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    Revista Textos Antropológicos

    versión impresa ISSN 1025-3181

    Textos Antropológicos v.16 n.1 La Paz  2011

     

    Arqueología del Departamento de La Paz

     

    Ocupaciones prehispánicas en el sitio de Chullpa Loma, Valle de Cohoni. Evidencias e hipótesis para la arqueología paceña

     

    Prehispanic occupations at the Chullpa Loma site, Cohoni Valley. Evidences and hypothesis for the archaeology of La Paz

     

     

    Juan E. Villanueva Criales*
    * Programa de Postgrado en Arqueología, Universi
    dad de Tarapacá.
    Becario mecesup2

    juan710@gmail.com

     

     

     


    Resumen

    En el presente artículo se presentan las evidencias de las labores de excavación arqueológica realizadas por el Proyecto Chullpa Loma en el sitio de Chullpa Loma, ubicado en la región de Cohoni, La Paz. A partir de una revisión de los antecedentes arqueológicos y etnohistóricos de la región y de zonas aledañas, se sugieren algunas interpretaciones acerca de la dinámica de las poblaciones prehispánicas en Cohoni, que son claramente distintas de aquellas que acaecieron en el cercano valle de La Paz y en el altiplano paceño. Las interpretaciones son propuestas a manera de hipótesis para la investigación arqueológica futura.


    This paper presents evidencefrom the archaeological excavation labors carried out by the Proyecto Chullpa Loma in the site of Chullpa Loma, located in the Cohoni region in La Paz. Starting with a review ofthe archaeological and etnohistorical background ofthis region and nearby zones, some interpretations aboutprehispanicpopulation dynamics in Cohoni are suggested. These dynamics are clearly different from those that occurred in both: the nearby La Paz valley and La Paz high plateau. The interpretations are proposed as hypothesis for future archaeological research.


     

     

    Introducción                         

    La arqueología de La Paz ha estado largamente centrada en el estudio de la meseta del Titicaca, fruto de lo cual se han hecho avances significativos en el conocimiento de las dinámicas poblacionales prehispánicas de esta región. Sin embargo, en este contexto los valles paceños han recibido menos atención, asumiéndose que habrían sufrido procesos similares a los altiplánicos.
    Este artículo presenta una sucinta revisión de la literatura acerca de las ocupaciones pprehispánicas en el altiplano del Titicaca y en los valles paceños, y se compara estas referencias con aquellas procedentes de los estudios realizados en el valle de Cohoni, y con los datos obtenidos durante las excavaciones del año 2007 en el sitio de Chullpa Loma. Esta comparación tiene el fin de reconstruir, a grandes rasgos, un devenir histórico de la región de Cohoni, con características particulares. De esta manera, se busca mostrar que los valles paceños pueden haber tenido dinámicas prehispánicas propias y distintivas. El escrito está organizado de manera cronológica, comenzando por el Formativo para finalizar en la época Inca. Para cada etapa se discuten antecedentes y evidencias para el altiplano del Titicaca, los valles paceños, el valle de Cohoni, y el sitio de Chullpa Loma, para arribar a algunas interpretaciones, presentadas a manera de escenarios hipotéticos. Entendemos en este sentido que nuestra investigación ha arribado a conclusiones parciales, generando a su vez nuevas incógnitas, que requieren de nuevas hipótesis para profundizar a futuro en el conocimiento de la región.

     

    El período Formativo / Tiwanaku (1500 a.c. - 1100 d.c.)

    El Formativo / Tiwanaku en el Altiplano del Titicaca

    Las investigaciones arqueológicas de las últimas dos décadas han incrementado nuestro conocimiento del período que antecede al desarrollo Tiwanaku en el altiplano del Titicaca. Este período, denominado Formativo, comienza hacia el 1500 a.c., con el establecimiento de los primeros asentamientos permanentes en la cuenca sur del Titicaca (Janusek 2008). El posterior Formativo Medio (800 -100 a.c.) es caracterizado por el nucleamiento de estos asentamientos, formándose los primeros centros ceremoniales como Chiripa, en la península de Taraco. Estos centros surgen por toda la cuenca, compartiendo una serie de conductas ceremoniales denominadas Tradición Religiosa Yaya-Mama (Chávez 2004).

    El Formativo Tardío (100 a.c - 500 d.c.) será un período de cambios significativos, en el que los centros ceremoniales sufrirán un declive, posiblemente causado por cambios climáticos que habrían limitado el potencial de intercambio de determinadas regiones de la cuenca. Esto posibilita el surgimiento de nuevos centros, como Khonkho o Tiwanaku (Janusek 2008), que habrían entablado una dinámica de competencia entre iguales en busca de la hegemonía (Stanish 2003). Se puede reconocer dos divisiones del Formativo Tardío, la primera marcada por el ascenso e influencia de la formación Pukara (100 a.c. - 200 d.c.), y la segunda, en la cual este centro decae (200 - 500 d.c).

    En este marco de competencia, el ascenso de Tiwanaku puede ser visto como consecuencia de la dinámica formativa tardía, al establecer su hegemonía en la cuenca por sobre otros centros, como Lukurmata, Khonkho, Pajchiri, u Ojje. A las estructuras formativas del centro de Tiwanaku se suman otras, como Kalasasaya o Akapana, que muestran el rol capital de este asentamiento en las dinámicas sociopolíticas, económicas y religiosas de la cuenca.

    Algunos autores han pretendido que el asentamiento de Tiwanaku se habría formado a partir de una masiva y controlada migración de otros centros de la cuenca y sus alrededores (Janusek 2008). Si bien no existen a la fecha datos suficientes para sustentar esta idea, lo cierto es que en este período, Tiwanaku 11, la hegemonía de Tiwanaku en la cuenca del Titicaca debe recurrir al prestigio religioso, a la inclusividad, y a la negociación con grupos locales preexistentes por el acceso a determinados recursos (Janusek 2008). La permanente interacción ceremonial con otros grupos redundó a nivel material en la difusión de cerámica de servido Tiwanaku por toda la cuenca, materialidad prestigiosa que generó emulaciones locales, lo que dota al fenómeno Tiwanaku de cierta variabilidad heterárquica intrínseca.

    El paso a Tiwanaku 22 está marcado por un carácter crecientemente apropiativo y exclusivista de la élite de Tiwanaku. Tiwanaku busca el control directo de muchas fuentes de recursos, siendo paradigmático el caso de los campos elevados de Pampa Koani, expropiados por Tiwanaku en detrimento de los pobladores de Lukurmata (Janusek 2005). Estas crecientes contradicciones entre el proceder de los líderes Tiwanaku y los ideales de inclusividad establecidos en el período anterior, desembocarán en situaciones de tensión social, que habrían sido causas centrales del posterior colapso.

    El Formativo / Tiwanaku en los Valles Paceños

    Algunos autores han postulado que la interacción entre la cuenca del Titicaca y zonas de altiplano y valles es de origen formativo (Browman 1981). De hecho, una característica de los centros ceremoniales del Formativo es su acceso a bienes suntuarios de los valles orientales, la costa, y el altiplano central, al tiempo que cierta materialidad del altiplano lacustre aparece en estas alejadas regiones. Al mismo tiempo, los grupos formativos de estas zonas, como Wankarani en el altiplano orureño, o los grupos de los valles orientales, mantenían relaciones de intercambio entre sí, con grupos de los valles costeños, y con grupos de tierras bajas.

