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    Estudios Bolivianos

    versión impresa ISSN 2078-0362

    Estudios Bolivianos  n.17 La Paz  2012

     

    HISTORIA

     

    LA "RECONCILIACIÓN" DE LAS ÉLITES INTELECTUALES DESPUÉS DE LA GUERRA CIVIL (1898-1899): LOS CAMINOS DE LA VIOLENCIA ÉTNICA

     

     

    Beatriz Rossells Montalvo1

     

     


    Resumen

    Este trabajo tiene como objetivo aportar a la reflexión del complejo movimiento regionalista en Sucre, que tuvo componentes de violencia y racismo, generado en el marco de la Asamblea Constituyente el año 2007. El uso de documentación pertinente permite demostrar que se han vertido algunas afirmaciones sin base documental en el artículo de Martín Gabriel Torrico (2008), sobre un supuesto racismo predeterminado en la ciudad, que habría sido heredado desde 1899, transmitiéndose consignas por más de un siglo a toda la población sucrense. Es importante contribuir al manejo serio y científico de fuentes para el tratamiento de temas tan delicados como el racismo y el regionalismo que, lejos de llevar a la comprensión de la historia, pueden fomentar un clima de enfrentamiento. Para ello, a partir de los artículos de la Revista Vida Nueva (1905) -analizados como documentos históricos-, creada por la joven elite social sucrense, se muestra que este grupo intelectual tiene la iniciativa de convocar a sus pares de La Paz y otras ciudades a formar parte de la redacción de la misma y, principalmente, a dejar atrás las luchas regionales y buscar "con un solo pensamiento: el engrandecimiento nacional". Esta reconciliación intraélites no incluye a los indígenas. Se propone el olvido de los efectos de la guerra civil (1899). Sin embargo, se comparte un nuevo discurso racista contra el indígena sin distinción regional, como una reconfiguración del "otro".

    Palabras clave

    Violencia Asamblea Constituyente 2007 / Reconciliación política de élites / Guerra Civil 1899 / Revista Vida Nueva / Ideología racista


    Abstract

    This work aims to contribute to the complex reflection of regionalist movement in Sucre, connected with the 2007 Constituent Assembly, which had components of violence and racism. The use of relevant documentation can prove that some misinterpretations have been spilled in the article by Gabriel Torrico (2008), on alleged racism default in the city, which have been inherited from the Civil War in 1899, airing slogans for over a century in all sucrense population. The articles of Vida Nueva Journal (1905), created by the young sucrense social elite, analyzed as historical documents, shows that at the initiative of this group is convened to peers of La Paz and other cities to write in the journal, and mainly, to leave behind regional struggles and seek "with a single thought: national aggrandizement." Nevertheless this reconciliation intraelites excludes Indians. Forgetting effects of the Civil War is proposed. However, they share a new racist discourse against indigenous regional irrespective as a reconfiguration of a new concept of "other".

    Key words

    Violence in Constituent Assembly 2007 / Political elites reconciliation / Civil War 1899 / Vida Nueva Journal / Racist ideology


     

     

    Introducción

    La convocatoria e instalación de la Asamblea Constituyente, en la ciudad de Sucre el 6 de agosto de 2005, fue la señal del inicio de la recomposición de las fuerzas políticas y partidarias en el país cuando el Movimiento al Socialismo (MAS) ganó las elecciones y consiguió el ascenso de un indígena a la presidencia de la República. La Asamblea debía atender y debatir por igual las demandas de la población del país. Esta apertura generó las expectativas de la población de Sucre que había perdido la sede del gobierno en la guerra civil de 1898-1899, y veía posible que, en el siglo XXI, la Asamblea revirtiera esa pérdida retornando los poderes ejecutivo y legislativo a la ciudad de Sucre. La idea estaba fuertemente ligada a la esperanza de desarrollo y crecimiento económico del departamento durante el siglo XX, dificultado por el centralismo.

    La demanda fue planteada a la Asamblea por un movimiento cívico aglutinado en torno a un comité interinstitucional en ausencia de los partidos políticos tradicionales. Por cierto, no faltaron en ambos lados, los ingredientes políticos en el marco de regiones enfrentadas al bloque oficialista con gran apoyo político de El Alto y La Paz, que después de un multitudinario cabildo contra las pretensiones de Sucre, junto con el gobierno y el MAS, se opusieron a la inclusión de la demanda chuquisaqueña en la Asamblea. Mientras tanto, otros departamentos de la llamada media luna apoyaron el pedido chuquisaqueño en medio de una regionalización de la política.

    En los hechos, se generó un rechazo no exento de violencia, en la ciudad de Sucre, de parte de una ciudadanía conquistada por el pedido de capitalía (tratamiento y debate democrático en la Asamblea y sometimiento a un referéndum), que llegó a los insultos verbales e incluso agresiones físicas a los asambleístas de La Paz, especialmente a los indígenas y, en general, a todos los miembros de la representación paceña, como el caso de algunos constituyentes no indígenas.3 Ante la inminencia del cierre de las sesiones de la Asamblea, sin haberse tocado la demanda de la capitalía, grupos de opositores impidieron las sesiones en la sede de la Asamblea, por lo que ésta se trasladó al Liceo Militar, a cinco kilómetros de la ciudad de Sucre. Esta decisión generó la furia nunca antes vista de la población, que se desplazó hacia el nuevo espacio de reunión: se produjeron enfrentamientos de gran violencia con intervención de la policía en el puente de La Calancha, con un saldo de tres jóvenes sucrenses muertos y más de dos centenas de heridos.

