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    Fuentes, Revista de la Biblioteca y Archivo Histórico de la Asamblea Legislativa Plurinacional

    versión impresa ISSN 1997-4485

    Rev. Fuent. Cong. v.12 n.57 La Paz ago. 2018

     

    MAESTRO DE CALAMARCA

     

    Archivo "Julio Cordero": espejo de la sociedad boliviana

     

     

    Sergio Barnett V.*
    * Licenciado en Filosofía e investigador en temas relacionados a la filosofía boliviana y la historia.
    Nacido en La Paz, ha escrito numerosos ensayos y artículos para medios especializados.
    sergio.barnett@gmail.com
    Recepción: 15 de julio de 2018 Aprobación: 31 de julio de 2018 Publicación: Agosto de 2018

     

     


     

     

    Según el investigador Daniel Buck, la fotografía ingresó por primera vez en Bolivia entre 1845 y 1848, de la mano de dos norteamericanos: James y Jacob Ward, quienes cargaron el daguerrotipo por La Paz, Oruro y Cochabamba. Su objetivo fue fotografiar tipologías humanas, costumbres y vestimentas que les resultaban exóticas.

    Una década más tarde, el francés André Adolphe-Eugene Disdéri perfeccionó la técnica del daguerrotipo realizado por una máquina fotográfica de menor formato, que permitía obtener fotografías a mayor velocidad y un negativo podía ser fuente de varias copias. Llamó a su invento "Carte de visite portrait", el cual se convirtió en un éxito inmediato en Europa.

    Cuando la máquina de Disdéri llegó a Bolivia, como toda novedad europea, las élites políticas y económicas fueron las primeras en fotografiarse. Sin embargo, el incremento de los servicios fotográficos creció cuando se produjo la crítica situación de la guerra del Pacífico. Se generó la necesidad de fotografiar a los que se enlistaban para la guerra.

    El fenómeno de la guerra hizo que la fotografía trascendiera los círculos de la élite. Lo cual dio paso a importantes casas importadoras de productos fotográficos, como A. Kavlin. Poco a poco, la fotografía se abrió paso en diferentes instituciones públicas. Durante el siglo XX la policía incorporó la fotografía para prontuarios de identificación y las Fuerzas Armadas la incorporaron para fotogrametría. El fotógrafo Julio Cordero fue un pilar fundamental de estas transformaciones.

     

    Tres generaciones bajo un solo lente

    Julio Cordero Castillo nació el 17 de agosto de 1877, en la comunidad de Pucarani, perteneciente al departamento de La Paz. Muy joven, emigró a la ciudad de La Paz con su padre, Casimiro Cordero, en busca de mayores y mejores oportunidades de vida. Allí conoció a dos fotógrafos peruanos, los hermanos Valdez, con quienes trabajó como ayudante de su estudio fotográfico, hasta que se independizó. Alrededor de 1900 instaló su propio estudio fotográfico en la calle Recreo (hoy avenida Mariscal Santa Cruz). Poco tiempo después obtuvo la representación oficial de Kodak, por lo que también se dedicó a la importación de accesorios, cámaras y materiales fotográficos de esa marca.

    Su fama fue creciendo entre los círculos políticos liberales. Fue nombrado fotógrafo oficial en el gobierno de Gutiérrez Guerra y en el de Ismael Montes, pero también fue amigo de Eliodoro Camacho, Bautista Saavedra y de Hernando Siles. Trabajó para instituciones del gobierno entre 1904 y 1925, periodo en el que participó de la creación de la Sección de Identificaciones y Criminología de la Policía Nacional. Sin embargo, una vez pasado el periodo liberal fue objeto de persecución y amedrentamiento, por lo que decidió escapar a Oruro, donde abrió una sucursal de su estudio. Vivió allí durante tres años, antes de retornar a la sede de gobierno.

    Para entonces, Julio Cordero ya tenía un hijo mayor que se estaba formando en la fotografía. Julio Cordero Ordoñez prestó su servicio militar en 1926 en la ciudad de Oruro. Cuando comenzó la Guerra del Chaco se incorporó al Regimiento Bolívar de Viacha, en La Paz. Su pelotón fue acorralado por los paraguayos y estuvo dos años en la prisión de Paraguarí. Con ayuda de gente que visitaba la prisión para dar ayuda social, Julio Cordero Ordoñez pudo construir una cámara fotográfica estando en prisión, pero lastimosamente se perdió cuando él y un grupo de sus compañeros lograron su escapatoria. De aquella cámara sólo quedan dos fotografías que atestiguan esos días, al interior de la prisión.

    A su retorno de la guerra, hizo viajes por Latinoamérica y se estableció en México. Allí se especializó en técnica artística. Esto dio un giro definitivo al estilo que había marcado su padre. Julio Cordero Castillo tomaba las fotografías de cuerpo entero y no tenía mucho reparo en las luces, salvo que el campo visual estuviera iluminado. Julio Cordero Ordoñez, al contrario, prefería los rostros y hacía un uso muy estricto de las luces. Por ello, cuando volvió a La Paz y reinauguró el "Estudio Cordero", las fotografías adquirieron un nuevo rostro.

    De este modo, lo que hoy se conoce como el "Archivo Cordero" es resultado de más de una sola generación. Además de Julio Cordero Castillo y Julio Cordero Ordoñez, Julio Cordero Benavides aportó con otras tantas imágenes y la preservación del actual Archivo. La producción de estos tres autores abarca más de un siglo y contiene más de 100.000 negativos entre placas de vidrio y láminas de acetato. Se llegaron a digitalizar alrededor de 6.000 fotografías, sólo accesibles a parientes y conocidos de la familia Cordero. La población en general sólo accedió a unas cuantas centenas.

