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    Estudios Bolivianos

    versión impresa ISSN 2078-0362

    Estudios Bolivianos  n.27 La Paz dic. 2017

     

    DOSSIER

     

    Esbozo de una semblanza:
    las aventuras de Eloy Perillán Buxó
    (1848-1889) en La Paz (1877)

    A Portrait's Sketch:
    The Adventures of Eloy Perillán Buxó
    (1848-1889) in La Paz (1877)

     

    Kurmi Soto Velasco
    Universidad Mayor de San Andrés
    Email: kurmisoto@hotmail.com.ar


     

    Resumen

    Este artículo se enfoca en la figura del autor español Eloy Perillán Buxó (1848-1889), un desconocido aunque prolífico escritor -y amigo de aventuras- que se instaló unos meses en La Paz durante el año 1877. El propósito de este trabajo es no solamente analizar sus proyectos (muchas veces fallidos) en la ciudad andina, sino también entender en qué este personaje representa la cultura letrada hispanoamericana de la segunda mitad del siglo XIX.

    Palabras clave: siglo XIX-círculos letrados-proyectos culturales-periódicos-viajeros

    Abstract

    This paper focuses on the Spanish writer Eloy Perillán Buxó (1848-1889), an unknown (although prolific) writer and thrill seeker thatfixed his residence in La Paz during afew months in theyear 1877. The purpose ofthis work is not only to analyze Buxó'sprojects (most ofthemfailed) in the Andean city but also to understand how this character repre-sents the Hispano-American ¡itérate culture in the second halfofthe 19th century

    Key words: 19"1 century-literature áreles-cultural projects-newspapers-travelers

    Fecha de recepción: 4 de noviembre
    Fecha de aceptación: 16 de noviembre

    Kurmi Soto Velasco es magíster en Literatura Hispanoamericana por la École Nórmale Supérieure (ens) de Lyon. Actualmente se dedica a la investigación literaria y hemerográfica del siglo XIX en el Perú y Bolivia y se desempeña como editora en el Centro de Investigaciones Sociales (cis) de la Vicepresidencia del Estado. http://elcanibal-inconsecuente.com


     

    A Alfredo Ballerstaedt
    ...ese español, ese proscripto nos merece un recuerdo cariñoso y será siempre nuestro amigo, nuestro honrado huésped, nuestro adoptivo conciudadano.
    El Ferrocarril, La Paz, 6 de abril de 1877.

     

    Eloy Perillán Buxó (cuyo nombre es, a veces, completado por la partícula "y") fue un curioso, aunque oscuro, personaje de la segunda mitad del siglo XIX. Nació en Valladolid en 1848, en el seno de una familia ligada a las artes literarias y, desde muy joven, se empleó como amanuense del famoso escritor romántico Enrique Pérez Escrich, con el que continuaría una relación de trabajo y amistad años después. Su participación en la prensa española fue muy activa y, a decir de su biógrafo, Luis Monguió, colaboró en "publicaciones (...) de todos los colores" (1983: 333). Asimismo, coqueteó con el teatro y, antes de partir a América en 1874, habría tenido en su haber más de "cincuenta y tantas piezas, pasillos, juguetes, zarzuelas, comedias y dramas en prosa y en verso" (ídem), todos fieles a su espíritu travieso con el que hizo honor a su apellido.

    Su postura política, radicalmente subversiva, le valió, sin embargo, muchos problemas. Bajo la Primera República española (1873-1874), editó una serie de periódicos cuyos apasionados títulos causaron pavor: Los Descamisados. Órgano de las últimas capas sociales o El Petróleo. Eco y esperanza de los miserables. Estas hojas "se publicaron con efímera vida debido a las denuncias" (Ortiz et al, 2001: 174). Buxó, después de ser censurado, fue forzado a exiliarse y, tras el golpe de Estado de Pavía, que disolvió el sistema republicano español el 3 de enero de 1874, escapó rumbo a América. Estaría desterrado casi diez años.

    Desembarcó en Uruguay el 15 de febrero (Monguió, 1983: 333) y, a partir de ese momento, comenzó un agitado itinerario en el que persisten zonas grises que nos impiden saber con claridad dónde y con quién estuvo. Lo cierto es que, durante el tiempo que pasó en el subcontinente, sus aventuras lo condujeron a través de varias capitales: Montevideo, Buenos Aires, Santiago, La Paz y Lima. En esta última, se asentó hasta la guerra del Pacífico, un conflicto que lo obligaría, finalmente, a retornar a Madrid a principios de la década de 18801.

    Nuestra intención, en este trabajo, no es completar una biografía amplia, dispersa y llena de vaivenes político-literarios (de ahí que este sea el "esbozo de una semblanza"), sino concentrarnos en las actividades de Eloy Perillán Buxó en La Paz. Aquí, él intentó llevar a buen puerto incontables proyectos de carácter periodístico y científico, esto a pesar de que su estadía fue bastante breve. No sabemos exactamente en qué condiciones llegó desde Chile, a donde habría arribado en 1876, ni las circunstancias que lo obligarían a dejar las tierras bolivianas después de tan solo unos pocos meses de permanencia. Sus publicaciones permiten, sin embargo, situarlo en la ciudad andina desde principios de 1877 (quizás hubiese llegado un poco antes) hasta octubre de ese año, fecha en la que ya aparece en la capital peruana como fundador y coeditor del semanario satírico La Broma (1877-1878), dirigido por varias personalidades de la época como Ricardo Palma, Manuel Atanasio Fuentes y Julio Lucas Jaimes.

    Acompañado de su esposa, la escritora asturiana Eva Canel (1857-1932)2, participó en la vida literaria y política de los países que visitó y en los que intentó instalarse -sin éxito-. Su amplia experiencia en la prensa así como las cartas de recomendación que llevaba, firmadas por respetados literatos españoles, le permitieron retomar, muy pronto, sus labores de articulista, narrador, poeta festivo y dramaturgo. El 27 de febrero de 1874, publicó sus primeros versos americanos en el reputado periódico montevideano El Siglo (Monguió, 1983: 334). Sería la primera contribución de muchas.

