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    Revista Textos Antropológicos

    versión impresa ISSN 1025-3181

    Textos Antropológicos v.16 n.1 La Paz  2011

     

    Arqueología del Departamento de La Paz

    Los Petroglifos de Achocalla, La Paz - patrimonio perdido

     

    The petroglyphs of Achocalla, La Paz- A lost heritage

     

     

    Matthias Strecker*
    Sociedad de Investigación del Arte Rupestre de Bolivia,
    casilla 3091, La Paz
    siarb@acelerate.com /
    strecker.siarb@gmail.com

     

     


    Resumen

    Los sitios arqueológicos en el valle de Achocalla, en la cercanía de la ciudad de La Paz, se destacan por sus restos arquitectónicos (chullpares), terrazas agrícolas, etc. y su larga cronología de unos 3.000 años, de los períodos For-mativo, Tiwanaku, Pacajes e Inka. Investigadores de la Sociedad de Investigación del Arte Rupestre de Bolivia (SIARB) registraron unas 10 rocas grabadas. A pesar de la propuesta de un parque arqueológico y las gestiones respectivas en los años 1990, no se concretó la preservación de este patrimonio cultural y entretanto se han destruido la mayor parte de las rocas y otros testimonios arqueológicos. En este artículo se presenta una descripción, clasificación e interpretación preliminar de los grabados rupestres.


    Archaeologicalsites in Achocalla valley, in the surroundings ofthe city ofLa Paz, consist ofancient burial towers (chullpares), agricultural terraces, etc. ivith a chronology ofsome 3,000 years (Formative, Tiwanaku, Pacajes, and Inca periods). In the 1990s members ofthe Bolivian Rock Art Research Society (SIARB) registered some 10 engraved rocks and proposed that some ofthem be protected in an archaeologicalpark which unfortunately ivas not realized. Meanwhile most ofthe rocks and other archaeological remains have been destroyed. In this article the author describes and classifies the rock art, andpresents a preliminary interpretation.


     

     

    Introducción

    El valle de Achocalla cuenta con numerosos vestigios arqueológicos, entre chullpares, sitios habitacionales y rocas grabadas. Respecto a las últimas, la Sociedad de Investigación del Arte Rupestre de Bolivia (SIARB) hizo esfuerzos para su documentación y su posible preservación dentro de un parque arqueológico, considerando las destrucciones permanentes de los sitios arqueológicos debido al fuerte proceso de urbanización de los alrededores de la ciudad de La Paz. Entre 1983 y 1989 documentamos 40 rocas grabadas en esta localidad. Los resultados preliminares de este estudio fueron publicados en el Boletín N° 5 de la SIARB (Heredia Z. y Rivera C. 1991).

    En agosto de 1998 yo llevé a cabo una nueva prospección en la región, apoyada por Claudia Rivera C. Constatamos que en el grupo 1 de las rocas grabadas documentadas en los años 80', tres de las principales rocas ya no existían. Según testimonio de vecinos, fueron destruidas por la construcción de una casa. Entregamos un informe sobre esta lamentable situación a la Dirección Nacional de Arqueología y Antropología (DINAAR).

    Posteriormente, continué la prospección colaborando a Marcos Michel L. quien realizó un estudio arqueológico de Achocalla; elevamos la cantidad de rocas grabadas registradas a 70.

    A estos hallazgos se deben añadir los importantes sitios arqueológicos en el valle de Achocalla (en parte prospectados por Marcos Michel L. y colaboradores en febrero de 1999), que presentan una larga cronología de unos 3000 años, pertenecientes a los períodos Formativo, Tiwanaku, Pacajes e Inka; y en particular el sitio en Uypaca, que en la actualidad constituye el único grupo de chu-llpares en buen estado de conservación cercanos a la ciudad de La Paz.

    Considerando esta riqueza arqueológica, elaboramos una propuesta para la creación de un parque arqueológico en Achocalla, que fue presentada a la H. Alcaldía de Achocalla y al Servicio Múltiple de Tecnologías Apropiadas (SEMTA), institución que se interesó en nuestra iniciativa por su propios trabajos en la zona; también recibimos cierto apoyo de parte de la DINAAR (Strecker et al. 1999). En este planteamiento sugerimos un trabajo en cuatro fases: 1. Prospección arqueológica de la cuenca de Achocalla, logrando una documentación sistemática del legado patrimonial en esta región mediante una prospección de cobertura total. 2. Restauración de algunos chullpares. 3. Imple-mentación del Parque Arqueológico con dos componentes: chullpares y arte rupestre. 4. Construcción de un centro informativo como museo-sitio.

    Lamentablemente, este proyecto no se concretó aunque inicialmente se firmó un convenio interinstitucional entre la SIARB, la DINAAR, SEMTA y la Alcaldía de Achocalla. Un problema fundamental fue que la Municipalidad de Achocalla no poseía ningún área verde, ya que estas áreas habían sido vendidas en su totalidad, contraria a disposiciones legales (según un comentario de un funcionario de la Alcaldía); además no se logró ningún acuerdo con los dueños de terrenos con algunas rocas grabadas.

    Entre tanto, la destrucción de sitios arqueológicos y petroglifos en Achocalla ha continuado de forma alarmante. La mayoría de las rocas registradas en los años 1980 y 1990 se ha perdido debido a nuevas construcciones. Se ha destruido no solamente un patrimonio cultural singular -algunos tipos de grabados (como un motivo en forma de "escalera" y una escultura rocosa en forma de cabeza zoomorfa) se conocían solamente en esta localidad- sino también se ha perdido la posibilidad de un parque arqueológico que podría haber contribuido al desarrollo turístico de los alrededores de La Paz. Queda solamente la documentación parcial de este patrimonio.

