SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.19 issue1Possible Footprints of the Guaraní Expansion in the River Beni Basin (Bolivian Amazon)Arte rupestre de la región del lago Titicaca (Perú y Bolivia). Contribuciones al estudio del arte rupestre sudamericano N°8 author indexsubject indexarticles search
Home Pagealphabetic serial listing  

Services on Demand

Article

Indicators

    Related links

    • Have no cited articlesCited by SciELO
    • Have no similar articlesSimilars in SciELO

    Bookmark

    Revista Textos Antropológicos

    Print version ISSN 1025-3181

    Textos Antropológicos vol.19 no.1 La Paz  2018

     

    AVANCES DE INVESTIGACIÓN

     

    Continuidad y cambio cultural entre los periodos Inca y Colonial
    (1440-1534 d.C.) en un
    contexto urbano del Santuario
    de Copacabana

     

    Cultural continuity and change between Inca and Colonial periods (AD 1440-1534)
    in an urban context at the Copacabana Sanctuary

     

     

    Martha Alejo Ticona*
    * Carrera de Arqueología Universidad Mayor de San Andrés, La Paz.
    E-mail: mat.arql@yahoo.es

     

     


    La península de Copacabana fue una importante región sagrada en la época prehispánica, desde al menos el período Formativo hasta el periodo Inca. Su significado religioso trascendió estos periodos y aún hoy en día el poblado de Copacabana mantiene este carácter que se concentra principalmente en el Santuario de Copacabana. Excavaciones realizadas como parte de una investigación para la tesis de licenciatura de la autora, en un contexto urbano en el sector sureste de la mencionada Basílica, pusieron al descubierto ocupaciones prehispánicas tardías y coloniales tempranas. El material cultural hallado corresponde al periodo Inca con cerámica relacionada a actividades rituales y festines y a mayólica americana del siglo XVII encontrada en el nivel superior. Estos datos indican una ocupación Inca seguida de una posterior presencia española, luego de la conquista de esta región del Lago Titicaca. Examinar los cambios y continuidades entre ambos periodos a la luz de fuentes documentales y el registro arqueológico permite conocer los modos de vida de las poblaciones nativas antes y después del contacto hispano indígena.

    Palabras clave: Copacabana, período Inca, periodo Colonial, mayólica, Bolivia


    The Copacabana peninsula was an important sacred region duringprehispanic times, at leastfrom the Formative to the Inca period. Its religious significance transcended these periods, and even today the town of Copacabana maintains this character, which concentrates mainly in the Copacabana Sanctuary. Excavations carried out as part of the author’s undergraduate thesis degree research, in an urban context located in the southeast sector ofthe Copacabana Basilica, uncovered late prehispanic as well as early colonial occupations. Cultural materials found correspond to the Inca period included ceramics related to ritual and feasting activities and to American majolica from the seventeen century, located at the upper levels ofthe excavations. This data suggests an Inca occupation followed by a later Spanish presence, after the conquest ofthe Lake Titicaca region. The exploration ofchanges and continuities between both periods using written sources as well as the archaeological record let us know the lifeways ofnative populations before and after the Hispanic-indigenous contact.

    Keywords: Copacabana, Inca period, Colonial period, majolica, Bolivia


     

     

    La península de Copacabana se localiza en la cuenca suroeste del lago Titicaca. Constituyó un área estratégica desde tiempos prehispánicos, no solo por su geografía natural y la potencialidad de sus recursos, si no por su carácter ritual y simbólico de larga data, especialmente el de las islas de Titicaca y Coatí. Durante el siglo XV, Pachacuti Inca Yupanqui y sus descendientes conquistaron la cuenca, sometiendo a los señores locales (Stanish 2001). En este proceso de consolidación regional incorporaron a las islas de Titicaca y Coatí (del Sol y de la Luna), y a la península de Copacabana a la administración del Imperio. Durante el periodo Inca Copacabana y estas islas formaron el adoratorio más importante en la parte sureste del Imperio Inca. Su establecimiento fue posible gracias a una política de apropiación ideológica, acompañada del traslado a la región de mitimaes de distintas regiones del imperio y de linajes reales del Cusco, encargados de actividades religiosas y del servicio a los peregrinos que llegaban desde distintas regiones del imperio.

    Entre los primeros registros escritos sobre Copacabana están las crónicas del padre Alonso Ramos Gavilán (1988 [1621]), quien proporciona información detallada sobre los rituales realizados en este lugar por los Inca. La tradición religiosa de Copacabana sobrevivió siglos de políticas coloniales que buscaron la destrucción de los ídolos religiosos nativos y/o su incorporación a la religión católica bajo nuevas representaciones. Poco después de la conquista, las autoridades españolas se apropiaron de la naturaleza sagrada de la zona, trasladando el centro del culto religioso de las islas a Copacabana. Se construyó una iglesia sobre un edificio de culto y la imagen de la Virgen de la Candelaria fue colocada allí, buscando una sobreposición con los antiguos ídolos. De esta manera, los elementos religiosos nativos gradualmente se fusionaron con el catolicismo español.

    Los cambios dentro del nuevo régimen colonial implicaron también una modificación en la organización de los asentamientos humanos en la región, así como en la producción agraria y de bienes de consumo diferenciados. En este proceso de transición los habitantes del poblado de Copacabana cambiaron muchos de sus hábitos de vida, incorporando elementos culturales nuevos y resignificando prácticas culturales previas. Todo esto se manifestó en el uso de objetos de raíz indígena pero también foránea. Los patrones de consumo incorporaron objetos de estilo hispano que fueron consumidos como parte de las nuevas normas sociales tanto por gente de raíz hispana como por los pobladores locales. Por otra parte, las tradiciones cerámicas locales se mantuvieron y adaptaron dentro del nuevo contexto colonial.

