SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.8 issue30Crear y recrear la Cultura NacionalUna biblioteca gastronómica para Bolivia author indexsubject indexarticles search
Home Pagealphabetic serial listing  

Services on Demand

Article

Indicators

    Related links

    • Have no cited articlesCited by SciELO
    • Have no similar articlesSimilars in SciELO

    Bookmark

    Fuentes, Revista de la Biblioteca y Archivo Histórico de la Asamblea Legislativa Plurinacional

    Print version ISSN 1997-4485

    Rev. Fuent. Cong. vol.8 no.30 La Paz Feb. 2014

     

    PÁGINAS DEL EDITOR

     

    Historia singular del Archivo del General Sucre

     

     

    Luis Oporto Ordóñez

     

     


     

     

    El Archivo del Mariscal de Ayacucho, Antonio José de Sucre, organizado durante tres décadas (1942-1970), con dos iniciativas fallidas (1942 y 1944) hasta que fue retomada por la Fundación Vicente Lecuna en 1954, llegó a publicar un primer tomo en 1973 con el apoyo del Banco de Venezuela. Ese hecho esconde una historia que nos lleva hasta Chuquisaca, 1828, en la que intervienen insospechados personajes históricos.

     

    Una historia archivística singular

    Cuando ejercía la presidencia de Bolivia, por mandato de Bolívar, el joven Mariscal de Ayacucho percibía un raro ambiente político de conspiración, lo que le llevó a tomar la previsión de ordenar a su edecán Pedro José Alarcón, Coronel del Ejército Unido Libertador, en 1828 "reunir los papeles que escribió, colocarlos en varios cajones y enviarlos a Quito, Ecuador". Ese archivo contenía "la colección de cartas recibidas, oficios, comunicaciones, testimonios de sus actos de gobierno y sus propios borradores". Al poco tiempo, se suscitó el intento de asesinato, pasado el cual decidió resignar el mando y regresar a su patria, donde le persiguió la tragedia, siendo asesinado en el camino a Berruecos. Una parte del archivo repatriado se conservó en la hacienda de Chisinche, propiedad de la viuda de Sucre, Doña Mariana Carcelén y Larrea, marquesa de Solanda, que ordenó disponerlos "en una pieza de herramientas y de hierros viejos, en cajones que fueron objeto de continuos despojos y saqueos". Otra parte quedó en "la Leonera" cuarto de trastos, en la casa de la citada marquesa, en Quito. Para mal de males, "parece que un empleado infiel, vendió parte del archivo. Otra porción pasó a propiedad de Alfredo Flores Caamaño, que se conserva en el actual fondo Jijón y Caamaño en Quito.

    Hiram Bingham III (1875- 1956), personaje de leyenda, explorador y político de los Estados Unidos,

    Gobernador del Estado de Connecticut y Senador de su país; graduado como administrador de empresas por la Universidad de Yale (1898), y doctor por la Universidad de Harvard (1905) --en la que trabajó como profesor de historia y luego en la Universidad de Princeton-- encabezó una exploración por América del Sur, oportunidad en la que redescubrió las ruinas incaicas de Machu Picchu, desde donde se llevó cincuenta mil piezas arqueológicas y las entregó a la Universidad de Yale (EE.UU.). Cuando visitó Quito (1906), luego de una sus travesías, encontró en oferta una "colección de 2.128 cartas y documentos en su mayoría inéditos, de la correspondencia de Sucre con Bolívar, Córdova, Santander, Flores, Salom, Soublette, Olmedo, Ibarra, los generales peruanos, ecuatorianos y todos quienes desde antes de 1820, lo acompañaron hasta 1830". Las cartas también se refieren "al Dean Funes, La Mar, Gamarra, Santa Cruz, O'Leary, Olañeta, y en general de cuantos colaboraron estrechamente unidos en la obra magna de la Independencia, la fundación de Bolivia y la estabilidad de las nuevas repúblicas", documentos que salieron de aquellas cajas de la casa de la viuda del mariscal.

