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    Fuentes, Revista de la Biblioteca y Archivo Histórico de la Asamblea Legislativa Plurinacional

    versão impressa ISSN 1997-4485

    Rev. Fuent. Cong. v.14 n.65 La Paz abr. 2020

     

    INVESTIGACIÓN

     

    ESCRITURAS ALTERNATIVAS EN LOS ANDES CENTRALES

     

    ALTERNATIVE SCRIPTURES IN THE CENTRAL ANDES

     

     

    Branka Tanodi*

     

     


    RESUMEN

    La mayoría de los estudios sobre las culturas que se desarrollaron en los Andes Centrales antes de la conquista, no se ocuparon de la escritura de estos pueblos, considerando que las etnias autóctonas no habían desarrollado grafismo alguno, salvo los quipus. Los cronistas fueron los primeros en negar la existencia de la escritura. Lo señalan al decir, "no tienen letras"; ante el propio desconocimiento que las mismas tuvieron sus antecedentes en signos, que en tiempos pretéritos respondían a códigos no alfabéticos, y eran ejecutados sobre soportes diferentes al papel.

    Palabras Clave: <Andes Centrales> <Grafismos Precolombinos> <Escrituras>


    ABSTRACT

    Most studies on the cultures that developed in the Central Andes before the conquest, didn't take care of the writing of these towns, considering that the native ethnic groups had not developed any graphism, except for the quipus. The chroniclers were the first who denied the existence of writing. They point it by saying, "they don't have letters"; before the own ignorance that these had their antecedents in signs that in past times responded to non-alphabetical codes, and were executed on supports different from paper.

    Keywords: <Central Andes> <Pre-Columbian graphism> <Scriptures>


     

     

    Los conquistadores españoles venían de una época marcada por la Inquisición, de allí que desconocieron la existencia de grafías que no usaran para su representación letras y objetos portadores de escritura que no se presentaran como libros. Así, sólo el quipu1 fue considerado, durante largo tiempo, como el único medio de registro, mnemotécnico, por cierto, usado únicamente para cuentas, sin intentar interpretarlo como posible sistema de comunicación más compleja.

    Al respecto, dice Franklin Pease que, la tradición oral ha sido señalada normalmente como la expresión de la memoria andina. A excepción de las teorías acerca de la capacidad del quipu para conservar determinados datos, nadie preguntó si había otra forma de guardar información sobre el pasado. (Pease 1994, p.5)

    La exaltación del alfabeto está presente en Cieza de León, quien refiriéndose a Tiahuanaco, dice: "Cerca destas estatuas de piedra está otro edificio, del qual la antigüedad suya y falta de letras es causa para que no se sepa que gentes hicieron tan grandes cimientos..." agregando más adelante: "Por estar estas cosas tan ciegas, podemos decir que bienaventurada la inuención de las letras, que con la virtud de su sonido dura la memoria muchos siglos...y como en este nuevo mundo de Indias no se hallan letras, vamos a timo en muchas cosas". (Cieza de León, 1985: 283, 284)

    Aunque él mismo, en otro relato al describir los edificios de Vivaque cerca de la ciudad de Guamango, comenta: "Y también ay fama, que se hallaron ciertas letras en una losa deste edifico. Lo que ni afirmo, ni dexo de tener para mi que en los tiempos pasados oviese llegado aquí alguna gente de tal juyzio y razon, que hiziese estas cosas y otras no vemos". (Cieza de León, 1985: 249)

    El cronista Santa Cruz Pachacuti hace varias referencias a bastones pintados al referirse a la leyenda de Viracocha, dice que éste entregó a Aputampu un palo de su bordón donde estaban los razonamientos que les predicaba... En otra parte de su obra refiere que, el Dios Tunapa Huiracocha fue maestro de Aputampu, el curaca de Pacaritambo, a quien dejó al partir el sagrado báculo con letras misteriosas y vasos de oro.

    Fernando de Montesinos, a principios del siglo XVII, en sus "Memorias antiguas y historiales y políticas del Perú", es el único que sostiene que la escritura conocida por los amautas de la dinastía anterior a los incas, se había perdido a consecuencia de grandes conmociones, las cuales dieron lugar a la prohibición de las letras, causantes de grandes desgracias, y a la adopción de "cordeles de nudos".

