131.192 ha en 2013, y en el caso del departamento de Oruro, 22.002 ha en 2008 a 62.216 ha en 2013. Este proceso fue determinado directamente por la introducción del tractor, pero que no supuso la desaparición de la producción 'tradicional en las serranías, ya que conforme fueron aumentando los precios, se aprovechó la mayor superficie posible (Laguna, 2011; Pak, 2012; Vassas, 2016). La expansión del área de producción se dio de manera progresiva, primero en zonas que ya tenían una vocación agrícola previa, como Salinas de Garci Mendoza, Llica o Tahua, y posteriormente en comunidades como Aroma, Coroma, Rodeo, entre otras.

     

    Comunidad corporativa y comunidad abierta

    A partir de los procesos descritos se reconfiguran las relaciones de producción: surgen nuevos actores y los niveles de organización se van modificando continuamente. Esto no quiere decir que no tuvieran lugar transformaciones económicas, productivas y comerciales anteriores, que dieran lugar a procesos de diferenciación y estratificación entre aquellos pobladores que podían desplegar con mayor facilidad estrategias para diversificar sus ingresos y los que se avocaban principalmente a la ganadería y la agricultura de subsistencia (Bonavia, 2009; Platt, 1987; Sanhueza, 2011). A esto se refería Juvenal, por ejemplo, cuando me contó que el objetivo de la CSUTCB al crear una asociación que amparara a todos los productores era el de "destetar" a los productores de los rescatistas (intermediarios). La creación de las asociaciones de productores reorganiza el panorama de la comercialización de quinua, y transforma las dinámicas económicas de manera cualitativa considerando que, por un lado, "El Altiplano Sud era una región donde el sindicalismo campesino tenía una presencia reciente y una adhesión y legitimidad marginales" (Laguna, 2011: 343); y, por otra parte, que al interior de las comunidades ya existía una diferenciación entre vecinos, como consecuencia de incursiones particulares anteriores en actividades económicas como el comercio informal y la minería4.

    El análisis propuesto por Eric Wolf (1955) sobre el campesinado, al diferenciar comunidades corporativas o cerradas y comunidades abiertas, se plantea como el más pertinente para comprender estos procesos. Ambos conceptos ofrecen mayores elementos para analizar las transformaciones por las que atraviesa el campesinado del Altiplano sur, en los distintos momentos de su articulación sistema económico mayor (Cf Wolf, 1971; Roseberry, 1976; 1989). El aporte que resalto de estos conceptos es que, en los términos del autor, permiten comprender un aspecto estructural del campesinado: su articulación con el sistema económico mayor y su relación con los grupos no-productores que se apropian del excedente campesino. Y no así de características culturales de la comunidad, como pretenden las lecturas más interesadas en entender la misma como "forma de vida" (Agaraben, 1996; Bauman, 2005; Espósito, 2003; Negri y Cesare, 2012).

    El concepto de Comunidad Campesina Corporativa se refiere a un sistema social circunscrito que establece límites claros en las relaciones entre sus miembros y actores foráneos, y cuya identidad es estructural (Wolf, 1955: 456). Por lo tanto, la articulación de este tipo de comunidad con los grupos dominantes de no-productores se basa en representaciones colectivas sobre la misma. Este tipo de articulación operó, en el caso de los Andes meridionales, durante el periodo colonial y los primeros decenios de la República, permitiendo la permanencia del ctyllu como entidad territorial y sociopolítica de organización dinámica a través de ambos periodos. En términos económicos, la articulación se dio a partir de la transferencia del excedente campesino a las élites coloniales y republicanas, que era gestionado por las propias autoridades indígenas a través del cobro del tributo y el reclutamiento de mano de obra; así como a través de la dotación de productos agrícolas por las propias comunidades a los centros urbanos (Klein 1995; Saignes, 1986; Spalding, 1974; Thomson, 2007). Se trataba de una articulación problemática pues, siguiendo a Wolf, la Comunidad Corporativa en América es el resultado de políticas de la Corona para evitar que los colonizadores tuvieran el control directo sobre el trabajo campesino; pero también es el resultado de la imposibilidad de establecer un gobierno directo sobre los recursos y la población en contextos que ofrecieron amplia resistencia (1955: 457).

