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    Revista Textos Antropológicos

    versión impresa ISSN 1025-3181

    Textos Antropológicos v.16 n.1 La Paz  2011

     

    Arqueología del Departamento de La Paz

     

    ¿Colonia o cliente? Procesos de interacción regional en un centro del Horizonte Medio en el territorio Kallawaya

     

    Colony or client? Processes of regional interaction in a Middle Horizon Center in the Kallawaya territory

     

     

    Juan Carlos Chávez Quispe
    Universidad Mayor de San Andrés
    jotace70@hotmail.com

     

     


    Resumen

    El Horizonte Medio ha vislumbrado el origen y colapso de dos entidades de importancia macroregional en el mundo andino, Tiwanaku y Wari. Sin embargo, durante este periodo también se han desarrollado una serie de organizaciones sociopolíticas regionales como es el caso de los grupos Yunga-Kallawaya asentados en los valles de Charazani. Es por esto que a través de esta investigación se exploran las estrategias de interacción entre la entidad altiplánica y los grupos Yunga-Kallawaya en Kalla kallan, un centro de interacción regional del territorio Kallawaya. Más aún, las inferencias derivadas de la evidencia colectada en este asentamiento destacan el carácter activo de la población local durante el proceso de interacción con Tiwanaku. Asimismo, la reestructuración funcional de Kalla kallan durante sus dos periodos de ocupación ha determinado el proceso de interacción entre ambas entidades. Entonces, si bien los intereses económicos han motivado el desarrollo de procesos de interacción interregional, estos han sido establecidos en base a actividades ideológicas expresadas en rituales y celebraciones festivas periódicas. Así, el paso de centro de confluencia económica a centro regional de interacción ideológica, religiosa y festiva no es más que un reflejo del tipo de relación establecida entre la población local y foránea en el Territorio Kallawaya prehispánico.


    The Middle Horizon hasseen the dawn and breakdown oftwo ofthe most importantpolities on theAndean world, Tiwanaku and Wari. However, thisperiod has also witnessed the development ofa number of regional polities as it is the case ofthe Yunga-Kallawaya groups, which were settled on the Charazani valleys. That is why this research explores the interaction strategies between the highlandpolity and Yunga-Kallawaya groups in Kalla kallan, a regional center of interaction in the Kallawaya Territory. Furthermore, the settlement's collected evidence suggests the active role ofthe local population during the interaction process with Tiwanaku. Likewise, thefunctional changes in Kalla kallan during their two occupational periods have determined the variability on the interaction process between both polities. So, as much as economic interests had motivated the development of interregional processes of interaction, these have been basedon ideological activities expressedasseasonalritualsandfeasting. In thisway, the passfrom an economic confluence center to an ideological, religious andfestive regional center of interaction is no-thing more that a portrait of local and foreign population s relationships on the prehispanic Kallawaya Territory.


     

     

    Introducción

    Cuando se revisa la historia de las investigaciones arqueológicas en Bolivia no es difícil percibir que existe una necesidad imperante por continuar, y en muchos casos iniciar, trabajos en regiones alternas a la cuenca del Titicaca. Más aún, cuando se revisan los antecedentes regionales del área externa al cir-cum Titicaca se pone de manifiesto el carácter de periferia inhabitada y culturalmente no desarrollada que se le atribuye a esta extensa área. Esta ha sido una constante en la prehistoria de los valles interandinos, Chaco, Amazonía, e incluso del altiplano sur. De esta manera, la marginación del oriente y sur boliviano ha producido el desconocimiento de las sociedades del pasado que habitaron estas regiones.

    Al parecer tal situación es producto de la dinámica sociopolítica de nuestro país implantada durante la Colonia, vale decir, el desconocimiento del pasado de las tierras bajas es consecuencia del prejuicio etnocéntrico de quienes viven en las tierras altas. A pesar de esto, en los últimos años se han desarrollado diversas investigaciones en regiones periféricas, en especial en los valles de la vertiente oriental de los Andes. Sin embargo, muchas de estas continúan siendo desarrolladas en función a los intereses, acciones y óptica de las entidades panandinas Tiwanaku e Inka. Así, tanto la situación como características organizativas de los grupos locales periféricos han permanecido marginadas de la problemática arqueológica en nuestro país.

    Aunque breve, el contexto arqueológico antes descrito ha motivado el desarrollo de la presente investigación en una región periférica, y desde un enfoque centrado en la población local de los valles septentrionales durante el Horizonte Medio. Esto supone el planteamiento de alternativas hermenéuticas acerca de las estrategias de interacción entre los grupos locales de los valles de Charazani y quienes fueron parte de la entidad Tiwanaku. Debido a la amplitud de la región de estudio este trabajo ha sido enfocado en el estudio de Kalla kallan, un asentamiento regional con evidencia de interacción entre la población local y segmentos poblacionales foráneos procedentes del núcleo Tiwanaku.

    El Horizonte Medio y la esfera Tiwanaku

    El Horizonte Medio (ca. 500-1150 d.C.) ha sido definido como el período prehispánico en el cual dos estados, o entidades políticamente independientes, expandieron su área de influencia y/o control sobre gran parte del Área Andina. Este período expansivo corresponde al fenómeno Wari-Tiwanaku producido de forma paralela en los Andes Centrales y Andes Centro Sur respectivamente (Isbell 2008; Lumbreras 1981; Ponce 1980, 1981). El núcleo de ambos estados ha sido identificado en una región de altura1, sin embargo, su presencia hegemónica alcanzó zonas alejadas y ecológicamente diferentes además del altiplano circundante. De esta manera, el área de influencia del fenómeno Wari-Tiwanaku alcanzó la costa y piedemonte tropical además de los valles interandinos orientales y occidentales.

    Si bien el Horizonte Medio contempla una serie de regularidades sociales, económicas, culturales e ideológicas compartidas y desarrolladas en un marco temporal común, esto no implica una coincidencia en la estructura organizativa de los dos estados. De esta manera, además de reflejar un patrón de distribución artefactual común, lo propio del fenómeno Wari-Tiwanaku es la amplia distribución de temas decorativos y configuraciones estilísticas análogas en la iconografía de las dos entidades (Berenguer 2000; Cook 1994; Isbell 2008; Lumbreras 1981; Mulvany 1994; Stanish 2003). Por el contrario, tanto la disposición y acabado en la arquitectura de los sitios-tipo como la distribución y características de los asentamientos asociados a estos sugieren el desarrollo homólogo de las dos entidades (Isbell 2008; Makowsky 2008)

    Entonces, a pesar que Wari y Tiwanaku han compartido rasgos culturales de importancia, el establecimiento de este último como entidad hegemónica no fue similar al de su contraparte septentrional. Según investigaciones en el área de influencia Tiwanaku, esta es discontinua y su proceso de formación responde al uso de variadas estrategias de interacción desarrolladas desde el núcleo altiplánico. Esta particularidad sugiere que el proceso de difusión cultural e ideológica de Tiwanaku ha sido complejo, y que responde a estrategias de interrelación de aplicación causal. Así, de acuerdo con el registro arqueológico se han

    documentado diversas estrategias entre colonización directa, intercambio de bienes de prestigio, y comercio con un intercambio vertical, además de variantes regionales como se vera más adelante.

    La doble acepción de Tiwanaku

    Antes de continuar es preciso reconocer a Tiwanaku en sus dos acepciones generales ya que el uso de este término ha sido tan ambiguo que pudo hacer referencia a conceptos tan diferentes como complementarios (cultura megalítica, centro ceremonial, reino, imperio, estado, estilo cerámico, conjunto iconográfico, entre otros). De igual manera, es necesario reconocer el principio de heterogeneidad cronológica del fenómeno Tiwanaku en función a la región de estudio. Así, si bien la definición de la periodificación y cronología de Tiwanaku han variado según el avance de las investigaciones, en la actualidad su vigencia como entidad panandina no supera los seis siglos (ca. 500-1150 d.C.) (Janusek 2003, 2004). Según investigaciones en el sitio homónimo y en los centros regionales asociados, el período Tiwanaku está conformado por dos fases sucesivas: Tiwanaku iv (ca. 500-800 d.C.) y Tiwanaku V (ca. 800-1150 d.C.).

    Al margen de las transformaciones materiales, ideológicas y organizativas que se produjeron a causa del paso de la primera a la segunda fase, su temporalidad no es coincidente entre el centro urbano y los centros asociados del núcleo, semiperiferia, periferia o ultraperiferia. Así, si bien el fenómeno Tiwanaku es más temprano en el núcleo al-tiplánico, este se manifestó mucho después en los valles de Moquegua, Cochabamba o Larecaja/Charazani. Por esta razón y a causa de los todavía ausentes análisis de datación absoluta, la periodificación y cronología de Tiwanaku es aquí considerada tan solo como un referente temporal. Además de pragmática esta consideración posibilita la identificación de secuencias locales en regiones no exploradas como sugiere esta investigación.

