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    Fuentes, Revista de la Biblioteca y Archivo Histórico de la Asamblea Legislativa Plurinacional

    versión impresa ISSN 1997-4485

    Rev. Fuent. Cong. v.9 n.41 La Paz dic. 2015

     

    INVESTIGACIÓN

     

    Real expedición filantrópica de la vacuna antivariólica. Balmis-Salvani

     

    Real filantropic expedition of antivariólic vaccine. Balmis-Salvani

     

     

    Gastón Cornejo Bascopé*

    * Médico. Ex-senador de la República (2006-2009). Presidente de la Sociedad de Geografía, Historia y Estudios geopolíticos (Cochabamba). Presidente de la Unión Nacional de Poetas y Escritores (Cochabamba). Miembro correspondiente de la Sociedad Geográfica y de Historia (Sucre). Miembro de número de la Academia de Historia de la Medicina (Cochabamba). gastoncornejo996@gmail.com

     

     


    RESUMEN

    El presente escrito no tiene otro interés que el de destacar los hallazgos de la investigación en la historia de la medicina; y también rescatar, para la contemporaneidad, la trayectoria existencial del médico cirujano catalán Josef Salvani i Lleopard como el gran benefactor protagónico del único proyecto de salud que la monarquía española llevó a cabo en sus colonias al inicio del Siglo XIX, gesta que culminó en Cochabamba, Bolivia, coincidiendo con el levantamiento del 14 de septiembre de 1810.

    Palabras clave: <Historia de la medicina><Vacuna antivariólica><Biografía de Josef Salvani><Venezuela><Colombia><Ecuador><Perú><Real Audiencia de Charcas><Cochabamba>


    SUMMARY

    The present report does not have another interest that the one to emphasize the findings of the research in the historyof the medicine; also to rescue for the present time the lifetime trajectory of thecatalane surgeon Josef Salvani i Lleopard as the great benefactor of the single health project that the Spanish monarchy carried out in its colonies at the beginning of XIX century and that culminated in Cochabamba, Bolivia, coincidently with the rise of September 14th, 1810.

    Keywords: <History of the medicine>< Biography of Josef Salvani>< Venezuela>< Colombia> < Ecuador>< Peru><Real Audience of Charcas><Cochabamba>


     

     

    Proemio

    En la búsqueda de fuentes de información asombra un episodio médico extraordinario ocurrido en un tiempo de explotación de indígenas americanos, mineros obligados por la Mita toledana, esclavos al interior de la mina para extraer el mineral que hizo posible la industrialización de Europa, y en América nativa, víctimas de graves epidemias que, junto al genocidio hispano, diezmaron la población nativa. En este panorama histórico cruel y violento sobresale un gesto de humanidad que se puede describir como de naturaleza excepcional. Gracias a la tecnología virtual transcrita y al encuentro personal de documentos parroquiales de archivos religiosos, ha sido posible conocer, paso a paso, los avatares de tan genuino como excepcional proyecto médico.

     

    Real expedición filantrópica de la vacuna antivariólica

    Durante el reinado de Carlos IV (1748-1819), único benefactor de las colonias españolas en América y Asia, fue ejecutado un proyecto de salud inédito: la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna (1803-1806).

    Fue el soberano español quien ordenó la realización del proyecto, acogido gracias al Cirujano de Cámara Real don Francisco Xavier de Balmis Berenguer (1753-1819) (algunos historiadores datan el nacimiento en 1743 y, por tanto, vivió 76 años),natural de Alicante, Valencia, quien había presenciado en México los estragos que la epidemia de viruela de 1779 causó entre los nativos. Balmis era un decidido partidario del nuevo método de la vacunación, en contraposición al entonces anacrónico e inefectivo método de la variolización.

    Dada la gravedad de esta enfermedad endémica y epidémica de elevada mortalidad, particularmente en las Colonias, en España, y gracias a médicos de elevado altruismo, se lleva adelante el proyecto de Balmis:

    "El dramatismo de las epidemias declaradas exige reacciones y respuestas rápidas. La tramitación de la burocracia estatal fue tan veloz que sin duda debe haber influido el peso de las logias secretas masónicas, tan en boga en ese entonces. Solamente transcurrieron ocho meses, desde que la empresa filantrópica fue ideada por Francisco Javier de Balmis y Berenguer (28 de marzo de 1803), hasta que se concretó su iniciación (30 de noviembre de 1803). Esta inmediatez manifiesta la urgencia del proyecto filantrópico y sanitario".1

    El comandante de la primera expedición mundial de la vacuna pertenecía a una familia de cirujanos, su padre fue Antonio Balmis, maestro cirujano y sangrador, y su madre fue Luisa Berenguer. Desde muy joven estudió medicina en el Hospital Militar de Alicante. Presentó su examen ante el protomedicato de Valencia y obtuvo el título de cirujano. Continuó en la Armada española, participó en la expedición de O'Reilly a Argel en 1780 y estuvo en el sitio de Gibraltar. Viajó después a México, donde trabajó como cirujano Mayor del Hospital del Amor de Dios. En 1790 fue nombrado Jefe de sala de Gálicos del Hospital San Andrés. Estudió las raíces de dos plantas de Nueva-España, especies de agave y de begonia, para la curación del vicio venéreo y escrofuloso, y de otras graves enfermedades que resisten al uso del mercurio. Regresó a la península Ibérica y en 1797 recibió el grado de Bachiller en Medicina de la Universidad de Toledo.

