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    Revista Textos Antropológicos

    versión impresa ISSN 1025-3181

    Textos Antropológicos v.15 n.2 La Paz  2005

     

    SIMPOSIO

     

    PATRONES DE ASENTAMIENTO ARQUEOLÓGICO DURANTE LAS FASES OMASUYOS EN SANTIAGO DE HUATA

     

    ARCHAEOLOGICAL SETTLEMENT PATTERNS DURING THE OMASUYO PHASES EN SANTIAGO DE HUATA

     

     

    Carlos Lémuz Aguirre
    Carlos Lémuz Aguirre: Carrera de Arqueología, Universidad Mayor de San Andrés, La Paz -Bolivia. E-mail: clemuz@lentelnet.bo

     

     


    La pérdida de poder de Tiwanaku en la península de Santiago de Huata y la consecuente desestructuración de su aparato organizativo, dieron paso a una fase en la que la población estuvo dominada por pequeños núcleos poblacionales administrativamente independientes. La base de esos núcleos parece haber estado fundamentada en las relaciones de parentesco. Este cambio se ve reflejado, a través del registro arqueológico, en la disposición y naturaleza de sus asentamientos y en las evidencias que dejó su economía de subsistencia. Tiempo más adelante, la presencia Inka en la región promovió un estado de resistencia y conflicto con un saldo parcial a favor de la nueva potencia económica del occidente andino. Aunque ésta no logró igualar la mecánica de organización Tiwanaku, alentó notablemente el crecimiento de la producción agrícola en gran parte de la península. El presente trabajo muestra un adelanto en el análisis de los cambios en el patrón de asentamiento en Santiago de Huata, entre las fases Tiwanaku y Omasuyos-Inka. En este sentido, se exponen algunas de las principales características en el ámbito local y regional.


    ThelossofTiwanakupoweronthepeninsulaofSantiago deHuataandtheconsequentdeconstruction ofits organizational apparatus, gave way to aphase in which the localpopulation was dominated by small, nuclear populations independently administered. The base ofthese nuclei seem to have been founded on familial relations. This changes is reflected in the archaeological record by the placement and nature of settlements and in the evidence left by their subsistence economy. Later in time, the Inka presence in the region promoted a state of resistance and conflict with a partial gain in favor ofthe new economic potential ofthe western Andes. Although it did not equal the level of organization of Tiwanaku, it resulted in a notable growth of agricultural production in a large part ofthe peninsula. The present work shows an advance in the analysis of changes in settlement patterns in Santigao de Huata, between the Tiwanaku and Omasuyo-Inka phases. In this study, some ofthe principle characters of local and regional scope are presented here.


     

     

    Antecedentes                         

    Con la desestructuración del poder regional de Tiwanaku, un nuevo orden económico y social se desarrolló entre los segmentos desarticulados que lo formaban.
    Existen dos posiciones divergentes en torno a la continuidad cultural entre Tiwanaku y Pacajes. Por un lado, la hipótesis sobre la invasión aymara desde el sur formulada por Bouysse-Cassagn
    e (1987) y por otro, la invasión aymara a partir del norte de la cuenca del lago Titicaca (Torero 1970, 1987); ambas fueron ampliamente rebatidas a través de las evidencias obtenidas por Albarracín-Jordán (1996, 1996a) en el Valle Medio de Tiwanaku.

    Aunque los estudios arqueológicos recientemente desarrollados en la cuenca del Titicaca avalan contundentemente la continuidad cultural, la explicación sobre el colapso de Tiwanaku sigue siendo un tema de controversia. Principalmente están quienes sostienen que un período de degradación climática (Kolata 1986) habría propiciado la desestructuración de su organización social, y quienes creen que tal desestructuración fue generada a partir de la fragmentación de sus segmentos sociales, motivado por sectarismos y conflictos internos (Albarracín-Jordán 1996). Una posición intermedia sostiene que el proceso de transformación de la organización de Tiwanaku fue alentado por cambios ambientales que afectaron su economía y propiciaron la aparición de conflictos entre sus segmentos; siendo uno de los factores principales el agotamiento de su capacidad innovadora en el orden ideológico y tecnológico (Janusek 1994, 2001).

