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    Fuentes, Revista de la Biblioteca y Archivo Histórico de la Asamblea Legislativa Plurinacional

    versión impresa ISSN 1997-4485

    Rev. Fuent. Cong. v.4 n.11 La Paz dic. 2010

     

    Investigación

     

    BELGRANO Y LAS HEROÍNAS DE LA CORONILLA

     

     

    Cristina Minutolo de Orsi*

    * Miembro del Instituto Nacional Belgraniano

     

     


    Resumen

    Expone, este estudio, una visión general sobre la conformación de las guerrillas de la Independencia, cuyos líderes formaron una especie de Republiquetas, desde las que planificaban las acciones contra el ejército realista. Analiza, en mayor detalle, la rebelión de Cochabamba y sobre todo del comportamiento de las mujeres de esta región, conocidas como las Heroínas de la Coronilla.

    <Guerra de la Independencia en Bolivia;> <Republiquetas;>< Guerrillas de la Independencia>, <Heroínas de la Coronilla>.


    Summary

    Exhibits, this study, an overview on the formation of the guerrillas of the independence, whose leaders formed a kind of republiquetas, from which planned actions against the Spanish Royalist Army. Analyzes, in greater detail, the rebellion of Cochabamba and of the behavior of women in this region, known as Coronilla's Heroines.

    <Independence war in Bolivia>; <Republiquetas;> <Independence warriors>, <Coronilla's Heroines>.


     

     

    Antes de entrar en el tema es importante establecer el carácter que tuvieron las Guerras de la Independencia en el Alto Perú o Charcas -hoy Bolivia- y el territorio norte de la actual República Argentina. Este territorio en esos momentos constituía el Virreynato del Río de la Plata y, posteriormente, las Provincias Unidas de la América del Sur.

    Las primeras manifestaciones ocurridas en el Alto Perú, dada la situación de España y la serie de acontecimientos que se desenvolvían en el territorio americano, se producen en las ciudades de Chuquisaca y La Paz en 1809, que fueron envueltas en sangre por las tropas realistas. Semejantes movimientos se dejaron sentir con fuerza en todo el ámbito americano, muy especialmente en las provincias de Salta, Jujuy, complementadas por Orán y Tarija.

    Mitre llamó a esta lucha que se desplegó en estos territorios "Guerra de Republiquetas", que enmarcaron los gritos de libertad e independencia y que tuvieron como fuerza indiscutible el accionar de todo un pueblo.

    Hoy se les llama guerra de guerrilla. Modernamente se trata de una guerra de recursos y es tan antigua como el mundo, ya que sectores rivales dirimían sus conflictos en esta forma. La Segunda Guerra Mundial también produjo este tipo de accionar de la técnica militar, si tenemos en cuenta la acción de los llamados partisanos. El tema fue analizado a partir de 1945 según los especialistas en el Arte de la Guerra, cuyas modificaciones se dan de manera continua. Muchos investigadores dicen que se trató de una situación trascendente, sin desmerecer el carácter de la lucha clásica. La guerra de guerrillas nos trae a la memoria las hazañas de nuestros antepasados, debiendo estar orgullosos de tener una historia común los pueblos americanos.

    El Mayor Radulovic del ejército yugoslavo, que actuó precisamente en la Segunda Guerra Mundial en este tipo de tácticas no convencionales, admiró el carácter de la guerra llevada a cabo en la América del Sur por los guerrilleros.

    Nuestros caudillos y sus fuerzas irregulares hostilizaron a los aguerridos ejércitos españoles que habían actuado contra las huestes napoleónicas, al frente de bravos capitanes como lo fueron Gavino Saravia, Luis Burela, que respondían a Martín Miguel de Güemes, quien hizo la guerra sin cuartel pasando ésta a la historia como Guerra Gaucha. Recordemos el Plan Continental que San Martín comienza a pergeñar en ocasión de encontrarse en campaña en el Alto Perú. Sus conversaciones con Belgrano y Güemes son por demás significativas. Debe librar hacia el lado oeste de la cordillera un enorme despliegue de fuerzas para penetrar en Chile y de ahí por mar alcanzar el Perú. Al mismo tiempo deja establecida la posibilidad de llevar a cabo en la frontera boliviano-argentina, la famosa guerra de recursos. Esta fue significativa y cubrió de gloria a los caudillos que levantaron la bandera de la libertad para morir en bien de la patria, ya que ella significaba territorio-suelo. Cuando uno piensa en el soldado irregular, es decir el guerrillero, entiende lo importante que significaría que éste contara con un monumento.