    Fue el Licenciado Balmis quien en 1802 ofreció sus servicios a la Corona española para llevar la vacuna antivariólica a América y a Filipinas. El 23 de junio de 1803 la Junta de Cirujanos de Cámara lo recomendó como Director de la Expedición Real de la Vacuna que dio la vuelta al mundo. El subdirector que lo secundó fue el Dr. Josep Salvani Lleopard.

    Biografia de Josep Salvani

    El historiador cruceño Dr. Jorge Garret Ayllón (4) inicia su trabajo2 consignando que Juan Manuel Balcázar ofrece la única referencia sobre la permanencia de Salvani en nuestro país, en "Historia de la Medicina en Bolivia".3

    Gracias a otro insigne historiador, Josep Barnadas4, conoció Garret la Biografía escrita por M. Parrilla Hermida publicada en "Asclepio" V. XXXII PP. 303-310, 1980. Garret corrige: "Según Balcázar no se llama Francisco sino José Salbany como se escribe en el parte de defunción: "José Salbany". El autor del presente artículo afirma que el célebre cirujano firma su autógrafo como: "Josef Salvani".

    Josep Salvani Lleopart5 nació en Cervera (Lérida) en 1777 y falleció muy joven en 1810, a la edad de 33 años. Otros escritores afirman que su nacimiento fue en Barcelona y que luego pasó a residir en Cervera. Empeñoso en su formación humanística, estudió gramática durante dos años, de 1784 a 1786, con Carlos Mytayna en Barcelona. Posteriormente estudió Latinidad, Lógica, Física, Retórica y Poesía (1786 a 1788) y en el Convento de San Agustín de Barcelona otros dos años (1789 a 1791). El 15 de octubre de 1791 rinde examen de Latinidad, Lógica y Física; las buenas calificaciones de este examen le permitieron ingresar en el Colegio de Medicina y Cirugía de Barcelona, donde aprendió el arte y la ciencia médica durante cinco años (1791 a 1796). Aprobados sus estudios, rindió examen final sobresaliente en 1797, egresando con el grado de Licenciatura del Real Colegio de Cirugía de Barcelona, distinguiéndose por su alta inteligencia y su vocación especial por las disecciones anatómicas.

    Discípulo de los eminentes cirujanos Boven y Capdevila, los sustituía en sus lecciones. El profesor cirujano Rafael Carlos Quintana, que posteriormente lo fue del Colegio de Cirugía Médica de San Carlos, certifica:

    "Que Josef Salvani fue de todos los discípulos el que más se aplicó hasta el punto de que le ayudaba a preparar las lecciones y que en caso de ausencia o enfermedad del maestro, hacía conferencias de anatomía a los alumnos de primero y segundo curso"

    Salvani demostró su capacidad al recibir las máximas calificaciones en todas las asignaturas. Posteriormente sería un gran y abnegado profesional, y estudioso y responsable trabajador.

     

    Actividades profesionales

    Después de esta completa formación y recién licenciado en cirugía (había obtenido el título a sus escasos 20 años) Salvani ingresó en 1799 al cuerpo médico del ejército español. Las primeras noticias militares sobre su persona las obtenemos de un certificado de Alejandro de Butrón: fue cirujano interno del IV Batallón del Real Regimiento de Guardia Valona; luego en el III Batallón del Regimiento de Infantería de Irlanda el 23 de junio de 1799, y posteriormente sirvió como cirujano en el V Batallón de Infantería de Navarra. Por su actuación médico-militar recibió el nombramiento de Primer Ayudante de Cirugía y Cirujano del Real Sitio de Aranjuez el 10 de julio de 1803. Luego, el 3 de octubre 1803,a la edad de 25 años y a 5 años de haberse graduado como médico, viaja a La Coruña por haber sido elegido para formar parte de la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna contra la viruela, nombrado sub director y elegido por Balmis por sus conocimientos de vacunación antivariólica, demostrados durante su permanencia en Aranjuez.

     

    La delicada salud de Salvani

    Salvani es reemplazado de todos los destinos militares por su quebradiza salud. El 18 de septiembre de 1799 solicitó un permiso para tomar las aguas de San Hilario para recobrar la salud antes de incorporarse al regimiento de infantería de Irlanda. El 21 de julio de 1801, expone que ha sufrido una grave enfermedad en el cantón de Extremadura y que ha quedado "con exceso de debilidad e inapetencia por padecer frecuentes tercianas y exponerse constantemente al rigor del sol y del terreno". Él sabía que había que luchar contra la enfermedad para poder restablecer su salud y prueba en balnearios, pero las frecuentes tercianas y garrotillos que padece y los rigores de la vida militar lo agobian.

     

    Enrolamiento como cirujano en la real expedición

    El único modo que Salvani encontró para salir del ejército con un trabajo digno de su formación y sin perder la condición militar, fue aceptando formar parte de la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna, empresa en que demostrará su valía profesional. Cuando parte para América tiene entre 25 y 26 años, y apenas vivirá siete años más trabajando intensamente.

    Junto con el director Balmis y el subdirector Salvani viajaron Antonio Gutiérrez Robredo, ayudante de Balmis, y Manuel Julián Grajales, ayudante de Salvani. Llevaban 21 niños que se iban vacunando de uno a otro para mantener el virus.

     

    Puerto Rico-Venezuela

    La expedición partió de La Coruña el 30 de noviembre de 1803, en la goleta "María Pita" con rumbo a Puerto Rico. De ahí se encaminaron a Venezuela, donde llegaron en marzo de 1804 haciendo un desembarco forzoso en Puerto Cabello, cuando quedaba sólo un niño con la vacuna. De inmediato se inoculó la vacuna a 28 niños. En Caracas, Balmis y Salvani instalaron la Junta Central de la Vacuna e hicieron entrega del Reglamento de las Vacunas a las autoridades.