    Retomando las implicaciones del término Tiwanaku, este hace referencia tanto a un centro urbano como a una entidad so-ciopolítica prehispánica. En el primer caso, Tiwanaku denota los rasgos y características de un asentamiento prehispánico de gran importancia dentro de la historia ocupacio-nal de la cuenca del Titicaca. Así, Tiwanaku es concebido como un complejo andino organizado según un modelo de anillos concéntricos de status en el que se distingue un núcleo con arquitectura ceremonial, áreas de preparación de comida, almacenes, viviendas de elite, talleres artesanales y recintos habita -cionales (Giesso 2000; Janusek 2004; Kolata 2003; Rivera 2003). A diferencia de otros núcleos urbanos andinos, la interrelación entre los espacios funcionales y grupos sociales de Tiwanaku definen a esta urbe como un centro administrativo y religioso, y no como una ciudad stricto sensu (Isbell 2008; Makowsky 2008).

    Por otro lado, Tiwanaku debe ser entendido como una entidad sociopolítica cuya importancia macroregional ha sido definida a través de una serie de investigaciones desarrolladas a lo largo de los Andes Centro Sur. El surgimiento de esta entidad andina ha sido interpretado desde: (1) referentes económicos centrados en el intercambio de productos y recursos entre el altiplano y regiones adyacentes (Browman 1981); (2) referentes etnohistóricos y etnográficos que sugieren la cohesión de grupos reducidos como base de constitución de un sistema político segmentario del tipo ayllu (Albarracín Jordán 1996; McAndrews, Albarracín Jordán y Bermann 1997); o (3) propuestas segmentarias y he-terárquicas fundadas en actividades festivas de redistribución (Janusek 2004). De acuerdo con la base teórica común de estos modelos al parecer Tiwanaku no fue un estado burocrático centralizado, sino más bien una entidad estatal estructurada en base a alianzas políticas determinadas por el manejo de principios ideológicos.

    Ahora bien, el éxito de Tiwanaku como entidad política reside en el efectivo control de su área nuclear, la misma que comprendía el valle de Tiwanaku, la cuenca Katari, el margen sur del lago Titicaca incluidas las islas del Sol y de la Luna, y la región de Machaca-Nazacara (Pärsinnen 2001; Ponce 1981; Stanish 2003). Esta expansión inicial fue desarrollada a través de la adaptación y/o transformación de antiguos asentamientos locales en ciudadelas o centros administrativos regionales vinculados a Tiwanaku. Entre estos se puede mencionar a Lukurmata, Pa-jchiri, Khonko Wankane, Oje, Chucaripu-pata, Pukuro Uyo, Iwawi o Kallamarka, los mismos que en su mayoría están ubicados a una distancia relativa de 50-75 km de la capital (Albarracín 1996; Bermann 1994; Isbell 2008; Janusek 2004; Kolata 2003; Ponce 1981; Stanish 2003).

    A pesar que se entablaron relaciones con regiones vecinas, estas no necesariamente implican un control directo de Tiwanaku sobre ninguna de ellas. Por esta razón, en un segundo momento los gobernantes de Tiwanaku incrementaron su prestigio regional al tiempo de fortalecer su economía a través del control de la producción agrícola del altiplano circumlacustre. Es en este momento que el núcleo Tiwanaku ejerció un control directo tanto sobre el área nuclear como sobre el área semiperiférica concentrada en los márgenes del Titicaca (Stanish 2003). Si bien Tiwanaku alcanzó un cierto grado de hegemonía en la cuenca lacustre, el creciente interés por el acceso directo a productos y recursos complementarios propios de otros microambientes motivó su expansión en mayor escala.

    De tal manera, el abastecimiento de productos y recursos no altiplánicos significó para Tiwanaku el despliegue de políticas territoriales en la periferia valluna (Berenguer y Dauelsberg 1989; Goldstein 2004). Esta área comprende a los valles de las vertientes occidental y oriental de la cordillera andina (Moquegua-Azapa y Cochabamba-Coho-ni-Larecaja/Charazani respectivamente), los mismos que se ubican a una distancia recorrida en pocos días de caminata desde la capital (cf. Alconini 2009; Anderson 2008; Chávez 2010; Dillehay y Núñez 1988; Goldstein 2004; Higueras 1996; Kim 2009; Mulvany 1994; Owen 2005; Paz 2000; Stovel 2001; Uribe y Agüero 2001; Wassen 1973). El éxito de esta estrategia consolidó la posición central de Tiwanaku en la cuenca del Titicaca. Sin embargo, además del establecimiento de un área de control y acceso directo a determinados productos, los gobernantes Tiwanaku promovieron un programa de "captura" de aquellos productos y bienes que circulaban fuera de su esfera de interacción.

    Entonces, el interés por incorporar nuevos circuitos de intercambio dentro de su área de influencia promovió el establecimiento de relaciones de intercambio con Wari en el norte y San Pedro de Atacama en el sur (Berenguer y Dauelsberg 1989). Al margen de lo sucedido con Wari, la estrategia de interacción entre Tiwanaku y una región de ultraperiferia ha sido identificada en San Pedro de Atacama en los oasis atacameños (Agüero 2007; Berenguer y Dauelsberg 1989). Así, si bien el control de Tiwanaku sobre esta área fue ejercido a través del intercambio de bienes de prestigio, los grupos altiplánicos accedieron a gran parte de los recursos propios de los Andes Meridionales. Sin embargo, durante este proceso de interacción no se produjo ninguna forma de dependencia cultural entre las poblaciones locales y altiplánicas.

    Modelos de interacción

    Como ha sido mencionado, el surgimiento, desarrollo y colapso de la entidad Tiwanaku se produjo de una forma altamente fugaz y compleja. Además del desarrollo del núcleo urbano, durante este lapso se produjo la materialización de los intereses económicos de sus gobernantes a través de la conformación del área de influencia/interacción de la entidad Tiwanaku. Si bien con este hecho se ha producido la expansión de determinados iconos culturales de Tiwanaku a lo largo de los Andes Centro Sur, las formas de acceso a nuevas regiones han sido definidas según:

    (1) la distancia relativa entre el altiplano y los valles/oasis, (2) el nivel de interés por los productos y recursos específicos de cada región, y (3) el grado de complejidad de los grupos locales (Stanish 2003). Así, la variación de estos elementos ha determinado el desarrollo y uso de diversas estrategias de interacción de entre las cuales a continuación se describen las principales2.

    Colonia y diáspora vertical en el valle de Moquegua

    Según este modelo Tiwanaku ejerció un control territorial sobre el valle medio de Moquegua a través del establecimiento de colonias3 o centros regionales conformados por una población trasplantada desde el altiplano (Omo y Chen Chen). El objetivo de estos grupos colonizadores fue productivo-extractivo en un marco de complementariedad económica a través de la explotación del maíz, algodón, pacae, ají u otros recursos de valle (Goldstein 2004). Con el tiempo esta situación derivó en la ejecución de actividades rituales de cohesión social análogas a las practicadas en el altiplano, y como un mecanismo de preservación de la adhesión moqueguana a la órbita Tiwanaku. De esta manera, el modelo de control directo supone un efectivo control de Tiwanaku sobre la región colonizada y sus habitantes. Por tanto, según este modelo la interacción con los grupos locales ha sido mínima sino inexistente.

    Durante el período de transición Tiwa-naku-Intermedio Tardío el valle de Moquegua ha experimentado un proceso de diaspo-rización4 producido tal vez como reflejo de una situación similar previa. Así, según Owen (2005) la colonización/diáspora de Moquegua experimentó dos fases: (1) diáspora colonial según la cual el Estado altiplánico envió gente del altiplano a Moquegua con el fin de producir lo necesario para su complementa-ción económica; y (2) diasporización de las colonias a causa de un evento de importancia ocurrido alrededor del año 1000 d.C. Todavía no se conocen con certeza las causas que provocaron la diasporización durante la segunda fase. Sin embargo, es probable que esta sea producto del levantamiento del grupo local Huaracane, o de una facción de los colonos, en contra de los administradores coloniales, o en su defecto como reflejo del colapso de la capital altiplánica.