    El pronunciamiento revolucionario del Alto Perú, (hoy Bolivia), por sus características fue un movimiento total de la Nación en armas. En ellas lucharon hombres, mujeres y niños, todos dieron su vida y su sangre por la idea común de patria. Las masas insignificantes de hombres y mujeres, sacerdotes, funcionarios, criollos, indios y mestizos unificaron esfuerzos en esta epopeya.

    Entre 1809 y 1810 la guerra de guerillas en el Alto Perú, tuvieron una significación diferente que la librada en el noroeste argentino. La geografía y el carácter de la lucha, le dio singularidad a la misma. Guerra de guerrillas, que sostuvieron los altoperuanos fue -como dijimos- de todas maneras, extraordinaria, por su originalidad. La más cruel, por ser sanguinaria y sangrienta al mismo tiempo y, finalmente, la más heroica por sus sacrificios y hazañas.

    El escenario aislado, los incidentes terribles, la humildad de los caudillos fueron el marco de donde se realizó esa guerra. Esto le ha dado carácter más que original y no se encuentra en ninguna otra historia. Sucumben los caudillos y aparecen otros, los guerrilleros brotan de las montañas y del seno de las selvas y los bosques. Son exterminados, vencidos y martirizados, pero ellos jamás se extinguen pues fueron fecundando en la sangre de sus predecesores el ideal de patria.

    Los historiadores en general hablan de más de 102 caudillos que actuaron en esta lucha heroica y que sólo 9 sobrevivieron. Los 93 restantes subieron al cadalso o se extinguieron en los campos de batalla. También la heroicidad de las mujeres estuvo presente de manera efectiva en estas luchas. Algunos nombres se cubrieron de gloria como el de Juana Azurduy de Padilla; otras, dejaron sus listas en los documentos militares, enunciarlas sería harto largo y estamos tratando de recuperarlas para la memoria. En esta guerra los guerrilleros no capitulaban, no pidieron cuartel al enemigo en la larga campaña.

    Todo el Alto Perú estaba en constante alerta literalmente conmovido, cada pueblo, cada aldea, cada comunidad, cada hacienda y cada desfiladero eran centro de operaciones de algún caudillo, que se ponía en asombrosa comunicación con otro. Sus telégrafos eran tan rápidos y originales pues el servicio de avisos los hacían con el fuego. En la cumbre de las montañas los indios observaban y se movían sigilosamente, advirtiendo el movimiento de los senderos y caminos. El humo y el fuego de sus hogueras daban aviso a los guerrilleros de la presencia de las fuerzas realistas, de su composición y número. Mestizos e indios componían la enorme masa que se desplazaba hacia un centro común, armados precariamente con hondas y macanas y algunas armas antiguas. Afrontaban con audacia a las aguerridas tropas del rey, secuaces del despotismo. No había cuartel para ellos. Sabían que serían bárbaramente inmolados si eran hechos prisioneros. Pero no había miedo, ni desaliento en sus generosos pechos en lucha constante durante más de dieciséis años. Algunas crónicas, apuntes de unos patriotas, diarios de otros, -a veces difíciles de descifrar- relatan estas hazañas.

    Hemos dicho que los centros de resistencia se llamaban republiquetas:

    La del Norte con centros en Ayopaya- Omasuyos. La del centro en Chayanta, que dominaban las comunicaciones con Oruro- Cochabamba - Chuquisaca. Otra en Mizque, que circundaba a Cochabamba y se comunicaban con Santa Cruz de la Sierra y Valle Grande. Otras dos en Río Grande hacia el Pilcomayo, y Cinti con comunicación en Porcos - Cotagaita y se extendía hacia Tarija y el Chaco Boreal.

