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    Fuentes, Revista de la Biblioteca y Archivo Histórico de la Asamblea Legislativa Plurinacional

    Print version ISSN 1997-4485

    Rev. Fuent. Cong. vol.14 no.65 La Paz Apr. 2020

     

    INVESTIGACIÓN

     

    CORRELATO HISTÓRICO DEL MUSEO NACIONAL DE BELLAS ARTES DE CUBA JUNTO A SU BIBLIOTECA. DOS NOMBRES Y UNA MISIÓN

     

    HISTORY OF CUBAN NATIONAL MUSEUM OF FINE ARTS AND ITS LIBRARY: TWO NAMES-ONE MISSION

     

     

    Ada de Jesús de la Cantera Pérez*

     

     


    RESUMEN

    El presente trabajo aborda la historia que acompañó la creación del primer museo de carácter nacional en Cuba. Este museo desde el inicio se ideó con una biblioteca, cuya misión principal era gestionar la memoria histórica documental de la naciente República de Cuba. Se relata la perseverancia de sus dos primeros directores por defender la existencia de la institución y los tesoros del que se convertiría, después, en el Museo Nacional de Bellas Artes de Cuba. Hoy el Museo consta de un edificio de Arte Cubano y otro de Arte Universal y la inicial biblioteca del Museo se ha convertido en el Centro de Información "Antonio Rodríguez Morey" que sirve a ambos centros y es lugar de referencia para la información sobre las Artes Plásticas en Cuba.

    Palabras Clave: <Memoria histórica documental> <Plástica cubana> <Museo Nacional de Bellas Artes de Cuba> <Centro de Información "Antonio Rodríguez Morey">


    ABSTRACT

    The present work approaches the history that accompanied the creation of the first museum of national character in Cuba. This museum from the beginning was designed with a library whose main mission was to manage the historical documental memory of the nascent Republic of Cuba. There is related the perseverance of its first two directors to defend the existence and the treasures of which became the National Museum of Fine Arts of Cuba later. Today the Museum consists of a building of Cuban Art and another of Universal Art and the initial library of the Museum has become the Information Center "Antonio Rodríguez Morey", reference place for the information on the Plastic Arts in Cuba.

    Keywords: <Historical documental memory> <Cuban plastic> <Cuban National Museum of Fine Arts> <Information Center "Antonio Rodríguez Morey">


     

     

    "Cuando hay muchos hombres sin decoro, hay siempre otros que tienen

    en sí el decoro de muchos hombres"

    José Martí

    LA EDAD DE ORO. TRES HÉROES.

    Introducción

    Todo proceso sociocultural tiene una historia que explica en lo que se ha convertido, cómo ha sido y cuál es su valor simbólico para los actores involucrados y su comunidad. El desarrollo sociocultural de una nación, de cierta manera, es resultado de tensiones, acuerdos y negociaciones entre antagonistas y partidarios de una idea o empeño. Todo ello se inserta siempre en redes de poder y contrapoder que se entretejen conformando trayectorias estratégicas para lograr realizar sus objetivos: sociales, individuales, económicos. En estas redes suelen ser persistentes las intenciones desde zonas de la intersubjetividad humana, e incluso desde motivaciones políticas de las esferas de alto poder.

    Poder y Cultura son dos ámbitos no pocas veces en conflicto. En ocasiones la política de los gobiernos pierde o no posee sentido de servir y trata de servirse de la cultura, cuando en realidad debe servirla. Sin embargo, cuando la voluntad política se pone al servicio de aspiraciones y anhelos patrios, la cultura de la nación tiene una retroacción en bucle positivo hacia la política y la ennoblece, dignificando el cumplimiento de su encargo social.

    Desde la Revolución industrial tanto los científicos como los intelectuales vivimos y hacemos nuestro trabajo, inmersos en espacios de redes de connotaciones múltiples. En esa red de redes existen presiones diversas que se expresan, de una u otra manera, en nuestra labor, porque nuestro universo está cuajado de "signos, símbolos, mensajes, figuraciones, imágenes, ideas...estados de hecho, fenómenos, ... que son los mediadores en las relaciones de los hombres entre sí, con la sociedad, con el mundo." (Morin, 1986:117)

    En el contexto del patrimonio cultural de las naciones parecería una zona de obviedad hablar de la elemental importancia de atesorar, clasificar evidencias físicas y documentar el devenir de la cultura para la memoria histórica de las comunidades humanas. Sin embargo, la historia de muchas instituciones creadas para tales propósitos revela que en favor de poderes fácticos, coyunturas políticas y conflictos interpersonales no siempre ha sido reconocida la envergadura de ese cometido.

    Se carece de estudios suficientemente estructurados que abarquen toda esta complejidad de los procesos histórico-culturales en la Plástica cubana. Solo podríamos citar un acercamiento más integral en La Historia de la Literatura Cubana en tres tomos, producto de excelencia del colectivo del Instituto de Literatura y Lingüística de La Habana, que vio la luz en 2003, pero la Plástica no era su objeto de exploración.

    Por sorprendente que parezca, es bien escasa en los ámbitos académicos de Cuba la literatura crítica sobre esta manifestación del Arte. Por diversas razones, ha sido también bastante preterida la descripción y análisis de su correlato histórico como centro de atención. Solo se encuentran trabajos centrados en las figuras y sus obras, pero no en los procesos en que emergieron.

    No obstante, sería epistemológicamente desacertado "reducir los procesos psicosociales a síntomas individuales pues se negarían las realidades históricas, culturales y políticas y la naturaleza colectiva de la experiencia de violencia política". (Lozada, 2004:2) Como también sería errado obviar el papel de los individuos en la historia de los procesos socioculturales. Cada elemento tiene su lugar y nivel de agencia en los procesos y sus redes.