    Clientelaje en los oasis de Atacama

    Este modelo supone la existencia de una entidad compleja análoga a Tiwanaku, la misma que en este caso se encuentra ubicada en una región alejada del núcleo altiplánico. Así, la relación entre Tiwanaku y San Pedro de Atacama supuso el desarrollo de estrategias hegemónicas basadas en alianzas entre elites e intercambio de bienes de prestigio. Desde el punto de vista de las elites locales ataca-meñas, la relación con Tiwanaku y el acceso a bienes de alta calidad artística posibilitaron el fortalecimiento de su poder a nivel local, regional e interregional (Stovel 2001; Uribe y Agüero 2001). De igual manera, el acceso a los recursos de los oasis atacameños fortaleció el poder de Tiwanaku en el altiplano. Entonces, la aplicación de esta estrategia via-bilizó el intercambio de productos exóticos y bienes de prestigio entre las dos entidades en cuestión. Por tanto, según este modelo de control indirecto los centros regionales no albergaron a ninguna ocupación altiplánica.

    Independencia de las entidades locales en los valles de Cochabamba

    Según este modelo la interrelación entre Tiwanaku y los valles de Cochabamba se produjo bajo un principio de apropiación selectiva de rasgos culturales foráneos. Esto supuso que dicha relación no incursionara más allá del intercambio económico y ritual puesto que no afectó la evolución de las poblaciones cochabambinas (Higueras Hare 1996). En términos generales esta situación denota el establecimiento de una relación de complementariedad funcional con beneficios compartidos entre las entidades mencionadas.

    Esto supone la consolidación del poder de los líderes locales a través del acceso a parafernalia selecta del núcleo Tiwanaku, y la consecuente captación de los recursos agrícolas vallunos en favor de los líderes Tiwanaku. De esta manera, los nexos de interacción entre Cocha-bamba y Tiwanaku fueron determinados por el grado de aceptación de la cultura foránea entre los habitantes locales.

    El Territorio Kallawaya y la identidad Yunga-Kallawaya

    El territorio Kallawaya está ubicado en la parte norte de la vertiente oriental septentrional andina y comprende los valles de Charazani en el actul territorio de los municipios J.J. Pérez (Charazani) y Curva de la provincia Bautista Saavedra (Figura 1). Lo interesante de esta región es que la mayoría de las fuentes documentales se refieren a ella como el núcleo del territorio Kallawaya en el que habitaron los grupos Yunga (Saignes 1985). Esta referencia acerca de la existencia de un grupo poblacional local es de gran valor debido a que remarca la necesidad por conocer el trasfondo cultural regional y su importancia dentro de la constitución de la identidad local contemporánea. De igual manera, según dicha referencia es necesario diferenciar y establecer los alcances de los denominativos geográfico y cultural atribuidos a los valles de Charazani. Por esta razón, a continuación se puntualizan los argumentos que individualizan a cada denominativo.

    Figura 1. Ubicación de la región de estudio (www.cicadeka.org)

    En primer lugar y de acuerdo con la etnohistoria regional, los valles de Charazani han sido considerados como parte del territorio Kallawaya. Es probable que el uso de este denominativo haya sido empleado durante la Colonia como reminiscencia de la antigua estructura étnica local que habitara esta zona (Señorío Carabaya)5. Aunque escasas, dichas fuentes indican que tras la escisión jurisdiccional de 1565 la parcialidad inferior del Señorío Carabaya (Calabaya la Chica) pasó a formar parte de la provincia Larecaja en el departamento de La Paz6. Tras este hecho los Kallawayas de Larecaja forjaron una nueva identidad basada en los referentes de organización social, política, económica y cultural determinados por sus nuevos vecinos del sur (colonias altipánicas). De esta manera, el territorio Kallawaya fue reafirmado como frontera y punto de acceso hacia los habitantes, productos y recursos de las tierras bajas.

    En segundo lugar, si bien se ha establecido que los valles de Charazani han sido habitados por los Kallawayas de Larecaja, estos grupos han recibido un denominativo adicional además del homónimo geográfico. Así, según la Relación de la Visita de Toledo (1575), tanto Ambaná como Sorata/Larecaja reflejaron una población conformada por mitimaes de la puna procedentes de los antiguos señoríos de la cuenca del Titicaca. Sin embargo, el territorio Kallawaya contaba hacia la misma fecha con un 75 % de población provincial local autodenominada como Yunga7 (Saignes 1985). En este entendido, si bien los grupos Kallawaya y Yunga han sido identificados en un mismo territorio y en una misma época, es probable que ambos correspondan a un mismo proceso organizativo. Por esta razón se ha retomado el término Yunga-Kallawaya como el denominativo que define a la población local cuya presencia en los valles de Charazani ha sido identificada desde incluso el Formativo regional (cf. Al-conini 2009; Chávez 2010; Kim 2009).

    Entonces, el territorio Kallawaya está ubicado en la vertiente oeste de la Cordillera Oriental-septentrional Andina. Así, los valles del territorio Kallawaya se extienden desde las altas planicies del oeste (Ulla Ulla) hasta las profundas quebradas de baja altura en el este (entrada Camata-Carijana), y desde la cordillera de Apolobamba en el norte hasta la serranía de Amarete en el sur. Esto conlleva a que estos valles sean amplios, de altura variable, y con una topografía ondulante que se va tornando en abrupta a medida que se desciende hacia los ríos principales. A diferencia de los valles centrales y meridionales del oriente, los valles septentrionales son altos y cerrados, y su apariencia los asemeja a cañones que descienden directamente hacia las cálidas tierras del este (Bastien 1996; Beck 1988; Perez 1972). Sin embargo, como conjunto los valles de Charazani son los más fértiles de la región, y además del valle homónimo están constituidos por los valles de Curva y Amarete.

    Además de la variabilidad geomorfológica, la heterogeneidad del territorio Kallawaya es perceptible en la temperatura, precipitación y composición de suelos. El conjunto de estas características ha determinado que los valles de Charazani sean reconocidos como parte de una "selva húmeda y montañosa" del tipo Yungas (Beck 1988). Más aún, desde un enfoque amplio los valles septentrionales han sido identificados como parte de la cadena montañosa andinoamazónica. De esta manera, como territorio de transición macrore-gional los valles de Charazani poseen rasgos tanto de la región andina como de la región amazónica (Kojan 2002; Saignes 1985). Al parecer esta particularidad se ha constituido en el motor de desarrollo de las organizaciones locales en la historia regional.

    En términos geológicos, los valles de Charazani están conformados por depósitos de calizas, lutitas grises, cuarcitas y areniscas, además de depósitos graníticos en la cordillera de Apolobamba (Ahlfeld 1972; Pérez 1972). A pesar de no contar con trabajos específicos en el área, el territorio Kallawaya posee la fama de contar con importantes yacimientos auríferos en la Cordillera de Apolobamba.

    Por su parte, la economía de los valles de Charazani ha sido determinada según las características fisiográficas de los microambien-tes que los conforman (Puna y Quechua/valle). Así, en la puna (3500-4000 m) se concentra la producción de alimentos andinos como la papa (Solanum tuberosum), oca (Oxalis tuberosa) y ullucu (Ullucus tuberosus), la producción de derivados alimenticios almacenables (chuño, kaya y charque8) y la crianza de camélidos entre llamas (lama glama) y alpacas (lama pacos). En este microambiente también se realizan actividades productivas como la obtención de carne, lana y cuero de los camélidos, o el transporte de mercancías al igual que sucede en el altiplano (Bastien 1996; Browman 1981; udape, nnuu y oit 2006).

    En la zona Quechua (2500 -3500 m) se privilegia la agricultura de gramíneas de entre las cuales destaca la producción de maíz desde tiempos prehispánicos. En las últimas décadas este cultivo ha sido complementado con una mayor producción de trigo, cebada, haba y arveja (Bastien 1996). Por lo general estos campos productivos corresponden a terrazas de cultivo construidas en laderas de montaña, pero, a diferencia de lo que se piensa sucedía en el pasado, estas son utilizadas de forma intensiva. Además de las ventajas productivas originadas por la variabilidad al-titudinal, el cultivo en terrazas refleja el continuo proceso de apropiación de la tecnología del pasado (Chilon 2009). De hecho, este sistema agrícola prehispánico ha sido asimilado de tal forma que además de recibir un mantenimiento y conservación apropiado, la tecnología de construcción de estas estructuras continua siendo reproducida.