    El tema de la Capitalía logró la unidad "citadina" que nunca antes se había manifestado a tal grado, con una gran capacidad de movilización, recreación simbólica de la identidad sucrense y una fuerza de presión callejera sin precedentes en la región. Sin embargo, pese a esto, existieron debilidades discursivas en los liderazgos locales para canalizar este movimiento hacia objetivos posibles. La exacerbación del tema y de la dignidad local por parte de los líderes generó un movimiento desorientado y en algún momento visceral. En adición, existe un sentimiento de frustración e indignación en la población ante los resultados de la Asamblea Constituyente.4

    El estudio de PADEP/GTZ sobre la movilización en Sucre compulsa la complejidad de la misma, apuntando a varios espacios de la conflictividad en medio de la regionalización de demandas políticas en el país, desde el espacio local al departamental y en torno a tres factores determinantes: transición política, desarrollo e identidad.

    "El mito que reactualizó el racismo y reavivó una guerra heredada" es un trabajo de Martín Gabriel Torrico publicado en Observando el racismo. Racismo y regionalismo en el proceso constituyente (2008), publicado por la Universidad de la Cordillera y la Vicepresidencia de la República de Bolivia, que toma como origen de los actos racistas de la población sucrense en 2007, a los acontecimientos históricos de fines del siglo XIX, que enfrentaron a fracciones de las élites del país en una Guerra Civil. Por un lado, Sucre, donde se encontraba la sede del poder y el Partido Conservador. Por el otro, La Paz, con una propuesta liberal federalista y un ejército aliado con las fuerzas indígenas aymaras conducidas por Pablo Zárate Willca. Fueron éstas últimas las que se enfrentaron con los soldados de los escuadrones "Sucre" y "Monteagudo" en Ayo-Ayo, en enero de 1899, donde perecieron 27 miembros de la "juventud dorada" de Sucre. Estas muertes produjeron una gran conmoción en la ciudad.

    Paradójicamente, los aymaras que amenazaban con una rebelión mayor por la reivindicación de tierras y otros reclamos, fueron dominados por sus aliados liberales. El proceso judicial que se les siguió fue totalmente politizado. El grupo aymara que participó en la masacre de Ayo Ayo por tratarse de los soldados chuquisaqueños, enemigos coyunturales de los paceños, fue favorecido con un decreto de amnistía (31.10.1899) que incluía en el silencio a personajes del Partido Liberal. Otra fue la suerte de los aymaras que intervinieron en la matanza de ciento veinte soldados paceños en el pueblo de Mohoza y en otros ataques. Según Rigoberto Paredes, multitud de indios fueron victimados en las cárceles de las provincias5 y sus líderes fueron juzgados. El abogado defensor, intelectual y político paceño, Bautista Saavedra, más tarde presidente de la República, sostuvo el argumento de que se trataba de un delito de naturaleza colectiva y no así un delito común. Sin embargo, respondiendo a sus prejuicios raciales, calificó la acción como "la manifestación feroz y salvaje de una raza moralmente atrofiada o degenerada hasta la inhumanidad". Pablo Zárate Willka, su Estado Mayor y más de noventa indígenas fueron apresados y después de más de cuatro años de aplicación de procedimientos judiciales totalmente irregulares fueron condenados, pero no se tiene información sobre la ejecución de ninguno. La desaparición de Willka, recluido con los demás en la cárcel de Oruro, aún permanece en el misterio, como sostiene Ramiro Condarco (1982). Es probable que hubiera sido victimado por los liberales una vez que asumieron el gobierno.6

    Como consecuencia de la hegemonía del norte, Sucre perdió la sede del poder político, reubicándose en un plano de ciudad secundaria.

    En el siglo XXI, en el contexto de la aprobación de la Asamblea Constituyente, como mencionamos, los chuquisaqueños, olvidando otras demandas, intentaron reivindicar sus pretensiones de volver a la capitalía plena, con evidentes muestras antipaceñas y antiaymaras. Por su lado, desde la población de Achacachi en La Paz, los "Ponchos Rojos", a través de un acto simbólico del degollamiento de dos perros, lanzaron amenazas de marchar contra Sucre.

    Torrico examina varios factores que confluyeron en lo que denomina "la reactualización del racismo" en Sucre. Entre estos factores están, según este autor, la intervención de la Alcaldía Municipal y de la Universidad de San Francisco Xavier como determinantes en el estado de exaltación producido en gran parte de la población, en el que jugó un importante papel la apelación a la memoria histórica e incluso un recurso de alto poder simbólico, la "columna quebrada" del mausoleo dedicado a los "mártires" de Ayo Ayo, con los cuales podían identificarse los universitarios del siglo XXI.7 Sin embargo, otros factores no son explicitados por el autor, como el fundamental contexto de lucha regionalista o la violencia de la Calancha, donde cundió la ira de la masa capitalina, en todas sus clases sociales, contra la policía.

    ¿Será posible la persistencia de un hilo histórico tan largo como propone este autor? En este breve trabajo me referiré exclusivamente a las relaciones de los intelectuales sucrenses y paceños a siete años del conflicto de 1899. A partir de notas de la revista Vida Nueva (1905-1906), es posible reconstruir cómo los intelectuales chuquisaqueños proponen, en 1905, olvidar el dolor (causado por la Guerra Civil y la masacre de Ayo Ayo) y unirse todos por el país, invitando a intelectuales paceños y de otras ciudades a escribir en la mencionada revista.

