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    Fuentes, Revista de la Biblioteca y Archivo Histórico de la Asamblea Legislativa Plurinacional

    versión impresa ISSN 1997-4485

    Rev. Fuent. Cong. v.14 n.64 La Paz feb. 2020

     

    PÁGINAS DEL EDITOR

     

    HOMENAJE AL ANTROPÓLOGO ALEMÁN JÜRGEN RIESTER (1941-2019) Y AL DOCUMENTALISTA DEL BENI: RODOLFO PINTO PARADA (1940-2019)

     

    TRIBUTE TO THE GERMAN ANTHROPOLOGIST JÜRGEN RIESTER (1941-2019) AND THE DOCUMENTARY OF BENI RODOLFO PINTO PARADA (1940-2019)

     

     

    Luis Oporto Ordóñez*

     

     


    RESUMEN

    Semblanzas de dos intelectuales recientemente fallecidos. El antropólogo alemán Jürgen Riester (1941-2019), pionero de los trabajos antropológicos científicos entre los pueblos indígenas de las tierras bajas del oriente boliviano, en una época caracterizada por la intolerancia, que decretó su expulsión de la región por subvertor y comunista. En el desarrollo de su trabajo recopiló ritos, tradiciones y costumbres, transmitidos oralmente. Esta obra, en su conjunto, constituye su legado. Rodolfo Pinto Parada (1940-2019), estudió ingeniería civil en la Universidad Técnica de Oruro (UTO), destacó en el estudio de la cultura, historia, antropología y arqueología y cultivó la literatura beniana y formó una biblioteca, muy completa, del Beni.

    Palabras Clave: <Jürgen Riester> <Bernd Fisherman> <Antropología> <Pueblos Indígenas del Oriente boliviano> <Santa Cruz> <Rodolfo Pinto Parada> <Literatura beniana> <Ingeniería civil> <Biblioteca beniana>


    ABSTRACT

    Portraits of two recently deceased intellectuals. The German anthropologist Jürgen Riester (1941-2019), pioneer of scientific anthropological work among the indigenous peoples of the lowlands of eastern Bolivia, at a time characterized by intolerance, which decreed their expulsion from the region as a subverter and communist. In the development of his work he collected rites, traditions and customs, transmitted orally. This work, as a whole, constitutes his legacy. Rodolfo Pinto Parada (1940-2019), studied civil engineering at the Technical University of Oruro (UTO), excelled in the study of culture, history, anthropology and archeology and cultivated Beni literature and formed a very complete library of Beni.

    Keywords: <Jürgen Riester> <Bernd Fisherman> <Anthropology> <Indigenous peoples of the Bolivian East> <Santa Cruz> <Rodolfo Pinto Parada> <Benian Literature> <Civil engineering > <Benian library>


     

     

    Jurgen Riester (1941-2019)

    Nació en la ciudad de Koblenz, en las confluencias del Rin y Mosela, en la región del Palatinado, el 20 de mayo de 1941. Su existencia se extinguió en Santa Cruz de la Sierra, el viernes 13 de septiembre de 2019.

    Cursó el doctorado en Bonn, donde contó con grandes maestros como Hermann Trimborn, Udo Oberem y Heinz Kelm.1 Se graduó con Suma Cum Laudae en Antropología. Estudió luego Religiones Comparativas, y Sociología. Jurgen Riester fue un intelectual con profundo compromiso social con los derechos de los pueblos indígenas de las tierras bajas de Bolivia y Perú, a los que dedicó 56 años de su existencia. Experto en Antropología de desarrollo en comunidades indígenas y campesinas; Evaluación, planificación y organización de proyectos en zonas rurales; Educación y capacitación de grupos de base; Antropología visual (dirección y coautor de más de 50 documentales y CD's interactivos); y Coordinación del Micro Informativo Indígena (1250 programas). Sus publicaciones recogen la memoria de los pueblos indígenas, en los que señala a los indígenas que trabajaron con él, como autores o coautores de sus obras. Es un pionero en la sistematización de los saberes de los pueblos indígenas de Santa Cruz.