    De manera especial, asoman a este criterio de reflexión las circunstancias que involucran la creación del primer museo de carácter nacional de la República de Cuba. En especial, si nos referimos a las Artes Plásticas y la documentación de su memoria histórica, es imposible soslayar el nombre de dos insignes personalidades: Luís Emilio Heredia y Fernández de Mora y Antonio Rodríguez Morey.

    "A pesar de los pesares" 1.. la Cultura

    Los primeros quince años del siglo XX hallan una Cuba frustrada en sus largos años de guerra por ser independiente de la Metrópoli española. En 1902 la Isla había sido prácticamente vendida a su poderoso vecino del Norte. La República de Cuba nacía con una falsa soberanía y sueños de independencia sepultados en la politiquería y la impudicia cívica.

    Cuando horas después de haberse izado en el Morro la bandera cubana, el 20 de mayo de 1902, el general norteamericano Leonardo Wood (...), dejaba detrás un país con una soberanía mutilada por la Enmienda Platt2 y con la economía prácticamente en manos de industriales yanquis y comerciantes peninsulares, quienes impedirían a todo trance el desarrollo de una burguesía nacional. (...) Se inauguraba una república mediatizada que Fernando Ortiz definió como una "cacocracia", por la sucesión de gobiernos corrompidos, reinados de la corrupción, (...) y el más absoluto entreguismo a los intereses extranjeros (Instituto de Literatura y Lingüística [ILL] T.3, 2003:13).

    A pesar de ello la intelectualidad y las familias acaudaladas de la sacarocracia cubana no renuncian a su empeño de tener un país culto y moderno y se suceden eventos culturales, entre otros, que van dejando saber la clara intención de los cubanos de tener Patria y cultura propias.

    Comenzaron a surgir nuevos teatros, Asociaciones, Clubes, Círculos e instituciones cultuales como el Ateneo de La Habana en 1902, el Círculo de Bellas Artes en 1903, la Academia Nacional de Artes y Letras y la Sociedad de Conferencias en 1910. Un año después se celebró la Exposición Nacional de Agricultura, Industrias, Artes y Labores de la Mujer, conocida como La Exposición de 1911. A la par, se creaban instituciones de Enseñanza que pretendían cultivar y dar Ilustración a las clases que podían acceder a ella. No obstante, algunos centros fueron de carácter público.

    Así, en los primeros veintidós años del siglo XX los bolsillos de la burguesía cubana posibilitaron que desfilaran por la escena de los teatros cubanos figuras de renombre mundial como la bailarina rusa Anna Pavlova, Isadora Duncan, el barítono Titta Ruffo, Sarah Bernhardt, Enrico Caruso, Tito Schippa, los pianistas Arturo Rubinstein, Sergio Rachmaninoff e Ignacio Paderewsky, entre otros. La sociedad cubana tenía verdaderas ansias de cultura, instrucción y refinamiento.

    Corría el año 1910 en Cuba cuando el entonces Secretario de Instrucción Pública y Bellas Artes, Mario García Kohly, el 5 de diciembre encomienda a Luís Emilio Heredia y Fernández de Mora3 la creación del primer museo nacional. Se le designa con carácter honorífico en la Gaceta Oficial de la República el día 9. Este entusiasta intelectual, que ya amaba la idea y trabajaba en ella, recolectaba piezas y recaudaba donaciones dado el poder de convocatoria que le otorgaba su reputación de hombre culto y honesto. (FOTO)

    Este hombre, conocido por todos como Emilio Heredia, realizó un Plan General del Museo, que dio a la aprobación de Mario García Kohly, y desde el inicio tuvo la brillante idea de incluir en este museo nacional una biblioteca. De modo que concibió el primer museo nacional de la Academia Nacional de Artes y Letras con una biblioteca que tributara a documentar lo que atesoraba el museo y, además, aportara tesoros bibliográficos y archivísticos de todo tipo. Esta idea tuvo la inmediata aprobación el 8 de enero de 1913.

    En el Plan se aprecia la diversidad de áreas de interés que atesoraría el primer Museo Nacional de Cuba bajo los rótulos de Historia Patria, que ocupaba el primer lugar, seguido de Bellas Artes, Historia Natural, la interesante sección de Potencialidad Nacional y la de Biblioteca. De tal manera, que este Museo Nacional fue concebido como polivalente.

    En la sección Biblioteca se advierte un marcado énfasis en que sus fondos bibliográficos tributaran especialmente a las secciones del Museo, además de servir de fuente de referencia técnica a los museólogos.

    La iniciativa tuvo tal acogida entre la población, que los valiosos objetos y documentos que fueron llegando a las manos de Emilio Heredia superaron extraordinariamente su plan y todas las expectativas, de modo que entraron a formar parte de este museo incluso cintas cinematográficas, lo cual es tan sorprendente como concebir, además, un "Archivo fonográfico".

    María Cristina Ruíz Gutiérrez, cuyo padre y tío trabajaron en las obras constructivas del primer edificio del Museo, es la actual directora de esta Biblioteca, devenida actualmente en Centro de Información (CI) "Antonio Rodríguez Morey". Ella nos refiere que constituye algo inédito para la época la concepción de un museo que atesorara un archivo cinematográfico.

    Otro aspecto de extraordinaria singularidad para la Cuba de 1913 es la preclara perspectiva de idear una Sección de Patentes museables y preservar como memoria histórica en el Museo Nacional estos expedientes, lo cual nos brinda la percepción social de cubanos ilustrados de la época sobre Ciencia, Tecnología e Innovación, como ejes del desarrollo de la sociedad cubana y su comprensión de estos ámbitos civilizatorios como parte del patrimonio cultural de la naciente república en los primeros años del Siglo XX.

    La cultura de Heredia, llena de Modernidad, comprendía perfectamente la importancia de recoger documentalmente la memoria de los adelantos científico-técnicos de la incipiente República de Cuba.