     

    La región del lago Titicaca, Copacabana y las islas

    El lago Titicaca se encuentra entre las cordilleras Oriental y Occidental, en una cuenca con abundantes recursos de flora y fauna así como suelos fértiles, circunscritos a sus bahías, valles circundantes y aguas superficiales. Gracias a su potencial agrícola, piscícola y de recolección acuática la región proveyó recursos alimenticios y otros complementarios a sus habitantes a lo largo del tiempo. La cuenca del Titicaca fue propicia para actividades agropastoriles, piscícolas y de recolección. Una agricultura de tubérculos, cereales y oleaginosas, con alto contenido proteico se complementó con el pastoreo de camélidos y la obtención de recursos lacustres como peces y aves. La totora (junco acuático) se utilizó para la fabricación de balsas, importante medio de transporte y pesca. Su cercanía a la cordillera y estribaciones orientales permitió el acceso a productos como la coca, el maíz y plantas alucinógenas (Stanish 2001). Por otra parte, tuvo cercanía a recursos mineros, dándose la explotación de minas de oro en Carabaya y otros minerales desde tiempos antiguos.

    La península de Copacabana está localizada en la cuenca suroeste del lago Titicaca entre los 16° 10' de latitud sur y 69° 05' de longitud oeste, a 3841 msnm. El centro urbano actual está emplazado entre los cerros Calvario y Niño Calvario; limita al norte con las islas de Titicaca y Coatí, al este con Cusijata, al oeste con el lago Titicaca y al sur con la localidad de Yunguyo, hoy en Perú (Figura 1).

     

    Investigaciones Arqueológicas en la península de Copacabana

    Los trabajos arqueológicos realizados en la región sureste del lago Titicaca han centrado su interés en su costa sureste, en las islas del Sol y de la Luna y en las piedras talladas presentes en la península de Copacabana. Tales investigaciones tomaron diferentes perspectivas, abarcando el desarrollo de las sociedades formativas y sus centros ceremoniales, la naturaleza de Tiwanaku en estas regiones, el dominio Inca y los cambios que produjo a escala regional y local, la arquitectura prehispánica, así como el estudio de trayectorias históricas de larga duración (Albarracín-Jordán 1992, 1993; Arkush 2005; Bauer y Stanish 2001, 2004; Chávez 2008; Escalante 1994, 1997; Hastorf 2006; Hyslop 1990; Mac-Cormack 1990, 1991; Mohr y Chávez 1992, 1997; Reinhard 1992a, 1992b; Rivera Sundt 1978, 1984; Seddon 1998; Stanish 2003; Stanish y Steadman 1994, entre otros).

    Investigaciones recientes han documentado la presencia incaica en la cuenca del lago Titicaca y el impacto político que causó su incorporación al nuevo sistema (Albarracín-Jordán 1996; Hyslop 1976; Julien 1983; Stanish 1997, 2003). Se reorganizó a la población local, el sistema vial y se construyeron numerosas instalaciones estatales (incluyendo templos, complejos administrativos y almacenes). Dentro de este proceso de consolidación regional, los incas también incorporaron a las islas del Sol y de la Luna bajo la administración del Cusco (Bauer y Stanish 2004). Las investigaciones recientes realizadas por Tamara Bray y Sergio Chávez (2016) complementan la información existente con datos significativos para entender el asentamiento Inca en tierra firme y las actividades ceremoniales y comensales que allí tuvieron lugar.

    La Roca Sagrada, ubicada en el extremo norte de la isla del Sol, representó el lugar de origen del Sol y fue el destino final de una de las rutas de peregrinaje más importantes dentro el Imperio Inca y de culturas precedentes (Arkush 2005; Hastorf 2006). La travesía religiosa entraba a la península y a las islas a través de ingresos resguardados, a los que se sumaban centros administrativos e instalaciones de almacenamiento que proveían a los peregrinos de alimento y ropa durante el viaje y la entrega de ofrendas.

    La información de sitio-tamaño sugiere que las islas no fueron distritos administrativos independientes del Estado Inca, si no estuvieron ligadas a tierra firme a través de Copacabana, el centro administrativo responsable de las islas. Aunque no se tiene el dato exacto de sus dimensiones, el análisis de las calles, de los basurales expuestos y de los cortes de caminos en el pueblo indican que fue por lo menos tres veces más grande que el sitio inca de mayor tamaño en la isla del Sol (Bauer y Stanish 2004: 40). El número de sitios y el tamaño del área habitada en la isla del Sol durante el periodo Inca son considerables con respecto a periodos anteriores con un incremento de población. Es importante señalar que los tres sitios incaicos más grandes de la isla no tienen evidencia de ocupaciones más tempranas, lo que sugiere que los incas establecieron estos poblados después de incorporar la isla a su imperio.

    Copacabana es conocida histórica y arqueológicamente como uno de los centros rituales más importantes del Imperio Inca (Bauer y Stanish 2001, 2004; Stanish 2003). El significado sagrado de la península y de las islas del Sol y la Luna es comparable con otros centros ceremoniales de primera magnitud dentro del imperio como Cusco y Pachacamac (Bandelier 1910; Hastorf 2006; Seddon 1998; Stanish y Bauer 2001). Las amplias instalaciones en la península de Copacabana tenían la función de acoger a los masivos grupos de visitantes que se concentraban en las poblaciones de Copacabana, Lokha y Yunguyo.

