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    Fuentes, Revista de la Biblioteca y Archivo Histórico de la Asamblea Legislativa Plurinacional

    versión impresa ISSN 1997-4485

    Rev. Fuent. Cong. v.12 n.55 La Paz abr. 2018

     

    CENTENARIO DE JOSÉ LUIS ALBERTO "PEPE" BALLÓN (1918-1997)

     

    Pepe Ballón. Mi tío, amigo y camarada.

     

     

    Ricardo Ballón*
    * loroballon@yahoo.com

     

     


     

     

    En el estante de libros de mi escritorio, vi un libro empastado y con las hojas en blanco, regalo de mi querido tío Pepito Ballón, quien me regaló el desafío de ser escritor. Abrí el libro y recorrí tantos recuerdos compartidos y me puse a pasear con mi querido tío Pepe por aquellos lugares que solíamos recorrer.

    Recuerdo los encuentros familiares alrededor de mi abuela, Tula Sanjinés, y la numerosa familia; eran nueve hermanos de padre y madre, la presencia del tío Pepito era un referente central, aparecían de tanto en tanto más hermanos, hijos del abuelo, muy disputadas, pues Coco, mi padre, como alguno de los otros hermanos, jugaban a la altura de los campeones.

    Recuerdo la casa de mi tío Pepito en la calle Pedro Kramer, una casa con muchos cuadros y objetos de arte, una casa muy cálida. Recuerdo que los domingos, cuando había corridas de toros íbamos al Olimpic, el ruedo que había en San Pedro, mi papá, mi prima Leni, mi tío Pepe y yo, que era el más pequeño del grupo. Nunca me olvido de cuando caí al ruedo de toros e inmediatamente me rescataron

    Juan Ballón. Las reuniones eran muy sobrias y no faltaban las partidas de ajedrez, juego que apasionaba a los hermanos Ballón. Pepe había sido campeón en Bolivia y Juanito, su hermano, había sido tal en Chile; sin embargo, las partidas eran los toreros de la cuadrilla, y mi tío Pepe con su sonrisa serena, oportunamente bromeó e impidió que papá me riñera, pues todos se habían asustado.

    Con papá íbamos a visitarlo a la Galería Naira. Mis tíos y papá y algunos amigos se ponían a jugar una partidita de ajedrez. Recuerdo a los pintores, Juanito Leyton, Lucho Zilveti, Ricardo Pérez, Walter Solón, Luis Luksic, Lorgio Vaca, y tantos otros que frecuentaban la Galería Naira, donde Pepe brindaba a muchos de ellos un espacio para exponer su arte.

    Aquellas tardes yo jugaba en los corredores del conventillo donde funcionaba la Galería Naira, con los Jairitas, José y Joselo. Un día, me contó Joselo, que estaba en la Plaza San Francisco contemplando unos camiones hechos a mano de los que se vendían en esos puestos callejeros en las aceras, de pronto sintió la mirada de Don Pepito, como él le decía, volteó y se encontró con esa sonrisa generosa de Pepito, quien le preguntó: "¿Cuál te gusta?" y, Joselo, inocentemente le respondió: "Aquel" El tío Pepe siguió sonriendo, y compró inmediatamente el enorme camión. Joselo, el día que me contó el hecho, me decía que se había quedado conmovido pues nadie le había hecho un regalo así en su vida y menos tan cerca de las navidades.

    Por la Galería de Arte Naira pasaron grandes músicos como Alfredo Domínguez, Gilbert Favre, Coco Cavour, Luis Rico, Julio Godoy, Benjo Cruz, Edgar Yayo Jofré (voz que encantaba a mi tío Pepito). Con la Galería Naira, Pepe Ballón abrió una nueva dimensión al folclor boliviano, dio oportunidad a grupos autóctonos de interpretar su música con sus instrumentos nativos, música que a través de la Naira trascendió nuestras fronteras y fue escuchada en otros continentes. Vivía en la Galería una señora misteriosa, con los años me enteré que era nada menos que Violeta Parra, amiga de Pepe Ballón y pareja de Gilbert Favre. Violeta Parra impresionada por la riqueza autóctona de los músicos nativos, llevó a varios grupos para que dieran a conocer la música andina en Chile.