    En tal contexto, el intercambio entre la puna y valle ha producido que sus actividades económicas especializadas adquieran una connotación de complementariedad al interior de la unidad territorial Kallawaya. Esto supone que los pobladores del valle acceden a los productos y recursos de altura a través del intercambio interzonal por medio de sistemas de parentesco, y viceversa. Además del intercambio intrafamiliar, este proceso toma lugar en las ferias semanales de la capital Charazani, en las ferias anuales que se instalan de forma paralela a las fiestas patronales de cada comunidad, y en las ferias regionales de otras unidades territoriales (Aucapata, Moco Moco). De igual manera, parte de la producción regional es destinada a actividades mercantilistas vinculadas con los mercados en la ciudad de La Paz(Bastien 1996).

    Finalmente, los valles de Charazani han sido testigos del surgimiento y consolidación de entidades locales con distintos grados de organización. Si bien la arqueología del territorio Kallawaya no pasó de ser más que reconocimientos aislados esporádicos, la evidencia colectada en los últimos años corrobora la existencia de organizaciones locales desde las etapas tempranas de la historia regional (para mayores referencias véase Chávez 2010, Chávez en prensa). Al parecer las ventajas geográficas y el efectivo control de sus recursos han permitido que dichas organizaciones locales hayan interactuado con cierta independencia frente a las entidades panandinas de turno. De igual manera, la doble referencia de una entidad local durante el Intermedio Tardío sumada a las referencias de interacción con el Imperio Inkarevela el proceso organizativo de la entidad Yunga-Kallawaya prehispánica.

    Finalmente, el paisaje del territorio Kallawaya ha sido dramáticamente transformado de tal forma que las antiguas serranías ondulantes ahora se muestran escalonadas. Esta variación responde a un interés económico expresado en la construcción de sistemas de cultivo en plataformas. El uso eficiente de este sistema ha repercutido en el acrecentamiento de la producción tanto para el consumo local como para su redistribución en una escala inter y macroregio-nal (Chilon 2009; Saignes 1985). Según la historia ocupacional del territorio Kallawaya este proceso fue iniciado durante el Horizonte Medio, pero se vio incrementado durante el Horizonte Tardío. De esta manera, las actividades productivas regionales sostenían las necesidades locales, pero además posibilitaron el almacenamiento de un excedente para el intercambio interregional (Alconini 2009; Chávez 2010; Kim 2009; Martínez 2008).

    El Horizonte Medio en el Territorio Kallawaya

    A pesar del olvido histórico en el que fueron sumergidos, los valles de Charazani resurgen en el escenario académico nacional a través de investigaciones arqueológicas enfocadas en la dinámica ocupacional del pasado prehispánico regional. Así, según los antecedentes culturales disponibles los asentamientos vinculados a Tiwanaku están ubicados en complejos de plataformas concéntricas o semiconcéntricas construidas sobre planos coluviales de dimensiones y altura variable (Figura 2). Por lo general estos sitios están concentrados en el mi-croambiente Quechua o de valle medio, ya sea en su margen superior (Pata Kaata, Kollajchipata/ Kollachajpacha, Huata Hua-ta o Jaramillo), o en su sector medio junto a los campos de producción agrícola (Kalla kallan, Atique o Aya Aya) (Alconini 2009; Chávez 2010; Kim 2009).

    Figura 2. Mapa de ubicación de los principales sitios arqueológicos

    Aunque mínimo, lo sugerente de la disposición espacial antes descrita es que durante el Horizonte Medio regional se produjo un alto interés en el control de la producción agrícola. Más aún, la estratégica ubicación de Kalla kallan (sobre la ruta de acceso a Ca-mata/Apolo) ha posibilitado su surgimiento como un núcleo económico e ideológico de importancia regional. De igual manera, es probable que la concepción contemporánea de Kalla kallan como un centro espiritual Kallawaya no sea más que un reflejo de su dinámica prehispánica. Por estas y otras razones, el estudio de Kalla kallan es de gran importancia para comprender los procesos de integración macroregional durante el Horizonte Medio en los Andes Centro Sur.

    Investigaciones en Kalla kallan

    Kalla kallan (501392E -8323553N -3384 m.s.n.m.) es un sitio arqueológico enclavado entre los valles de Charazani y Curva, y entre la puna de altura y los valles orientales de baja altura. Al estar ubicado en una zona de transición geográfica y cultural entre los Andes y el Amazonas, el rol de Kalla kallan ha sido fundamental durante el Horizonte Medio regional como se verá más adelante. Sin embargo, esta ubicación estratégica ha determinado la morfología y características del asentamiento ya que, al igual que sus similares, el sitio está conformado por una serie de plataformas semiconcéntricas construidas a lo largo de un plano coluvial de la zona Quechua. Así, Kalla kallan está conformado por tres niveles (Superior, Medio e Inferior) y tres secciones (Occidental, Central y Oriental), los que en su conjunto denotan la existencia de nueve sectores relativamente diferenciados por su densidad y distribución artefactual (cf. Chávez 2010). A continuación se describen los resultados de las investigaciones en Kalla kallan:

    Prospección intrasitio

    Si bien la superficie a desnivel, los efectos de gravedad y la constante remoción por cultivo pudieron haber influido en el patrón de dispersión del material cultural en superficie, este ha sido considerado como un indicador de la funcionalidad atribuida al asentamiento (Figura 3). De esta manera, el núcleo de desarrollo activo de Kalla kallan estuvo ubicado en sus sectores Central Superior y Central Medio. Más aún, tanto la densidad artefactual como su variabilidad funcional intrínseca sugieren la funcionalidad pública de este sector. Sin embargo, el progresivo decremento en la frecuencia de cultura material del género civil-público y el predominio de los tipos funcionales en los márgenes del núcleo sugiere que estas plataformas pudieron haber albergado conjuntos habitacionales de función doméstica. Esta aparente organización concéntrica del asentamiento se asemeja al modelo de organización en anillos concéntricos de status propuesto por Kolata para la urbe Tiwanaku (Kolata 1993. Citado en Giesso 2000: 166).

    Figura 3. Patrón de distribución cerámica en superficie

    Por su parte, de acuerdo con análisis comparativos se ha evidenciado que además de mayoritaria la producción de tinajas ha sido generalizada entre los estilos Formativo, Yunga-Kallawaya y Colonial/moderno. De igual manera, la frecuencia de cuencos es mínima en los tres estilos mientras que la producción de vasijitas/jarras y ollas se encuentra restringida al Utilitario local A del estilo Yunga-Kallawaya. Si bien esta situación es compartida por el conjunto Tiwanaku local, en la variante nuclear se destaca una significativa recurrencia de kerus y tazones asociados a tinajas. Al parecer la relación entre las variantes Tiwanaku local y Tiwanaku nuclear podría ser el reflejo de un patrón de complementariedad funcional al interior de este estilo.

    Finalmente, a pesar de su reducido tamaño la cerámica del Formativo supone un patrón distribucional correlativo entre sus variantes local y no local (predominio de tinajas y concentración en el Nivel Inferior del sitio). Por el contrario, la cerámica Tiwanaku denota un patrón distribucional diferenciado ya que existe una concentración de los tipos domésticos en el Sector Inferior Oriental, mientras que la cerámica del género civil-público está concentrada en los sectores Central Medio y Central Inferior de Kalla kallan. De similar manera, la distribución del estilo Yunga-Kallawaya sugiere un cierto grado de separación espacial entre sus variantes cerámicas al interior de la sección Central (concentración del Utilitario local A en el Nivel Inferior, y concentración del Utilitario local B en los niveles Medio y Superior). Finalmente, el patrón distribucional de la cerámica colonial/moderna sugiere su concentración en las plataformas centrales y parte de las plataformas orientales de los niveles Medio e Inferior.

    En cuanto al análisis lítico respecta, la asociación de algunos raspadores, un perforador y un martillo junto a lascas de talla con desgaste sugieren el desarrollo de actividades de corte vinculadas con el trabajo en cuero y/o madera. Asimismo, la presencia de artefactos de molienda sugiere el desarrollo de actividades relacionadas con el procesamiento de alimentos. Es probable que estas actividades estuvieran vinculadas con una economía de la chicha si se considera lo sucedido en Moquegua y Cochabamba (cf. Anderson 2008; Goldstein 2004). Finalmente, la correlación entre lascas, núcleos y artefactos terminados sugiere el desarrollo de una industria lítica dual y complementaria entre las industrias formal y expeditiva. Esto supone que por un lado se tiene la producción local de artefactos pulidos sobre rocas locales (sedimentaria e indeterminado 2), y por el otro, la importación de artefactos tallados y pulidos confeccionados en rocas foráneas (volcánica y riolita respectivamente) (Chávez 2010).