    Si seguimos con el relato de Montesinos, él recuerda con referencia al Inca Tupac Cauri Pachacuti, que este mandó por ley que, so pena de vida, ninguno tratase de quillcas2, que eran pergaminos y ciertas hojas de árboles en que escribían, ni usasen de ninguna manera de letras.

    La opinión de los cronistas sobre la falta de escritura es todavía compartida por algunos investigadores. Sin embargo, en la década del XXX del siglo pasado, Rafael Larco Hoyle, llegó a la conclusión, analizando las figuras de los huacos, que los mochicas escribieron sobre la cerámica, dando así el puntapié inicial para el estudio de las escrituras precolombinas en los Andes Centrales3.

    La evidencia del desarrollo cultural andino se encuentra por todo el territorio peruano y el altiplano boliviano. Los hallazgos arqueológicos han sido allí abundantes, de manera que se ha podido formular un cuadro completo de las sucesivas culturas materiales de estos pueblos.

    Durante el Formativo, en la costa sur del Perú, se desarrolla la cultura Paracas, conocida sobre todo por sus tejidos y su Necrópolis. También sobresale en esa región, Nazca, reconocida por los geoglifos4. Su evolución se sitúa en la etapa de los Desarrollos Regionales, paralelamente en la costa norte estarán los Mochica, que logran un notable éxito en la cerámica y los pallares5. Larco Hoyle sostiene que: "la escritura sobre pallares de los mochicas se propaga en el Perú y los hombres de Nazca, Paracas, Tiahuanaco y Lambayeque lo utilizan, y sólo desaparece con la dominación de los Incas". (Larco, 1936: 42)

    También en este período, en el altiplano boliviano, a orillas del Lago Titicaca, surge Tiahuanacu, cuyo apogeo se dará en una época ulterior, coincidiendo ya con el Imperio Wari y los Estados Militaristas. En la misma región del altiplano, posterior a Tiahuanacu surgirán los reinos Aymaras. En los últimos tiempos antes de la llegada de los españoles, entran en escena los Incas, quienes, en el curso de tres o cuatro siglos, fundarán un imperio. (Tanodi, 2010: 93-94)

    Gran importancia tuvo para estos pueblos la elaboración de los textiles. Los diseños y las técnicas tenían características propias de las regiones o la época, como también para el tipo de prenda para la cual se usarían. Esto se ha podido conocer a través de las mantas y tejidos encontrados en las regiones costeras del sur de Perú, Paracas y Nazca, y en el Altiplano boliviano.

    Las vestimentas no eran iguales en todas partes, porque como lo relata Bernabé Cobo, en su Historia del Nuevo Mundo; "el criador (Viracocha) formó de barro en Tiahuanaco las naciones todas que hay en estas tierras, pintando cada una el traje y vestido que había de tener... y así cada nación vestía con el traje que a su guaca pintaba" (Cobo, 1956: 151)

    Fray Martín de Murúa al referirse a la vestimenta del Inca indica: "el vestido que ordinariamente usaba era una camiseta de cumbi labrada, la cual era obra de las ñustas, que hilabas sutilísimamente para tejer los vestidos del Inca y esculpían en ella maravillosas labores de tocapo6, que ellos dicen que significa diversidad de labores, con mil matices de sutil manera, al modo de los almaisales moriscos, de primor excelente, unas veces de color morado, otras verde, otras azul, otras carmesí finísimo. La manta que ellos llaman yacolla era del mismo cumbi, aunque no llevaba labores." (Murua, 34)

    También Guaman Poma de Ayala, en su crónica, muestra en los dibujos, personajes de alcurnia o indios principales, que lucen en sus unku y chumpi variados diseños de tocapus. Hoy las nuevas teorías están orientadas a estudiar como soporte material de la escritura a los tejidos.