    Con el pasar de los años, nos encontrábamos en diferentes casas de amigos que casualmente eran nuestros amigos en común, y compartimos veladas muy lindas, llenas de poesía y agradables charlas. Recuerdo a Matilde Casazola, Carmencita Aramayo, Tina y Arturo Orías, Guido Orías y Silvia Mercedes Ávila, Héctor Borda Leaño, Julio de la Vega, Jorge Suarez, Líber Forti y tantos otros amigos con los cuales compartíamos tertulias inolvidables, el conocimiento literario del tío Pepito era impresionante, y su ayuda a esos grandes escritores era muy agradecida y mencionada en estas reuniones.

    Con papá fueron grandes amigos y camaradas, fundaron el Partido Comunista, luego se alejaron de éste, estuvieron en toda le gestación del Ejército de Liberación Nacional (ELN), y ambos, Pepe Ballón y su hermano soñaban con la utopía.

    Recuerdo que en casa se alojaba un señor francés. Mi padre hablaba francés y charlaban con este señor, venía un señor argentino y nos íbamos a la Galería Naira, allí ese enorme grupo de personajes la pasaban plácidamente, alguien me dijo, muchos años después, que el francés era Regis Debray y al argentino el Che, no lo sé, de pronto sí.

    Una noche de bohemia, bebíamos con mi querido amigo, Jesús Urzagasti, y él me sorprendió con un hermoso relato. Jesús había llegado por primera vez a la ciudad de La Paz, a eso de las siete de la noche, bajó caminando desde la Mariscal Santa Cruz, donde llegaban las flotas, hasta la esquina de la calle Sagárnaga, cerca de la Iglesia de San Francisco, venía de sus pagos del Chaco, de pronto se sintió desorientado frente a la gran ciudad, se quedó buen tiempo pensativo, no sabía a dónde ir ni qué rumbo tomar. De pronto sintió una mirada, se encontró con una mirada tranquila y serena, el caballero le sonrió, luego le dijo: "No eres de aquí, ¿Verdad? ¿No tienes a dónde ir?". Jesús, extrañamente sintió confianza y le dijo: "No señor" el señor le sonrió y le dijo, "Ven conmigo, te voy a alojar por unos días, no te preocupes". El noble caballero era Pepe Ballón. Jesús vivió un tiempo en la Galería Naira, luego vivió otro tiempo en casa de Pepe Ballón, hicieron una gran amistad, y Jesús me contaba que le mostraba sus escritos, pues Pepe Ballón, sabía mucho de literatura y sus opiniones le eran muy valiosas.

    Una noche, en los años setenta, llegaron a casa Eduardo Mitre y Cachín Antezana, dos profesores míos, grandes maestros y, con el tiempo, mis grandes amigos; en casa nos pusimos a charlar y beber. Ellos hacían hora para visitar a un notable poeta que se puso muy de moda en esa época, y que había aceptado ser visitado por ellos, pero que aceptaba visitas a partir de las doce de la noche. Hicimos hora hasta que llegó la hora de partir, yo vivía a unas cuatro cuadras en la misma calle en que vivía el poeta; en el camino me recomendaron mucha prudencia, e incluso, en el caso de que éste no aceptara mi visita, me regresara a casa. Eduardo dijo que él también regresaba en ese caso, yo les dije que no había problema, que mi casa estaba muy cerca, y que no tenía inconveniente en volver. Llegamos a la casa, tocamos el portón, éste se abrió y apareció el poeta, Jaime Saenz, una mirada fuerte y un rostro serio, nos dijo: "Pasen" y luego me miró, Eduardo de inmediato me presentó. "Él es nuestro amigo Richy Ballón". El poeta me miró y me preguntó: "¿Cuyo hijo eres?", a lo que le respondí: "Soy hijo de Coco Ballón". El poeta me dio un fuerte abrazo y me dijo que papá era su gran amigo y me preguntó, que qué era de Pepe Ballón, a quien quería mucho y le debía muchos favores, sobre todo en lo que respecta a sus escritos, que Pepe era un ser noble e imprescindible.

    Con los años llegó Gilbert Favre acompañado de la televisión suiza, venían a filmar su vida. Fui invitado a participar de la filmación, durante el rodaje compartimos mucho con Gilbert, incluso lo acompañé en la percusión, junto a Ernesto Cavour, en Chicaloma, en una pequeña presentación en el pueblo, largas noches de conversaciones con Gilbert, quién no se cansaba de alabar a Pepe Ballón, y me contó que a Violeta Parra le parecía un ser extraordinario, hecho de sencillez y sinceridad, de esos seres que casi no se encuentran.