    Como decíamos, unos años más tarde lo encontramos en La Paz. En este paso fugaz por la ciudad del Illimani, el vallisoletano, que ya gozaba de cierto renombre en la región3, inició proyectos de gran envergadura con su característico ímpetu. Para poder analizar en detalle la actividad y el temperamento de este inquieto escritor, consultamos El Ferrocarril, el periódico que dirigió desde el 1 de marzo hasta el 12 de junio de 18774 y el único rastro escrito que pudimos encontrar de él en nuestro país. Con este trabajo, pretendemos llenar un vacío en la biografía de este personaje, puesto que su travesía por Bolivia fue escasamente documentada y mucho menos estudiada, lo que no significa que su aporte a la cultura nacional no haya sido significativo. De hecho, en ese corto tiempo, trató de incentivar la prensa local, fomentó expediciones científicas y arqueológicas y, por último, inició ambiciosas empresas literarias que, si bien no vieron la luz en La Paz, sí fueron continuadas en su posterior estadía en Lima.

    Quisiéramos también poder afirmar que todas estas iniciativas revelan algo más que la simple personalidad de este individuo y constituyen lincamientos que guiaron la cultura letrada del siglo XIX en Hispanoamérica, erigiéndose en prerrogativas de la época.

     

    1. El Ferrocarril: Prensa, política y sociedad

    Bolivia, en 1877, atravesaba un período convulso e incierto para la política nacional. Un año antes, Hilarión Daza había derrocado a Tomás Frías, proclamándose presidente de la República. Al mismo tiempo, el recuerdo de las sublevaciones corralistas de marzo de 1875 se mantenía fresco en La Paz5 y se replicaba en Santa Cruz. La Revolución de la Igualdad, encabezada por Andrés Ibánez, se había iniciado en 1876 (Schelchkov, 2016: 54) y sería cruelmente aplastada el 1 de mayo de 1877 (Ibid:. 92).

    Fue en este contexto que Eloy Perrilán Buxó apareció en la urbe andina. Como advertíamos en la introducción, las circunstancias de su llegada todavía no están claras y no pudimos reconstruir este momento preciso de su ruta. Sin embargo, el 1 de marzo de 1877, inauguraba, junto al francés José Carlos Manó, un magnífico periódico de gran formato, llamado El Ferrocarril. En el primer número (que también hacía las veces de prospecto), la administración declaraba los valores que regirían sobre el flamante impreso: "Decoro, imparcialidad, gran circulación, variedad extraordinaria; agrado para el lector y economía para el anunciante" (01.03.1877)6. Lo cumpliría.

    Contrariamente al tono que Buxó había empleado en sus anteriores periódicos, como el incendiario Petróleo bonaerense -subtitulado "Órgano de las últimas clases y de las primeras blusas comunistas"-, un eco del Petróleo madrileño (Monguió, 1983: 340), en Bolivia, mantuvo su "decoro": fue fiel al Gobierno de Daza y muy cercano al clero local. Reprodujo avisos de la administración estatal y las correspondencias oficiales en primera plana, trató de limitar sus editoriales a proyectos progresistas o a condenar el corralismo y el igualitarismo cruceño. En el ya citado primer número, el pequeño apartado "Profesión de fe" afirmaba, sin concesiones, que los directores eran católicos y que, bajo tal dogma, actuaban tanto en privado como en público. Al parecer, durante los tres años que acababa de pasar en Sudamérica, las divergencias políticas ya le habían valido serios disgustos a Buxó (Ibid:. 339). Por ende, es posible deducir que nuestro personaje no quiso granjearse más problemas en su nuevo país de residencia.

    Sin embargo, en abril de 1877, una nota publicada por un "excomunista" en La Reforma1 declaraba que los señores directores de El Ferrocarril también habrían engrosado las filas del comunismo, lo cual ponía seriamente en duda la imagen que estaban proyectado hasta ese entonces (Podgorny, 2010: 181)8. Buxó fue, empero, difícil de situar en el amplio espectro de la izquierda decimonónica, rebosante de ideologías nacientes. Muchos lo calificaron de anarquista (Ibid:. 177) -como los títulos de sus periódicos podrían sugerir-, pero su comportamiento no dejó de ser sospechoso (Ortiz et al, 2001: 175) y su relación con las élites hispanoamericanas podría evidenciar que este jugó, tal vez, un papel socio-político mucho más complejo.

    Puesto que "en aquellos años fue la masonería el lazo de unión entre la Baronesa de Wilson, Ricardo Palma y Eloy Perillán Buxó" (Simón, 2008: 398), es muy probable que los vínculos con estos círculos de poder le permitieran su entrada al mundo literario sudamericano. En efecto, el vallisoletano cultivó estrechas relaciones con Emilia Serrano, la Baronesa de Wilson, conocida viajera y escritora española que prologó sus Pecados veniales (Buenos Aires: Imprenta Rural, 1875) y cuyos textos aparecieron en El Ferrocarril. Tuvieron también mucha afinidad con Palma, quien envió algunas tradiciones para el diario boliviano, y con el que se encontraría meses después, en Lima. Ahí, realizaron obras conjuntas pero sus personalidades también chocaron9. De igual manera, nuestro escritor fue cercano a otros grandes masones como el monumental Emilio Castelar, quien lo recomendó a Julio Herrera y Obes10 (Monguió, 1983: 334), futuro presidente del Uruguay y director de El Siglo en 187511. Unos lazos que corresponden, por demás, a la personalidad de Buxó y que también lo unen a una comunidad de ideales muy fuerte, en la que

    (...) la igualdad, la idea de humanidad universal con derechos comunes en todos los continentes, la promoción del trabajo y del bienestar general ligados a la civilización, al progreso (...), el impulso a la ciencia (...), la defensa de los ideales republicanos conviven con el gusto por el vino, la vida de campaña (...) y una extraordinaria capacidad para promocionarse e introducirse en la vida social de las ciudades visitadas. (Podgorny, 2010: 170)

    Nuestro autor aprovechó, en efecto, de estas amistades para participar activamente del periodismo a nivel regional. Más aún, mejorar la prensa en Bolivia fue uno de sus principales afanes. Llama la atención, por ejemplo, que haya comprado en La Paz la imprenta del intelectual y político Julio Méndez, en la que pretendía imprimir una amplia variedad de documentos, y cuya capacidad quiso complementar con maquinaria llegada de Valparaíso (21.03.1877). Asimismo, en los primeros números de El Ferrocarril comunicaba su intención de fundar una Sociedad Tipográfica Paceña de Socorros Mutuos con trabajadores del rubro (18.03.1877).

