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    Fuentes, Revista de la Biblioteca y Archivo Histórico de la Asamblea Legislativa Plurinacional

    versión impresa ISSN 1997-4485

    Rev. Fuent. Cong. v.12 n.55 La Paz abr. 2018

     

    CENTENARIO DE JOSÉ LUIS ALBERTO "PEPE" BALLÓN (1918-1997)

     

    Memoria ballonesca del Pepe

     

     

    Coco Manto*
    * Jorge Mansilla Torres.
    Periodista y poeta.

     

     


     

     

    Comencé a saber de él hacia 1966, en la Peña Naira, donde yo singaneaba con el Cavour. Al Pepe me unía la mística por la música folclórica, pero nos distanciaba el ajedrez, su gran pasión. Un juego que nunca jugué porque en mi infancia un profesor me dijo que en ese tablero se castraba al tiempo. Pobre de mí.

    Con Ballón éramos bien amigos; celebraba mi humor en "Olla de grillos", un programa antidictatorial y suicida por Radio Altiplano. Me pasaba chistes y chismes políticos. Fue él quien propuso mi nombre para actuar en el Teatro Municipal en la obra "Gringo bandolero" con la primera actriz Tota Arce, el músico suizo Gilbert Favre y veinte camaradas zampoñaris de Italaque. Fue la única vez que me pagaron requete bien por explayar mis gracias verbales ante el público. Las fotos en blanco y negro que conservo de esos eventos las tomó la chilena Violeta Parra, que había llegado a La Paz, en los días de Navidad de 1965, dizque para reconquistar el amor del gringo Favre, y así le fue. Se pegó un balazo en la boca en febrero del año siguiente.

    En 1971, Ballón y los izquierdistas caímos en desgracia por el derrumbe del gobierno de Torres. Varios optamos por el exilio. Él se fue a Venezuela y yo a México y a Perú. Volvimos al país hacia 1977 con la amnistía arrancada al tirano Banzer, pero duramos poquito tiempo en el país, porque dos sardanápalos, el degeneral García Meza y el narcoronel Arce Gómez, tomaron a la mala el gobierno, en julio de 1980, y se dieron a matar al pueblo en calles y plazas.

    Los ya marcados por el fascismo buscamos salvar el pellejo y así topé con Ballón en la embajada de México para asumir otro destierro. En octubre de ese 80 salimos desterrados con otros 43 bolivianos. El Pepe estuvo en México por breve lapso, pues se fue a Caracas. Hombre vinculado al trabajo editorial, desde allí me envió un fajo de volantes de homenaje a Marcelo Quiroga con mi poesía A pesar de la ira impresa junto al rostro del líder socialista dibujado por el argentino Carpani.

    Se dio modos para volver a Bolivia en 1983 y se reintegró a su trabajo en la Imprenta Universitaria de la UMSA. En agosto del 86 me entregó en La Paz cien ejemplares de mi tomo de poesías Pienso luego exilio, con un agradecible prólogo del rector Pablo Ramos. Ese libro de formato breve tiene 132 páginas y es de tapas duras en colores verde, rojo, café y azul "con el tipo y empaste cartoné", como me dijo con su letra redondita en una carta a México.

    Yo lo buscaba antes que a nadie toda vez que llegaba al país. Una mañana me citó a un café en la avenida Villazón y vino acompañado del maestro muralista Walter Solón. De improviso, mis contertulios me mostraron una fotografía vieja de unos jóvenes enfundados en camisas pardas haciendo el saludo de Heil Hitler! con el brazo extendido al frente.

    ¿Quiénes son?, pregunté y el pintor Solón dijo que eran Jaime Sáenz y Jorge Carrasco. El Pepe hizo las precisiones. El poeta paceño y el hijo mayor del dueño de El Diario eran en los años treinta los activistas nazis más abiertos en Bolivia y viajaron a Alemania en 1938, junto a otros jóvenes pudientes, en los años de esplendor del nazismo y del Führer.

    Esa foto existe. No sé quién la guarda. La hija del Pepe, Leni, afirma que nada sabía de aquello, pero que debe estar en algún archivo. Narré ese episodio porque ahora está de moda, y en buena hora, la Casa del Poeta, alzada en el domicilio que fue de Jaime Sáenz en Miraflores.

    Concluyo esta semblanza del joven centenario Luis Alberto Ballón ofreciendo disculpas al lector porque, en la dinámica del relato, hablo también de mí. Ni modo. Es la virtud o el modo aborrecible del testimonio.

    Cuando Ballón murió el año 97 del siglo pasado lo describí en unos versos que publiqué dos añosdespués en mi librito Son estos, sonetos de la memoria, semblanzas de cien personas, la mayoría anónimas, que me ayudaron a vivir. En la página 108 de ese libro se puede leer:

    Este soneto va en mi propio auxilio,

    Pepe Ballón, porque perdí tus pasos

    en esta tensa víspera de ocasos,

    querido viejo, pienso luego exilio.

    Carne de cárcel fuiste con rigores,

    que dizque agitador, rojo de qué,

    enlace urbano, cómplice del Che,

    subversivo de tal y otros honores.

    Caminaste Bolivia a contrapelo

    de la opresión, te vi fundando peñas,

    salas de arte, imprentas del desvelo,

    campeón del ajedrez, nos dabas señas...

    Te premiaron, Ballón, con el destierro

    y los confinamientos y el encierro.

    (No creo que descanses con la muerte, tu insomnio por el pueblo era más fuerte)