    En este artículo presento un resumen de los datos geográficos, etnohistóricos y arqueológicos (basados en nuestro proyecto del año 1999 y la publicación posterior de Michel L. del año 2001), así como una descripción y un análisis de los petroglifos de Achocalla, lo que amplía la información publicada anteriormente en el Boletín N° 5 de la SIARB.

     

    Marco geográfico

    El valle de Achocalla (Figuras 1-2) se encuentra en la provincia Murillo del Departamento de La Paz. Se halla situado entre los 16°33' y 16°37' de latitud sur y los 68°6' y 68°11' de longitud oeste del meridiano de Greenwich. Su altura promedio oscila entre 3.500 a.3.800 m.s.n.m. Se encuentra a 30 km del centro de la ciudad de La Paz. La cuenca se extiende a partir de los flancos de la ceja del Alto y termina en el río de Achocalla a la altura de Mallasilla al sur de la ciudad de La Paz. La localidad de Achocalla está limitada al norte con la ciudad del Alto, al sur con Layuri, al este con la ciudad de La Paz y al oeste limita con las provincias de Los Andes e Ingavi. El cantón Achocalla pertenece a la provincia Murillo como la tercera región. Consta de las siguientes comunidades: Puca-rani, Pacajes, Marquirivi, Cañuma,Juntuma, Allancacho, Huncarani.

    Figura 1. Plano de Idealización de Achocalla (según Herediay Rivera 1991)

    Figura 2. Mapa con Idealización de 10 grupos de grabados rupestres (del total de 13 grupos registrados)

    El valle de Achocalla presenta una topografía en general ondulada y quebrada, con pequeñas terrazas de pendiente suave y algunas concavidades que originaron pequeñas lagunas y embalses artificiales con aguas provenientes del escurrimiento superficial. El área está influenciada por grandes carca-vas que constituyen los afluentes de los ríos Achocalla, Huayhuasi, Concepción, Challa-taki y Kotaña.

    La cuenca Achocalla se divide en cuatro unidades (según Stache 1996: 3):

    Subcuenca Achocalla con el río del mismo nombre, que constituye la mitad del área total.

    Subcuenca Khotaña, cuyo río constituye el principal afluente del río Achocalla. Subcuenca Llukankari, con tres afluentes que drenan al río Achocalla, en la parte inferior de la cuenca total. Subcuencas cerradas (lagunas), que no tienen flujos directos a los sistemas de drenaje de las primeras dos subcuencas y que están ubicadas principalmente en la parte alta.

    Según la posición altitudinal y topográfica, toda la zona puede ser dividida en las siguientes tres sub-regiones:

    -   La región alta: Tiene terrazas ligeramente planas cortadas por cárcavas y deslizamientos antiguos. Se encuentra entre los 3800 y 3850 m.s.n.m. A esta sub-región pertenecen las comunidades de Juntuma, Allancacho, Huayhuasi y parte de la comunidad de Pacajes.

    -   La región media: Tiene terrenos ligeramente planos y ondulados, con pendientes de 6 a 12% en sentido oeste-este. La elevación de esta región varía entre los 3680 y 3860 m.s.n.m. A esta altura se encuentran situados la mayor parte de los terrenos de riego de las comunidades Pucarani, Pacajes, Marquiviri y terrenos a secano de Uypaca. Así mismo en esta región se encuentran las lagunas de Pacajes o Colapampa, Charani, Allancacho y Aukancota.

    -   La región baja: Está situada a 3 520 - 3680 m.s.n.m., con terrenos planos, quebrados y ondulados. Los suelos son profundos (más de 1.50 m), de textura media a moderadamente fina, en muchos casos limitados por la presencia de grava en todo el perfil; su drenaje es bueno, tiene un contenido bajo en materia orgánica y los terrenos están expuestos al lavado superficial. La erosión es moderada en los suelos planos y severa en los laderas y quebradas.

     

    Hidrografía

    El valle de Achocalla presenta gran número de vertientes, lagunas y ríos (permanentes y temporales). El río principal que cruza el área de Achocalla es el río del mismo nombre, sus afluentes principales son Kututu Jahuira, Juri Jahuira y Allpacoma en el margen norte; y los ríos Yarihuay, Arco Puncu y otros en el margen sur. La laguna Pacajes es el cuerpo de agua mayor, con una extensión abarcando un área de 0.66 km2, cuyas aguas son utilizadas para riego entre los meses de agosto y mayo.

    Con referencia a las aguas subterráneas, éstas son fenómenos que afectan a casi toda la zona y con mayor influencia erosiva al sur y la región central superior del valle, manifestándose en numerosas vertientes, aumentando éstas en estaciones de lluvia. El origen de estas aguas es atribuible a la percolación de aguas superficiales producidas en el altiplano, al este del valle de Achocalla.

    El clima es de tipo continental, atemperado con una influencia bastante tropical que se caracteriza por una época seca y una época lluviosa. Los efectos mayores sobre el suelo son los siguientes: En la época seca (invierno) el suelo se seca, lo que da lugar a su retracción con la aparición de grietas más o menos profundas, por la presencia de arcillas y limos. En la época lluviosa (verano) el suelo se vuelve blando, fenómeno favorable a la erosión y a la inestabilidad de las pendientes.