    Datos etnohistóricos indican que la confederación Pacajes estaba seccionada en múltiples grupos étnicos, divididos en dos mitades Urqusuyu y Umasuyu (Bouysse-Cassagne 1987). También se menciona que qullas y aymaras aparentemente fueron grupos étnicos diferentes, pero con la misma lengua (Choque 1993). Por otro lado, Murra reconoce a dos grupos importantes en la cuenca del Lago Titicaca: Lupaca y Pakaxe; mientras que Lumbreras observa tres: Lupaca, Qulla y Pakaxe, apuntando que Umasuyu podría considerarse como otro reino. Portugal (1985) se apoya en estaobservación y en las crónicas de Garcilazo de la Vega para proponer a Omasuyus como una entidad política independiente de Pakaxes, cuya identidad se ve reflejada en diferencias cerámicas substanciales.

    Sin embargo, el trabajo de Choque (1993) justifica ampliamente la pertenencia de Umasuyus al espectro cultural Pakaxe. Dentro de este contexto, Tiwanaku fue parte del ámbito Urqu-Pakaxe más que de Uma, o en extremo, fue parte límite entre ambos. En cuanto a la presencia o ausencia de torres edificadas como parte de las costumbres funerarias de los diversos grupos Pakaxes y uno de los elementos diagnósticos más representativos, creemos que la explicación que daRyden es acertada.

    El autor explica que los enterramientos en torres estaban relacionados con ciertos grupos étnicos o sociales, más que con tradiciones homogéneas que se extendían a toda la población durante un determinado período de tiempo.

    Por otro lado, sobre el conjunto cerámico Pakaxes, éste ha sido descrito por Albarracín-Jordán (1996), Matthews (1992), Albarracín-Jordán et al. (1994) para el valle de Tiwanaku, y Janusek (2001) para el valle Katari. Estas descripciones cubren tres fases generales Pacajes, Pacajes-Inka y Pacajes Tardío o Pacajes - Colonial, con sus respectivas variantes. Los rasgos más significativos de esta cerámica son: pasta porosa y oxidada generalmente en color café o naranja, acabado externo pulido, motivos de líneas dobles ondulantes a la altura del borde interior. Para la fase más temprana es diagnóstica la presencia de figuras de llamas gordas, achurados dentro de formas semi-circulares, punteados anidados y senderos de puntos (Janusek 2001). Para la fase Pacajes-Inka la presencia de llamas estilizadas y mayor rango de colores de decoración, sonlos elementos diagnósticos.

     

    Santiago de Huata

    La península de Santiago de Huata se halla ubicada en la parte meridional este del lago Titicaca, como parte de la Provincia Omasuyos del departamento de La Paz (Fig. 5.1). Presenta una extensión de aproximadamente 200 Km2 y comprende los cantones de Ajllata Grande, Santiago de Huata, Kalaque, Jankho Amaya y Chua Visalaya. Geomorfológicamente está formada por un conjunto de valles jóvenes y maduros, dominados por dos tipos de estructuras geológicas que determinan sus diferencias:

    1)  Al este, principalmente compuesto por Mioceno volcánico y Oligoceno Superior a Mioceno Inferior sedimentario. Dicha estructura comprende coladas de lava andesítica y dacítica, rocas volcano-sedimentarias y piroclastitas (IGM 1997).

    2)  Al oeste, conformado por formaciones rocosas del Devónico sedimentario: cuarcitas, lutitas y limolitas (IGM 1997).

    El diseño del drenaje es fundamentalmente dendrítico en el área central y este de la península. En cambio es de tipo parrilla al oeste, donde domina la estructura devónica y los ríos y drenajes siguen fielmente los buzamientos de la estructura geológica y litológica del terreno (Lémuz 2001).

     

    Sólo dos ríos (río Bello y Siquiña) son capaces de integrar redes de drenaje amplios, pues los restantes descargan sus aguas al lago temporalmente, bajo una disposición de abanico radial independiente. Climáticamente, la península de Santiago de Huata mantiene una temperatura promedio de 8°C en las inmediaciones de la orilla y de 0°C como promedio anual, incluyendo las áreas montañosas y de puna alta. En las cercanías a la orilla, la humedad relativa varía entre 50 a 65% para la temperatura de 10°C (Boulange & Aquize 1981; Roche et al. 1991).