    Las construcciones estatales como templos, almacenes (qollqas), hospedería para peregrinos, caminos reales y rocas talladas, distribuidas en los espacios del Santuario de Copacabana (Intinkala, Baño del Inca, Inca Banderani y otros), constituyen símbolos físicos del control Inca sobre la península (Escalante 1997; Rivera Sundt 1984). La importante presencia pre incaica e Inca en los alrededores y centro urbano de Copacabana ha sido sistemáticamente registrada en los últimos años a través de excavaciones (Bray y Chávez 2016; Chávez y Mohr 1992, 1997; Portugal Ortiz 1992), reconocimientos y prospecciones regionales (Albarracín-Jordán y Pareja 1992; López Bejarano 2015; Strecker 2012). Estudios del periodo republicano hacen referencia a la hacienda de Cusijata una residencia asociada a afluentes de agua que posteriormente se constituye un centro productivo símbolo de poder en la región (Torrico Pacheco 2013).

     

    Hacia un estudio de los procesos de cambio cultural entre los períodos Inca y Colonial Temprano

    Las investigaciones citadas muestran que el interés por investigar el pasado prehispánico se ha diversificado en los últimos años y que, en este proceso, se ha dejado de lado las evidencias de periodos históricos y con ello los estudios de los procesos dados en la colonia y república desde las evidencias materiales. En este sentido, el presente trabajo se orienta a examinar los cambios y continuidades que se dieron entre el fin del periodo Inca y la Colonia temprana.

    Varios son los argumentos vertidos acerca de la caída del Imperio Inca, la principal causa se atribuye a la rivalidad política entre Huáscar y Atahuallpa por el control del imperio. La facción vencedora estaba en las fases iniciales de la toma de control cuando irrumpieron los españoles, coartando los procesos locales para preservar un imperio unificado y anexar nuevos territorios. La conquista española puso fin al Imperio Inca y sus dinámicas expansivas. El poder destructivo de las armas, la pólvora, lanzada hasta diez metros por el mosquete y el arcabuz, representó un elemento superior, que se impuso sobre las lanzas y hondas de los soldados cusqueños (Espinoza Soriano 1986).

    Desde mediados del siglo XVI, el Imperio Español tomó control del área andina y progresivamente fue consolidando sus nuevos territorios dentro de una estructura administrativa y social distinta a la precedente. En este proceso antiguos poblados y centros administrativos fueron ocupados como en el caso de Copacabana. Los españoles, al igual que los Incas, tomaron control del poblado y de las islas con el propósito de apropiarse ideológicamente de un centro religioso tan prestigioso y resignificarlo dentro de sus pautas y valores culturales. De este modo, los sacerdotes católicos identificaron a los dioses andinos con la Virgen María y otros santos cristianos, promoviendo una serie de procesos de sincretismo cultural que hoy en día se mantienen vitales. Bajo el régimen colonial Copacabana mantuvo su prestigio como un centro religioso de peregrinación, convirtiéndose en un poblado importante en la cuenca sur del lago Titicaca.

    Se conoce que algunas familias de la nobleza incaica permanecieron en Copacabana durante el siglo XVI y después. Los breves datos sobre ellas muestran el grado de reconocimiento que poseía no solo ante la sociedad indígena local sino ante los españoles arraigados en el poblado. Según Zuidema (1978), Inca Sucso, de la panaca real de Viracocha fue enviado por el Inca como gobernador a Copacabana. La élite cusqueña en Copacabana buscó hacer reconocer sus privilegios de nobles y reivindicar su status social ante los españoles, al igual que otros señores en los Andes. La élites descendientes de la nobleza incaica ocuparon una posición intermedia en el sistema colonial, buscando diferenciar su status social a través de su forma de vestir, a la usanza de sus antepasados en actos públicos de relevancia como ceremonias y fiestas católicas o, mandando a pintar sus retratos junto a las dinastías españolas, al mismo tiempo que siguieron usando vasos ceremoniales o qeros (Stastny 1986). Los memoriales fueron los instrumentos jurídicos para reclamar su posición en la sociedad colonial y, una vez que las solicitudes eran atendidas de manera favorable, tuvieron el derecho a usar escudos de armas y otros objetos de distinción. Muchas veces los blasones de nobleza se plasmaron en las portadas de los caciques en los poblados. En Copacabana algunas casas algunas casas llevaron este tipo de elementos en las cuadras aledañas a la Basílica.

    Sin embargo, poco es lo que se conoce sobre los procesos de continuidad y transición del periodo Inca a la Colonia temprana y cómo esto se manifestó dentro de la ocupación del poblado y el uso de los objetos materiales. En ese sentido esta investigación busca esclarecer algunos de estos aspectos a partir del estudio, mediante excavaciones, de una de las zonas nucleares del pueblo de Copacabana, aquella de mayor status, donde se construyó la Basílica.

     

    Análisis urbano del poblado

    Durante el periodo Colonial la estructura de las ciudades tuvo una composición espacial regulada a través de ordenanzas promulgadas por los reyes de España durante el siglo XVI. El trazado urbano siguió el patrón de configuración de plaza mayor-damero, a manera de cuadrícula (Funari 1995). El trazado urbano en Copacabana siguió este patrón, con un reticulado que se estructura a partir de la plaza principal (2 de febrero). Esta distribución se estableció sobre el patrón incaico con una división dual en Hanansaya y Hurinsaya, siendo la primera, la mitad de arriba más prestigiosa. La parcialidad de Hanansaya de Copacabana estaba constituida por los descendientes de la élite incaica asentada por Tupac Yupanqui para el control de las poblaciones de mitimaes llevadas a la región desde distintas partes del imperio con el objeto de servir al santuario. La línea que divide las dos mitades se inicia en la actual avenida La Paz, originándose a partir de allí las cuatro zonas principales que, a medida que la población aumentó se subdividieron (Figura 2). Así, la parte este de Copacabana es la más prestigiosa, incluyendo a la Basílica y la plaza principal.