    El 23 de febrero de 1913 siendo José Miguel Gómez presidente de la República de Cuba, en el último día de su mandato, firma la Resolución sobre la creación del Museo Nacional de la República. En dicho documento se asignan 12.000 pesos para "... subvenir los gastos que ocasionen la instalación, organización, selección, clasificación y cuidado del Museo..." y se califica este como "obra eminente nacional, educativa y patriótica" (Decreto No. 184, 1913, hoja 3) por lo que se hacía un llamado a la población a colaborar con el proyecto.

    Aunque la Biblioteca del Museo no era la prioridad del empeño, en la enorme cantidad de donaciones para la Biblioteca se recibieron muchos mapas, fotografías de numerosas partes del mundo, así como miles de documentos de todo tipo entre los que sobresalen centenares de cartas inéditas de grandes próceres de la Independencia de Cuba tales como José Martí, los generales Antonio Maceo, Máximo Gómez, Manuel Sanguily y Carlos Roloff acerca de los preparativos de la Guerra de Independencia.

    También fueron donadas epístolas relacionadas con sobresalientes hechos y personalidades de la historia de Cuba como la famosa carta de Gonzalo Castañón que reivindica a los estudiantes de Medicina injustamente fusilados por el Ejército español en 1871, cartas del insigne novelista cubano Cirilo Villaverde, la lista de los Gobernadores de Cuba desde 1571 hasta 1912, una carta de la laureada escritora cubana Gertrudis Gómez de Avellaneda, un catecismo mambí, una carta-borrador autógrafa de Napoleón I al Príncipe Regente de Inglaterra. También se recibieron centenares de fotografías de la Guerra de Independencia y sus máximos líderes, de personalidades ilustres de casi todos los ámbitos de la historia de Cuba, documentos legales y estadísticos de Cuba de los siglos XVI al XIX, e incluso cartas y cédulas reales de España; todo lo cual conformó el así llamado por Emilio Heredia "archivo documentario", y un archivo cinematográfico con un total de 5.618 pies de cinta del incipiente cine documental cubano.

    Asimismo, la enorme cantidad de libros recaudados conformó el primer fondo bibliográfico de esta biblioteca que reunió más de un centenar de libros de diversas partes del mundo entre los que destacan dos volúmenes de la Bibliografía Cubana del siglo XIX por Carlos Trelles, donado por su autor; el Repertorio cronológico de la historia de las Bellas Artes, no pocos volúmenes de catálogos de Arte ilustrados de muchos de los más relevantes museos del mundo (Lahore, India; San Petersburgo, Rusia; Bogotá, Colombia; Praga, del entonces Imperio Austro-Húngaro, Londres, Inglaterra y otros países), treinta volúmenes del Smithsonian Institute, dos volúmenes con ilustraciones del afamado grabador francés Gustav Doré y la notable Historia de los Archivos de Cuba de Joaquín Llavearías, entre otros.

    También sobresalía en la colección, por su gran valor artístico y documental, la donación del impresor portugués Alfredo Pereira Taveira, del libro Tipos y Costumbres de la Isla de Cuba, publicado en enero de 1881, junto al álbum con las ilustraciones y los negativos sobre placa de cristal, resultado de su labor para la impresión de los dibujos del grabador costumbrista Víctor Patricio Landaluze Uriarte en fototipia, a la sazón, considerada una técnica muy novedosa.

    Todo se logró, principalmente, por la gestión personal de Heredia entre el 5 de diciembre de 1910 al 1ro de marzo de 1913. Durante todo ese tiempo por toda esta febril gestión no percibió sueldo alguno. A partir de ese mes de marzo se le asigna un sueldo, pero que, al parecer, solo llegaría a percibir durante cuatro meses.

    Veintidós días antes de la apertura del Museo el director Heredia envía una comunicación oficial al Secretario de Instrucción Pública y Bellas Artes donde declaraba en documentos adjuntos la relación de los objetos adquiridos por su gestión para el Museo y la Biblioteca y Archivo. Desde ese momento se puede apreciar claramente que la adquisición de libros, folletos y documentos ya era una cifra que sobrepasaba el 40 % del total de objetos de todo el Museo.

    Nos relata la actual directora del CI que el Museo fue inaugurado el 10 de abril de 1913 en la calle Ánimas 131, en la Habana de extramuros. A su apertura asistió la gran sociedad de la época que con gozo festejaba y acompañaba a García Kohly y al director del primer Museo Nacional, Emilio Heredia, en el importante acontecimiento cultural. Las publicaciones periódicas de la época reseñaron el acontecimiento cultural de la nación cubana, que se enorgullecía de haber fundado su Museo Nacional a tan solo once años de república.

    El 19 de abril, días después de la apertura del Museo, Heredia da cuenta nuevamente de su gestión al Secretario de Instrucción Pública y Bellas Artes a través de comunicación oficial pública.

    Pero desafortunadamente los cambios políticos que acontecían en el país, hacían que los partidos políticos llamados "conservadores" y "liberales" contendieran por la presidencia ferozmente y se turnaran en el poder de manera casi cíclica, destituyendo al gabinete anterior completo y deshaciendo las obras y empeños del gobierno que le antecediera. En muchas ocasiones menoscababan deplorablemente la labor de los funcionarios precedentes.

    Así una mañana de julio de 1913, a unos meses de inaugurado el Museo Nacional y de la inmensa labor de recaudación y custodia de piezas y materiales para el flamante Museo Nacional y su biblioteca, tiene lugar la democión del Secretario de Instrucción Pública y Bellas Artes, Mario García Kohly, que había nombrado al director del Museo, lo que trajo la terrible consecuencia de que este último quedara cesante sin explicación alguna y se presume, por las palabras del propio Emilio Heredia en las "Notas aclaratorias" de su Memoria del Comisionado Sr. Emilio Heredia, que los seguidores del nuevo gabinete presidencial habían echado a andar rumores indignos sobre su gestión.