    La precipitación anual alcanza aproximadamente los 585 mm/año, poco más de la mitad de la precipitación que recibe la zona central del lago Titicaca. Las lluvias -por lo general- se extienden de diciembre a marzo, mientras que la temporada seca dura de mayo a agosto. Este cuadro nos muestra un panorama climático general moderadamente húmedo y frío en la parte inmediata a la ribera del lago Titicaca. Sin embargo, se advierten zonas templadas y levemente secas en la parte este y central de la península (Kalake, Chuquiñapi y Santiago de Huata), gracias a las características del relieve que produce pequeños microclimas diferenciados (Erickson 1996; Lémuz 2001; Roche et al. 1991).

     

    La prospección arqueológica

    A pesar de que las investigaciones arqueológicas en Santiago de Huata se iniciaron durante la década del cincuenta -casi la misma época en que se iniciaron en otros sitiosy localidades arqueológicas como Chiripa y Copacabana (Cordero 1957)- no es sino hasta 1977 que se desarrolló una primera prospección y excavaciones en el sector de Kalake, al este de la península (Cordero et al. 1977). Posteriormente, Max Portugal siguió con las investigaciones entre 1986 y 1996, principalmente enfocadas en el Formativo Chiripa y el estilo escultórico Pa-Ajanu1 (Portugal O. 1981, 1987, 1989).

    En este trabajo de investigación utilizamoscomobaseelmétodoarqueológico estándar de prospección por cobertura total (Parsons 1972, 1990; Sanders et al. 1979), el cual fue implementado en la Península de Santiago de Huata. La prospección se realizó entre los años 1992 y 1996, y fue complementada en 1997 por excavaciones de sondeo en 4 sitios seleccionados.

    Se registraron 94 sitios en un área de 63.1 Km2. Los componentes cerámicos fueron identificados y ubicados dentro de un esquema cronológico local y regional, elaborado a partir de datos estrati gráficos (Lémuz 2001).

    La ocupación expansiva Tiwanaku (400- 1.100 d.C.)

    Veintiséis sitios fueron identificados en relación con esta fase (Fig. 5.2), siendo aún difícil refinar la cronología según lo establecido por Janusek (1994) y Alconini (1993). La presencia Tiwanaku iniciada a partir del 400 d.C. se mantuvo por más de 600 años, disponiendo su aparato organizativo sobre los principales centros regionales vigentes en la última etapa del Formativo Superior.

     

    Un solo asentamiento (Fig. 5.3) alcanzó una extensión superior a las 15 has. y se constituyó en el centro administrativo regional de toda la península. A partir de éste centro se promovió la ampliación de la extensión de terrazas de cultivo, la práctica de agricultura en terrazas por sobre los 4.000 m.s.n.m. y el incentivo a la producción artesanal.

    El 96.61% de la población edificó su residencia fija en zona de coluvio, especialmente concentradas en sitios tipo 1 y 2. Este patrón guarda correlación, desde finales de la fase, con la aparición de áreas extensas destinadas a la actividad funeraria, principalmente a través de cistas.

    La prueba del Vecino más Cercano indicalapresenciadeunligeroagrupamiento de asentamientos formando cuatro racimos. Uno de ellos (racimo N° 2) se convierte en el de mayor importancia, puesto que en él se instala el poblado Tiwanaku de mayor tamaño en toda la región (Sitio 15: El Calvario), el mismo presenta más de 15 has. de ocupación nuclear y 34 has. de dispersión máxima. En él se construyó una estructura semi subterránea para fines ceremoniales, sus dimensiones son semej antes alasdeKallamarkaoLukurmata.

    La regla de Rango-Tamaño aplicada a los datos de tamaño de sitio, nos indica una tendencia de centralización propia de las sociedades pre-estatales o de Estado temprano. Este tipo de asentamiento se compone de subsistemas que se articulan con un centro primario y que interactúan muy poco entre ellos mismos.

    A partir de estos datos vemos un proceso de penetración de Tiwanaku en la península, iniciado mediante un sistema directo de alianzas y manipulación ideológica. Esta penetración propició cambios en la organización social con el propósito de fortalecer o estabilizar su economía, sustentada hasta entonces en la sobreproducción agrícola y artesanal de la cuenca y articulada a través de complejos mecanismos de tráfico e intercambio (Browman1 980, Kolata1 992, Lémuz 2001).

     

    La ocupación Omasuyos (1.100 a 1.430 d.C.)