    Con todo, de acuerdo con los resultados antes detallados Kalla kallan parece ser un asentamiento multifuncional compuesto por diversas áreas de actividad (domestica, civil-pública, funeraria, agrícola) y áreas culturales diferenciadas. Si bien esta conclusión ha sido alcanzada a través del análisis del material colectado en superficie y de sus contextos espaciales de ubicación, aún requiere ser demostrada con evidencia procedente de contextos cronológicamente contemporáneos. Por esta razón a continuación se describen los resultados de las excavaciones desarrolladas en Kalla kallan.

    Excavaciones arqueológicas

    Las excavaciones fueron realizadas en diversos sectores de Kalla kallan con el fin de efectuar un reconocimiento general de la historia ocupacional de este asentamiento. De esta manera se excavaron 96 m2y se retiraron más de 47,000 litros de tierra a lo largo de 24 unidades en 11 plataformas. El énfasis de trabajo en los sectores Central Superior y Central Medio proviene tanto de su alta densidad de cultura material en superficie, como de los rasgos arquitectónicos de apariencia prehispánica temprana (muros de plataforma del tipo monumental). Sin embargo, y retomando los criterios de sectorialización del asentamiento, las excavaciones fueron efectuadas en: Sector Superior Central (plataformas 30, 5, 6 y 79), Sector Superior Oriental (plataformas 7 y 9), Sector Medio Central (plataformas 15, 17 y 18), Sector Medio Oriental (plataforma 10), y Sector Inferior Oriental (plataformas 24 y 25).

    De acuerdo con la evidencia de las unidades excavadas la historia ocupacional de Kalla kallan consta de dos momentos de ocupación y un momento tardío de modificación10. El primer momento corresponde a una ocupación temprana de filiación Formativo -Tiwanaku, mientras que el segundo es parte de una ocupación de filiación Tiwanaku tardío. Así, la ocupación temprana coincide con el tiempo de modificación y uso del espacio ocupado por el asentamiento. Durante este periodo se construyeron las estructuras circulares semisubterráneas en los sectores superior y medio de las plataformas centrales. Además de la funcionalidad económica de dichas estructuras (almacenamiento de la producción agrícola), el sitio estaba conformado por áreas domésticas reconocidas en función a la asociación de superficies de uso y basurales.

    Sin embargo, tras un lapso de tiempo aún no definido, la funcionalidad económica de Kalla kallan fue declinando de tal manera que el sitio fue gradualmente abandonado. Durante la fase final de este período, y antes de su abandono, las estructuras circulares semisubterráneas fueron refuncionalizadas en torno a actividades funerarias. Al parecer este hecho fue parte de un proceso de reorganización regional interna ya que motivó la refuncionalización del asentamiento en torno a referentes no ocupacionales (reutilización de las estructuras de almacenamiento como cámaras funerarias). Al margen de lo que este hecho ha implicado para este período, es probable que se constituya en el fundamento religioso-ideológico de las actividades públicas asignadas a Kalla kallan durante el siguiente período de ocupación.

    Ahora bien, según el registro arqueológico la ocupación tardía de Kalla kallan ha sido menos intensiva que la anterior. Sin embargo, la densidad y variedad del material cerámico sumada a la ausencia de contextos domésticos sugieren que durante este período se produjo un proceso de refuncionalización general del asentamiento en torno a actividades no estrictamente ocupacionales. Así, durante este período las estructuras circulares recobraron su importancia pretérita dentro de la configuración organizativa de Kalla kallan, salvo que lo hicieron desde referentes funcionales ligados a actividades rituales y festivas, y no como parte de un complejo económico ocupacional. A pesar de la aplicación de este esquema organizativo, Kalla kallan fue abandonado de forma definitiva durante la fase final de la ocupación tardía.

    Continuidad y cambio en los conjuntos cerámicos

    El universo total de la cerámica colectada durante las excavaciones en Kalla kallan consta de 14,459 tiestos. Sin embargo, el tamaño de la muestra que define a los dos momentos de ocupación identificados en el sitio es considerablemente menor (3133 = 21,7 % del universo cerámico) debido a que no todos los fragmentos colectados proceden de eventos y/o rasgos ocupacionales. Por esta razón, de aquí en adelante el universo muestral de los conjuntos cerámicos debe ser entendido como procedente de contextos diacrónicos específicos, y no como parte del conjunto de procesos deposicionales generales. De igual manera, si bien la frecuencia general de ambos momentos de ocupación es similar, la diferencia radica en el patrón distribucional de los estilos identificados (Figuras 4 y 5). Así, de acuerdo con un análisis comparativo efectuado entre los conjuntos de Kalla kallan desde un enfoque diacrónico se resalta que:

    1.  La frecuencia de los conjuntos Yunga-Ka-llawaya y Formativo denota una variación correlativa entre ambos estilos durante el paso del primer al segundo momento de ocupación (incremento y decremento respectivo entre ambos estilos).

    2.  La frecuencia del conjunto Tiwanaku es proporcional tanto durante el primer como segundo momento de ocupación (frecuencia regular de las variantes del estilo Tiwanaku).

    3.  La frecuencia de los conjuntos cerámicos de los dos períodos de ocupación denota un predominio del conjunto Tiwanaku durante la ocupación temprana, y del conjunto Yunga-Kallawaya durante la ocupación tardía. Sin embargo, la variación en la frecuencia del conjunto Formativo en los dos períodos ha determinado la filiación del primer momento de ocupación.

    4. El patrón distribucional de los conjuntos cerámicos sugiere una división espacial de sectores culturales asociados a cerámica Formativa (plataformas inferiores) y Yun-ga-Kallawaya (plataformas superiores). Por el contrario, la cerámica Tiwanaku denota una dispersión generalizada a lo largo de Kalla kallan.

    Figura 4. Distribución estilística. Transición Formativo-Tiwanaku

    Figura 5. Distribución estilística, Tiwanaku tardío

    Por otro lado, de acuerdo con un análisis comparativo de los tipos morfológicos y funcionales la cerámica de Kalla kallan sugiere un cambio trascendental en la funcionalidad diacrónica del asentamiento (Tabla 1). Así, la evidencia material de la ocupación temprana refleja un patrón de similitud tipológica en la producción de vasijas de los estilos Formativo, Tiwanaku y Yunga-Kallawaya. Este patrón supone la producción y uso extensivo de tinajas y vasijitas/jarras asociadas a ocasionales cuenco/fuentes y cuenco/escudillas. Según estos datos, al parecer la ocupación temprana estuvo orientada al almacenamiento de líquidos/bebidas además del almacenamiento de la producción agrícola en las estructuras circulares semisubterráneas.

    Tabla 1 Relación diacrónica entre variante estilística y tipo morfológico-funcional

    Como consecuencia de la reconfiguración funcional tardía de Kalla kallan, la cerámica de este período refleja una especialización en la producción y uso diferenciado de vasijas en los estilos cerámicos mayoritarios. En primer lugar, la cerámica Yunga-Kallawaya denota una variación significativa con respecto al equilibrio en la frecuencia de tinajas, vasijitas/jarras, ollas y cuenco/fuentes del Utilitario local A, frente a la producción exclusiva de tinajas en el Utilitario local B. En segundo lugar, la cerámica Tiwanaku refleja una relación de interdependencia funcional entre sus variantes Nuclear y Local. En el primer caso se destaca un incremento en la frecuencia de kerus y tazones, y un decremento de los tipos domésticos a excepción de las ollas. Contrariamente a esto, el conjunto Tiwanaku local denota un patrón tipológico similar al identificado en la ocupación previa (predominio de tinajas y vasijitas/jarras). Esta relación de interdependencia dentro del estilo Tiwanaku ha sido denominada como complejo ritual de comida y bebida debido al tipo de actividades que su asociación funcional implica.

    Por otro lado, la variación en la frecuencia tipológica del segundo momento sugiere una ruptura en la especialización del sistema de almacenamiento de líquidos/bebidas que caracterizó a la ocupación temprana. Así, la producción diferenciada de vasijas al interior de los estilos cerámicos denota la adaptación funcional de las variantes estilísticas tardías como producto de la reestructuración funcional del asentamiento en torno a actividades públicas de redistribución. De esta manera, el uso de kerus y tazones foráneos asociados a tinajas, vasijitas/jarras y ollas, de producción mayoritariamente local, sugieren la funcionalidad pública de Kalla kallan durante este período.

    ¿Industria lítica formal o expeditiva?

