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    Revista Textos Antropológicos

    versión impresa ISSN 1025-3181

    Textos Antropológicos v.18 n.1 La Paz  2017

     

    ARQUEOLOGÍA

     

    El legado de los estudios de Wendell C. Bennett en Bolivia (1932-1934)

     

    The Legacy of Wendell C. Bennett's Studies in Bolivia (1932-1934)

     

     

    Juan Albarracin-Jordan *
    * Investigador asociado al Instituto de Investigaciones Antropológicas y Arqueológicas de la Universidad Mayor de San Andrés.

     

     


    Los gobiernos liberales de la primera mitad del siglo XXperpetuaron el modelo de desarrollo económico basado, esencialmente, en la renta minera. La explotación del “metal del porvenir", como se denominó al estaño, solo perpetuó el desengaño del conjunto de la sociedad, substancialmente de las comunidades indígenas que proveían la fuerza de trabajo en las minas y que tenían sus territorios desprotegidos por el estado. El arribo de los republicanos al poder no cambió el modelo, ensanchándolo, por el contrario, con la aún incipiente renta petrolera. El histórico conflicto con los ayllus andinos por la tierra se mantuvo intacto. La respuesta a las demandas fue coercitiva, convergente con el discurso racista predominante de las élites urbanas. La épica posnanskiana sobre Tiwanaku nutrió ese discurso en desmedro de estudios arqueológicos sistemáticos, como los que Wendell Bennett llevó a cabo en Bolivia. El impacto que tuvieron estos estudios se limitó a la esfera académica en otros países, fundamentalmente porque, (i) Bennett no se interesó en traducir y divulgar sus publicaciones en Bolivia; (ii) la Guerra del Chaco era la prioridad del gobierno y el país; y (iii) las autoridades bolivianas se sentían cómodas y complacidas con la narrativa de Posnansky. De forma parecida a lo que ocurrió con la obra de Bennett y su relación con la épica posnanskiana, otra leyenda, en la actualidad, ha desplazado a la ciencia. La nueva fábula sobre la “ cultura indígena" como esencia inmutable, o como avatar estático, sostiene el discurso y los intereses de las nuevas élites. De este proceso sólo han surgido nuevas paradojas y mayores interrogantes sobre la genuina situación por la que atraviesan los pueblos indígenas y cómo se define el destino de Bolivia.

    Palabras clave: Bolivia, arqueología boliviana; Tiwanaku, Chiripa, particularismo histórico, patrimonio cultural, pueblos indígenas.


    The liberal governments ofthe first half ofthe twentieth century perpetuated the model ofeconomic development based, primarily, on mining growth. The exploitation oftin, or the “metal ofthe future", as it was referred to, magnified the embitterment and unrest ofthe working class, including the indigenous communities, which were the main source of labor for the mines, while, at the same time, had their territories unprotected by the state. The economic model remained basically unchanged, when the Republican party came to power in 1921. Nonetheless, oil revenues, while still in an incipient stage at the time, widened Bolivia 's economic dependence on the extractive industries. The cyclic land conflict with theAndean ayllus escalated to violent clashes with military troops. The coercive response, both from liberals and republicans, was consistent with the predominant ideology ofthe urban elites. The posnanskian epic on Tiwanaku -based on racial prejudice and pseudo-scientific arguments -invigora-ted the elite's narrative on indigenouspeoples'past andpresent. The impact of systematic archaeological studies,such as those that Wendell Bennett carried out in Bolivia in the early 1930s, was confined to academk áreles in other countries. The main factors ofthis outcome can be attributed to (i) Bennett’s lack ofinterest in translating to Spanish and disseminating his work in Bolivia; (ii) the Chaco War between Bolivia and Paraguay (1932-1935); and (iii) the main paradigm concerning the indigenous past, which legitimated the elite’s interests. Similar outcomes, today, can also be attributed to a new epic and the notion of“indigenous culture" as a static avatar, which have been instrumental in validating the interests ofthe new elites.

    Keywords: Bolivia, Bolivian archeology; Tiwanaku, Chiripa, historical particularism, cultural heritage, indigenous peoples


     

     

    El escenario económico, político y social boliviano de la primera mitad del siglo XX

    Luego de la guerra civil de 1899 y el traslado de la sede de gobierno a La Paz, los intereses económicos en Bolivia se centraron, fundamentalmente, en la extracción del estaño y el wolfram, en el altiplano, y el caucho, en el Amazonas. El "boom" de la goma (1879-1912), ocasionada por la industria férrea y del automóvil en Europa, movió grandes intereses comerciales privados en Brasil y Bolivia, mientras que la producción de estaño, wólfram y bismuto, a partir de la creciente demanda internacional de los minerales, vio un crecimiento inusitado, reactivando la ilusión de los gobiernos liberales de comienzos del siglo XX de mayores ingresos para las arcas del estado. Demetrio Calvimonte, Ministro de Hacienda durante el gobierno de José Manuel Pando, calificaba al estaño como el "metal del porvenir" y a las minas de bismuto como "las más abundantes y ricas que se conoce en el mundo" (Calvimonte 1900).

    Durante el primer decenio del siglo XX, la "amistad" con los Estado Unidos creció debido a los intereses comerciales que las empresas norteamericanas tenían en Bolivia y en la mayoría de los países de la región (Weeks 2015). Agobiada por el impacto que dejó la Guerra del Pacífico y la deuda pública, Bolivia vio en Estados Unidos un potencial aliado comercial y político. A decir del presidente Pando (1901), "El gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica nos dispensa su amistad de que da testimonio la recomendación dirigida por el Secretario de Estado de la Unión, Mr. John Hay, en favor de empresas organizadas en Nueva York para traer a Bolivia sus capitales". La primera de estas grandes inversiones se cristalizó en la conformación de la empresa The Bolivian Company, en 1901 (con intereses mineros, agrarios e industriales), a la cual le siguió The Bolivian Syndicate (la cual se beneficiaba de recaudaciones por impuestos a la exportación de la goma, pero que terminó favoreciendo a intereses comerciales brasileros) (Albarracin Millán 1972). Las exportaciones de goma y de minerales, sin embargo, no trajeron la prosperidad esperada para el país. Por el contrario, en los casi cinco años de gobierno de Pando, Bolivia se vio involucrada en la Guerra del Acre (1899-1903) y la firma del funesto Acuerdo de Petrópolis, mediante el cual Bolivia cedió unos 190.000 km2 de su territorio al Brasil.

    Los siguientes gobiernos de Ismael Montes (1904-1909; 1913-1917), Eliodoro Villazón (1909-1913) y José Gutiérrez Guerra (1917-1920) ensancharon la ambición política liberal sobre la base de una economía minera que amparó, primero, el riesgoso avance de intereses chilenos en territorio boliviano y, segundo, el auge del estaño y el fenómeno patiñista. Durante las dos décadas del liberalismo, las exportaciones mineras sufragaron derechos aduaneros que abonaron un mísero 3,0% a 3,4 % a las arcas estatales, dándose casos en los que la exportación de antimonio no pagaba ningún tipo de impuestos y en los que el oro, la plata y el cobre fueron liberados de derechos de exportación por disposiciones ministeriales expresas (Albarracin Millán 1972; 1995). En este contexto de estancamiento fiscal y de oportunismo oligárquico, los grandes perdedores fueron los pueblos y comunidades rurales que permanecieron sojuzgados al poder político y económico, ofreciendo su fuerza de trabajo durante jornadas que excedían la resistencia física humana y que remuneraban centavos para la economía familiar. La exclusión social de las comunidades indígenas obedeció a ciclos perpetuos de extracción minera depredadora (resultado de la demanda internacional de los minerales) y de la resultante economía política. La acometida minera y latifundista, no obstante, tuvo siempre respuestas, aunque circunstanciales, de los ayllus andinos, cuyo resultado fueron las protestas, las sublevaciones de carácter político y social más profundo, así como el surgimiento del movimiento obrero en las minas.

    La situación política en el país dio un giro súbito en julio de 1920, cuando el ejército dio el golpe de estado al gobierno de Gutiérrez Guerra y puso en su lugar a una junta encabezada por Bautista Saavedra (Guzmán 1998). En las elecciones realizadas en 1921, Bautista Saavedra fue elegido presidente de Bolivia. El Partido Republicano, con Saavedra al mando, sin embargo, no representó cambio alguno en la situación económica y social del país, sino la alternancia de élites conducidas por empresarios mineros y nuevos grupos de poder anclados en la naciente industria petrolera. Saavedra restringió la influencia de Simón Patiño en Bolivia, sustituyéndola por la de Félix Avelino Aramayo, y favoreció el ingreso y la consolidación de las operaciones de la Standard Oil Company en el país.