    Los caudillos más importantes los podemos ubicar:

    Al Norte: Ildefonso Muñecas y José Miguel Lanza; al Sur: Padilla, Camargo y Umaña, Uriondo; al Centro: Arce y Arenales; al Oriente: Warnes y Mercado.

    En Tarija he logrado consignar los nombres de Manuel y Ramón Rojas, Francisco de Uriondo, Eustaquio Méndez, alias El Moto, José Fernández Campero, el marqués de Llavi. Estos respondieron a Güemes y al Gral. Belgrano.

    Bartolomé Mitre definió a esta guerra de la independencia altoperuana como extraordinaria por su genialidad y la más heroica por el sacrificio inmenso de sus hijos que fueron verdaderos mártires. Esta, como guerra popular, la de las republiquetas, precedió a la de Salta y le dio su ejemplo sin alcanzar el éxito de aquella. Duró más de 15 años sin que un solo día se dejase de matar, pelear y morir. Tuvo la importancia de las grandes operaciones militares, pues logró, como vimos, paralizar a ejércitos poderosos. También debemos recordar la importancia del territorio donde se llevó a cabo esta lucha sin cuartel. Los que conocen el territorio altoperuano pueden advertir que se trató de un punto de convergencia de las luchas libradas contra el poder español con asiento en Lima - Perú y los independientes del Río de la Plata con asiento en Buenos Aires.

    Tres aspectos complejos de la geografía enmarcan estos sucesos. Las llanuras boscosas al este-sudeste, Pilco-mayo-Bermejo, con salida a la Cuenca del Plata, Paraguay, Argentina. La selvática, sobre la zona del Beni y Los Yungas, especialmente el río Mamoré con sus cachuelas extendiéndose hacia Santa Cruz de la Sierra y el Brasil. La imponente región montañosa hacia el oeste que cuenta con tres sectores: La Paz, Cochabamba, Potosí.

    Hemos visto cómo los movimientos de independencia del año 1809 ahogados en sangre tuvieron los protomártires, siendo el líder principal Pedro Domingo Murillo, quien legó a sus compatriotas la antorcha de la libertad, al decirles: "Compatriotas, yo muero pero la tea de la libertad que dejo encendida, nadie la podrá apagar". El 29 de enero de 1810 es llevado a la horca. Tanto su nombre como el de los compañeros que le secundaron: Mariano Graneros, Melchor Jiménez, Juan Bautista Sagárnaga, Apolinar Jaén, Juan Antonio Figueroa, Gregorio García Lanza, Buenaventura Bueno, Juan Basilio Catacora, constituyeron los laudos de aquella famosa revolución ahogada en sangre.

    Debemos recordar que llegaba al Río de la Plata José Manuel de Goyeneche designado por la Junta Central de Sevilla. Este tenía como misión hacer reconocer a Fernando VII como legítimo sucesor de Carlos IV en las colonias americanas. Pero al mismo tiempo, complica su accionar con los franceses, ya que intentará hacer reconocer en América a José Bonaparte. Como si esto fuera poco, al llegar a Río de Janeiro se complica con los manejos de Carlota Joaquina de Borbón, hermana de Fernando VII en el Brasil, con quien intentará crear una red de situaciones y de reconocimiento en América.

    Recordemos que en el curso de los años 1810-1813, las ideas revolucionarias que llegan al interior, son proyectadas con fuerza desde Buenos Aires, que constituye el centro económico y social importante del Virreynato Rio-platense. Al producirse en Mayo de 1810 la Revolución porteña, la Junta de Gobierno instalada en principio, organizará la administración del territorio al tiempo de llevar su programa al interior, para lograr en principio, apoyo moral y material de las provincias: Córdoba era un grave problema. De todas maneras las experiencias americanas de Chuquisaca, La Paz y Quito, habían tenido carácter localista. No obstante, el apoyo del movimiento porteño no se hace esperar, ya que el odio concitado por las prácticas crueles de los realistas en el territorio altoperuano persistía de manera real. Muchos conductores se adhieren a la causa de Buenos Aires. Alvarez de Arenales -casado con una salteña- había establecido importantes contactos entre las provincias argentinas y las provincias altoperuanas.

