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    Fuentes, Revista de la Biblioteca y Archivo Histórico de la Asamblea Legislativa Plurinacional

    Print version ISSN 1997-4485

    Rev. Fuent. Cong. vol.10 no.43 La Paz Apr. 2016

     

    REFLEXIONES BIBLIOAMERICANAS

     

    La Identidad de los Bibliotecarios Latinoamericanos

     

     

    Maestro Robert Endean*
    *Maestro en Bibliotecología.
    Vicepresidente de la Academia Mexicana de Bibliografía de la Socie
    dad Mexicana de Geografía y Estadística.
    Presidente de la Sección de Políticas de Información de la Asociación Mexicana de Bibliotecarios

    Recepción: 27.4.2016 Aprobación: 30.04.2016 Publicación: Abril 2016

     

     


     

     

    En algunas partes del territorio latinoamericano, ocasionalmente se reconoce a los bibliotecarios que muestran con hechos su disposición a realizar actividades que superan las tareas rutinarias que tienen asignadas. De esta manera, los bibliotecarios José Guillén (Venezuela), quien ha sido responsable de la salvaguarda y el resguardo de obras con valor histórico que ahora están en la Biblioteca Nacional de su país; o Emilsen Rubeslein Suárez Ballén (Colombia), quien ha tenido a su cargo un programa de recuperación del patrimonio cultural de su comunidad desde la biblioteca pública; o David Ramírez (México), quien se ha dedicado a mantener por años una red regional de bibliotecas públicas, incluso usando para convencer su arte como pintor; o Aurelio Higuita (Colombia), quien dormía en la biblioteca para cuidarla por falta de puertas y ventanas, son algunos casos señalados con la distinción de ser bibliotecarios ejemplares.

    Son conocidos también los incidentes ocurridos a varios bibliotecarios del Cono Sur, que en el pasado sufrieron persecuciones, o que padecieron expurgos o destrucciones de sus bibliotecas. Otras situaciones no menos terribles ocurrieron con bibliotecarios en Guatemala, Nicaragua, El Salvador o Perú, donde algunos incluso perdieron la vida en situaciones de extrema violencia.

    Las características señaladas como distintivas de estos bibliotecarios ejemplares son su mística, amor y disciplina, además de su compromiso con sus comunidades.

    En contraparte, hay algunos países de la región en donde lo que se reconoce con las premiaciones es únicamente la antigüedad o permanencia en un puesto de trabajo, a pesar de que en el mismo el bibliotecario no haya mostrado más que el cumplimiento de las rutinas laborales. Esto incluso llega a exaltarse como una virtud, como notamos en México con los ejemplos de buenos bibliotecarios que biografió Juan B. Iguíniz, o en la obra Forjadores e impulsores de la bibliotecología latinoamericana (2006) de Estela Morales.

    f1

    Esta oposición aparente que se hace al enfatizar el mérito sobresaliente del bibliotecario contra la virtud de su permanencia en las rutinas es una constante en América Latina, que podemos encontrar manifestada en todos los ámbitos y para toda clase de bibliotecas y bibliotecarios. Por supuesto, es resultado de las estructuras de poder de cada lugar.

    Un caso aparte lo encontramos en el Perú del siglo XIX con el llamado "Bibliotecario Mendigo", que fue el apelativo que se dio al escritor y político Ricardo Palma (1833-1919) cuando, luego del saqueo que padeció la Biblioteca Nacional de su país, fue de casa en casa pidiendo libros, y también pidió a personalidades extranjeras que hicieran donaciones para rehacer el acervo.

    Las oposiciones aquí señaladas apuntan a que la identidad del bibliotecario es una cuestión que debe ser pensada como un tema para el cual se requiere una sesuda reflexión, aún más si consideramos la existencia de formas de reunión de bibliotecarios en asociaciones, clubes y sindicatos.

