SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.8 número35Las actas Capitulares de la Ciudad de La Paz (1548-1562) Historia de un DespojoLa Biblioteca de La Universidad Simón I. Patiño en la ciudad de Cochabamba índice de autoresíndice de assuntospesquisa de artigos
Home Pagelista alfabética de periódicos  

Serviços Personalizados

Artigo

Indicadores

    Links relacionados

    • Não possue artigos citadosCitado por SciELO
    • Não possue artigos similaresSimilares em SciELO

    Bookmark

    Fuentes, Revista de la Biblioteca y Archivo Histórico de la Asamblea Legislativa Plurinacional

    versão impressa ISSN 1997-4485

    Rev. Fuent. Cong. v.8 n.35 La Paz dez. 2014

     

    REFLEXIONES BIBLIOAMERICANAS

     

    Sobre la Biblioteconomía Latinoamericana

     

     

    Robert Endean*
    * Maestro en Bibliotecologia. Vicepresidente de la Academia Mexicana de Bibliografia de la Sociedad Mexicana de Geografia y Estadistica. Presidente de la Sección de Políticas de Informacion de la Asociación Mexicana de Bibliotecarios

     

     


     

     

    En el espacio que llamamos "América Latina", han surgido, florecido y desaparecido, o bien se han integrado diversas culturas para conformar una gama multiforme y cambiante que a ratos nos uniforma en una identidad común, y otras veces nos diversifica abriendo grandes brechas entre las regiones o entre la gente.

    Los estamentos que caracterizan a nuestras sociedades aún muestran la permanencia del rezago colonial, y esta mentalidad dependiente también se confirma en las corrientes migratorias que hoy buscan huir de la pobreza, la violencia y la servidumbre hacia los países del Primer Mundo, igual a como ocurría a los indígenas, negros y mestizos que debían huir a las selvas, los pantanos y otros sitios retirados e inaccesibles para escapar y sobrevivir a la tiranía a la que se les sometía en la América Española.

    Hace casi dos siglos, luego que ondearon las banderas de las independencias territoriales y políticas, cuando se vistieron nombres nuevos y se entonaron renovados himnos, los primeros gobiernos criollos de inmediato buscaron el reconocimiento de sus antiguos dueños, y en su afán de obtenerlo quisieron imitar a las metrópolis y figurar en el mundo occidental. Para lograrlo, tenían que ser dignos para alcanzar la poca o mucha gracia que se les concediera.

    La educación debía ser el motor del ascenso de nuestras naciones para llegar a ser semejantes a los países de los grandes, a los únicos que se debían tomar como ejemplo. Con las ideas de la emancipación por medio de la educación, llegaron nuevas nociones de la biblioteca, descollando entre ellas la biblioteca pública.

    La historia nos muestra que fueron la biblioteca pública y la biblioteca nacional los dos bastiones del cambio promovidos por las élites criollas nacionales del subcontinente americano, aunque hicieron de ellas dioses de pies de barro, pues las llenaron de grandilocuencia pero no les dieron recursos para su mantenimiento y desarrollo.

    La biblioteca pública es un caso sintomático de lo ocurrido hasta ahora, pues a veces se estableció por esfuerzos individuales, colectivos, empresariales o gubernamentales, que han pretendido que ella funcione como una extensión de la escuela, o un espacio de evangelización o proselitismo, o un motor de cambio, o una tabla rasa de las diferencias sociales, o un vehículo de la cohesión social, o un aparato ideológico, o un promotor del desarrollo, o un animador del consumo cultural, así como para realizar otros tantos fines a veces inconfesables.

    En torno a la biblioteca pública, surgió en América Latina la biblioteconomía con grandes intenciones desde las postrimerías del ocaso decimonónico. Sus dos objetos de estudio: La biblioteca y el libro. Su misión: Formar bibliotecarios para trabajar en las bibliotecas públicas. Su sustento conceptual: La biblioteconomía europea hasta la tercera década del siglo XX, para luego mudarse paulatinamente a la biblioteconomía estadounidense como fuente casi única de conocimiento.

    No obstante, este proceder ha tenido consecuencias, pues la biblioteconomía latinoamericana, al tener un discurso propio muy pobre y limitado a lo que busca, encuentra y copia de las citas de la literatura extranjera, ha tenido que tropezar reiteradamente con su multiforme realidad, llegando ahora a presentar algunos problemas que resumimos enseguida:

    1. Falta de visibilidad, de modo que casi no se conoce en los países latinoamericanos la existencia de los desarrollos en materia de biblioteconomía. Al respecto, encontramos que en algunas naciones como Brasil, Argentina y Colombia logran titilar tenuemente algunas luces de sus empeños en biblioteconomía, aunque sus reflectores están más dirigidos hacia el Primer Mundo.

    2.  Imposición de modelos occidentales de organización y servicio. Este compromiso de la biblioteconomía latinoamericana con los modelos occidentales ha existido siempre, y se ha puesto en evidencia en reiteradas ocasiones cuando se ha pretendido emprender proyectos bibliotecarios rurales, o en torno a la cultura popular o las culturas indígenas. Al respecto, son contados los casos de apropiación cultural de la biblioteca y la biblioteconomía, como por ejemplo en las bibliotecas comunitarias de Cajamarca, en Perú, o en las bibliotecas escolares comunitarias del territorio zapatista en Chiapas, México.

    3.  Negativa de aceptar la realidad de que las bibliotecas en Latinoamérica son un asunto político, lo cual sólo fomenta que ellas sean ajenas a la injusticia social, caracterizada por la opresión en que se mantiene a grupos y pueblos. Al respecto, hay bibliotecarios latinoamericanos que han emprendido los caminos del desaprendizaje de la ideología que impera en la biblioteconomía de corte occidental a través de intentos para aprender y comprender las nociones de la biblioteconomía soviética, de la china o de la emprendida en momentos de cambios revolucionarios.

    Todo esto nos lleva a preguntarnos en qué radicaría la originalidad y la peculiaridad de una biblioteconomía latinoamericana creíble: ¿En el sentido de la biblioteca? ¿En la posible existencia de vasos comunicantes del ahora con los documentos y los repositorios documentales que existieron en nuestro pasado prehispánico? ¿En la conducta de nuestros bibliotecarios más destacados (por sus obras más que por sus textos, claro)? ¿En la característica multiforme de la cultura latinoamericana y la forma diversa como se inserta en ella la biblioteca?

    La dificultad de resolver esta carencia de una biblioteconomía propia nos lleva por diversos caminos. Así, por ejemplo, arribamos a parafrasear el poema "¿Quién me compra una naranja?", que dedicó José Gorostiza al lírico Carlos Pellicer1:

    ¿Quién hará una biblioteconomía para mi consolación?
    Una biblioteconomía madura en forma de corazón.

    Esa biblioteconomía deberá ser fuerte, vasta y rica -igual que América Latina-, y vendrá a llenar un gran vacío, una ausencia sentida. Por ello, en esta encomienda esperamos las acciones de unos héroes bibliotecarios que vengan a vigorizar nuestra Patria Grande.

     

    Nota

    1 Ambos poetas mexicanos.