    Entre 1973 y 1980 fue docente de Antropología Cultural en la Pontificia Universidad Católica del Perú. Publicó más de 20 libros y unos cincuenta artículos científicos sobre problemática indígena.

    Ha sido editor de los primeros números de la Revista científica del Centro Amazónico de Antropología y Aplicación Práctica (CAAAP). Participó en los congresos internacionales de los Americanistas, en Stuttgart (Alemania), Madrid (España) y Roma (Italia). Trabajó con indígenas Chiquitano y Guarasug'we y 26 pueblos indígenas en tierras bajas de Bolivia (1963-1966), Chimane y Guarayo (1970-1972); investigó problemas de colonización con Ribereños y grupo Ashaninka, en la selva peruana y en barriadas de Lima (1974-1975). Fue Jefe de la Misión Científica de la Asociación Científica Alemana entre los pueblos Isoseño-Guaraní (1977-1978). Desde 1980 realiza investigaciones en el pueblo Chiquitano, sobre su cultura intangible; y en el pueblo Ayoreo, sobre su memoria colectiva. Su trabajo fue respaldado por instituciones como el Intercambio Académico Alemán DAAD (1963-66), Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia (1964), Asociación Científica Alemana DFS, Asociación de Intercambio Académico Alemán DAA (1969-1972; 1977-1978; 1980-1985); gobierno español para trabajar en el Archivo de Indias, en Sevilla (1967) y como experto del CIM (1986-1988).

    En su larga trayectoria logró la aprobación de más de 20 proyectos de investigación por parte de la Asociación Científica Alemana. En 1980 fundó la institución Apoyo Para el Campesino-Indígena del Oriente Boliviano (APCOB), de la que fue su Director hasta su muerte. Su trabajo fue evaluado por el Ministerio Peruano de Agricultura y Colonización (Selva Baja), HIVOS-Holanda en la zona de la Selva peruana, Misión Alianza de Noruega, GTZ (oriente boliviano), FAO (indígenas chaco paraguayo). Realizó un diagnóstico para el Ministerio de Educación y Planeamiento, sobre la situación de la población indígena de la zona baja de Bolivia; elaboró la base de datos sobre la cultura intangible del pueblo Chiquitano, por encargo del AECID (España). Como resultado de su trabajo antropológico, recogió y sistematizó la memoria histórica de los pueblos indígenas del Oriente boliviano, durante sus largas estadías en los numerosos pueblos indígenas de Bolivia y Perú, en los que realizó sus experiencias de campo, lo que constituye su gran mérito archivístico.

    Llegó muy joven a Bolivia, en 1963, época en que hablar del indio era sinónimo de estigma social. Con él vino Bernd Fishermann, y juntos desvelaron el mundo indígena del Oriente boliviano, al que no fue fácil ingresar. Riester pasó por varios oficios antes de ser "aceptado": comerciante, médico, profesor, intermediario, hasta ser reconocido como miembro adoptivo de la "tribu". Los intelectuales y las instituciones culturales eludían e ignoraban la importancia de los indígenas. Su trabajo académico, silencioso al principio, empezó a molestar las fibras sensibles de industriales y ganaderos conservadores que los visualizaron como "provocadores" y "agitadores", debido a que los antropólogos experimentaron una evolución conceptual durante su trabajo de campo, perfilándose como "críticos del sistema", afirmando que "las organizaciones que trabajan en el oriente boliviano deberían ponerse de lado de la población indígena en situaciones de conflicto", aunque estaban convencidos que se debía "buscar, conjuntamente a los indígenas, caminos que los lleven por un proceso continuo a la integración en la sociedad boliviana". Su trabajo despertó el recelo de agroindustriales y empresarios conservadores que lo calificaron como "provocador" y "agitador", impulsando una campaña para expulsarlo de los pueblos indígenas y del país.2 El MUSEF le otorgó el aval oficial para respaldar sus trabajos de campo y la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno reconoció sus investigaciones antropológicas, lograndon aplacar la campaña de expulsión. Riester agradeció el gesto entregando al MUSEF, en retribución, "un valioso cargamento de materiales documentales etnológicos visuales de una parte de su trabajo" de 20 años.3

    Cuando Riester empezó su trabajo de campo en 1963, un anciano guarasugw'e lo interpeló: "Te invitamos a nuestra aldea para contarte la historia de nosotros antes que muramos. Diga a la gente de allá que no somos animales".