    Tarija se muestra regocijada por el movimiento porteño y en Cabildo abierto elige a José Julián Pérez de Echalar como diputado para intervenir en los asuntos de Buenos Aires, al tiempo que emiten documentos, que reflejan su resistencia a las tropas realistas.

    Desde junio a agosto de 1810, pueblos enteros se levantan en armas en Alto Perú. Desde Cochabamba el 25 de septiembre, Francisco de Rivero enviaba un largo informe a la Junta de Buenos Aires, indicando las maquinaciones de Goyeneche y las penurias por haberse opuesto a ellas. Elogiaba a Melchor y Bartolomé Guzmán, así como al teniente Arce. Entretanto, Vicente Nieto, marchaba desde el Cuzco para atacar a esas provincias, suscitándose una serie de conflictos en La Plata así como en Tupiza, donde se advierte la represión de parte de los realistas. San Felipe de Austria de Oruro, el 25 de noviembre de 1810, adhiere al movimiento de la revolución de Buenos Aires.

    El Coronel Ramírez de Orozco desde La Paz, ordena al Coronel Pierola, que marche sobre Cochabamba. Durante el trayecto se producen encuentros en la zona de Aroma. Hay una serie de pérdidas y deben replegarse hacia el Desaguadero con el desencanto que ello le produce a Goyeneche.

    El 6 de septiembre se pronuncia Oruro por la independencia y el 21 de septiembre Cochabamba, también acata a la Junta de Buenos Aires. Esteban Arce y Barrón y Castillo con sus guerrilleros apoyan este movimiento. No obstante, los realistas destacan fuerzas para vencer a los guerrilleros sobre la Pampa de Ayohuma. Cochabamba, Oruro, caen en poder de los patriotas; en tanto, la Junta de Buenos Aires, intenta apoyar estos movimientos enviando expediciones militares. El gobierno de Lima, ante estos sucesos, también trata de combatir estos movimientos guerrilleros. Recordemos que en la Banda Oriental, Elío y Liniers habían provocado serias desinteligencias; en tanto que el Paraguay reconocía a la Junta Central de Sevilla.

    Los sucesos altoperuanos del año 1809, dieron bríos -como vimos- a los guerrilleros, quienes combatían ardorosamente a las fuerzas realistas. Goyeneche que es arequipeño, y por demás vil y traicionero, habrá de continuar los excesos mandando fuerzas para socavar y reprimir estos movimientos.

    Ayohuma, el 14 de octubre, Cotagaita, el 27 de octubre y Suipacha el 7 de noviembre, con sucesos varios permite a los patriotas abrirse camino al Desaguadero; en tanto 4 intendencias Altoperuanas, apoyan la independencia. Se destaca como actividad guerrillera importante, la conducción de Manuel Asencio Padilla, que desde Chayanta, ha de agasajar a las primeras expediciones militares argentinas que terminarán en un fracaso. El jefe de éstas -Castelli- ha de ejecutar a Liniers en Córdoba y ello produce gran conmoción. Posteriormente a Nieto, Sanz y Córdoba y más de 50 españoles. Todo ello, unido a la falta de orden y a la descomedida conducta de sus hombres provocó el desencanto de los guerrilleros y del pueblo altoperuano. Estos no han de olvidar los desmanes durante los festejos de Semana Santa, las procesiones y el asalto a las Iglesias y la falta de respeto a las mujeres. Esta vida licenciosa y sin orden perturbará la disciplina del ejército y fomentará ideas de prescindencia con respecto a la actitud de los porteños. En manera alguna, Díaz Vélez, Viamonte, Pueyrredón lograrán calmar las iras del pueblo.