    El pueblo de Copacabana conservó su trazado tradicional, correspondiente al siglo XVII hasta aproximadamente la primera mitad del siglo XX. Aunque en la década de 1970 se promulgó normativa para protegerlo considerando sus valores patrimoniales, su crecimiento debido al turismo, comercio y otras actividades ha hecho que se destruyan las casas coloniales y republicanas tradicionales por edificios que rompen con el contexto histórico (Alejo 2013: 60). En este contexto, un ejemplo de vivienda posiblemente de alto status por situarse en el sector de Hanansaya y al lado oeste de la Basílica, colindando con ella, es la vivienda escogida para esta investigación (ver Figura 4). Esta estructura residencial fue destruida y sustituida por dos estructuras modernas. El arquitecto Jorge Choquetaxi, funcionario del Municipio de Copacabana, proporcionó datos sobre la vivienda colonial que permiten tener una idea de su conformación: "de altura baja, edificada con ladrillos y blanqueada a cal, techo plano, con un patio interior con una fuente central" (Figura 3). La vivienda fue parte de la Basílica, ubicada en su lado oeste junto a la hospedería principal. A fines del siglo XIX y durante parte del XX fue ocupada por la familia Pérez del Castillo; luego sus descendientes la vendieron y, actualmente fue dividida para el funcionamiento de los hostales Boston e Imperio.

     

    Comparando fuentes documentales, análisis urbano e historia oral

    La contrastación de fuentes documentales, orales y el análisis urbano permiten analizar el grado de continuidad y cambio ocurrido después del colapso del Imperio Inca, el inicio del periodo Colonial y hasta la actualidad. La sociedad colonial instituyó nuevas costumbres, y tipos de organización social y económica. Las formas de vida urbana se enfatizaron. En este contexto Copacabana colonial se desarrolla dentro de un ambiente de extirpación de idolatrías y una campaña activa de reemplazo o sincretismo de poderosas deidades regionales por el dios católico y sus santos. Es así que, sobre las ruinas de un templo incaico se construye el santuario de Copacabana y se entroniza a la Virgen de la Candelaria como su patrona. De este modo, el gran centro de peregrinaje del lago Titicaca quedó inmerso dentro de la religión católica y las antiguas prácticas de peregrinaje continuaron resignificadas bajo la nueva advocación cristiana.

    En términos sociales y políticos el culto a la virgen proporcionó lazos de continuidad a nivel cultural y religioso, afirmando la transición entre el pasado andino y el nuevo orden colonial cristiano, permitiendo una continuidad en la sacralidad del lago Titicaca. Los lazos de continuidad permitieron la persistencia de ciertas estructuras andinas, referidas a las relaciones de poder entre Hanansaya y Hurinsaya. Entre los mitimaes asentados en la península, cuya presencia transformó so-cialmente la región, los descendientes de la élite incaica formaron parte de Hanansaya (arriba) y los naturales del lugar Hurinsaya (abajo).

    Francisco Tito Yupanqui, el escultor de la virgen, fue miembro de la nobleza Inca y de la parcialidad Hanansaya. La supremacía de esta parcialidad permaneció durante el periodo Colonial en términos sociales y simbólicos. El padre de Francisco fue Paullu Inca, personaje afiliado a los españoles que promovió un acercamiento con la religión cristiana. De esta manera, la imagen de la Virgen de Copacabana, creada por su hijo, se entiende como una reivindicación de su padre Paullu y como un vínculo para la perpetuación de la panaca de Viracocha (Bouysse Cassagne 2004).

    La historia oral menciona que el pueblo de Copacabana fue uno de los asentamientos más grandes del siglo XVI, junto a las poblaciones de Yunguyo, Ilave, Pomata y Zepita. Puno fue uno de los asentamientos españoles más importantes de la cuenca. Desde la colonia las familias más importantes de Copacabana, como la Garcés, estuvieron relacionadas con este pueblo al tener propiedades en su jurisdicción y en otros lugares como la isla del Sol.

     

    Excavaciones en el sector sur-este de la Basílica de Copacabana

    Durante el año 2011 se iniciaron trabajos de construcción de nuevos ambientes para los religiosos dentro del sector sur-este de la Basílica. Aprovechando esta situación y tomando en consideración la importancia histórica del lugar donde se emplazó la vivienda colonial, se solicitó a las autoridades del convento realizar excavaciones arqueológicas de manera paralela alos trabajos de construcción.

    Esta situación hizo que las excavaciones fueran limitadas, explorándose solo algunos sectores. La casa colindaba con el muro sur de la Hospedería colonial del santuario. En total se abrieron dos unidades de excavación (Alejo 2013: 61-68), sólo una de ellas brindaron información significativa y son las que se mencionan a continuación (Figura 4). En las unidades excavadas la estratigrafía fue compleja debido a los procesos urbanos que la alteraron y disturbaron. Rellenos de basura contemporánea cortaron estratos con presencia de material Colonial e Inca. Es probable que pisos de ocupación y restos de arquitectura se encuentren debajo del entorno de la basílica y estructuras actuales.

    La primera unidad de excavación de 1 x 1 m, se ubicó próxima al muro sur de la Hospedería. Afortunadamente su estratigrafía estuvo poco disturbada, habiéndose identificado cuatro estratos culturales y uno natural o estéril (Figura 5). El primer estrato correspondió a un empedrado y piso de cemento asociados a una matriz arcillo arenosa disturbada que contuvo fragmentos cerámicos del periodo Republicano. Un segundo estrato arcilloso presentó material cerámico Colonial con piezas esmaltadas azul sobre blanco y variantes en color verde, además de fragmentos sin esmalte que muestran una continuidad y/o similitud en forma y acabado con la alfarería Inca. Un tercer estrato franco arcilloso mostró fragmentos cerámicos incaicos así como otros materiales. El cuarto estrato de conformación limo arcillosa corresponde a un basural con restos de cerámica Inca, restos óseos de aves, camélidos y peces, además de carbón. Finalmente un quinto estrato franco arcillo arenoso no evidenció materiales culturales.