    Aunque las primeras operaciones petroleras en Bolivia datan de finales del siglo XIX, los proyectos organizados y planificados para la extracción de petróleo se llevaron a cabo a comienzos del siglo XX. Fueron las "comunidades petroleras", organizadas por capitalistas chilenos, las que dieron origen al interés por los campos petroleros bolivianos. En 1921, la mayoría de las concesiones petroleras fueron compradas por la norteamericana, Standard Oil Company (fundada en 1870 por John D. Rockefeller en los Estados Unidos), una de las primeras empresas multinacionales del mundo, con una de sus bases en Argentina, la cual llegó a tener cerca de siete millones de hectáreas en concesión en Bolivia (Almaraz 1969). Debido a la influencia económica y política que cobró la presencia de la Standard Oil en el país, el Legislativo aprobó la primera normativa del sector: la Ley Orgánica del Petróleo, en 1921, la cual estableció la propiedad estatal del hidrocarburo y la obligación de los tutelares de proyectos para producir determinado volumen en un plazo establecido y de cancelar los impuestos en favor del estado. Aunque el tenor de la legislación era tácito respecto del beneficio que la explotación del petróleo debía generar para Bolivia, ni el estado ni la Standard Oil cumplieron con la ley. Almaraz (1969) señala que la Standard Oil, entre 1925 y 1926, produjo importantes volúmenes de petróleo, evadiendo el pago de impuestos y transportando el hidrocarburo boliviano de contrabando a través de un oleoducto clandestino hacia la Argentina. Inclusive, surgieron noticias en torno a la ayuda logística que la Standard Oil habría proporcionado al Paraguay (Cote 2011). La presencia de la Standard Oil en el oriente boliviano, sin embargo, tuvo un efecto indirecto en la creación de núcleos urbanos. De esta manera, se desarrollaron Camiri, Bermejo, Villamontes y, notablemente, Santa Cruz de la Sierra.

    Las ideas que Saavedra tenía sobre la situación indígena en Bolivia las había plasmado con anterioridad en su obra sobre el ayllu y la supuesta "criminalidad innata del ayma-ra" (Saavedra 1903). Durante su gobierno (1921-1926), Saavedra se vio envuelto en una serie de conflictos con comunidades indígenas que reclamaban el derecho a sus tierras. El episodio más violento tuvo lugar en Jesús de Machaca, en marzo de 1921, cuando un contingente conformado por unos 4.000 miembros de los ayllus locales quemó varias viviendas y mató al corregidor, su familia, y otros doce vecinos del pueblo (Choque Canqui 2003). En respuesta, Saavedra apeló al ejército, enviando 1.500 tropas para reprimir esta revuelta, dando lugar a la muerte de un número desconocido de indígenas, la quema de más de un centenar de casas y el apresamiento y condena de muerte de los líderes locales. En otros casos, Saavedra recurrió al poder legislativo para promulgar leyes en desmedro de los derechos de las comunidades indígenas. La Ley del 8 de enero de 1925, por ejemplo, dio curso a la enajenación de tierras de origen en subasta pública (Irurozqui 1994).

    Los sucesivos gobiernos republicanos de Felipe Guzmán (transitorio de septiembre 1925 a enero de 1926), Hernando Siles Reyes (1926-1930), Carlos Blanco Galindo (transitorio de junio 1930 a marzo 1931) y Daniel Salamanca (1931-1934) no se interesaron en reformar el sistema explotador minero y la hacienda, dando, por el contrario, continuidad a la dependencia de la exportación de minerales. El marginamiento de extensas poblaciones en distintas áreas del altiplano y valles generó mayor tensión en los ayllus, los cuales eran sometidos al poder de la oligarquía y la coerción que ésta ejercía al mando del ejército, privándoseles el acceso a tierras y recursos. La sublevación de ayllus en Chayanta, en 1927, durante la presidencia de Hernando Siles Reyes, marcó el punto más alto de la profunda contradicción histórico-social y política que se vivía en el país (Harris y Albó 1984). Albó (2007) sostiene que la única respuesta positiva del gobierno a estas señales del conflicto histórico profundo fue la creación de las primeras escuelas rurales, entre las cuales se encuentran las "escuelas de pitanza", que eran mantenidas por las comunidades, y las escuelas indigenales estatales; ejemplo de estas últimas es la "escuela ayllu" de Warista. Las escuelas indigenales fueron la fuente de subsiguientes avances en la educación rural y en la posterior formación de profesionales aymaras. En las aulas, pese a las humildes condiciones materiales en las que el profesorado desempañaba sus funciones, surgieron, gradualmente, intelectuales indígenas con mayor alcance político y mayores oportunidades de inclusión en círculos académicos.

     

    Los distintos enfoques de Arthur Posnansky y Max Uhle sobre Tiwanaku

    El pensamiento social urbano, predominante durante la primera mitad del siglo XX, reforzó la idea de las diferencias raciales y la supuesta inferioridad del indígena, aspecto que repercutió en las especulaciones que se forjaron para explicar el pasado prehispáni-co y, en particular, la naturaleza del antiguo Tiwanaku. Entre los principales protagonistas de esta corriente se encontraba Arthur Posnansky, quien sostenía que Tiwanaku fue la cuna del hombre americano, hace unos 12.000 años, cuando la región altiplánica yacía a menor altura y tenía, supuestamente, un clima más favorable. A ello le agregaba la fantástica idea que Tiwanaku era un puerto de un descomunal Lago Titicaca. Lejos de desarrollar trabajos arqueológicos sistemáticos, Posnansky basó la integridad de sus argumentos en figuraciones pseudo-científicas e interpretaciones -con supuesta base geológica - que las acomodó caprichosamente para encajar un espejismo del antiguo Tiwanaku en el pensamiento oligárquico y la irreflexión colectiva de las élites liberales y republicanas. En ese contexto desnutrido de claridad metodológica y, por el contrario, abarrotada de vicios racistas, Posnansky se convirtió en el erudito de Tiwanaku. La épica posnanskia-na inventó superhombres y seres miserables para sostener que Tiwanaku albergaba dos razas, de las cuales la "colla" representaba a la raza superior (Herrenvolk) y los "aruwaks" a la raza inferior (Albarracin-Jordan 2007:63-66). En línea con el pensamiento saavedrista, Posnansky (1945:33) sostenía que los aymaras eran una "degeneración de los collas".

    Max Uhle, quien visitó y estudió varias regiones de Bolivia, entre éstas el altiplano y la cuenca del lago Titicaca, entre 1893 y 1896, tenía una interpretación y enfoque metodológico diametralmente opuestos a los de Posnansky.1 Luego de recorrer el norte argentino, en 1893, Uhle ingresó a Bolivia, hacia finales de ese año, por el sur de Potosí. En ese entonces, los fondos para sus investigaciones provenían del Museo de Berlín (Königliches Museum für Völkerkunde), pero el dinero -según las cartas que Uhle envió a Alphons Stübel y otros colegas -no le alcanzaba para cubrir el conjunto de tareas que se había propuesto llevar a cabo. Una vez instalado en La Paz, planificó su primera expedición a Tiwanaku. Estuvo en el sitio entre el 20 y 21 de abril de 1894. Finalmente conseguía visitar el afamado sitio sobre el cual había escrito, junto con Alphons Stübel, en 1892, el primer trabajo sistemático sobre la arquitectura (visible en la superficie) del sitio. Se llevó una pésima impresión, no obstante, cuando observó que el regimiento militar instalado en la región realizaba ejercicios de tiro al blanco con los monolitos y otras esculturas (Rowe 1954). Denunció este hecho a las autoridades en La Paz y el tiro al blanco cesó en Tiwanaku, pero las políticas públicas para la protección y conservación del sitio no sufrieron cambio alguno. Los problemas de falta de dinero que le aquejaron durante su estadía en La Paz fueron motivo para que buscara otra fuente de financiamiento. A través de una colega, Zelia Nutall, a quien probablemente conoció en Berlín, Uhle estableció contacto con Sara Yorke Stevenson ("Mrs. Cornelius Stevenson"), arqueóloga y fundadora del Museo de Arqueología y Antropología de Pennsylvania (Penn Museum), en Filadelfia. El Penn Museum le ofreció un contrato, el 18 de junio de 1894, por US$2.500 anuales para que continuara con sus investigaciones en Bolivia y Perú, pero Uhle no lo firmó sino hasta marzo del siguiente año, quizás, esperando que el Museo de Berlín extendiese y mejorase su previo contrato.2

    Entre finales de abril y septiembre de 1894, Uhle permaneció en La Paz, sin fondos para sus expediciones (Loza 2004; Rowe 1954). A mediados de 1895, y con el apoyo del Penn Museum, realizó varios trabajos en sitios cercanos a la ribera del lago Titicaca, aunque tuvo problemas con la comunidad en Huacullani y se vio obligado a salir del sitio a los pocos días. Llegó a Tiwanaku en abril de 1895, tomó fotografías y mensuras de algunas áreas y piezas líticas, pero no pudo realizar excavaciones debido a la expresa prohibición del gobierno, que aludía la presencia de vándalos y saqueadores en Tiwanaku. Rowe (1954:5) afirma que esta negativa fue una rotunda ironía, dado que Uhle había denunciado el destrozo de Tiwanaku un año antes, y que esto le asestó un duro golpe al desarrollo de la arqueología boliviana. Uhle, luego de su frustración por no poder llevar a cabo excavaciones en Tiwanaku, concentró sus esfuerzos en el Desaguadero, pasando varias semanas con los urus de Iruito. En enero de 1896, desilusionado y cansado de lidiar con las autoridades bolivianas, preparó equipaje y marchó hacia la costa del Perú. Allí, encontró una atmósfera política distinta y autoridades amenas a la protección del patrimonio cultural prehispánico. Este contexto le permitió desarrollar trabajos arqueológicos en dos expediciones que duraron entre 1899 y 1905, financiados por Phoebe Apperson Hearst, a través de la American Exploration Society of Philadelphia. Su obra, incluyendo el periodo (1906-1911) en el que fue director del Museo de Historia Nacional en Lima, sigue siendo referente importante en la cronología relativa de los Andes y, en general, de la arqueología peruana (Kaulicke 1998). Luego de concluir sus trabajos en Perú, Uhle pasó dos años trabajando en el Penn Museum para, luego trasladarse a San Francisco, en California.