    Luego, se dirigieron por mar a La Guayra (5 de abril de 1804). La historia personal relevante de Salvani se inicia cuando se divide la Expedición en la Guayra. Balmis partió con un grupo al norte hacia la Habana, México (Nueva España) y Filipinas.

    Los consejos que recibe Salvani en La Guayra antes de la división de la Expedición son los siguientes: primero, que debe mantener la unión entre los expedicionarios; segundo: conseguir la eficacia, presteza y exactitud en sus operaciones; tercero: dar la atención y deferencia debida a los Jefes con quienes tuviese que entenderse; cuarto: conservar fresco el fluido vacuno; quinto: que cuando comience un viaje se vacune primero a los niños de constitución más robusta, dejando a los más débiles para el final; sexto: procurar llegar a las ciudades cuando el fluido esté en sazón, para que así pudiesen hacer las operaciones sin demora; séptimo: tomar todas las decisiones con el acuerdo de las autoridades locales; octavo: establecer en cada capital una Junta Central de la Vacuna bajo la misma forma y reglas que en Caracas; noveno: observar y dejar constancia escrita de las operaciones y la evolución de las vacunaciones.

    La expedición del grupo de Balmis llego a Yucatán en junio de 1804, y de allí envió al asistente Francisco Pastor a Guatemala. Balmis siguió hacia Veracruz, donde lo esperaba una copia de La Gaceta de México enviada por el virrey "para que supiera que ya estaba introducida la vacuna en México". Balmis contestó al virrey que emprendería su viaje hacia Ciudad de México con el propósito de establecer el modo de conservar el suero de la vacuna en ella. Vacunó en Ciudad de México, Guadalajara y Antequera de Oaxaca. El Comandante General de las Provincias Internas consiguió llevar la vacuna hasta

    Chihuahua, Sonora y Texas. En Acapulco, Balmis vacunó a 300 personas antes de retornar a La Habana; luego partió a Manila, en las Filipinas, el 7 de febrero de 1805. De Filipinas viajó a Cantón (China), donde logró vacunar a 22 personas, aunque no consiguió la cooperación de los delegados de la Compañía de Filipinas en aquella ciudad para continuar su misión. Fue por eso que de aquella ciudad china inició la ruta de regreso a España, llegando a Lisboa el 14 de agosto de 1806 y finalmente a Madrid el 7 de septiembre del mismo año.

    A su regreso a España, Balmis depositó el resultado de sus trabajos en el Museo Nacional de Ciencias Naturales, y murió en Madrid en 1819 a los 76 años. El presente año de 2013 se cumplen 207 años de ese periplo con el magnífico y exhausto Francisco Xavier de Balmis, poniendo fin, después de casi tres años de su viaje alrededor del mundo al frente de la Expedición, a una de las epopeyas más extraordinarias de la historia médica mundial.

     

    Salvani vacunador en las Colonias al Sur de la América Meridional

    El otro grupo de vacunadores que interesa a los sudamericanos fue comandado por Salvani, quien se adentró en el Virreinato de Nueva Granada (actual Colombia) donde, tras grandes vicisitudes y naufragios, alcanzó a vacunar a 100.401 individuos; pasó a Piura y luego a Lima, Virreinato del Perú. Había vacunado desde Centroamérica y pretendía llegar vacunando hasta Colombia, Ecuador, Perú, Chile y Charcas. Al comenzar el ascenso de la cordillera andina y abandonar el buen clima del Caribe, se hizo notoria la falta de buena salud del Subdirector Salvani. Colaborado por su ayudante de cirugía Julián Manuel Grajales, el practicante Rafael Pérez Lozano y el enfermero Basilio Bolaños, con cuatro niños vacunados, partieron de La Guayra, después de vacunar en Cartagena de Indias, y se internaron en Colombia (1804).

     

    Colombia. Ecuador. Perú

    Durante su estadía en Bogotá, enfermó de malaria y tuberculosis, no quiso abandonar su misión y llegó a Ecuador, Cuenca y Quito (julio de 1805).En Lima, donde permaneció durante un año (V-1806 a I-1807) Salvani fue nombrado Vicepresidente de la Junta Conservadora del Fluido Vacuno para ejecutar en el Perú y Charcas el programa de vacunación de Carlos IV, el 11 de junio de 1806.

    En Lima la Universidad de San Marcos, en ese tiempo la más prestigiosa de América por su destacada y fructífera labor benéfica, le concedió los grados de Bachiller en Medicina, Licenciado y borla de doctor (1806). El acto estuvo presidido por el Dr. Hipólito Unanue, catedrático de anatomía, quien al dirigirse a Salvani al imponerle la borla, le dijo: "La Universidad de San Marcos vibra al escuchar los trabajos del Doctor Salvani".

    Para conseguir este grado pronunció dos discursos: uno de ciencia médica titulado Que el galvanismo era una electricidad negativa, por cuyo medio se explicaban los fenómenos que producía en el cuerpo humano, y otro de ciencia física, titulado Que los picos de los Andes haciendo de conductores eléctricos, descargaban la atmósfera de la costa e impedían tronase en ella. Sin embargo, la experiencia limeña no fue positiva para Salvani, ya que denuncia que los facultativos de esos territorios habían propagado la vacuna sin precaución ni método, hasta el punto de envilecerla y de comerciar con ella. Sabemos que en enero de 1807 se desprendió de la expedición el cirujano Grajales y el enfermero Bolaños, quienes se fueron a vacunar a Chile.