    Esto constituyó un duro golpe para el laborioso primer director-conservador-curador Emilio Heredia y Mora que con gran denuedo había reunido todas las valiosísimas piezas del Museo y su Biblioteca. Por el inestimable valor de lo que había logrado atesorar allí, Heredia temió que se "perdieran" las rarísimas piezas y antigüedades que habían sido donadas para la institución por personas que confiaron en su prestigio de persona íntegra.

    Este director cesanteado sospechó que todo su trabajo y colección se destruiría y podría ser saqueada por manos inescrupulosas, y dos semanas después de cesar en sus funciones, publica su Memoria del Comisionado Sr. Emilio Heredia que contenía una cívica carta abierta al público con fecha 15 de julio de 1913, donde daba cuenta de todo su trabajo y ponía en conocimiento de la sociedad el inventario de todas y cada una de las piezas que obraban en el Museo Nacional y el nombre de sus donantes. En esta publicación emplazó a quienes obraban y hablaban en detrimento de su obra al escribir al final de sus Notas Aclaratorias en Memoria del Comisionado: "...no es serio ni justo que demuelan aquellos que no han sabido edificar". Más allá, en el documento, se mostraba el Catálogo de objetos en toda su extensión donde se advierte la cantidad de joyas antiguas y reliquias históricas que quedaban sin un auténtico amparo en un Museo sin director.

    Heredia, digno hombre de ideas, siguió fundando y haciendo acciones por la cultura del país, pero se presume que este duro revés del proyecto al que consagró tanta energía, de algún modo afectó su salud y fallece en La Habana escasamente cuatro años después, el 29 de julio.

    Pasaron años de incertidumbre e inestabilidad para el Museo Nacional. Se sucedían mudadas a uno y otro lugar, casi todos en pésimas condiciones.

    En la custodia de sus disímiles fondos —con frecuencia interpretados erróneamente como gabinete de curiosidades—, la institución recorrió una larga y desventurada trayectoria de más de cuarenta años, en inadecuados e inhóspitos locales de La Habana, sin obtener un efectivo interés dentro de los medios oficiales. (Museo Nacional de Bellas Artes, 2013: 15)

    Ya que la verdadera soberanía se había malogrado por el momento, el creciente interés por la Ilustración, las consecuentes ansias y aspiraciones culturales hicieron que la conciencia nacional fuera creciendo, madurando y tomando rostro y expresión identitarias. Surge así una presión de la sociedad y desde la prensa plana, que siempre tuvo gran fuerza convocatoria. Todo esto hizo que 1918 trajera el feliz hecho de que un enorme cubano, amante de las bibliotecas y los museos (la mención de biblioteca en primer lugar no es fortuita), tomara en sus manos la dirección del Museo Nacional con su Biblioteca. El universo cultural de este hombre, Antonio Rodríguez Morey,4 que por su denodada labor, méritos y aportes llegara a ser miembro de la Asociación Bibliográfica Cultural de Cuba y de la Corporación de Bibliotecarios, Archiveros y Conservadores de Museos del Caribe. Él posibilitó que fueran salvados de la destrucción miles de documentos y piezas de esta institución. Su talento como pintor lo había hecho acreedor de múltiples premios internacionales y medallas de oro y plata en exposiciones en Estados Unidos, Génova, Sevilla, Goritzia y Roma.

    Sin embargo, todo el quehacer artístico de Rodríguez Morey para su gloria personal, poco a poco, comenzó a ser depuesto en función de dedicar más tiempo a la salvaguarda de la institución que le había sido confiada. La energía de este segundo director fue decisiva para la consolidación del Museo Nacional de Bellas Artes y su biblioteca.

    La tradición histórica generalmente pasa a formar parte del "imaginario colectivo" y as í numerosas anécdotas y hechos califican a Antonio Rodríguez Morey como el paradigma de los directores del Museo Nacional de Cuba. Durante largos años fue reemplazando la adquisición de copias por la de piezas originales de gran valor. En los primeros años encontró en la poetisa Dulce María Borrero,5 una admirable colaboradora y en 1926 ella propone públicamente premiar obras de los Salones Nacionales para que pasaran a integrar los fondos del Museo. Esta sensible mujer advierte la importancia de la biblioteca para un Museo Nacional de Bellas Artes y propone dar un impulso a la biblioteca para fomentar sus fondos útiles al estudio de las expresiones de la Plástica. Este hecho fue un verdadero incentivo para que crecieran los fondos de aquella biblioteca, a finales de los años veinte y principios de los treinta.

    Pero desafortunadamente los desgobiernos de la República mediatizada en sus afanes políticos adoptan una actitud de desprecio hacia esta institución que albergaba la dignidad, gallardía y tesoros de la historia del pueblo cubano y el Museo cae en una ofensiva desatención del gobierno. El Museo pasa de un local a otro, cada vez a peores locaciones, en continuos desalojos. Se prometen nuevas ubicaciones, pero las promesas se incumplen. La denuncia sobre los constantes desplazamientos del Museo crece en los años treinta y cuarenta llegando a ser tema recurrente en los diarios.6 Morey publica el artículo "Treinta años de Vía Crucis para nuestro Museo. Breve relato de sus vicisitudes y tropiezos". Se alza un revuelo de opiniones críticas hacia la actitud indolente del gobierno de turno.

    A la presión pública, liderada por Rodríguez Morey, se sumaron figuras como Emilio Roig de Leuchsenring7 y Fernando Ortiz.8 Las desastrosas condiciones en que se hallaban el Museo y su biblioteca y los esfuerzos de su director sensibilizaron a estos intelectuales y pusieron su pluma y sus propias voces al servicio de la defensa del Museo y su Biblioteca. A todo ello, Rodríguez Morey logró sumar el impacto de la prensa radial, que era de gran audiencia en aquel momento e incluso la cinematografía llevó el tema a la gran pantalla. Durante todo este tiempo el Museo abría sus puertas en las condiciones que tuviera y continuaba ofreciendo sus servicios a la población, adquiriendo piezas y literatura.