    Durante su estadía en California, revisó sus colecciones arqueológicas en la Universidad de California, en Berkeley. Pese a que nunca fungió como docente universitario, sus informes y colecciones inspiraron a un grupo de la naciente generación de arqueólogos en los Estados Unidos, incluyendo a Alfred Kroeber, William Duncan Strong, y Gordon Willey, quienes, a su vez, incidieron en el desarrollo de la arqueología norteamericana y su mayor participación en proyectos en países sudamericanos durante las siguientes décadas. Tal como se señala más adelante, Wendell C. Bennett llegó a Bolivia con la idea de validar y afinar la cronología relativa que Uhle había desarrollado en sus trabajos en Perú y Bolivia. El estilo "Tiahuanaco" fue concebido por Uhle como un demarcador panandino, pero que carecía de asociación estratigráfica concreta en el mismo núcleo del fenómeno. Al habérsele negado el permiso para excavar en Tiwanaku, en 1894, Uhle no pudo complementar la seriación que desarrolló con piezas cerámicas de otros sitios arqueológicos y la sucesión estratigráfica en el mismo Tiwanaku. Bennett, por consiguiente, puso entre sus objetivos esa tarea.

     

    El particularismo histórico en la formación antropológica de Bennett

    Wendell Clark Bennett (Fig. 1) fue uno de los semblantes más distinguidos de la arqueología norteamericana durante las décadas de los 1930s y 1940s. Bennett nació en Marion, Indiana, el 17 de agosto de 1905, aunque la mayor parte de su infancia la pasó en Oak Park, Illinois. Sus estudios antropológicos los realizó en la Universidad de Chicago, donde obtuvo el doctorado (Ph.D.) en 1930. Solamente tres años antes, Leslie White, cuya perspectiva evolucionista contrastaba con las tendencias histórico-particularistas de la época, había concluido su disertación doctoral en la misma universidad. Al parecer, Bennett conoció a White durante sus primeros años de estudio en Chicago, aunque, es evidente que nunca se encontraron en sendas teóricas similares de la antropología. Ambos, no obstante, fueron alumnos de Edward Sapir, discípulo de Franz Boas -padre del particularismo histórico norteamericano.

    Desde inicios de los 1900s y durante tres décadas, la antropología norteamericana conformó un bloque académico reacio al evolucionismo, destacando el carácter singular y cultural específico de cada grupo humano. Boas sospechaba que podrían existir ciertas regularidades entre las culturas, pero sostenía que era preferible acumular datos etnográficos concretos antes de proponer leyes generales del comportamiento social. En tal sentido, la metodología del particularismo histórico surgió de un enfoque inductivo que habría de repercutir, no obstante, en la percepción de "cultura". Su teoría, bastante difundida en círculos académicos, reflejaba una corriente filosófica alemana de la que Boas era partidario, en sentido de darle a la cultura un molde idealista, compuesto por elementos intangibles (ideas, normas y valores). A esta orientación conceptual, se sumaba la agenda de trabajo establecida para hacer de la antropología una práctica con valor social.

    Alfred Kroeber (1876-1960), indiscutible insignia intelectual de la escuela de Boas3, se encargó de ensanchar los horizontes originales, trazando un programa de "salvamento etnográfico" en California, a mediados de los 1920s (Moore 1997:70-72). A través de listas de distribución de elementos culturales, Kroeber intentó rescatar información afín a prácticas culturales de grupos indígenas que se veían en proceso de extinción. Este enfoque era congruente con los linea-mientos del particularismo histórico ya que corroboraba la visión de "cultura" como un mosaico de elementos configurados a través de procesos de migración, difusión e innovación. Para Kroeber la cultura significaba el conocimiento estructurado, históricamente, a partir de valores. Bennett, siguiendo los lineamientos de la corriente particularista, decidió estudiar las estructuras religiosas de Oceanía (Bennett 1930), la arqueología de Kauai (Bennett 1931) y, posteriormente, realizar investigaciones etnográficas en el norte de México (Bennett y Zingg 193 5).

    Clark Wissler, entonces encargado principal de restauración en el American Museum of Natural History, en New York, recibió buenos comentarios del trabajo de Bennett y lo invitó para que éste se integrara al cuerpo de investigadores del museo. En una carta que Wissler envía a Bennett, fechada el 14 de abril de 1931, le indica que existía una vacancia en el museo y que habría la posibilidad de conseguir financiamiento para trabajos de campo en los Andes. Bennett respondió el 27 de abril, indicando que se encontraba complacido con la oferta y que luego de concluir sus trabajos en territorio Tarahumara iría a México D.F., para concluir su informe. Pese a que Bennett, en esta carta, menciona la corta experiencia que había acumulado en arqueología (un año en Honolulu bajo el auspicio del Bishop Museum), afirma que estaría muy interesado en realizar trabajos en los Andes. Ese mismo año, Bennett fue contratado por el American Museum of Natural History (AMNH). El Departamento de Antropología del Museo contaba con figuras notables de la arqueología y antropología de la época, entre éstos Nils. C. Nelson, G. C. Vaillant, H. L. Shapiro, y Margaret Mead.

    Aunque la meta original del departamento era realizar estudios en la región del Río Orinoco, en Venezuela, el Museo se inclinó por la región altoandina y, en especial, por las culturas preincaicas. Es complicada tarea rastrear el concreto meandro intelectual que Bennett recorrió antes de llegar a Bolivia. Al parecer, fueron dos aspectos los que incidieron en su toma de decisión. Por un lado, Ronald Olson, discípulo de Kroeber, había sido contratado por el Departamento de Antropología del Museo como investigador asociado en arqueología peruana. Olson conocía la problemática prehispánica andina a partir de los estudios de materiales de la colección de Max Uhle que Kroeber había realizado en la University of California, en Berkeley, y de sus propios estudios en la costa peruana. Hacia finales del siglo XIX, Uhle tenía identificados dos estilos panandinos: Tiahuanaco e Inca. Para comienzos de los 193 0s, el estilo Tiahuanaco era muy poco conocido. Más aún, el centro prehispánico (Tiwanaku) había sido objeto de excavaciones poco sistemáticas, en mano de Georges Courty, en 1903, y de especulaciones -de tinte racista -confeccionadas por Arthur Posnansky. Se desconocía la extensión del antiguo centro y su cronología; y si bien Posnansky, hacia finales de la década de los 1920s, sostenía la idea que Tiwanaku tendría, al menos, 12.000 años de antigüedad, ninguno de sus trabajos tenía fundamento arqueológico (ver Albarracin-Jordan 1999; 2007, capítulos 1 y 2). Un segundo aspecto que, probablemente, incidió en su entusiasmo por el altiplano boliviano fue el cúmulo de datos (colecciones y diarios de campo) que Adolph Bandelier legó al Museo y que Bennett revisó de manera profusa.

     

    La expedición de 1932

    Luego de realizadas las primeras gestiones diplomáticas con el gobierno boliviano, a través de la representación norteamericana en La Paz, Wendell Bennett, acompañado por John Phillips, salió de New York el 12 de marzo de 1932. El barco "Santa María" arribó a Cristóbal el 17, y entre el 18 y 19 de marzo, Bennett visitó la ciudad de Panamá. Luego de tres días de navegación, el "Santa María" atracó en el puerto de Callao. Pese a que el itinerario de viaje incluía una pequeña estadía en Lima, Bennett no pudo visitar el museo de la ciudad, que se encontraba cerrado por vacaciones. Tampoco pudo ver los sitios arqueológicos más cercanos, como Pachacamac, debido al corto intervalo de la escala que hizo el barco. El 24 de marzo, el navío llegó al puerto de Mollendo, donde realizó la conexión con el tren a Arequipa y, luego, a Puno, lugar al que arribó al anochecer del 25 de marzo. Después de atravesar el lago Titicaca en la embarcación "El Inca", Bennett llegó, al amanecer, al puerto de Guaqui. En la tarde del 26 de marzo ya descansaba en el hospicio que él denominó "Stranger's Club". El 27 de marzo, Bennett almorzó con el cónsul de la embajada norteamericana (Mr. Joyce), el secretario de la Embajada (Mr. Daniels) y varias autoridades bolivianas, entre ellos el "Sr. Velasco" (Bennett anota ese nombre en su diario), quien le ofrece su estancia en Tiwanaku para que realice excavaciones. Anoti ciado de la llegada de Bennett a La Paz, Posnansky lo invitó a conversar sobre Tiwanaku. De esa reunión, llevada a cabo el martes 28 de marzo, Bennett apunta lo siguiente en su diario:

    "Un hombre agradable que habla un inglés práctico, sino bueno, y que tiene un mundo de hospitalidad. El trabajo que ha concluido en forma parcial es tremendo. Planos detallados de todo Tiahuanaco. Dibujos cuidadosos de diseños Tiahuanaco en cerámica, algunos de los cuales los vincula con las islas de Marajó y Puebla, México. Él se ofreció acompañarnos a Tiahuanaco, una oferta tremenda. Él nos ayudará en todo".4

    En compañía de Posnansky, Bennett visitó el Museo Nacional y anotó en su diario lo siguiente: "Dentro del edificio existe un estado de cosas que trae pesar al alma científica. Bellos especímenes Tiahuanaco se encuentran sin catálogo, sin etiqueta y sin protección. Las vitrinas no tienen vidrios. Bajo el rótulo: "Tiahuanaco Período Clásico" se encuentran especímenes Inca, Chullpa, de la costa e inclusive vasijas de la Argentina." En el Museo Nacional, Bennett conoció a su director, de quien dice: "Él se encuentra elaborando un inventario de la colección como si las piezas del museo fueran vendidas diariamente. En realidad, cada uno de los innumerables directores ha hecho una colección privada del abastecimiento que tiene el museo".5 Bennett menciona que ya se había elegido al siguiente director, Agustín de Rada.

    El 29 de marzo, Bennett compró un par de pistolas - no dice el motivo - y al día siguiente obtuvo los permisos necesarios para portar dichas armas. Por la noche, tuvo una cena en la cual conoció al Dr. Alberto Villegas, quien le comentó que, según los dichos populares, los aymaras veneran a las montañas y no así al sol y a la luna. Bennett dedujo que, si ello era cierto, entonces Tiwanaku no habría sido obra de los aymaras ya que el simbolismo de Tiwanaku apunta hacia esos astros como deidades principales. En todo caso, especulando sobre el tema, Bennett anota en su diario que también los urus podrían ser los herederos de Tiwanaku.

    Un día después, Posnansky mostró a Bennett su filmación sobre los urus, en la cual también se revelaban escenas filmadas en Tiwanaku. Bennett señala, "La película estuvo muy interesante desde el punto de vista arqueológico y etnológico; inclusive muestra, con mucho realismo, como habría sido destruido Tiahuanaco, en una maqueta, por una erupción, cenizas volcánicas e inundación".6 El viernes, primero de abril, Bennett salió rumbo aTiwanaku, acompañado por Posnansky y un profesor alemán de arte (no menciona el nombre). Bennett atendió con cierto escepticismo las palabras que Posnansky pronunció durante el viaje y en el sitio, detallando en su diario los pormenores de esta conjetura. Un resumen de la exposición de Posnansky, extraído del diario de Bennett, supone lo siguiente: Tiahuanaco I:

    1.  Paredes de monolitos ubicados a intervalos con piedras toscas en medio.

    2.  Arenisca roja como material de construcción.

    3.  Las construcciones no se orientaron en dirección Este-Oeste, como fueron orientadas las construcciones posteriores.

    4.  Construcciones pequeñas y rectangulares

    5.  Piedras labradas, pero no terminadas finamente; no se unían los bloques.

    6.  Cabezas líticas (decoración en paredes) talladas en forma tosca.

    7.  Ausencia del metal.

    8.  No se asocia, concluyentemente, a la cerámica, aunque algunos incensarios con cabezas de puma y diseños grabados pueden pertenecer a este periodo.

    Tiahuanaco II:

    Se usa la piedra volcánica. Posnansky sostiene que durante el Tiahuanaco II se construyeron la pared externa y la escalinata de Kalasasaya. '

    Tiahuanaco III:

    El palacio interior, la Puerta del Sol y el palacio de Putuni fueron construidos. Se labraron finos bloques de piedra volcánica. Bennett indica que, si bien Posnansky cree que Tiwanaku era un puerto, él no está tan convencido del asunto. "Una de las pruebas de la teoría de Posnansky se encontrará en el descubrimiento y ubicación de otros sitios tiahuanacotas. Todos éstos tendrían que estar por encima del nivel de la línea aumentada de la playa lacustre."7

    Como anécdota, Bennett anota que el domingo 4 de abril se le mostró una colección de cerámica de Cochabamba que se encontraba a la venta por US$75. Eran 114 piezas, "all in good order", pero Bennett no las compró. Ese mismo día, Bennett cenó con el ministro de los Estados Unidos (American Minister), Edward Freeley, quien le aseguró a Bennett que las excavaciones en Tiwanaku eran un hecho. El lunes 5 de abril, Bennett se volvió a reunir con Posnansky, esta vez con el propósito de concertar una cita, a través del Ministerio de Instrucción, con el presidente de la república. En su diario no menciona si es que la gestión tuvo éxito. Lo cierto es que Bennett decidió realizar un breve recorrido por el sector este de la cuenca del Titicaca, mientras esperaba el permiso para excavar en Tiwanaku. El día 13 de abril, Bennett encontró cerámica "Chullpa" (cerámica post-Tiwanaku) en las cercanías de Achacachi y en una visita que realizó al día siguiente al pueblo pudo evidenciar la presencia de tres torres funerarias (chullpas).

    El 15 de abril, Bennett salió rumbo al valle de Chucocopa [sic], cerca de Warizata, en búsqueda de torres funerarias; sin embargo, no encontró una sola de ellas. Por la tarde ubicó el sitio que en su diario aparece con el número "1", conocido por los habitantes del lugar como "Ch'iliuputunqu". Del sitio, Bennett apunta lo siguiente: "Está hecho de piedras rústicas de la montaña y compuesto por varios cuartos y patios, aunque no bien definidos".8 Al día siguiente, Bennett exploró alrededor de la finca y encontró tiestos cerámicos de los períodos Chullpa e Inka, más no así Tiwanaku. Por la tarde, exploró hacia el este de Chucocopa [sic], donde ubicó "tumbas circulares en cuatro grupos, cada grupo con cuatro o cinco tumbas; con un promedio de 1.5 m en diámetro y algunas de las losas con un metro de altura. Algunas de las tumbas eran rectangulares, pero pudo haber influencia católica [sic] en ellas".9

    En su viaje hacia Ancoraimes, Bennett ubicó varios sitios. El 17 de abril, el grupo se instaló en Macalaya, donde habría de permanecer por una semana. Ese día, Bennett ubicó el sitio 2, compuesto por 20 habitaciones. El lunes 18, Bennett visitó el sitio de Jimoko (No. 3 en su diario). Allí encontró un gran número de casas, muros, y plataformas (aparentemente, este sitio ya había sido identificado por Max Uhle). Ese día, también visitó el sitio de Kakapata (No. 4). Al día siguiente, Bennett realizó descripciones más detalladas y un mapeo general de estos sitios. Luego de realizar breves descripciones de los sitios 5 y 6, ubicados en las cercanías de Macalaya, Bennett retornó a Jimoko. El sitio le impresionó de sobremanera, anotando que "de todas maneras, el sitio se compara con Machu Picchu."

    El 22 de abril, Bennett exploró al oeste de Macalaya, en el valle de Sullulluni, donde ubicó los sitios 7, 8, 9, y 10. Entre el sábado 23 y el lunes 25, identificó otros ocho sitios adicionales en el valle de Sullulluni. El 27 de abril, Bennett y su grupo cruzaron la cordillera y se dirigieron hacia Chocohuaiya, un pequeño pueblo en la vertiente oriental. En esa región, al día siguiente, identificaron otros tres sitios, incluido Timusi. Entre el 29 y el 30, siguieron viaje hacia Italaque, pasando por Chuma y Mocomoco. Entre el 2 y el 3 de mayo, Bennett encontró 12 sitios y el 4 de mayo se dirigió a Escoma, donde ubicó otros ocho sitios. En su viaje hacia Carabuco encontró dos sitios (41 y 42), retornando a La Paz el 9 de mayo. Las descripciones que Bennett realizó de los 42 sitios son muy buenas. Los sitios más extensos tienen mapas elaborados con información pertinente acerca del tipo de arquitectura que se encuentra en cada uno de ellos. Lamentablemente, Bennett no publicó los resultados de estas sus exploraciones en el sector este de la Cuenca del Titicaca; se limitó, simplemente, a dar escuetos comentarios acerca de su visita a la región en un artículo que intituló Archaeological hikes in the Andes y que fue publicada por la revista Natural History, en 1933.