    En el Perú, Salvani vacunó un total de 197.004 personas.6 Pese a su salud cada vez más deteriorada por las intensas lluvias, nevadas y los malos caminos, realizó un importante trabajo. En sus cartas insistía en que sufría enfermedades como tercianas, garrotillo, mal de pecho, opresión y fuerte mal del corazón, manifestadas en fiebre, afonía, falta de apetito y agotamiento general. Perdió el ojo izquierdo a causa de una fuerte fluxión que le sobrevino durante la navegación por el río Magdalena. En su tránsito por la cordillera andina se dislocó la muñeca derecha, que conservaría prácticamente inmovilizada sin capacidad para levantar peso; el reumatismo se cebó con ella y al final de sus días vacunaba y escribía muy malamente con esa mano.

    Después de una larga permanencia en Arequipa (IX-1807 a VIII-1808), enfermo y agotado, solicitó la Intendencia de La Paz como puesto administrativo de descanso, reiterando esta petición al año siguiente (16 de XII-1808). También había solicitado un cargo de Regidor en Puno(X-1808).

     

    Charcas

    Prosiguió viaje hacia La Paz (15 de III-1809) ciego de un ojo, inmovilizado un brazo, y con la salud muy deteriorada, pero lo más grave es que, por el efecto de la altura, resultó afectado del pecho y cuando recaía tenía hemoptisis. Estos eran diferentes modos de denominar el paludismo, la difteria y la tuberculosis, males que padecía. Junto con las enfermedades, Salvani sufría fiebre, afonía casi crónica, falta de apetito y agotamiento general, y estas enfermedades se agudizaban por su extraordinaria y ardua labor en climas inadecuados y extremos. Él sabía que no podría regresar a la Península Ibérica. Frente a esta realidad, solicitó a la Corona empleos que lo asentaran en un lugar y le permitieran vivir con dignidad sin estar vinculado a la Expedición Filantrópica. Desde La Paz pidió el cargo de Intendente de esta ciudad (IV-1809). Desde Oruro (VI-1809), nuevamente solicitó un cargo de Regidor. Como no le autorizaron ninguno de estos cargos públicos y, ante el temor de morirse de hambre si renunciaba a su cargo en la Expedición, continuó su periplo en bien de la salud pública. No pudo parar para restablecerse y en su deambular pasó por poblaciones que carecían de facultativo y de medicinas para mejorar su salud. El paso del tiempo y la movilidad por un territorio cada vez más hostil, lejos de mejorarla, agravaron su quebrantada salud.

    El 30 de marzo de 1809 anunció su inmediato viaje a Cochabamba y Potosí para proseguir su labor benefactora.

     

    Cochabamba

    En Cochabamba el Gobernador Francisco del Rivero y el médico Rafael Lozano Pérez, en reconocimiento a su gran labor benéfica, solicitan en favor de Josep Salvani al Virreinato de La Plata el nombramiento de Vice Director de la Vacuna (mismo que se le concede postmortem el 27 de agosto de 1810). Por eso quería llegar a Sucre, a Potosí y, luego de realizar la vacunación, quizá viajar a la Gobernación de Moxos y Chiquitos en el oriente Boliviano, para lo cual solicitó la autorización de la Real Audiencia de Charcas.

    Garret expresa:

    "La última noticia directa sobre Salvani nos tocaría encontrarla en un expediente archivado en el Archivo de Sucre correspondiente a 1810 que nos permitiría dar la información final sobre esta persona y sobre el proyecto de la vacuna, tema que atrajo durante largos años a los investigadores nacionales entre otros".7

    Hacía más o menos 6 años que Salvani había desembarcado en América y transcurría 1 año y 4 meses desde que trabajaba con sus últimas fuerzas en la vacunación efectuada en territorios de la Audiencia de Charcas (La Paz y Cochabamba).

    En la ciudad de Cochabamba, lleno aún su espíritu de infatigable empeño, escribió una nota al monarca:

    "Al Rey Ntro. Señor en su Real Audiencia de Charcas: En atención a las Rs. Órdenes que me rigen relativas a la propagación del maravilloso específico de la Vacuna, debo recorrer todas las capitales de Provincias de este Virreinato ya propagando el RI. beneficio, ya igualmente estableciendo los medios que oído el dictamen de la superioridad, me parecieron más oportunos para su perpetua conservación, que es principalmente lo que desea y manda S.M. en otra virtud siendo los de Moxos y Chiquitos de numerosa población, y mereciendo por parte de la humanidad la mayor compasión aquellos Naturales al reynar el contagio de Viruela, que con tanta frecuencia se explica en perjuicio de la religión y del Estado; suplico a V.A. se digne prevenirme si debo o no pasar a aquellos distritos, como así mismo, dónde o de que ramo se me han de dar los auxilios necesarios para los gastos precisos de tan dilatado viaje. Dios guarde a V.A. muchos años. Cochabamba mayo 2 de 1810. A los Rs pies de V. Alteza. (Fdo.) José Salvani".8

    Recibida esta nota en la Audiencia el 8 de mayo de 1810, pasó a la vista del Agente Fiscal Protector Calvimontes, quien dictaminó "Que sobre este particular es preciso oír a los gobernadores de ambas provincias...." (La Plata, 21 de mayo de 1810).

    El 1 de junio, el Oidor don José Félix Campoblanco, Regente de la Real Audiencia, proveía en esta forma:

    ".... Y mereciendo la mayor compasión de la humanidad, los naturales de Moxos y Chiquitos, a fin de que se cumplan en aquellas provincias las piadosas intensiones del Soberano, sin que sean necesarios los informes que pide el ministerio fiscal, pásese el expediente al señor Presidente para que se sirva señalar al ramo de donde se contribuyan al suplicante los auxilios de dinero para gastos de su transporte".