    Con el colapso del sistema político de Tiwanaku, los centros más poblados de la península fueron abandonados o disminuyeron su población radicalmente. De las-aproximadamente- 52 has. ocupadas por los poblados Tiwanaku sólo quedaron 26 has. Éstas cubren principalmente los coluvios, la zona del plano lacustre y la zona montañosa (Fig. 5.4).

    Es notable el crecimiento de sitios de habitación temporal en la zona de puna o montañosa, donde cerca al 23.1% de la población vivió o realizó sus actividades económicas. La gente ubicó su morada en pequeños caseríos y habitaciones aisladas, comúnmente edificadas en zonas de pastoreo. Una menor proporción de población (17%) estuvo asentada en poblados que fueron parte de la red de centros de gran tamaño en la península, pero que disminuyeron drásticamente de tamaño con la desestructuración del sistema administrativo Tiwanaku. Finalmente, un 16.3% de la población se concentró en villas pequeñas ubicadas entre quebradas o en las cercanías de pequeños ríos o riachuelos.

    Coincidimos con el planteamiento de Stanish y sus colegas (1997) en torno a la función y uso de los resguardos defensivos de altura. Se plantea que éstos podían albergar a gran cantidad de gente (19.5% de la población total), pero por un tiempo limitado. Por lo general su disposición estaba asociada con los sitios de habitación aislados, centros de población menor y poblados de tamaño medio. Otra de sus características es que -comúnmente- se ubicaban en posiciones estratégicas de visibilidad y acceso, de modo que podían tener ventaja respecto a situaciones que implicaran confrontación bélica. Por lo menos cinco de esos asentamientos entraron en uso durante esta fase, suponemos que ese uso fue más intenso con las primeras incursiones de los Inkas a territorio Pakaxe.

    La desintegración del aparato administrativo Tiwanaku generó un clima de tensión, conflicto y desestabilización en la organización política regional. Como producto de ello se observa la presencia de numerosos emplazamientos defensivos flanqueando los principales afluentes de agua permanente que dan al lago (Río Bello y Río Siquiña), o resguardando las zonas de principal actividad agrícola (Lémuz 2001); aspecto que denota competencia por el control de algunas fuentes de poder local.

    Sin embargo, gran parte del complejo de ingeniería agrícola desarrollado por Tiwanaku permaneció en uso bajo la administración de las propias unidades familiares o domésticas, las cuales -en algunos casos- podían haberse constituido en agregados mucho mayores. Los enormes terraplenes de las laderas bajas de Ajllata y las terrazas de Pukuro (Fig. 5.5) permanecieron en uso, por más de 200 años después de la desaparición de la hegemonía política y económica de Tiwanaku.

    La crianza de camélidos y las relaciones de intercambio, a través de mercados locales y regionales, pasaron a tener suma importancia en la economía de la península. Es probable que el incremento de la población en la zona de puna denote que la actividad de pastoreo se incrementó o que dicha actividad estuvo fragmentada de la misma manera que la producción agrícola. Sin embargo, la falta de evidencia de que el consumo de carne de camélido fue masivo nos lleva a proponer que la crianza de camélidos tenía como propósito principal el sostenimiento de las caravanas. Éstas eran portadoras del producto local con destino a otras zonas, con las cuales se mantenían relaciones económicas. Este último aspecto implicaría que las redes fueron operadas en el ámbito comunal o familiar, reemplazando a las instituciones Tiwanaku que controlaron por casi 1000 años las redes de interacción regional.

     

    La ocupación Inka (1.430 - 1533 d.C.)

    La presencia Inka en Santiago de Huata podría datar de 1.430 d.C.; aunque datos y referencias precisas no están disponibles, es probable que sus primeras manifestaciones de poder hayan estado asociadas a otros grupos poblacionales del norte. En este contexto se reconocen principalmente a los Qallawayas, con los cuales mantuvieron relaciones económicas y políticas mucho antes del pacto que hicieron con los Lupacas y de que sometieran a los grupos aymaras, alrededor de 1470 con la incursión de Tupac Yupanki.