    La articulación de la Comunidad Corporativa comprende una presión externa, en lo que respecta la producción de excedente, que conlleva a la necesidad de desarrollar "reacciones económicas de compensación" (Wolf, 1955: 458- 460; 1971). Esto es el desarrollo de actividades económicas suplementarias, así como el refuerzo de patrones tradicionales de consumo a partir de prolongar la dependencia en relaciones no monetizadas de intercambio, además de la apropiación del excedente por los grupos dominantes de no-productores (Cf. Platt, 1987; 2016). Pero es también en estos contextos que tienen lugar procesos originarios de diferenciación y estratificación social en las comunidades, pues a pesar de los mecanismos de control internos, las reacciones económicas de compensación no son homogéneas. Existe un nivel de agencia individual que opera determinado, justamente, por la articulación al sistema económico mayor. Estos procesos diferenciados de articulación activan formas de control social interno en la Comunidad Corporativa que derivan en escenarios de conflictividad. La necesidad de salvaguardar relaciones horizontales, señala Wolf, conlleva a conservar y reforzar los sistema tradicionales de roles, así como a la defensa de la etnicidad y las costumbres (1955: 460)5.

    El segundo tipo de comunidad campesina descrito por Wolf es la Abierta. Ésta se caracteriza por su mayor grado y escala de articulación con mercado capitalista. Se trata de un campesinado que "regularmente vende un cultivo comercial que constituye probablemente entre el 50 y el 75% del total de su producción" (Wolf, 1955: 461). Aunque el autor señala que esto se da principalmente en regiones de valles y trópico (refiriéndose a productos como el cacao, el café, bananas y azúcar), el caso del Altiplano sur prueba que este es un proceso que puede tener lugar en distintos contextos ecológicos. Las características de este tipo de comunidad son: 1.- se trata de totalidades sociales más amplias, por lo tanto, socioculturalmente más complejas; 2.- son comunidades más receptivas a influencias externas de distinta índole, debido a que su riqueza se basa principalmente en satisfacer las demandas de grupos de no-productores externos; 3.- en este caso los mecanismos de control social son sobrepasados por el nivel de producción, por lo tanto este tipo de comunidad permite y promueve acumulaciones personales de riqueza, al tiempo que se reduce la acumulación en el nivel de la estructura comunal (1955: 462-463). En este tipo de comunidades abiertas, se desarrollan con mayor intensidad relaciones de jerarquía entre los miembros, que además son evidenciadas por nuevos patrones de consumo. Por último, la tierra pasa a ser poseída principalmente de manera individual y existe una innovación tecnológica desigual en la producción a partir de los procesos de diferenciación socioeconómica.

    Ahora bien, el tipo de articulación que caracteriza a la Comunidad Campesina Abierta no debe ni puede ser comprendido en un sentido de progresión evolutiva o teleológica con relación a la Comunidad Corporativa. Por un lado, porque este tipo de lectura reforzaría la noción romantizada de la comunidad como economía moral interrumpida por la impronta capitalista. Por otra parte, porque tampoco permite dar cuenta de la complejidad de los procesos de articulación, que no son unilineales u homogéneos, ni sincrónicos, ni completamente coherentes. En la transición de uno a otro tipo de comunidad campesina influyen, tanto factores internos como la articulación particular de actores específicos que contravienen las estructuras de la Comunidad Corporativa, catalizando desde el interior la transformación; como factores externos, por ejemplo la asignación de valor comercial a un determinado producto en el mercado global, que a su vez conlleva al crecimiento de la demanda sobre el mismo. En este caso: la quinua.

    Otro aspecto importante señalado por Wolf es que el desarrollo de economías comerciales en las áreas rurales en América Latina fue y sigue siendo cíclico, marcado por momentos de auge y de crisis, caracterizados por booms de cultivos comerciales como resultado de la especulación que tiene lugar en el mercado global (1955: 463-464). En este sentido, para el autor hay dos aspectos claves a considerar a la hora de estudiar el campesinado contemporáneo: 1.- no se puede analizar las economías de subsistencia y comercial como dos fases progresivas, sino intentar dar cuenta de las alteraciones y alternaciones entre ambas formas, determinadas por las fluctuaciones económicas; 2- es necesario analizar cuáles son los mecanismos que hacen posible estos cambios.