    En La Plata (6 de julio de 1810), el señor Presidente Gobernador Intendente de la Provincia de Charcas don Vicente Nieto dispone en forma favorable la petición, y el 23 de agosto la fiscalía lo confirma determinando que "los costos.., deben satisfacerse de los caudales de las mismas Misiones por beneficiar a sus naturales".

    Cuando se disponían a comunicar la resolución positiva de su petición al Dr. Salvani, se conoció la noticia de su deceso. Murió cumpliendo su misión.

    En Cochabamba, de donde ya no pudo proseguir viaje, aún vivió el benefactor cuatro meses. Se anunció el fallecimiento en su casa el 21 de julio de 1810, tenía 33 años, y fue enterrado en la iglesia de San Francisco, según reza el Parte de Defunción inscrito en la notaría religiosa de Santo Domingo. La investigación inmediata en San Francisco informa que el edificio conventual ha sido remodelado y que las dependencias aledañas donde estuvo enterrado Salvani fueron eliminadas con todos los nichos de civiles, conservándose solamente las de religiosos; por tanto, se ha perdido definitivamente la lápida que señalaba el lugar donde descansaban los restos mortales del héroe de la Medicina en la Colonia.

    Epílogo Heróico

    Salvani recorrió buena parte del territorio americano enfermo, con escasísimos medios económicos y luchando contra las inclemencias de la naturaleza hasta dejar su vida en este empeño. Se calcula que Salvani y todo su grupo efectuaron más de 250.000 vacunaciones.

    Garret Ayllón informó que Parrilla Hermida estuvo en Cochabamba y que, gracias a la gentileza de Monseñor Walter Rosales, efectuó una investigación en los libros parroquiales, obteniendo una copia de la partida de fallecimiento de José Salvani:

    "en el año del señor de mil ochocientos diez, en veinte uno de julio, murió en su casa y en la comunión nuestra Santa Madre la Iglesia, D. José Salvany, español, soltero, natural de Cervera principado de Cataluña, de edad de treinta y tres..."9.

     

    Designación frustrada

    Según Garret , ante esta nueva situación el Oidor Regente Campoblanco proveía de este modo:

    "Teniendo entendido el tribunal que acaba de fallecer en la ciudad de Cochabamba Don José Salvani, pero que ha quedado allí su segundo que hace hoy las veces de Vicedirector, escríbasele carta acordada avisándole de esta providencia, en virtud de la cual se le franquearán de los fondos de Misiones los auxilios necesarios para su ingreso a las provincias de Moxos y Chiquitos con el utilísimo fin de que se propague y establezca en ellas la vacuna, previniéndole igualmente a los Gobernantes de dichas Provincias que lo auxilien y adopten con su acuerdo todos los medios posibles de perpetuar y enseñar a los naturales este eficaz preservativo, haciendo saber a Admor General".10

    El ayudante de Salvani era Rafael Pérez Lozano, y la tarea que debía asumir era de grandes proporciones, tanto en Moxos como en Chiquitos. Existía el antecedente de que ya en 1807 Santiago Granado Navarro, notable médico español, había realizado esta hazaña en el actual territorio de Santa Cruz.

    El Dr. Julio Walter Fortún da cuenta de la participación activa del Dr. Santiago del Granado: llegó de España en calidad de médico cirujano de la Comisión de Límites con la Colonia Portuguesa del Brasil11 y, encontrándose inactivo por varios meses, el Obispo Rojas y Argandoña de esa ciudad le solicitó efectuar la vacunación antivariólica en el año de 1797, a raíz de las epidemias que azotaban la región.

    A partir de 1809 se había encendido en América la llama de la libertad, provocando la inestabilidad de las autoridades coloniales y el derrumbe de los virreinatos, y dando nacimiento a nuevas repúblicas, a las cuales se incorporó Bolivia en 1825. Por estas razones Lozano no pudo continuar el trabajo de Salvani i Lleopard.

    A la Real Expedición le tomó siete años recorrer el territorio, y los esfuerzos del viaje se llevaron la vida del propio Salvani, que murió en Cochabamba en 1810.

     

    Consideración Histórica

    En la historia de la medicina universal y en la historia de la medicina de Bolivia, se debe considerar a todos los personajes integrantes de este gran proyecto humanitario como gestores heroicos de la voluntad humana, comenzando por Balmis, el organizador, y concluyendo en los niños portadores de la vacuna. Para los sudamericanos y sobre todo para Charcas, integrante de los dos virreinatos, Josef Salvani es "El Héroe y Mártir de la Medicina". Nobleza histórica impone rendirle el homenaje que requieren los grandes benefactores de la Humanidad.

    El propio descubridor de la vacuna de la viruela, Edward Jenner, escribió sobre la Expedición: “No puedo imaginar que en los anales de la Historia se proporcione un ejemplo de filantropía más noble y más amplio que este".

    Mayor significación aún tiene la afirmación del célebre médico Gregorio Marañón, a propósito del héroe:

    "Y el pasmo aumenta al leer la expedición por la tierra del segundo jefe José Salvani, desde Cartagena de Indias a La Paz, recorriendo el tremendo itinerario con los niños inoculados a cuestas, febril y extenuado, vomitando sangre, convertido en un espectro, ciego de glaucoma y manco de una extremidad, sin dejar de vacunar ni un solo día hasta que la lanceta se le cayó de la mano porque se murió".

    En realidad, Marañón ignoraba que Salvani llegó a Cochabamba y adquirió una residencia, donde falleció cuatro meses más tarde.