    Producto de esta movilización cívica surge en 1946 el Patronato Pro Museo Nacional. Esta organización, con su fuerte heterogénea composición social y profesional, logró persuadir a las autoridades y al propio Presidente de la República sobre la necesidad impostergable de instalar el Museo en un edificio apropiado. Pero continuaron aún por un tiempo los desalojos y mudadas del Museo. En ocasiones las piezas y la documentación eran guardados en casa de los trabajadores de la institución bajo el celoso control de Morey. En una ocasión el Estado sencillamente vendió el lugar que albergaba el Museo a una Orden religiosa. La situación era indignante y el pronunciamiento ciudadano no se hizo esperar. Se iniciaba una nueva etapa en la batalla por el Museo Nacional de Cuba que uniría muchas voluntades solidarias para con la lucha de Morey y sus colaboradores.

    Esta segunda etapa del Museo consiguió a través del Patronato la construcción del nuevo edificio para el Museo y la incorporación el museo a la Sociedad de Museos Americanos y se inscribió como miembro del Consejo Internacional de Museos de la UNESCO. Se formó un Consejo Asesor que agrupaba prestigiosos historiadores, filólogos, pintores, antropólogos y etnólogos, hombres de ciencias naturales, arquitectos y hombres todos con inquietudes ciudadanas. Se aprueba el proyecto para el nuevo edificio del Museo del arquitecto Alfonso Rodríguez Pichardo. Su edificación integradora de las Artes Plásticas con la arquitectura de la fachada constituía algo nuevo en La Habana de entonces.

    El nuevo museo, llamado inicialmente Palacio de Bellas Artes, se inauguró el 18 de junio de 1954. El edificio había sido construido especialmente para el Museo en un estilo arquitectónico Monumental moderno con hermosas esculturas adosadas a sus fachadas, un cuidado trabajo con la iluminación natural, áreas verdes y una fuente central. En él radicaría también el Instituto Nacional de Cultura.

    Al siguiente año, en esta nueva sede, se inaugura la Biblioteca especializada del entonces Instituto Nacional de Cultura con una serie de repertorios de Arte a disposición del personal de la institución, artistas, investigadores y todos los interesados.

    En 1958 la Biblioteca publica su primer catálogo ya con los fondos bibliográficos clasificados por materias y posee su nuevo inventario. Para entonces, Rodríguez Morey ya trabajaba sobre su obra todavía inédita, pero aun así la más consultada, Diccionario de Artistas Plásticos de Cuba, repertorio conocido como el Rodríguez Morey.

    Casi se pudiera decir que a la sombra de la importancia del Museo Nacional y bajo la sabia mano de Rodríguez Morey, de manera anónima y callada durante decenas de años la biblioteca había hecho su trabajo y sus fondos habían crecido de gran manera, por lo que ya merecían una atención y consideración diferentes. Llegado el momento se percataron de que ese, apenas nombrado, lugar lleno de libros, folletos, catálogos de Arte, de Exposiciones y subastas y publicaciones seriadas especializadas, custodiaba la memoria histórica documental de las artes plásticas cubanas desde 1903, con el más antiguo catálogo de exposición, hasta la fecha. Algo tenía que cambiar.

    De biblioteca general a Centro de Información

    Rodríguez Morey siguió acompañando activa y entusiastamente el proceso de sucesivas transformaciones que se iban operando tanto en el Museo como en la Biblioteca ya con el Gobierno Revolucionario. Sin embargo, lo cubano se perdía en los fondos generales de Arte. Desde un inicio existió un inmenso fondo general de Catálogos de Exposiciones de los más diversos países, pues quienes viajaban traían catálogos del mundo entero. Pero, generalmente no se rescataban los Catálogos de las exposiciones de los cubanos en Cuba ni en el exterior.

    Al arribar el triunfo de la Revolución en 1959 el público del Museo y la propia biblioteca comenzaron a variar en la medida en que las masas accedían más a la Enseñanza general y a los estudios universitarios. Este nuevo perfil cambia la fisonomía de toda la actividad de la Biblioteca y de sus fondos, pero con el tiempo se sucedieron nuevos y mayores cambios con las nuevas concepciones museológicas y museográficas para el Museo, que deja totalmente de ser polivalente para convertirse en especializado en Artes Plásticas. Ahora sería el Museo Nacional de Bellas Artes. Se decidió transferir todos los fondos museables y los documentales no pertenecientes a esta temática a otros centros con el objetivo de especializar el atesoramiento, la investigación y la exposición.

    En el año 2001 el Gobierno revolucionario refundó el Museo con las últimas nociones museológicas y las más modernas concepciones museográficas del momento. Se decide ampliar el Museo Nacional de Bellas Artes con un segundo edificio para poder exhibir mayor cantidad de piezas. A este edificio se traslada la gran cantidad de piezas de Arte Universal que atesoraba el Museo Nacional y que ya no podía exhibir, ni correctamente almacenar por falta de espacio para ello.

    El nuevo Museo de Arte Universal ocupó el hermosísimo edificio del antiguo Centro Asturiano de La Habana, a dos cuadras del edificio de Arte Cubano, y está destinado exclusivamente al Arte Universal. Esta edificación es de por sí un tesoro patrimonial inmueble por la belleza de su arquitectura y sus lujosos interiores que ofrecen visuales de gran majestuosidad, acorde con lo que atesora. A partir de entonces el Museo Nacional de Bellas Artes se compone de dos museos: el Museo de Arte Cubano y el Museo de Arte Universal.