     

    Geología

    El estudio geológico muestra que desde su formación, debido a la erosión regresiva de los depósitos suelos del altiplano por las aguas del río captados por un afluente del río Beni, las laderas de la cuenca fueron sometidas a movimientos de rotura brusca y de formación de depósitos fluvio-glaciares importantes. Un extenso flujo de terreno se produjo en Achocalla y se desarrolló sobre más de 20 km de longitud hasta Mecapaca. Se supone que este vasto fenómeno habría ocurrido hace más de 9000 años en condiciones climáticas distintas a las actuales. (Cuadros B. 1982:81)

    Posteriormente, en una segunda época de erosión, se formaron la hoyada de La Paz y su entorno (en el que se encuentra Achocalla) durante el Plioceno o Terciario terminal, mediante depósitos de capas sucesivas, sobre el lecho de un antiguo lago de gran extensión. Dentro de esta etapa de la formación denominada La Paz, en el mismo ambiente lacustre que los otros sedimentos, se produjo en la parte superior la rápida de-positación de una ceniza volcánica que ha conformado un nivel de 2-4 m de espesor. Esta capa llamada emérita Chijini constituye un horizonte guía. (Datos tomados del Plan de Desarrollo Urbano de la Ciudad de La Paz, 1977, resumidos en Heredia Z. y Rivera C. 1991: 57)

    Una tercera época de erosión fue mucho menos importante que las primeras. Después se produjo el gran deslizamiento de la cuenca de Achocalla que dio el flujo del terreno gigante Mallasa-Lipari-Mecapaca. Este flujo debió hacer un dique aguas abajo de la angostura de Aranjuez. Existen muchos pequeños afloramientos de sedimentos lacustres del mismo tipo en el norte de Achocalla (Cuadros B. 1982:82).

     

    Etnohistoria

    Mediante la investigación de fuentes etno-históricas conocemos que el valle de La Paz se ubicaba en territorio de la etnia Pacajes (Saignes 1985: 290) en cruce de tres zonas ecológicas: punas, valles y yungas. Los datos para el período Intermedio Tardío o post Tiwanaku son pocos, se sabe que el valle de La Paz se encuentra dentro del territorio Pacajes y la gente de este grupo habitó el área.

    La mayoría de los datos etnohistóricos están relacionados a la presencia Inka: el valle fue ocupado por actividades mineras en beneficio del Inka, la explotación comprendía dos tipos de minas: socavones y pozos abiertos. Los trabajos eran efectuados por mitimaes de la región del Collao que pudieron pertenecer a una docena o menos de pueblos. Las fuentes atestiguan la presencia de mitimaes Lupacas, Canas, Canchis, Pacaxa, Pucarani y Chinchasuyo (Barragán 1991; Saignes 1985).

    Para el período colonial se tienen varias referencias acerca del valle y sus regiones aledañas. Agustín Aspiazu (1987: 92-93) relata: "Por las crónicas de los padres agustinos de Lima, (se) sabe que la población de los indígenas situada en la planicie, a una legua de La Paz, sufrió un brusco descenso del suelo, quedando sepultados todos sus habitantes, con excepción del curaca o casique, que salvó la vida, perdiendo el habla... Un suelo revuelto, erizado de prominencias y montículos y lagos provenientes de las vertientes interceptadas por las capas dislocadas, son los vestigios que han quedado del predicho hundimiento". El cronista agustino Antonio de la Calan cha (1885: 74) informa sobre este singular acontecimiento. Rigoberto Paredes (1955: 68, 70) sostiene que la población rural de Achocalla, según el censo del año 1900, alcanzaba a 3 540 personas, no existía población urbana. Afirma que en su jurisdicción se encuentran las ex - comunidades de Pucarani, Pacajes, Uypaca (Villa Concepción) y Cañuhuma.

     

    Antecedentes arqueológicos

    Debido a la catástrofe en el período colonial y la supuesta transformación del valle por una mazamorra, según los relatos a que me he referido, no se esperaba encontrar en esta región hallazgos arqueológicos notables. Sin embargo, las investigaciones arqueológicos contradicen esta suposición y, en realidad, algunos de los más antiguos vestigios de la población humana en la zona de La Paz y sus alrededores fueron encontrados justamente en este valle.

    Recién en los últimos años se inició la investigación sistemática de la arqueología de la ciudad de La Paz y sus alrededores (Aranda y Lémuz 2006; Aranda 2008; Lé-muz y Aranda 2008). "Los resultados obtenidos hasta el momento permiten determinar una intensa actividad ocupacional en el valle (la cual ve desde el Formativo Medio, pasando por asentamientos Tiwanaku, Señoríos Regionales e Incaicos), caracterizada inicialmente por el desarrollo intensivo de la agricultura... para posteriormente, con la llegada de los Incas, intensificarse la explotación aurífera, mediante la implantación de mitmas procedentes de diferentes etnias, lo que implicaba la variedad cultural del lugar." (Aranda 2008: 65)

    Respecto a las investigaciones arqueológicas dentro de la cuenca del río Achocalla, Michel L. (2001: 212) resume los antecedentes de la siguiente manera. El año de 1987, en base a informaciones anteriores (INAR 1977?), Portugal O., Lluzcoy Veizaga efectuaron un breve reconocimiento arqueológico de Achocalla. En este informe se mencionan chullpares de adobe en total estado de destrucción localizados en el lugar denominado Kañuma. Al sureste de Achocalla, en el camino a Makapaya, se ubica el sitio denominado Kotaña 1 por Portugal O. (1987), el mismo que presentaría restos de cerámica Tiwanaku en la superficie. Kotaña 2 es un conjunto arqueológico de 5 chullpares de barro situados sobre lenguas de tierra adyacentes a quebradas. La cerámica ubicada en Kotaña corresponde a los períodos Intermedio Tardío, Tiwanaku e Inka.

    El año 1989 Portugal O. efectuó un reconocimiento arqueológico desde la urbanización Mercedario en Villa Adela de El Alto hacia Achocalla registrando dos sitios. El primero se llama Seke y tiene cerámica que correspondería a la tradición Inka. El segundo sitio identificado se denomina Kaluyo y está situado a un kilómetro del anterior. Compuesto de una plataforma circular de 200 m aproximadamente, la estructura está circundada por un foso y por el Río Seco. Portugal O. asigna a este sitio la función de fuerte inkaico de control estatal instalado entre el Desaguadero y La Paz. En el Museo Nacional de Arqueología de La Paz se halla un keru procedente del valle de Achocalla, que por sus características lo podemos considerar dentro del período Tiwanaku Clásico. Sin embargo, no se tienen datos del lugar exacto donde fue hallado.