     

    Confirmación Histórica

    Al conocer esta trascendental epopeya humana, me propuse investigar los detalles del proceso más humano que se diera en la Colonia: el heroísmo de una vida insigne que terminó en Cochabamba, mi tierra natal. Renové el descubrimiento de los datos de su fallecimiento en colaboración con otro médico historiador de seres humanos relevantes, el Dr. Julio Rodríguez Arauco, proveniente de Rosario, Argentina, en cuya compañía me apersoné en noviembre de 2013 al Archivo Religioso en la iglesia de Santo Domingo, Cochabamba. En el libro: Registro de Fallecimientos, fechas 1804-1824, Archivo del Sagrario de la Catedral de Cochabamba, Bolivia, encontramos el acta de Defunción de José Salvani, entierro N°6, Fojas 100r-101:

    "En el año del Señor de 1810, el 21 de julio murió en su casa en la comunión de nuestra santa madre la iglesia D. José Salbani español soltero natural de Cervera principado de Cataluña. Edad de 33 años, cuyo cuerpo fue sepultado al día siguiente en S. Francisco con oficio rezado, se confesó para morir con mi teniente de cura Rector D. Miguel de Arce el 17 de este. El mismo recibió el viático y extremaunción de su mano para que conste y firmo. Melchor de Rivera y Jordán" (El personaje en su autógrafo escribía: Josef Salvani)

    Finalmente, el suscrito afirma que la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna fue el acto epidemiológico con mayor significado en favor de la salud, con objetivos de prevención, curación y promoción más trascendente desde la península a las Colonias, y por sus alcances de dramático heroísmo fue el primer acto pionero de humanismo de carácter continental, el que, actualmente, se persigue con anhelo para humanizar la medicina contemporánea internacional, deshumanizada y utilitaria.

     

    Historia de la vacuna antivariólica

    En 2013 celebramos más de doscientos años de una de la gestas sanitarias más importantes de la humanidad, cuando el Rey de España envió a sus colonias la Real Expedición de la Vacuna (1803-1806). Carlos IV (1748-1819), hijo de Carlos III, fue un Benefactor de la Humanidad.

    Sabemos que la viruela es una enfermedad infecciosa producida por el virus epónimo de la familia Ortopoxvirus, que se propaga de forma epidémica, y la mortalidad depende del grado de inmunidad de la persona afectada. Sabemos que se ha extinguido en muchos países, pero queda el reservorio africano.

    La enfermedad es conocida desde hace más de tres mil años en el Asia y el Norte del África. La momia de Ramsés V (1000 A.C.) muestra cicatrices en la cara que se supone fueron causadas por la viruela. En el siglo VI pasó a Europa y fue causa de la muerte de una tercera parte de la población, incluyendo la reina María II de Inglaterra, el emperador Joseph I de Austria, el rey Luis I de España, el zar Pedro II de Rusia y el rey Luis XV de Francia.

    Dos terceras partes de los sobrevivientes quedaron marcados con cicatrices pequeñas y redondeadas, principalmente en la cara, y una tercera parte quedó ciega.

    En España se recibieron hilas con linfa de vacuna de viruela dos años después de que Edward Jenner publicara sus observaciones, y en 1800 el médico Francisco Piguillem y Verdacer (1771-1826), natural de Gerona, Cataluña, con linfa procedente de París, hizo las primeras vacunaciones en su región natal.

    La viruela llegó a América con los conquistadores. En Europa la mortalidad de las epidemias era del 30%. En América diezmó la población indígena causando la muerte del 90% de los afectados. En la Isla de Santo Domingo en 1518 murieron a causa de la viruela los dos y medio millones de nativos y tuvieron que ser reemplazados en los cultivos de caña por esclavos africanos.

    Los primeros intentos para prevenir la viruela posiblemente vinieron de la China, a través de Turquía. El método llamado variolización consistía en inocular a una persona sana con pus tomada de una de las pústulas variolosas. El procedimiento por lo general producía una enfermedad atenuada y proveía de inmunidad al paciente, pero en el 1% de los casos se extendía y podía causar la muerte.

    A comienzos del siglo XVIII Lady Montagu, la esposa del embajador de Inglaterra en Turquía, trajo de regreso a Londres este método, y lo popularizó alrededor de 1721. El Reverendo Cotton Mather de Boston leyó en los informes de la Sociedad Real que el único médico que respondió fue el Dr. Zabdiel Boylston e inoculó a su hijo y a dos esclavos.

    El médico rural ingles Edward Jenner investigó la creencia de que las ordeñadoras que contraían variola ("cowpox") no contraían la viruela ("smallpox").

    El 14 de mayo de 1796 el Dr. Jenner vacunó al niño John James Phillis con el pus de una pústula de la ordeñadora Sarah Nelmes. Seis semanas después el niño fue inoculado con viruela y no desarrolló la enfermedad, lo cual demostró que la vacuna de variola prevenía la aparición de la viruela.

    Después de 2 años de experimentación Jenner presentó sus observaciones a la Sociedad Real de Londres, y publicó sus resultados en 1798. La vacunación pronto se extendió por toda Europa.

    La vacuna se inocula en la piel de la región deltoidea izquierda; tres o cuatro días después aparece la pústula rodeada de una zona eritematosa; al 5to día se observa que llega al máximo en el décimo día, y dos días después empieza a secarse para dejar una cicatriz permanente.