    Por la evidencia encontrada se amplió la unidad hacia el este, en un área de 3 m x 80 cm, denominándola Unidad 2. Desafortunadamente, se encontró contextos alterados por la construcción de viviendas, la instalación de cañerías de agua y alcantarillado. Debido a ello se excavó en niveles arbitrarios siguiendo la estratigrafía de la unidad anterior como guía. Estos niveles contuvieron materiales de filiación Republicana, Colonial e Inca que habrían correspondido a una estratigrafía similar a la de la primera unidad.

    La tercera unidad de excavación de 2 x 2 m, fue ubicada al lado sur de la Basílica, próxima al convento. La estratigrafía correspondió a un relleno o colapso de una estructura que contuvo material cultural Inca e histórico mezclado con desechos actuales. Al parecer el lugar fue utilizado para hacer adobes y obtener piedras de construcción y los hoyos posteriormente rellenados con basura actual.

     

    Análisis de los materiales

    El periodo Inca, su alfarería y consumo de fauna

    La cerámica incaica se distingue por formas e iconografías estandarizadas que acompañaron la expansión del imperio y la difusión de su ideología de Estado. Entre ellas, los aribalos, escudillas, cuencos, platos con cabeza de ave, kerus, jarras, vasijas con pedestal y grandes cántaros fueron las más representativas. Tales vasijas se utilizaron en diversos contextos se asocian con actividades especiales de comensalidad y festines. La cerámica diagnóstica del Santuario de Copacabana es fácilmente identificable por su pasta, forma, tratamiento de superficie y decoración. Siguiendo los atributos de la alfarería imperial de la región de Cusco. Sobre una muestra de 218 fragmentos de filiación Inca se trabajaron aspectos morfológicos, tecnológicos y estilísticos, tomando en cuenta la definición del estilo Inca-Cuzco de Rowe (1944) y Meyers (1975) y el análisis de atributos por separado (Steadman 1994).

    Los fragmentos cerámicos recuperados en excavación corroboran la documentación colonial sobre el asentamiento Inca en el lugar como un área ritual y de control de peregrinos hacia las islas. La variabilidad cerámica sugiere contextos correspondientes a actividades especiales de comensalidad y festines. El tercer estrato de la Unidad 1 corresponde a la ocupación Inca e incluye fragmentos de aribalos con diseños cusqueños: bandas verticales, figuras geométricas, doble X flanqueada por motivos de helechos o paneles "khipu", de preferencia sobre engobe rojo (Figura 6).

    La pasta es compacta, con cocción oxidada, presenta paredes medianas entre 0.5-1 cm de espesor, con inclusiones de tiesto molido, cal o feldespatos y arena, presentándose las tres juntas, en su mayoría multicolor. Los atributos son similares a los definidos por Rowe (1944) sobre todo en aribalos y platos profundos, lo que contrasta con las pastas de cerámica doméstica, con inclusiones de mica dorada características de la tradición local o Inca Provincial (Matos 1999). Como se mencionó, los fragmentos muestran diseños cuzqueños: figuras geométricas, combinados de líneas en zigzag, doble X flanqueada por motivos de helechos. Los diseños son estandarizados mostrando figuras geométricas, rombos y filas de triángulos negros sobre engobe café, enmarcados con líneas horizontales (Figura 7). Los platos profundos y cuencos o formas no restrictas aparecen con mayor frecuencia y están pintadas con líneas finas transversales de color negro. La decoración muestra exclusivamente bandas de colores bajo el borde: líneas paralelas horizontales, motivos de helechos sobre engobe rojo y naranja. La pasta es oxidada, con paredes delgadas 0.5 cm de grosor, con inclusiones de pizarra suave/ feldespato y tiesto molido (Figura 7).

    Incluye una variabilidad de cerámica diagnóstica decorada de estilo cusqueño, alfarería doméstica y de lujo. Son frecuentas las vasijas de almacenaje de líquidos, al igual que la diversidad de restos de fauna. Estos elementos indicarían una ocupación residencial y de administración estatal, probablemente un lugar de reuniones públicas para actividades rituales y comensales.

    Estos resultados son corroborados por los obtenidos en la Unidad 2, estrato 3, en el que se aprecian diferentes formas para cocinar, servir y contener líquidos, siendo predominantes los aribalos con diseños geométricos sobre engobe naranja y jarras con engobe rojo. Se encuentran con mayor frecuencia los platos profundos decorados bajo el borde con motivos de helechos, líneas paralelas horizontales y bastones en translación, definido como embrión de quinua, sobre engobe rojo (Figura 9). En esta unidad se identificó el estilo Pacajes-Inca decorado con llamas estilizadas, así como el estilo cusqueño descrito para la Unidad 1. Los platos profundos y cuencos presentan decoración interna en su borde. La cerámica utilitaria no decorada aumenta en frecuencia, distinguiéndose fragmentos con pasta café sobre todo en ollas y jarras. La pasta es porosa con inclusiones de arena y mica. Algunos fragmentos de cerámica doméstica presentan superficies alisadas con una aplicación descuidada de un baño o engobe rojo y están cubiertos de hollín.