    Tenemos así que los bibliotecarios tienen asociaciones, que a veces pueden sólo admitir a quienes acrediten haber realizado estudios de biblioteconomía. En esta situación de exclusividad se encuentran el Ascolbi (Colegio Colombiano de Bibliotecología), el Colegio Nacional de Bibliotecarios (México), el Colegio de Profesionales en Ciencias de la Información (Bolivia), el Colegio de Bibliotecarios de Chile, la Asociación Panameña de Bibliotecarios o la Asociación de Bibliotecarios Graduados de la República Argentina (ABGRA), entre otros, que tienen como misión la defensa del campo de trabajo de los bibliotecarios profesionales.

    También hay asociaciones que admiten a todo tipo de personal que labore en las bibliotecas, como son los casos de la Asociación de Bibliotecarios, Archiveros y Museólogos del Perú y de la Asociación Mexicana de Bibliotecarios. Cuando así ocurre, la misión de estas agrupaciones se enfila más hacia el mantenimiento de espacios de convivencia, comunicación y colaboración entre los pares, para la formación de los bibliotecarios por medio de la capacitación y la actualización, así como al desarrollo bibliotecario de sus respectivos países.

    Otra situación es la del Club de Bibliotecarios Escolares de Perú, que se integra con estudiantes que realizan tareas como bibliotecarios en cada institución educativa. De esta manera, bajo la conducción de un docente bibliotecario o del mismo bibliotecario técnico, las bibliotecas escolares se organizan y promueven actividades bibliotecarias y culturales diversas, además de mantener una comunicación directa con la comunidad académica y estudiantil.

    Los sindicatos de bibliotecarios se han promovido en Argentina y México. Mientras que en el primer país se viene trabajando desde hace años para establecer un organismo que vele por las mejores condiciones laborales para que los bibliotecarios puedan trabajar y cumplir su encomienda, en México se declaró en el año 2014 que el Sindicato de Bibliotecarios del Estado de Morelos era ilegal, no admitiéndose su existencia ya que en este país no se permite que haya sindicatos gremiales.

    Al respecto de la existencia de un sindicato de bibliotecarios, Óscar Maya Corzo realizó una reflexión en 2004, indicando lo siguiente:

    •   El bibliotecario no es obrero ni patrón, sino que sólo trabaja en la biblioteca.

    •   Su materia no es tangible.

    •   Cada bibliotecario pertenece a una clase distinta, que no se determina por el espacio laboral, sino por el origen económico o por la paga recibida.

    •   El bibliotecario levita por sobre la vulgaridad del mundo, dado que trabaja con ideas como materia prima.

    •   No hay una entidad que cohesione a los bibliotecarios.

    •  El bibliotecario viven en total alejamiento, decidido y reconocido, de las responsabilidades políticas y sociales.

    Con estas ideas, concluyó que es imposible la identidad laboral bibliotecaria, pues o no existe o no es asumida o reconocida. Además, si existiera sería incompleta, y si se reconociera sería borrosa y ubicua.

    Este breve recorrido nos muestra que la identidad de los bibliotecarios latinoamericanos no corresponde sólo al asunto de cómo los reconocerían los no-bibliotecarios, esto es, a una mera cuestión de su imagen, sino que apunta a una cuestión más compleja, por ser diversa, que tiene profundas raíces en las muchas historias que han fraguado la realidad actual de América Latina.

    Ser bibliotecario en nuestra región puede llevarnos a transitar por senderos muy recorridos por las rutinas hasta momentos de gran riesgo para nuestras propias vidas y para el mantenimiento de nuestros acervos. Pero esto ocurre porque no parece haber un modelo de bibliotecario que nos identifique, sino más bien habría un amplio espectro de conductas posibles ante los fenómenos del coleccionismo y el servicio de información en cada una de las formaciones sociales donde se puede llegar a instalar la biblioteca.

    Pensar el bibliotecario latinoamericano no es algo nuevo, pero sí sería una primicia pensarlo desde adentro, y no sólo hacerlo a partir de lo que dice la literatura extranjera a la región. Esto sí sería un verdadero despertar de América Latina.