    Esta documentación prueba que, en efecto, se habría producido una "reconciliación", entre estos representantes de la ideología dominante en cada ciudad, hecho que contradice las aseveraciones de Torrico, carentes de fuentes o asidero específico sobre un tema delicado en el contexto de las interrelaciones regionales y el espinoso territorio del racismo.

    El autor lanza, en varios lugares de su trabajo, frases como la siguiente, que es falsa y absurda:8 "escuchar la narración (de los niños guías del cementerio) se ha convertido, para siete generaciones de chuquisaqueños en un acto que refuerza sus sentimiento de pertenencia.9 Y otras frases, como: "en lamente de los sucrenses pervive [este] acontecimiento histórico que dio origen a la situación actual de la ciudad...."10. "Durante muchos años la rememoración en Sucre de los acontecimientos de 1899 fue casi clandestina.” 11. "La crueldad de los asesinatos generó emociones que han perdurado durante más de un siglo en la población de la ciudad... "12. "Una narración oral (de los niños guías) que es repetida incesantemente desde hace años, mantuvo viva una visión muy emotiva del acontecimiento [... ] Esta narración oral, que durante más de un siglo ha sido incesantemente repetida.” 13. "Durante el siglo transcurrido desde los hechos, nadie realizó acciones que permitieran a los sucrenses modificar sus emociones respecto a la masacre de Ayo Ayo [..] Tal silencio no desencadenó un proceso de reconciliación entre sucrenses, paceños y aymaras, sino que más bien aumentó valor a las emociones que se expresan en la narración oral".14

    La imprecisión en el uso de períodos, "más de un siglo" y "hace años", genera confusión y parece mostrar un permanente estado de encono en relación al hecho luctuoso del siglo XIX. Habría sido un proceso continuado de rencor contra unos presuntos enemigos, como si un sentimiento de venganza hubiera sido transmitido generación tras generación, por encima de la añoranza de días mejores para la capital de la República y del sentimiento acunado por décadas de ser un departamento abandonado por parte del Estado, que llegó a sustituir la idea anterior expuesta por Rogelio Arce en los "Recuerdos de antaño" (1947) de que la Guerra Civil "fue la iniciación de la decadencia de Sucre".15

    Durante el siglo XX se han producido cambios importantes. A partir de la Revolución de 1952, Sucre, pese a haberse mantenido ciertos miramientos elitarios, se ha convertido en una ciudad popular, en proceso de provincianización16 con la permanente recepción de población de provincias del departamento y la migración de mineros, producto de la "relocalización" (1985). Con este nuevo rostro capitalino, mestizo, indígena y diverso, el MAS ganó las elecciones de 2005 en Sucre. Y por lo mismo, no es fácil sostener la caracterización que se ha hecho de esta ciudad como "racista", de manera prejuiciosa.

     

    La Revista Vida Nueva y el despertar de la juventud chuquisaqueña

    Tan sólo a siete años de años de la Guerra Civil, la pérdida de la sede de gobierno y la "masacre de los universitarios", un grupo de jóvenes de la elite social de Sucre que promediaba los 30 años -representativo de la nueva generación chuquisaqueña- crea la Revista Vida Nueva, en 1905. La aparición de la revista es saludada por muchos autores. Quienes la editan son contemporáneos de aquellos que habían marchado al frente. Así, es importante el nacimiento de Vida Nueva como signo del despertar del sentimiento de derrota:

    Tiempo hacia que un manto fúnebre parecía cubrir a la ciudad querida. Dolorosas pruebas, recientes heridas que aún vertían sangre la habían postrado en un abatimiento moral, precursor de la muerte. El grande espíritu del pueblo parecía como aletargado en fuerza de amargas tribulaciones.17

    Es Guillermo Loayza, profesor del Colegio Junín, quien así saluda a los redactores en un entusiasta y largo artículo de portada. Loayza continúa:

    ¿Quién había de despertarlo, de confortarlo sino la juventud? Ella, la fuerza viva, cerebro y corazón de la patria. Ella, la eterna vanguardia en las filas de la civilización que marchan con paso triunfal hacia el progreso.18

    Se refiere a las pérdidas territoriales como un sacrificio consumado que ha "abatido el espíritu de la Patria", volviendo la mirada a lo nacional:

    Y aquí, en el seno del hogar amado, cesen ya los enconos fratricidas, las pasiones mezquinas de partido, los odios regionalistas. Tiempo hace que pueblos hermanos nos estamos mirando de reojo, con estúpidos recelos, con increíble envidia, como si la prosperidad de uno no fuera la prosperidad de los demás, en virtud del vínculo de solidaridad que une los distintos componentes de una nación. Eternamente nos estamos destrozando, consumiendo, infamando, en el calor de nuestras luchas políticas [...] Pero basta, la discordia no nos hace sino despreciables y débiles.19

    El propósito de Vida Nueva es abrir espacio principalmente a la poesía y la prosa de tendencia modernista, a la ciencia y a las noticias culturales: "aceptar el desafío de escribir frente del deslumbrante florecimiento de la literatura moderna.. ".20

    A nivel local se vive un "movimiento" (así denominado) de unificación y marcada fraternización de la juventud intelectual que anuda los eslabones rotos de "la comunión literaria de Chuquisaca", al que contribuyen las redacciones de los periódicos La Mañana, La Industria y, por supuesto, la revista Vida Nueva. El momento es celebrado con una concurridísima y placentera fiesta social de alegría y nobles expansiones en la forma de un "pick-nick", de casi cincuenta invitados.21