    Riester y su equipo trabajaron en dos líneas: primero, la senda académica y la segunda, la del militante, que los llevan a cuestionar el statu quo, ideas que provocan una crisis que obligó a Fishermann a retirarse de la región en los años 70. Riester continuó su labor pero el odio volvió en 1980, exigiendo su expulsión del país por "subvertor", lenguaje propio de la "doctrina de seguridad nacional". Ante la intolerancia Riester declaraba ser "objetivo" pero reacciona ante la postura de una sociedad que denigra en lo que puede a los indígenas. Propugna el intercambio recíproco, tratando de evitar la unilateralidad, en aras del conocimiento científico.

    Sin embargo, los Chimanes le espetan: "El ventarrón volverá y un día se llevará a los haibas, los blancos, haciendo polvo de ellos como si nunca hubieran existido". Tuvo una fuerte experiencia con los Ka Ija Reta, "cuidadores del monte", que controlan el pensamiento colectivo, transmitido de manera ritual en los rezos y durante la cacería. Riester comprende que "esa práctica encierra el conjunto de elementos codificados que sintetizan la identidad misma de esa sociedad", descubre que en la cacería se reproduce el mecanismo de transferencia de poder y autoridad entre los izoceños.

    Su libro En busca de la Loma Santa se publicó en 1976, pero la sociedad observó impasible la extinción de esa nación indígena. Decide devolver y "reintegrar" los conocimientos a la comunidad, adoptando la Historia Oral, en el sentido trascendente, como síntesis del largo proceso desarrollado por los pueblos indígenas. Su obra refleja esa conversión. Riester recopiló 140 canciones y oraciones, pero aún no contaba a los de allá que los indígenas no eran animales. Aun afirmaba ante el mundo académico que su objetivo era "esclarecer la interrelación que hay entre ideología y las actividades económicas de la sociedad". Así salió su Canción y producción en la vida de un pueblo indígena (Los chimane, tribu de la selva oriental), escrito con la musicóloga Gisela Rock.

    Pronto cambió su visión. Afirma que buscaba el "retorno y aplicación a los lugares de origen, buscamos llegar a los interesados en su propia cultura" (Cf. Producción artesanal de tejidos. Tejidos de las mujeres izoceñas). No deja de ser riguroso y académico, pero integra en su labor a los archivos y reservorios de memoria colectiva viva, que primero aparecen como "informantes" y luego se transforman en autores. En el programa de Recopilación de los Conocimientos Populares de las Poblaciones Indígenas de la Zona Oriental, incorpora a los izoceños Justo Mandiquiri y Cecilio Gómez, que desentrañan los secretos del trabajo del algodón y el proceso de producción textil. En 1975, en Puerto Paz y Poza Verde, recopila canciones y poesías de los ayoreo, con el decasuté ayoreo Degüi Picanerai y su hijo Neque, maestro bilingüe. En la fiesta de Asojná: "a través de la cual rendían culto a sus antepasados reviviendo cíclicamente los contenidos profundos de la ideología de su pueblo", recupera 33 textos, seis fórmulas religiosas y 27 canciones: de guerra (relatan hazañas y estrategias de supervivencia), sobre el blanco (enfrentamiento al colonizador) y de la vida cotidiana (marginamiento dentro de la sociedad opresora), plasmado en Historia de los pueblos indígenas. Riester y su esposa Bárbara Simon integran el trabajo de campo, Graciela Zolezzi sistematiza la información, Alberto Villalpando trabaja en el análisis musical y Cergio Prudencio en la estructura y ritmo.