    Bajo este rótulo, el español pensaba reunir a un conjunto de impresores paceños entre los cuales resaltaban los nombres de Nicolás Acosta, Félix Reyes Ortiz, José Rosendo Gutiérrez y varios ministros de distintas carteras (Gobierno, Relaciones Exteriores, Justicia y Hacienda), invitados de forma directa por medio del periódico. En marzo, él anunciaba una pronta reunión en la que expondría el modo de funcionamiento de dicha sociedad (24.03.1877). Sin embargo, tal iniciativa no tuvo, al parecer, mucha continuación. En un pequeño artículo de mayo, respondiendo a un diario que le acusaba de iniciar proyectos fallidos, el vallisoletano explicaba que los mencionados personajes "no quisieron ayudar (...) porque era cosa de Buxó'" (04.05.1877, con cursivas en el original)12 pero que, no obstante ese desaire, se contactaría con los obreros para formarla y ayudarles a "librarse de los monopolizadores de su trabajo" (ídem).

    Esa no sería la única que vez que profesaría su adhesión a las causas sociales. En El Ferrocarril, Buxó siempre expresó su voluntad de servir a los artesanos, que podrían adquirir el periódico por sumas módicas y publicar gratuitamente sus avisos. No sabemos si su llamado tuvo respuesta pues en las páginas del "diario boliviano" no encontramos anuncios del pequeño artesanado, sino de vinos importados, bonitos armóniums e incluso propuestas matrimoniales de extranjeros de "buena familia" (27.04.1877).

    De todas maneras, y a pesar del frustrado intento por crear una Sociedad Tipográfica, Buxó no desistió y continuó fomentando, en La Paz, varias empresas tanto científicas como literarias que tuvieron pretensiones regionales y, tal vez, excedieron un poco el gusto local.

     

    2. Cosmopolitismo, arqueología y museos ambulantes

    "En Bolivia no hay extranjeros" (21.04.1877) fue uno de los leitmotivs de El Ferrocarril. Con esta afirmación, Buxó se presentaba ante un público que quizás haya sido reacio a su participación activa en la vida cultural paceña en tanto español. El vallisoletano quiso despejar cualquier sospecha afirmando que su principal preocupación era colaborar con los intereses nacionales. Se describió como un fiel servidor del país, ansioso por contribuir a su "progreso" y a su cultivo intelectual. "Hemos traído a Bolivia -dijo- un tesoro de buena fe, un inmenso caudal de simpatías" (11.04.1877). Sin embargo, no sería el único pues, durante los años 1876 y 1877, hubo una verdadera afluencia de extranjeros y Tiahuanaco, en particular, suscitó un impresionante interés que congregó a alemanes (Alfons Stübel), franceses (Charles Wiener), italianos (Guido Bennati) y a varios otros aventureros como los directores de El Ferrocarril.

    Eloy Perillán Buxó y José Carlos Manó se habían conocido años antes en la capital española, cuando el francés era "corresponsal de una importante publicación de París y (...) colaborador de un muy reputado diario madrileño" (10.04.1877). Manó, incansable viajero, llegó a La Paz afines de 1876 junto con una Comisión Médico-Quirúrgica que había encontrado en Paraguay (Podgorny, 2010: passim). En Asunción y bajo los auspicios de Emilio Gilí, hermano del entonces presidente Juan Bautista Gilí, había dirigido un controvertido periódico llamado La Patria (1875) y fue en ese contexto que se hizo amigo del mencionado Guido Bennatti, médico de feria y charlatán profesional, que lo embarcaría en una travesía por varios puntos alejados del Chaco boliviano y de las misiones de Chiquitos, recabando información de diversa índole y juntando elementos para conformar un curioso museo ambulante (ídem). La siguiente parada fue, por supuesto, Tiahuanaco.

    Bennatti y Manó, probablemente, trabaron amistad en las instalaciones de La Patria, descubriéndose inquietudes afines. El encuentro entre Eloy Perillán Buxó y el francés también tuvo las mismas características y, aunque no logremos saber a ciencia cierta cuándo y cómo fue que coincidieron en La Paz, ahí, ellos no tardaron en hacer planes comunes y en inmiscuirse en la prensa local, "el escenario donde se ju[garon] la vida social y la legitimidad de estos personajes en peregrinación por América" (Podgorny, 2010: 172). Es más, la investigadora argentina Irina Podgorny establece una lectura minuciosa de estos recorridos, a veces borrosos, que unen a varios individuos de este tipo, diluyéndolos "en los objetos y en los discursos producidos por el acto mismo del itinerario" (Ibid:. 168). A partir de fragmentos -sostiene ella-, se podría reconstruir una "historia de escala continental" (ídem) que permita entender las prácticas científicas de la época, a las cuales, como veremos, también se suman los ejercicios literarios.

    Manó no duró mucho en la dirección del periódico y, al poco tiempo, se retiraba por motivos de salud (10.04.1877), aunque era evidente que también habían asuntos políticos de por medio13. Esto, empero, no impidió que ambos colaborasen con Bennatti y promovieran sus pretensiones en la región paceña, continuando, cada uno por su lado, la labor arqueológica que iniciara la Comisión Médico-Quirúrgica. A finales de 1876, esta había sido anunciada en las páginas de El Titicaca y La Reforma, con los cuales El Ferrocarril tendría mucha cercanía (aunque, las más veces, esta no fuera amistosa). Ambos publicitaron las intenciones del italiano, quien pretendía instalar, en la ciudad andina, un museo y un consultorio que tenían, más bien, las características de un gabinete de curiosidades.