    Las investigaciones en los valles del río La Paz y en otros valles paceños, han dado con presencia formativa de la cuenca lacustre (Aranda y Lémuz 2009; Paz et al. 2008). Aunque incipientes, las evidencias apuntan a un aprovechamiento agrícola de los valles del río La Paz. Este carácter sugiere que la interacción con la cuenca en el Formativo respondió a una búsqueda de acceso directo a zonas cercanas de valle, más que a dinámicas de intercambio a distancia.

    Las investigaciones en los valles occidentales han dado con tres zonas principales de presencia Tiwanaku: Moquegua, Azapa y San Pedro de Atacama. Las dinámicas de relación de estas zonas con Tiwanaku son variadas: mientras en Moquegua está clara la presencia de un enclave colonial de Tiwanaku (Goldstein 2005), en las zonas chilenas existen poblaciones locales que adoptan o emulan materialidades altiplánicas (Uribe y Agüero 2001). Sin embargo, es probable que la interacción de estas regiones con Tiwanaku no haya sido directa. En el caso de Azapa, esta influencia pudo haber estado mediada por el enclave de Moquegua (Ibid.) o por el altiplano orureño (Michel 2008). En el caso de San Pedro, la influencia se daría desde los valles orientales, cruzando el altiplano sur (Uribe y Agüero 2001).

    Los valles orientales mantuvieron fuertes relaciones con Tiwanaku, existiendo pequeños enclaves Tiwanaku en Cochabamba (Janusek 2008). Los valles cochabambinos, chuquisaqueños, y nor potosinos mantenían intensas dinámicas de interacción desde tiempos formativos, tanto entre grupos va-llunos, como con las tierras bajas, el altiplano central y meridional, e incluso los valles occidentales3. Durante el período de Desarrollos Regionales Tempranos, la materialidad Tiwanaku es una más entre expresiones como Omereque, Mojocoya, Yura, o la Tradición Estampada e Incisa de Bordes Doblados de tierras bajas4. Por otro lado, tanto en la cuenca del Titicaca como en los valles orientales se observan mutuas influencias estilísticas (Anderson 2006; Janusek 2003), que denotan el vigor de estas interacciones

    La geopolítica Tiwanaku parece haber sido altamente estratégica. Las diversas formas de interacción con la cuenca del Titicaca y otras regiones, responden a la demanda por determinados recursos. Mientras la cuenca del Titicaca era una fuente de cultivos de subsistencia y recursos pesqueros, con zonas de pastoreo de camélidos hacia el sur, enclaves como Moquegua o Cochabamba eran eminentemente maiceros, y a su vez efectuaban intercambios con zonas más alejadas, de las que se obtenían variedad de productos suntuarios y exóticos.

    En ese contexto, queda poco claro el papel de los valles paceños. Las investigaciones en valles cercanos al Titicaca, como La Paz o Achocalla, muestran una continuación en la ocupación y el énfasis agrícola de la zona (Aranda y Lémuz 2009), sugiriendo que estos valles habrían continuado bajo control directo de grupos de la cuenca durante la época Tiwanaku. Otros autores (Huidobro 2009; Pon ce 1967) han propuesto que el valle de La Paz era importante para la explotación aurífera, lo cual es muy posible, aunque algunas evidencias dispersas sugieren que la región aurífera de Larecaja habría sido explotada por Tiwanaku (Faldín 1985).

    Mas allá de estas consideraciones, no debe subestimarse la importancia de los valles del río La Paz como constituyentes de las redes de intercambio, pues estos valles se encuentran entre la cuenca del Titicaca y los valles cocha-bambinos, constituyendo una vía natural de

    comunicación. Algunos autores sugieren que el ingreso a los valles orientales pudo darse a través del altiplano central (Michel 2008), sin embargo es posible la existencia de una ruta más hacia los valles, que podría haber atravesado la región de los valles paceños.

    ¿Formativo / Tiwanaku en el valle de Co-honi?

    Los valles de Cohoni (Figura 1) están ubicados casi inmediatamente al sudeste de los valles de La Paz y Achocalla. Su característica principal es la presencia del nevado Illi— mani, cuyos deshielos descienden formando escarpados valles que desembocan en el río La Paz.

    Figura 1. Vista de los valles de Cohoni

    Cohoni ingresó en la literatura arqueológica como área de paso hacia los Yungas paceños. Según Portugal Ortiz (1994), Cohoni se encontraba en la "ruta de la coca", que en tiempos Tiwanaku unía el valle de La Paz con el sitio yungueño de Pasto Grande. Una interpretación similar fue realizada por Estévez (1985), quien identificó los principales asentamientos de la región, como Inca Marka, Chullpa Loma o Lekelekeni. Este autor resaltó la ocupación permanente de la zona, aunque coincidiendo con Portugal Ortiz respecto a la noción de área de paso.

    La primera investigación sistemática en Cohoni fue realizada por Fernández (2004). Su prospección de cobertura total, en la que se registraron un total de 53 sitios, y el estudio de patrones de asentamiento, llevaron a la autora a postular un escenario en el cual la región habría sido colonizada en tiempos de Tiwanaku, de manera centralizada y jerárquicamente estructurada, formando comunidades diáspora fuertemente vinculadas a la cuenca del Titicaca. Un refinamiento metodológico posterior llevó a Fernández (2007) a la noción de que Cohoni habría sido colonizada sin mediación estatal, por grupos heterárquicamente diferenciados, provenientes del altiplano. Dado que la autora no encuentra en sus prospecciones ninguna evidencia de ocupación formativa, se establece el poblamiento de la región en el período Tiwanaku.

    El año 2007 tuvieron lugar nuestras excavaciones en el sitio de Chullpa Loma, el segundo más grande de la región, y el más importante de una de las subcuencas. El sitio se encuentra en el municipio de Palca de la provincia Murillo, departamento de La Paz, y dentro de la jurisdicción de la comunidad de Yaricachi.

    Chullpa Loma (Figura 2) es un complejo habitacional, agrícola y funerario de 11.6 ha de extensión. Está constituido por numerosas terrazas y muros de contención, que se acomodan a la escarpada topografía. Si bien el sitio incluye varias hectáreas de terraceado agrícola (Figura 3), el núcleo está conformado por dos sectores que concentran recintos habitacionales. Entre estos dos sectores, una larga cresta rocosa concentra la mayor parte de las tumbas, cámaras líticas subterráneas, aunque estas también aparecen diseminadas por otros sectores del sitio. Los dos sectores habitacionales y el área funeraria, rodean una amplia explanada baja (Figura 4), desprovista de rasgos arquitectónicos.

    Figura 2. Levantamiento topográfico de Chullpa Loma

    Figura 3. Área de terraceado agrícola

    Figura 4. Explanada baja

    Las excavaciones en Chullpa Loma (Vi-llanueva 2008) refinaron las interpretaciones regionales de Cohoni, en base a la ubicación de las expresiones cerámicas de la región en una secuencia estratigráfica con asociaciones cronológicas claras. Las excavaciones en área se realizaron en seis recintos domésticos del sitio, que constituyen el 10% del total de estructuras de esta índole (55 en total) en Chullpa Loma, conformando una muestra representativa del componente doméstico.