    Con respecto a la biblioteca, ya desde 1993 había pasado a nombrarse Centro de Información (CI) "Antonio Rodríguez Morey", honrando la memoria de quien supo salvaguardar por más de cuarenta años la integridad del Museo y defender el encargo de registrar el Arte Cubano mediante recursos documentales como el Registro General de Adquisiciones y Donaciones.

    Para esta fecha la Unidad de información del Museo asumía la función y servicio de biblioteca especializada de acceso público y se le imprimió un carácter más relevante a la documentación sobre la plástica cubana. Se convirtió en el Centro de referencia documental sobre el tema y se comenzaron a hacer exposiciones de los tesoros documentales que sentaron pautas de calidad y valor patrimonial entre las instituciones culturales.

    Nos comenta la directora, María Cristina Ruíz Gutiérrez, que actualmente, a pesar de que ya se hace sentir la falta de espacio para las colecciones y fondos, se necesitan más unidades de almacenamiento y en general mejores condiciones para gestionar óptimamente la memoria histórica documental, en el Centro de Información cuentan con almacenes climatizados, deshumidificadores, sistema contra incendios y otros útiles imprescindibles para el almacenamiento de los fondos. Así mismo, la sala de lectura y la de servicio de Referencia disponen de tecnología y bases de datos para el servicio y consulta de los usuarios, buena iluminación, un agradable aspecto y está también climatizada.

    Nos refiere que su misión actual es "gestionar, conservar, procesar y divulgar la información que atesora tanto cubana como universal, mediante el empleo eficiente de sus fondos y continuo desarrollo de su capital humano para satisfacer las necesidades de los usuarios". Ella considera que desearían "llegar a ser un centro de información con un alto nivel de pertinencia en sus servicios con un elevado reconocimiento social, variados productos informativos, apoyado en las TICs y basada su gestión en la calidad total". 9

    Para ello tienen aún metas como ampliar su fondo bibliográfico sobre Restauración, Conservación, Museología, Museografía y Gestión del Patrimonio y establecer una red nacional de comunicación entre los organismos e instituciones vinculadas a las Artes Plásticas en todo el país. También aspiran a vincularse aún más con el exterior, a través de las redes sociales, con el propósito de divulgar la diversidad y riqueza de sus fondos y del arte cubano en general.

    Actualmente el CI "Antonio Rodríguez Morey" cuenta con más de veinticinco mil repertorios entre libros, folletos y revistas. Atesora un fondo bibliográfico con las secciones de Arte Cubano y Universal. También ofrecen el servicio de su hemeroteca con revistas y periódicos especializados cubanos y extranjeros. Entre las más significativas publicaciones están la revista Bellas Artes (1918), Smart (1921), El Fígaro (con ejemplares del siglo XIX) y otros.

    Los usuarios también disfrutan de la información que ofrece la llamada "Cataloteca" (colección cronológica de catálogos de exposiciones colectivas y personales de Artes Plásticas desde 1903) dividida en nacionales y extranjeras, así como las que tuvieron su espacio en el propio Museo. Poseen, a su vez, un catálogo de autores cubanos con las fichas de cada uno de los que se encuentran en las salas y depósitos del Museo y los que se han destacado en su actividad, aunque no estén en el mismo.

    La más joven generación de bibliotecarios y archivistas del Centro, en la persona de la MSc. Beatriz Tarré Alfonso, nos explica que entre los fondos documentales con que da servicio el CI están: el fondo "Museo Nacional" (FMN), que está en proceso de digitalización, con todo lo relacionado con las piezas que obran en el museo y sus autores, el fondo "Cuba" (FC), ya digitalizado, con los eventos de la plástica en toda Cuba a partir de recortes de publicaciones periódicas y seriadas.

    Frecuente objeto de consulta suele ser el fondo documental de Arte Universal (FAU) que responde a todo lo que muestra en sus salas el edificio del Museo de Arte Universal, por lo que atesora información sobre las piezas originales de arte egipcio faraónico, etrusco y de las más diversas partes de los continentes europeo, asiático, africano y del Cercano Oriente. De gran interés al público también resulta la información en el CI sobre las piezas del Museo concernientes al arte precolombino de Mesoamérica, Suramérica, el Caribe y de América del Norte.

    Tarea permanente del colectivo actual del CI, compuesto por seis compañeras, es el sistemático trabajo en los llamados "Expedientes de artista", que recogen toda la actividad, exposiciones o eventos, comentarios, catálogos en Cuba y el exterior sobre cada artista de la plástica, actividad de Información que los distingue dentro del conjunto de las bibliotecas especializadas del país. De manera que este espacio constituye una referencia cultural informativa que, combinando el servicio interno y de atención al público, enriquece sus fondos con una visión de rescate patrimonial y proyección de futuro. Con ese propósito, han ido poco a poco migrando sus Bases de datos a mejores programas, para que sean más adecuados al tipo de usuario, servicios y búsquedas que demanda su trabajo.

    Se atesoran igualmente en sus fondos de archivo muchas fotografías, archivos personales de artistas y coleccionistas cubanos, audiovisuales, una pequeña colección en soporte digital, así como múltiples obras de referencia. De especial interés resultan los repertorios de Subastas de obras de la Plástica de los más importantes Centros del mundo, que se reciben en el CI.

    Entre los servicios que ofrece este Centro están el de Sala de lectura, referencia especializada, consultas telefónicas y por correo, con utilización de los fondos y de Internet, préstamos interbibliotecarios a través de convenios bilaterales, préstamos en sala, préstamos externos a especialistas. También se realiza actividad de adquisición y canje con algunas instituciones. Se reciben, además, donaciones de instituciones nacionales y extranjeras.

    El CI tiene presencia en Facebook y en el sitio Web del Museo Nacional de Bellas Artes, donde promocionan sus nuevas adquisiciones, datos, efemérides de Arte cubano, noticias o "pinceladas" de Arte, e informan de las actividades del Museo, de su Sala-Teatro y del CI. En ese espacio digital se puede incluso disfrutar de una visita virtual al recientemente donado Museo ruso.