    Aparece en escena el filántropo ecuatoriano Jacinto Jijón y Caamaño (1890-1950), tercer Conde de la Casa Jijón. Hombre polifacético, coleccionista de arte y de documentos históricos y bibliográficos; historiador, arqueólogo, político y católico. Estudió derecho en la Universidad de Quito (hoy Universidad Central del Ecuador) e idiomas en Europa. Fundó la Sociedad Ecuatoriana de Estudios Católicos, fue Presidente y protector de la Sociedad Ecuatoriana de Estudios Históricos Americanos, hoy Academia Nacional (1918). Publicó en el Boletín de esa corporación, monografías sobre la prehistoria ecuatoriana y continental. Realizó excavaciones arqueológicas en la sierra, en Manabi y en el Perú (1912-1925). Fue Jefe de partido, Senador, miembro de la Junta Consultiva de Relaciones Exteriores, primer Alcalde de Quito y candidato a la Presidencia de su país. Desterrado en Lima estudió su antigua cultura; en Europa, asistió a congresos, visitó archivos y bibliotecas y se relacionó con científicos, antropólogos y arqueólogos (1910-1916). Autor de El Ecuador Interandino y Occidental antes de la conquista castellana, considerada su obra cumbre, publicada en cuatro tomos (1941- 1947). Infatigable papelista, recolectó "documentación de los períodos de la Colonia, la Independencia y la República, con abundante correspondencia oficial y particular proveniente de personalidades destacadas en el acontecer nacional. Este acervo recoge cinco siglos de historia, desde 1462 hasta 1950. Entre los archivos que se hallaban bajo su custodia está el que remitió desde La Plata (Chuquisaca) -antes de ser enviado a prisión en Buenos Aires donde falleció-- el Presidente de la Real Audiencia de Charcas, Cnl. Ignacio Flores, referido a la sublevación indigenal de 1780. Otro archivo que integró a sus colecciones perteneció al general Sucre, que contiene correspondencia de la presidencia que desempeñó en la naciente república de Bolivia y que fue enviada a Quito por P. J. Alarcón en 1828, con triste destino cuando quedó a cargo de la viuda del mariscal. Una parte de esos papeles pasaron a poder de Luis F. Barriga, hijo de aquella, cuya esposa la obsequió a Alfredo Flores y Caamaño, y fue incorporado --en 1925-- al Fondo Jijón y Caamaño.

     

    Al rescate de la memoria histórica

    No fue tarea sencilla agrupar los dispersos archivos. El Gobierno de Venezuela se preocupó por recuperarlos para su patrimonio. En 1938 hizo gestiones para la adquisición de la colección depositada por Bingham en la Universidad de Yale, quien felizmente accedió a ceder los documentos "mediante el abono de la misma suma que había pagado en Quito en 1906", en un noble gesto de restitución de la memoria histórica.

    Sin embargo, los Gobiernos de Venezuela y Bolivia, cada uno por su lado, intentaron, sin éxito comprar los tres tomos de documentos autógrafos que estaban en poder de Jijón y Caamaño, referidos "a la correspondencia dirigida al Gran Mariscal de Ayacucho", conformada por "cartas, partes de guerra, así como escrituras de bienes particulares del general Sucre. No obstante autorizó su reprografía en Xerox por esther Ba-rret de Nazaris y María Esther Vásquez de Rodríguez para el Archivo de Sucre, a solicitud del Gobierno de Venezuela, en 1971. Junto a esos tres tomos, se copiaron otros 1.939 documentos contenidos en 11 volúmenes que Jacinto Jijón y Caamaño aumentó con documentos de otras procedencias". Sus herederos donaron el museo que formó la Universidad Católica de Quito, en tanto que la biblioteca y el archivo los vendieron al Banco Central de Ecuador.