    A comienzos del siglo XIX el ayuntamiento de Bogotá solicitó al rey de España Carlos IV el envío de la vacuna, y el 14 de junio de 1803 el Dr. Lorenzo Berquez zarpó de Cádiz hacia Cartagena llevando la linfa en ampolletas. Posteriormente, el monarca hispano envió una expedición de la vacuna, comandada por el Dr. Balmis, para los cuatro Virreinatos de México, Nueva Granada, Lima y Río de la Plata, llevando la vacuna transmitida de brazo en brazo entre jóvenes no inmunes, un método bastante dispendioso. Años más tarde fue utilizado el glicerol como antiséptico para impedir la contaminación de la vacuna, pero no fue sino hasta mediados del siglo XX que el preparado pudo ser liofilizado y estabilizado con lo cual se consiguió extender la vacuna hasta terminar el flagelo. La propagación de la vacuna por el territorio andino también tuvo que salvar muchos obstáculos, pues la vacuna no fue bien aceptada por los naturales y el entusiasmo inicial de las autoridades locales se desvaneció con el tiempo.

    La expedición de la vacuna comandada por Balmis y enviada por el Rey Carlos IV de España es uno de los hitos en la historia de la salud pública mundial. Dio inicio poco tiempo después del informe de Jenner y se extendió por todas las colonias de España, incluyendo Filipinas. Balmis, por su parte, volvió a La Habana y más tarde partiría del Puerto de Acapulco rumbo a Manila. De Filipinas viajaría a Cantón (China), donde logró vacunar a 22 personas, aunque no consiguió la cooperación de los delegados de la Compañía de Filipinas en aquella ciudad para continuar su misión. Fue por eso que de aquella ciudad china inició la ruta de regreso a España, llegando finalmente a Madrid el 7 de septiembre de 1806, dando fin a una de las epopeyas más extraordinarias de la historia médica mundial.

    Juan Manuel Balcázar, en su obra "Epidemiología en Bolivia", consigna que esta grave enfermedad ocupó todo el territorio de la República y que hasta 1946 se presentaron numerosas epidemias graves, sobre todo en su forma hemorrágica, y que fue mucho más mortal en los llanos. En Chuquisaca (1942) 30 casos. En La Paz (1933) 79 casos y (1945) 59 casos, 11 muertos. En Cochabamba (1945) epidemia en Quillacollo con 30 casos y 10 defunciones, y en el Cercado 80 casos con 13 fallecidos. En Potosí (1935) 109 casos con 60% de mortalidad y varias crisis epidémicas. Oruro endémico. En Santa Cruz (1933) epidemia con 313 casos y 92 fallecidos. Epidemias muy graves en Beni y Pando.12 Posteriormente y a partir de la década de los años 50 del siglo pasado se extinguió la enfermedad en su forma epidémica y endémica.

    El 8 de Mayo de 1980 la Asamblea de la Organización Mundial de la Salud informó que la viruela había desaparecido totalmente. Solamente se conserva muestras del virus en los EE.UU. y en la antigua Unión Soviética. Recientemente, como resultado de los ataques terroristas, se ha vuelto a discutir el problema de la viruela usada como arma de destrucción masiva, y se ha preparado millones de dosis de vacuna que están almacenadas esperando el momento de utilizarlas en la población general, solamente han sido usadas en el personal de sanidad, militares, policías y bomberos. Esta no es la primera vez que se ha pensado en usar el virus de la viruela como arma: en los EE.UU. se propuso usarla entregando a los nativos cobijas contaminadas para transmitir la enfermedad y perpetrar el genocidio.13

    Sobre la filantropía médica universal en la inoculación de la vacuna (1803-04), los historiadores Eduardo Saguier y Joaquín E. Meabe publican, en su importante obra "Ilustración. Reforma y Contrailustración", apuntes sobre la Real Expedición peninsular y la introducción de la vacuna en Argentina, entonces Virreinato de las Provincias del Río de la Plata:

    "En la primavera de 1803 todos los preparativos para una posible expedición con la cual propagar la vacuna antivariólica (descubierta por el masón inglés Edward Jenner) en los territorios ultramarinos están vistos y analizados por la vía de urgencia".

    El dramatismo de las epidemias declaradas exigía reacciones y respuestas rápidas. La tramitación de la burocracia estatal fue tan veloz que sin duda debió haber influido el peso de las logias secretas masónicas, tan en boga en ese entonces. Solamente transcurrieron ocho meses desde que la empresa filantrópica fue ideada por Francisco Javier de Balmis y Berenguer (28 de marzo de 1803) hasta que se concretó su iniciación (30 de noviembre de 1803). Esta inmediatez manifiesta la urgencia del proyecto filantrópico y sanitario.

    Una vez decidida la actividad, el problema radicó en la financiación y en la legislación que permitiera desarrollar el proyecto expedicionario. Todos los gastos de la navegación y transporte de los expedicionarios corrían a cargo de la Real Hacienda; de este modo, el poder público hispano controlaba la principal hazaña sanitaria del mundo ilustrado.

    Una vez llegados los expedicionarios a territorio americano, pasaban a depender de las autoridades ultramarinas, que podían financiar los gastos de los expedicionarios desde el ramo de Tributos de Indios, los Censos de Indios, el ramo de Propios o los Diezmos Eclesiásticos. Saliese de donde fuese el dinero para sostener la expedición, los documentos matizan: "...baxo condiciones equitativas y ventajosas para la hacienda".

    Por otro lado, la expedición no se dejó al arbitrio de la fortuna, pues todo estaba regulado. Desde el inicio, el director de la expedición hace una solicitud y la Corona emite la legislación que norme todo respecto de la Real Expedición, estableciendo protocolos de actuación para cada uno de los miembros del grupo que garantizarán el éxito. El proyecto profiláctico estaba perfectamente definido en la teoría: los documentos creaban una idea que había que llevar a la práctica. Hacían falta brazos, gente que se comprometiera con el proyecto y que consiguiera llevarlo al éxito.