     

    Las características del Archivo Cordero

    Debido a la cantidad existente de negativos, desconocidos para muchos, nadie hasta ahora ha podido proponer una organización total del Archivo Cordero. Sin embargo, se han realizado propuestas de organización de las pocas conocidas.

    El sociólogo y fotógrafo Hugo José Suárez publicó una breve obra sobre fotografía, titulada La fotografía como fuente de sentidos, en la que dedica uno de sus capítulos al Archivo Cordero. Suárez propone una lectura sociología de las fotografías que contienen elementos fundamentalmente pertenecientes a la vida social pública y privada. Según Suárez, Cordero identifica cuatro grupos sociales bien definidos: las élites, el cholaje, los indios y los marginales.

    Según Suárez, Cordero tuvo preferencia por retratar todo aquello que representaba el progreso. Las élites del poder fueron especialmente importantes en su fotografía, además de ser sus mayores clientes. Pero, Cordero también se interesó por el segundo grupo, al cual retrató predominantemente en espacios populares: las fiestas o la ch'alla, con mixtura, cerveza y serpentinas. Para Suárez los indios no fueron un tema al que prestara atención, por lo que aparecen casi siempre como servidumbre o para los prontuarios de la policía. Finalmente, el conjunto de los marginales se compone de delincuentes, prostitutas, aparapitas, enanos, entre otros, a quienes fotografió como objetos de museo. Estos dos últimos grupos casi siempre se entrecruzan.

    Otro tipo de fotografías no señaladas en el análisis de Suárez son los retratos de muertos. En su obra Rigor mortis. La normalidad es la muerte, Alex Ayala dedica un espacio a la fotografía post mortem del Archivo Cordero. Este tipo de fotografías fue una práctica habitual en el siglo XIX. Aunque esta práctica no comenzó con la fotografía, se popularizó rápidamente con ella. En 1844 el fotógrafo francés P. Daviette se promocionó como especialista en daguerrotipos de difuntos en el Perú, "como retratos al óleo". Julio Cordero también retrató difuntos a pedido de los familiares dolientes. Para ello maquillaba y adornaba a los fallecidos para obtener una imagen que sirviera de último recuerdo. Se buscaba aliviar el duelo con la imagen de la persona en su lecho de muerte.

    En su estudio sobre la chola paceña, Gonzalo Íñiguez analiza los procesos de mestizaje y utiliza algunas fotografías del Archivo Cordero, entre otros autores, con el objetivo de analizar las transformaciones en la vestimenta de la chola a lo largo del siglo XX. Esta es otra veta de investigación aun no explorada plenamente por los estudiosos de la fotografía.

     

    El legado de la familia Cordero

    El archivo fotográfico iniciado por Julio Cordero Castillo, cuyo legado se encuentra hoy en manos de su nieto, Julio Cordero Benavides, narra de manera fascinante las transformaciones que ha operado la modernidad sobre nuestra sociedad. Según los autores que vimos, la fotografía propone una retórica visual capaz de reflejar órdenes sociales y mentalidades de épocas precedentes. Pero, salvo por los esfuerzos de los autores mencionados y de otros que aquí no mencionamos, poco se ha hecho por empezar a historiar con soportes visuales.

    Las fotografías del Archivo Cordero son un soporte histórico que pertenece a la humanidad. El primer paso, por proteger esa información para el futuro, lo dio el Gobierno Autónomo Municipal de la ciudad de La Paz en 2013, cuando adquirió 17.000 negativos entre placas de vidrio y láminas de acetato, también una cámara de hace más de cien años, muestras químicas y lámparas. En su momento se dijo que los negativos serían escaneados con equipos de alta tecnología, pero poco se sabe sobre las políticas de conservación de tan valiosos negativos y de aquellos históricos objetos.

    Cuando se realizó la entrega de este valioso patrimonio, muy conmovido, Julio Cordero Benavides sostuvo que el Archivo Cordero "es un espejo de la sociedad y debe volver a ella". De este modo, el legado histórico de la familia Cordero abre nuevas posibilidades para comprender nuestra sociedad, a partir de ese maravilloso objeto que traza finas pinceladas con la luz.

     

    Bibliografía

    AYALA UGARTE, A. (2016). Rigor Mortis. La normalidad es la muerte. La Paz: Editorial el cuervo.        [ Links ]

    CALATAYUD, O.; USNAYO, J. C. (2014). "Instantáneas del olvido. De la mirada icónica a la lectura de la fotografía en Bolivia". Ciencia y cultura. La Paz: Vol. 18, N° 33.        [ Links ]

    CORDERO, J.; DOCTOR, R.; GALINDO, M. (2004). Estudio Archivo Cordero: 1900-1961. Madrid: Turner/Casa de América.        [ Links ]

    ÍÑIGUEZ VACA GUZMÁN, G. (2002). La chola paceña y su dinámica social. La Paz: Ed. Cima.        [ Links ]

    SÁNCHEZ CANEDO, W. (2009). Miradas. Ensayo sobre fotógrafos, fotografías y mentalidades en Bolivia. La Paz: Ed. Gente Común.        [ Links ]

    SUÁREZ, H. J. (2008). La fotografía como fuente de sentidos. San José: Ed. CLACSO.        [ Links ]

    VILLENA, M. (2009) "Julio Cordero y la máquina del tiempo", en Otro Arte: Revista de arte contemporáneo. La Paz: Ed. Camaleón rojo (julio)        [ Links ]