    La primera conclusión a la que se arribó con las excavaciones da la razón a Fernández, dado que las excavaciones profundizaron hasta tocar estéril sin encontrar ningún contexto Formativo. El sitio de Chullpa Loma, a través de la muestra excavada, no estuvo ocupado durante el período Formativo. Sin embargo, las excavaciones en Chullpa Loma han arrojado otra conclusión que modifica las interpretaciones regionales: por encima del estrato estéril se ubican los rellenos de las plataformas, igualmente desprovistos de material cultural. Sobre las plataformas, los eventos más tempranos son ofrendas que por sus características pueden datarse en el Tiwa-naku Terminal o a inicios del Intermedio Tardío. En suma, el sitio de Chullpa Loma tampoco estuvo intensamente ocupado durante el auge de la formación Tiwanaku en el altiplano del Titicaca.

    Los eventos posteriores poseen resabios de material Tiwanaku altiplánico, pero la cerámica altiplánica más común en estos eventos responde a los cánones estilísticos de la formación Pacajes. De todos modos, la gran mayoría del material cerámico de esta primera ocupación de los recintos de Chullpa Loma es de manufactura local. Dado que este material también es mayoritario en las prospecciones de Fernández en la región de Cohoni, se hace notorio que el patrón de asentamiento descrito como propio del auge de Tiwanaku es más tardío.

    Poca cerámica típicamente Tiwanaku ha sido reportada en las prospecciones de Cohoni. Según Fernández (2004), estas expresiones cerámicas se encuentran solamente en los sitios más grandes. Además, este material se encuentra frecuentemente en puntos de posible función ritual. La cerámica Tiwanaku encontrada en estos puntos es de carácter asimismo ritual, destacando una aplicación plástica de incensario ornitomorfo.

    Los límites del poblamiento formativo: una hipótesis

    Ciertamente, es riesgoso esbozar conclusiones acerca de una región a partir de la evidencia de un solo sitio. Sin embargo, las evidencias de excavación, junto a las interpretaciones realizadas anteriormente a nivel regional a partir del dato de superficie, nos permiten sustentar algunas consideraciones a manera de hipótesis.

    Las investigaciones realizadas durante las últimas décadas en el altiplano del Titicaca han evidenciado una dinámica formativa compleja, que precede al establecimiento de la hegemonía Tiwanaku. Esta dinámica parece haber sido común a la cuenca del Titicaca y a algunos valles cercanos. Sin embargo, es riesgoso "formativizar" irreflexivamente la historia de los desarrollos prehispánicos del departamento de La Paz a imagen del modelo circun-lacustre, sin contemplar las particularidades de las regiones paceñas. Es importante conocer los límites geográficos de esta dinámica de poblamiento formativo circun lacustre, que la distinguen de otras zonas de desarrollo formativo como Wanka-rani o Cochabamba.

    Hipotetizamos en base a las evidencias discutidas que el límite entre esta dinámica de poblamiento temprano, que alcanza los valles de La Paz y Achocalla, y una dinámica de poblamiento más tardío, se encuentra cerca de la región de Cohoni. Esta región no presenta asentamientos formativos, ni una extendida dispersión de cerámica Tiwanaku altiplánica.

    Los períodos Formativo y Tiwanaku pudieron ser épocas de crecimiento demográfico. De ser así, podría pensarse en un poblamiento gradual del núcleo altiplánico hacia los valles del río La Paz, lo que podría explicaría por qué el Formativo en los valles de La Paz y Achocalla parece menos intenso que en la cuenca. Esta expansión gradual del núcleo altiplánico no habría llegado a regiones más alejadas como Cohoni.

    Es consenso entre los investigadores que Tiwanaku tuvo un núcleo en el circun Titicaca, y zonas de interés ubicadas en regiones alejadas. Entre estos espacios poblados, median necesariamente espacios desiertos. La hipótesis es que Cohoni, durante el auge de Tiwanaku, habría sido un espacio desierto. Esto no significa que haya estado desprovista de significado y función, de hecho las evidencias Tiwanaku en la región apuntan a una patrón de área de paso similar al documentado en el espacio entre Puno y Moquegua, con pequeños rituales ubicados en puntos importantes de la ruta (De la Vega et al. 2008). En el caso de Cohoni, el ente principal era el nevado Illimani. Visible desde Tiwanaku, e interpretado como un eje rector de la arquitectura sacra del sitio (Kolata 1993), su cercanía imponente en la región de Cohoni (Figura 5) debió ser importante a nivel feno-menológico, motivando la actividad ritual.

    Figura 5. El Illimani visto desde Chullpa Loma

    Entre los valles de La Paz y Achocalla y los valles de Cohoni se encontraría la frontera entre una zona de asentamiento permanente y explotación agrícola intensiva, y otra de paso, ligada a la interacción con un ente sagrado y a la dinámica de intercambio a larga distancia. Esta ruta podría haberse dirigido a Yungas, como indicaba Portugal Ortiz, pero también se puede pensar en una ruta que atravesaría la región de Inquisivi para alcanzar el río Cotacajes e ingresar a Cochabamba por el oeste. Uno de los contextos más tempranos de Chullpa Loma posee una cuenta de sodalita de gran tamaño, probablemente procedente del valle cochabambino. Sin embargo, la hipótesis de esta ruta de intercambio es aún muy especulativa.

     

    La ocupación Tiwanaku Terminal del Valle de Cohoni

    El altiplano paceño: colapso y revolución Cultural

    Debe atribuirse a Ponce Sanginés (1981) la consideración de que el colapso de Tiwanaku habría respondido a causas internas, desestimando las teorías acerca de la invasión ay-mara. Las evidencias de la transición Tiwanaku - Pacajes se observarán con las primeras prospecciones del valle de Tiwanaku (Alba-rracín 1996; Matthews 2003). Luego Kolata (1993) reafinará la teoría de la sequía como causante del colapso, yJanusek (2005, 2008) revestirá de agencia esta noción. La tensión generada por el cambio de énfasis de la élite habría deteriorado las relaciones con otros grupos de la cuenca. La sequía sirvió como catalizador para una violenta revuelta contra la élite de Tiwanaku, tanto en el centro (Couture y Sampeck 2003) como en la colonia de Moquegua (Goldstein 2005), hacia el año 1100 d.c. Sin embargo, la revuelta fue el culmen de un descontento gestado a inicios de Tiwanaku v, agravado por el gradual deterioro climático. Así, durante al menos 200 años, los pobladores de la cuenca habrían tenido motivos para migrar a otras regiones.

    La desintegración y el colapso trajeron un marcado rechazo a los íconos de poder y cánones estilísticos emblemáticos de Tiwanaku. La cerámica adoptó progresivamente nuevas formas e íconos, más allá de que la tecnología empleada fuese similar. Los asentamientos mayores se fragmentaron, y tras el colapso aparecieron las pukaras o fortalezas, que denotan una creciente hostilidad. Mien-tras el núcleo Tiwanaku transitaba hacia Pacajes, grupos de la cuenca sudoeste y norte, que habían estado bajo la hegemonía, conformaron nuevas identidades separadas.

    De manera coincidente con el despoblamiento gradual del núcleo del Titicaca, se da el poblamiento del altiplano sur de La Paz (Pärssinen 2005), donde se establecen las características de la materialidad Pacajes, como las torres funerarias o chullpares. El hecho de que esta región mantuviese la misma identidad que el antiguo núcleo, es decir Pacajes, hace probable que su población haya provenido del circun-Titicaca.

    El Intermedio Tardío en los valles paceños

    Algunos valles paceños, sobre todo en el norte y noreste, parecen haber recibido también población migrante del núcleo centrífugo de Tiwanaku. No existen aún referencias contundentes sobre la presencia de ocupaciones for-mativas y Tiwanaku en Apolobamba, Larecaja o Muñecas, pero estas zonas se han asociado a la presencia de la cultura Mollo (Boero Rojo 1992; Ponce 1981), un desarrollo con claros resabios de Tiwanaku en sus expresiones materiales. Otros autores (Loza 2007) tienden a encontrar un origen Tiwanaku en los conocimientos de los Kallawayas de Apolobamba.