    Durante la primera quincena de febrero de 1999, Marcos Michel López y los estudiantes Daniel Gutiérrez O. y Marcos Iraola llevaron a cabo una prospecciónsistemática en el valle de Achocalla, logrando un diagnóstico general del patrón de asentamiento prehispánico (Michel L., Gutiérrez O. e Iraola 1999). Registraron 16 sitios arqueológicos adicionales a los reportados por la SIARB. En julio de 1999, Marcos Michel L. y un grupo de estudiantes de la UMSA realizaron una segunda prospección arqueológica logrando la ubicación de otros sitios. Se registraron en total 41 sitios arqueológicos cuyas características se resumen en el trabajos de Michel L. (2001: 214-219). Estos trabajos han permitido reconocer una ocupación humana del área en los siguientes períodos Formativo (1200 - 500 a.C), Tiwanaku (500 d.C. - 1000 d.C), Pacajes (1000 d.C. - 1430 d.C), Inka (1430 d.C. - 1560 d.C), Colonia y República (ver el resumen de la ocupación precolombina en Michel L. 2001: 219-221). Un reciente trabajo de José Luis Paz y colaboradores (2008) presenta los resultados de la excavación del sitio ACH 10. Los autores concluyen que se trata de un asentamiento Tiwanaku que alcanzó su máximo tamaño durante el período clásico (400-800 d.C.) y fue abandonado en los siglos posteriores.

    De especial importancia es el sitio ACH 12, denominado por Portugal Ortiz (1987) como Khotaña y que conocemos como Uypaca (Villa Concepción). Se encuentra en una ladera superior del valle, por debajo de la planicie altiplánica, a una altura aproximada de 3800 m.s.n.m., con profundas huellas de erosión y tres terrazas de terrenos inclinados. Existen restos de seis chullpares sobre estas terrazas, en posiciones de dominio visual hacia la hoyada paceña. Tres chullpares están bien conservados y tienen rasgos arquitectónicos impresionantes. Una construcción es especialmente notable por sus características de un mezcla del estilo Inka (muros de piedra) y de la cultura aymara-pacajes con reboque de adobe. Además, hay gran cantidad de fragmentos de cerámica (Pacajes, Tiwanaku, Inka). El sitio ofrece una vista espectacular al valle y a la cordillera.

    Las rocas grabadas de Achocalla Características y distribución

    Los autores de los grabados escogieron grandes bloques de emérita que afloran en todo el valle. Los petroglifos aparecen en grupos de rocas o bloques, los cuales están aislados y distantes unos de otros. Las rocas escogidas para tal fin tienen dimensiones variadas, las más grandes pueden tener 6-8 m de largo por 4 m de ancho. Es importante mencionar que algunos grabados están cerca de pequeñas lagunas y otros al borde de quebradas, casi siempre entre sembradíos.

    La dispersión de los petroglifos (grabados rupestres) permitió a M. Heredia y C. Rivera formar grupos, ya que generalmente se presentan cuatro, cinco o más rocas juntas, que a su vez contienen una cantidad de grabados. Hasta 1991 se ubicaron 6 grupos con 40 rocas grabadas. En las últimas prospecciones de 1998 encontramos 2 grupos más con 15 rocas, que se encontraban en la región de

    Alto Kañuma, cerca del camino que va desde Achocalla a Mallasilla. Además, en el grupo 5, donde se habían registrado 2 rocas grabadas, se halló otra roca con cúpulas. También aumentó la cantidad de rocas grabadas registradas en el grupo 6, de 2 a 6. En el curso de las nuevas prospecciones (M. Michel L., M. Strecker y sus colaboradores), de febrero a mayo de 1999, fueron localizados cinco sitios más con petroglifos en las zonas altas del valle (región de Villa Concepción/Uypaca). A continuación presento una breve descripción de 13 grupos con grabados.

    Grupo 1 (ACH17)

    Comprendía 11 rocas cerca a la laguna Cha-rani, en el sector Muyak'ani de la comunidad Pacaje, de las cuales lastimosamente las principales ya no existen. (Figura 3-4) En los años '80, algunas rocas se encontraban entre los sembradíos y otras en pequeños montículos naturales. La roca más imponente (A), con un largo aproximado de 8 m y una altura de 2.20 m, tenía una cantidad de cúpulas y una cruz colonial. (Figura 3a,b) La mayoría de las rocas de este grupo presentaban cavidades pequeñas, de unos 5-8 cm el ancho de la boca por unos 4 cm de profundidad, en algunos casos alineados. Generalmente estaban trabajadas en las caras inclinadas. En cuatro rocas existían cavidades profundas de unos 30-40 cm de diámetro de la boca por 40-50 cm de profundidad aproximadamente. Estas concavidades se hallaban en la cara horizontal y en ocasiones esta superficie era levemente alisada o nivelada, en algunos casos se presentaban con canales de desagüe.

    Figura 3a. Grupo 1, roca A. Foto de M. Strecker (1984)

    Figura 3b. Grupo 1, roca A. Dibujo de Jorge Aranibar

    Figura 4a,b. Grupo 1, roca D (dibujos de Gertrud Weber). Esta roca fue destruida durante la construcción de una casa

    En la roca C (de un largo de 6.50 m, altura 3.60 m - Figura 5a,b) había la representación de un motivo singular (no existe ningún caso parecido en el arte rupestre boliviano registrado hasta ahora) en forma de "escalera" doble, acompañada de dos cavidades pequeñas. En 1983 se encontraba todavía en su sitio original, al borde de un montículo natural. Un año más tarde, se había caído hacia abajo; posteriormente fue destruido por completo. Se desprendió un bloque que presentaba una cruz, parecía de factura más reciente, posiblemente copia de la cruz grande de la roca A.