     

    La Unidad 3 también mostró cerámica decorada, son comunes los platos profundos decorados aunque la cerámica utilitaria se presenta en mayor proporción. El estilo Pacajes Inca también está presente. También se identificó una pequeña vasija decorada con diseños geométricos y líneas que ha sido reportada en contextos funerarios y como ofrendas por Stanish y Bauer (1996) para Iñak Uyu en la isla de la Luna y por Bauer (1991) para Maukallaqta en Paruro al sur de Cusco (Figura 10).

    La alfarería descrita es similar a aquella hallada por Bauer (1996) en distintos sitios de la isla del Sol como Mama Ojlia, Chincana, Roca Sagrada y Kasapata, encontrada en contextos ceremoniales o de élite. Estas similitudes sugieren que la cerámica excavada se relacionaría con actividades públicas como reuniones y festines. La cerámica importada se vincularía con áreas administrativas del imperio en este sector del lago Titicaca.

    Los atributos del ensamble de la cerámica recuperada en el sector de la Basílica muestran similitud con la cerámica diagnóstica de Intinkala sitio inca recién excavado a escasos metros de la Basílica. Estudios realizados mediante activación de neutrón a una muestra de tiestos de Intinkala, dieron como resultado un mínimo componente del rango de tiestos de la región del Cusco el resto coinciden con otros materiales de la zona del Titicaca (Brayy Chávez 2016).

    El cuarto estrato de la Unidad 1, fue un basural que brindó la oportunidad de analizar los patrones de consumo de fauna para el periodo Inca. Se recuperaron huesos de pescado y camélidos. Una comparación con colecciones de referencia de la Colección Boliviana de Fauna indicó la presencia de llama (Lama glama) y peces del género Orestiassp., Trichomycterus o suche, además de aves. Estos datos muestran la importancia de los recursos locales no solamente en la alimentación diaria sino en actividades comensales. Los restos de vértebras, escamas y pedazos de aleta de peces sugieren la preparación de un estofado de pez que se cocinó entero, una probable sopa o wallake.

    Periodo Colonial - continuidad y cambio cultural

    La fragmentación de la hegemonía Inca y el establecimiento de un nuevo orden colonial quedaron marcados en varios elementos de la cultura material como la cerámica. A nivel regional en la cuenca del Titicaca se identifican cambios principalmente en los atributos decorativos. La decoración polícroma con motivos figurativos es muy escasa ya que representar aves, plantas o astros tenía un carácter idólatra (Gisbert 1997: 4). Se encuentran ejemplos de cuencos con representaciones de suches y botijas elaboradas a torno para el transporte de vino en Hatunco-lla, sur de Puno (Julien 1983). En Milliraya, en la cuenca norte, Spurling (1992) reportó material similar al mencionado por Julien, además de cuencos y tazones sin decoración y engobe.

    En la cuenca sur del lago estudios regionales evidenciaron en la morfología, pastas y acabados de ciertos cuencos, platos y vasijas de almacenamiento continuidades tecnológicas con el periodo Inca, en particular los cuencos con bordes curvos Albarracín-Jordán y Matthews (1990: 175). El estilo Pacajes Tardío propuesto por los autores para el valle de Tiwanaku, con sus característicos cuencos o platos con bordes everti-dos es común y novedoso. Tiene pastas rojizas y compactas, con inclusiones de arena y una decoración de puntos negros y blancos y en algunos casos líneas paralelas. Estos datos muestran que regionalmente hubo una continuidad en las tradiciones alfareras en la cuenca, sobre todo en el uso de pastas, algunas formas y acabados luego del colapso del Imperio Inca y durante la Colonia temprana. Estas tradiciones se fueron modificando y adoptando nuevos cánones sobre todo en la forma de las vasijas de servir, como en el caso de los platos con bordes evertidos que se hacen populares.

    Junto a estas tradiciones y producciones locales aparecieron cerámicas importadas de forma limitada. Esto respondería a las condiciones geográficas y al control ejercido por funcionarios de la Corona que fue mayor en algunos sitios que en otros, lo que limitó la adquisición de bienes de prestigio como la mayólica. Las evidencias indican un acceso limitado a esta cerámica esmaltada debido a varios factores, entre ellos la distancia a los puertos marinos para la importación de bienes, particularmente a las vajillas de mesa producidas en Panamá (Van Buren 1999: 119;Jamieson2001:47).

    Las distancias entre Panamá y las colonias en Perú fueron grandes y explicarían la escases de mayólicas en las excavaciones realizadas en Copacabana. Un número reducido de tiestos con esmalte1 azul sobre blanco se recuperó en los niveles superiores de excavación. Las formas corresponden a escudillas, cuencos y platos de distintos tamaños, pintados en azul sobre el esmalte blanco. Tienen paredes delgadas de 4 a 5 mm de espesor y las más finas están entre 0.5-1.5 mm. Todas presentan una pasta roja brillante con inclusiones de cuarzo. Sus características son similares a aquellas descritas para las mayólicas panameñas, en la variante azul sobre blanco fechada entre 1600 y 1650 (Deagan 1987; Goggin 1968: 148; Florence y Robert Lister 1974; Long 1967). También se encontró un borde de un plato grande y la base anular de una vasija portátil para contener o verter líquidos con las mismas características de manufactura ya descritas (Figura 11). El análisis del barniz por Fluorescencia de Rayos X realizado en la Facultad de Ciencias Geológicas de la UMSAindicó, entre los elementos mayoritarios de la composición, un esmalte plumbífero (Pb) y la adición de óxido de estaño (Sn) para darte dureza y brillo. Incluye también cobalto (Co) justificando el color del tinte azul (Alejo 2013: 84).

    Se ha reportado similar contexto de uso en los trabajos del convento de Santo Domingo de Lima, donde se halló cerámica del siglo XVI-XVII y objetos de uso cotidiano de Lima republicana. La caracterización química por análisis de Activación de Neutrón de las pastas, se han analizado con vidriados opacos blancos con decoraciones azules sobre blanco, verde sobre blanco, verdes y amarillos sobre blanco corresponden a los centros producción de Panamá (Coello 2008).