    Las características de los conjuntos líti-cos y su interdependencia en cuanto al uso diferenciado de materias primas reflejan la industria lítica de un asentamiento o región, y este refleja el comportamiento humano (Blades 2008). Considerando esto, a continuación se describen los resultados del análisis de los conjuntos líticos de Kalla kallan en lo que respecta a la funcionalidad del asentamiento. Así, tras un análisis comparativo y correlativo de los conjuntos líticos se ha identificado el desarrollo de una industria de arenisca y cuarcita al interior del sitio (Tabla 2). Si bien se tienen algunos ejemplares producidos en otros tipos de materia prima, tanto el mínimo grado de representatividad como sus características intrínsecas (baja calidad y/o bajo potencial funcional; accesibilidad restringida a sus fuentes de extracción) han determinado que estos sean marginados del presente análisis.

    Tabla 2 Relación diacrónica de los conjuntos liticos y su materia prima de producción

    Ahora bien, como una forma de explorar el rol las industrias líticas antes citadas a continuación se describen las principales características de los conjuntos líticos procedentes de las excavaciones. Así, tras efectuar un análisis comparativo entre las lascas de arenisca y cuarcita se evidencia que existe un control en la producción de estas últimas. Esto sumado al mayor índice de desgaste en los filos sugiere que la producción de lascas de cuarcita responde a un interés por el cumplimiento de una función de corte (¿herramientas expeditivas?). Es probable que la producción de estas herramientas de cuarcita no sea más que un reflejo de la adaptabilidad y potencial funcional de esta materia prima pues, a diferencia de las areniscas, sus filos sí pueden ser utilizados en actividades de corte.

    De similar manera, la relación entre el tamaño y número de negativos entre los núcleos denota la existencia de un patrón de producción especializado en la obtención de grandes lascas de cuarcita (cf. Chávez 2010). Esto sumado al alto grado de aprovechamiento de esta materia prima confirma el patrón de especialización de la industria cuarcítica sugerido líneas arriba. Por su parte, a pesar de su predominio numérico la relación entre núcleos y lascas de arenisca no refleja un patrón regular de aprovechamiento de esta materia prima. Sin embargo, esta relación es diferente durante la ocupación tardía pues el grado de agotamiento de los núcleos de arenisca fue incrementado de forma significativa. Al parecer este es un reflejo del desarrollo de esta industria lítica local asociada a la producción de herramientas terminadas.

    Por otro lado, a pesar de su reducido número los artefactos tallados descubiertos en un contexto temporal definido reflejan el desarrollo de actividades relacionadas con el corte y raído (raspadores y discoides). La mínima frecuencia de artefactos de este tipo sugiere un rango limitado de actividades domésticas y/o de producción agrícola en Kalla kallan (Figura 6). Esto sumado a la variabilidad en el uso de materias primas y a la relativa estandarización en la producción de determinados artefactos, como los discoides, vinculan a los artefactos tallados con las industrias líticas de la cuenca del Titicaca.

    Figura 6. Relación diacrónica de frecuencia de los artefactos pulidos y tallados

    Finalmente, la alta frecuencia de artefactos pulidos y su directa relación con el procesamiento de alimentos han determinado el carácter funcional de Kalla kallan desde la evidencia lítica (Figura 6). El predominio de artefactos de molienda durante la ocupación tardía (batanes y manos de moler) sumado al alto grado de desgaste en sus facetas sugieren el uso intensivo de estos artefactos en la elaboración de alimentos11. De hecho la importancia de esta actividad es tal que el complejo artefactual asociado ha sido denominado como complejo de procesamiento de alimentos. Al margen de lo anterior, por lo general los batanes han sido producidos en arenisca y granito, mientras que las manos de moler fueron también producidas en cuarcita. De acuerdo con esta relación, tan solo el complejo de procesamiento de alimentos, y en menor medida los pulverizadores, reflejan un patrón de producción estandarizado.

    Según lo hasta ahora descrito, tanto la alta frecuencia como las características de producción y uso de los diversos tipos de materia prima sugieren el desarrollo de una industria lítica local enfocada en el uso de cuarcitas y areniscas. Es probable que esta industria expeditiva refleje parte de los procesos de organización sociopolítica en el territorio Kallawaya ya que ha sido desarrollada en función al aprovechamiento de materias primas locales (cf. Perez 1972). De similar manera, tanto la variación diacrónica en el uso de materia prima exótica como la presencia de artefactos específicos denotan el tipo de interacción desarrollada entre los grupos locales y el núcleo altiplánico. Este es el caso del anillo de roca sedimentaria, las bolas de arenisca, el discoide de cuarcita, e incluso la lasca de obsidiana, como ejemplares cuyas características tecnológicas los asocian con la industria lítica formal de Tiwanaku (cf. Bencic 2000; Chávez 2010; Giesso 2000).

    Entonces, lo que se tiene en Kalla kallan es una industria lítica local expeditiva, no centralizada y organizada, tal vez, en torno a unidades domésticas. Esta industria está asociada a una industria lítica formal foránea representada por ocasionales bienes terminados presentes como resultado del intercambio interregional. De igual manera, la evidencia lítica sugiere que la principal actividad de Kalla kallan durante la ocupación tardía está relacionada con el procesamiento de alimentos y bebidas. Al parecer esta situación confirma lo sugerido por el complejo ritual de comida y bebida identificado en el conjunto cerámico de estilo Tiwanaku. Asimismo, esta inferencia sustenta el argumento de la actitud comensa-lista y de redistribución festiva desarrollada por los líderes de Kalla kallan durante su período de ocupación tardía.

    Definición de áreas de actividad

    Al finalizar las excavaciones en Kalla kallan se han identificado cuatro tipos de estructuras cuyo estilo constructivo denota el uso extendido de lajas de pizarra como principal elemento de construcción. Estas estructuras han sido clasificadas según su: (1) morfología (circulares/ovaladas, cuadrangulares); (2) posición con relación a la superficie (subterráneas, semisubterráneas, superficiales); (3) ubicación espacial (Nivel Medio o Superior, Sección Central u Oriental); (4) tecnología constructiva (uso de pizarra o cantos rodados); y (5) funcionalidad atribuida (almacenamiento, habitacional, estructural = muros de plataformas). La asociación de estas estructuras con rasgos ocupacionales específicos ha dado origen a un contexto de interpretación funcional a partir del cual se ha desarrollado esta reconstrucción hipotética.

    El carácter multifuncional de Kalla kallan ha sido expresado a través de la relación de interdependencia entre los diversos sectores y áreas de actividad que conforman el sitio. De esta manera se ha identificado a áreas de almacenaje y/o funerarias, además de potenciales áreas domésticas y público-rituales. Vale la pena mencionar que no todos los sectores reflejan una continuidad funcional a través del tiempo. La dinamicidad de la historia de Kalla kallan supone un proceso de constante transformación y refuncionaliza-ción de los sectores que lo componen como se detalla a continuación.

    Área de reproducción económica

    No solo la morfología y capacidad de almacenaje, sino también la alineación y concentración espacial de las estructuras semisub-terráneas de Kalla kallan sugieren que estas han constituido un complejo económico centrado en el almacenamiento de la producción agrícola. Al parecer la finalidad de esta actividad estuvo enfocada hacia el intercambio intra e interregional de productos durante la ocupación temprana. Este hecho pudo haber incidido en el establecimiento de actividades económicas complementarias como sucede en la actualidad con las ferias estacionales12 (cf. Sillar 2000). Así, además del acceso a productos y recursos exóticos las ferias también pudieron haber viabilizado el intercambio cultural en una escala interregional. Es por esto que por lo general las ferias toman lugar en espacios intermedios entre comunidades de tierras bajas y tierras altas. De esta manera, productos como el maíz, frijoles y frutas pudieron haber sido intercambiados por chuño, quinua, carne de llama o pescado al igual que sucede en la actualidad (Sillar 2000).

    Considerando lo anterior, las características y ubicación estratégica de Kalla kallan (valle medio, sobre la ruta a Camata -Apolo, acceso al altiplano occidental) le brindan a este asentamiento mayores ventajas de desarrollo que a otros sitios del valle. Así, al ocupar un espacio de transición geográfica, étnica y cultural, Kalla kallan se constituyó en el espacio ideal de confluencia económica en los valles de Charazani. De esta manera, Kalla kallan fue constituido como el centro de acopio de la producción agrícola regional, y punto de intercambio entre el altiplano y las llanuras del Beni. En este contexto y asumiendo que la morfología del asentamiento fue similar a la actual, el espacio en el que pudieron haberse desarrollado las actividades paralelas de intercambio es la explanada o plaza ubicada al frente de la actual Iglesia (plataforma 1).