    En marzo del año siguiente, El Ferrocarril informaba a la población paceña que sus redactores se habían comprometido con La Ilustración Española y Americana para enviar "una pequeña colección de objetos bolivianos tales como momias precedentes de los chullpas, vasijas, medallas incásicas [...], una muestrecita en fin de esas preciosidades históricas" (07.03.1877). Entre estos, se encontrarían también "ídolos" donados por José Carlos Manó (14.03.1877).

    Buxó le puso mucho empeño a esta empresa y se esforzó por mandar un gran conjunto de documentos capaces de dar cuenta de la "Bolivia contemporánea", como él mismo afirmaba (06.06.1877). A principios de junio, notificó al público que acababa de adquirir una serie de "primorosas" vistas (02.06.1877) que el fotógrafo alemán Georges B. von Grumbkow había tomado en una expedición al Illimani. Entre ellas, también se encontraba el famoso retrato de Alfons Stübel14 apoyado en la Puerta del Sol y que, aún hoy en día, forma parte de la iconografía arqueológica de Tiahuanaco. Finalmente, una serie de grabados, hechos a partir de "fotografías remitidas por el señor P. y B.", fue publicada a fin de año en el prestigioso periódico madrileño (La Ilustración Española y Americana, 22.11.1877).

    De la misma manera, los proyectos del vallisoletano para insertar al país dentro de los circuitos intelectuales -tan en boga por aquel entonces- fueron cuantiosos. Por ejemplo, no dudó en dirigirse al Gobierno para pedirle que enviase dos representantes bolivianos para una Sociedad Internacional de Relaciones Científicas y Literarias que se acababa de fundar y cuyo objetivo era "establecer cambios mutuos y gratuitos de los trabajos científicos y literarios publicados y que se publiquen en todas las naciones cuyos idiomas sean el español o portugués" (06.04.1877). Su pedido no fue desatendido e, inmediatamente, el ministro de Instrucción Pública, Jorge Oblitas, designó a Julio Méndez y a José Rosendo Gutiérrez como los encargados de representar al país en tan solemne misión. No quedan, sin embargo, más rastros de esta sociedad cuyo nombre, por cierto, no es mencionado.

    Asimismo, en las páginas de El Ferrocarril se publicitaron las actividades de Charles Wiener. Él, como muchos de los personajes que vimos hasta ahora, estaba realizando un largo periplo por este lejano y exótico continente con la misión de colectar antigüedades y objetos locales dignos de interés. Su misión científica había comenzado unos años antes y, cuando arribó a La Paz, probablemente su reputación ya lo precedía. Durante su estadía, realizó un épico ascenso al Illimani, coronando el pico París con la bandera de Francia (Juárez, 2017: s/p). A mediados de 1877, este personaje partía a su país con la misión de representar a Bolivia en la Exposición Universal. Para tal efecto, el comisionado se embarcaba con una larga lista de bienes: minerales, vegetales, animales y productos de la industria nacional (10.06.1877).

    Se realizaba así un sueño personal de Buxó, que ambicionaba la participación de nuestro país en este tipo de eventos, pues, en su periódico, incluso quiso rifar un viaje a París para la Exposición. No sabemos, como es de suponer, si es que cumplió o no. Sus afanes, muchas veces, se tuvieron que topar con la realidad (económica, social) del lugar donde se encontraba y, aunque se esforzó en probar a la intelligentsia paceña la vigencia de sus proyectos, pronto entendió que sus esfuerzos no habrían de prosperar.

     

    3. El Inca, otras empresas literarias fallidas y sus continuidades regionales

    Aficionado a las ricas ilustraciones a color, como puede apreciarse en La Broma madrileña de la década de 1880, y a las fotografías (últimas innovaciones del momento), Buxó también intentó cultivar en La Paz estas prácticas editoriales y educar al público local. Desde un principio, notificó su intención de mejorar El Ferrocarril, hacerlo crecer en tamaño (01.03.1877) y en número de ejemplares pero también acompañarlo con grabados. Algo que no logró.

    Probablemente, su iniciativa más reveladora haya sido El Inca (véase anexo 4), una revista15 literaria que se presentaba como una ambiciosa colaboración entre los más selectos escritores de habla hispana. En el primer número de El Ferrocarril, un gran aviso en la última página alababa las características de esta publicación, dedicada "a la familia"16:

    La índole y la extensión de nuestras relaciones literarias nos permitirá confeccionar un verdadero periódico, útil y agradable; coleccionaremos en sus páginas producciones siempre inéditas y originales, escritas ad hoc; novelas y tradiciones históricas y leyendas; cuentos, fábulas y poesías; dramas y comedias nacionales; artículos de crítica y de costumbres, de artes y de comercio; chistes, anécdotas y sección especial de modas, para cuyo complemento tendremos en pocos meses más, un surtido regular de figurines mensuales que serán trabajados en París, especialmente para El Inca. (01.03.1877, con cursivas en el original)17

    El director prometía también que, "de vez en cuando", este vendría acompañado de una "lámina fotográfica o litográfica" (ídem) con retratos de personajes o vistas locales, un poco con el mismo espíritu de las postales enviadas a La Ilustración Española y Americana. A continuación, desplegaba una larga lista de autores que participarían en el semanario paceño. Entre ellos, se encontraban nombres importantes como Pérez Escrich o Campoamor ("inolvidables amigos y maestros") desde España, así como muchos sudamericanos de diversas nacionalidades tales Mitre o Palma. A todos estos, se sumaba un número significativo de mujeres escritoras, un fenómeno típico de la literatura de la época. La Baronesa de Wilson, Juana Manuela Gorriti o María del Pilar Sinués participarían a la distancia mientras que la poetisa Natalia Palacios lo haría desde La Paz. De hecho, ella también firmó algunas contribuciones para El Ferrocarril. Igualmente, habría que mencionar a Eva Canel que, aunque ausente de la lista, sin duda sería la autora de la sección de modas, tal como lo había estado haciendo en el diario paceño.