    Resulta notable la amplia convocatoria tanto en la ciudad como en el resto del país. Por una parte, el reencuentro de los chuquisaqueños con una lista de colaboradores permanentes de más de veinte firmas. La mayor parte de ellos ejerce la docencia o el periodismo, como los profesores del Colegio Junín Adolfo Guardia Berdecio, José A. de Jáuregui, Guillermo Loayza y Claudio Peñaranda. Además de José L. Raña, Mariano Calvo, Luis Pablo Rosquellas, director de la Biblioteca Nacional, antiguo catedrático de literatura en los colegios de Sucre, violinista, compositor, hijo de otro célebre violinista de origen español. Por su parte, Armando D. Álvarez es una especie de mecenas de la revista.

    Pese a todo, la primera mitad del siglo XX fue el periodo de oro de la intelectualidad chuquisaqueña, con personalidades sobresalientes como los poetas Gregorio Reynolds, Nicolás Ortiz Pacheco, Ricardo Mujía, Claudio Peñaranda; los agudos críticos de la sociedad Jaime Mendoza e Ignacio Prudencio Bustillos; los músicos Eduardo Berdecio, Simeón Roncal, Miguel Ángel Valda, José Lavadenz, Manuel Caballero y Telmo Solares, entre otros.

    Por otro lado, la invitación enviada a escritores del país, especialmente en La Paz, es bien recibida. Los colaboradores paceños son ciertamente los más conocidos: el joven Alcides Arguedas, quien después de Wata-Wara (1904) publica Vida Criolla (1905), donde critica los abusos de la nueva clase rica y liberal en el poder. La novela Celeste (1905) de Armando Chirveches, merece una nota del poeta y periodista Claudio Peñaranda. José Aguirre Achá, Rosendo Villalobos y, más tarde, Franz Tamayo colaboran también en Vida Nueva. Cochabamba, Oruro, Tarija y Tupiza no están excluidas, ni tampoco Santa Cruz, que es representada con las firmas de Emilio Finot Franco y Plácido Molina. La revista tiene corresponsales en Buenos Aires, Valparaíso, Madrid, Barcelona y Lima, ciudad en la que vive el poeta Ricardo Mujía.

    Después de la Guerra Civil, las relaciones norte-sur habían quedado resentidas, aunque las huestes aymaras fueron el chivo expiatorio sacrificado por la elite paceña, pero los chuquisaqueños, decididos a ocupar el espacio nacional con su imagen de ciudad culta, habían reiniciado vínculos cordiales con los paceños. El objetivo del grupo es consolidar la revista quincenal de Ciencias y Letras como una publicación nacional y permanente con suscripciones, canje y agencias en gran parte de las ciudades. De esta manera, son restauradas las relaciones intra-élites por encima del fantasma de fines del XIX. La revista es un medio para modificar las emociones respecto a las consecuencias del conflicto bélico, abriéndose a los nuevos tiempos y generando un proceso de reconciliación entre élites, excluida la población indígena.

    Preciso es olvidar todas nuestras miserias, para vincularnos con un solo pensamiento: el engrandecimiento nacional; para hacer palpitar el corazón de todo boliviano con un solo sentimiento: el amor santo a la Patria y el respeto al augusto ejemplo de nuestros progenitores.

    Palpitantes corazones jóvenes, que no guardan ponzoña y que abrigan esperanzas y tienen fe en el porvenir, son los que se anticipan a saludar con estos cotos al refulgente astro que iluminó el día del nacimiento de la nacionalidad boliviana, ¡nuestra Patria querida!".22

    Los chuquisaqueños asumen una nueva posición afín a la modernidad, con la frente en alto, conducidos por la juventud de orientación liberal y postura anticlerical:

    Arriba, juventud¡ Empuña altiva
    Con mano firme, tu pendón de gala
    Suene el clarín guerrero...
    La santa libertad está cautiva
    Tu escudo-la razón-, tu fe -la ciencia:
    Las negras huestes de la fe romana
    Tienen cautiva a la conciencia humana,
    Pretendiendo otra vez cubrir la tierra
    Con el negro ropón de la sotana23

     

    La alianza modernizante y la transmisión de la ideología racista

    Vida Nueva se convierte en una rica fuente para pulsar los valores y ambiciones de la nueva generación de bolivianos con una ideología en ebullición. Unos escriben versos soñadores o melancólicos, recuerdos de viajes por Europa, noticias de literatos del Viejo Mundo, de actividades artísticas y culturales, progresos científicos. Circulan también numerosos cuentos a manera de una literatura de la desilusión, que narran historias de amores frustrados o destruidos por la desgracia, o el vicio, novias desdichadas por abandonar al novio pobre por un marido rico, o aquellas que sufren accidentes. Una narrativa de ficción que, contradiciendo la proclamada voluntad de los escritores por triunfar con la mente en el porvenir, parece revelar sombras de engaño, de hondo pesar, de "nieblas del sepulcro", en una especie de inconsciente temor a la infelicidad. Estos miedos no están tan alejados de los que albergan los paceños en su narrativa.