    Una investigación por demás interesante es la que hace Victoria de la Jara, quien estudia los signos tocapu como una escritura logógrafa, o sea, representación de palabras enteras, que pueden comprenderse sin considerar la pronunciación. El uso de colores y la adición de líneas y puntos sobre una forma básica permite reducir el número de signos. Según ella, la escritura que llama Inka, no evolucionó hacia la letra sino hacia su codificación en el kipu. (Jara, 1975: 13)

    La antropóloga Gertrudis Braunberger de Solari, analizó hace unos años, una manta de Taquile, que le permitió conocer patrones culturales vivos en regiones apartadas de la sierra peruana.

    En su trabajo destaca el significado de los signos tejidos en la manta, haciendo referencia a que los mismos, con su contenido, correspondían a la concepción de cada grupo étnico. Además las figuras en los tejidos eran el medio de expresión de cada ayllu y variaban de uno a otro. Dice también que los taquileños le informaron respecto de los signos que son los que usan los "gentiles y de origen Tiaguanaco". Ella considera que "indudablemente, hay ideogramas que devienen de la época prehispánica, pero también hay los que se inventaron después de la conquista". (Brausberger, 1981:58)

    Por demás notable es la escritura conocida como Indígena Andina, también denominada Jeroglífica Andina, descubierta a orillas del Lago Titicaca. Es utilizada todavía hoy en una amplia franja de la región andina de Bolivia, tanto por pobladores de habla quechua como aymara. Al ser una escritura que todavía se usa y a la que se van agregando nuevos signos, a medida que se necesitan, está muy lejos de desaparecer o de fosilizarse. (Tanodi, 2010:120-121)

    Sobre esta escritura han tratado investigadores, como Tschudi y Posnansky, aunque es Dick Ibarra Grasso (Director del Museo Arqueológico de la Universidad Mayor de San Simón, La Paz, Bolivia), el que la estudia con mayor precisión y por eso nos basaremos en sus investigaciones. Él encontró en varios lugares de los departamentos de Potosí, La Paz y Chuquisaca, a indígenas que conocían esta escritura. (Tanodi, 2010: 120)

    Al comienzo se creyó que era postcolombina, y que la introdujeron los misioneros, dado que los textos encontrados eran de carácter religioso, más precisamente Catecismo y Oraciones. Esta teoría queda descalificada luego de analizarse las particularidades de la escritura, que nada tiene que ver con una posible influencia de la escritura latina. La idea de que fue inventada para la religión, se sustentaba en el hecho de que los misioneros utilizaron en algunos lugares de América, elementos de los grafismos autóctonos para facilitar su prédica, por ejemplo, con los aztecas.

    Sin embargo, si comparamos la dirección de la escritura y otras peculiaridades, esta idea queda totalmente descartada. El sentido que sigue la escritura es variado, en general, se inicia el texto por el lado inferior de la página de izquierda a derecha en boustrofedón7. Otros textos que inician por la parte superior derecha de la página, una vez concluido el renglón, en vez de seguir la línea común de bustrofedón, presentan en el renglón siguiente todas las figuras invertidas o sea, que para poder leerlo es preciso girar la hoja. Quedaría así desvirtuada toda influencia de la escritura latina, la cual había abandonado el uso del boustrofedón varios siglos antes de Cristo.

    Las materias escriptorias utilizadas son variadas. Si hacemos la clásica división en materias duras y blandas, veremos que se utilizaron ambas. Encontramos escritos en papel, arcilla o barro, cuero y piedra, Sobre todo son abundantes en arcilla y papel, poco frecuentes en cuero y en piedra se ha encontrado sólo una.8

    Actualmente, los nativos utilizan cuadernos y libretas comprados en el comercio e inclusive hojas de diario, sobre las cuales escriben haciendo caso omiso de lo que está impreso. En los cuadernos no se escribe separadamente cada página, sino que se considera a las dos páginas abiertas como un todo, de modo que las líneas se extienden de una a otra continuadamente. A la vez, se escribe solo de un lado de la hoja, es decir, se considera al otro lado como un dorso. Lo mismo ocurre con las hojas sueltas, siempre se escriben de un solo lado.

    El instrumento gráfico es un simple palito, mojado en tinta. Éste podía ser de diferentes clases. Algunas se hacían con jugos de vegetales, como del cactus llamado Airampu, o el de la solanácea, Ñuñumayu; también se usaron tierras de colores. En la actualidad se usan también tintas de anilina, compradas en polvo y disueltas en agua; éstas se preparan, a veces, por superstición, de noche a la luz de la luna.