    Las persecuciones del ejército realista harán retroceder a las tropas indisciplinadas de los argentinos, no obstante, continúa la acción de los guerrilleros altoperuanos. Esteban Arce y Mariano de Antesana en Cochabamba; Padilla apoya a Arce en Poopó-Moromoro-Pintatora-Gualcoma-Quillaquilla. En Sicasica, los indios se levantan en armas, distinguiéndose los caciques Titicocha y Cáceres. Padilla establece su cuartel general en Punilla y Carlos Taboada lo hace en Huata. Son importantes los levantamientos del Alto Perú; ello enloquece a los realistas. Así se producen los encuentros de Huanipaya el 27 de enero de 1811 y Sipe-sipe el 21 de agosto de 1811.

    Esteban Arce alentaba a su gente diciéndoles: "Compatriotas, adelante, pues ante vuestras makanas tiembla el enemigo".

    Santa Cruz de la Sierra, dirigido por el Dr. Antonio Vicente Seoane, se levantaba en armas, organizando una Junta de Gobierno compuesta por Seoane, Moldes y Lemoine. El pueblo de Potosí lo hacía en noviembre de 1810, encabezado por Pedro Costas. Se creaba una Junta de Gobierno bajo la presidencia de Joaquín de la Quintana. En Tarija, se emitía el 13 de julio de 1811, un documento por el cual resolvía adherirse a los esfuerzos de La Paz. En tanto, Fernando de Abascal -Virrey de Lima-, organizaba en Perú las hordas de Mateo Pumakagua, quienes con 4.000 indios arrasaron La Paz, Oruro y Cochabamba. Pumakagua se vuelca a la causa independentista y atacó a los españoles en Arequipa. En tanto, Mariano Pinelo e Idelfonso de las Muñecas llegaban al Desaguadero para vencer a los españoles. Siguieron a La Paz, donde tuvieron importantes victorias. El gobernador de La Paz -Valde Hoyos- hizo minar el palacio y colocó barriles de pólvora en el cuartel general. El pueblo amotinado provocó una terrible carnicería. El coronel Juan Ramírez con 2.000 hombres, atacó a los guerrilleros -Pinelo y Muñecas- provocando también una terrible venganza y persiguió a Pumakagua, venciéndolo a orillas del Umachiri en las Chungas.

    El pueblo de Cochabamba se había revelado contra Pumakagua y, bajo la dirección de Esteban Arce, depuso al gobernador Allende y creó una junta presidida por Mariano Antezana. Las fuerzas rebeldes atacaron a Oruro y La Paz. Esteban Arce intimó la rendición de Oruro. No obstante los realistas vencieron en Guanipaya.

    Los realistas tratan de contener los avances guerrilleros, así el coronel Lombera y el teniente coronel Augusto Huici, como Goyeneche, saliendo de La Paz, Oruro y Chuquisaca, tratan de sofocar la segunda rebelión en Cochabamba. Se va a producir el combate de Que-ñual, el 22 de mayo de 1812. Goyeneche, desde Mizque y apoyado por el coronel Imas, sostendrá encuentros sangrientos, como la batalla de Queñual a la altura de Pocoma, donde es derrotado por Arce. En tanto Cocha-bamba, enviaba el 26 de mayo emisario a Goyeneche para exigirle garantías. Este contestó que la provincia estaba bajo la protección del rey. Mellizo, el 27 de mayo de 1812, hizo abrir las puertas de la cárcel, saliendo libres los presos que saquearon las casas de españoles y se armaron para enfrentar a Goyeneche. Se situaron en el Cerro de San Sebastián y fustigaron a las tropas realistas, pero en el momento culminante, faltó la decisión de los hombres y ésta fue sostenida por las mujeres de Cochabamba que pelearon hasta el sacrificio, recibiendo el nombre de heroínas. Algunos autores señalan que se trató de celos entre Arce y Antezana por el mando. Ello obligó a las mujeres a adoptar criterios para luchar con coraje en el famoso Cerro de San Sebastián.

    El Instituto Nacional Belgraniano -cuyas publicaciones tengo el honor de coordinar- en su tomo V, primera parte, cuenta con un documento escrito por el soldado Francisco Turpín a Belgrano, relatando -precisamente- la acción de Cochabamba, fechado el 4 de agosto de 1812 en Jujuy. E incluso un documento donde el mismo Gral. Belgrano exalta la valiente acción de las mujeres cochabambinas y el sacrificio de su gente. Exclama:

    "Gloria a las cochabambinas que se han demostrado con un entusiasmo tan digno de que pase a la memoria de las generaciones venideras.