    Como Centro que gestiona información, se han creado estrategias comunicativas para establecer puntos de contacto con la comunidad en la que está enclavada el Centro de Información y con otras instituciones afines. Entre las estrategias de comunicación, nos informa María Cristina, han desarrollado trabajo de Extensión cultural con la escuela primaria de su territorio "Concepción Arenal" a través del Proyecto "Sentir el Arte", con una visita semanal de la escuela de nivel medio de Bibliotecología situada en el mismo municipio en que se encuentra el Museo. También se trabaja con los adultos mayores de la comunidad en la realización de los "Té-literarios" con la Casa de los Abuelos10 más cercana. Asimismo, han estrechado lazos de cooperación, a través de visitas, con algunas facultades de la Universidad de La Habana como la de Comunicaciones, la de Lenguas Extranjeras y la de Ciencias de la Información.

    Las compañeras que trabajan en el CI "Antonio Rodríguez Morey" consideran que aún queda mucho por hacer y no están satisfechas con lo logrado. Entre sus planes futuros está la ampliación del local y los almacenes, la digitalización de la totalidad de sus fondos, lograr una buena interacción de trabajo optimizando y utilizando con mayor eficacia las bases de datos, seguir superándose y llegar a editar el catálogo ya actualizado de Hernández Morey: "el Morey".

    El nacimiento, la permanencia en el tiempo y el enriquecimiento del primer Museo Nacional de Cuba, inicialmente, y del Museo Nacional de Bellas Artes después, fue el acompañante histórico que marcó la pauta original de su biblioteca. En el vanguardista Plan General de aquel inicial museo polivalente, ideado por Emilio Martínez Heredia, se concebía una biblioteca como parte consustancial de la institución cultural que fundó este honrado cubano. Su mente de hombre ilustrado sabía que era menester conservar la memoria documental del vertiginoso desarrollo de la nación cubana, de la labor de sus hijos e hijas, de todo lo que iba marcando el paso de la conformación de la nacionalidad y los anales de la consciencia nacional, porque sabía que un museo de la nación también es eso: las huellas de la dimensión sociocultural del desarrollo humano.

    Este reto lo asumió Antonio Rodríguez Morey, segundo director del Museo que, con mayor entendimiento de la importancia de la bibliografía para la documentación de las artes, al punto de llegar a ser miembro de la Asociación Bibliográfica Cultural de Cuba, dio un impulso definitivo y cualitativamente superior al lugar que gestionaría la información del Museo y las referencias necesarias a sus especialistas. Este director durante más de cuarenta años fue sorteando todos los obstáculos y presiones para salvar, enriquecer y modernizar el Museo y su biblioteca hasta su último aliento en sus casi noventa y cinco años de vida.

    Dos nombres con una misión que no escaparon a la llamada Ecología de la acción, donde nuestras actuaciones son absorbidas por el entorno y en no pocas ocasiones son mal interpretadas las mejores intenciones e injustamente valoradas las acciones más altruistas. Las interacciones sociales con co-presencia en los espacios socioculturales de la ciencia y la tecnología son de intensa actividad en un "metabolismo histórico", que entrelaza y fusiona hechos concretos con mediaciones sociales para, en ocasiones, sesgar o intentar desplomar las acciones por salvaguardar el patrimonio de las naciones. Es ahí donde surgen los seres humanos imprescindibles por la manera apasionada con que asumen su encargo social.

    Es cierto que la historia no la escriben nombres aislados, ni son ellos los únicos resortes que desencadenan los sucesos, pero no es posible olvidar que las personas son expresiones concretas que distinguen la época en que les toca vivir y actuar, y hay quienes les graban su impronta a las historias. Esos son seres especiales sin los que no se puede relatar la historia y su verdad.

     

    Notas

    * Miembro del Comité Científico Internacional de Fuentes. Máster en Estudios sociales de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación. Diplomada en Archivística. Licenciada en Lengua y Literatura rusa: Lingüística. Diplomada en Transformación Educativa en la Multiversidad "Mundo Real" de Edgar Morin. Miembro de la Cátedra de Complejidad de La Habana, de la Asociación de Pedagogos de Cuba, de la Sociedad de Psicología de Cuba y de la Sociedad Económica de Amigos del País. Profesora Principal de categoría docente superior en la Universidad Tecnológica de La Habana. ajcanteraperez58@gmail.com

    1.  Referencia a frase de una canción nombrada de los años 70s nombrada "Cuba va". Fue creada e interpretada por el Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC (Instituto Cubano de Arte e Industria cinematográfica)

    2.  Este documento cercenaba de manera insolente la soberanía de la Isla de Cuba al permitir que E.U. se arrogara el derecho de intervenir cuando lo creyese conveniente y usurpar de manera permanente parte del territorio de Cuba con una base militar. Tras la Intervención norteamericana en Cuba se firmó este lacerante convenio, fruto de la transacción entre España y E.U. a espaldas de Cuba. El gobierno interventor norteamericano nombró por la fuerza a un presidente en la Isla, que se plegara a sus exigencias y permitiera el dominio sobre Cuba a través de una república mediatizada, desconociendo la gesta por la independencia que libraba el pueblo cubano contra la Colonia española y sus máximos líderes.