    En primera instancia, es importante reiterar que la articulación de las economías andinas y, específicamente, del Altiplano sur al sistema económico mayor se remonta al periodo colonial, a partir de la Comunidad Corporativa, donde prevalecen lógicas y técnicas tradicionales de producción, estructuras propias de organización política y territorial en tensión/concesión con el aparataje colonial y republicano6. La mercantilización progresiva de la quinua marca un nuevo momento en la articulación, en el que juegan un papel importante los actores locales. A pesar de la vigencia de la Comunidad Corporativa, debido a la desatención estatal y la marginalidad comercial de esta región, determinadas familias se insertaron en dinámicas comerciales que les permitieron una acumulación de excedente, y posteriormente sentaron las bases para la tecnificación y transformación productiva. Por ello es que se trata de procesos complejos, donde distintas escalas se hallan imbricadas. En el presente, las trayectorias diferenciadas entre residentes y estantes7 permiten dar cuenta de esta complejidad. En algunas lecturas que se hicieron de estos procesos marcados por la conflictividad, durante los años del boom, emergieron interpretaciones que condenaban a los residentes como actores externos que habrían alterado la armonía comunal de los campesinos. Sin embargo, se trata de trayectorias que están vinculadas con los ciclos largos de auge y crisis que caracterizan las articulaciones del campesinado al sistema económico mayor (Wolf, 1955; 1971; Roseberry, 1976; Mintz, 1996).

    Por otra parte, Eric Wolf nota que el transcurso de una forma de comunidad campesina a otra no es definitiva, sino problemática, y tiene que ver también con el interés de los inversionistas, o del sistema económico mayor, de mantener ciertos aspectos en las técnicas y relaciones de producción sin cambio. De esta manera se reduce "el riesgo de tener su capital atado a los medios de producción de la propiedad campesina, si es que el cultivo pierde su valor comercial" (Wolf, 1955: 464). Este apunte es aplicable al caso de la quinua en el presente. Por un lado, la aparición de instituciones de fomento financiero no bancarias (Idepro IFD, CIDRE, Crecer, Fondeco, entre otras) tiene que ver justamente con la no-disposición de los bancos de otorgar créditos a pequeños y medianos productores campesinos, por el riesgo que esto representa. Por otra parte, hay que mencionar las políticas de promoción de producción comunitaria y orgánica, que tan sólo hallaron su aplicación de manera nominal, como las impulsadas por ONG en observancia a la imaginería multicultural de organismos internacionales a la que me refiero en la primera sección.

     

    Relaciones capitalistas

    Al interior de la Comunidad Campesina Abierta, dado que a partir de la aparición del cultivo comercial se emplaza una economía propiamente capitalista, se consolidan las relaciones de desigualdad y las disparidades entre productores, y se despliegan nuevas dinámicas económicas y sociales. Por lo tanto, si bien la aparición del cultivo comercial no implica una transición entre fases progresivas, el impacto sobre las relaciones de producción, así como la brecha socioeconómica entre productores, marcan un punto de no retorno. En su artículo Rent, Differentiation and Development ofCapitalism among Peasants, William Rose-berry (1976) discute sobre cómo se aplica el concepto marxista de explotación en contextos campesinos. Primero complementa la definición de campesinado propuesta por Wolf (1955; 1971) señalando que, tanto la cuestión de la unidad familiar y el control sobre los medios de producción, como la sola observación de la relación del campesinado con los grupos sociales no-productores, son insuficientes para el análisis. Ambos aspectos ignoran los procesos de diferenciación que ocurren al interior de las comunidades campesinas y tienden a la idea de unidades productivas homogéneas. Esto conlleva a una definición estática del campesinado, como si estuviera simplemente "dominado" por el sistema económico mayor (Roseberry, 1976: 46). En este sentido, el autor propone analizar las relaciones sociales complejas y su proceso de transformación.

    En los apuntes que realiza Wolf al respecto de las diferencias entre la Comunidad Corporativa y Abierta (1971: 51), resalta la diferenciación que tiene lugar entre peasant y farmer. El primero se refiere al campesinado cuya producción se dirime entre la subsistencia y la transferencia del excedente al grupo dominante de no-productores (Cf. Wolf, 1971). El segundo se refiere a los productores cuya actividad agrícola ya no determina su subsistencia, sino únicamente su articulación comercial, lo cual les permite acumular capital. Wolf señala que cuando emergen estos grupos favorecidos de productores agrícolas, sobre todo en contextos de poca acumulación de capital, "más importantes son las alianzas informales de familias y clientes que polarizan la riqueza y el poder en un momento dado" (1955: 465). Esto es, la diferenciación o estratificación que tiene lugar en la Comunidad Abierta se basa en viejas alianzas familiares y en la circulación de élites por medio de bloques similares. En el caso del Altiplano sur, primero surge una élite comercial (intermediarios) (Ofstehage, 2010) que se apropia del excedente cuando el cultivo comienza a ganar valor comercial. Esta forma de explotación sobre el campesinado es ineficiente y desregulada; se trata de élites prosaicas, cuya relación con los campesinos se basa en la vecindad y compromisos orales. Con la regulación de la comercialización, la aparición de las asociaciones de productores y las empresas exportadoras, el creciente involucramiento de ONG, el retorno de familias de residentes que lograron una acumulación de capital en otras actividades, y con el acaparamiento desigual de tierras, pasa a tener lugar una explotación de tipo eficiente.