    En otra obra analiza "el conocimiento profundo del pueblo guaraní", recopilando datos sobre medicina tradicional. Levanta un censo de natalidad, mortalidad y salud, investiga el papel de los Ypaye Reta y sus ayudantes, que se desenvuelven en la dualidad del mundo indígena: El Ypaye Reta dialoga con los espíritus buenos, el Imabe Kua Reta, con los malos y el que intercede entre ambos es el Ka Ija Reta. El sorprendente resultado es un glosario de términos y elementos curativos de origen animal, mineral y vegetal y una descripción de las enfermedades. Trabajó con los indígenas durante tres años en 18 comunidades del río Parapetí, recopilando conocimientos y enseñanzas de los chamanes, "los que cuidan la salud del pueblo". Evelino Arambiza y Zenobio López recopilaron los elementos curativos y elaboraron un catálogo de enfermedades. César Castillo, definió la metodología y se ocupó de las ilustraciones. Justo Mandiri tradujo conceptos básicos, corrigió el borrador y elaboró las ilustraciones. Graciela Zolezzi coordinó la sistematización global del material, revisó la redacción del documento final. Jürgen Riester supervisó todo el trabajo.

    Finalmente, la sociedad boliviana reconoció sus aportes con los pueblos indígenas de Bolivia, honrándolo con diversos reconocimientos, como el Premio de Cultura de la Fundación "Manuel Vicente Ballivián" (1985); Alcaldía Municipal de Santa Cruz (1986), el título "Doctor Honoris Causa" por la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno (1987), "Diploma de Reconocimiento por sus labores pioneras, en la enseñanza de los primeros cursos sobre Antropología de la Amazonía entre 1973 y 1980" por la Pontificia Universidad Católica del Perú (2010).

    Pero, el mayor homenaje vino de los pueblos indígenas, a quienes defendió contra el poder agroindustrial. En 1987, lo reconocieron como "Hijo adpotivo de los Guarasugw'e, designando a Jupikua como madre del investigador alemán, y, el Capitán Grande del Izozog, Bonifacio Barrientos, lo reconoció como hemano de los guaraníes del Alto y Bajo Izozog". Ese año, Evelio Armabiza, dirigente de la Central de Pueblos y Comunidaes Indígenas del Oriente Boliviano (CIDOB), afirmó que:

    "Jorge Riester trabajó y confió en nuestra fuerza y en nuestro destino histórico de unidad y hermandad entre los pueblos comunidades indígenas del oriente boliviano. El aporte de igualdad y la reciprocidad que estableció siempre entre su persona y la gente de las comunidades en las que vivió y trabajó. El respeto sin condiciones a nuestra capacidad, a nuestra inteligencia, a nuestras costumbres, a nuestra organización y a nuestra historia".

    Eso retrata en cuerpo entero a Jürgen Riester quien deja un legado institucional e intelectual sobre la vida y experiencia humana de los pueblos y naciones indígenas, que se expresa en el acopio del mayor volumen de información primaria que espera ser descifrado, interpretado y dignificado.4

    La última vez que compartimos con Jürgen Riester fue en las reuniones del Comité Editor de la Biblioteca del Bicentenario de Bolivia, el mayor proyecto editorial impulsado por el Estado boliviano. Con acertado criterio, la Biblioteca del Bicentenario de Bolivia incluye en el volumen 166, la Obra reunida de Jürgen Riester.

     

    Rodolfo Pïnto Parada (1940-2019)

    Nació en Trinidad, el 13 de noviembre de 1940. Falleció en Guayaramerín, el 20 de septiembre de 2019. Estudió ingeniería civil en la Universidad Técnica de Oruro (UTO), destacó en el estudio de la cultura, historia, antropología y arqueología y cultivó la literatura beniana. Integró el Club Internacional "Norberto Galdo Ballivián" y fue miembro de número y presidente de la Sociedad de Estudios Geográficos e Históricos del Beni.

