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    Fuentes, Revista de la Biblioteca y Archivo Histórico de la Asamblea Legislativa Plurinacional

    versión impresa ISSN 1997-4485

    Rev. Fuent. Cong. v.7 n.26 La Paz jun. 2013

     

    PÁGINAS DEL EDITOR

     

    Elsa Cladera De Bravo, maestra de profesión y revolución

     

     

    Luis Oporto Ordóftez

     

     


     

     

    Las historias de mujeres luchadoras y revolucionarias son escasas en Bolivia, a pesar que esa casta ele mujeres valientes y temerarias es una constante en nuestra historia.

    Descollan en momentos estelares, como lo fue el de los levantamientos indígenas de 1780-1782, que destruyeron los cimientos de la economía de la Colonia, donde una mujer indígena comandó un ejército de miles de hombres. En la Guerra de la Independencia, mujeres estuvieron en todos los frentes de batalla, ya sea en el altiplano, el valle o el llano. En la Guerra del Pacífico, acompañaron a nuestras huestes, detrás de las tropas, para alimentar a sus hombres, llevando con ellas a su prole; tuvieron la triste y amarga responsabilidad de identificar a sus muertos en el campo de batallas, inmediatamente concluida, para evitar, en lo posible, la salvaje institución castrense del "repaso", es decir, asesinar al moribundo o herido. Hubo una mujer que combatió con las tropas bolivianas en la guerra separatista del Acre. Y fue, como muchos, condecorada. Fue durante la Guerra del Chaco que la mujer accedió a ocupar puestos en la administración estatal y el comercio privado, ante la íalta evidente de hombres, que acudían en raudales al frente de guerra, desde donde 50 mil nunca retornaron. En la revolución nacionalista de 19q2, tuvo rol protagónico, de vanguardia, conocida por su densión inquebrantable como "Barzola", en homenaje a María, la mujer minera que se inmoló durante la cruel y absurda masacre del 20 de diciembre de 1942, ordenada por el "Patiñismo", que trataba de esa manera de sentar mano dura contra los revoltosos mineros del estaño. Fue combatiente casi invisibilizada contra las dictaduras, pero a pesar de ello, logró la derrota del más fiero de los dictadores, Bánzer, que abandonó el poder derramando lágrimas. En las minas, se unió en torno al Comité de Amas ele Casa Mineras, desde donde acompañó al minero rebelde en cada una de sus huelgas, asambleas, marchas y mítines, sin alcanzar nunca el reconocimiento de sus compañeros. Diferente fue la historia de las mujeres campesinas que actuaron de igual a igual -yanantin—en las épicas jornadas de lucha en las que enfrentaron a los gobiernos neolinerales, reinvindicando como nombre de guerra, aquella antigua comandante que sitió Ea Paz en 1 780.

    La mujer destacó también en otros campos. La mujer dominó la economía doméstica de todos los tiempos, se ocupó de la educación de los hijos, estuvo en la fábrica, en el magisterio, en los hospitales. Hoy compite, en lucha desigual todavía, con los hombres para dirigir el Estado, con presencia real en todos los niveles del gobierno, pero también en el ámbito empresarial, o como profesional libre. La mujer escala cada día un peldaño más en ese desafío de alcanzar la equidad real de género, de ganar lo mismo que los hombres en tareas

     

     

    similares. La mujer salió del hogar a conquistar su lugar en el mundo moderno, pero todavía retorna a ese hogar a cumplir labores históricamente determinadas por la cultura patriarcal, a pesar de haber concluido su laboriosa jornada de trabajo.

    María Rosaura Elsa Cladera Encinas es una de esas mujeres, una "maestra ele profesión y revolución". Nació en la ciudad de Oruro, el 3 de febrero de 1922 y falleció en nación extraña, Suiza, añorando a su tierra, en Marly en las afueras de Friburgo (Suiza), el 27 de junio de 2005.

    Nació en el seno de una familia tradicional y muy acomodada, por parte de su madre, "poseían minas, fincas y casas señoriales", y "radicaban su orgullo en tener dinero, en una buena educación y el vivir dentro de un núcleo familiar de las familias más conocidas de Oruro", añadiendo posteriormente que son "mujeres que han luchado a brazo partido por la vidad". Su padre, profedía de una estirpe de abogados, como lo fue él mismo,

     

    caracterizándose por su honestidad y corrección. Elsa Cladera recibió esmerada educación, sobre todo de la educadora María Frontaura Argandoña. En su formación secundaria se inserta a las corrientes de izquierda, construyendo su sensibilidad y compromiso social, desembocando en el trotskismo de Guillermo Lora, al que pertenecía desde los años 40 Fernando Bravo su compañero de vida, cuya personalidad "estuvo lundida a la organización, al proceso revolucionario, a la carne y huesos de los trabajadores", descollando por su activismo con la Federación de Mineros, desde su fundación, y también en su condición de dirigente universitario. Fue para Elsa, un maestro que fortaleció su compromiso social al que le dio también sentido político. Revela, en su testimonio, que la Tesis de Pulacayo fue escrita en su casa, en Oruro, por Guillermo Lora, Barnentos de Cochabamba, Ayala Mercado y el propio Fernando Bravo...". Es también militante del cambio en las filas de los maestros de Oruro, a los que organiza en círculos de estudio político, y representa a su escuela en la Federacióin de Mineros.

    Esta biografía de Elsa Cladera nos permite recorrer esa época histórica en la que las clase minera revolucionaria y los sectores del magisterio, tienen notable protagonismo, en un tránsito que nos lleva por la revolución nacional y la eclosión social de los sectores más esclarecidos de la izquierda que conforman la Asamblea del Pueblo, en el que Elsa Cladera es representante de la Central Obrera Departamental.

    Su participación militante, es una muestra de la participación de la mujer en ese proceso. Su actividad política sindical, la lleva al exilio forzado. La prematura muerte de Fernando Bravo, el 17 de noviembre de 1962, provoca en ella un tremendo vacío, pero al mismo tiempo fortalece su espíritu.