    El cuero, principalmente el de la llama, presenta un solo lado en el cual era posible trazar los signos, el interno, por ser el más susceptible de alisarse, ya que los cueros encontrados no tenían un curtido especial como lo había tenido el pergamino europeo o las pieles en Mesoamérica.

    Los escritos en cuero tienen la apariencia de haber sido grabados a fuego, lo cual en realidad se debe a un simple efecto externo. El jugo de la planta Ñuñumayu, que significa río de leche, es blanco y gomoso cuando recién se extrae de la planta, se oscurece fácilmente al tomar contacto con el cuero, tornándose de color sepia y al espesarse, queda sobresaliendo del cuero, dándole el efecto de haber sido quemado con un clavo candente.

    El material que más llama la atención es la arcilla. Aunque ésta fue utilizada por diferentes culturas a lo largo del tiempo, presenta aquí una característica extraordinaria que la hace algo absolutamente único. Los signos son figuras moldeadas por separado de unos 6 cm de alto, que luego son pegados en posición vertical sobre un tablón o un disco, también de arcilla. Además de las figuras pueden colocarse otros objetos pequeños, como palitos, semillas, flores, piedritas, etc.

    Las figuras en arcillas pueden estar también sueltas, para leerlas hay que colocarlas en línea. Se usan para enseñar las oraciones; como el maestro conoce los rezos no le resulta difícil ordenarlas correctamente. Cuenta Ibarra Grasso que, en la localidad de Belén, en Potosí, había un indígena de nombre Juan Ibarra, que tenía como profesión escribir de este modo los rezos en las casas de las personas que iban a casarse, para que los aprendieran y pudieran "confesarse en la ocasión".

    La dirección de los textos en arcilla es en espiral sobre el disco redondo. Las figuras están dispuestas siguiendo una rigurosa línea de afuera hacia adentro. La lectura se hace comenzando desde la parte exterior. Cuando se han usado tablones rectangulares, la línea sigue el bustrofedón y empieza por la parte inferior derecha.

    Esta escritura usa signos pictográficos, ideográficos y fonéticos. Veamos un ejemplo de cada uno:

    • Pictográficos: el dibujo de una mujer, representa la palabra mujer: huarmi, en quechua.

    • Ideográficos: una cona, o piedra de moler, puede ser representada por una crucecita con uno de sus extremos horizontales más largos, o por un hombre o una mujer que están moliendo con la cona. Una simple cruz, significa la palabra: Dios.

    • Fonéticos: son todos por aproximación como en las charadas. Para representar la palabra alegría, que se dice cusiy, se dibuja la araña, llamada cusi o cusi-cusi.

    Otro hecho de gran valor es que ninguno de los signos está definitivamente fijado en su forma de simbolización, por ejemplo, una araña puede representarse de tres formas distintas: vista desde arriba, vista de costado o colgando con un hilo de un palito. Es decir, la misma palabra se puede escribir de diferentes maneras según el lugar. Sin embargo, esa diferencia no impide conocer su significado, porque al ser los signos, simples y esquemáticos, sea cual fuere el lugar de donde procedan y el material en que hayan sido escritos, son fácilmente reconocibles.

    Hay un pequeño grupo de signos muy interesante, son los humanizados, es decir, que a la figura que representa alguna cosa u objeto, se la provee de características humanas. Por ejemplo, una espiga de cebada que aparece provista de pies.

    Esta escritura utiliza el punto ortográfico final. Es el único signo de puntuación que se encontró en las regiones de habla quechua, muy raras veces en la zona aymara. Consiste en dos rayas verticales en los escritos en papel y en dos palitos, en la arcilla. Se usa al final de los textos o para separar dos párrafos distintos. A veces aparece en forma antropomorfizada, generalmente en los rezos, en que llega a transformarse en la figura de dos hombrecillos.

    La representación de los números es también llamativa. Se han observado dos formas distintas. La más común representa cada uno de los dígitos, inclusive el diez, mediante rayas verticales, unidas mediante una línea horizontal, de manera que el conjunto parece un peine. En la otra forma las rayas se han sustituido por puntos o por pequeños círculos, los cuales se ponen en línea vertical. El uso de una u otra forma numeral puede encontrarse en un mismo lugar, es decir, se usa de manera indistinta.