    Se hace notoria la afiliación de los valles del río La Paz a Pacajes, a través de las expresiones cerámicas y a la existencia de chullpares. Los chullpares fueron, además de tumbas y elementos de cohesión comunal y culto al ancestro, marcadores étnicos e identitarios (Kesseli y Pärssinen 2005). En los valles de La Paz y Achocalla existieron chullpares, aunque por el avance urbano pocos queden de pie, y estos chullpares son similares a los del altiplano de Pacajes. Si el fenómeno chullpario es un marcador de identidad, existieron marcadas diferencias entre estos valles y los valles de Cohoni, en los que los chullpares están ausentes.

    La Ocupación Tiwanaku Terminal del Valle de Cohoni

    En el escenario de colonización propuesto por Fernández (2004), el Intermedio Tardío trae consigo una desintegración de la colonia Tiwanaku de Cohoni, con reducción de asentamientos y disminución de las diferencias jerárquicas entre sitios de cada subcuen-ca. Esta interpretación se basó en el uso de cerámica Pacajes en superficie para medir la extensión de los sitios. Como vimos, las excavaciones de Chullpa Loma han mostrado al material Pacajes como minoritario dentro de las ocupaciones del Tiwanaku Terminal -Intermedio Tardío, fungiendo a manera de bienes de prestigio o intercambio. La gran mayoría del material de este período en Chullpa Loma es de origen local.

    Recientemente (Fernández y Villanueva 2009), hemos reevaluado la evidencia de superficie de Cohoni para el período Tiwanaku Terminal - Intermedio Tardío, a la luz de las evidencias de Chullpa Loma. La primera implicancia es que la zona no habría sido poblada durante el período Tiwanaku, sino más bien como consecuencia de la desintegración y colapso de Tiwanaku. Los patrones de asentamiento muestran una tendencia al nucleamiento, que podría deberse a una influencia extraregional, como la presencia de una ruta caminera, que habría llevado a que los asentamientos se ubicaran cercanos al camino. También es posible que refleje una base de recursos independiente para cada subcuenca.

    Otra tendencia que podría reflejar este patrón es una organización jerárquica de los asentamientos. Dado que el poblamiento gradual de la zona habría comenzado cuando Tiwanaku aún estaba vigente como centro de poder, los primeros asentamientos habrían tratado de reproducir la estructura jerárquica de Tiwanaku y mantener cercanas relaciones con la cuenca del Titicaca. Esta tendencia al ordenamiento jerárquico probablemente habría disminuido con el colapso de Tiwanaku y la transición a Pacajes, entidad menos centralizada y jerárquica.

    Es también posible que se haya confundido en superficie material de la ocupación original Tiwanaku Terminal - Intermedio Tardío con material proveniente de una reorganización efectuada ya en tiempos del Inca. Nuestras excavaciones muestran que durante la época inca, la cerámica local es virtualmente idéntica a aquella proveniente del período anterior. Como en la ocupación tardía comienzan a aparecer evidencias de distinción jerárquica al interior de Chullpa Loma, es probable que el ordenamiento jerárquico del patrón regional refleje esa reorganización.

    Diáspora y etnogénesis: evidencias de Chullpa Loma

    Las excavaciones de Chullpa Loma proveen evidencias que sugieren un origen altipláni-co de la población. Las primeras similitudes son arquitectónicas, pues los recintos habita-cionales de Chullpa Loma son de planta rectangular, y adosados a muros de contención de las plataformas (Figura 6), patrón similar al de sitios Tiwanaku altiplánicos emplazados en topografías accidentadas (Bermann 1993). La arquitectura funeraria recuerda al Tiwanaku altiplánico en su fase terminal. En efecto, no se encuentran las cistas cilíndricas del Tiwanaku "clásico", sino cámaras líticas subterráneas de planta rectangular (Figura 7). Cámaras líticas similares han sido datadas por C14 en el Tiwanaku Terminal en el cementerio de Tiraska, en la cuenca sudeste del Titicaca (Korpisaari 2007).

    Figura 6. Recinto habitacional de Chullpa Loma

    Figura 7. Cámara funeraria de Chullpa Loma

    Lastimosamente, todas las cámaras funerarias visibles en superficie han sido saqueadas. Sin embargo, hemos podido excavar una que escapó a la depredación, cubierta por una ocupación posterior, en el recinto A. Este contexto, el más temprano excavado en Chullpa Loma, albergaba los restos muy deteriorados de dos adultos, un varón y una mujer, además de la cuenta de sodalita antes mencionada, un alfiler de bronce, y un ce-ramio de manufactura altiplánica (Figura 8). Las características de la pieza recuerdan a la cerámica de Tiraska (Korpisaari 2007), vinculando este contexto al Tiwanaku Terminal. La otra ofrenda se encuentra en la plataforma del recinto F, y consiste en un pozo irregular en el que se depositó un cántaro semicomple-to, acompañado por un cuenco fragmentado de estilo Pacajes (Figura 9), y fragmentos de un keru polícromo Tiwanaku.

    Figura 8. Ceramio Tiwanaku Terminal

    Figura 9. Cuenco Pacajes

    La cerámica doméstica es otra clave para reconocer la procedencia altiplánica del po-blamiento de Chullpa Loma. Todas las formas cerámicas son de clara inspiración altiplánica, incluyendo el repertorio de formas cántaros, ollas, tazones, cuencos, kerus y escudillas de labios cortos. Ningún elemento formal es ajeno a lo altiplánico, ni recuerda manifestaciones cerámicas formativa o procedente de otras regiones. Dentro del conjunto doméstico, se puede distinguir la cerámica altiplánica de aquellas emulaciones de origen local.

    En la primera ocupación de Chullpa Loma, el tamaño de las habitaciones es muy similar (Figura 10). Si el tamaño de la habitación indica status, estamos frente a una relativa horizontalidad social. Esto se ve reforzado por el hecho de que ningún recinto parece gozar de acceso privilegiado a bienes de prestigio o de intercambio, sea cerámica altiplánica, materias líticas, metales, o bienes de consumo. Sin embargo, existen diferencias menores en la forma arquitectónica y rasgos domésticos (presencia de pozos internos y fogones), la distribución espacial de actividades domésticas y los tipos de ofrendas. Estas evidencias apuntarían a la existencia de cierta variabilidad heterárquica interna, lo que permite pensar Chullpa Loma habría atraído gradualmente poblaciones procedentes de diferentes puntos del altiplano del Titicaca.

    Figura 10. Comparación de tamaño de recintos, ocupación Tiwanaku Terminal / Intermedio Tardío

    La cerámica local de Chullpa Loma fue manufacturada a nivel doméstico. Los tratamientos de superficie son toscos, la pasta no es muy compacta, y la cocción suele ser incompleta, mostrando un escaso conocimiento alfarero en relación a la cerámica altiplánica. Las pastas tienen predominantemente antiplástico de pizarra o de cuarzo traslúcido5 (Figura 11).