    Figura 5a. Grupo 1, roca C. Dibujo de María Heredia Z.

    Figura 5b. Grupo 1, roca C, grabado de "doble escalera". Dibujo de Jorge Aranibar

    Grupo 2 (ACH17)

    Estaba ubicado en la cercanía del anterior Hotel Kori Tambo, inmediatamente al SE de una cancha de fútbol. Lo constituían cinco rocas con grabados (A-E), orientadas en dirección SE-NO. La roca más grande (A, dimensiones: 5.50 x 3.90 m, altura 3.25 m) poseía 12 cúpulas en hileras verticales en su cara SO, mayormente alineadas en tres filas verticales.

    Grupo 3 (ACH 7)

    Este grupo se encuentra en la sección Anari de la comunidad Marquiviri. Estaba conformado por 15 rocas, de las cuales 13 fueron localizadas nuevamente en septiembre de 1998. (Figura 8-8) Algunas rocas todavía existían a principios del año 2009 incluyendo las dos con cúpulas (A y B). En este grupo había una gran variedad de motivos: cavidades pequeñas, cavidades profundas, algunos diseños como canales y cruces cristianas que por su trabajo parecían más recientes que las de otros grupos (Figura 7a,b). Era el grupo más grande y disperso. Todas las rocas estaban rodeando una loma, alrededor existían gran cantidad de sembradíos. En los años '80, para algunos comunarios, este grupo era importante ya que: "En las piedras habitan los espíritus de los achachilas y hay que hacerles ofrendas porque de lo contrario trae males, se dan dulces mesas a la Pachamama" (informante Martín Chiapana).

    Las rocas A (3.50 x 2.40 m, altura máx. ca. 3.50 m) y B (3.60 x 2 m, altura ca. 1.50 m) presentan, en sus caras inclinadas orientadas al este, cúpulas que están alineadas en forma vertical (Figura 6a). La roca A tiene tres hileras con 5, 6 y 7 cúpulas, mientras la roca B tiene cuatro hileras con 2, 4, 6 y 8 cúpulas; en ambos casos la cantidad de cúpulas aumenta de izquierda a derecha. Según un vecino (información dada en abril de 1999), antes brotaba, al pie de la roca A, una fuente de agua. A poca distancia de las rocas A y B, en tiempo de lluvia, se forma una pequeña laguna.

    Figura 6a. Grupo 3, rocas A y B. Foto de M. Strecker (1998)

    Figura 7a. Grupo 3, roca L. Foto de M. Strecker (1998)

    Figura 7b. Grupo 3, roca L, cuatro grabados de cruces cristianas. La profundidad máxima de las líneas grabadas varía de 0,1 cm (tercera cruz a la izquierda) hasta 4,3 cm (cruz a la derecha). Dibujo de J. Aranibar

    Figura 7c. Grupo 3, roca L, canales grabados en la superficie. Foto de M. Strecker (1998)

     

    Las rocas D-K tenían cavidades profundas y algunos canales (Figura 6b). La roca LL (3.70 x 2 m, altura 2.30 m) poseía tres cúpulas grandes (Figura 8a). La roca N (Figura 8b,c,d) era un monumento excepcional, representaba la cabeza de algún animal (1.50 x 1.80 m, altura 1.70 m). Se notaba el trabajo en lo que vendrían a ser las fosas nasales, ambas tenían una profundidad de 13 cm. A mediados del año 2009, restos de esta roca (ya en gran parte destruida) se encontraban todavía en el sitio, un año más tarde había desaparecido completamente.

    Figura 6b. Grupo 3, roca E. Foto de M. Strecker (1998)

    Figura 8a. Grupo 3, roca LL con dos cavidades grandes. Foto de M. Strecker (1983)

    Figura 8b. Grupo 3, roca N. Foto de M. Strecker (1984)

    Figura 8c,d. Grupo 3, roca N. Dibujos de Jorge Aranibar

    Grupo 4 (ACH 18)

    Este grupo se encontraba al este de la granja SEMTA. En los años '80 María Heredia y Claudia Rivera encontraron 6 rocas, dispersas y ubicadas en la orilla de una quebrada, con diversas cavidades, algunas de ellas eran profundas y contenían restos de carbón dando muestras de haber sido usadas para quemar algo. En las nuevas prospecciones de noviembre de 1998, Matthias Strecker y María Cristina Strecker ubicaron también 6 rocas grabadas (Figura 9a). En la Roca F observamos tres líneas grabadas que convergen.

    Figura 9a. Grupo 4, roca C. Al fondo el cerro Illimani. Foto de M. Strecker (1998)

    Grupo 5 (ACH19)

    Se ubicaba a 200 m al norte del grupo 3. Estaba constituido por tres rocas grabadas, cuyos motivos representaban algunas cavidades y posiblemente canales. Ubicadas en una loma, no se pudieron documentar con detalle pues habían sido casi totalmente destruidas por grabados vandálicos, cortes en la roca, etc., quedando pocos restos. La roca C (2.80 x 2.80 m, altura 1.60 m) tenía en su lado sur tres o cuatro cúpulas pequeñas, alineadas en fila vertical.