    Entre el 10 y el 26 de mayo, Bennett permaneció en La Paz, esperando el ansiado permiso de las autoridades para excavar en Tiwanaku. En su diario registró lo siguiente: "Las negociaciones continuaron hasta que llegó un día de esos en el que recibí un permiso que consta de dos páginas para realizar pozos de prueba en Tiahuanaco. Las condiciones no fueron tan favorables, pero las posibilidades de estudio fueron muy grandes como para eludirlas. Dos representantes del gobierno fueron nombrados para que observen mi trabajo. Toda pieza de oro, plata o de naturaleza no-duplicable debe quedarse en el museo. Mi permiso me permite hacer entre 6 y 10 pozos de 10 metros cuadrados y a la profundidad necesaria. Iremos a Tiahuanaco".10

    Bennett planificó su salida a Tiwanaku para mediados de junio, aprovechando los días que le antecedían a esa fecha para realizar una visita a Cochabamba y algunos sitios en el altiplano. El viernes 27 de mayo, Bennett salió rumbo a Cochabamba. El jueves 2 de junio, Bennett se encontraba explorando en los alrededores de Inkallacta, sitio del cual dice: "La ruina aparenta ser, sospechosamente, española, aunque Posnansky me asegura que es del último período Inca. Tendremos que ver Cuzco y Machu Picchu antes de decidir".11 El grupo retornó el 4 de junio a Cochabamba, donde Bennett aprovechó para visitar Bruno-Moko, cerca de Tiquipaya. Allí encontró fragmentos de cerámica del estilo "Tiahuanaco". El lunes 7, Bennett retornó a La Paz donde pudo visitar un sitio Tiwanaku en Llojeta (menciona que era el terreno de Félix Salvatierra). Entre el 8 y el 15 de junio, Bennett preparó el equipo para las excavaciones en Tiwanaku; sin embargo, en una corta visita que realizó al museo, pudo conversar con Luis Hertzog, director del repositorio, quien le informó que existían algunas personas que se oponían a las excavaciones en Tiwanaku, "particularmente entre los 'viejos', y especialmente entre aquellos que han hecho grandes colecciones clandestinas".12

    Finalmente, el 16 de junio, Bennett y su equipo salieron en camión rumbo a Tiwanaku. Allí establecieron su base en la casa de Juan Perou. El 17 de junio, Bennett dedicó su tiempo simplemente a trepar las serranías cercanas al pueblo. Las excavaciones las inició el sábado 18 de junio. A recomendación de los peones locales que empleó para el trabajo, Bennett ubicó el primer pozo cerca al corte del riel de ferrocarril. El pozo tenía dimensiones de 5 m x 2 m. Según las anotaciones de Bennett en su diario, este pozo fue una decepción en cuanto a material se refiere, pese a que a una profundidad de 2.3 m encontró los restos de un esqueleto humano, el cual yacía prácticamente pulverizado y acompañado de tres piezas cerámicas.

    Bennett empleó un método de excavación arbitrario, en niveles de 0.5 m. Pese a que la excavación estratigráfica en arqueología ya había sido aplicada en varias regiones del mundo (Browman y Givens 1996), un buen número de arqueólogos norteamericanos continuaba con la práctica de la excavación arbitraria, identificando la estratigrafía, post facto, en los perfiles de los pozos, y Bennett pertenecía a este grupo. El lunes 20, Bennett reinició sus excavaciones, ubicando el segundo pozo (3.3 m x 3 m) en la esquina suroeste del recinto interior de Kalasasaya. Aquí, encontró varios bloques de andesita y de arenisca. Concluyó este pozo al día siguiente y, por la tarde, empezó a excavar el tercer pozo (3.3. m x 3 m), ubicado a 245 m al noroeste de Kalasasaya; "cerca a los 'puertos' de Posnansky." Acá, sólo encontró material arqueológico hasta el metro de profundidad. Continuó excavando, no obstante, hasta los dos metros, constatando así que los suelos tenían origen geológico y sin rastros de perturbación humana.

    El 22 de junio excavó el pozo 4 (3.3 m x 3 m), cerca del riel del tren, al frente del pozo 1. Bennett retiró el primer metro de suelo, aludiendo que era un relleno mezclado por obreros ferroviarios. A una profundidad de aproximadamente 1.1 m, identificó una alineación de piedras que podrían haber conformado un muro (Bennett cree también que podría haber sido parte de un camino). Debajo de este rasgo, encontró cerámica inka (Bennett sostiene que ésta era intrusiva en el lugar) y un pozo-basural que se encontraba revestido, parcialmente, con piedras. Terminó la excavación de este pozo a una profundidad de 3.5 m. El 23 de junio dio inicio a la excavación del pozo 5 (3.3. m x 3 m), ubicado a 126 m al este de Akapana. Aquí, Bennett ubicó los restos de un canal, a una profundidad de 1.7 m. Las excavaciones continuaron hasta una profundidad de 4.6 m, indiscutiblemente el pozo más profundo y con mejor estratigrafía. Concluyó la excavación de este pozo el 26 de junio y empezó ese mismo día con la excavación del pozo 6, ubicado en el sector este de Pumapunku. Al parecer, este pozo no dio los resultados que Bennett esperaba e inició la excavación del pozo 7 (4 m x 2.5 m) en el sector que Posnansky denominaba "Templo del Primer Período" (posteriormente "templete semisubterráneo"). Este pozo fue ubicado al interior del templete, muy cerca de la pared norte.

    El 28 de junio, Bennett hacía el más grande descubrimiento de sus excavaciones en Tiwanaku: el monolito de 7.3 m de largo que hoy lleva su nombre y que fuera traído a La Paz, en 1933, por Arthur Posnansky. Al día siguiente, el grupo de excavación se tomó un pequeño descanso, aprovechando la fiesta de San Pedro. Las excavaciones fueron reiniciadas el primero de julio. Bennett trabajó en la limpieza del sedimento que rodeaba al monolito, y, durante la realización de dicha tarea, encontró una especie de bandeja lítica, de probable uso ceremonial. Al día siguiente, Bennett continuó con la limpieza alrededor de la estela, descubriendo otro monolito-denominado "monolito barbado"- a escasos centímetros al este, hallazgo del que fueron testigos el director del museo, Luis Hertzog, y el Ministro Otero. En este pozo, excavado sin recaudo de la estratigrafía, Bennett también encontró una bandeja lítica de forma circular, dos bloques líticos - uno de los cuales llevaba tallado un rostro -una cabeza de piedra con doble rostro, varios bloques tallados en arenisca y algunas cuentas de collar de lapislázuli. Por el material cerámico que encontró en el pozo, Bennett consideró que el templete perteneció al último período, en su clasificación, vale decir, al "Decadente" (Bennett 1934).

    El trabajo en el pozo 7 cesó el día 5 de julio. Por la tarde de ese mismo día, Bennett inició excavaciones en el pozo 8 (3.3. m x 3 m), ubicado a 112.7 m al suroeste de la esquina sur de Kalasasaya. A escasos 50 cm, encontró un canal, con un ancho de 70 cm y construido de piedras labradas. A 70 cm de profundidad y a unos 1.4 m al este del canal, descubrió una fila de losas que Bennett interpreta como un camino. A unos 2.5 m, la excavación fue detenida ya que el agua escurría por los perfiles del pozo. Por la tarde del 6 de julio, Bennett abrió el pozo 9, al oeste de Pumapunku, no habiendo encontrado material alguno a una profundidad de un metro. El 7 de julio empezó excavaciones en el pozo 10, al norte de la pequeña iglesia del panteón. "El mismo día iniciamos otro pozo, en realidad el número once, pero debido a la mala fortuna en Puma Puncu [sic], sustituyó al pozo No. 9".13 El pozo fue ubicado al noroeste de la estación de tren.

    El 8 de julio, Bennett terminó sus excavaciones en el "pozo 9" (¡en realidad, fue el pozo 11!). Bennett terminó la clasificación cerámica el 11 de julio, "habiendo botado toda la vajilla tosca excepto muestras de ella." Ese mismo día, pusieron de pie al monolito. El día 12, Bennett visitó Chiripa y el 13 retornó a La Paz. Entre el 14 y el 15 visitó las colecciones privadas de Buck y Urioste. El 18 de julio, montó una pequeña exposición en el museo nacional. Las piezas que exhibió fueron las que se llevó consigo, posteriormente, al AMNH (Fig. 2).

    Aprovechó el resto de su estadía en Bolivia, en 1932, para visitar la Isla del Sol, la Isla de la Luna y Copacabana. A su retorno a La Paz, el 22 de julio, se enteró que Bolivia se encontraba en guerra con el Paraguay. Entre el 23 y el 27 de julio, Bennett espero el permiso que le facilitó la exportación de piezas arqueológicas de Tiwanaku a los Estados Unidos de Norteamérica. El permiso fue concedido el día 28, día en el que también recibió la "Orden del Cóndor de los Andes". Bennett salió rumbo a New York el viernes 29 de julio.

    A su retorno al AMNH, Bennett empezó la redacción de su monografía y la síntesis estilística de Tiwanaku. Amplió el horizonte de sus conocimientos acerca de Tiwanaku, revisando las obras de Uhle, Stübel, Crequi-Montfort, Tello y Kroeber. Su interés por la cultura andina quedó estampado en el itinerario de viajes que estableció a partir de sus trabajos en Tiwanaku. Entre el 15 de mayo y el primero de agosto de 1933, Bennett viajó a Europa para visitar las colecciones de piezas arqueológicas de Tiwanaku que se encontraban en distintos museos.