    Figura 11. Pasta local de Chullpa Loma, con inclusiones de cuarzo traslúcido y pizarra

    La cerámica de servido local de Chullpa Loma está decorada en el estilo que hemos denominado Chullpa Loma Negro sobre Guindo (Figura 12). La decoración se da en la parte externa de jarras y kerus, así como en el interior o exterior de cuencos y tazones. Consiste en la aplicación de un baño postcocción de pintura de color guindo oscuro, sobre la que se dibujan toscamente con negro bandas, círculos concéntricos, volutas y otros motivos geométricos. Excepcional-mente se suma una tonalidad crema a la decoración. En algunas ocasiones, los cuellos y jarras llevan decoración incisa que recuerda al Pantini Orange6 altiplánico, pero combinada con pintura negra y guinda.

    Figura 12. Cerámica local de Chullpa Loma, decorada en negro sobre guindo

    Hemos interpretado la aparición de este estilo local como indicador de un proceso et-nogenético, por el que los grupos de migrantes altiplánicos a la región generan un sentimiento de cohesión comunitaria en base al hecho de compartir la experiencia diáspora, es decir la experiencia de abandonar la tierra de origen7.

    Chullpa Loma también interactúa con otras regiones, dada la presencia de cerámica altiplánica, aún en pequeña proporción. Esta cerámica es más fina, con superficies bruñidas, engobe rojo y pasta con antiplástico de arena (Figura 13). Son especialmente llamativos algunos fragmentos de kerus de estilo Tiwa-naku, con torus y decoración polícroma, aunque nunca portando iconografía elaborada. Los tazones son de paredes rectas, tendencia identificada por Janusek (2003) como propia de la transición Tiwanaku - Pacajes. En cuanto a los cuencos, algunos están decorados en negro sobre rojo al estilo Pacajes8. Además de la cerámica altiplánica, algunos recintos tienen un cierto acceso a cerámica procedente de otras zonas, principalmente la cerámica de antiplástico de cuarzo blanco (Figura 14) encontrada en la región de Yungas9.

    Figura 13. Cerámica altiplánica de estilo Pacajes, proveniente de Chullpa Loma

    Figura 14. Cerámica con antiplástico de cuarzo blanco, posiblemente proveniente de Yungas

    Poblamiento tardío del valle de Cohoni: una hipótesis

    Creemos tener evidencia suficiente para postular un origen altiplánico de la población de Chullpa Loma. Uniendo estos datos con los datos regionales de Cohoni, hipotetizamos que la región de Cohoni habría sido poblada gradualmente en los siglos de transición entre Tiwanaku y Pacajes. La inestabilidad del núcleo altiplánico, con un descenso de la productividad alimentaria, y un ambiente de creciente disconformidad, habrían motivado este éxodo gradual de población altiplánica, tal vez agudizado tras el colapso de la formación Tiwanaku.

    Una de las primeras motivaciones para asentarse en Chullpa Loma podría haber sido el conocimiento de la zona, que había sido previamente parte de la ruta hacia oriente. Posteriormente veremos como la historia oral de Cohoni e Inquisivi, otro punto a lo largo de esta ruta hipotética, presentan paralelismos sugerentes. Sin embargo, es posible que tras el colapso de Tiwanaku la ruta hacia los valles cochabambinos haya dejado de utilizarse. Al menos, en la época de Desarrollos Regionales Tardíos existen pocas evidencias de interacción entre Cochabamba y el Titicaca. En ese momento, la ruta que pasaba por Cohoni pudo haberse dirigido a la región de Yungas, con la que hay evidencias de interacción.

    Tal vez la mayor motivación para el asentamiento en Cohoni fue agrícola. En momentos en que el altiplano sufría la sequía10, los nevados eran una fuente de agua dulce, aprovechable con algo de terraceado y regadío. Ese pudo haber sido el caso del Illima-ni, hasta hoy vital para la agricultura en la región, al punto que uno de los rituales más importantes está relacionado a la limpia de los canales prehispánicos que transportan el agua de deshielo.

    La morfología del terreno colaboró con una práctica agrícola diversificada. La pronunciada microverticalidad (Figura 15) permitía el acceso directo a zonas de pastoreo, de cultivo de tubérculos, de cultivo de maíz, y de recolección de frutos como el pacay y el algarrobo. Esto significó seguridad y diversidad alimentaria, permitiendo a los pueblos del Illimani convertirse en agricultores productivos en momentos en que el altiplano era poco proclive a la práctica agrícola.

    Figura 15. Microverticalidad de pisos ecológicos desde Chullpa Loma

    La presencia de cerámica altiplánica en Chullpa Loma evidencia un intento de los pobladores de Cohoni por mantener sus lazos con el centro de Tiwanaku, y, tras el colapso, una fuerte interacción de la región con Pacajes. Esta relación pudo haber funcionado a manera de una complementariedad entre dos pueblos que compartían un origen y experiencia comunes, y que a la vez se habían especializado económicamente en direcciones opuestas.

    Más allá de esta posible complementariedad, hubo una clara diferenciación identitaria entre Pacajes y Cohoni, marcada en la cerámica y las costumbres funerarias. Es posible imaginar la diferencia entre los pobladores de La Paz y Achocalla, profundamente arraigados a su territorio desde el Formativo y afiliados a Pacajes, y las diásporas de "colonos" migrantes a los adyacentes valles de Cohoni. Mientras tanto, en la otra cara del Illimani, en Yungas, existían poblaciones que interac-tuaban con Cohoni. La escasez de investigaciones en esa región nos impide saber de que período datan estas poblaciones11. Lo cierto es que esta interacción con Yungas acrecentaría significativamente en siglos posteriores, como veremos a continuación.

    El Arribo Inca (1470 - 1532 d.c.) El Inca en el altiplano paceño

    El siglo xv es caracterizado en la historia de los Andes por el surgimiento y expansión de los incas, procedentes de Cusco. Al ser este el período más tardío antes de la conquista española, se poseen para su estudio las referencias de los cronistas europeos de la época de contacto.

    Aparentemente, el ingreso Inca a la cuenca del Titicaca se realiza durante el reinado de Pachacútec (Pärssinen 1992). Los Incas, tras anexionar a Canas y Canchis, llegan al noroeste de la cuenca, dominada por los Collas, que están enemistados con los Lupacas del sudoeste. Los Incas aprovecharán esta enemistad, aliándose con los Lupacas para vencer a los Collas. En cuanto al sudeste de la cuenca, la etnohistoria indica que los Pacajes opusieron alguna resistencia, defendiendo el puente del río Desaguadero. Sin embargo, pronto toda la cuenca del Titicaca y el altiplano paceño se encontrarían bajo la hegemonía inca, constituyendo ya en el reinado de Topa Inca la puerta de ingreso para los ejércitos conquistadores del Collasuyo.

    El Inca tuvo una aproximación ritual al lago Titicaca. Estableció importantes santuarios en las islas del Sol y la Luna (Bauer y Stanish 2001; Seddon 1998), emplazando a nobles cusqueños en lugar de la población local, al tiempo que establecía en los alrededores mitmaq de pueblos de todo el Tawantinsuyo, con fines de adoración. Los Incas generaron su mito de origen alrededor del Titicaca, del que habría surgido el Inca fundador, Manco Cápac. El Inca quedó asimismo impresionado por el centro monumental de Tiwanaku, entonces ya abandonado. Algunos han propuesto que los kerus incas se inspiran en aquellos procedentes de Tiwanaku (Cummins 2004), y que la técnica constructiva de importantes estructuras incaicas, como Sacsayhuaman, se inspiró en la mampostería de Tiwanaku.