    Con todo esto, Buxó garantizaba la pronta aparición de "ocho páginas de elegante formato y esmerada impresión" (ídem) que, muy a pesar de él, nunca se ma- terializaron. Pronto, se enfrentaría a la cruda realidad, como no tardó en informar. A fines de marzo, declaraba que estaba "retrasada la remesa de papel especial", por lo cual, el primer número "no ver(ía) la luz el día anunciado" (28.03.1877). Un poco más de una semana después, aparecían las siguientes líneas:

    Como hemos dicho en cara-circular a los señores suscriptores con que cuenta ya este semanario, retrasamos, por causas ajenas a nuestra voluntad, la aparición del número anunciado para el primer domingo de este mes. Sabido es que en esta República no hay los útiles necesarios para la publicación anunciada; no basta nuestra actividad y toda persona sensata comprenderá que no somos culpables de este retraso. Nos prometemos que El Inca vea la luz en 1.° de mayo y si para entonces tampoco fuera posible, con devolver íntegro el escaso importe de la suscripción, sería asunto concluido. (06.04.1877)

    Finalmente, El Inca fue "asunto concluido", como le reprochara a Buxó algún enemigo suyo, no identificado, increpándole que todos sus planes fueron fallidos: "Escuela de declamación, falló. Sociedad Dramática, falló. Sociedad Tipográfica, falló. El Inca, falló. El Ferrocarril en mayores dimensiones, falló" (03.05.1877). Sin embargo, esperaba que su más reciente emprendimiento se concretara.

    En efecto, otra idea que le quitó el sueño fue la instalación de lo que él vino a llamar una "Sala de Comercio", una especie de bolsa comercial, salón de lectura y lugar de juegos para caballeros. Anunciada en abril, justo después de la partida de Manó, esta buscaba emular los clubs de las grandes capitales, ofreciendo un espacio cultural en el centro paceño (13.04.1877). A lo largo de ese mes y hasta el 5 de mayo, día de la inauguración, podemos observar los constantes empeños del español por acomodar este punto de encuentro, buscando sillas, divanes, mostradores, lámparas y supervisando la conexión del gas para asegurar la iluminación del local. Tras postergar una primera vez la gran apertura de dicha sala, finalmente el evento tuvo lugar la fecha indicada y fue un éxito.

    En un principio, Buxó insistía en la necesidad de tener cuarenta suscriptores que, con su inscripción, permitirían un pequeño capital para poner en marcha el proyecto. Para tal efecto, dirigió invitaciones personales a lo más selecto de la sociedad local: hombres políticos y de letras. La respuesta fue positiva y, según el español, llegó atener más de cien interesados. En las páginas de su periódico, publicó extensas listas de abonados en las que, por supuesto, se encontraba la crema y nata de aquel entonces. Según las crónicas de la inauguración, hubo mucha concurrencia.

    Sin embargo, el español quiso que este lugar fuese más dinámico, por lo que convocó reuniones para debatir distintos temas de carácter cultural. Una de sus ideas fue, por ejemplo, traer compañías de teatro para organizar representaciones en distintos puntos del país. Aparentemente, le costó mucho congregar a los notables paceños. Desesperado por los retrasos, al convocar una reunión para el domingo 3 de junio, exclamaba: "¡Ah! No es cita paceña (...). ¡A las doce en punto! ¿Estamos?" (02.06.1877).

    Unas semanas más tarde, se rendía y declaraba con desencanto:

    He sido víctima de una amarga decepción (...), no esperé un desenlace tan desconsolador como el que ha venido a coronar mis débiles esfuerzos (...). Durante el mes y algunos días que ha estado abierta la Sala, no ha asistido la cuarte parte de los señores socios: los diarios, periódicos y folletos han permanecido casi intactos sobre la mesa de lectura. (12.06.1877)

    En ese mismo número, que sería el último, también remataba los muebles que, con tanto trabajo, había conseguido. Seguramente partió al poco tiempo, endeudado o sin devolver por completo las suscripciones. En La Paz, dejó, pues, muchas cosas sin terminar.

    Buxó, no obstante esta mala experiencia, no se rendiría y, al llegar a Lima, concluiría sus tan ansiadas publicaciones. El programa de El Inca fue rápidamente reciclado y ampliado. Para finales de 1877, el español animaba uno de los semanarios literarios peruanos más importantes de la década: La Broma (1877-1878). Con este nombre, ya había empezado, años antes, un periódico político en Madrid que retomaría a su regreso, luego de la Guerra del Pacífico. En esta hoja limeña, "satíric(a) y mordiente", como se presentaba a sí misma (La Broma, 15.10.1877), participarían las plumas más jocosas de la capital: Ricardo Palma, Manuel Atanasio Fuentes, Julio Lucas Jaimes, Aureliano Villarán y muchos otros.

    Lo que más sobresale es, sin embargo, el almanaque que Buxó preparó para el año 1878. En el prospecto de dicho documento (véase anexo 5), se pueden leer los nombres de muchos de los que habrían aceptado colaborar en El Ferrocarril y en El Inca, a los que se sumaba una cantidad significativa de escritores peruanos. Asimismo, la lista de mujeres se acrecentó, como era de esperar en Lima, una ciudad conocida por sus círculos letrados femeninos. A parte de Carolina Freyre, aparecían en la lista Mercedes Cabello de Carbonera y Manuela Villarán de Plascencia. En las páginas de este coqueto librito, el español volvió a publicar sus composiciones paceñas, entre las cuales se cuentan tradiciones y fragmentos autobiográficos, como "El sargento Morales. Episodio de hospital" (08.06.1877). Es así que, en el país vecino, el vallisoletano le dio continuidad a sus fracasados intentos culturales. Ahí, sin duda, encontró un ambiente propicio para estimular sus dotes de periodista, dramaturgo y bon-vivant. Su carrera, en apariencia frustrada por su estadía en la ciudad boliviana, seguiría en auge hasta su muerte en La Habana. Solo en ese momento, Buxó dejaría de escribir.