     

    La expedición de 1934

    Entre septiembre y noviembre de 1933, el incansable arqueólogo planificaba, junto a Junius Bird, quien se convertiría en uno de los más destacados investigadores en el área andina y patagónica, su segunda visita a territorio boliviano. Con el financiamiento obtenido de la Voss Fund - un fondo de investigación del Departamento de Antropología del AMNH - Bennett y Bird encabezaron la expedición a Bolivia. Ambos salieron de New York el 2 de diciembre de 1933 y, luego de arribar a La Paz a mediados de mes, tuvieron que esperar tres semanas hasta la obtención de los permisos de excavación por parte del gobierno boliviano. En su diario de viaje, Bennett señala que pudo ver al monolito - pieza que Bennett llamaba su "baby" - al final del paseo de El Prado. También anota que pudo leer los 548 artículos que se habían publicado con relación al traslado que hizo Posnansky del monolito, hecho que causó cierta controversia en la sociedad paceña.

    Aprovechando el fin de año y pese al conflicto con el Paraguay, Bird y Bennett pudieron conversar con el presidente de la República, Daniel Salamanca, y admirar su "pequeña" colección de piezas arqueológicas. Lo que no pudieron hacer ese mes fue excavar el sitio arqueológico ubicado en Llojeta -con materiales Tiwanaku- y que año y medio antes había visitado Bennett. Las fuertes lluvias le impidieron. Una vez concluidas las fiestas de fin de año y con el permiso en mano, Bennett y Bird salieron rumbo a Cochabamba el 10 de enero de 1934. El 14 de enero pasearon alrededor de Bruno-Moko14, en Tiquipaya, el sitio que Bennett había visitado a comienzos de junio de 1932, y el 15 de enero empezaron la excavación de dos pozos (CO-1 y CO-2). En CO-1 (4 m x 2.5 m), se encontraron los restos de un entierro acompañado de un ceramio de orden doméstico. Al parecer, la excavación se fue complicando a medida que la profundidad se acrecentaba. Bennett decidió excavar solamente la parte sureste del pozo hasta encontrar suelo estéril. Sin embargo, no llegó a encontrarlo, pese a que la excavación alcanzó una profundidad de 3.9 m. Bennett calculó que los materiales arqueológicos se extenderían por lo menos hasta los 5. 5 m.

    En CO-2 (4 m x 1.5 m), pozo ubicado a 10 m al este de CO-1, Bennett y Bird excavaron hasta una profundidad de 2.5 m; tampoco llegaron a suelo estéril en este lugar. Establecieron que el montículo presentaba una serie de superficies de ocupación pero que era difícil establecer la secuencia por el débil contraste que existiría en los estilos cerámicos. Recuperaron solamente una pieza completa de este pozo; una jarra, con una sola asa y con decoración del estilo "Tiahuanaco Decadente". Concluidas las excavaciones en Bruno-Moko, Bennett y Bird salieron rumbo a Colcapirhua, a escasos 10 km al oeste de Cochabamba. El sitio está compuesto por dos montículos. Bennett excavó dos pozos de prueba, CO-3 (4 m x 1.5 m) y CO-4 (4 m x 2 m, con una extensión de 2.5 m la norte). El primero fue ubicado al sur del cementerio y el segundo a unos 50 m al este del camino principal que secciona uno de los montículos. En ambos pozos se identificaron numerosos entierros en urnas que Bennett clasificó en dos niveles: uno superior, hasta unos 1.8 m de profundidad, con entierros directos y acompañados de cerámica pintada, artefactos de piedra y de cobre, y uno inferior, hasta los 3.0 m de profundidad, caracterizado por entierros dobles en urna y con ajuar de cerámica doméstica. Según Bennett, el nivel superior estaría caracterizado por influencia inka en la región, mientras que el segundo tendría una filiación con las tierras bajas guaraníes.

    El 22 de febrero, Bennett y Bird empezaron excavaciones en Arani. A cuatro kilómetros del pueblo, el sitio conocido como Chullpa-Orco fue el lugar que escogieron para abrir 12 trincheras. La estrategia de excavación consistió en excavar largas trincheras, generalmente de un metro de ancho, ampliando la trinchera en caso de encontrarse entierros. Bennett fue franco en su propósito: "lo principal era encontrar entierros". Identificó 41 entierros que los clasificó de acuerdo con el estilo de la cerámica que acompañaba los mismos. De esta manera, Bennett identificó tres estilos: Arani I, Arani II y Arani III.

    Arani I representa un estilo con influencia Tiwanaku que Bennett denominó "derivado", aunque inicialmente consideraba que era representativo del estilo "Tiahuanaco Decadente". Este último sí estaría representado por Arani II, mientras que Arani III correspondería a estilos con influencia post-Tiwanaku e Inka. Bennett tuvo varios problemas con la clasificación de algunas piezas que muestran elementos estilísticos diferentes a los que él encasillaba dentro de categorías concretas. Es así, que Bennett decidió agrupar a estas piezas dentro de categorías "transicionales". Una vez concluidos los trabajos en Arani, Bennett y Bird retornaron a La Paz. El 13 de febrero excavaron en el sitio de Llojeta. En ese entonces, la mancha urbana todavía no había alcanzado los sectores superiores del barrio adyacente a Sopocachi, lo cual permitía identificar sitios arqueológicos importantes. En la propiedad de Félix Salvatierra yacía el montículo donde se podía observar gran cantidad de fragmentos de cerámica en la superficie. Bennett abrió una trinchera de 7 m x 1.5 m en la parte superior del montículo. Encontró un entierro humano acompañado de huesos de llama y fragmentos cerámicos asociados con el estilo "Tiahuanaco Decadente". Las excavaciones en Llojeta duraron dos días.

    El 16 de febrero Bennett y Bird salían rumbo a la isla de Pariti en el lago Titicaca; allí, tomaron unas cuantas fotos de la colección privada del hacendado del lugar, Pablo Pacheco. Aprovechando la hospitalidad de Pacheco, Bennett pudo visitar Kewaya, Paco, Cumana y Cascachi. A su retorno a La Paz, Bennett planificó el trabajo arqueológico en Chiripa y el día 2 3 de febrero empezaba las excavaciones en el montículo. La estrategia de excavación consistió en la apertura de una trinchera de 30 m de largo y con un ancho de 2 m, la cual fue ubicada en dirección norte-sur, paralela a la pared oeste. Durante la excavación de la misma, Bennett identificó los cimientos de dos estructuras, hallazgos que Bennett, simplemente, no dejó expuestos en la trinchera. Amplió la excavación hasta descubrir ambas estructuras en su totalidad; en el transcurso de la excavación de la estructura más al oeste, Bennett identificó la esquina de otra construcción similar.

    A juzgar por la disposición que guardan estas estructuras, Bennett estimó la existencia de catorce de ellas alrededor de la cima del montículo. Estas "casas", como las denomina Bennett, tenían un cimiento de piedras, en muros de doble hilera, y los muros hechos de pequeños adobes; las dimensiones de las casas son variables. La casa 1, al este, tiene 6.65 m x 4.40 m (muro exterior), mientras que la casa 2 alcanza los 9.0 m x 5.75 m. Ambas, sin embargo, tienen nichos interiores, los cuales suman nueve y que servían como ingresos a áreas de depósito, así como pisos de arcilla amarilla e ingresos que, probablemente, tenían puertas corredizas (Figura 3). En la casa 2, se encontraron pequeños adobes pintados de colores verde, blanco y rojo en sus diferentes lados; estos singulares especímenes, sin embargo, no fueron hallados en posición, en los muros, de tal forma que se ignora si éstos formaban parte de las paredes. En la parte sur de la trinchera, Bennett identificó un templete semisubterráneo, de planta rectangular (23 m x 21.5 m), al centro del cual abrió un pozo de prueba; la excavación de este pozo llegó a una profundidad de aproximadamente 1.8 m.15 Los muros al interior del templete fueron construidos con pilares alineados a intervalos irregulares que fueron rellenados con piedras más pequeñas.

    En el sector norte de la trinchera, Bennett encontró los restos de una pared que a su juicio formó un muro circundante, a manera de terraza, al montículo, y, por ende, al templete semisubterráneo. Abrió otra trinchera, al oeste, siguiendo el curso de este muro. Esta trinchera alcanzó una longitud de aproximadamente 15 m. Al igual que los muros al interior del templete, las excavaciones develaron que este contrafuerte fue construido con la misma técnica; no obstante, los pilares denotan menor esmero en su acabado. En el cálculo realizado por Bennett, la muralla de la terraza habría alcanzado unos 1.45 m de altura y habría tenido una extensión perime-tral total de 60 m. En la interpretación es-tratigráfica que Bennett hace del montículo resalta la división en cuatro unidades estratigráficas y su asociación estilística. La primera y más profunda estaría asociada con una ocupación "premontículo", sobre la cual se habría edificado un terraplén de 1.25 m

    de altura para sostener un conjunto de casas distribuidas en forma circular. Este conjunto habría conformado una segunda unidad estratigráfica. Bennett asoció ambas con Chiripa. Luego del abandono y el derrumbe de las casas, se habría dado inicio a la construcción del templete. Éste habría estado vinculado con el "Tiahuanaco Decadente". Finalmente, la cuarta unidad estratigráfica estaría conformada por depósitos de basura al interior del templete.