    Es casi consenso entre los investigadores que para la anexión de los grupos locales, el Inca tenía una estrategia tendiente al establecimiento de alianzas, aunque con la amenaza latente del empleo de sus eficientes ejércitos, en caso de resistencia. La alianza estaba sustentada por el matrimonio, y por un flujo de regalos y bienes de prestigio. El Inca solicitaba tributos en trabajo y especie, y muchas veces relocalizaba a poblaciones (mitmaq) por diversos motivos. Asimismo, los grupos locales tendían a negociar sus intereses frente al Inca.

    Este aparato de anexión requería que el grupo local tuviera una estructura jerárquica de delegación del poder, para la administración del excedente y el control de la población. Donde el Inca encontró grupos locales cohesionados y ordenados jerárquicamente, pudo trazar una alianza directa con sus líderes. Sin embargo, donde el paisaje político tendía a la descentralización, el Inca tuvo que generar una estructura de élites12. Las crónicas hablan de que Collas y Lupacas tenían caudillos de origen preinca. Sin embargo, la arqueología muestra que ambos sufrieron un reordenamiento jerárquico de asentamientos. Incluso Hatuncolla y Chucuito, las capitales etnohistóricas de estos dos grupos, fueron fundadas en la época Inca (Julien 2004; Stanish 2001).

    Pacajes también sufrió un reordenamiento, que pudo haberse basado en patrones previos. Surgieron las cabeceras o asentamientos mayores, separados por un eje longitudinal en Urco y Uma, y se estableció la capital principal en Caquiaviri (Pärssinen 2005). Es interesante notar que todas las cabeceras Pacajes, como Achacachi, Pucarani, Tiwanaku, Huarina, Calamarca, Ayo Ayo, Caquingora, o Machaca, son altiplánicas. La única cabecera establecida en zonas que pueden conceptuarse como vallunas es Chu-quiapu, la futura La Paz.

    El Inca en los valles paceños

    El hecho de que Chuquiapu se haya constituido en cabecera Pacajes refuerza la idea de que los valles del río La Paz habían estado cercanamente ligados a grupos altiplánicos. Diversas causas pudieron motivar el establecimiento de una cabecera en Chuquiapu, entre otras que posiblemente Chuquiapu habría sido un asentamiento preinca importante. Desde siempre había sido una zona agrícola de importancia, que ofrecía productos difíciles de cultivar en el altiplano, además de una rica explotación de oro aluvial. La importancia de Chuquiapu radicaba también en su situación estratégica para el ingreso a la región de Yungas, de orientación principalmente cocalera.

    Sin embargo, el único valle paceño con una cabecera Pacajes es La Paz. Los demás valles paceños, aparentemente, estuvieron divididos al menos en tres zonas étnicas: al norte, los valles cercanos a la cordillera de Apolobamba, donde se encontraban los Ka-llawayas. En el centro, las zonas de Hilabaya y Larecaja, que rodeaban al Illampu y gran parte de la Cordillera Real (Medinacelli 2009; Saignes 1986, 1997). Al sur, los valles Quirwas, en los alrededores del Mururata y el Illimani, así como en la actual provincia Loayza (Medinacelli 2009). La tradición oral de Inquisivi, en los alrededores de la cordillera de Tres Cruces, hace referencia a la existencia de un grupo denominado Sirwa, que podría ser bien sinónimo de Quirwa.

    La etnohistoria de estas regiones denota que el Inca habría respetado a los pobladores locales. De todos modos, en las tres zonas ingresaron mitmaq provenientes del altiplano paceño, respondiendo a una lógica de cercanía espacial. Así, en Apolobamba o Hi-labaya los mitmaq eran Collas, mientras que en Larecaja o los valles Quirwas eran principalmente Pacajes. En Inquisivi, los Pacajes habrían estado interdigitados con mitmaq Soras, asentados por el Inca en el noreste de Oruro. De todos modos, también hubo grupos de mitmaq venidos de lejanas zonas, como Canas, Canchis, o Chichas (Huidobro 2009; Medinacelli 2009). Medinacelli (Ibíd) refiere la existencia incluso de mitmaq Caña-ris del Ecuador, en Chuquiapu.

    Qirwas y Mitmaq: el Inca en Cohoni

    Ha habido discusión acerca del término Quirwa. Al respecto, Loza (1984) identificó por primera vez la presencia de una identidad Quirwa, organizada a manera de un señorío étnico en los valles paceños del sur. Posteriormente Loza (1990) cuestionaría esta idea, aduciendo que el término designaría más bien al mercader de coca durante la Colonia, que operaba entre los Yungas y la ciudad de La Paz, convertida ya en el centro de comercio de este producto destinado a las minas de Potosí.

    Sin embargo, dudamos que el comercio de coca entre Yungas y el altiplano sea una invención colonial, al menos dada la abundancia de rutas de data inca, si no anterior, que se desprendían de Chuquiapu y sus alrededores con dirección a Yungas. Ninguna de ellas, a excepción posiblemente del camino del Choro, dejaba de pasar por la región en la que se ha registrado la presencia de los Quirwas. El camino de Takesi, que lleva hasta Yanacachi, donde se alojó un importante foco de resistencia Inca en tiempos del Taqui Onkoy (Gisbert 1996), nace en las inmediaciones de la cabecera Quirwa de Palca. Yunga Cruz, que se dirige a la actual localidad de Chulumani, nace cerca de Huni, que con el nombre de Oyune, era la capital Quirwa del Illimani. El camino de Pasto Grande, que lleva al homónimo centro administrativo Inca, pasaría cerca de cabeceras Quirwa como Collana, Kotaña, o Cohoni (Portugal Ortiz 1994).

    La interacción preinca entre las regiones de Cohoni y Yungas está sugerida, desde el registro arqueológico, por la presencia de cerámica yungueña en nuestras excavaciones de Chullpa Loma. También existen zonas que fueron denominadas Quirwas, sin contar con una tradición en el comercio de coca. Es el caso de valles de la provincia Loayza como Sapahaqui o Luribay.

    Más allá de esto, la etnohistoria sugiere que grupos altiplánicos Pacajes recibieron tierras en la región de Cohoni. Ya en la Colonia, pobladores de lugares como Calamarca o Ayo-Ayo reclamaban las tierras que poseían en calidad de mitmaq en Cohoni (Barragán 1982). El uso del término en sí indica que el fenómeno es de data incaica. En efecto, las cabeceras más grandes de los Quirwas recibieron en la época Inca significativa población altiplánica, al punto que pueblos como Oyune, Collana, o Palca, tenían una mayoría altiplánica al llegar la Colonia. Sin embargo, seguían siendo identificadas como cabeceras Quirwas.

    El pueblo de Cohoni, como cabecera, recibió mitmaq altiplánicos. De hecho, actualmente la comunidad de Cohoni está dividida en tres parcialidades. Una de ellas se llama Alasaya, mientras que las otras dos tienen el nombre de cabeceras Pacajes: Tiwanaku y Pucarani. Cohoni es el asentamiento más poblado de la región, y su preponderancia tiene origen prehispánico, pues el pueblo, de data colonial13, fue construido a los pies de Inca Marka, el mayor sitio de los valles de Cohoni. Inca Marka era el asentamiento de mayor tamaño de la región ya en la ocupación Tiwanaku Terminal / Intermedio Tardío (Fernández 2004). Sin embargo, su nombre mismo sugiere que el Inca eleva a este asentamiento a una categoría preponderante. De hecho, hasta Inca Marka llega un camino empedrado procedente del noroeste.