    Grupo 6 (ACH 6)

    Se encontraba en la orilla norte de la laguna grande de Achocalla. En las investigaciones de los años '80, María Heredia y Claudia Rivera ubicaron dos rocas grabadas. La roca A se hallaba en la ladera de un cerro, era de características complejas ya que de una cavidad profunda salían varios canales ondulantes que se interconectaban entre sí y bajaban desde la parte más alta de la roca hacia abajo. La roca B presentaba una cavidad profunda, estaba trabajada más toscamente que otras cavidades por lo que sería más reciente. Estaba ubicada en el patio de una casa y en los años '80 era usada para limpiar quinua.

    En las nuevas investigaciones de noviembre de 1998, Matthias Strecker y sus hijas María Cristina y Susana encontraron cuatro rocas. Suponemos que eran otras que las descritas anteriormente. Al norte de la laguna, a unas 250 m al norte de la Iglesia Adventista del 7o Día, se hallaba una afloración rocosa enorme (roca C - Figura 9b) que medía 32 m x 5.80 m, con una altura de 3.50 m. Se extendía en dirección NE-SO. Su lado sur estaba cubierta con muchas inscripciones vandálicas, pero todavía se encontraron unas 30 cúpulas, entre las cuales se notaban dos filas verticales de 6 y 5 cúpulas. A unos 3 m al NE existía una extensión lateral de la roca, en cuya cara sur se hallaron grabadas 5 cúpulas puestas en fila vertical. En la superficie de la roca, en su borde sur, habían varias depresiones pequeñas. A unos 100 m al este ubicamos otras 3 rocas. La roca D (2.40 x 1.70 m, altura 1.80 m) tenía forma empinada. En su lado oeste existían cuatro cúpulas, de las cuales tres estaban puestas en fila vertical. La roca E (2.70 x 1.70 m, altura 1.10 m) tenía una cúpula cerca a su base, en un lado vertical. La roca F (3.90 x 2.80 m), directamente al lado de la roca anterior, tenía en su superficie una cúpula de tamaño mediano.

    Figura 9b. Grupo 6, roca C, lado sur. Se notan una fila vertical de cúpulas y numerosas inscripciones vandálicas.
    Foto de M. Strecker (1998)

    En las investigaciones arqueológicas de Michel L. (2001: 215), en este sitio se encontró cerámica Pacajes y colonial.

    Grupo 7 (ACH 20)

    Fue ubicado recién en agosto de 1998. Se encontraba en la comunidad Kañuma, al lado del camino que va desde Achocalla a Mallasilla, a una distancia de unos 700 m del Grupo 3. Se localizaron 8 rocas grabadas, mayormente con depresiones, las que en varias rocas estaban puestas en filas en su cara inclinada. Seis de estas rocas se hallaban cerca a casas (Figura 10a, b, 11a, b).

    Figura 10a. Grupo 7 y casas. En el fondo, a la izquierda, la roca A. Foto de M. Strecker (1998)

    Figura 10b. Grupo 7, roca A. con varias filas verticales de cúpulas. Foto de M. Strecker (1998)

    Figura 11a. Grupo 7, roca B. Cavidad profunda con canal. Foto de M. Strecker (1998)

    Figura 11b. Grupo 7, roca D con cara grabada. Foto de M. Strecker (1998)

    LarocaE(2.50x4.50m, altura 1.85 m),la más cercana al camino (a unos 9 m al norte), presentaba en su cara este hileras verticales de cúpulas pequeñas; en su lado NE existía una ranura ancha que se dirigía de la superficie hacia abajo. Al sur del camino había una concentración de 5 rocas grabadas. A 20.50 m del camino estaba la roca C (5 x 1.60 m, altura 2.30 m); en su lado SE estaba grabada una especie de cara de dos pequeños huecos y una línea recta (para ojos y boca) y una línea circundante, un motivo sumamente escaso entre los grabados de Achocalla (medidas 2 5 x 24 cm). Esta roca también presentaba varias cúpulas. Además, encontramos tres rocas aisladas con cúpulas (roca F a 27.70 m al oeste de la roca B; roca G a unos 50 m al SO de la roca F; la pequeña roca H a unos 100 m al NO de la roca E). En este último caso, la piedra había sido modificada para construir un altar del Tata Santiago, cuya imagen se puso bajo un techo.

    Grupo 8 (ACH 21)

    Este grupo igualmente recién fue registrado en septiembre de 1998. Estaba situado también en la comunidad Kañuma (alta), a ambos lados del camino que va desde Achocalla a Mallasilla, y aún más lejos del centro de Achocalla, a aproximadamente un kilómetro del grupo anterior. Existían 7 rocas grabadas en dos sectores, separados por el camino.

    En sector al sur del camino, la roca más prominente, ya visible del camino, es la roca A (altura aproximada 2.50 m) que presenta una cruz y se ha conservado hasta hoy en día (Figura 12a). Se halla a 25 m al sur del camino. A una distancia de unos 14 m hacia el norte (hacia el camino) estaba la roca B (3.10 x 2.50 m, altura 2.10 m) que tenía seis cavidades grandes. (Figura 12b) Entre las rocas A y B se hallaban dos más (C-D), cada una de las cuales presentaba dos depresiones grandes. Mucho más alejada, a unos 160 m al SO de la roca A, existía otra roca (E) con una cúpula grande.

    Figura 12a. Grupo 8, roca A con cruz cristiana grabada. Foto de M. Strecker (1998)

    Figura12b. Grupo 8, roca B con cinco cavidades grandes. Foto de M. Strecker (1998)

    Al NNO del camino se hallaban dos rocas más: a unos 40 m del camino la roca F que tenía dos caras formadas por depresiones pequeñas, al parecer de factura antigua (Figura 13 a). Más al NNO, a unos 50 m del camino, se encontraba una roca grande (G - 4.30 x 1.70 m, altura 2-3 m), cuya base había sido excavada y estaba expuesta, de modo que tenía una altura de entre unos 2 y 3 m. Llevaba por lo menos una cúpula grande en su superficie.