    Lo interesante es que pese a representar a una élite consolidada, los escritores liberales paceños construyen una mirada pesimista del progreso nacional. Y es que estos autores, mientras comulgan con el ideal de pureza racial del evolucionismo europeo en auge, se enfrentan con una cada vez más amenazadora presencia política indígena y mestiza en "su" sociedad. El bloque dominante boliviano, entonces, nace bajo esta paradoja: llegar al poder "de la mano" de los indígenas y pensarse a partir de su negación.24

    En efecto, pese a ser el paceño el primer bloque que establece una hegemonía nacional, dice Soruco, este logro lo realiza a partir de su alianza con los indígenas en la guerra contra el sur, al igual que veinte años más tarde lo hará Saavedra conquistando el apoyo de los cholos. Así se comunican los dos polos discursivos, el que justifica la exclusión del indio por su condición natural y la del cholo por ser culpable del estado del indígena. El discurso antimestizaje es la base de la novela que rechaza lo mestizo-cholo desde una serie de novelas que se prolongan hasta los años 40. Celeste y Vida Criolla son sólo el inicio de un género que domina la literatura de las primeras décadas del siglo XX, en ausencia de los estudios sociológicos que expliquen los fenómenos complejos de una sociedad en transición. Podemos citar también La Candidatura de Rojas (1909), La casa solariega (1916) y La Virgen del Lago (1919) del mismo Chirveches, o El cholo Portales (1926) de Enrique Finot. Y por otra parte, las obras de Arguedas, que concentran en Pueblo enfermo (1909) la mayor estigmatización contra el mestizo: se niega para la nación cualquier posibilidad de desarrollo porque carece de razas puras. Así se construye y consolida la teoría que pretende legitimar la exclusión de indígenas y mestizos en el proyecto nacional, dejándolos como sectores subalternos de la sociedad. Las muy conocidas Claudinas, novelas de escritores del sur, En las tierras de Potosí (1911) de Jaime Mendoza, La Miski Simi (1921) de Costa du Rels y La Chaskañawi (1947) de Carlos Medinaceli, desarrollan otra connotación, menos negativa de la chola, principalmente la de Medinaceli, para quien es una figura vital para la nación.

    Puede decirse que los redactores estaban pendientes de las publicaciones paceñas. Claudio Peñaranda reseña en Vida Nueva la novela Celeste de Chirveches como "una sencilla narración lírica [... ] un idilio roto por la ruda prosa de la existencia."25 Se da cuenta de uno de los temas centrales de las recientemente inauguradas novelas paceñas: el triunfo de un ricachón burgués, politicastro que llega a ministro y arrebata la novia a un ilustrado joven de buena familia pero carente de fortuna. Si el comentario de Peñaranda es muy discreto, la narración es más explícita en cuanto al tema de la conflictiva relación étnica y de clase social entre los personajes de la novela. Este matrimonio significa una ruptura de las normas endogámicas que la sociedad criolla ha mantenido con gran celo, pero la situación económica obliga a algunas familias venidas a menos a transar con los nuevos ricos.

    El novio, Don Práxedes Urcullo es descrito en términos despectivos a todas luces:

    Los maxilares grandes, la nariz gruesa, los ojillos rasgados y oblicuos, el cráneo cónico. Ser híbrido de varias razas, poseía cierta asimetría fácil y ciertos caracteres antropológicos que hubiéranle hecho clasificar por un psiquiatra moderno, como a criminal nato o como a loco moral.26

    No todo es negativo en el senador casi vitalicio, de criterio práctico, disciplinado y trabajador: él es también audaz, paciente y calculador para alcanzar sus objetivos. Pero no posee intuición de la belleza ni delicadeza de espíritu. "Era el producto de un bastardo ayuntamiento de razas, tenía sangre de conquistador, sangre de indio y sangre de esclavo".27

    No sorprende el lenguaje propio del darwinismo social en las descripciones que relacionan los rasgos fisonómicos y el tamaño del cerebro con la capacidad intelectual y la criminalidad, si se toma en cuenta que, desde mediados del siglo XIX, las élites de América Latina y las de Bolivia habían estado en contacto con estas teorías en boga en Europa por un largo período. Los escritos de Gustave Le Bon, César Lombroso y varios otros, se encuentran en las bibliotecas criollas y las ideas son difundidas por los órganos de prensa, revistas, círculos literarios -como el de La Paz, creado en 1876- y la propia Sociedad Geográfica de esta ciudad. Personajes reconocidos, como los cruceños Gabriel René Moreno y Nicómedes Antelo, y los paceños Rigoberto Paredes y Alcides Arguedas, se reclaman seguidores de estas teorías: la raza blanca es superior y las sociedades mestizas son híbridas y degeneradas, heredan las taras de ambas razas.

    Sostiene Marie Danièle Demelas:

    Los sentimientos racistas de la sociedad criolla han encontrado pues, una justificación científica en este fin de siglo. Esta estructura ideológica tiene el mérito de ser simple: Bolivia es el país más indígena de América del Sur, es por ello que es uno de los más difíciles de manejar en la vía del progreso.

    ¿Cómo civilizar un pueblo de esas características sin eliminar la ignorancia y el conservadurismo de los indios y la violencia de los mestizos?28

    Sobre esa base, en el período liberal se expande y toma mayor fuerza la ideología del darwinismo social. Para oficializar este conocimiento "científico" se contrata la llegada de misiones francesas y belgas, Crequi Monfort y Senegal de la Grange, por un lado, y Rouma, por otro, en 1903 y 1911, respectivamente, para realizar estudios antropológicos de la población indígena y mestiza, y consolidar de esa manera estas teorías, aunque están lejos de acercarse a los verdaderos problemas de orden político y social que afectan a las bases de la sociedad boliviana en razón de la extrema desigualdad en el ejercicio del poder político y del manejo de la economía.