    El resto del material diagnóstico es muy pequeño imposibilitando distinguir las formas. El uso de estas vajillas de mesa por posibles residentes españoles fue complementado por vasijas de uso doméstico y de almacenaje, de factura local. Al respecto, Rice (1997a: 458) indica que las cántaros grandes se usaron para almacenar vino y pisco, bebidas que se importaron de Arequipa y Moquegua, costa sur de Perú, para los centros regionales del altiplano, tanto en el lago Titicaca como en el área minera de Potosí.

    La importación de mayólica declina en Europa a finales del siglo XVI debido a que las élites consideran como expresión de lujo el contar con vajilla de metales preciosos importados de las minas americanas. Así Panamá fue uno de los centros creados para suministrar a las colonias españolas, con un especial simbolismo en los objetos de mesa reproduciendo a aquellos que tenían en España. De acuerdo con Florence y Robert Lister (1974), el epílogo de la producción de cerámicas panameñas a finales del siglo XVII, motiva el surgimiento de nuevos centros de producción de mayólicas en los virreinatos del sur del continente americano, específicamente en la región andina respondiendo al contexto económico comercial en las colonias. De tal suerte parecen consolidarse otros centros de producción en Quito-Ecuador (Jamieson 2004), Lima, Cusco, Moquegua, Arequipa y Santiago de Pupuja en Perú (Flores et al. 1981; Rice 1997).

    La mayólica peruana presenta ciertas características estilísticas y formales que hacen identificable en el contexto americano. Resulta particular el vidriado zonificado o parcial, así como el uso de tonalidades verdes y marrones en los diseños decorativos. La pasta es de color naranja o rojizo, contrastando con las cerámicas provenientes de Europa. Las mayólicas andinas se caracterizan por una pasta de color rojizo, las vasijas realizadas a torno en una amplia variedad de formas como jarras, platos, candelabros y otros. En algunos casos presentan figuras moldeadas de aves, el vidriado es visualmen-te opaco, con una tonalidad verdosa (Lister y Lister 1974). En Arequipa se implementa el uso de color verde y marrón desde el siglo XVII, en Cusco la mayólica polícroma verde, marrón, amarillo se produce a partir del siglo XVIII. Las lozas polícromas en Lima se producen a partir del siglo XVI, mientras que en Puno se da un siglo después. En todos los casos resaltan los diseños de influencia occidental aves, flores, emblemas y escudos, sin embargo se observan motivos de tradición nativa (Acevedo 1986, 2004; Rice 1997).

    En este contexto, otro grupo identificado para el periodo Colonial en este estudio se compone de fragmentos, mucho más frecuentes que las mayólicas, cubiertos por esmalte blanco en ambas caras, sin una buena calidad de manufactura. Se trataría de una producción local que imita a la vajilla española pero con atributos locales. También aparece cerámica esmaltada con tintes verdes y cafés que, por sus características se relacionarían con los centros políticos de Puno y Cusco, en los que existieron talleres artesa-nales cerámicos. Las formas corresponden a jarras y cuencos, la pasta varía de un color rojo a naranja, con inclusiones de arena seleccionada (Figura 12).

    Junto a estas piezas se encontraron fragmentos de vasijas con decoración estampada que corresponden a periodos más tardíos. Al parecer, los artículos de lujo de uso exclusivo de las élites, fueron copiados y producidos a un costo más bajo, lo que permitió una distribución más amplia entre segmentos sociales menos privilegiados que los incorporó en su vida cotidiana. Incluye también trozos de cañería cónica para agua, vidrio, porcelana, así como materiales de construcción, principalmente baldosas vidriadas de distintos colores, similares a las que actualmente se ven en las cúpulas de la Basílica.

     

    Conclusiones

    En este trabajo se examinó las continuidades y cambios en el uso de elementos de cultura material que se dieron entre el final de periodo Inca y el periodo Colonial en un sector del poblado de Copacabana. El asentamiento hispano en Copacabana tuvo entre sus objetivos de poner fin a la idolatría de la Roca Sagrada de la isla del Titicaca, para lo cual se redujo a la población local en este centro, y se cambió las actividades culto religioso de las islas hacia tierra firme, emplazando el santuario de la virgen de la Candelaria en el antiguo poblado Inca. La división de parcialidades fue mantenida en Copacabana, siendo la parte este del poblado, Hanansaya, la más prestigiosa, lugar donde se encuentra la Basílica y el área de la vivienda colonial objeto de estudio.

    Los resultados del estudio en el área de la Basílica y del material recuperado indican un área de ocupación y actividad inca y un asentamiento hispano posterior. La ocupación inca debió estar vinculada a las actividades del templo inca que existió en el lugar y se relacionarían con actividades comensales y rituales a juzgar por el tipo de cerámica encontrada, principalmente vasijas de servir, de almacenaje y preparación de alimentos. Los restos de fauna analizados muestran también un consumo de carne de camélido y pescado, como parte de estas actividades comensales. Los estilos cerámicos encontrados, relacionados con un Inca Cusqueño, sugieren su uso en contextos públicos y por personas de alto status.

    Durante el periodo Colonial el área cambia de función, aunque su carácter religioso se mantiene. Se construye una vivienda, posiblemente asociada al convento o a los religiosos del mismo y se consumen cerámicas de factura local y también importada. Las mayólicas panameñas, vajilla de alto status, sugiere que llegó desde centros importantes como Lima o Cusco para ser utilizadas por los religiosos dominicos a cargo del santuario. Con el tiempo y posiblemente entre los siglos XVII y XVIII se consumió cerámica esmaltada producida en el altiplano cuyo acceso fue más común. En todo este proceso las cerámicas de factura local, más relacionadas con actividades domésticas, muestran una continuidad con las técnicas de manifactura prehispánicas.