    3.  Emilio Heredia y Mora nació en La Habana el l8 de septiembre de l872, descendiente del gran poeta cubano José María Heredia. Cursó estudios en la Escuela Profesional de Pintura y Escultura San Alejandro de La Habana; la Real Academia de San Fernando, Madrid, y estuvo cuatro años en París, como estudiante libre de arquitectura de la Academie des Beaux Arts, y de dibujo en la Academia Colarossi. Colaboró con sus dibujos en el New York Herald de París y en la casa editora Garnier. Volvió a Cuba en l900. Fue nombrado Director Artístico de la revista El Fígaro y colaboró en otras publicaciones periódicas. Profesor de dibujo; Dibujante Primero dentro del Departamento de Obras Públicas. Jefe del taller de dibujo de planos, mapas y topografías de la firma Lynch y Mesa de Nueva York. Autor de infinidad de proyectos de arquitectura, entre ellos la ampliación del edificio de la Cámara de Representantes; de un monumento a las víctimas del acorazado Maine; de un Panteón Nacional; de un edificio para el Archivo Nacional, etcétera. Socio Fundador y Vocal de la Directiva del Círculo de Bellas Artes de La Habana. Miembro de Número de la Academia Nacional de Artes y Letras. A la creación del Museo Nacional, consagró su gran energía para ver convertido en realidad su soñado proyecto. Otra de sus iniciativas fue la creación de la Sociedad Geográfica. Falleció en La Habana, el 29 de julio de 1917.

    4.  Antonio Rodríguez Morey nació en Cádiz, el 4 de marzo de 1872. Estudió en la Escuela Profesional de Pintura y Escultura San Alejandro de La Habana. A partir de 1892 viajó por España, Francia e Italia, donde se radicó. Estudió restauración en el Taller de Restauraciones del Museo de los Oficios. Realizó numerosas exposiciones en Cuba y en Florencia, Roma, Milán, Turín, Palermo, Génova, Viena, Munich, París, Londres, Nueva York, Panamá, California, entre otras. Miembro de Número fundador de la Academia Nacional de Artes y Letras, La Habana. Miembro de la Academia Internacional de Cerámica, Ginebra, Suiza. Miembro Correspondiente de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Madrid, 1926. Miembro del Instituto Nacional de Artes Plásticas, La Habana; de la Asociación Bibliográfica Cultural de Cuba; de la Asociación de Acuarelistas de Roma; de la Corporación de Bibliotecarios, Archiveros y Conservadores de Museos del Caribe; de la Sociedad Geográfica y Estadística de México; del Ateneo Nacional de Ciencia y Arte de México. Fue Presidente de la Asociación de Pintores y Escultores, del Círculo de Bellas Artes y de la Sección de Artes Plásticas del Ateneo de La Habana. Miembro de la Comisión Nacional Cubana de la UNESCO. Presidió el Comité Cubano del Consejo Internacional de Museos, París. A sus altos merecimientos artísticos, se une la gloria de haber salvado de su total destrucción, en distintas oportunidades, el patrimonio artístico e histórico que integraban los fondos del Museo Nacional, los cuales alojó en varias ocasiones en su casa particular, hasta que se ubicó en la calle Aguiar. Fue su Director desde l9l8 hasta su muerte el 7 de diciembre de 1967.

    5.  Multipremiada poetisa cubana. Miembro de número de la Academia Nacional de Artes y Letras desde su fundación. En 1935 ocupó la Dirección de Cultura del Ministerio de Educación. En 1937 fundó la Asociación Bibliográfica de Cuba. Pronunció conferencias sobre temas cívicos, educacionales y en pro de los derechos de la mujer. Se distinguió como dibujante.

    6.  En su época resultaron relevantes las críticas del Doctor Luis de Soto y Sagarra, para la revista Carteles, entre 1946 y 1950, bajo el título "El tesoro artístico nacional"; el arquitecto Luis Bay Sevilla, para la revista Arquitectura, entre 1939 y 1951; con títulos tales como "Las necesidades del Museo Nacional"; y Emilio Roig de Leuchsenring en l926, publicó en Carteles, severas críticas a propósito de "El lamentable abandono del Museo Nacional".

    7.  Emilio Roig de Leuchsenring (1889-1964), historiador, periodista y patriota cubano. Doctor en

    Derecho Civil y Notarial siempre junto a las mejores causas de Cuba y el mundo. Dirigió el Archivo Histórico Municipal de La Habana. Fue fundador y Presidente de la Sociedad Cubana de Estudios Históricos e Internacionales, funda y dirige la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana. Organizó el Primer Congreso de Historia de Cuba. Fue miembro de un sinnúmero de organizaciones de defensa del patrimonio. Colaboró y dirigió gran cantidad de publicaciones periódicas. Su extensa bibliografía, de gran trascendencia cultural para Cuba, ha sido traducida a varios idiomas.

    8.  Llamado el Tercer Descubridor de Cuba por la profundidad de sus investigaciones sobre la cubanía y ser quien definió el término "transculturación", constituye uno de los pilares y consulta obligada de los estudios sobre Antropología en Cuba. Participó amplia y activamente en la vida cultural de la nación cubana, tomando partido con los humildes y en toda causa que defendiera los intereses patrios y la defensa del patrimonio. Su trabajo abnegado, profundo y serio de las raíces afrocubanas de Cuba, le granjeó un inmenso respeto no solo en los ámbitos académicos, sino entre los objetos de investigación y los practicantes de las diferentes religiones afrocubanas. Considerado una autoridad en estos temas, su amplia bibliografía ha sido traducida a varios idiomas.

    9.  Información aportada por la directora María Cristina Ruíz Gutiérrez en conversación durante los encuentros y entrevistas que la autora sostuvo en el Centro de Información "Antonio Rodríguez Morey" en el mes de marzo de 2019.

    10. Instituciones creadas por el Estado para atender, mediante un pequeño pago, a los adultos mayores que viven solos o que durante el día no pueden ser atendidos por sus familiares, pues tienen que trabajar. Estas instituciones brindan desayunos, almuerzos, comidas, meriendas, atención médica y psicológica in situ, ejercicios y paseos a los ancianos que en la tarde-noche regresan a sus hogares.

     

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    Recepción: 30 de abril de 2019

    Aprobación: 20 de octubre de 2019

    Publicación: Abril 2020