    ¿Cómo tiene lugar esta explotación en la Comunidad Abierta? Roseberry propone utilizar el concepto de renta, en un sentido distinto al propuesto por Marx, para comprender este proceso en el campesinado. Entonces, la renta comprende impuestos, intereses, la preventa forzada de productos a un precio menor que el comercial y cualquier otra forma de extracción del plusvalor del trabajo campesino que no se basa en la venta de la fuerza de trabajo (1976: 51). En el caso del Altiplano sur, el campesino es el terrateniente, por lo tanto, la explotación tiene que ver principalmente con la transferencia/apropiación del excedente a partir de la venta del producto, además de la tenencia desigual de medios de producción. En este caso, siguiendo los apuntes de Roseberry, la extracción del plusvalor del campesinado está determinada por otros factores: un buen año -o no- de cosecha; el nivel del precio del producto agrícola en el mercado; y si la renta es computada con base, o no, en las condiciones del precio del mercado.

    En este marco, en primera instancia la expropiación de la renta campesina8 fue llevada a cabo por los intermediarios. Es decir, "el compadre, el ahijado, el camionero, el potentado que recogía las quinuas" (Entrevista a Juvenal, 6 de octubre de 2016). En este primer momento, la explotación se llevaba a cabo de manera ineficiente pues el mercado se hallaba completamente desregulado. Los intermediarios vendían la quinua a través de circuitos informales de comercialización (contrabando). En este contexto, no existían precios fijados, por lo que la expropiación de la renta era arbitraria pues es muy probable que el pago al productor fuera bastante inferior al precio de comercialización. De hecho, los contratos que llevaban a cabo los intermediarios con los productores eran fijados por adelantado, antes de la cosecha, entonces el campesino se comprometía a entregar un lote sin saber cómo le iría en la cosecha (Cf Laguna, 2011; Ofstehage, 2010).

    A partir de que se regularizan los circuitos de comercialización, la organización de la producción y con la proliferación de políticas y proyectos de apoyo (créditos, proyectos de ONG, etc.), la explotación se complejiza. Si bien la asociación fue concebida como forma de organización para regular y equiparar los ingresos de los productores, y para frenar la apropiación del excedente por parte de los intermediarios, en el presente éste es uno de los canales para la expropiación eficaz de la renta campesina. La relación del productor con la asociación consiste principalmente en la entrega del lote de producción a un precio más "justo" que en los circuitos desregulados, que es fijado por contrato, de acuerdo con el nivel de precios de exportación. Pero, las asociaciones llevan a cabo también inversiones para el procesamiento del producto primario, como es el caso de las plantas procesadoras de ANAPQUI y APQUISA, donde tiene lugar una acumulación de valor del que no necesariamente goza el pequeño productor asociado. Por otra parte, las asociaciones pueden retener los lotes de producción, sin pagar a los asociados, hasta que realizan el envío a los importadores. Y todo esto sin considerar los procesos de diferenciación entre productores.

    En el caso de empresas particulares como Quinbolsur, Wilson me señaló que su relación con los productores con quienes tiene contratos es estrictamente comercial, como proveedores de materia prima. A diferencia de otros productores que "dependen de la asociación", Wilson vio la oportunidad de controlar sus ganancias fuera de las mismas (Entrevista, 28 de octubre de 2016). Es decir controlar la renta en buena parte de los eslabones de la cadena de valor (producción, acopio, procesamiento y exportación) vendiendo el producto directamente a los mercados internacionales. Esto sucede con la mayoría de las empresas privadas de exportación, muchas de ellas situadas en las ciudades (La Paz, El Alto, Oru-ro): se apropian del excedente de producción del campesino, y agregan valor a través del beneficiado, el procesamiento y la exportación.