    El Ing. Hugo Padilla lo considera a Rodolfo Pinto como "el pionero de la construcción de caminos con tecnologías nuevas, comenzó a trabajar con un tractor oruga el año 1965 en el camino Trinidad-Puerto Almacén, después a Loma Suárez y otras poblaciones, con una gestión brillante en el SNC hasta 1980", que motivó la condecoración del Cóndor de Los Andes al Servicio Nacional de Caminos-Regional Beni. Memo Hurtado acota que "como ingeniero civil, la obra que le marcó la vida y a la que le puso su juventud fue la construcción y pavimentación de la carretera Santa Cruz-Trinidad, primero como Supervisor de Cordebeni y luego como Fiscal de Obras del tramo Casarabe-Puente San Pablo" y recupera su papel en la defensa cívica beniana frente a Santa Cruz del 3 sobre el 11% de las regalías petroleras y en el problema limítrofe con Cochabamba, "luchas en las que Fito Pinto fue actor en primera línea".

    Su obra intelectual que versa en el género de la novela histórica, fue analizada por Memo Hurtado y A. Lijerón. La labor caminera desde Cochabamba está descrita en Rumbo al Beni (1978), los esfuerzos desde los Andes, en Arreando desde Mojos (1983); los estudios de arqueología del Río Mamoré de Keneth Lee, en Un Pueblo de Leyenda (1987), la cosmovisión aymara en Los espíritus andinos (1998); la carretera Trinidad-Santa Cruz, "en un espectro temporal de 100 años", con 600 kilómetros, proeza que empieza en 1974 y culmina el 2001, en Camino encantado (2005); en tanto, Narasaquije: 20 lecciones de historia del Beni (2001) "concentra toda su esencia como escritor: práctico, conciso, sin palabras rebuscadas y ameno"; en Don Teddy (2010), analiza y describe la evolución urbana de Trinidad. Finalmente, con Arnaldo Lijerón (1947-2017), escribió una síntesis de la Historia de la ciudad Santísima Trinidad: el pueblo que nació en una loma milenaria del Gran Mojos, a orillas del Mamoré (2011).

    Fito Pinto es uno de los más grandes bibliógrafos del Beni. Memo Hurtado afirma que "tuvo uno de los oficios más nobles que se puede tener: ser un documentalista y forjador de la biblioteca temática sobre autores benianos más completa del Beni". La Biblioteca de Fito Pinto, es a la vez un santuario, pues allí todo se conserva con rigor por su alto valor heurístico. Sus 2.700 volúmenes podrían dar a suponer que se trata de una biblioteca pequeña, pero la mayoría de esos ejemplares -títulos agotados o únicos en su género—fueron adquiridos con paciencia benedictina durante cinco décadas hasta formar un repositorio bibliográfico especializado, esencial para comprender la historia de la región oriental de Santa Cruz, y amazónica de Beni y Pando. Valor superlativo tiene su Hemeroteca, cuyos títulos encuadernados en pasta dura, la hacen única, pues recogió de forma sistemática todo lo que publicó el Beni. Son una especie de "incunables" bolivianos que no se encuentran ni en las megabibliotecas del primer mundo.

    En una oportunidad el historiador Valentín Abecia Baldivieso, al escuchar de boca de Rodolfo Pinto la valía de su biblioteca, comentó con innecesaria ironía: "Mi biblioteca tiene 90 mil ejemplares". Sagaz, Rodolfo Pinto, respondió: "Dígame, doctor ¿su biblioteca es general, es decir se refiere a la Historia en general?". "Sí", respondió lacónicamente el autor de La genial hipocresía de Murillo, recibiendo una lapidaria réplica: "¿Y, para que sea completa su biblioteca general, cuántos títulos le faltan? Le comento que a mi biblioteca le faltan 30 títulos para que sea completa". Se dice que el autor de la Historiografía de Bolivia quedó mudo.

    Uno de sus tesoros es El corazón de la América meridional, escrita por el excéntrico naturalista Marius del Castillo, quien confiesa: "errante pasé 14 años en repetidos vuelos sobre las llanuras de Moxos, cual si hubiera sido un satélite vagabundo, tuve por órbita predilecta ese departamento, al que me era forzoso, como atraído por una fascinación subconsciente, de volver...para embarcarme cual nauta aventurero en el bajel de la quimera". Luis Mérida Coimbra lo califica como el "Marco Polo del siglo XX, compañero, discípulo y continuador del sabio Nordenskiöld", lamentando que sus escritos quedaran extraviados.