    Ellas han dado un ejemplo que debe exitar, Señor Excelentísimo, los sentimientos más apagados por la patria, y estoy seguro de que no será el último con que confundan a las de su sexo que, alucinadas, trabajan en contra de la causa sagrada, y aún a los hombres que prefieren la esclavitud, por no exponer sus vidas para asegurar nuestros justos derechos".

    Turpín, en el documento, señala que el ejército enemigo rompió el fuego después de haber hablado el capitán de caballería Jacinto Terrazas con ellas, que sostuvieron no querer rendirse y más bien tendrían la gloria de morir matando. Seguido el asunto, el embajador que había llegado de Cochabamba, murió en manos de las mujeres. Estas, con los rebozos atados a la cintura, haciendo fuego por espacio de tres horas, enfrentaron al enemigo, por cuatro puntos del cerco. Murieron así 30 mujeres, 6 hombres de garrote y 3 fusileros. La caballería enemiga rompió el cerco y, bajo el ruido del fusil y del cañón, atacaron el lugar. Poco después, entraron a sangre y fuego, pasando por las armas a algunos guerrilleros y mujeres. La ciudad fue totalmente saqueada y quemada todas las cementeras, provocando con ello el terror. A duras penas algunos pudieron salvarse y huir hacia Chayanta. Los realistas se ensañaron con niños, viejos y viejas, salvándose las mujeres de buen parecer.

    El heroico comportamiento de las mujeres cochabambinas ha sido reconocido por el pueblo boliviano y su Gobierno, declarándose el 27 de Mayo Día de la Madre en honor a estas ilustres heroínas.

     

    Heroínas de la Coronilla

    La participación de la mujer en estas batallas de Cochabamba, como en otros puntos, puso el acento popular a la contienda que se extendió por todo el territorio.

    Se destacan numerosos guerrilleros, entre los que figuran: Juana Azurduy de Padilla y su esposo Manuel Ascencio Padilla, quienes amenazan a Ramírez y Orozco en Chuquisaca. Goyeneche envía al coronel Imas para batirlos. La batalla de Tacobamba, el 14 de marzo de 1812, es una muestra del carácter desigual en recursos que tenían los guerrilleros frente a los realistas. Goyeneche pudo avanzar a Cochabamba. Ofrece a los distintos guerrilleros dinero para sobornarlos, pero éstos como Padilla o Taboada, se burlan. Es difícil para Goyeneche detener la guerrilla. Destaca a Pío Tristán. De todas maneras, el Alto Perú, en manos de los realistas, no logra ser vencido. Chuquisaca, Oruro, La Paz, Cochabamba, genera nuevas acciones frente a los opresores.

    Monumento a las Heroínas de la Coronilla

    El año 1812 finaliza con grandes sufrimientos y suerte varia para los caudillos o patriotas frente a los realistas o godos. El año 1813, Belgrano, al triunfar en Tucumán y Salta, logra alcanzar Jujuy. Los de Cochabamba y Chayanta, refugiados en el territorio argentino, se incorporan a sus filas. Es así que ratifique en sus ascensos a Padilla y a Arce. Los patriotas en Santa Cruz, Chuquisaca, Oruro, Potosí y La Paz, se movilizan ante el accionar de Belgrano, quien envía un fuerza de vanguardia al mando de Eustaquio Díaz Vélez, a fin de ocupar Potosí y Oruro. El júbilo de los patriotas es inmenso, numerosas proclamas así lo justifican. Belgrano entra a Potosí el 21 de junio de 1813 y allí es obsequiado por las damas potosinas con la famosa Tarja de oro y plata, designándole Protector del Continente Americano, agradeciendo -además- sus preocupaciones por la mujer y la educación de los niños y las medidas de orden y de administración trazadas por el pueblo altoperuano. Recordemos que arregló la administración en su calidad de Capitán General y buscó dotar a la región de un sistema político y administrativo. La dividió en 8 provincias -inicialmente esta jurisdicción se componía de 4-, confió al coronel Alvarez de Arenales la gobernación e intendencia de Cochabamba; a Ortiz de Ocampo la de Charcas y a Warnes, la gobernación de Santa Cruz de la Sierra y los gobiernos de Mojos y Chiquitos.