    Después del enfrentamiento norte-sur,

    tanto conservadores como liberales unificaron su percepción del aymara como ser salvaje, ante la peligrosidad y las tendencias autonómicas demostradas durante la rebelión y en las que, según esta opinión construida, los indígenas estarían planeando una guerra de razas. La participación del indígena en la revolución y su capacidad política terminó por ser vista como peligrosa para la hegemonía de la élite en su conjunto, sin importar el color político. Por esta razón y a raíz de la preocupación sobre la posibilidad de una guerra de razas, se ahondó la brecha social entre la población indígena y el resto de la sociedad, y se tachó al elemento autóctono como ajeno a los intereses de la nación. Se produjo una reinvención negativa de lo indio, basada en su supuesto salvajismo e irredención.29

    Ese es el trasfondo de los intereses en juego en las clases propietarias y terratenientes, con el creciente impulso de la gran minería privada y, por otro lado, el emergente mundo cholo. No es vana, por lo tanto, la preocupación de las clases medias empobrecidas al igual que las inquietudes y pretensiones aristocráticas. Se perfila una sociedad en transformación.

    Como producto de las tensiones internas de la política nacional, Arguedas sale al exilio dorado con un cargo diplomático en París. La novela Vida criolla y la partida del autor merecen un comentario en la revista. Coinciden muy claramente paceños y chuquisaqueños en defensa de lo criollo y lo moderno contra el atraso. José A. de Jáuregui se solidariza con Arguedas y expresa su deseo de que "en otro ambiente más propicio al desarrollo de la mentalidad, refrigerándose en las higiénicas duchas del progreso del viejo mundo, alcance a rendir ópimos (sic) frutos su cerebro preñado de fecunda materia prima intelectual. Hastiado de la burguesía triunfante que en nuestra tierra arrolla y envuelve todo con su oropelada vestimenta".30 Dice Jáuregui que este es un libro valiente al apuntar "los malos y añejos vicios y costumbres de nuestras sociedades, los que por herencia o tradición se conservan con verdadero escándalo del progreso mundial".31 El escalpelo del comentarista disecciona la sociedad boliviana.

    Desde su posición de clase de antigua estirpe, mira desde una atalaya:

    ...la sociedad manchada de asquerosas llagas sociales que sangran y sangrarán todavía por mucho tiempo, con sus mefíticos olores [..] Como consecuencia de este grave malestar, el intelectual vive incomprendido en su propio terruño y patria, golpeado por el espíritu enrevesado y vicioso de sus compatriotas, obligado a emigrar [se explica la motivación de la emigración]: cuando hay una gran distancia entre los hombres que han recibido la luz de la nueva vida y el pueblo en que nacieron [...] jóvenes ilustrados de nobles y delicados gustos y aspiraciones, preguntadles cual es su ambición: ¡París, Alemania Italia! [...] sin dejar de amarla [la patria] entrañablemente, no se resignan, porque su espíritu se rebela, a ser comparsas de este carnaval grotesco de la necedad, que es aquí, lo más notorio [...] Ojalá que brisas saludables de regeneración nos lleguen de fuera.. 32

    Son los escritores paceños los que proveen de doctrinas "novedosas y científicas" para interpretar las complejidades de la sociedad. Un artículo dedicado a la revista, de la pluma de Belisario Díaz Romero, miembro de la sociedad Geográfica de La Paz, ilustra convenientemente sobre las últimas investigaciones arqueológicas y craneométricas de la población indígena. El dato más importante, según el autor, es el crecimiento de la población mestiza, la que en su opinión, debía ser reemplazada enteramente por la emigración europea, absorbiéndola. El peligro, a sus ojos, es la regresión biológica producida por el cruce seguido de los propios mestizos, por lo que sería aconsejable la unión con blancos inmigrantes para borrar por completo la sangre india, restando simplemente la elección del nuevo tipo humano que podría ser sajón o latino.33

    Sucre tiene sus propios darwinistas sociales. Entre ellos, el abogado y profesor del Colegio Junín, Adolfo Guardia Berdecio, autor de un libro de antropología, quien se encarga de insertar en casi todos los números de Vida Nueva los temas que ilustran a los lectores sobre higiene, alcoholismo, psicología social y antropología criminal, además de ciertas teorías de la herencia biológica y social, y la decadencia de las razas.

    Un artículo de Alfredo Jaúregui Rosquellas, "Desde la altura", sigue la caminata del personaje frente a la inmensidad del cielo y el fondo sombrío de los viñedos en las suaves montañas de Cinti. El silencio y magnificencia del panorama sirven para una veloz revisión de su vida desde la ternura de la infancia hasta la traición, el dolor y la muerte. Desfilan ante él, "en grotesca procesión, amigos traidores, mujeres falsas, hombres sin decoro [... ] todo al son de músicas y ruidos. Y al rumor de beoda multitud que ruje amenazadora al par que inconsciente [... ] ya el estruendo del combate y el horripilante graznido de la trompa salvaje".34 Éste no es otro instrumento que el cuerno o pututu de oscura memoria para los criollos, como aparece en una cruenta escena de un relato de Ricardo Jaimes Freyre.35

     

