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Fuentes, Revista de la Biblioteca y Archivo Histórico de la Asamblea Legislativa Plurinacional
Print version ISSN 1997-4485
Rev. Fuent. Cong. vol.8 no.30 La Paz Feb. 2014
REFLEXIONES BIBLIOAMERICANAS
Bibliotecas Nacionales Latinoamericanas
Maestro Robert Endean
Todos los países latinoamericanos ostentan una biblioteca nacional, que es resultado de la conformación de los estados-nación de la región desde el siglo XIX. Generalmente, su establecimiento representó la culminación de procesos culturales que buscaban exaltar la identidad propia y mostrar una cara culta a los países europeos.
Sin embargo, con el correr de los años las bibliotecas nacionales se han visto afectadas por todos los males de sus países, e incluso han sido asaltadas, purgadas y robadas, a la par que sus colecciones han estado disponibles a todos los elementos y plagas de la naturaleza. Esto las ha convertido en añejos y sugestivos monumentos de un pasado que convive en su mobiliario en una promiscuidad organizada que permite que los contrarios habiten en vecindad, o que ideas antagónicas convivan en las mismas salas.
Hoy es triste notar que varias naciones no saben qué hacer con sus bibliotecas nacionales, por lo que las dejan moribundas y en la peor de las miserias, como convalecientes de hospital colonial: Teniendo en un brazo el tubo de la ley de depósito legal para que siga oxigenándolas, y en el otro brazo el tubo de una nómina del personal, que con el tiempo naturalmente adelgazará hasta un mínimo inimaginable.
Este gran abandono encuentra una explicación sorpresiva luego de encontrar en el sitio de la Asociación de Estados Iberoamericanos para el Desarrollo de las Bibliotecas Nacionales en Iberoamérica (ABINIA) que sólo ocho países de la región tienen los catálogos de sus bibliotecas nacionales en la Internet. Sin embargo, al querer consultar los catálogos en línea de las bibliotecas nacionales de Cuba y República Dominicana, encontramos que no existen.
Además, en esta lista no aparece el catálogo de la Biblioteca Nacional de México, el cual conocemos, aunque es probable que no se lo haya incluido porque con frecuencia está inhabilitado y no se puede consultar.
Realizamos un ejercicio de búsqueda rápida de la presencia en la red de las bibliotecas nacionales, y únicamente no pudimos constatar que existan sitios para Ecuador y El Salvador, pues parece que en esos países se tienen consorcios de bibliotecas universitarias que suplen algunas funciones de sus bibliotecas nacionales.
Encontramos también que las bibliotecas nacionales de Bolivia, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Paraguay tienen sitios informativos en la Internet, pero sin acceso a su catálogo. En el caso de Costa Rica, su catálogo está integrado en un catálogo colectivo nacional. Los sitios de las bibliotecas nacionales de México y Perú estaban inhabilitados y no fueron consultables.
Imaginemos ahora un hipotético usuario que quisiera buscar información sobre la presencia bibliográfica del apóstol de América José Martí en las bibliotecas nacionales latinoamericanas. Supongamos que le interesaría buscar las obras de Martí y los textos que trataran sobre él y su obra, pues en el año 2015 se celebrarán 120 años de su fallecimiento, para lo cual se querría realizar una bibliografía comentada.
Su primera desilusión sería al darse cuenta de lo que llevamos mencionado, asumiendo con pasmo que no podría buscar en la biblioteca nacional de Cuba. Luego vería que aún puede consultar los catálogos en línea de siete bibliotecas nacionales: Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Haití, Uruguay y Venezuela.
Si es buen observador, notará que son cuatro o cinco los sistemas automatizados de estos catálogos y que no son muy fáciles de utilizar, pues en sus búsquedas se encontraría que algunos aportan resultados que no solicitó: Por ejemplo, obras de Martínez, José o de Martín, Alfonso José. En el caso de la biblioteca nacional de Brasil, si es curioso notaría que sólo puede hacer una búsqueda exacta de nombre personal desde la opción de las autoridades onomásticas.
Muy pronto, sabría que la biblioteca nacional de Haití no tiene ningún libro de o sobre Martí, y desecharía los catálogos de las bibliotecas nacionales de Uruguay y Venezuela por ser muy malos y dar mucha basura en los resultados.
Luego de hacer a un lado los catálogos que no sirven o no aportan nada, tendría sólo los resultados de obras de Martí / obras sobre Martí de las siguientes bibliotecas nacionales: Argentina (209 / 32), Brasil (30 / 23), Chile (122 / 254) y Colombia
(157 / 191), lo cual le mostraría que en promedio hay 130 obras de Martí y 125 obras sobre Martí y su obra en estas cuatro bibliotecas, lo cual no es indicativo de gran cosa a sabiendas de que estos datos, aunque corresponden a las bibliotecas más importantes de la región, meramente representan la quinta parte del total.
Este ejemplo nos muestra la triste realidad de las máximas bibliotecas de nuestras naciones latinoamericanas, a las que, según la UNESCO, les corresponde llevar a cabo lo siguiente:
Reunir con fines de conservación y difusión todos los documentos, en el soporte que sea, que se produzcan en un país, sobre el país o por autores del país que residan en el territorio o en el extranjero.
Recibir el depósito legal y responsabilizarse del mismo.
Elaborar la bibliografía nacional y las bibliografías nacionales retrospectivas.
Ser cabecera del sistema bibliotecario nacional y el punto más alto de la jerarquía bibliotecaria estatal.
Ser las encargadas del préstamo internacional e interbibliotecario, así como las encargadas de establecer relaciones de colaboración con otras bibliotecas nacionales extranjeras.
Actuar como centro nacional de información bibliográfica.
Pero ¿cuántos de nuestros países pueden asegurar que sus bibliotecas nacionales realizan estas funciones mínimas? ¿Para qué sirven entonces las bibliotecas nacionales en América Latina? En México, por ejemplo, hay cinco bibliotecas que se ostentan como nacionales, y la que históricamente fungió primero con ese apelativo está integrada como otra biblioteca académica de la Universidad Nacional Autónoma de México, a la que sólo se le puede distinguir todavía porque es la única que ostenta el depósito legal como su principal medio de adquisición, pero que no realiza ninguna de las funciones que se esperan de ella.
Más allá de esta tragedia bibliotecaria, es muy importante replantearnos cómo debemos controlar nuestras bibliografías nacionales, y definir si las bibliotecas nacionales de nuestros países deben seguir existiendo o si sus funciones pueden ser realizadas por otras instituciones más eficientes y efectivas. En este sentido, cualquier respuesta que asumamos debe servir para mejorar.