    Fjgura13a. Grupo 8, roca F con cara grabada. Foto de M. Strecker (1998)

    Grupo 9 (ACH10)

    Este sitio se encontraba cerca al camino que va del centro del valle a la comunidad de Uypaca (Villa Concepción), sobre la ladera aledaña a una quebrada trabajada en niveles de plataforma con inclinaciones de 3 0o a 40°. En la parte central de las plataformas, a 69 m del camino, se hallaba una roca con dos cúpulas (A - 1.70 x 1.80 m, altura 1.40 m). En la cercanía se encontraban otras afloraciones rocosas mayormente cubiertas de tierra, por lo que no se puede excluir la existencia de otros grabados. El sitio presentaba una "impresionante profusión de cerámica Tiwanaku y en menor cantidad Pacajes" (Michel 2001: 216). En las excavaciones por José Luis Paz y colaboradores (2008) se hallaron los restos de un asentamiento Tiwanaku.

    Grupo 10 (ACH 8)

    Según el informe de Michel L. (2001: 215), se trataba de una roca grande ubicada en el borde de una loma a una altura aproximada de 3650 m.s.n.m. Este bloque presentaba tazones atípicos en cuanto no eran circulares como en la mayoría de las demás rocas, sino más ovaladas y especialmente grandes.

    Grupo 11 (ACH 9)

    Este sitio también fue registrado por Michel L. quien encontró amplias plataformas sobre la ladera de una quebrada. En la plataforma superior y en medio de campos de cultivo se hallaba una afloración rocosa con dos cúpulas grandes (Figura 13 b), además "una incisión en forma de víbora y una serie de unciones lineales y curva" (Michel L. 2001: 215). La cerámica encontrada en el lugar en la prospección arqueológica corresponde a tradiciones del Formativo, Pacajes. Tiwanaku e Inka (ibid.).

    Figura 13b. Grupo 11, roca A. Foto de M. Strecker (1999)

    Grupo 12 (ACH 12)

    Este sitio (Figura 14a,b, 15a,b) fue estudiado inicialmente por Portugal Ortiz en 1987 quien mencionó cinco chullpares; denominó al lugar Khotaña. Actualmente, los lugareños lo llaman a este sector Uypaca (Villa Concepción). Michel L. (2001: 216) encontró "en tres lengüetas en forma de terrenos inclinados" mayormente cerámica Pacajes, además cerámica Inka y Pacajes. En el sector sureste del sitio fueron localizadas dos rocas al borde de una quebrada muy erosionada. Ambas rocas llevaban una cúpula grande en su superficie, una de las cuales tenía un canal (Figura 15b).

    Figura 14a. Uypaca, los dos chullpares más grandes Foto de M. Strecker (1998)

    Figura 14b. Uypaca, ladera trasera de uno de los chullpares, con grieta formada por flujo de agua.
    Foto de M. Strecker (1998)

    Figura 15a. Uypaca, chullpar pequeño con muro Inka. Foto de M. Strecker (1998)

    Figura 15b. Grupo 12 (Uypaca), roca con cavidad grande y canal. Foto de M. Strecker (1999)

    Grupo 13 (ACH23)

    Estas rocas se encontraban a unos 70 m al este del camino entre el sitio ACH 10 (Grupo 9) y el centro comunal de Villa Concepción (Uypaca), a unos 1 Vi km antes de llegar al pueblo. Se trataba de tres rocas con cúpulas grandes y dos cúpulas adicionales en el afloramiento rocoso del piso en la cercanía.

    Tipos de los grabados rupestres

    Los petroglifos de Achocalla constaban de los siguientes tipos:

    1. Depresiones redondas grandes en las superficies horizontales, a veces combinadas con ranuras o canales. Eran de diversos tamaños, la depresión más grande tenía una profundidad considerable de 70 cm (roca A del grupo 13). Muchas veces notamos que el interior de tales cavidades había sido alisado, algunas tenían su base en forma redondeada. A veces se encontraban en la superficie de rocas bajas, de una altura de solamente 0.50 m, pero también aparecían en rocas altas, de una altura de 2 m (Figura 6b, 8a, lia, 12b, 13b). Raras veces, existe un canal de desagüe que sale de una depresión grande (Figura 11a, 15b). El fenómeno de estas depresiones especialmente grandes se extiende también a regiones vecinas, fuera del valle de Achocalla. Se hallan en una roca al lado de la entrada del parque turístico del Valle de la Luna, en el camino de La Paz a Mallasilla.

    2.  Cadenas verticales de depresiones ("cúpulas") medianas en los lados de las rocas. En el caso de la roca L del grupo 3, estas cavidades podían servir para trepar a la superficie. Sin embargo, por lo general era obvio que no habían sido utilizadas para tal fin. En su mayoría eran demasiadas pequeñas, además observamos en algunas rocas (como A y B del grupo 3) varias series verticales de cúpulas, puestas paralelamente. (Figura 3b, 4b, 6a, 9b, 10b).

    3.  Depresiones redondas muy pequeñas, del tamaño de la punta de un dedo, que se hallaban en conjuntos alineados. (Figura 3a, b).