    Según Fernández, el Inca ejecuta en Co-honi una reorganización jerárquica de la región, como indican los patrones de asentamiento. Fernández además advierte el uso de ingeniería incaica en algunos andenes y terrazas, además de la construcción de áreas de aprovechamiento agrícola intensivo en Mor-montani y Viloma, y estructuras de acopio en Inca Marka (Fernández 2006). La reorganización apunta a la presencia de un aparato estatal superior que busca ampliar la producción agrícola y la exacción tributaria. Según Fernández (Ibid.), la presencia Inca también se estableció de manera simbólica mediante la construcción de santuarios de altura.

    Dinámica de élites intermedias en Chullpa Loma

    Los datos de excavación en Chullpa Loma muestran una segunda ocupación, filiada en la época Inca en base a algunos patrones arquitectónicos y a evidencias de influencia incaica en las formas cerámicas. La cerámica local no cambia en términos tecnológicos, sino en lo que hace a la morfología, y de manera ligera. Los cuellos de los cántaros son más largos y evertidos, seguramente por influencia del aríbalo inca. De la misma manera, los bordes suelen incluir dos pequeñas aplicaciones plásticas. Aparecen emulaciones de formas incaicas como la jarra chata y el plato. Cabe recalcar que la decoración en negro sobre guindo continúa presente, aún en formas con influencia inca.

    Sin embargo, los contextos excavados muestran que los cambios acarreados por el Inca en Cohoni van más allá las influencias estilísticas. Los recintos A y B son remodelados superponiendo nuevos pisos arcillosos, lo cual representa una innovación frente a los apisonados de las ocupaciones previas.

    Los muros frontales son adelantados a fin de ampliar sensiblemente el espacio interno de la vivienda, y al menos en el caso del recinto B se incluye un pequeño nicho interior (Figura 16). Por otro lado, los muros de los otros cuatro recintos no son ampliados. En el caso de los recintos C y D se ubica un piso arcillo limoso, menos compacto que el de los recintos A y B. En el caso de los recintos E y F, solo se realiza un nuevo apisonado.

    Figura 16. Evidencia de remodelación del recinto B. Nótese el nicho interno en el nuevo muro

    Los cambios en los recintos A y B representan la inserción de nueva tecnología constructiva, con cierto acomodo a los cánones incas. Al mismo tiempo, distinguen a sus habitantes en base a la amplitud de la vivienda. Una vez más, si el tamaño de la casa indica status, estamos viendo el surgimiento de diferencias jerárquicas en la época Inca, en detrimento de la horizontalidad jerárquica de la ocupación previa. (Figura 17).

    Figura 17. Comparación del tamaño de recintos de Chullpa Loma en la ocupación tardía

    Este surgimiento de la jerarquía puede advertirse, además, en ciertos patrones de distribución de artefactos. El acceso a la cerámica altiplánica se homogeiniza entre los seis recintos, sobre todo dotando de mayor acceso a aquellos que no se habían caracterizado por una alta presencia de cerámica altiplánica en la ocupación anterior. Sin embargo, el recinto A accede en la época Inca a una pasta altiplánica concreta, muy compacta y más fina que la cerámica altiplánica común (Figura 18).

    Figura 18. Pasta altiplánica común (izq.) y pasta altiplánica fina (der.)

    Por otro lado, algunos artefactos fácilmente desplegables como insignias de autoridad y poder fueron encontrados en la ocupación tardía del recinto A: un anillo de bronce, el remate de un alfiler de bronce decorado con dos cabezas de llama (Figura 19), y un hacha "T" de granito (Figura 20), materia prima exótica a la zona. El alfiler y el hacha denotan clara morfología incaica.

    Figura 19. Remate de alfiler de bronce

    Figura 20. Hacha "T" de granito

    Así, las evidencias de Chullpa Loma apuntan al surgimiento de una élite local, que si bien mantiene una identidad común con los demás habitantes, se adscribe crecientemente a los cánones culturales del imperio. Es la evidencia arqueológica del ascenso de una porción de los habitantes, de un contexto social previamente horizontal a cierta posición de preeminencia jerárquica, ascenso además patrocinado por el Estado.

    Esta dinámica de élites intermedias14 fue ejecutada por el Inca en muchos de sus dominios, por la necesidad de escalonar el poder para una administración eficiente. La etnohistoria muestra como los señoríos se dividían en parcialidades y ayllus, a su vez subdivididos en conjuntos anidados de mil, cien, y hasta diez familias, cada conjunto con su líder respectivo15. En ese contexto, cabe preguntarse que posición ocupaba la élite de Chullpa Loma. El conjunto del señorío Quirwa tenía una cabecera principal en Oyu-ne, siguiendo en segundo rango cabeceras como Palca, Collana, o Cohoni, entre otras. Por lo identificado por Fernández (2004), en el patrón regional de Cohoni hubo tres agrupaciones claras, cada una con su cabeza respectiva, siendo Chullpa Loma cabeza de uno de estos conjuntos, por lo que ocuparía un tercer escalón.

    Sin embargo, el recinto A que hemos excavado no es el más importante del sitio. Otro par de recintos es de tamaño algo mayor y se encuentra en la porción más alta del sitio, presentando idénticas características constructivas. Lastimosamente, estos recintos han sido saqueados. Si estos recintos eran los más importantes del sitio, habrían albergado a quienes controlaban toda la subcuen-ca. La élite del recinto A se encontraría en un cuarto escalón, tal vez controlando solamente al sitio de Chullpa Loma, es decir como máximo a unas 50 familias. Por tanto, sería una élite menor, de escasa influencia en las instancias regionales de toma de decisiones.

    La organización de Cohoni dentro del imperio del Tawantinsuyo, apuntaba probablemente a satisfacer las demandas del Inca. En las excavaciones de Chullpa Loma hemos encontrado correlatos materiales del tributo exigido en trabajo por el Inca. Así, son comunes las toscas azadas de pizarra (Figura 21), usadas seguramente para el cultivo tanto en las tierras de la comunidad como en las nuevas tierras habilitadas para el Inca. En la explanada de Chullpa Loma existe un área de molienda comunitaria, con varios batanes usados en el procesamiento de granos.

    Figura 21. Azadas de pizarra, ocupación tardía de Chullpa Loma

    También aparecen los husos de rueca y "trompos" asociados a la actividad textilera (Figura 22), una de las formas más comunes de tributo femenino en trabajo. Del mismo modo, aparecen las boleadoras (Figura 23), que no parecen responder a una función de caza, pues en la región no existen animales silvestres susceptibles de ser atrapados con boleadoras. Probablemente los varones de Chullpa Loma también cumplieron con alguna forma de servicio militar, otra exigencia común del Inca para con los pueblos anexados.

    Figura 22. Husos de rueca, ocupación tardía de Chullpa Loma

    Figura 23. Boleadoras, ocupación tardía de Chullpa Loma

    Cohoni como frontera cultural: una hipótesis

    Más allá de que el término Quirwa sea apropiado o no para designar a una población local, previa al movimiento altiplánico mitmaq a la región, existen suficientes evidencias de la existencia de esta población local, tanto desde la etnohistoria como desde la arqueología. A partir de las excavaciones de Chullpa Loma, se puede hipotetizar que el origen de esta población estaría en la diáspora del Tiwanaku Terminal hacia la región, formando por tanto una identidad étnica distinta de los Pacajes altiplánicos Esta diferencia se hace notoria en el posterior reconocimiento, por parte de los altiplánicos mismos, de su calidad de mitmaq.