    Si bien los circuitos de comercialización regulados se hicieron dominantes en el Altiplano sur, todavía existe una gran porción de productores no asociados que comercializan a través de los intermediarios. En Challapata predomina un gran circuito del denominado "mercado negro" de la quinua, donde el productor recibe un pago por su lote al precio de la quinua convencional (en el presente, 300 Bs. el quintal). Los intermediarios comercializan la quinua por el Perú, donde muchas veces mezclan la producción de ambos países para incrementar los lotes que despachan al extranjero. Este aspecto permite pensar que la circulación de élites a la que Wolf (1955) se refiere es un proceso problemático y no definitivo, que no necesariamente conlleva a su substitución. De hecho, lo que sucede en el caso del Altiplano sur es que tiene lugar una competencia entre las primeras élites y las más recientes. Otra de las vías para la apropiación de la renta campesina son los pagos que deben realizar los productores con moras en sus créditos a las Instituciones de Fomento al Desarrollo (IFD) y las entidades bancarias. Don Mario me señaló que uno de los problemas más importantes que trajo consigo la crisis actual de los precios de la quinua es la dificultad para cumplir con estas obligaciones (Entrevista, 19 de septiembre de 2016).

    Considero importante señalar también otros aspectos de estas transformaciones en la articulación del altiplano sur con el sistema económico mayor, que permiten afirmar que se trata de un punto de no retorno. Otra consecuencia importante de la diferenciación es la capacidad de respuesta desigual entre productores, ante contextos de crisis o caída del valor comercial del cultivo, como sucede en la actualidad. En este caso, no me refiero únicamente al costo que puede significar invertir en producción estrictamente "orgánica", sino también a los impactos de la extensificación e intensificación de la producción. El auge de la quinua no sólo trajo consigo transformaciones sociales y económicas, sino también impactos de orden ambiental (agotamiento de suelos y procesos de de-sertificación), que representan desafíos en distintas escalas para los productores. En el presente, gran parte de los residentes dejaron el campo, para retornar a sus otras actividades, en vista de la crisis de la quinua. Entonces son los campesinos de tiempo completo -estantes- los que deben enfrentar los verdaderos desafíosproductivos; y, son también estos campesinos quienes tienen mayores dificultades para ceñirse a las exigencias de producción que impone el mercado.

     

    Observaciones finales

    Desde el año 2011 varios estudios auguraban el declive de la quinua como consecuencia de varios factores (competencia internacional, impactos ambientales, fenómenos climáticos, entre otros) (Andressen, Monasterio y Terceros, 2007; Antonio 2011; Kerssen, 2015). No obstante, recién a partir del año 2017, los funcionarios del gobierno expresaron su "preocupación" con respecto a esta situación. En una entrevista citada por la Agencia de Noticias Fides, el ministro de desarrollo rural Cesar Cocarico declaró: "Nos han quitado el mercado que nosotros teníamos de exportación por ese fenómeno de la popularización de la quinua" (ANF, 11 de Junio de 2017). Para evitar una retórica de victimización frente al sistema económico mayor es necesario observar los aspectos estructurales que caracterizaron la articulación del Altiplano sur con el capitalismo global, a partir del emplazamiento de la quinua como cultivo comercial. A lo largo del presente artículo apuntalé algunos elementos para el análisis desde la economía política de esta articulación, para desmentir este tipo de declaraciones de victimización frente al mercado global. A partir de discutir, por un lado, cómo se construye la imaginería en torno a la quinua desde instancias externas, y, por otra parte, las transformaciones de la comunidad campesina en su articulación al sistema económico mayor y, finalmente, las relaciones capitalistas que se emplazan en el Altiplano sur, intenté demostrar que se trata de un proceso complejo, que tiene lugar en distintas escalas y donde confluyen diferentes actores. Por lo que un análisis circunscrito a tan sólo una de estas escalas fallaría en el intento de entender "las relaciones sociales complejas (...) y su proceso de transición" (Roseberry, 1976: 47). Afirmar que el capitalismo no fue impuesto a las poblaciones rurales del Altiplano sur, no implica negar relaciones geopolíticas de poder, pero tampoco se limita a su denuncia. El fenómeno que describo no es nuevo en la historia de las cadenas de valor de productos agrícolas latinoamericanos, procesos similares ocurrieron -y ocurren- con otras mercancías, insertando a las economías campesinas en los ciclos de auge y de crisis del sistema económico mayor (Cf Mintz, 1996; Topik, Marichal y Frank, 2006).