     

    Conclusiones

    Eloy Perillán Buxó se caracterizó por ser un personaje tenaz y laborioso. Hasta donde tenemos conocimiento, su estadía en tierras bolivianas fue muy corta. A pesar de ello, no desperdició ni un segundo. Inquieto como él solo, quiso convertir a la ciudad de La Paz en una emulación de las grandes capitales del momento. Inspirado por las prácticas culturales de Madrid o, incluso, Buenos Aires, su principal voluntad fue darle al público del lugar un diario con ambiciones cosmopolitas. El Ferrocarril (01.03.1877-12.06.1877) no duró más que tres meses, sin embargo, en ese lapso, el vallisoletano imprimió casi ochenta números de este periódico de gran formato, tras haber comprado la imprenta de Julio Méndez.

    En sus páginas, anunció expediciones científico-arqueológicas con las que colaboró así como también reuniones culturales de distinto tipo. Fomentó con ahínco la literatura boliviana, participando, en particular, del Círculo Literario paceño, en el que fue nombrado segundo vicepresidente. Sin embargo, sus afanes serían vanos. Al poco tiempo de haber iniciado proyectos de gran envergadura, como la Sala de Comercio, y de haber promocionado una versión más lujosa de su diario, Buxó tuvo que admitir que se había endeudado por demás y que no podría recuperar su inversión. ¿En qué circunstancias tuvo, entonces, que dejar la ciudad andina? Esa es una pregunta que queda todavía abierta18, aunque tengamos elementos que nos permitan afirmar que su partida no fue grata.

    Sea como fuere, Buxó, ni corto ni perezoso, continuó con sus incansables planes en Lima. En la capital peruana, pudo imprimir, como quería, elegantes periódicos, almanaques y revistas (La Broma, La Caja de Pandora) de "esmerada impresión", crear y poner en escena obras teatrales (zarzuelas, juguetes cómicos ...) y, finalmente, colaborar con grandes plumas como Palma, Fuentes o Jaimes. Pero esa es ya otra historia.

     

    Notas

    1 A su retorno, también se metería en más problemas y, en 1882, le impondrían una multa de destierro a 200 km de la capital española (Laguna y Martínez, 2015: 123).

    2 Eva Agar Infanzón Canel (de su nombre completo) se casó muy temprano con Buxó. Cuando este dejó su tierra natal, ella, que tenía apenas diecisiete años, se hizo cargo de La Broma y, un tiempo después, le dio alcance en América. Dramaturga y también conocedora del quehacer periodístico, sería, tras la muerte de su esposo, una importante figura literaria en La Habana, donde Buxó la dejaría viuda el año 1889.

    3 "...el Sr. Eloy R Buxó, español y de conocido crédito como escritor" (El Ferrocarril, 22.03.1877).

    4 Al menos estas son las fechas que inician y terminan la colección custodiada en el Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia (abnb). No hay certeza de que el último número que cónsultamos sea, efectivamente, el último en la vida de. El Ferrocarril, pero varios indicios señalan que el diario no continuó mucho más tiempo.

    5 El partido de Casimiro Corral, conocido también como Partido Democrático, había quemado el Palacio de Gobierno durante una revuelta popular que fue tildada de comunista (Schelchkov, 2016: 53)

    6 En adelante, todas las fechas entre paréntesis designan el ejemplar de El Ferrocarril de ese día, salvo que se indique lo contrario.

    7 La Reforma, de tendencia conservadora, había nacido en 1871. Félix Reyes Ortiz, José Rosendo Gutiérrez y Nicolás Acosta se contaban entre sus principales redactores (véase: Acosta, 1876: 40).

    8 Los igualitarios, castigados con dureza y fusilados delante de la población local, también fueron identificados como comunistas (en claro paralelo con la Comuna de París de 1871, de la que llegaron ecos estremecedores), por lo cual, este término implicaba una condena inmediata de parte de una sociedad que penaba por recuperarse tras esos hechos de sangre.

    9 Luis Monguió tiene, al respecto, un ilustrativo artículo titulado "Polémica Palma-Perillán Buxó, Lima, 1878" (Kentucky Romance Quartely, núm. 23, vol. 3, 1976, pp. 377-389), imposible de consultar y, por lo tanto, no citado en la bibliografía.

    10 Es muy probable que Herrera y Obes fuese también masón aunque no hemos encontrado elementos fidedignos que permitan afirmarlo sin lugar a dudas.

    11 El italiano Guido Bennatti, presidente de la Comisión Médico-Quirúrgica con la que Manó llegaría a La Paz en 1876 (y de la que hablaremos unas líneas más abajo), también tuvo fuertes vínculos con la masonería (Podgorny, 2010: 169-170) y fomentó la fundación de logias en países sudamericanos.

    12 Las relaciones con los intelectuales paceños fueron, además, ambiguas y tensas. Estos roces personales podrían también explicar la falta de interés por "las cosas de Buxó", pues todos los citados formaron parte de la redacción de La Reforma, un aguerrido rival de El Ferrocarril.

    13 Al parecer, habrían confundido las opiniones (políticas) del francés con las del español, acusado de servir al Gobierno por periódicos como La Reforma. En el primer número en el que Buxó aparece como director único, él se empeña en desvincularse de la política boliviana arguyendo que conoce nada de ella (10.04.1877). Manó partiría ese mismo instante al Perú (Idení).

    14 La identificación del personaje apoyado en la Puerta del Sol sigue siendo conflictiva e, incluso, podría tratarse del mismísimo Bennatti (Podgorny, 2010: passim).