    A partir de los 28 entierros que identificó en sus excavaciones, los materiales cerámicos que yacían asociados con éstos y los fragmentos cerámicos que encontró sobre los pisos de las casas, Bennett agrupó a las cuatro unidades estratigráficas en dos períodos: Chiripa y Tiahuanaco Decadente. Es interesante observar la ausencia de piezas cerámicas en los entierros Chiripa, que, por el contrario, incluyen objetos de metal, cuentas de collar de lapislázuli y objetos tallados en piedra.16 Debido al difuso carácter que presentaban las relaciones estratigráficas en el montículo y, con mayor razón, por el énfasis que Bennett otorgaba a los cambios de estilo, la relación temporal entre estratos y contenidos materiales se vio alterada en su interpretación cronológica. Si bien fue él mismo quien se dio cuenta de este error en su apreciación de la secuencia en Chiripa (Bennett 1948), la publicación de Excavations in Bolivia, en 1936, no vertió mayores consideraciones respecto al sitio ceremonial. Luego de casi cinco semanas de excavaciones en Chiripa, Bennett y Bird se dirigieron rumbo a Pajchiri. A su paso por Lukurmata, Bennett pensó haber encontrado un lugar aún más importante e interesante que Chiripa. En una carta, dirigida a Clark Wissler,Jefe Restaurador del AMNH, fechada el 21 de marzo de 1934, Bennett apunta que está muy emocionado por haber "descubierto una ruina que parece un segundo Tiahuanaco pero que no ha sido tocado...Me parece que esta ruina es la más importante que se ha descubierto, por un tiempo, en los Andes".17

    Entre el 26 de marzo y el 9 de abril, Bennett y Bird excavaron 22 pozos en Pajchiri, de los cuales Bennett dice: "Aun así, toda la cerámica encontrada, mayormente en la superficie y en el primer medio metro, es claramente incaica, con la excepción de algunos fragmentos Tiahuanaco Decadente".18 Existe cierta duda respecto al número de pozos que se excavaron. En el informe de 1934, Bennett señala, primero, que fueron 18 pozos de prueba los que se practicaron; no obstante, en la siguiente página, menciona que "Es ilógico afirmar, definitivamente, que no hay artefactos Tiahuanaco en este sitio, pero en veintidós cortes, ampliamente distribuidos, muy poco se ha encontrado" (énfasis añadido).19 Al parecer, Bennett se sintió frustrado por la naturaleza de los hallazgos. El tono de sus expresiones, tanto en los informes como en la correspondencia ulterior, da a entender que estaba desilusionado con Pajchiri. Entonces sí surgió una esperanza, que para Bennett representaba encontrar otro Tiwanaku en el altiplano, y esa esperanza era Lukurmata.

    Luego de una breve excursión por Kewaya, Bennett empezó excavaciones en Lukurmata a finales de abril. Allí permaneció seis semanas, indagando en los confines del templete. Vanos fueron sus esfuerzos por encontrar monumentos del tamaño de los que había visto en Tiwanaku, aunque no se sintió tan defraudado por los hallazgos. En correspondencia enviada a Clark Wissler, el 18 de junio, Bennett señala que los descubrimientos en Lukurmata "no fueron decepcionantes, por el contrario, tampoco espectaculares".20 Un 80% de los fragmentos de cerámica que recolectó sobre el piso del templete correspondían a incensarios en forma de puma; no obstante, no encontró uno sólo completo. En Lukurmata, Bennett tampoco encontró estratigrafía clara. "Luego de buscar la mayor parte de dos temporadas otra ruina tipo Tiahuanaco, debo confesar que me encontraba un poco animado por encontrar una. La importancia científica es incuestionable pero las dramáticas posibilidades son limitadas".21

    Hacia finales de junio, Bennett excavó en Pariti. Allí permaneció durante dos semanas y exploró en ocho trincheras en el sector este. Juzgó importantes los hallazgos realizados en Pariti, fundamentalmente debido la presencia de cerámica Chiripa en tres de las trincheras. En la trinchera PA-6, Bennett identificó una tumba que incluía 23 piezas de oro, siete tubos de hueso grabado, varias cuentas y fragmentos de pintura verde, blanca, roja y azul. El estilo del ajuar funerario le indujo a pensar que se trataba de un entierro Tiahuanaco Clásico. Debido a que en esta trinchera encontró cerámica Chiripa en niveles superiores, Bennett supuso que éste era un estilo posterior al Tiahuanaco Clásico pero anterior al Tiahuanaco Decadente. Esta apreciación inicial de la secuencia cultural fue corregida posteriormente, ubicando a Chiripa como un estilo anterior al Clásico y al Decadente (Bennett 1948a). Con las excavaciones realizadas en Pariti, Bennett culminaba su trabajo en territorio boliviano, no sin antes filmar, junto con Junius Bird, una película de los lugares que había visitado. Esta película, lamentablemente, no fue editada para su distribución y, hoy, sólo queda una copia en el Archivo del Museo de Pennsylvania, en Filadelfia.

    El incansable espíritu arqueológico que poseía Bennett lo llevó a otros confines de Sudamérica. Después de un corto periodo de docencia en la University of Washington, aceptó el cargo académico en Yale University, llegando a ser jefe del Departmento de Antropología, en 1949. Desde su cargo en Yale, Bennett realizó importantes contribuciones a la arqueología de Perú (1939; 1942; 1944a; 1950; 1953), Colombia (Bennett 1944), Ecuador (Bennett 1946) y Argentina (Bennett 1948b). Su destacada obra en Sudamérica le favoreció para que Julian Steward lo invitara a escribir una síntesis sobre arqueología andina en el Handbook of South American Indians (1946-1950). Bennett, no obstante, deparó tiempo para otras actividades en las que también alcanzó una considerable notoriedad. Fue miembro de varios comités de la Social Science and Natural Research Council y, finalmente, presidente de la American Anthropological Association, en 1952, un año antes de fallecer trágicamente de un infarto, mientras nadaba en un pequeño lago de Massachusetts.

     

    El legado de los trabajos de Bennett en Bolivia

    En 1932, con escasos 26 años, Bennett se enclavó por primera vez en las alturas altiplánicas para encontrar respuestas a lo que en la arqueología de la época era todavía una incógnita: la historia cultural de Tiwanaku. Atraído por las notas de campo que Bande-lier dejó en el American Museum of Natural History, en New York, así como por la obra de Max Uhle y Alfred Kroeber, Bennett fue perseverante en su trabajo, minucioso en sus apuntes e intuitivo en sus explicaciones. Pese al enfoque descriptivo que la arqueología norteamericana de la época había adoptado, Bennett quiso explicar el fenómeno expansivo de Tiwanaku hacia otras regiones desde una perspectiva poco usual para su tiempo. Con base en los distintos estilos cerámicos que identificó y asoció -aunque débilmente -con unidades estratigráficas, Bennett dividió la secuencia estilística en tres periodos: Temprano, Clásico y Decadente. Bennett también identificó un intervalo post-Tiwa-naku que denominó "Post-Decadente", aunque inicialmente había utilizado el rótulo "Chullpa" para designar el periodo entre el "Tiahuanaco Decadente" y el periodo Inca, posterior.

    Los resultados de sus trabajos en Tiwanaku coadyuvaron en la definición de una secuencia histórico-cultural con base en criterios de cambio estilístico en la cerámica y dieron cuenta del área de influencia que Tiwanaku tuvo en otras regiones de los Andes. Bennett llegó a la conclusión de que el carácter que tuvo la influencia de Tiwanaku en otras regiones era imposible de precisar. Sin embargo, Bennett avalaba la hipótesis de que Tiwanaku era el núcleo, "quizás, principalmente un centro ceremonial de una cultura superior que se originó de una cultura general andina" (Bennett 1934).

    Posteriores investigaciones de Bennett en los valles del este de Bolivia y sectores de la Cuenca del Titicaca cambiaron levemente su posición respecto del Tiahuanaco Clásico. Bennett planteó que el estilo arquitectónico de Tiwanaku tuvo una distribución mucho más extensa de lo que previamente se pensaba, pero que el "Tiahuanaco Clásico" habría desarrollado una "cultura" peculiar con variantes en las tierras bajas. La más amplia distribución del estilo Decadente en Bolivia le indujo a pensar que éste había sido llevado mediante migraciones poblacionales hacia otras regiones. Otra de las importantes contribuciones que Bennett hizo a la arqueología boliviana fue la identificación de materiales arqueológicos anteriores a Tiwanaku, algo que no se había advertido por otros investigadores. Con base en las excavaciones que realizó en Chiripa, Bennett identificó restos arqueológicos que, en primera instancia, los catalogó como intermedios entre el Clásico y el Decadente, aunque, luego de revisar la secuencia, los colocó antes del Clásico.

