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    Cuadernos Hospital de Clínicas

    Print version ISSN 1652-6776

    Cuad. - Hosp. Clín. vol.59 no.2 La Paz  2018

     

    MISCELÁNEAS

     

    La sociedad cientifica de estudiantes de medicina en sus bodas de perla
    Discurso pronunciado en la Academia Nacional de Ciencias de Bolivia

     

    The scientific society of medical students n their pearl wedding anniversary

     

     

    Jorge Fernández Dorado*
    *Jefe del Departamento Facultativo de Ciencias Funcionales, UMSA

     

     


     

    La Sociedad Científica de Estudiantes de Medicina de la UMSA, ha tenido la deferencia de invitarme a pronunciar unas palabras en conmemoración de sus BODAS DE PERLA. Nada más grato y significativo; acudo a su llamado honrado y complacido.

    La vocación de la humanidad, gracias al extraordinario desarrollo del neocórtex cerebral, es indagar, buscar, descubrir; digámoslo de una vez: investigar. La horda humanoide primitiva deambulaba buscando frutos y cazando animales, era una agrupación recolectora y depredadora, además nómada, si se agotaban los recursos en un área, buscaban otra. Si no la ubicaban continuaban la búsqueda hasta encontrarla, era pues exploradora.

    Indagar, buscar, descubrir, explorar, recolectar y cazar constituyeron las estrategias de sobrevivencia de la humanidad en sus orígenes, pero claro, no era suficiente, había que inventar. Inventó el arado y surgió la agricultura. El arco facilitó la caza. El descubrimiento de las semillas que germinan, crecen y fructifican en determinadas estaciones fue fundamental para la técnica de la siembra. En lugar de cazar era mejor domesticar. La sociedad nómada se vuelve sedentaria. La caverna es sustituida por la choza. La chispa del pedernal enciende la yesca y surge el fuego y, con el fuego el hogar, para mitigar el invierno y moldear la cerámica para la cocción de los alimentos. He ahí la ciencia en sus albores sin más recursos que la comprensión del medio, el pensamiento crítico y la creatividad. En suma la inteligencia.

    En la medida en la que el cerebro se expande, progresa la humanidad. La historia de la civilización no es otra que la historia de la evolución del cerebro humano y particularmente del lóbulo frontal. El cerebro ubicado en la cúspide del organismo humano, bípedo por antonomasia, es el órgano hasta donde llegan las sensaciones conscientes y de donde proceden las incitaciones motoras, es la sede de las funciones psíquicas: gnóstico-intelectivas, afectivas, conativas y práxicas y, como expresión de esa praxis el trabajo, "fue el trabajo el que convirtió al animal en hombre", diría Engels, el gran filósofo materialista dialéctico.

    A la horda siguió el clan, al clan la familia, primero la familia ampliada ligada a la agricultura y luego la familia nuclear, ligada a la sociedad industrial. Las grandes ciudades son producto de las migraciones y así surgen los nuevos nómadas. Un norteamericano nace en Chicago, cursa la primaria en Nueva York, la secundaria en Atlanta, la Universidad en Boston, el ejercicio profesional en Houston y para disfrutar de la jubilación se retira a las playas de La Florida o Hawai.

    La vocación nómada surge también como fruto de la necesidad, empujando grandes contingentes de refugiados de la guerra o la pobreza.

    Indagar, buscar, explorar, descubrir, son la esencia de nuestra especie, pero claro, ya lo dijimos, también inventar, así aparecen la pólvora, el papel, la tinta, la escritura, el ladrillo, el cemento, manejando unas veces la piedra otras: "el mármol y el bronce que a remotas edades transmita..." como reza nuestro Himno Nacional.

    Ferrocarriles, aviones, automóviles, carreteras y autopistas acercan a las sociedades. El mundo se achica y se convierte en una aldea global gracias a la informática y la telemática, con satélites artificiales que tejen la WEB (telaraña en castellano) del ciberespacio. Microscopios, tomógrafos, endoscopios, ecógrafos y prodigiosos fármacos.

    Todo, absolutamente todo como fruto de la investigación en la sociedad del conocimiento en la que nos encontramos inmersos. En el campo de la biología, la genética se lleva la flor. La revolución del ácido desoxirribonucleico está cambiando al mundo: semillas genéticamente modificadas, células madre, terapia genética, niños probeta, concesión de pólizas de seguro previa investigación genética individualizada para calcular la expectativa de vida.

    La clonación de personas y la vida artificial se avecinan como un alud de inconcebibles consecuencias.

    Karl Popper, el célebre filósofo norteamericano concebía tres mundos. El primero físico y material, el segundo psíquico e intangible y el tercero que, cual gigantesca biblioteca, atesora toda la producción intelectual de la humanidad a lo largo de su historia: ese es el mundo del conocimiento, si él desapareciera, volveríamos a la prehistoria, retornaríamos a las cavernas, seríamos nuevamente trogloditas.

    Preservar y acrecentar el mundo tres de Karl Popper constituye la suprema misión de nuestra especie.

    En el campo de la medicina y de la enseñanza de la medicina en nuestra facultad, tenemos una gran deuda con los estudiantes y es que recién estamos asumiendo como necesidad impostergable la enseñanza que incorpore plenamente la investigación. Todavía subsisten resabios de la repetición mecánica del conocimiento. Necesitamos generar espacios que se constituyan en verdaderos semilleros de investigadores. Los países del primer mundo, hace mucho que comprendieron esto y, por señalar un solo ejemplo, en la Estación Espacial Internacional, se están realizando proyectos de investigación concebidos por niños de la escuela primaria. Un proyecto se refiere a las hojas de las plantas, si ellas tienen heliotropismo positivo, es decir, crecen en dirección al sol y sus raíces geotropismo positivo, es decir, crecen en dirección al centro de la tierra ¿cuál será su desarrollo en condiciones de ingravidez donde no existe el concepto de arriba y abajo?. Claro, el primer mundo sabe que su grandeza depende de sus niños y de sus jóvenes ligados a la investigación.

    Inspirado en estas constataciones, suelo decir a mis alumnos que la verdadera riqueza de Bolivia no yace bajo la tierra de nuestro hermoso territorio, no es la plata de Potosí, ni el estaño de Catavi, tampoco el gas del Chaco; la verdadera riqueza yace debajo de la bóveda craneal de nuestros conciudadanos.

    La misión de los centros de educación básica, intermedia, media y superior es crear las condiciones con ese objetivo.

    En lo que a nosotros concierne, el rezago de nuestra malla curricular para explotar esa veta de oro, ha desencadenado una respuesta extracurricular por iniciativa de ustedes mismos, he ahí una prueba de la creatividad de esa sangre nueva que no se contenta con lo que se le ofrece, es capaz de crear su propio espacio generador del conocimiento, esa es la Bolivia profunda que ustedes representan.

    El destino ha dispuesto, queridísimos universitarios, estudiantes de medicina, que dirija estas cuantas palabras en representación de nuestra Facultad como Decano ad ínterin en ocasión de las Bodas de Perla de vuestra Sociedad Científica y en este solemne recinto que constituye la emblemática Academia Nacional de Ciencias.

    Muchas felicidades