    Los días miércoles por la tarde, solíamos tomar el té con mi querido tío Pepe Ballón, lo visitaba en su oficina del monoblock de la Universidad de San Andrés, muchas veces nos íbamos al Tokio, y otras al comedor universitario; en el trayecto levantaba cuanto papel encontraba en el suelo y lo depositaba en algún basurero, conversábamos largo y tendido, luego recogíamos nuestros platos y tazas para depositarlos en el mostrador de la cafetería, y en el trayecto Pepito recogía cuanto plato o taza había quedado abandonada; alguna vez me comentó: "Hay que ordenar el mundo para que todos vivamos mejor" y se sonrió.

    Una tarde fui a visitar a Juanito Ballón, mi otro tío, estaba con cáncer y no quería someterse a ningún tratamiento, me senté al lado de su lecho de enfermo, y de pronto apareció mi tío Pepito, quien estaba muy mal de salud, sufría de una pleuresía muy severa, vino a visitar a su hermano, nos pusimos a conversar y de pronto Pepito dijo que había venido a despedirse, pues muy pronto se iba a morir. Juanito reaccionó de inmediato y le afirmó que el que se iba a morir pronto era él, le dijo a Pepito que él se había enfermado primero, los dos rieron ante la situación, yo no salía de mi asombro. Pepe le dijo a Juan que él había vivido una vida llena de sentido y que había dado lo mejor de sí a su entorno y se había ganado el respeto y el cariño, que lo hacían sentirse realizado. Juanito respondió que él también esperaba a la muerte tranquilo, que no quería vivir más, que no quería vivir sin dignidad, y que había convivido con los demás en armonía y respeto y que también sentía el cariño y respeto de su entorno; los dos se rieron y se dieron un fuerte abrazo de despedida, con un amor fraternal a toda prueba y una serenidad que me dejó pasmado. Los dos eran ateos, escépticos y sin tener la esperanza de una vida eterna en ese más allá de los creyentes, no temían a la muerte, habían vivido con dignidad y altruismo y eso les bastaba.

    Pepito y Juanito murieron poco tiempo después. Me dolió el alma, se oscureció mi paisaje, luego pensé en la dignidad y grandeza que heredaba.

    Cuentan que a mi querido tío Pepito lo bautizaron con los nombres de José Luis, sin embargo, por un error del párroco, tiempo después descubrieron que su nombre figuraba en los libros como Luis Alberto Ballón Sanjinés, de ahí que todos lo llamaron Pepe, creo que ahí se inició su mala relación con la Iglesia, coincidentemente pidió que no hubiesen ceremonias religiosas en su entierro.

    Un gran amigo mío, Juanito Perelman, me comentó un día: "Don Pepe Ballón ha sido el caballero más educado y delicado que he conocido, sin embargo él nunca estuvo ausente de cuanta sublevación armada hubo en nuestro país".

    Mi querido, Pepito Ballón. Siempre lo recordaremos con cariño y admiración, abrió tantos flancos para el proceso de cambio de nuestro país, su actuación militante y consecuente en política, varias veces exiliado y otras tantas en prisión por sus ideales; su aporte a la cultura boliviana apoyando a innumerables escritores, poetas y novelistas, su apoyo a los grandes pintores de su época, y ser, Pepe Ballón, el sujeto de cambio en la valoración de la música folclórica de nuestro país; ser el promotor con su apoyo y trabajo para el surgimiento de la canción contestataria de su época, llamada música de protesta; su valiosa presencia y aporte para el surgimiento de la música trovadoresca latinoamericana; hacen que hoy seamos una legión de utopistas agradecidos por el gran legado que nos brindó.

    A mí querido tío, amigo y camarada Pepe Ballón

    Aún recuerdo Tu mirada clara como el agua

    Paternal como el árbol Cobijaste sueños propios y ajenos

    Tu cachucha

    Tu camisa digna

    Limpia como tu alma

    Simple como el día

    Tus manos afables Pintaron la galería Naira

    Te acompañaron La quena y la zampoña

    Violeta y el run run del norte

    El gringo bandolero Alfredo la guitarra del sur Benjo y la canción en cruz

    Moviste el tablero andino.