    Conclusiones

    El conjunto de artículos publicados en Vida Nueva compendia los valores éticos y estéticos de esta generación dirigente de Chuquisaca. Modernismo literario en poesía y prosa, con la aparición de condes y condesas, crítica a la vida social, elegantes crímenes, sórdidas pasiones, la omnipresente Europa a través de los ojos de uno de los socios-viajeros que recorre basílicas y palacios. En el fondo, es el relato de una sociedad cuya hegemonía regional es desplazada por un poder mayor que traslada al norte la sede de gobierno y, con él, la base del poder político. Chuquisaca se quebró con el desastre de Ayo-Ayo por el sacrificio de la élite de su juventud, pero pretendió pocos años después renacer culturalmente, viendo imposible un retorno al poder político del que había gozado durante el siglo XIX y todavía antes, en su afamado período de la Audiencia de Charcas. Es notable que, superando el sentimiento de derrota, la elite chuquisaqueña decide salir al encuentro de los paceños, vencedores de la lid de fin de siglo, y del resto del país, en su nueva condición de capital histórica, dejando de lado el trauma del vencido para subir al carro del progreso comprendiendo que es necesario refuncionalizar las alianzas, las elites unidas contra el poder creciente de los cholos y la amenaza indígena permanente, construyen una plataforma de defensa contra el mundo bárbaro y oscuro, perteneciente a lo primitivo. Vale decir, reconfiguran el rostro del enemigo.

    Finalmente, se hace visible que las elites de las diferentes regiones comparten los mismos códigos culturales, tienen encarnadas las mismas ambiciones y expectativas de pertenencia a una sociedad señorial del mundo occidental y, por cierto, el progreso como un mito contemporáneo, desde la ciencia, la industria y el comercio. Visiones, fantasmas y pesadillas comunes circulan por el imaginario urbano y sus producciones literarias. Se comprimen los restos aristocráticos con la burguesía refinada en su aproximación a los ideales estéticos de la Europa añorada y hacen causa común para advertir los peligros del mestizaje y la cholificación. En un lenguaje casi cifrado, la elegante presentación del número 6 de Vida Nueva, a manos del profesor Guardia Berdecio, dice: "habrá también un lugar para ocuparse de los elementos sociales, dejando a un lado las miasmas que pululan en el subsuelo de la sociedad".36 El término miasma es por demás expresivo de lo dañino, como emanación de cuerpos enfermos y materias en descomposición o aguas estancadas. Temas tan afines a las lecciones del profesor de psicología del colegio Junín, donde hablaba probablemente sobre los vicios y la salubridad.

    Aguas estancadas. Fragmentos de la vida boliviana (1911), la novela de Demetrio Canelas, se inserta en esa denominación -aguas estancadas- con enfoques del ambiente social urbano, tipos y costumbres expuestos de manera sarcástica, defectos y miserias de una pequeña sociedad urbana encerrada en el casco viejo. Sin duda, Alcides Arguedas, precursor en el análisis de la sociedad boliviana del siglo XX, es quien expone de manera "magistral" esta corriente de pensamiento, y la demuestra en Pueblo Enfermo (1909), viendo el cholaje y sus costumbres, examinando con su conocida posición crítica, en capítulos específicos, la psicología de la raza mestiza, la moral y vicios del "cholo", como el alcoholismo generalizado, según su apreciación, condenándolo como tipo inferior, al igual que "el roto" o "el gaucho" y otros híbridos raciales.

    En el contexto del desarrollo económico mestizo-cholo, especialmente en La Paz, pese al monopolio ejercido por los criollos paceños desde el inicio del siglo XX, aparecen las novelas del antimestizaje, estudiadas por Salvador Romero (1998), Marta Irurozqui (1995) y Ximena Soruco (2011). Como sostiene Soruco, los autores de la novela del antimestizaje reconfiguran el discurso biológico evolucionista europeo, recreando sus "otros", los cholos e indígenas. De ahí surgirían distintos tipos de chola, para distintos períodos y diferentes funciones, desde la condenación de las relaciones interétnicas de la chola como prostituta, hasta la chola de La Chaskañawi como madre simbólica de la nación. "Es decir, la sociedad boliviana no sólo no es más democrática, sino que reactualiza su jerarquización étnica colonial -debilitada durante el siglo XIX- con un lenguaje "científico" y moderno, que asocia la etnicidad del mestizo a su indecencia, incompetencia política e improductividad económica y, por tanto, legitima su exclusión del proyecto nacional".37

    De esa manera, se constituyen los múltiples caminos y rostros de la violencia étnica a partir de intereses, de luchas entre sectores que buscan definir su hegemonía en la historia del país. En el caso del conflicto de Sucre por la capitalía, el componente fundamental del movimiento fue la reivindicación regional en la que, sin embargo, se filtraron suficientes elementos para desatar un sentimiento negativo antipaceño y anti aymara, con tintes racistas. Esta ola de protestas violentas tuvo el peor final con la humillación y agresión a campesinos quechuas de los alrededores de la capital, simpatizantes del MAS, por parte de grupos radicales, el año 2008. Así, se confirma que en la lucha social y regional, en los momentos de polarización ideológica, se pueden reproducir procesos de exclusiones, de violencia y racismo en diferentes escenarios y períodos con nuevos argumentos y distintos actores, y aún teniendo enfrentados a grupos de la misma pertenencia social y étnica, como lo atestiguan los numerosos testimonios grabados por los medios de comunicación.