    Cerámicas estampadas más tardías mostrarían cambios en el consumo de bienes, de acuerdo a la época y a los gustos de los habitantes de la casa que en inicio perteneció a la Basílica. A fines del siglo XIX y durante parte del XX, la vivienda fue ocupada por la familia Pérez del Castillo que posteriormente sus descendiente vendieron y actualmente se hallan en su lugar los hostales Boston e Imperio.

    Este trabajo constituye un primer paso para entender cambios y continuidades en el consumo de bienes entre los periodos Inca y Colonial en el poblado de Copacabana. Los resultados obtenidos sientan las bases para una comparación regional entre materiales cerámicos locales e importados y así avanzar en el estudio de los procesos sociales acaecidos en esta región del lago Titicaca.

     

    Notas

    1 La presencia de la mayólica, variante azul sobre blanco se relaciona a los bienes de prestigio u objetos de mesa de los religiosos dominicos a cargo de la Basílica en la época, como indican las referencias llegaron a centros de Lima o Cusco y enviados a Copacabana.

     

    Referencias citadas

    Albarracín-Jordán, J. 1990 Asentamientos prehispánicos del valle de Tiwanaku, Vol. 1. Producciones CIMA, La Paz.        [ Links ]

       1992 Archaeological Survey in the Copacabana Peninsula Bolivia. Informe inédito presentado al Instituto Nacional de Arqueología, La Paz.

    Acevedo, S. 1986 Trayectoria de la cerámica vidriada en el Perú. En Vidriados y mayólica del Perú, editado por F. Stastny y S. Acevedo, pp. 19-29. Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima, Perú.        [ Links ]

    Alejo Ticona, M. 2013 Continuidad y cambio cultural entre los períodos Inca y Colonial (1440-1534) en un contexto urbano del santuario de Copacabana. Tesis de licenciatura, carrera de Arqueología Universidad Mayor de San Andrés, La Paz.        [ Links ]

    Bauer, B. S. y C. Stanish 2004 Archaeological Research on the Islands of the Sun and Moon, Lake Titicaca, Bolivia: Final Results from the ProyectoTiksi Kjarka. Cotsen Institute of Archaeology, Monograph Series N. 52, Universidad de California, Los Angeles.        [ Links ]

    Bray, T. L., y S. Chávez 2016 Copacabana y el Estado imperial Inca: Topografía y temporalidad de un sitio sagrado. Informe presentado a la Unidad de Arqueología y Museos, La Paz.        [ Links ]

    Bray, T. L., S. Chávez y L. Minc 2018 Recent Research on the Inca Presen ce in Copacabana, Bolivia. Poster de investigación presentado en la 83 Reunión Annual de la Sociedad de Arqueología Americana, Washington D.C.        [ Links ]

    Escobar Santos, R. 1998 Los Incas de Copacabana un ejemplo de la reivindicación aristocrática indígena siglos XVI-XVII. Textos Antropológicos 9: 11-20.        [ Links ]

    Jamieson, R. 2001 Majolica in the Early Colonial Andes: The Role of Panamanian Wares. LatinAmericanAntiquity 12(1): 45-58.        [ Links ]

    Lister, F. C., y R. H. Lister 1974 Majolica in Colonial Spanish America. HistoricalArchaeology 8:1 -52.        [ Links ]

    Funari, P. P. 1994    South American historical archaeology. Historical Archaeology in Latin America 3: 1-14.        [ Links ]

       1995    The archaeology of Palmares and its contribution to the understanding of the History of African-American culture. Historical Archaeology in Latin America 7: 1-41.

    Iñañez, J., J. Martín G, y A. Coello 2008 La mayólica del convento de Santo

    Domingo siglos XVI-XVII, Lima. Rice, P. 1996    Archaeology of Wine: The Wine and Brandy Haciendas of Moquegua, Peru. Journal of Field Archaeology 23(2): 187.

    Ramos Gavilán, Alonso 1988 [1621] Historia del Santuario de Nuestra Señora de Copacabana. I. Prado Pastor editor. Gráfico P.L. Villanueva S.A., Lima.        [ Links ]

    Rowe,John 1944 An introduction to the Archaeology of Cuzco. Papers of the Peabody Museum of American Archaeology and Ethnology, vol. 27(2). Harvard University, Cambridge.        [ Links ]

       1946 Conquest. En Handbook of South American Indians, editado por J. Steward,Vol.21 pp. 188-330. Cooper Square Publishers, New York.

    Schávelzon, Daniel 2001 Catálogo de Cerámicas Históricas de Buenos Aires (siglos XVI-XX) con notas sobre la Región del Río de la Plata. Fundación para la Investigación del Arte Argentino, Telefónica, Centro de Arqueología Urbana, Facultad de Arquitectura.        [ Links ]

    Stastny, Francisco 1986 Iconografía Inca en mayólicas coloniales. Museo de Arte e Historia de la Facultad de letras y ciencias humanas Lima-Perú.        [ Links ]

    Torrico Pacheco, R. Miguel 2013 Ocupación reocupación de la hacienda de Cusijata Copacabana, Bolivia; de la colonia a la república. Tesis de licenciatura, Antropología Arqueología Universidad Mayor de San Andrés La Paz.        [ Links ]

    Van Buren, Mary 1999 Tarapaya: An Elite Spanish Residence near Colonial Potosi in Comparative Perspective. Historical Archaeology 33(2): 108-122.        [ Links ]