    No fue así. Marius del Castillo logró que la prefectura del Beni dispusiera 4.000 pesos, para la impresión de su obra. El autor viajó a Barcelona, logrando verla impresa en 1929, pero el precio triplicó la suma inicial. El impresor aconsejó al autor que dedicara su obra al industrial Simón I. Patiño, insertando en tres ejemplares encuadernados en pasta dura, una elogiosa dedicatoria acompañada del retrato del Rey del Estaño, con los que viajó a París. Allí le obsequió un ejemplar y pidió la subvención del "patriota empresario", quien luego de ver su contenido le hizo saber de manera franca y directa que no estaba interesado en la obra pues trataba temas ajenos a sus preferencias. El autor retornó a Bolivia dejando como rehenes en España los 997 ejemplares restantes. Uno de los ejemplares sobrevivientes lo entregó a la Biblioteca de la Universidad "Gabriel René Moreno" y ya en la vejez llevó a Caracas los otros dos ejemplares, obsequiando uno al cónsul de Bolivia, por la colaboración que le prestó en momentos de necesidad. Años más tarde, Fito Pinto visitó al director de la Biblioteca Central de la universidad cruceña, narrando la curiosa historia libresca y pidió en préstamo el ejemplar para hacer una fotocopia destinada a su biblioteca particular, solicitud negada por el ilustre Hernando Sanabria, quien decidió recuperarla para Bolivia, viajando a Barcelona, más cuando llegó al lugar donde debía

    estar la imprenta, el autor del Apiaguayqui Tumpa encontró un edificio moderno, preguntando a un transeúnte el destino de la imprenta, recibió como fatal respuesta: "Fue destruida en uno de los bombardeos que sufrió la ciudad durante la guerra civil", y con ello se destruyeron los 997 ejemplares. Fito Pinto confesó sus tribulaciones al escritor Mariano Baptista Gumucio, quien en un viaje que hizo al Beni le llevó un inusual obsequio que estuvo a punto de provocarle un ataque cardíaco: la obra de Marius del Castillo.

    La gente de su ciudad natal fue muy agradecida con Fito Pinto. La revista Pueblo de Leyenda. Voz cultural del Beni, que inició sus ediciones en mimeógrafo (1978), en su 2a época continuó en pdf (2009) y el 2016, en su 3a época, como revista digital, está dedicada al brillante intelectual beniano.

     

    Notas

    * Magister Scientiarum en Historias Andinas y Amazónicas. Docente titular de la Carrera de Historia de la UMSA. Jefe de la Biblioteca y Archivo Histórico de la Asamblea Legislativa Plurinacional. Presidente del Comité Regional de América Latina y el Caribe del Programa Memoria del Mundo de la UNESCO-MOWLAC (2018-2019). Editor de Fuentes. Luis.oporto@vicepresidencia.gob.bo

    1. Contribuyeron a crear la infraestructura museográfica etnológica alemana, empleada como taller de prácticas de generaciones de antropólogos.

    2. Bernd Fishermann lo acompañó en la primera etapa de su trabajo, pero tuvo que salir de Santa Cruz por las presiones de grupos empresariales que calificaron a los antropólogos como "subvertores".

    3. Luis Oporto Ordóñez: "Notas sobre la obra etnológica de Jürgen Riester", en Etnología, 15 (20): 1991: 78.

    4. Ver: "La obra etnológica deJürgen Riester", en La Época. Domingo, 22 de septiembre de 2019; y "Jürgen Riester (1941-1919). Antropólogo comprometido con los derechos de los pueblos indígenas. Reseña biográfica del prolífico investigador alemán recientemente fallecido. Fue un defensor de los pueblos originarios", en La Esquina, de Cambio. Domingo, 22 de septiembre de 2019.

     

    Recepción: 1 de octubre de 2019

    Aprobación: 20 de octubre de 2019

    Publicación: Febrero de 2020