    Bennett estableció los lineamientos básicos sobre los que habrían de elaborarse estudios posteriores, y pese a que muy poco reconocimiento le fue concedido por la arqueología nacionalista boliviana de los 1950s y 1960s, su cronología cerámica fue, implícitamente, validada y aprovechada. Se culpó a Bennett de no haber excavado lo suficientemente profundo en Kalasasaya para detectar ocupaciones anteriores al "Tiahuanaco Temprano" (Ponce 1980), habida cuenta que la cerámica de esos contextos más profundos no representaría un componente radicalmente distinto al identificado por Bennett en otros sectores y que los ubicó en el Tiahuanaco Temprano (Mathews 1992).

    Si hay alguna observación a las excavaciones realizadas por Bennett en Bolivia, ésta se relaciona al control de la excavación estrati-gráfica. Si bien el análisis estratigráfico a partir de la excavación había tenido una lenta difusión entre los arqueólogos de su época, eso no redime a Bennett de algunos de los problemas que encontró al realizar excavaciones en niveles arbitrarios de 50 cm. Si bien pudo relacionar los niveles con la estratigrafía vista (testigos) en los perfiles de los pozos, luego de haber concluido la excavación, esta última no guardaba relación con los contenidos materiales que habían sido separados por niveles. La probabilidad de mezclar los materiales de dos, o más, estratos distintos, se acentúa, lo cual podría llevar a generalizaciones ásperas de la secuencia cultural. Así angulosa, no obstante, la cronología establecida por Bennett fue el primer intento sistemático por esclarecer las sucesiones estilísticas del antiguo Tiwanaku.

    Los trabajos de Bennett, en conclusión, aportaron considerablemente al estudio arqueológico de Tiwanaku, generando mayor eco, sin embargo, en círculos académicos de otros países que en cualquier esfera del país. Las conclusiones de sus estudios en Bolivia no tuvieron incidencia en las políticas públicas sobre el patrimonio cultural y la educación sino hasta varias décadas después. El contenido curricular del sistema educativo ya tenía impregnada la narrativa pseudo-científica de Posnansky, la cual redoblaba los prejuicios raciales de las élites urbanas. El pasado de Tiwanaku era más atractivo visto desde la leyenda que desde la ciencia, más aún si la fábula justificaba el dominio de la "raza inferior" (sensu Posnansky). Cabe acotar, no obstante, que a Bennet no le interesó hacer una traducción de sus obras al castellano, práctica habitual de la mayoría de los investigadores extranjeros que trabajaron en Bolivia. Tuvieron que trascurrir 20 años para que Manuel Liendo Lazarte realizara la traducción de Excavations at Tiahuanaco, en 1956.

    Concluido el conflicto bélico con el Paraguay, Bolivia se sumió en una profunda crisis de identidad nacional, cercenada terri-torialmente en todos los puntos cardinales por los países vecinos; y pese a que en las siguientes décadas se trataron de encontrar nuevas consonancias con la realidad social, el modelo económico extractivo y el preben-dalismo ocluyeron toda posibilidad de cambio en la estructura subyacente al conflicto histórico boliviano. La arqueología, desde entonces, ha aportado muy poco al debate y a las políticas públicas en el país, particularmente a la hora de discernir sobre las formas y los contenidos institucionales que heredaron las actuales comunidades indígenas, las transformaciones ocurridas a través del tiempo, y sobre su rol actual en espacios sociales, políticos y económicos cada vez más conexos. De forma parecida a lo que ocurrió con la obra de Bennett y su relación con la épica posnanskiana, otras leyendas, en la actualidad, han encubierto a la ciencia; nuevas fábulas sobre las "culturas" como esencias inmutables sostienen el discurso de las nuevas élites. De este proceso sólo han surgido nuevas paradojas y mayores interrogantes sobre quiénes, efectivamente, y cómo definen el destino de Bolivia.

     

    Agradecimientos

    Este trabajo fue posible gracias a la beca otorgada por el Banco Interamericano de Desarrollo /Ailsa Mellon Bruce, cuando fui Visiting Senior Research Fellow en el Center for the Advanced Study in the Visual Arts (CASVA) de la National Gallery of Art, en Washington D.C. Agradezco a Joan Pills-bury por la colaboración que me brindó durante mi estadía en la CASVA y a Clark Erickson por su valiosa ayuda durante mi visita al Penn Museum y mi estadía en Fila-delfia. Al American Museum of Natural His-tory, en New York por cederme el derecho de publicación de las fotografías de Bennett. Mis estudios sobre la historia de la antropología y la arqueología en Bolivia han estado siempre inspirados en el enciclopédico conocimiento y las obras sobre la historia de Bolivia de mi padre.

     

    Notas

    1 Los datos no referenciados sobre Uhle en esta sección son resultado de la revisión que hice, en marzo de 1996, de la correspondencia entre Uhle y "Mrs. Stevenson", así como otras notas que se encuentran en el Museo de Arqueología y Antropología del Museo de Pennsylvania, en Filadelfia.

    2    Erickson (2010:95) sostiene que "en esta época ningún curador del museo y departamento recibía un sueldo, a excepción de Charles Conrad Abbott de la sección americana, que fue contratado por Si .000 por año y renunció en 1893. La mayoría de ellos pertenecían a la elite de Filadelfia y no necesitaban fondos para vivir y realizar trabajo de cam-po".

    3    Kroeber llegó a diferenciarse de Boas sólo en un aspecto: Kroeber sostenía que la cultura, como fenómeno "superorgánico", es decir, por encima del individuo, era la fuerza que moldeaba a la persona, argumento que no compartía Boas (Harris 1968:326-327).

    4    "A charming man, who speaks English practically if not well, and has the world of hospitality. The work which he has partially finished is tremendous. Detailedplans of all Tiahuanaco. Careful drawings of Tiahuanaco designs on pottery, tracing some of them to the islands of Marajo and Puebla, Mexico. He has offered to accompany us to Tiahuanaco, a tremendous offer. He will help us in every way."

    5    "He is making an inventory of the collection as though museum specimens were sold daily. As a matter of fact, each of the innumerable directors has made a private collection out of the museum stock:"

    6    "The movie was very interesting from an archae-ological and ethnological point of view. It even showed a model of Tiahuanaco being destroyed by eruption, volcanic ash and floods, in realistic fash-ion."

    7    "One of the tests of Posnansky's theory will be found in the discovery and location of other Tia-huanacoan type sites. They should all be above the level of the augmented lake shore line."

    8    "It was made of crude mountain stone and consisted of several rooms and patios, though not well define d."

    9    "Slab circle graves in four places, each group containing four or five graves; they averaged 1.5 m in diameter, and some of the stones were 1 m high and fíat. A few of the graves were rectangular, but Catholic influences may have entered."

    10  "The negotiations still continued until one fine day when I received a two-page permit to make test-pits at Tiahuanaco. The conditions were none too favorable, but the possibilities of study were too great to quibble. Two representatives of the government were appointed to watch my work. All gold, silver, and unduplicated pieces are to remain with the Museum. My permit allows me to make from 6 to 10 pits of 10 square meters and the depth necessary. We will go to Tiahuanaco."

    11  "The whole ruin looks suspiciously Spanish though Posnansky assures me that it is the last period of Inca. We must see Cuzco and Machu Picchu, be-fore we decide."

    12  "particularly among the old timers, and especial -ly among those who have themselves made rather large clandestine collections."

    13  "In the same day we started another pit, really the eleventh but due to our misfortune at Puma Puncu substituted for No. 9."

    14  Aunque Bennett menciona el sitio con el nombre de "Bruno-Moko", en su diario de 1932, en la publicación de 1936, Excavations in Bolivia, el sitio aparece con el rótulo de Tiquipaya. Solamente una vez en el texto menciona que el sitio es conocido localmente como Bruno-Moko.

    15  Bennett indica que llegó a una profundidad de 1.72 m, donde encontró el piso del templete; sin embargo, es probable que retiró algunos centímetros más para ver el grosor que tenía la capa de arcilla amarillenta.

    16  En el Museo de la Universidad de Pennsylvania, en Filadelfia, existe un rollo original en el archivo

    de la película que habrían filmado Bennett y Bird en Chiripa. Lamentablemente, durante mi visita al Museo, no se pudo exhibir la película debido al mal estado de conservación en el que se encuentra.

    17  ..." discovered a ruin which looks like a secondTia-huanaco but completely untouched...This ruin ap-pears to me to be the most important in the Andes, discovered for some time."

    18  "Still, all the pottery found, mostly from the sur-face and the first half-meter is clearly Incaic, with the exception of a few fragments of Decadent Tia-huanaco:"

    19  "It is illogical to state definitely that there are no Tiahuanaco artifacts at this site, but in twenty-two widely distributed cuts very little was found." (Bennett 1936:464).

    20  "by no means disappointing, by on the contrary not spectacular"

    21    “After hunting most of two seasons for another Tiahuanaco type ruin I confess that I got a bit excited at discovering one. The scientific importance is unquestionable, but the dramatic possibilities are limited".

     

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