    4.  Líneas grabadas en la superficie que a veces convergen. (Figura 4a, 7c).

    5.  Un grabado en forma de una "escalera doble" en el lado vertical de la roca C del grupo 1. (Figura 5a, b).

    6.  Una escultura rocosa en forma de cabeza de animal (roca N del grupo 3). (Figura 8b, c, d).

    7.  Caras formadas por pequeñas depresiones y pocas líneas (roca F del grupo 8, roca C del grupo 7). (Figura llb, 13a).

    8.  Una cantidad de cruces cristianas en diversas rocas de los grupos 1, 3 y 8. (Figura 3a,b, 7a, b, 12a).

    9.  Grabados recientes, por ejemplo letras, a veces puestas encima de petroglifos antiguos. (Figura 9b).

    Una parte considerable de los grabados consta de "cúpulas" o "tacitas", depresiones artificiales en las rocas, un fenómeno frecuente entre el arte rupestre a nivel mundial (Bednarik 1998). Existen varios estudios de las cúpulas en diferentes regiones de Bolivia con una tipología preliminar (Strecker 1991; Methfessel 1998) y una discusión sobre su posible función, utilitaria, ritual o simbólica (Querejazu L. 1998). En julio del año 2007 yo guié al experto australiano Robert Bednarik a Achocalla; él pudo inspeccionar brevemente el grupo 3. Aunque reconoció cúpulas típicas en las rocas A y B (una de las cuales es ilustrada en su publicación del año 2008: 81, Figura 36), considera a las depresiones especialmente grandes como otro fenómeno de uso de las rocas de parte de los pobladores de la región. Piensa que se trata posiblemente de lugares de depósito de productos agrícolas (Bednarik 2008: 69-70, Figura 19).

    Antigüedad de los petroglifos de Achocalla

    Se puede deducir cierta antigüedad de estos grabados por su pátina, liqúenes que crecieron en las ranuras y técnica del tallado. Las ranuras de los grabados antiguos constaban de líneas más regulares, más profundas y más anchas que las de algunas figuras recientes. Por otro lado, la cruz colonial de la roca A del grupo 1 tenía líneas con perfil en forma de V cortadas en la roca, seguramente grabadas con un instrumento de metal.

    Existen por lo menos tres fases en la ejecución de los grabados:

    -   Grabados prehispánicas: cúpulas, sistemas de cúpulas con canales, el motivo de "escalera doble", caras antropomorfas y la escultura rocosa de la cabeza de un animal.

    -   Grabados coloniales de cruces. El ejemplo más claro se encontraba en la roca A del grupo 1.

    -   Grabados republicanos, incluyendo cruces y otros recientes.

    Lamentablemente no tenemos criterios para datar los petroglifos y cúpulas de una manera más precisa. Considerando la gran diversidad de elementos grabados, se puede suponer un proceso largo de su producción en tiempos prehispánicos. Hacemos notar que en la cercanía de muchas rocas grabadas se encontraban fragmentos de cerámica (identificamos cerámica Pacajes y colonial), lo que supone que se llevaron a cabo actividades rituales en estos lugares.

    Interpretación tentativa de los sitios de grabados rupestres

    Se puede suponer que en tiempos antiguos, este valle fértil era utilizado también para la agricultura intensiva y que los petroglifos tenían una relación con un culto a la fertilidad. Las depresiones (cúpulas) habrían sido utilizadas para depositar ofrendas; en los casos donde se conectan con ranuras o canales, algún líquido debía haber sido echado o se aprovechaba el agua de la lluvia, que fluía hacia la tierra, en un rito de ctfalla como ofrenda a la divinidad de la Madre Tierra.

    En algunos casos, parece existir una clara relación con fuentes de agua (rocas A-B del grupo 3). Por otro lado, los diversos motivos, como la "escalera doble", la cabeza esculpida de animal y las caras grabadas en la roca F del grupo 8, pueden haber tenido otras motivaciones que desconocemos.

    Las cruces grabadas son indicios de la religión cristiana. Es probable que inicialmen-te se tratara de un acto de iconoclastas (posiblemente misioneros españoles) que querían imponer la religión cristiana en los sitios de ritos tradicionales indígenas. Encontramos todavía algunos indicios de la importancia de las rocas grabadas para los habitantes de la zona, como muestra el testimonio sobre las rocas del grupo 3 a que me referí arriba.

    Un documento de SEMTA (1995: 130) incluye un mito indígena relacionado con la laguna grande de Achocalla y las rocas en su cercanía: "Según los achachilas el lago de Achocalla en principio era una Iglesia. Un día en dicha iglesia se celebraba un matrimonio y se festejaba la fiesta en el patio de la Iglesia, más tarde apareció una abuelita que fue atendida por la cocinera los pedidos de la visitante en forma secreta. Lo que pedía era comida que fue concedida por la cocinera en un pañuelo a la abuelita. La abuelita como recompensa del servicio dijo a la cocinera que se fuera por que algo va a pasar en ese sitio. Al poco tiempo la iglesia se convirtió en el lago y los novios escaparon hacia el oeste y cuando salieron a la loma Tacagua, miraron hacia atrás y en este momento se convirtieron en rocas y se quedaron para siempre roca y lago." Este cuento claramente está influido por la religión cristiana, ya que contiene elementos como la iglesia y el detalle que la pareja miraba hacia atrás y se convirtió en roca, lo que recuerda el relato de la Biblia de que una mujer se convirtió en estatua de sal por haber mirado hacia atrás (Génesis 19,26) Por otro lado, es muy probable que se refería a wacas antiguas: la laguna y las rocas. Otra leyenda cuenta del maleficio que existe en el lago menor Charani, ubicado en la zona Mullak'ani de la comunidad Pacaje. Por este maleficio esta laguna es temida por los pobladores. Recordamos que justamente en esa región había una concentración de rocas grabadas incluyendo una cruz colonial imponente.

     

    Agradecimiento

    Agradezco a las siguientes personas quienes colaboraron en el registro, investigación y documentación del arte rupestre de Achocalla: Jorge Aranibar, María de los Angeles He-redia Z., Marcos Michel L., Claudia Rivera C, María Cristina y Susana Strecker, Ger-trud Weber. Reinhardt Stache me facilitó el informe de sus estudios geológicos de la región. Asimismo agradezco a Claudia Rivera por la revisión del manuscrito preliminar y sus comentarios constructivos.

     

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