     

    Notas

    1 En regiones de valle, como fue el caso de Norte Potosí, la inserción de nuevos cultivos como el trigo fue exitosa y devino en la principal actividad económica durante mucho tiempo (Platt, 2016). En otras regiones el desplazamiento de la quinua por otros productos que eran considerados más importantes (trigo, cebada, maíz, papa) también estuvo vinculado con la transformación productiva que originó la introducción del arado de buey (Platt et al., 2011). Sin embargo, en regiones como el Altiplano sur, estas transformaciones así como la vigilancia estatal sobre qué cultivos se llevaban a cabo no tuvieron los mismos efectos, por lo que la quinua siguió siendo producida localmente.

    2 El concepto de conocimiento indígena (CI) o Indigenous Knowledge (IK) es una categoría usada y promovida por la FAO para referirse a formas específicas de producción campesina que tienen la cualidad de ser transhistóricas. De hecho, en su glosario de agricultura orgánica este organismo define los CI de la siguiente manera: "es el conocimiento local que es exclusivo de una cultura o sociedad dada. CI contrasta con el sistema de conocimiento internacional generado por universidades, instituciones de investigación y empresas privadas. Es la base para la toma de decisiones a nivel local en agricultura" (FAO, 2009: 74). En suma, esta noción consolida la imaginería multicultural propia del neoliberalismo, para favorecer los procesos de mercantilización.

    3 De hecho, la aparición del intermediario, como actor económico clave para la articulación de las comunidades campesinas en nuevos circuitos de intercambio, es un fenómeno que fue especialmente propiciado por la Revolución Nacional de 1952, y la consecuente Reforma Agraria de 1953. Como demuestran Kelley y Klein (1981) en su estudio sobre la Revolución Nacional, la Reforma Agraria produjo una circulación de élites, en el sentido que terminó con el monopolio comercial del hacendado, y "en su lugar, un complejo sistema de camionaje, de diversos intermediarios competidores, de ventas sindicales directas, y de comercio campesino individual, reemplazó los arreglos de la pre-reforma" (1981: 126). La multiplicación de los intermediarios, por lo tanto, es una consecuencia directa de la campesinización promovida por la Reforma Agraria.

    4 Andrew Ofstehage (2010), en su tesis doctoral The gift ofthe middleman, argumenta en contra de las críticas hacia la figura del intermediario, intentando desvincularlo de la figura del "coyote" aplicada en México, a partir de demostrar que el intermediario en el Altiplano sur es parte de la comunidad, y no así un agente externo que rompe con las dinámicas de la misma. Esto conlleva la necesidad de discutir la noción de comunidad, en aras de desmentir nociones recientes sobre un espacio social de relaciones horizontales y armónicas.

    5 Wolf señala que entre estos mecanismos internos de control se halla la "envidia generalizada", así como el chisme y la brujería (1955: 460-461). Pero también pueden derivar en conflictos más amplios, como describen Spalding (1974), Thomson (2007), Platt (2016), entre otros, en referencia a la crisis de la autoridad de los Curacas que tuvo lugar a finales del siglo XVIII, debido a la proximidad de estas élites con las autoridades coloniales, la simpatía de las mismas con las políticas coloniales de despojo del excedente y los privilegios de que gozaban.

    6 En este contexto, las lógicas de producción y comercialización obedecían a lo que Wolf denomina características paleotécnicas (1971: 33-40). El control de varios pisos ecológicos, el doble domicilio y la transhumancia eran características fundamentales de las economías andinas. De hecho, puede señalarse que la transhumancia y el control vertical de pisos ecológicos, aun con las variaciones que implicó durante la Colonia y la República, era la característica económica precapitalista que otorgaba a la comunidad corporativa del ayllu su autonomía y relativa autosuficiencia. La desaparición de esta transhumancia es un factor clave para la transición hacia una comunidad capitalista abierta, con reminiscencias de la forma comunidad corporativa.

    7 Un aspecto importante del proceso de mercantilización de la quinua es el surgimiento de dos nuevas categorías demográficas: los residentes, que son los comunarios o hijos de comuna-rios que migraron y que retornan para reclamar un terreno de cultivo; los estantes que son los que viven de forma permanente en la comunidad (Vassas, 2016; Ormachea y Ramírez, 2013; Laguna, 2011).

    8 En esta sección me refiero específicamente a la producción de quinua como cultivo comercial. Por lo tanto, no me detengo a analizar la expropiación de la renta que tuvo lugar en Salinas de Garci Mendoza y algunas comunidades aledañas, durante el siglo XIX cuando existía una producción importante de forraje para aprovisionar al ganado mular y auquénido de los comerciantes; ni tampoco la importante producción de papa en algunas comunidades, que también sirvió para la dotación de centros urbanos.

     

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