    La prospección permitió identificar 27 asentamientos relacionados con el componente Inka (Fig. 5.6), la mayoría de los sitios (61.5%) tenía un tamaño inferior a 1ha. Sólo uno de ellos presentaba más de 3 has. (SH76), siendo probablemente la principal ocupación de esta entidad política en la península. Dicho asentamiento pudo albergar a casi el 25% de la población Inka. Sus características eran radicalmente diferentes de las aldeas Omasuyos: 1) los sitios Omasuyos se establecían en el coluvio superior y en la zona montañosa, ubicación que con los Inkas cambia hacia las laderas bajas y montículos cercanos al lago, 2) la distribución de sus espacios internos, y 3) la evidencia que dejaron sus prácticas culturales, principalmente de naturaleza funeraria.

    El 98.3% de los sitios Inka estaban ubicados por debajo de los 4.000 m.s.n.m., especialmente en sitios de habitación anexos a los campos agrícolas y en centros poblados con tamaños mayores a 1 ha. Las zonas de coluvio inferior y plano lacustre fueron ocupadas con preferencia, debido a las tareas económicas y de control que les tocó realizar con respecto al resto de los asentamientos Pacajes, los cuales estaban probablemente dispuestos conforme a lo observado en el registro de la fase inmediatamente posterior (Fig. 5.8).

    La presencia Inka estuvo orientada dentro de una óptica política y económicamente expansionista, para ello extendióunramal caminero hastalazona. Por lo demás, se dedicaron a promover mayores niveles de productividad agrícola en las terrazas que perduraban desde la ocupación Tiwanaku. Muchas de ellas probablemente fueron reconstruidas o acondicionadas con tecnología Inka (caso de Watari, Chuquiñapi, Pana Grande y Chigani).

    Sin embargo, su presencia no alteró substancialmente la vida doméstica de la península. Los Inkas intentaron concentrar su poder político a través de una estrategia de control de la producción, la instalación de mitimaes y de la desestructuración de la organización Pakaxe (Urqusuyu y Umasuyu) (Choque 1993; Stanish 1997). A pesar de ello, el Inkario no llegó jamás a constituirse en un poder centralizado semejante al logrado por Tiwanaku.

     

    Conclusiones

    La desarticulación de la organización administrativa y económica de Tiwanaku dio lugar a la conformación de entidades de perfil autónomo que continuaron explotando en forma intensiva las estructuras agrícolas dejadas por ese Estado. Su administración, sin embargo, estuvo en manos de agrupaciones relacionadas por parentesco o por comunidades menores (segmentos residuales de la era Tiwanaku). Dentro de este contexto, Santiago de Huata estuvo integrado a la Confederación Pakaxe en su porción Umasuyu2, cuyos indicadores más claros se relacionanal patrón deasentamiento y al conjunto cerámico con el componente Pacajes, descrito por Albarracín-Jordán y Mathews (1990) para el Valle de Tiwanaku. No obstante, existen diferencias locales que permiten distinguir su filiación del resto de las manifestaciones Pacajes.

    Estas diferencias se hacen más notables a partir de la presencia Inka en la región. Por último, la ocupación Inka llegó a organizar un sistema de explotación basado en las relaciones de reciprocidad con las autoridades e instituciones locales. Sin embargo, el tiempo y las estrategias asumidas no le permitieron penetrar a nivel doméstico e ideológico, nivel que se mantuvo incólume desde la temprana formación de la entidad política Pakaxe.

     

    Agradecimientos

    Gran parte de los datos que se presentan en este artículo provienen de la prospección y excavaciones realizados entre 1996 y 1997 en la península de Santiago de Huata, y los análisis de material culminados en 1998 en La Paz. En todas las temporadas participaron numerosos investigadores a quienes deseo agradecer por su colaboración: José Luis Paz, Dante Angelo, Gary Palacios, Javier Coriza, Paloma Clavijo, Emilio Velasco, Igor Patzi, Soraya Barrera, Jaime Sarmiento, Álvaro Garitano, Nuria Bernal y Karina Aranda. Agradezco de igual manera el apoyo brindado por las autoridades civiles, políticas y tradicionales de los cantones de Ajllata, Santiago de Huata y Kalake, en especial a Damián Quispe (autoridad de Ajllata Grande). Finalmente, debo destacar un especial agradecimiento al padre Armando Carminati, párroco de la región, y a todo su equipo de trabajo

     

    Notas

    1.  Conocido en los estudios peruanos como estilo escultórico Yaya-Mama (Chávez & Mohr 1975; Mohr 1988).

    2.  Esa es la razón por la cual la fase local fue denominada Omasuyos.

     

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