    Es interesante -en todo momento- la preocupación de Belgrano por la cultura y educación de la juventud y la necesidad de las escuelas públicas, donde se enseñará doctrina cristiana, leer, escribir y contar, nombrándose buenos maestros. A ello le seguían su promoción respecto a la industria, la agricultura y el comercio.

    Belgrano no sólo con los criollos cultos de las distintas poblaciones altoperuanas intercambió reflexiones acerca de la conducción de los pueblos, sino que halló sincera amistad entre los indios. En la región del Chaco Boreal, se destacó el célebre cacique Cumbay, quien se inclinó por la revolución apoyando a los patriotas de la zona de Santa Cruz de la Sierra. Cumbay quiso entrevistarse con Belgrano y se dirigió a Potosí, con dos hijos menores, un intérprete y una escolta de 20 flecheros con karjax a la espalda, el arco en la mano izquierda y una flecha envenenada en la derecha. Al avistar a Belgrano echó pie a tierra y mirándole con atención le hizo decir a su intérprete que no lo habían engañado, que era muy lindo, y que según su cara debía ser su corazón. Ambos pasaron frente a la artillería, desfilando a caballo. El indio había recibido un caballo blanco ricamente enjaezado y con herraduras de plata regalados por Belgrano. Cumbay ofreció a éste 2.000 indios de pelea para luchar contra los españoles a favor de la causa patriota.

    Podemos decir que todo el Alto Perú que no había caído en manos del adversario, se movilizó para apoyar a las fuerzas patriotas. La movilización de los caudillos como Cárdenas, Camargo, Lanza, Zárate, Betanzos y tantos otros, dieron apoyo y seguridad a los desplazamientos.

    La guerra continuó sin cuartel, muchos guerrilleros sucumbieron, pero con esfuerzo llegaron a constituirse en antemurales de la guerra. Así, al norte de La Paz y sobre las márgenes del Desaguadero y del lago Titicaca, se organizó y mantuvo una insurrección de indígenas con cuartel general en Larecaja, que extendía su accionar hasta Omasuyos, interceptando los caminos con el bajo Perú. Al centro, se encontraban las indomables republiquetas que envolvían a Cochabamba por el sur. En tanto en el norte y el oriente, importantes bandas de partidarios presionaban de manera evidente. La principal era la de Ayopaya, que amenazaba los caminos de La Paz y Oruro entre inexpungables montañas para liberar su espalda hacia el territorio de los mosetenés y yucarés, lindando con Mojos. La que tenía asiento en Chayanta interceptaba las comunicaciones entre Oruro y Potosí y entre Cochabamba y Chuquisaca, recibió el dominio de los realistas; no obstante se repuso. La tercer republiqueta, que circundaba Cochabamba, era Mizque que mantenía comunicación con Santa Cruz de la Sierra y Valle Grande y también con Tomina hasta Pomabamba, entre el río Grande o Huapey y el Pilcomayo. Bandas de partidarios, con centro en Porco y Siporo, se extendían hacia el sur, ligando con los valles y altiplanicies su accionar con otras guerrillas. Tarija y Chuquisaca, entre el Pilcomayo y el río San Juan, ligaba su accionar con la de Tomina y también se extendía hacia el Chaco, siendo un foco permanente la Quebrada de Cinti. ¿Cómo era el uniforme de los guerrilleros? Nada militar: sombrero de lana o montera de cuero con lentejuelas; el cuerpo cubierto con poncho; los calzones arremangados y calzados los pies con ojotas.

    Así pasaron a la gloria, quizás hoy galopan entre los desfiladeros y los valles, los senderos montañosos o los bosques umbrosos. Pero allí están, hablando y susurrando a los habitantes de una gloria común y un futuro que se desplaza permanente bajo el mensaje de tea encendida con regazos de mujer.