    A tiempo de terminar este artículo pude leer otro, publicado en Sucre recientemente, en el Suplemento Cultural De Puño y Letra de Correo del Sur (20.9.2012). El artículo está firmado por el docente de la universidad chuquisaqueña Franz Flores Castro, quien analiza no sólo el texto citado de Torrico sino otros dos más, de Luis Tapia (2007) y Yuri Torrez (2010).38 Flores concluye señalando "que el conflicto generado por la demanda de Capitalía Plena es mucho más complejo en sus determinaciones regionalistas, identitarias y de actores estratégicos, para reducirlo simplemente a motivaciones racistas...” 39

     

    Notas

    1      Docente de la Carrera de Historia e investigadora del Instituto de Estudios Bolivianos de la UMSA. Estudios en la Universidad de Paris VIII (Vincennes), Universidad de Cambridge, Inglaterra, Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales (Paris), Universidad Central de Venezuela. Ha publicado los libros El carnaval paceño y Jisk'a anata (en coautoría, 2009); La Gastronomía en Potosí y Charcas. Siglos XVIII al XXI. Hacia una historia de la cocina boliviana (2011, 3ª ed.); ¿Un país desinformado? Estudios sobre información científica y cultural en Bolivia 1993-2003, (en coautoría, 2004); Las mujeres en la historia de Bolivia, imágenes y realidades del siglo XIX. Estudio y antología en tres volúmenes (en coautoría, 2001); Caymari vida: la emergencia de la música popular en Charcas (1996).

    2      Sucre es la Capital del Departamento de Chuquisaca, por esto, y en razón de que Chuquisaca es uno de los cuatro nombres que tuvo la ciudad en el transcurso de la historia, se utiliza generalmente el gentilicio "chuquisaqueño" o "sucrense", indistintamente.

    3       Andrés Calla y Khantuta Muruchi, "Transgresiones y racismo", p. 27.

    4      Programa de Apoyo a la Gestión Pública Descentralizada y Lucha contra la Pobreza de la Cooperación Técnica Alemana (PADEP/GTZ), Análisis de conflictividad y potenciales de paz de Sucre y del departamento Chuquisaca - Bolivia, p. 31.

    5      Pilar Mendieta, Entre la alianza y la confrontación. Pablo Zárate Willka y la rebelión indígena de 1899 en Bolivia, p. 262.

    6      Ibíd, p. 275.

    7      Torrico, op. cit.

    8      Desde 1978, con el apoyo de la Dirección de Turismo, DESATUR, dependiente de la Corporación de Desarrollo de Chuquisaca se inició un programa de apoyo a un grupo de niños de escasos recursos, como guías de turismo del Cementerio de Sucre, además de los llamados "escalerillas" cuyo modo de trabajo era fletar escaleras para la limpieza de los nichos altos. El apoyo consistió en un folleto con datos sobre personajes históricos cuyos restos descansan allí y una mínima preparación, además de un overall, chancletas, una fiesta infantil con chocolate y buñuelos en la Casa Capellánica, con certificados de graduación. Asimismo se les facilitó lockers para guardar sus uniformes. Lo que aprendían como rezos, para memorizar, estuvo lejos de la intención de difundir el racismo. El número de estos niños alcanzó a 30 como máximo no a 120 (Información de Ronald Poppe, ex Responsable de DESATUR, 17.10.2012).

    9      Torrico, op. cit., p. 52.

    10     Ibíd, p. 72.

    11      Ibíd.

    12     Ibíd, p. 73.

    13      Ibíd, p. 76.

    14      Ibíd, p. 74.

    15      En Revista de la Casa de la Libertad, Sucre, Año 2. Nº 4, 1998 (pg. 117), Extractos de la publicación en la Revista de la Sociedad de Geografía e Historia, Sucre, Nº. 420, agosto, 1947.

    16      César Rojas, La ciudad vagón. Los hilos negros de la Ciudad Blanca, p. 59.

    17      Vida Nueva, 7,1.5.1905.

    18      Ibíd.

    19      Ibíd.

    20      Ibíd, 6,15.4.2012.

    21      Op. cit.

    22      Vida Nueva, 12,1.8.1905.

    23      Juan Manuel Sainz, "¡Generala!", Vida Nueva, 7,1.5.1905.

    24      Ximena Soruco, La ciudad de los cholos. Mestizaje y colonialidad en Bolivia, siglos XIX y XX, p. 82.

    25      Vida Nueva, 8,15.5.1905, p. 38

    26    Armando Chirveches, Celeste, p. 53.

    27    Ibíd, p. 58.

    28    Nationalisme sans nation ? La Bolivie aux XIXe- XXe. Siécles, p. 97. La traducción es mía.

    29    Pilar Mendieta, op. cit., p. 243.

    30    Vida Nueva, 17,1.11.1905.

    31     Ibíd.

    32       Ibíd.

    33     Belisario Díaz Romero, "Nuestra raza patria (Inducciones antropológicas)" en Vida Nueva, 17,1.11.1905. pp. 145-146.

    34      Vida Nueva, 17.1.11.1905.

    35      "En las montañas" (1907), publicado por primera vez en la Revista de Letras y Ciencias Sociales. Tucumán, 5.29,1.02.1907.

    36      Vida Nueva, 6,15.4.1915, p. 1.

    37      Soruco, op. cit., p. 92.

    38     Ver Luis Tapia, "Democracia, poder y cambio político en Bolivia". En Poder y cambio en Bolivia. PIEB. La Paz, 2009; Yuri Tórrez (et al.), La cultura política de la juventud cochabambina. PIEB. La Paz, 2003.

    39      De Puño y Letra, 20.9.2012.

     

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