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    Fuentes, Revista de la Biblioteca y Archivo Histórico de la Asamblea Legislativa Plurinacional

    versión impresa ISSN 1997-4485

    Rev. Fuent. Cong. v.10 n.46 La Paz oct. 2016

     

    REFLEXIONES BIBLIOAMERICANAS

     

    El futuro de los bibliotecarios y las colecciones en las Bibliotecas latinoamericanas está en juego

     

     

    Robert Endean Gamboa*
    Maestro en Bibliotecología.Vicepresidente de la Academia Mexicana de Bibliografía de la Sociedad
    Mexicana de Geografía y Estadística. Presidente de la Sección de Políticas de Información de la Asociación Mexicana de Bibliotecarios. endeangamboa@yahoo.com.mx
    Recepción: 20 de octubre de 2016 Aprobación: 30 de octubre de 2016 Publicación: Octubre de 2016

     

     


     

     

    En Argentina, la situación bibliotecaria no es fácil, pues las bibliotecas populares de Buenos Aires han denunciado que se ha suspendido el subsidio para cubrir parte de los salarios y las cargas sociales de los bibliotecarios.

    Vemos así que en junio de este año estas bibliotecas se organizaron y, luego de varias protestas, lograron que la Provincia pagara los seis meses de subsidios que les debía. No obstante, desde entonces no se desembolsó más, y ahora la crisis se hace insostenible para esos centros comunitarios. Por ello, a inicio de la segunda quincena de noviembre de 2016 las bibliotecas nuevamente se organizaron para hacer visible la situación y para reclamarle al gobierno provincial que asuma su responsabilidad.

    Una semana antes, la Asociación Chaqueña de Bibliotecarios (en Resistencia, Chaco, al Nordeste de Argentina) ratificó su postura de rechazo al intento de armonización del sistema previsional chaqueño con los parámetros nacionales, exigiendo que se les mantenga el derecho a una jubilación digna y a prestaciones sociales de excelencia, que deriven de una administración transparente y responsable de los fondos públicos.

    Es de notar que esta situación se da en un momento en que se habla del cierre de librerías de viejo y anticuarias en Argentina, así como de un descenso del índice de lectura, y del desplazamiento de los libros y las bibliotecas por la digitalización y la Internet.

    Por otra parte, en el Departamento de Córdoba, al Norte de Colombia, hay preocupación por la baja del índice de lectura, y por eso recientemente el Ministerio de Cultura y la Biblioteca Nacional de Colombia convocaron a los bibliotecarios para incrementar ese índice de 1.9 a 3.2 libros por persona al año.

    En estos términos, no resulta casual que en el estado de Michoacán, al poniente de México, se haya capacitado a los bibliotecarios en automatización, con especial énfasis en la digitalización, así como en la técnica para hacer el descarte bibliográfico.

    Tenemos así un panorama que recorre transversalmente estas situaciones, y que se torna gris para los bibliotecarios y de un color más oscuro para las colecciones bibliotecarias. Esto es, se nota la emergencia de un argumento para justificar lo innecesario de gastar para mantener bibliotecarios y colecciones si se pueden poner los recursos de información en plataformas digitales en línea.

    ¿Cómo podría hacerse esto? Muy fácil, bastaría desarrollar proyectos para que los educadores pueden suplir a los bibliotecarios enseñando en las escuelas -o con opciones a distancia utilizando las tecnologías de la información y la comunicación-las habilidades para la búsqueda y recuperación de los documentos a partir de todos los contenidos ya procesados en la alfabetización informacional.

    Lo que se requiere decidir antes es lo qué se hará con las colecciones bibliotecarias, y ahí es donde entra como opción el descarte y el procesamiento de las colecciones para obtener papel reciclado. Esto ya está ocurriendo en algunas partes de Latinoamerica, por lo que no sería raro que se generalice con la pretensión de modernizar las bibliotecas.

    Esta tendencia que observamos se ve además enmarcada por los intentos de Estados Unidos para imponer nuevas barreras al libre flujo de los datos, la información y el conocimiento a nivel mundial. Al respecto, no se debe olvidar que ese país ha propuesto en los últimos 10 años que se impulsen acuerdos internacionales fuera de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), como el Acta Anti-Piratería (ACTA) y el Tratado Trans-Pacífico (TPP), con los que está fomentando acciones que ya han llevado en su territorio a que se encarcele a bibliotecarios por permitir a los usuarios descargar documentos de la Internet en las bibliotecas.

    No podemos asegurar, con esto que comentamos, que los bibliotecarios vayamos a quedar desempleados, ni que se cierren las bibliotecas a corto plazo, ni que las colecciones bibliotecarias desaparezcan en un santiamén. No, más bien se plantea como un intento de alertar sobre situaciones para las que no conviene esperar a ver qué pasa con una actitud pasiva e ingenua.

    Si no se aumentan los niveles de lectura de la población en América Latina, las bibliotecas estarán más expuestas a ser criticadas, además de que perderán el arraigo en la sociedad. Si esto ocurre, las colecciones, con su organización, mantenimiento y conservación, serán vistas como una carga financiera excesiva, por lo que se alentará la necesidad de adelgazarlas y con ello reducir su operación, quizá hasta desparecer algunas que se consideren poco productivas en términos de asistencia de los usuarios y cantidad de servicios que se les proporcionan. Siguiendo esta lógica, se puede hablar de los beneficios de descartar elementos de las colecciones y reciclar su papel, para contribuir a la ecología y el medio ambiente. Al mismo tiempo, se puede alentar la digitalización y la automatización de los procesos, así como un involucramiento mayor de los educadores en la enseñanza de la alfabetización informacional.

    Tenemos entonces que nuestro argumento apunta a la necesidad de trabajar más la lectura con nuestras comunidades, pero no tanto centrándonos en los niveles de lectura, sino en la formación de hábitos de lectura, de comprensión lectora y de una lectura crítica; esto es, para promover una lectura de calidad que reduzca el estado de ignorancia de quienes están en nuestro entorno, y que no sólo presente resultados que aporten números.

    Es importante recordar que el pedagogo brasileño Paolo Freire hablaba sobre la necesidad de una dialéctica de la lectura, en la que la lectura del mundo se relacione con la lectura del texto, de modo que el mundo se vuelta texto y el texto mundo. A partir de esta dialéctica, la biblioteca puede encontrar con los lectores un lugar en el mundo y un nombre en el texto, y a eso debemos aspirar los bibliotecarios latinoamericanos para seguir contribuyendo a hacer que nuestro mundo sea mejor.