    Los pobladores de Cohoni habrían sido aliados necesarios para los proyectos incaicos de explotación de la región yungueña, en virtud de su ubicación geográfica y de su tradición de interacción con altiplano y yungas, proveniente de la época de la diáspora. Desde la perspectiva del Inca, los pueblos del Illimani habrían representado el entronque cordillerano en el transporte e intercambio, entre dos zonas tan dispares como la puna y los yungas húmedos. Este rol se habría mantenido hasta bien entrados los años coloniales, tal vez incrementada su actividad por las demandas de la minería de Potosí.

    Existirían entonces claras fronteras étnicas al interior de los valles paceños del sur. Estas fronteras se acomodan a las abruptas variaciones topográficas, y por ende climáticas, ecológicas, y económicas, que caracterizan a estos valles. En el este, los habitantes de los valles secos, como La Paz, claramente adscritos al señorío altiplánico de Pacajes. En medio, los habitantes de los valles altos cordilleranos, como Cohoni, en una topografía accidentada y con pronunciada microverticalidad. Hacia el oeste, los grupos denominados Yungas, en los valles más húmedos, cálidos y bajos de la cara oriental de la cordillera.

    Estos tres grupos interactuaron significativamente, siendo importantes los grupos de la cordillera para efectivizar el traslado de productos yungueños hacia el altiplano, desde donde se efectuaba el traslado al resto del Tawantinsuyu. Por ello el Inca integró a estos grupos a su dinámica política, organizando élites intermedias para la administración del tributo y la interacción. Sin embargo, se otorgó a los Pacajes enclaves mitmaq en estos valles, seguramente como resultado de un proceso de negociación con estas importantes poblaciones altiplánicas.

     

    Conclusiones

    El principal elemento que hemos subrayado en este escrito es la diferencia entre las dinámicas prehispánicas de los valles de La Paz, siempre adscritos a las tendencias del altiplano del Titicaca, y la región de Cohoni. Sea la diferencia entre área poblada agrícola y área de paso en el Formativo y Tiwanaku, sea la diferencia entre los Pacajes de larga raigambre y las diásporas de colonos en el Tiwanaku Terminal e Intermedio Tardío, o sea finalmente la diferencia entre Pacajes y Quirwas en la época Inca, lo cierto es que entre estas dos regiones se observa la existencia y persistencia de alguna línea demarcatoria. Esta frontera determinó dos zonas diferentes en términos funcionales y simbólicos, primero, y también diferentes en términos de identificación étnica tras el poblamiento de Cohoni.

    En ciertos términos esta diferencia persiste. Algunos rasgos de la división política de nuestro país están inspirados en las fronteras políticas prehispánicas. Por eso existen provincias como Omasuyos, Pacajes, Carangas, Charcas, Yamparáez, Nor y Sud Lípez, Nor y Sud Chichas, o Nor y Sud Yungas. Dentro de la actual división de la provincia Murillo de La Paz, la distinción fronteriza de origen más antiguo, colonial, es la que se da entre el cercado de La Paz y Palca. El actual municipio de Palca aún corresponde, a grandes rasgos, a la antigua zona Quirwa.

    Es importante indicar que se ha hecho un esfuerzo por entender las dinámicas de una región de valles paceños en términos de desarrollo cultural local, sin apelar a la tentación de observar a los valles como un simple apéndice del altiplano, por tanto sometido a las dinámicas altiplánicas, cuyo estudio se encuentra mucho más desarrollado. Para que la arqueología de esta región avance, es necesario partir de la particularidad de cada región.

    Como ejemplo y aclaración, la idea de que la población local de Cohoni proceda de una diáspora altiplánica del Tiwanaku Terminal, no puede extrapolarse libremente a otras regiones denominadas Quirwas. Como ejemplo claro está la región de Yaco, también Quirwa, en la que es notoria la fuerte influencia de Tiwanaku, por ejemplo en el sitio de Konchamarka. Además, dada su cercanía a otra zona formativa como Wankarani, es posible que su dinámica pre-Tiwanaku haya sido distinta a la de la cuenca del Titicaca. Así, cada región tiene sus propias contingencias históricas, que merecen estudios profundos.

    A lo largo de este escrito se ha presentado la evidencia existente y presentado escenarios hipotéticos, que trabajos futuros podrán bien apoyar o desechar. Nunca está de más insistir en lo mucho que queda por investigar. Esto es especialmente cierto tanto para el sitio de Chullpa Loma, como para la región de Cohoni, y para los valles y yungas paceños en general.

    Agradecimientos: Este trabajo es una síntesis y refinamiento del trabajo de tesis realizado entre los años 2007 y 2008, que contó la guía de Soledad Fernández, con quien además hemos realizado productivas comparaciones de datos durante el presente año. Agradezco el permanente apoyo de mi familia toda, así como la amistad desinteresada y la ayuda, tanto en la fase de campo como en el análisis, de Saúl Arista, Oscar Bejarano, Esdras Calderón, Juan Carlos Chávez, Andrea Goitia, Gonzalo Gutiérrez, Gabriela Infantes, Marco Irahola, Jen-ny Martínez, Tania Patiño, Miguel Torrico, Adán Umire, Ricardo Vásquez, y Vannesa Jiménez. En la redacción conté con el valioso apoyo bibliográfico de Antti Korpisaari, y el borrador recibió las importantísimas observaciones de Claudia Rivera y Jédu Sa-gárnaga. Finalmente, agradezco la apertura de este importante espacio de difusión a Jimena Portugal y Claudia Rivera, editoras de la revista Textos Antropológicos - Área Arqueología.

     

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    Notas

    1    Tiwanaku IV en la cronología de Ponce Sanginés (1981).

    2    Tiwanaku V en la cronología de Ponce Sanginés (1981).

    3    Algunos ejemplos de esta interacción en distintas regiones se encuentran en Lecoq (2002), Rivera (2008), y Tapia (2008).

    4   Definida por Alconini y Rivera (2003)

    5    Estos materiales son abundantes en el entorno del sitio.

    6    Descrito por Bermann (1998)

    7    Estos refinamientos en la teoría de diásporas han sido aplicados a la arqueología de Tiwanaku por Owen (2005) al estudiar la rediáspora moqueguana. Los poteciales etnogenéticos de la diáspora han sido desarrollados por Tsagarousianou (2004).

    8    La cerámica Pacajes es descrita en profundidad por Albarracín y Matthews (1990), y luego por Janusek (2003).

    9      Observación personal, Yanacachi, sud Yungas, 2008.

    10   Los datos paleoclimáticos de esta sequía han sido discutidos en Abbott et al. (1998)

    11  Portugal Ortiz (1994) realiza algunas consideraciones sobre cerámica Tiwanaku III (formativa) en Pasto Grande. Asimismo, Avilés (2009) sugiere la presencia de cerámica Tiwanaku en el camino del Choro. Sin embargo, revisando descripciones cerámicas, estas evidencias no son concluyentes.

    12  Estas diferentes estrategias han sido estudiadas por Morris y Covey (2006) con los ejemplos de las regiones de Chincha y Huanuco.

    13  Cohoni tiene estructuras coloniales, entre ellas la Iglesia más grande de la región, que alberga una interesante colección de lienzos coloniales, atribuibles por su estilo al pincel del Anónimo Maestro de Calamarca.

    14  Definida por Elson y Covey (2006).

    15  Julien (1982) describe extensamente este sistema decimal. Por su parte, Pärssinen (1992) considera que el mismo no era permanente, sino usado en circunstancias de trabajo o tributo específicas.