    Área de reproducción ideológica

    Las actividades funerarias han ganado importancia durante la etapa final de la historia de Kalla kallan debido a que han suscitado la refuncionalización de las antiguas estructuras de almacenaje. Esta situación ha sido producto de un cambio ideológico y político derivado de un proceso de reorganización de las estrategias económicas en Kalla kallan y en los valles de Charazani. De esta manera, al ser la producción agrícola uno de los pilares de la economía del sitio esta debía ser permanentemente asegurada. Es por esto que surgen los rituales festivos como el sustrato ideológico necesario que garantiza el éxito en la producción agrícola. Así, al igual que sucedió en Tiwanaku y la cuenca del Titicaca, los rituales vinculados con las fuerzas cosmológicas garantizaron la producción agrícola regional durante el primer período de ocupación en Kalla kallan (cf. Janusek 2003, 2004; Kolata 2003).

    Sin embargo, tras la aparente ineficacia de dichos ritos, en un segundo momento se implantó un culto a los muertos (¿ancestros?) a quienes fueron transferidos los poderes antes concedidos a las deidades de la naturaleza. Al parecer, la relación entre los muertos y la seguridad de la producción agrícola surgió en el momento en que estos comenzaron a ser asociados con los achachilas13. De esta manera, la finalidad de los rituales y festines ofrecidos

    a los ocupantes de las estructuras funerarias fue asegurar la estabilidad de la producción agrícola de similar manera a lo que sucede en la actualidad14. Es probable que con estas acciones también se haya buscado alcanzar un equilibrio en las esferas social y natural de los grupos Yunga-Kallawaya (Berg 1989; Llanos 2004; Sillar 2000).

    Por otro lado, los rituales ofrecidos a los difuntos implican la distribución de alimentos y bebida a los comensales de igual manera que si se tratara de una reunión para organizar el trabajo comunitario (ayni o mink'a) o los cargos comunales (Sillar 2000). Si bien el tipo de comida puede variar en función al contexto regional, la distribución de chicha de maíz es generalizada a lo largo del área andina (Berg 1989; Sillar 2000) desde la época prehispáni-ca (Anderson 2008; Goldstein 2004; Kolata 2003). En este contexto, la asociación de las estructuras funerarias con el complejo de procesamiento de alimentos y complejo ritual de comida y bebida sugiere que en Kalla kallan se desarrollaron celebraciones rituales en honor a los muertos al igual que al parecer sucedió en la región de Pulacayo (cf. Cruz 2009). Esto sumado a la mínima población residente en el sitio sugiere que Kalla kallan fue destinado a ser un centro regional de interacción social e ideológica durante la ocupación tardía.

    Ahora bien, además de las celebraciones periódicas en honor a los muertos existen diversos ritos que se relacionan con estos seres, pero lo hacen de una forma más específica. Este es el caso de los ritos para detener el exceso de lluvias o, por el contrario, para terminar con la sequía. La extensión de estos ritos ha sido general en el área andina en tiempos prehispánicos, pero en los últimos años su vigencia se ha visto restringida a la región Kallawaya (Llanos 2004). Así, dentro del denominado rito de chullpa uma urqhu-chiy ("exhumar las calaveras de los chullpa") se procede a la ubicación y retiro ritual de chullpas o restos humanos a los que no les haya llegado el sol (Llanos 2004).

    Lo sugerente del rito antes mencionado es que supone el desentierro ritual de los restos de los antepasados contenidos en los chu-llpares (estructuras funerarias prehispánicas). Considerando este proceso es posible pensar que los contextos funerarios de la ocupación tardía de Kalla kallan sugieran el desarrollo de este tipo de actividades durante dicho período (ubicación de estructuras, exhumación de los individuos, relleno ritual de las estructuras funerarias).

    Área de ocupación doméstica

    Si bien durante las excavaciones no se han identificado complejos habitacionales asociados a rasgos de ocupación doméstica, si se han identificado conjuntos de cultura material de este tipo. Esto podría deberse a que las estructuras fueron modificadas y/o desmanteladas durante el momento tardío de modificación, o que por el contrario permanecen debajo de la superficie en las afueras del área excavada. Futuros trabajos deben ser enfocados en la ubicación de estas estructuras, en especial en los potenciales sectores habitacionales definidos (sectores Oriental Inferior y Oriental Superior), y en sectores aún no explorados (sectores Occidental Medio e Inferior).

    Por su parte, la distribución de cerámica utilitaria de los estilos Yunga-Kallawaya, Formativo y Tiwanaku sugiere la existencia de una potencial área de ocupación doméstica en los alrededores del área nuclear de Kalla kallan. Según la relación de frecuencia en el género doméstico de los tres estilos identificados, el conjunto mayoritario corresponde a vasijas de producción local. Este podría ser un indicador que sugiere las actividades domésticas fueron desarrolladas por grupos poblacionales asentados de forma permanente en el sitio o, en su defecto, en sitios regionales cercanos. De igual manera, según el patrón distribucional de los conjuntos domésticos se piensa que la población local estuvo asentada en la cima de Kalla kallan, mientras que la población de origen altiplánico pudo haber ocupado el extremo oriental y septentrional del sitio15. Si bien esta no es más que una inferencia sugerente, futuros trabajos específicos en el sitio y/o en la región desentrañaran esta cuestionante.

    Área pública, ritual y festiva

    El carácter público, ritual y festivo que se le atribuye a Kalla kallan está estrechamente vinculado con las actividades de reproducción económica e ideológica. De esta manera, la arquitectura pública asociada al complejo de procesamiento de alimentos y al complejo ritual de comida y bebida remarcan la importancia de las actividades de redistribución para los líderes de Kalla kallan durante el período de ocupación tardía. Esto sugiere que la redistribución de comida y bebida ha sido el mecanismo a través del cual se han construido y reafirmado las relaciones sociales y políticas en tiempos prehispánicos (Janusek 2004) de similar manera a lo que sucede en la actualidad (Berg 1989; Sillar 2000; Spedding 2008). Según esto, el desarrollo de actividades festivas en Kalla kallan pudo haber sido enfocado hacia la reproducción social y consolidación de las relaciones de integración local y regional.

    Kalla kallan, un centro de interacción regional

    El desarrollo de actividades rituales, festivas y públicas asociadas a actividades de reproducción económica e ideológica, además de una ocupación doméstica, han determinado la funcionalidad de Kalla kallan dentro de la estructura organizativa de los valles de Cha-razani. Sin embargo, no todas ellas guardan una relación de correspondencia sincrónica, o por lo menos no lo hacen con el mismo énfasis. Por esta razón, a continuación se describe de forma sintética el conjunto de actividades que fueron desarrolladas durante los dos momentos de ocupación de Kalla kallan.

    En un primer momento, la interacción Yunga-Kallawaya-Tiwanaku no fue más que la prolongación de una relación previa entre los grupos locales y altiplánicos del período Formativo. Al parecer esta estuvo centrada en una funcionalidad económica de comple-mentariedad mediada por ocasionales actividades rituales. De esta manera, la funcionalidad de Kalla kallan como centro de confluencia económica conllevó a la concentración, tráfico e intercambio de bienes y productos en una escala regional e interregional. En este contexto, aunque no tan frecuentes las celebraciones rituales auspiciadas por los líderes locales se constituyeron en el eje motor y fundamento de cohesión para el efectivo control de las actividades económicas. Al parecer el desarrollo de dichas celebraciones garantizaba el éxito de la producción agrícola regional, ya que a través de ellas se solicitaba la intervención y protección de divinidades cósmicas cuyo poder emanaba desde el núcleo Tiwanaku.

    En un segundo momento, la centralidad económica de Kalla kallan había colapsado, sin embargo, su funcionalidad como centro regional de interacción ideológica recién comenzaba a ser manifestada. Este proceso de refun-cionalización supuso la sacralización de Kalla kallan ya sea por albergar los restos de los antepasados, o por ocupar un espacio desde el cual se divisa a los principales achachilas de la región. Como fuere, con el culto a los muertos no solo se retomaron las celebraciones rituales con fines agrícolas, sino que también se desarrollaron actividades festivas de redistribución a gran escala. Al parecer, este conjunto de actividades fortalecieron la relación entre los líderes y el pueblo que habitaba y producía en los valles orientales septentrionales.

    Entonces, el paso de centro de confluencia económica (transición Formativo-Tiwanaku) a centro regional de interacción ideológica (Tiwanaku tardío) no fue más que el resultado de la adaptación funcional de Kalla kallan dentro del esquema organizativo regional estructurado por los líderes locales. Así, mientras los grupos locales controlaban la producción agrícola regional, la población foránea accedía a esta a través de la práctica de los principios de reciprocidad y redistribución. Esto sugiere que la población foránea pudo haber organizado y ejecutado los rituales y festines públicos con el fin de viabilizar el transporte de una porción de los excedentes regionales hacia el núcleo Tiwanaku de forma análoga a lo sucedido en otros contextos de valle.