    En cuanto al Río de la Plata, la experiencia de la variolización estuvo encabezada por el clérigo Saturnino Segurola, a quien le llegó la vacuna vía Colonia del Sacramento.

    Finalmente, los autores ofrecen las siguientes fuentes de estudio e investigación: para la viruela en la Argentina, ver Méndez Elizalde, 2011; sobre Balmis y el sueño de la medicina de la Ilustración, ver Herrera Hermosilla, 2011; para la introducción de la vacuna en América (Expedición de Balmis), ver Ruiz Moreno, 1947; sobre la Real Expedición Filantrópica Española para traer la vacuna de la viruela al Nuevo Mundo en el siglo XIX, ver Franco-Paredes, Lammoglia y Santos-Preciado, 2006.

    En relación a una grave epidemia que azotó el oriente boliviano a fines del siglo XVIII, el Dr. Español Santiago del Granado, médico cirujano de la "Comisión de Límites"con Portugal, efectuó la vacunación en Santa Cruz. Este médico engendró un hijo que estudió medicina en la universidad de San Francisco Xavier llamado Juan Francisco Granado, mismo que se casó con una dama cochabambina, doña Manuela Capriles, y tuvieron como hijos a Francisco María (Santo Obispo de Cochabamba) y a Antonio José, también médico regional.14

     

    Notas.

    1.   Saguier, Eduardo R. y Joaquín E. Meabe: "Ilustración. Reforma y Contrailustración". Capítulo IV. Publicación virtual. 2012. <saguiere@ssdnet.com.ar>. Véase también: Guerra Francisco: Historia de la Medicina. Madrid, Norma, 1989; Tomo I. Balmis. pp. 479-804-867-1035.

    2.   Garrett Ayllón, Jorge: "Real Expedición de la Vacuna Antivariólica". En: Archivos bolivianos de historia de la medicina. N° 1: 15-18. La Paz, 1995.

    3.   Balcázar, Juan Manuel: Historia de la Medicina en Bolivia. La Paz, Juventud, 1956; Id.: Epidemiología Boliviana. Buenos Aires, Imprenta López, 1946.

    4.   Barnadas, Josep M.: Diccionario Histórico de Bolivia. Sucre, Centro de Estudios Bolivianos, 2002; T. II: 816.

    5.   Wikipedia: La Coruña: A progressive city, información histórica sobre la Coruña. De Romo, Ana Cecilia Rodríguez (1997); «Inoculation in the 1799 smallpox epidemic in Mexico: Myth or real solution?». Antilia: Spanish Journal of History of Natural Sciences and Technology; Díaz de Yraola, Gonzalo: La vuelta al mundo de la expedición de la vacuna. Sevilla. Escuela de Estudios Hispanoamericanos, C.S.I.C., 1948, p. 1; Balaguer Perigüell, Emilio y Ballester Añon, Rosa. «En el nombre de los niños. Real Expedición Filantrópica de la Vacuna 1803-1806», pp. 165-170; Consorcio para el Parque de las Ciencias. Avd. del Mediterráneo s/n 1806 Granada (España): Vacunas Para Todos. Bicentenario de la Real Expedición; Emilio Balaguer Perigüell "En el nombre de los niños. Real Expedición Filantrópica de la Vacuna". Véase también: La Expedición Balmis. Asociación Española de Pediatría. Susana María Ramirez Martín. (El niño y la vacuna de la viruela rumbo a América: La Real Expedición Filantrópica de la Vacuna), libro electrónico.

    6.   Lastres, B. Juan: Historia de la Medicina Peruana. Lima, Universidad Mayor de San Marcos. Imp. Santa María, 1951.

    7.   Garrett Ayllón, Jorge: "Real Expedición de la Vacuna Antivariólica". En: Archivos bolivianos de historia de la medicina. N° 1: 15-18. La Paz, 1995.

    8.   Otros datos encontrados en la referencia bibliográfica incluyen: Cartas al Rey y a la Secretaría de Indias (1803-1809). Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia, y autores conocidos como Barnadas J.M. "El catalans ales indies", Barcelona 1991.

    9.   Garrett Ayllón, Jorge: "Real Expedición de la Vacuna Antivariólica". En: Archivos bolivianos de historia de la medicina. N° 1: 15-18. La Paz, 1995.

    10.   Otros datos encontrados en la referencia bibliográfica incluyen: Cartas al Rey y a la Secretaria de Indias (1803-1809). Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia, y autores conocidos como Barnadas J.M. "El catalans a les indies", Barcelona 1991.

    11.   Fortún Julio Walter. "Los Médicos de Ayer en Santa Cruz". En: Revista Mundo. Santa Cruz. Bolivia. 5 de abril de 1987.

    12.   Balcázar, Juan Manuel: Historia de la Medicina en Bolivia. La Paz, Juventud, 1956; Id.: Epidemiología Boliviana. Buenos Aires, Imprenta López, 1946.

    13.   Saguier, Eduardo R. y Meabe, Joaquín E.: "Ilustración. Reforma y Contrailustración". Capítulo IV. Publicación virtual. 2012. <saguiere@ssdnet.com.ar>

    14.   Fortún Julio Walter. "Los Médicos de Ayer en Santa Cruz". En: Revista Mundo. Santa Cruz. Bolivia. 5 de abril de 1987.

     

    Recepción: febrero 2015.

    Aprobación: agosto 2015.

    Publicación: octubre 2015.