    15 Para la diferencia entre periódicos y revistas seguimos la nomenclatura de Gunnar Mendoza, quien propone que un periódico es una "publicación seriada y periódica o eventual, dirigida total o predominantemente a dar noticias y comentarios de actualidad"; y una revista, una "publicación seriada y periódica o eventual dirigida total o predominantemente a entretener o dar una información especializada o vulgarizada sobre los diversos órdenes del conocimiento humano" (2014: 330). Evidentemente, El Ferrocarril corresponde a la primera clasificación y El Inca a la segunda.

    16 "Periódico para las familias" fue un denominativo bastante corriente en la época para designar aquellos que ofrecían más que noticias y presentaban un importante contenido literario, muchas veces destinado explícitamente al público femenino.

    17 El prospecto (anexo 4) es una reproducción, no exacta, de este anuncio, de ahí las variaciones en entrecomillados y cursivas.

    18 Sospechamos que la respuesta a esta pregunta se encuentra en De América. Viajes, tradiciones y novelitas cortas (Madrid: F. Nozal, 1899) de Eva Canel. En este libro, de carácter autobiográfico, ella narra su primera estadía en América al lado de Buxó. Lastimosamente, no pudimos procurarnos dicho texto. Más allá de estos vacíos documentales, consideramos que aún quedan cabos sueltos en la semblanza del vallisoletano, por lo que aún tenemos deudas pendientes con él.

    19 La Paz, s/f, 1877.

    20 La Paz, 10 de febrero de 1877. Un agradecimiento especial a Juan Pablo Soto Jiménez, por ayudarme a identificar este documento que forma parte de la biblioteca de Gabriel Rene Moreno, así como a Alfredo Ballerstaedt y a Máximo Pacheco, por hacerme llegar una copia a nombre del Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia (abnb).

    21 En todos los casos, con cursivas en el original.

    22 Lima, s/f, 1877. El documento original forma parte de la colección de segundos ejemplares de La Broma custodiado en la Biblioteca Nacional del Perú (bnp) y no lleva fecha. En Lima, no se pudieron rastrear copias de dicho almanaque, inexistentes en el Instituto Riva-Agüero de la Pontificia Universidad Católica del Perú (pucp) y en la bnp. Por último, dimos con una transcripción mecanografiada de la biblioteca personal de Luis Alberto Sánchez, proporcionada por Américo Mendoza-Mori (upenn), a quien agradecemos por habérnosla facilitado. Actualmente, la editorial de archivo El Caníbal Inconsecuente prepara una reedición.

     

     

     

    Anexo 3: Formulario de suscripción de El Ferrocarril19

    Sr. D. ...

    Muy señor mío:

    El Ferrocarril es un diario ya conocido y que, si se juzga por el número de sus favorecedores, ha merecido un éxito espléndido y excepcional en Bolivia, donde se necesitaba una publicación de su índole y de su importancia. Próximo el día en que van a alimentarse sus dimensiones, sin variar los precios de suscripción, remito a usted hoy un ejemplar para que lo examine y vea si es de su agrado. En caso afirmativo y en el que usted desee honrarme como suscriptor, dígnese llenar los blancos en la invitación que va al dorso, devolviéndome esta sin ese requisito si usted no gusta favorecerme con su importante cooperación. Esperando un satisfactorio resultado de esta invitación, queda de usted atento.

    S. S. Eloy P. Buxó

     

    Anexo 4: Prospecto de El Inca20

     

    Periódico semanal, literario, científico, religioso, mercantil y de modas. Dirigido por Eloi [sic] P. Buxó

    Con la importante colaboración de notables escritoras y reputadísimos escritores bolivianos, chilenos, peruanos, argentinos, uruguayos, españoles, franceses, etc., etc.

    Este periódico es el órgano especial del Teatro Sudamericano.

    La estadística de la prensa da siempre la medida de la cultura de los pueblos. Un país donde trabajosamente viven dos o tres periódicos consagrados a la política, olvidados de las artes y de las ciencias, carece de títulos para reclamar un puesto de honor en el banquete de las naciones ilustradas. La política es la gangrena de los países modernos como las ciencias y las artes son atributos de la paz y galas de la civilización.

    Pero no ha de entenderse por periódico literario la hoja desautorizada, fruto de capricho pueril, o base de una aspiración especulativa; una publicación de esta índole nunca será un periódico, siempre será un negocio; un escritor dedicado a la menuda explotación de pequeñas o grandes pasiones nunca será un periodista, siempre será un negociante sin pensamientos levantados, sin propósitos generosos. El periodismo es un sacerdocio y todo sacerdocio requiere alma honrada y convicciones puras.

    Hay en las provincias bolivianas publicaciones literarias que honran a la nación con sus nobles esfuerzos y sus buenas intenciones, pero esas empresas no han podido alcanzar las vastas proporciones que nosotros queremos dar a la nuestra, apoyados en la benevolencia de nuestros colegas y protegidos por el público sensato y amante de la ilustración.

    Si nuestro nombre es conocido en la República de las letras; si puede servirnos de timbre honroso el haber tomado parte en las primeras publicaciones de Europa y Sudamérica, la sociedad boliviana verá creciente nuestro empeño por darle un periódico digno de sus merecimientos.

    Dedicamos nuestra publicación a la familia: al hombre culto y a la mujer ilustrada. El Inca no será un periódico exclusivamente literario, ni meramente científico, ni absolutamente político; ofrecerá, en vario y proporcional contraste, algo de todo, resultando un conjunto ameno, instructivo y moralizador. La moralidad en la prensa es condición primordial, esencialísima, inquebrantable.

    La índole y extensión de nuestras relaciones literarias nos permitirá confeccionar un verdadero periódico, útil y agradable; coleccionaremos en sus páginasproducciones siempre inéditas y originales, escritas ad hoc; novelas y tradiciones, historias y leyendas, cuentos, fábulas y poesías, dramas y comedias; artículos de crítica y de costumbres, de política, de artes y de comercio; chistes, anécdotas y "sección especial de modas", para cuyo complemento haremos, en pocos meses más, un pedido regular de figures mensuales que serán trabajados en París, especialmente para El Inca. Reclamaremos la colaboración de nuestras amigas y compañeras de tareas:

    Emilia Serrano (Baronesa de Wilson).......................................................Lima

    Juana Manuela Gorriti.........................................................................Lima

    Natalia Palacios.................................................................................La Paz

    María del Pilar Sinués de Marcó.............................................................Madrid

    Robustiana Armiño de Cuesta................................................................id.