    En el pueblo de San Lucas, Provincia de Cinti, en el departamento de Chuquisaca, en la escuela indígena local, dice Ibarra Grasso que fue fácil encontrar a los indígenas escritores, los cuales no tuvieron inconveniente alguno en leer y escribir, incluso textos que ellos no conocían y para los cuales les fue preciso inventar signos especiales.

    Tal vez ésta sea la característica más interesante, que se pueden crear nuevos signos según se necesiten. Relata Ibarra Grasso que en la Escuela Indígena de San Lucas, "el director de la misma dictó a un escritor una canción escolar para que la reprodujera por escrito, cosa que el indígena hizo sin dificultad, escribiendo casi con la misma rapidez con que nosotros podemos hacerlo en nuestras letras, pero al llegar a la frase "este camino" (Cay puriypi) encontró con que no tenía un signo propio para representarlo, por lo cual, después de vacilar un momento preguntó: ¿invento? (¿inventani?); contestándosele que hiciese según costumbre y entonces procedió a dibujar a un hombre sobre una raya que representaba un camino, y lo hizo tan espontánea e inmediatamente que se veía que ese signo inexistente había acudido en forma automática a su imaginación ante la necesidad de su uso". (Ibarra Grasso, 1953: 25)

    La conclusión a la que podemos llegar después de este breve análisis de los diferentes signos utilizados, es que los grafismos prehispánicos tuvieron un significado importante para los pueblos donde se usaron, aunque este se escape a nuestra "comprensión alfabética". En materias escriptorias no tradicionales, fueron otras maneras de comunicarse, aunque utilizaran el tejido, la arcilla o, una soga con nudos. Algunos han cumplido en su momento con las funciones inherentes a la escritura, fueron comunicación y registro de hechos. Otros han sido, tan sólo, un paso hacia ella, no por ello desdeñables, ameritan que los conozcamos, estudiemos y difundamos.

     

    Notas

    * Doctora en Historia, Técnico en Archivos Históricos, Catedrática de Paleografía y Diplomática, ex Directora del Archivo General e Histórico, Universidad Nacional de Córdoba. brankatanodi@gmail.com

    1. No vamos a detenernos en el quipu. Consideramos que sobre el tema hay muchas y muy buenas investigaciones. Nos interesan otros soportes, en los cuales desde hace unas décadas, antropólogos, arqueólogos, historiadores, especialistas en arte textil, han fijado sus miradas.

    2. La palabra quillca, quilca o quellca, según Fray Domingo de Santo Tomás, autor del primer léxico del idioma Runa-Simi o Quechua, significa letra o carta mensajera. Para otros cronistas como Diego González Holguín, aquella voz significaba papel, carta o escritura. (Tanodi, p.106)

    3. El área cultural de los Andes Centrales se extiende desde la línea del Ecuador hasta los 20° de latitud sur.

    4. Los geoglifos son líneas y figuras grabadas a gran escala, con una técnica especial y sólo pueden ser observados desde grandes alturas.

    5. Los pallares son una especie de grandes frijoles sobre los cuales hay signos pintados o incisos, su significado no ha podido ser descifrado todavía.

    6. Los tocapus son figuras geométricas enmarcadas dentro de cuadrados o rectángulos, pueden estar aisladas o alineadas en fajas de sucesión horizontal o vertical.

    7. Boustrofedón significa siguiendo la línea del arado, es decir, un renglón va de izquierda a derecha y el siguiente de derecha a izquierda, como el surco del arado en el campo.

    8. La única piedra grabada que se conserva es un pequeño bloque alargado y cuidadosamente pulido, en una de sus caras ostenta dos líneas de escritura grabada con signos que son los mismos que aparecen sobre el papel y el cuero. Es posterior a la conquista ya que aparecen caballos. Fue hallada en la casa de un indígena que la había encontrado y la utilizaba para afiliar sus cuchillos.

     

    Bibliografía

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    Recepción: 27 de agosto de 2019

    Aprobación: 20 de noviembre de 2019

    Publicación: Abril 2020