    Según lo anterior, la aparente especiali-zación funcional de los grupos poblacionales contradice el modelo de colonización y control directo de Tiwanaku sobre Kalla kallan. De igual manera, no parece ser factible el modelo de clientelaje ya que tanto el material cultural como lo que este implica denotan la práctica de elementos culturales e ideológicos de Tiwanaku en Kalla kallan. Por su parte, Kalla kallan no fue un centro de intermediación regional debido a que no fue ocupado de forma intensiva por una población residente. Entonces, al no existir una población foránea que controle la producción, al no existir una relación de mero intercambio de productos, y al no haber albergado una población residente de importancia, la interacción entre Kalla kallan y Tiwanaku debe ser analizada desde un enfoque diferente.

    Al parecer el proceso de interacción entre la población local y la urbe altiplánica ha estado en constante negociación y renegociación en función al status y objetivos de cada entidad. Así, la evidencia material colectada en Kalla kallan sugiere que el proceso de interacción interregional conllevó al establecimiento de una alianza estratégica entre los líderes Yunga-Kallawaya y los especialistas rituales del núcleo Tiwanaku. Más aún, el prestigio del sistema religioso e ideológico de Tiwanaku motivó el interés de adhesión de los líderes Yunga-Kallawaya a su órbita. Estos a su vez posibilitaron el acceso a recursos exóticos de los valles mesotermos y Amazonía a los líderes de la cuenca Katari y Tiwanaku. Lo sugerente de esta estrategia es que fue concebida y aplicada entre dos entidades homólogas.

    Sin embargo, tal situación no perduro por mucho pues pronto Kalla kallan fue abandonado. Al parecer el colapso de Huata Huata y Kalla kallan pudo haber motivado el florecimiento de Pata Kaata u otro sitio aún no investigado (¿Niñocorin?, ¿Aya Aya?, ¿Yi-huapata?, ¿Jaramillo?). De igual manera, tras el quiebre de relaciones con el altiplano al finalizar el Horizonte Medio, los valles orientales septentrionales experimentaron un nuevo proceso de reorganización regional. Esto supuso el abandono de los sitios asociados a Tiwanaku, los que en su mayoría estaban ubicados en la zona quechua, y el establecimiento de nuevos centros regionales en lugares defensivos de altura. Este es el origen de la entidad Yunga-Kallawaya o Señorío Caraba-ya como organización regional diferenciada.

    Discusión y conclusiones

    Por lo general el Horizonte Medio ha sido asociado con el fenómeno Tiwanaku y su compleja historia develada en el sitio-tipo y en su área de influencia. Sin embargo, como se ha evidenciado a lo largo de esta y otras investigaciones, los grupos locales han sido parte de la dinámica regional desde el Formativo hasta la actualidad (cf. Al-conini 2009; Chávez en prensa; Kim 2009; Martínez 2008). A diferencia de otros procesos, este hecho sugiere que el Horizonte Medio regional debe ser entendido como el período de interacción entre Tiwanaku y los grupos regionales aquí denominados Yunga-Kallawaya. Asimismo, considerando que el acceso a los productos y recursos de valle ha motivado la incursión de la entidad Tiwanaku hacia el territorio Kallawaya, el surgimiento y funcionalidad adaptativa de Kalla kallan han demostrado el desarrollo de estrategias de interacción particulares entre Tiwanaku y los grupos locales.

    Según lo anterior, el manejo de las actividades de reproducción económica e ideológica ha sido la clave para el establecimiento de un proceso de interacción entre Tiwanaku y los grupos Yunga-Kallawaya. Así, el aporte de la presente investigación recae tanto en la fundamentación de la existencia de organizaciones locales complejas desde períodos tempranos de la historia regional, como en la recuperación del carácter activo de estos grupos frente a entidades panandinas como Tiwanaku. Sin embargo, las conclusiones aquí vertidas no explican per se los procesos paralelos de interacción desarrollados con otros sectores del valle, o incluso con otros centros regionales contemporáneos. Por esta razón, si bien con esta investigación se ha clarificado parte de la dinámica de interacción entre dos sociedades prehispánicas, futuras investigaciones deberán dilucidar las incógnitas que plantea el Horizonte Medio en la región Kallawaya.

     

    Referencias citadas

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    Notas

    1     La urbe Wari está ubicada en la puna de Ayaccucho en los Andes Centrales, mientras que la urbe Tiwanaku esta emplazada en el altiplano del circum-Titicaca en los Andes Centro Sur.

    2     El carácter referencial de estas estrategias deviene tanto de su fundamentación teórica inicial como de su identificación concreta en regiones externas al núcleo Tiwanaku.

    3     Goldstein (2004) identificó estas colonias a través del material cultural colectado en sus excavaciones. Así, la cerámica y textiles demostraron ser mayoritariamente de procedencia altiplánica, mientras que los rasgos arquitectónicos reflejaron una estrecha cercanía con los patrones constructivos del altiplano.

    4    El concepto diáspora supone la existencia de tres rasgos fundamentales: (1) dispersión de una patria de origen hacia dos o más regiones extranjeras, (2) recuerdos y mitos colectivos sobre la localización, historia y logros de la patria de origen, y (3) una fuerte conciencia de grupo sustentada sobre la base de un sentido de distinción, historia común, y creencia en un destino común (adaptado de Cohen 1997: En: Owen 2005: 47).

    5     El potencial territorio ocupado por este señorío ha sido identificado desde los valles superiores de los ríos Carabaya (actual Tambopata) y Huari Huari en el Perú, hasta los valles de los ríos Camata, Copani y Pelechuco en Bolivia (Saignes 1985).

    6    Esta provincia colonial estuvo conformada por las regiones de Ambaná, Sorata/Larecaja stricto sensu y Callawaya.

    7     Es probable que este denominativo haga alusión a los descendientes de los antiguos Callawayas, y que su concentración en la región se deba a su carácter de antigua estructura étnica (Saignes 1985).

    8     Los tres productos responden a un proceso de deshidratación con el fin de extender su tiempo de conservación. En los dos primeros casos se procede a someter a la papa y oca a periodos sucesivos de helada y sol (Browman 1981; Bastien 1996). Por su parte, la carne debe ser expuesta tan solo al sol, pero además se le debe añadir sal para completar el proceso de deshidratación.

    9    A pesar que en la sectorialización esta plataforma ha sido incluida dentro del Sector Superior Central, la ubicación de la unidad excavada ha determinado su incorporación dentro del Sector Superior Oriental.

    10  La ausencia de una ocupación efectiva y su temporalidad tardía han hecho que este momento sea obviado del presente análisis.

    11   Es probable que además de este rubro las actividades de molienda hayan incluido también el procesamiento de bebidas como la chicha de maíz, pues como diversas fuentes afirman la importancia de este elemento es vital dentro de las actividades festivas y de redistribución en el mundo andino.

    12   Las ferias andinas pueden ser entendidas como un mecanismo de intercambio a través del cual es posible proveer productos no locales a poblaciones foráneas. La necesidad de estos productos puede ser de corto o mediano plazo en el caso de los alimentos, o de largo plazo en el caso de artefactos, herramientas o vasijas cerámicas (Sillar 2000).

    13   De acuerdo con la Cosmovisión Andina, los acha-chilas son los seres tutelares que controlan las lluvias y que habitan en la cumbre de las montañas mas altas (Berg 1989; Lozada 2008; Spedding 2008). Entre los achachilas más importantes de la región Kallawaya se tiene al nevado Akhamani y a los cerros Pukara y Toqonta.

    14  El culto a los muertos ha sido practicado desde épocas prehispánicas a través de rituales y fiestas periódicas ofrecidas a las chullpas (cf. Gil García 2006; Tantaleán 2006) desde incluso la etapa final de Tiwanaku (Cruz 2009).

    15 Esta propuesta ha sido desarrollada en función a la validación del supuesto que define a grupos poblacionales específicos en función a conjuntos cerámicos diferenciados. De esta manera se piensa que Kalla kallan pudo haber albergado a tres grupos poblacionales: (1) Población Nativa o local cuyo origen está ligado a procesos regionales específicos (cerámica Yunga-Kallawaya); (2) Población Foránea cuyo lugar de procedencia es la cuenca del Titicaca (cerámica Formativo no local y Tiwanaku Nuclear); y (3) Residentes foráneos que forjaron una identidad propia como producto de la interacción entre los grupos del altiplano y valles meso-termos septentrionales (cerámica Formativo local y Tiwanaku Local).