    Abrigamos la seguridad de obtener la colaboración directa de nuestros inolvidables amigos y maestros:

    Juan Martínez Villegas........................................................................Lima

    Emilio Castelar.................................................................................Madrid

    Enrique Pérez Escrich..........................................................................id.

    Manuel Fernández y González................................................................id.

    Ramón de Campoamor.........................................................................id.

    Francisco Pérez Echevarría...................................................................id.

    Antonio Fernández Grilo.......................................................................id.

    Torcuata Tarrago y Mateos..................................................................id.

    También recabaremos producciones expresamente escritas11 para El Inca por los literatos americanos:

    Ricardo Palma, el celebrado autor de las Tradiciones

    Jacinto Albistur.................................................................................Montevideo

    Julio Herrera y Obes............................................................................id.

    Pablo y Dermidio de María....................................................................id.

    Bartolomé Mitre...............................................................................Buenos Aires

    Aben Xoar.......................................................................................id.

    Félix Reyes Ortiz...............................................................................La Paz

    Julio Méndez....................................................................................id.

    José Carlos Manó..............................................................................id.

    Contamos con preferencia con la distinguida cooperación de los primeros publicistas bolivianos que, estamos seguros de ello, nos alentarán con su consejo y nos honrarán con sus trabajos.

    Tal es nuestro programa bajo el punto de vista literario. A su cumplimiento exacto y fidelísimo vinculamos nuestra modesta reputación y consagraremos toda nuestra actividad.

    Bases de la publicación

    El Inca aparecerá todos los domingos, constando de dos pliegos, ocho páginas de elegante formato y esmerada impresión.

    La suscripción mínima es por trimestre, o sea por 12 números que costarán..................Bs 2.50

    Por seis meses (24 números)..........................................................................Bs 4.50

    Por un año (50 números)..............................................................................Bs 8.00

    No se admite suscripción por un mes.

    No se venden números sueltos.

    La redacción no devuelve los escritos que le sean remitidos. [...]

    El primer número de El Inca aparecerá el segundo domingo del mes de marzo.

    La Paz, febrero 10 de 1877 Eloy P. Buxó

     

    Anexo 5: Prospecto del Almanaque de La Broma para 187822

     

    Quita-pesares en verso y prosa, por los distinguidos escritores, señoras Cabello de Carbonera (Mercedes), Freyre Jaimes (Carolina), Villarán de Plascencia (Manuela), Wilson (Baronesa de); señores Arona (Juan de), Borgoño (Federico), Brocha Gorda (don Javier de la), Camacho (Juan Vicente), Cisneros (Luis B.), Fuentes (Manuel Atanasio), Fuentes (M. Aurelio), Lama (Miguel Antonio de la), Larraburre y Unánue (E.), Mérida (V.), Neto (Benito), Palma (Ricardo), Pardo (Felipe), Roca y Boloña (Luis), Rossel (Ricardo), Ruiz (Bernardino), Salaverry (Carlos Augusto), Segura (Manuel A.) y Villarán (Acisclo). Arreglado por: Eloy P. Buxó.

    Elegante libro de más de 200 páginas en excelente papel satinado y con esmerada impresión.

    Señoras y caballeros, caballeros y señoras: el infrascrito, editor, arreglador de esta obra, considerando que estamos en una edad azarosa, faltando solo una peste para reventar de cólera; que el Perú ya no es Perú, porque volaron las onzas, dejándonos esa mugre que nos ensucia la ropa; que a mal tiempo buena cara, es máxima filosófica; que las grandes desazones hay que tomarlas a mofa y no echar, como quién dice, tras el caldero, la soga. Considerando también que es acción muy meritoria proteger a un editor que si no vende, se ahoga; que en este alegre Almanaque no se ha echado una gazofia de vetustos chascarrillos y de imbéciles historias, como sucede con otros que manda la culta Europa y que se venden a sol (aunque tenga mala sombra). Considerando que en este libro de primera nota, los escritores peruanos de reputación más sólida, han vertido todo el jugo, toda la sal que les sobra, asegurando fortuna al hijito de La Broma. Resuelvo, decreto y mando a todo el que lea u oiga que, sin plazo, dilación, tregua, pretexto ni prórroga, verbalmente o por escrito, se dirija a mi persona pagándome un ejemplar que entregaré sin demora. Otrosí, que quien no lea esta ensalada graciosa, será declarado reo de tacañitis ramplona y condenado a llorar su ignorancia vergonzosa. Dado en mi casa... (y de usted si es que el Almanaque toma), calle Lampa o San Antonio, que de ambos modos se nombra, en la histórica Ciudad de los Reyes... sin corona; trece de noviembre, San Estanislao de Koska. Firmado.- Eloy P. Buxó.

    Ante mí: Pablo de Córdova. vendedor del Almanaque y cobrador de La Broma.

    Creo que con la lectura del decreto que antecede, se habrán Uds. convencido de la necesidad de comprar este grandioso Almanaque.

    Si este papel llega a las provincias (lo cual depende del señor administrador de Correos) y un habitante de ese celeste imperio en que no se llama plata a la manteca litografiada quiere conseguir este Almanaque, puede guiarse por la siguiente eficacísima receta en cinco golpes:

    Primero, tómense dos soles cincuenta centavos.

    Segundo, métanse en un sobre, cierro, cubierta o enveloppe.

    Tercero, diríjase certificado al editor, calle San Antonio, 141, bajos de la derecha.

    Cuarto, ¡paff!, al buzón del correo.

    Quinto, ¡piff!, ¡aquí está el Almanaque! ¡Buen humor para todo el año!

    Receta para los habitantes de Lima: Venir y pagar 2 soles. Hasta lueguito.

     

    Bibliografía

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