     

    El final de la hazaña: la constitución del Archivo Sucre

    Tras ardua labor los expertos venezolanos concentraron los documentos del "Archivo de Sucre", de sus distintas procedencias: del Archivo del Libertador, custodiado en la Casa Natal (donde existía una sección especial con el nombre de "Archivo de Sucre"); los documentos adquiridos de la colección que formó en 1906 el profesor Hiran Bingham; la colección que permaneció en poder de los descendientes del General Juan José Flores (adquiridas por el Estado de Venezuela en 1938 y 1942); los que se hallaban en la Academia Nacional de Historia, y en el Archivo General de la Nación en la Sección Venezolana del Archivo de la Gran Colombia (microfilmada en la Fundación John Boulton de Caracas); del acervo de los 17 tomos que compiló el Dr. Vicente Lecuna (Colección de Documentos para el Estudio de las guerras de Bolívar); y de archivos de otros países, como el Archivo de Guatemala en Ciudad Bolívar; Archivo Jijón y Caamaño en Quito, Ecuador; y de los descendientes de Flores en Europa; así como de las copias Xerox de los manuscritos de la Biblioteca Lilly de la Universidad de Indiana en Bloomington, Estados Unidos (provenientes de la colección Bernardo Mendel); y las copias de manuscritos conservados en el Banco de la República de Bogotá, Colombia.

    El Archivo de Sucre, formado por V. Lecuna, contiene 17 tomos: T.I-VII: cartas dirigidas a Sucre (1816-1834); T. VIII-XII: correspondencia enviada por corresponsales de otros países, ordenada alfabéticamente; T. XIII: Cartas, proclamas y oficios del general Sucre (1821-1829), y la colección de documentos que fueron de P. J. Alarcón; T. XIV:

    documentos 1820-1827; T. XV-XVI: cartas dirigidas a Sucre, ordenadas alfabéticamente; T. XVII: borradores de Sucre (1821-1824); documentos de la familia paterna; poder dado por el Mariscal para su matrimonio; borradores de cartas de 1827; correspondencia privada (1829-1830); y documentos de la mortuoria. Venezuela completó esa ardua labor con fuentes impresas de la Colección de Documentos Relativos a la Vida Pública del Liberador de Colombia y del Perú de Francisco Javier Yanes y Cristóbal Mendoza; Documentos para la Historia de la Vida Pública del Libertador de Colombia, Perú y Bolivia, compilados por José Félix Blanco y Ramón Azpurúa; las Memorias de Daniel Florencio O'Leary; las Firmas del ciclo heroico. Documentos inéditos para la historia de América de Andrés Eloy de la Rosa; y el Archivo Santander; de igual manera se hizo con periódicos y compilaciones legislativas de Ecuador, Perú y Bolivia, relativas a la época de Sucre.

    Gran parte de ese archivo fue organizado por el mariscal Sucre en Chuquisaca y refiere a su actuación en las largas jornadas de la guerra de la independencia y de los primeros pasos como república independiente. Esos testimonios históricos fueron ultrajados por las personas que debían custodiarlas, no por amor a la historia sino a aquel héroe, pero fueron dejados a su suerte. Hoy felizmente, fueron reunidos en ese repositorio conocido como Archivo Sucre.

    Luis Oporto Ordóñez

    Nota:

    1    Este es un capítulo que forma parte de la segunda edición de Guardianes de la memoria: Diccionario biográfico de Archivistas de Bolivia, que prepara la iblioteca y Archivo Histórico de la Asamblea Legislativa Plurinacional.

    2    Rafael María Guzmán: "Leyenda histórica", en Boletín de la Academia Nacional de la historia, No. 50: 101-106, Caracas, abril-junio de 1930. Fundación Vicente Lecuna, Archivo de Sucre, tomo I (1812-1821), Caracas, 1973: XXIII-XIV.

    3    Fundación Vicente Lecuna, 1973: XXV; http://es.wikipedia.org/wiki/Hiram_Bingham (22.11.2013).

    4  http://es.wikipedia.org/wiki/Jacinto_Jij%-C3%B3n_y_Caama%C3%B1o (27.11.2013). http://www.mcnbiografias.com/app-bio/ do/show?key=jijon-y-caamanno-jacinto (27.11.2013); http://www.culturaypatrimo-nio.gob.ec/archivo/ (27.11.2013); Fundación Lecuna, 1973: XXIX-XXX.

    5   Ibidem.

    6   Fundación Vicente Lecuna, 1973:XVI-XVI-II; XXXI-XXXIII.